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El pecado de lesbos: III parte

en Lésbicos

Eran poco más de las 9 de la mañana cuando el avión tocó tierra, más tarde me tocó recorrer unas horas de viaje en carretera para poder llegar al pueblito en donde crecí. No quiero entretenerles mucho con el paisaje, basta con mencionar que se trata de un puñado de calles y casitas de techos rojos que se aglomeran en un pequeño bajo a las faldas de las montañas andinas, uno de esos lugares en donde las cosas no cambian mucho y el tiempo parece seguir de largo, quizás por esa razón -como en muchas otras ocasiones- he sentido alivio solo de llegar.

Me encantó ver a mis papás esperándome en la terminal, el camino a casa se nos hizo corto poniéndonos al corriente sobre esos detalles que por teléfono no cuentas. Igualmente, me alegró ver de nuevo la casa, reencontrarme con mis cosas, el plato humeante de sopa que me guardaba mamá; tantas sensaciones agradables me habían sacado literalmente de la ciudad y de los problemas que había dejado allá. Rato después de comer subí a mi habitación para desempacar un poco, cuando escuché un silbido desde la ventana, uno que reconocía perfectamente bien desde hace mucho: Isabel.

Tengo que hacer una pausa obligada para contarles sobre esta chica, porque Isabel no es simplemente otra de las chicas, es muchas cosas más. Nos hicimos amigas en la preparatoria y debo reconocer que desde el principio me volví loca por ella, Isabel es pequeña -menudita diría yo- con una piel muy blanca, blanquísima, los ojos grandes, verdes y vivarachos, con su cabello largo siempre de negro intenso rozando sus caderas. Isabel es un montón de cosas en si misma, tan dulce como traviesa, tan alegre como explosiva si la haces enojar, Isabel siempre es intensa, o te quiere o te odia, y afortunadamente a mi siempre me quiso.

Recuerdo que sin saberlo me hacía sudar frío en el colegio, cuando me tomaba de la mano para que la acompañara a cualquier parte, cuando se empeñaba en hacerme trenzas y acariciaba mi cabello por largo rato, cuando se desvestía en mi cuarto para probarse mi ropa mientras -para mi pesar- me hablaba de los chicos con quienes salía.

Una vez estábamos solas detrás de la capilla del colegio y no pude aguantarme más, la tomé de las manos y le di un beso. Apenas puse mis labios sobre los suyos, tenía miedo de moverme y de que Isabel saliera corriendo, que no quisiéra seguir siendo mi amiga, era algo que no me sentía capaz de soportar; pero ella no se alejó sino todo lo contrario, al principio con timidez y luego con más soltura había correspondido a mi beso. Nos quedamos calladas por un rato mirando a ninguna parte, sin soltarnos de las manos.

- Ari, siempre quise saber qué se sentía que me besara una chica.

- Y te gustó?

- Si.

Pero la curiosidad de Isabel no llegó hasta ahí y mucho menos mis ganas por ella, fueron muchas las veces que terminamos escondidas en cualquier parte, tocándonos sobre la ropa y con el corazón a millón entre las ganas de seguir y el miedo a ser descubiertas, después de todo en un pueblito pequeño y lleno de prejuicios no podías simplemente esconderte detrás de un árbol desnuda y mucho menos si estás con otra chica. Sin embargo, el tiempo nunca te cierra todas las puertas y se presentó un viaje escolar de dos días, naturalmente Isa y yo compartimos habitación doble como el resto de las chicas, demás está decirles que volvimos a casa sin pegar un ojo, agotadas de saciarnos una de la otra.

Con el tiempo Isabel se fue definiendo y hoy en día se considera bisexual, y aunque sentimentalmente cada quien tomó por su lado hemos sido inseparables desde siempre. Vuelvo a mi narración inicial, esperando sepan disculpar que las emociones generadas por ese silbido en la ventana me hayan hecho salirme del tema.

Corrí a asomarme por la ventana, esa no podía ser otra que Isabel, y ahí la encontré con sus ojos vivarachos de siempre sonriéndome de oreja a oreja.

- Hey, y cómo te has enterado ya de que vine niña?

- Porque tu mamá me lo dijo ayer, espérame que ya subo.

Y como era de esperarse entre dos amigas que se ven muy poco, estuvimos hablando por muchísimo rato.

- Estás bien? es que no se...te veo como apagada, tristona.

- Es que acabo de llegar de viaje y tú como siempre tienes energías para regalar Isa.

- Tienes que quedarte en mi depa hoy.

- Tu depa? no me habías contado nada.

- Ah, es que finalmente logré terminar el anexo ahí donde papá me cedió el terreno y lo estrené hace poco, no te había dicho porque quería sorprenderte cuando vinieras.

- Prometo que iré a verlo mañana mismo, pero hoy quiero quedarme aquí, acabo de llegar y no quiero dejar a mis padres solos Isa, no el primer día.

- Bueno, bueno, está bien. Pero mañana te vienes.

