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Juegos eróticos

en Hetero: General

Era una tarde de domingo de esas en donde no hay demasiado que hacer, mi esposo y yo estábamos en la cama desnudos mirando televisión, nos gusta disfrutar de esos momentos de intimidad, de sentirnos la piel sin apuros, solo por el placer de hacerlo.

Estuvimos largo rato ahí acostados, acariciándonos sutilmente, regalándonos besos, cosquillas y juegos entre risas y conversación, me encanta compartir con él a ese nivel. Pero con el pasar del rato, las caricias y besos se fueron haciendo más y más intensos, David ya no estaba jugueteando tontamente, era obvio que estaba buscando algo más y a mi me encantaba la idea pues hace rato había comenzado a mojarme con las "bromitas pícaras" de mi marido.

Me coloqué de espaldas haciéndome la que miraba la televisión, pero enseguida sentí su cuerpo acercándose detrás de mi y pude notar su erección empujándose contra mis nalgas.

- Eres un sinvergüenza, estoy sintiendo algo duro por allá atrás.

- Jajajajajajajaja este chico no se levantó solito señora usted es la responsable, dime que no te provoca nena- Me dijo mientras mordía mi cuello-.

Quise voltearme para abrazarlo, pero él me empujó con suavidad colocándome totalmente de espaldas y se subió sobre mi. Me hacía cosquillas y se frotaba contra mi mientras yo sentía su erección meciéndose sobre mis nalgas, me estaba poniendo a millón.

Poco a poco David había logrado inmovilizarme con sus juegos, me rodeaba los brazos con uno de los suyos, colocó sus piernas entre las mías y las abrió un poco mientras el peso de su cuerpo no me dejaba mucho espacio para moverme.

Entonces, metió su mano bajo mi cuerpo y bajó hasta mi conchita, acariciaba mis labios internos y externos, la entrada de mi vagina, movía mi clítoris, mientras seguía mordiendo mi cuello. Yo estaba como loca, había tratado de escaparme pero David no lo permitía, sentía como seguían bajando mis flujos ante los dedos expertos de mi hombre mientras se alborotaban mis gemidos, estaba súper excitada.

En ese instante David me soltó y se puso de rodillas -la erección estaba en su punto, como me gustaba-. y me invitó a acercarme.

- Ven acá preciosa, esa conchita tiene hambre vamos a alimentarla.

Me pidió que me pusiera de rodillas dándole la espalda, yo solo me dejaba guiar. Con sus manos bajó por mi cintura y me tomó de los muslos para que abriera mis piernas, colocándose entre ellas mientras se sentaba sobre sus pies y su pene se clavaba dentro de mi.

Enseguida comencé a subir y bajar, la penetración era tan profunda que me fallaban las fuerzas, tuve que levantar los brazos y sostenerme de su cuello mientras él me ayudaba con su cuerpo empujándose dentro de mi, acariciando mis senos, halando suavemente mis pezones.

Al poco tiempo de ese delicioso vaivén me sentí estallar, era un orgasmo totalmente intenso, sentí que mis entrañas se extremecieron pero además ocurrió algo que nunca me había pasado. Pude sentir chorros de flujo saliendo de mi, era como si me hubiese orinado.

Comprobé que el flujo había sido abundante cuando me levanté y noté a David más mojado que de costumbre pero con una sonrisa de oreja a oreja.

- Había escuchado que las chicas podían tener algo como una eyaculación pero nunca lo había disfrutado nena.

- Yo tampoco -le dije entre divertida y excitada-.

Nos abrazamos mientras nos reíamos de lo ocurrido. Desde ese día aprendí que puedo tener orgasmos distintos, no son mejores a los que había tenido hasta ahora sino sencillamente diferentes y es una experiencia deliciosa. Poco a poco hemos ido encontrándole "el truco" por llamarlo de alguna forma, esa mezcla entre calentura, postura, ritmo, que se yo, pero creo que fueron unos juegos eróticos deliciosos y reveladores.