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Rompiendo Fronteras X

en Erotismo y Amor

Los meses pasados se hicieron largos, tal y como lo planificó recibió la ganancia recuperada durante el atentado y estuvo ocupado con todos los reportes en torno al caso del Pez. El dinero se repartió según lo acordado y a partir de entonces no había sabido nada más de Melannie, pero conociéndola estaría a buen resguardo durante algún tiempo, quizás en otro país como le comentó en algún momento.

Tiempo atrás, había decidido solicitar su baja de la agencia,por lo que decidió pasar unas semanas en casa de sus padres, no se sentía con ánimos para estar solo ni mucho menos en la compañía de una mujer para pasar el rato.

Como lo prometió le escribió a Anaís, en sus cartas le contaba sobre su vida, como se había ido decepcionando de su trabajo, sobre el hecho de que había dejado  la agencia, entre muchas otras cosas, ella no había respondido nada, se preguntaba con dolor si eso significaba que la había perdido definitivamente.

- ¿En qué piensas Cris?

- Mamá, no te escuché llegar.

- ¿Qué te pasa cielo? Un día llegaste aquí diciendo que habías renunciado a la agencia, que querías iniciarte en otra cosa, respeto tu decisión y sabes que te apoyo, pero desde que volviste a casa llevas esa tristeza encima...

- Mamá, solo estoy cansado es todo. Por eso me retiré de la agencia, es agotador lidiar con todo lo que me ha tocado.

- Christopher, eres mi hijo, puedes optar por no decirme qué te pasa pero se que algo no está bien.

Cómo contarle a su madre que en el último viaje con la agencia se había enamorado, había metido la pata hasta el fondo y que ahora no sabía con exactitud si Anaís podría volver a confiar en él.

- ¿Y por qué no vas y se lo dices?

- ¿Qué?

- Que busques a esa mujer que te tiene tan pensativo y le digas lo que sientes. Recuerda una cosa, las mujeres necesitamos hechos no solo palabras - Dicho esto, se dio la vuelta sin decir nada más y le dejó solo.

Demostrarle con hechos... Christopher tuvo una idea, volvería al país pero esta vez su jugada valía mucho más que dinero. Unas semanas después, estaría de regreso en el aeropuerto ejecutando un nuevo plan.

Anaís se había graduado hace poco, sus padres estaban muy orgullosos de verla alcanzar sus metas, al poco tiempo obtuvo una plaza de media jornada en una escuelita local, estaba contenta de poder ejercer su profesión. Por las tardes, seguía trabajando en la tienda con la ayuda de Julia su hermana, ahora gracias a su sueldo estaban pensando en hacer algunas remodelaciones en su pequeño negocio. Sin embargo, no se sentía feliz del todo...Christopher, desde que se fue le había enviado muchas cartas y le contó muchas cosas. Sin embargo, aunque sentía unos deseos inmensos de pedirle que volviera no le resultaba tan sencillo.

Estaba sentada en la tienda mientras miraba a unos obreros trabajando en un nuevo local que se estaba levantando en el centro comercial, llevaban varias semanas haciendo todo tipo de remodelaciones, todo indicaba que sería un hermoso lugar.

- Hola Anaís, a veces me pregunto en que piensas todo el tiempo.

- Hola José, pues ahora mismo me preguntaba que tipo de tienda irán a colocar allí en donde estás trabajando.

- Va a ser una floristería tengo entendido.

- Wow, pero se ve un poco grande para eso.

- Bueno, al parecer incluirá todo tipo de arreglos y detalles, dicen que es de un extranjero, se llamará "muñequita", si me lo preguntas luce algo cursi el nombre.

- Ni modo, si es una floristería supongo que muchos  vendrán a comprar regalos para sus "muñequitas" le dijo en tono de broma.

- Hablando de eso ¿Cuando aceptarás salir conmigo Anaís? No soy rico como el dueño de esa tienda, pero se trabajar y mis sentimientos hacia ti son honestos.

- José por favor, no me hables de amor, somos amigos y no quiero hacerte daño.

- Aun sigues enamorada de ese hombre...con quien salías ¿no es así? Tu hermana me lo contó.

- Lo siento mucho José, pero no quiero hablar de eso, es mi privacidad te ruego la respetes.

- Disculpame, no debí mencionarlo. Tu eres joven Anaís y también hermosa, solo digo que te des una oportunidad.

Decirlo parecía sencillo, pero para ella se trataba de algo mucho más fuerte que su voluntad, no podía dejar de amar a Christopher.

La sorpresa de Anaís fue mayúscula esa mañana. Era sábado y había ido temprano a trabajar en su negocio, poco a poco vio como comenzaban a llegar lo que parecían empleados de la nueva tienda, estaban sentados en un banco y parecían esperar la hora de abrir. Hasta ahora, había visto llegar camiones con paquetes de todo tipo, y hace poco comenzaron a llegar las flores por lo que se sabía que pronto se abriría el nuevo negocio.

Lo que ella no esperaba, era que el dueño -quien ahora mismo  estaba abriendo el lugar y dando instrucciones a los empleados- fuera Christopher. Hasta ahora, actuaba como si no la conociera, ni siquiera había volteado hacia su tienda, quizás ya no le importaba o simplemente se había dado por vencido luego de tantas cartas sin responder ¿Pero entonces que hacía allí? Habiendo recorrido tantos lugares del mundo ¿Por qué vino a abrir esa tienda justo frente a ella? y ahora la ignoraba, un mar de sentimientos y dudas pasaban por su mente. Justo en ese momento, un joven empleado se acercó a ella con un ramo de rosas.

- Buenos días señoritas, el dueño de la floristería le manda este obsequio y esta nota.

"Muñequita, hubiese dado lo que fuera por correr hasta donde estás y estrecharte entre mis brazos, decirte que te sigo amando como un loco, que te he pensado todos y cada uno de los días que han pasado desde que nos separamos, pero este hombre duro al que le tienes tanto miedo no soportaría una vez más tu rechazo. Si, en este caso el asustado soy yo. Así que por ahora, me aseguraré de que siempre tengas las flores más hermosas que encuentre hasta que algún día decidas cruzar ese pasillo para decirme que me perdonas. Christopher."