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El despertar

en Hetero: General

Una noche mientras dormía tuve un sueño erótico, en el me veía desnuda recostada a la orilla de una playa desierta, mi esposo estaba de pie frente a mi masturbándose a placer visiblemente excitado, yo acariciaba mi cuerpo para provocarlo aún más justo cuando el comenzó a correrse abudantemente dejando que su semen cayera sobre mi cuerpo.

Era tan real aquel sueño, que el cosquilleo de mi conchita me despertó. Abrí los ojos lentamente comprendiendo enseguida lo que pasaba; no pude evitar tocar mis pechos y comprobar que mis pezones se habían levantado un poco, bajé mis dedos hasta mi concha y pude notar su humedad.

La habitación estaba en silencio, solo se escuchaba la respiración profunda de mi esposo que dormía plácidamente. ¿Qué hora es? me pregunté, y al encender la lámpara junto a mi mesa de noche vi que eran casi las cinco de la mañana, hora y media más tarde estaría levantada ocupándome del desayuno y de las cosas pendientes de rutina antes de salir ambos a trabajar.

El punto es que ahora no tenía sueño, más bien sentía esa agradable tensión corporal de quien desea encenderse totalmente y gozar del sexo. Bajé la luz de la lámpara al mínimo para no molestar a mi esposo, me quedé mirándole por unos momentos detallando su cuerpo, timidamente acaricié su pecho bajando lentamente hasta su vientre, ese vientre caliente y delicioso que me hace perder el sentido cuando estamos tan cerca haciendo el amor.

Me acerqué para oler su cuello, me encanta ese olor tan suyo que quedó grabado en mi memoria desde la primera vez que pude disfrutarlo plenamente. El solo contacto con su piel y su olor hacían que mi conchita palpitara de ganas. Con cuidado me saqué la ropa interior, es la única prenda que llevamos a la cama desde que estamos juntos, comencé a acariciar mis senos suavemente, notando como los pezones respondieron de inmediato.

Acostada boca arriba, muy junto a mi esposo, tomé su mano con cuidado y la coloqué en mi conchita, la movía delicadamente para sentir su piel en mi pubis; todo mi cuerpo se erizó a su contacto. Con la ayuda de mis manos abrí los labios de mi cochita y puse sus dedos entre ellos moviéndolos con mucha suavidad, sentía como los flujos bajaban y mi cuerpo se excitaba cada vez más.

Mi cuerpo se estremecía cada vez que movía los dedos de mi esposo entre los labios de mi concha. Llevaba algún rato haciendo esto. Con los ojos cerrados, perdida en las fantasías de aquel sueño me estaba acariciando lentamente con la mano de mi esposo cuando sentí como sus dedos comenzaron a introducirse en mi vagina por cuenta propia.

Abrí los ojos, mi esposo seguía con los ojos cerrados pero su pene lucía duro entre su ropa interior y ahora estaba empujando sus dedos entre mi conchita una y otra vez, solté su mano dejándolo continuar y alcé mi cabeza para besar sus labios.

- "¿Cuándo te desperté amor? Disculpa, le susurré al oído.

- Hey ¿A que hombre le molesta despertarse siendo sus dedos tan mojados? me dijo con una sonrisa y los empujó con más fuerza dentro de mi haciéndome soltar un gemido de placer.

Siguió masturbándome con sus dedos, acariciando mi clítoris y mis labios mientras chupaba mis pezones. Cerré los ojos y me dejé llevar, mis caderas se movía por si solas tratando de tragarse su mano entera con la conchita, mis gemidos eran cada vez más incontrolables hasta que alcancé un delicioso orgasmo.

Luego de un beso cambié de posición y me tendí boca abajo con la cabeza sobre el vientre de mi esposo, quien ya estaba bajando su ropa interior y dejándome ver su pene duro y grueso muy despierto. Me dediqué a lamer y chupar sus bolas, coloqué mis labios abiertos en la base de su pene y subí succionando cada centímetro de su erección hasta llegar a su punta, llevarla a mi boca y comenzar a mamarla con muchas ganas.

Con una de mis manos frotaba la base de su pene al ritmo en que mi cabeza subía y bajaba mamando su miembro, con la otra mojé mis dedos en la humedad de mi vagina para lubricarlos y abrí su nalgas delicadamente para acariciar su ano, seguí chupándole, acariciando su ano, la base de su pene y sus bolas, sentí como su cuerpo se estremeció hasta el orgasmo.

Fue una delicia sentir su semen inundando su boca y mi garganta mientras lo tragaba hasta la última gota, luego me quedé ahí recostada besándolo delicadamente hasta que el despertador anunció que era hora de levantarse.

Nos fuimos al baño para ducharnos juntos entre besos y mimos, con la promesa de continuar esta rica jornada durante la noche, mi esposo dice que fueron los mejores "buenos días" que ha recibido pues en la mañana amanece con ganas. Le comenté sobre mi sueño y me prometió que un día haríamos el amor en una playa, esa fue una fantasía que cumplimos más adelante.

Desde entonces, de vez en cuando ponemos el despertador un poquito más temprano y nos regalamos un ratito de sexo antes de dejar la cama. Creo que no hace falta explicar por qué llegamos a nuestros trabajos de tan buen humor.