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Rompiendo fronteras XI (final)

en Erotismo y Amor

Habían pasado unos 20 minutos desde que envió las flores, pero para Christopher parecían años. Un par de meses antes de regresar, había comprado un espacio en el centro comercial para abrir esa tienda. "Las mujeres esperamos hechos" -dijo su madre- pues bien ahora estaba trabajando en eso. Podía mirarla mediante un espejo ubicado frente al amplio mesón donde algunos empleados ya comenzaban a atender algunos clientes.

Observó cuando el empleado entregó las flores, suponía que ahora estaría leyendo la nota. Su corazón dio un vuelco cuando la vio pararse a la entrada de su tienda mirando hacia la floristería, parecía nerviosa pero no se había acercado. Sin esperar más, corrió hacia donde estaba ella.

- ¿Ibas a saludarme Anaís?

Enseguida lo abrazó con los ojos llenos de lágrimas y se besaron largamente sin importarles la gente que los miraba, entre ellos los empleados de la floristería que se hallaban un tanto confundidos con la escena.

- Anaís, te adoro, no vuelvas a separarte nunca más de mi.

- Christopher, perdoname por haber sido tan dura contigo.

Minutos más tarde, estaban en aquel café donde se habían reunido por primera vez.

- En la nota decía que yo tenía que ir a buscarte, pero no esperaste a que cruzara el pasillo -decía Anaís en tono de broma-

- Amor, soy un ser humano, no sabes cuanto me costó no correr a buscarte, pero quería que fueras tú quien decidiera si podías perdonarme o no, ya no me tienes miedo ¿cierto?

- No, pero tu si me tienes a mi según leí.

- Jajajajajajajajajaja si, estaba aterrorizado de pensar en que pudieras rechazarme muñequita.

- ¿Entonces ahora vendes flores?

- Así es, luego de retirarme de la agencia decidí que quería abrir un negocio, preferiblemente algo que estuviera cerca de ti y me diera oportunidad de estar en tu país porque quiero casarme contigo si me aceptas.

- ¿Me estás pidiendo...?

- Si, lo haría con un anillo pero lo dejé en el departamento, en realidad no sabía si podría hablarte tan pronto así que no lo traje, pero claro que te lo voy a dar esta misma noche, delante de tus padres si me dices que si.

Esa misma semana Christopher conversó con los padres de Anaís. Al principio se mostraron en desacuerdo pero finalmente aceptaron.

- Cometiste un error al mentirnos Christopher, pero aprecio que lo hayas reconocido y que tengas la responsabilidad de dar la cara ahora.

- Lo agradezco mucho señor Tomás, fui un estúpido al ocultarles la verdad sobre mi trabajo, lo hice por temor de que Anaís no me aceptara, pero ahora será diferente.

Esa noche cuando se despidieron, le entregó un juego de llaves.

- ¿Y esto qué es Cris?

- Son las llaves de mi departamento, aunque estoy viviendo allí no he llevado muchas cosas, prefiero que se arregle a tu gusto pues tú serás la señora de la casa.

- Está bien, me ocuparé de eso, pero tú me tienes que acompañar a elegir las cosas.

- Como usted diga capitana, así podrás ir a visitarme mientras vas decorando -le dijo con picardía-.

-mmmmmmm de hecho, pienso ir al departamento solo lo necesario y preferiblemente cuando no estés.

- No entiendo ¿Y eso por qué?

- Porque usted y yo nos amamos mucho y no quiero precipitar las cosas.

- mmmmmmmm ¿Mi español no está muy bien o tu me estás insinuando que me tengo que esperar hasta después de la boda para...?

- Exactamente, y no quiero protestas.

- Pero amor, no tiene nada de malo, es lo más natural del mundo....

- Cris, si me amas vas a respetar esa decisión ¿Si?

- Está bien, está bien amor, será como tu lo deseas, llevo meses esperándote así que puedo esperar un poco más.

El tiempo pasó volando, los preparativos de la boda, la llegada de sus padres al país, Christopher estaba trabajando más que nunca, pero también era cierto que se sentía pleno como nunca antes.

Christopher recordaba como habían pasado las cosas, llegó como un agente ambicioso, pensando en dinero, mujeres y diversión, y ahora las cosas habían cambiado totalmente, había aprendido que las cosas de más valor no llegan en un instante o sin esfuerzo, pero son las que mejor te llenan. De pronto, algo lo sacó de sus pensamientos, Anaís había salido de la otra habitación, con un pequeño camisón rosa casi transparente bordado con pequeñas flores que apenas tapaban sus pezones, debajo llevaba un pequeño short de la misma tela desde el cual podía adivinarse la forma de su sexo.

- ¿Te gusta?

- Mmmmmm, no lo se... dejame verte más de cerca -le dijo en tono de broma.

Era una sensación de morbo y ternura mirarla nerviosa y apenada ante su mirada. Enseguida la alzó entre sus brazos y besó sus labios mientras la recostó sobre la cama acostándose a su lado. Lentamente besó sus ojos, sus mejillas, su boca; fue bajando por su cuello, mordiendo con suavidad su garganta, besando y mordiendo sus hombros, mientras sus manos iban palpando con cuidado por sobre la tela dibujando sus pezones y bajando hasta el ombligo para recorrer con lentitud el encaje que cubría su conchita.