A decir verdad, si por mi hubiese sido me habría quedado durmiendo por lo menos la mitad del tiempo, todo lo que había pasado con Javier seguía dándome vueltas en la cabeza y no tenía ganas de hacer nada más salvo dormir, dormir y no pensar. Pero luchar contra el "Huracán Isabel" es un reto de palabras mayores, ya a las 11 de la mañana estaba instalada en mi casa, en la cocina con mi mamá y dando alaridos para que me levantara.

- Isabel, te puedo preguntar qué tienes en contra del sueño?

- En contra del sueño nada pero es que tú no has estado durmiendo sino invernando, anda que nos comemos algo y nos vamos.

- En serio mamá? por qué le abres la puerta.

- Porque sino lo hago se mete por la ventana jajajajajajajajajaja.

Finalmente, luego de un rato estaba por fin en el anexo de Isabel.

- Bueno pues te felicito, ahora espero que no vayas a meter a un flojo cualquiera que pretenda instalarse con casa, culo y comida gratis.

- Jajajajajajaja nada que ver, si se me ocurre "meter" a alguien como dices tu mi papá lo mata, ya sabes cómo es, sino es con velo y corona ni soñando.

- Y de qué color será el velo? porque el blanco dejó de favorecerte hace mucho.

- Ja, como si tu no me hubieses ayudado a ensuciarlo quitándome la virginidad.

- Jajajajaja pero si no eras virgen cuando estuviste conmigo Isa.

Pero nunca había estado con una mujer, así que por ese lado era virgen. Te acuerdas Arianna? cuando nos toqueteábamos a escondidas en el cole? Mmmmmmm yo volvía a la casa con las pantaletas empapadas y me encerraba en el cuarto a masturbarme por horas fantaseando contigo.

Isabel puso su mano entre las piernas y comenzó a moverse como si se masturbara recostada de la pared.

- Ahhh, ahhh, dame más Ari mmmm.

- Amiguita que me vas a excitar con esos recuerdos jajajajajajaja -Me acerqué y le apretujé los senos con firmeza-.

- Hey, mira que tengo tres semanas sin hacer nada, eh? y ando como un avión. Me imagino que tu no, viviendo lejos de aquí vivirás tirando de lo lindo.

- Jajajajajajajaja te dije estoy estudiando economía? porque me parece que lo has confundido con putería, tampoco para tanto.

Isabel se restregaba contra mi, a veces pienso que simplemente ella no entiende de "espacio personal" y la mitad de lo que te dice lo dice con el tacto, pero en ocasiones creo que más bien sabe lo que hace y que me prende. Fue así como no pude evitarlo y la besé con fuerza.

- Uff te deseo como loca Arianna.

Isabel abrió mi blusa enseguida y comenzó a morder mis pechos suavemente por encima del sujetador.

- Hey loquita jajajajaaja mira que no soy de hierro.

- En serio tengo ganas Ari.

- Deja que te consienta entonces, cierra los ojos.

La desnudé lentamente, apenas tocando su piel con los dedos y le pedí que se tumbara boca abajo en la cama. Comencé a besarla desde la planta de los pies, haciendo que soltara risitas por el cosquilleo, fui subiendo por las pantorrillas y los muslos, entonces besé y mordí suavemente sus nalgas mientras que le arañaba suavemente la espalda haciendo que su cuerpo se tensara. Abrí sus piernas un poco y besé su cuquita con suavidad, rozándole apenas con mis labios que se humedecieron con las gotitas de flujo que perlaban su hendidura.

Ahora le pedí que se volteara boca arriba, me quité la ropa interior, viendo la intensidad con la que me miraba. Entonces me acomodé abierta sobre su muslo y comencé a mover las caderas ondulando mi cuerpo, mojando su piel con mi propios flujos. Ella se incorporó un poco y comenzó a mamar mis senos mientras yo continuaba frotando mi cuca contra su piel. Le pedí que se recostara de nuevo y a su vez me acosté sobre ella, empecé a mecer mi cuerpo contra el suyo, era delicioso sentir el calor de su vientre y sus pezones frotándose contra mis pechos.

Luego, me incorporé poco a poco abriendo mis piernas, colocando mi cuquita sobre la suya, abriéndola con mis dedos para dejarla expuesta sobre su propio sexo, y abriendo también sus propios labios para sentirla más intesamente, haciendo que soltara un gemido profundo al sentir el calor de aquel contacto, comenzamos a movernos suavemente, Isa empujaba hacia arriba, yo meneaba mi culo en circulos, ambas estabamos totalmente abiertas, gimiendo, jadeando y temblando, yo elevaba todo mi torso apoyando los brazos extendidos a cada lado del cuerpo de Isabel, empujando mis caderas contra ella, entonces sentí como la piel de su coñito se puso muy rigida y firme, Isabel se frotaba con frenesí contra mi y hundía sus dedos apretando mis nalgas, guiando mis espasmos incontrolables, habíamos alcanzado un orgasmo largo e intenso.

Me recosté a su lado temblando todavía, Isabel me dijo con la voz jadeante.

- Ari, nadie mueve ese culo tan rico como lo haces tu.

Nos besamos largamente y nos quedamos abrazadas por un rato, dejando que nuestros cuerpos fueran poco a poco volviendo a la calma. Fue entonces cuando le dije.

- Isa, estuve con un hombre...