Con mucha paciencia, fue desatando el lazo que cerraba el pequeño camisón para encontrarse con sus senos grandes, coronados con aquellos dulces picos de color miel endurecidos al contacto con sus dedos, los fue recorriendo totalmente con las yemas de los dedos, con sus labios, con su lengua, tomándolos entre sus labios y succionándolos con suavidad, viendo como la piel de Anaís se erizaba enseguida y suspiraba largamente con los ojos cerrados.

Así, fue bajando sus labios por el torso, dibujando el ombligo con su lengua, besando su vientre que se agitaba con cada roce de sus labios que siguieron besando su monte por sobre la ropa. Cuando finalmente sacó el short pudo mirar su conchita en todo su esplendor, depilada, suave, con unos labios gruesos y ligeramente rosados, perlados por pequeñas gotitas de su flujo, gotitas que no tardó en probar con su lengua lamiéndola lentamente de abajo hasta arriba. Enseguida Anaís se incorporó nerviosa.

- Amor, me siento muy húmeda como para que hagas eso.

- Jajajajajajajajaja muñequita si es justo así como me gusta, no te imaginas cuánto he deseado probar esa miel, vamos recuéstate y dejate llevar.

Acto seguido continuó su exploración, recorriendo cada pliegue de su concha, succionando cada centímetro de sus labios, cubriendo y acariciándo su clítoris con la lengua, presionando en la entrada de su vagina que se sentía firme y estrecha, palpitando al contacto con su boca. Era delicioso sentir como se erizaba su piel, escuchar sus primeros gemidos nacer de entre su respiración entrecortada. Poco a poco, fue introduciendo un dedo, ella estaba tan mojada que pudo entrar con relativa facilidad hasta que se acostumbró a sentirlo dentro, fue entonces cuando continuó mimándola con sus labios y su lengua, moviendo el dedo suavemente dentro de ella. Era delicioso sentirla temblar meciendo sus caderas, al principio con suavidad luego con más ímpetu como si deseara restregarse entera sobre su lengua, tanto que tuvo que sujetarla con firmeza cuando alcanzó su primer orgasmo soltando un largo gemido entre las almohadas. Entonces se recostó a su lado y se besaron intensamente.

- ¿Te gusta muñequita?

- Wow es tan... tan rico. Amor, déjame mirarte desnudo, me muero de ganas por verte.

- Mmmmmm ¿Así que eres una mirona? Jajajajajajaja.

La cara de sorpresa de Anaís era un poema cuando finalmente sacó sus calzoncillos dejando salir toda su erección.

- ¿Eso tan grande me va a entrar a mi?

- Jajajajajajajajajaja claro que si amor, y va a ser aún más rico si te dejas llevar.

- ¿Lo puedo tocar?

- Tú puedes tocar y hacerme lo que quieras bella.

El morbo era muy intenso, mirar su cara de picardía y curiosidad mientras comenzaba a tocarlo con los dedos en esa primera experiencia, una corriente eléctrica recorría su cuerpo al sentir sus manos palpando con suavidad cada espacio de su verga totamente endurecida. De inmediato, acercó su rostro y comenzó a besarla, a acariciar su espalda mientras ella seguía tocándolo cada vez con más seguridad. Puso su mano sobre la suya sin dejar de besarla, y fue guiándola, enseñándola a tocarlo.

- Ahhhhhhhhh nena!

- ¿Te hice daño?

- No amor, es que me tienes tan caliente, no aguanto las ganas de estar dentro de ti.

- Yo también lo estoy deseando mucho.

- Ven, súbete sobre mi.

Poco a poco la fue acoplando sobre su cuerpo. Luego, le pidió que levantara un poco sus caderas y con su mano colocó la punta de su pene en la entrada de su conchita que seguía muy mojada.

- Abre bien las piernas amor, relájate y ve empujando poco a poco, deja que vaya entrando, así, poco a poco, no te asustes.

La sostenía por las caderas, ayudándola a empujarse para que pudiera ir entrando a su propio ritmo sin lastimarla demasiado. Pudo sentir cuando su virgo comenzó a abrirse, entonces empujó un poco para hundirse dentro de ella.

- Ayyyy

- Ya pasó, ya entró amor, tranquila.

Permanecieron así sin moverse, besándose, tocándose mutuamente hasta que ella pudo relajarse nuevamente, entonces él comenzó a moverse despacio y ella a su vez se fue acompasando a su ritmo, suave al principio y con más firmeza en la medida en que el placer de ambos iba en aumento. Era una vista deliciosa verla alzarse sobre el, con los ojos cerrados, mordiendo sus labios y gimiendo suavemente. Fue entonces, cuando su vagina le apretó con fuerza haciéndole fluir hasta la última gota de su semen mientras ella se mecía sobre el estremecida de placer.

Con cuidado fue saliendo, dejándola recostada sobre su cuerpo mientras ella besaba y acariciaba su pecho con ternura. No supo cuando se quedó dormido más profundamente que nunca hasta que el sol que entraba por la ventana los despertó aún abrazados.

- Cris ¿estuve bien?

- jajajajajaja amor creo que soy yo quien debe preguntarte si te gustó.

- Fue lo más rico que me ha pasado en la vida, creo que me voy a volver adicta a estar contigo.

- Wow, me encanta saber eso porque pienso hacerte el amor hasta la inconsciencia. Por cierto, a mi también me encantó mi primera vez.

- Jajajajajajajajaja ¿Primera vez de qué loquito?

- Anaís, es cierto que he compartido la cama con mujeres, pero es la primera vez que se trata de algo más que sexo.

Fin.