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El pecado de lesbos

en Hetero: General

Si de algo estuve segura toda mi vida es de ser lesbiana. Incluso desde pequeña sentí interés por las otras niñas del colegio, desde luego en aquel tiempo no se trataba de algo sexual, pero esas maripositas en el estómago que suelen sentirse por el compañerito que se sienta adelante en el salón de clases yo las sentía por las chicas.

 

Afortunadamente crecí en un hogar abierto y mis padres supieron apoyarme; cuando a cierta edad notaron mis inclinaciones estuvieron conmigo, no para curarme de algo que estuviera mal sino más bien para ayudarme a entender por qué era diferente y a convivir con mi orientación. Siendo así puedo decir que, pese a lo complicado que resulta crecer y desarrollarse en una sociedad en donde lo diferente es mirado con malos ojos, yo pude hacerlo bastante bien.

 

Siendo lesbiana, fue normal que al crecer e iniciarme en la sexualidad fuera a través del sexo con chicas, con todas las dudas, temores e inexperiencias que tiene cualquiera sea de la orientación que sea. Conversando con otras chicas iguales que yo a nivel de preferencias me encontraba con que en muchos casos sentían aversión por los hombres, algunas de hecho no los querian ni de amigos lo que a mi me parecía aburdo ya que independientemente de si te atraen o no siguen siendo personas, algunos buenos, otros no, como todo pero al fin y al cabo personas; yo en lo particular tuve siempre y sigo teniendo muchos amigos hombres algunos de los cuales quiero como a hermanos, hombres que respetan mi postura y con quien comparto de lo mejor.

 

En cuanto a lo sexual, algunas de mis amigas sentían casi repugnancia por todo lo fuera masculino, o más bien lo que ellas consideraran masculino de alguna forma, cualquier cosa que fuera más grande que dos dedos tenía vetada la entrada dentro de la cuquita, y eso lo tomaban como una norma. Yo sin embargo nuevamente diferia de tales puntos de vista, he tenido parejas a quienes les gusta incluir juguetes como parte de la sexualidad y lo he aceptado sin problema alguno ya que, a diferencia de mis amigas, creo que lo que te hace lesbiana es amar y desear a otras mujeres, lo que a mi juicio va más allá de un asunto de genitalidad, y si es tu compañera la que usa contigo un juguete no veo en dónde está el lado masculino; es como decir que un hombre es homosexual porque permite que su mujer le toque el ano y le haga experimentar placer de esta forma.

He querido contarles un poco de estas cosas porque creo que solo así puede comprenderse de una manera más abierta la historia que paso a relatarles a continuación.

Como les he dicho antes amigos varones tengo muchos, algunos de ellos son realmente atractivos y lo se bien, la gente bonita se reconoce seas del sexo que seas y tengas la orientación que tengas, aunque algunos no lo reconozcan. Uno de esos amigos se llama Javier, yo lo llamo "el modelo rebelde" pues debajo del cabello largo, la barba a medio crecer y el atuendo hippie/rockero medio gastado, tiene el cuerpo que más de un muchachito pijo sueña con tener. Algunas chicas lo califican de antipático pero yo que le conozco se que básicamente es tímido, además de que le molestan las poses y los coqueteos de esas que buscan ligar por cuestiones de imagen y a las que definitivamente Javier ignora cada vez que puede. Pero quienes le conocemos desde otra perspectiva sabemos que es un chico dulce -lo de la cara de rudo es más escudo que otra cosa- y con quien puedes contar en todo momento.

 

Comenzamos nuestra amistad hace ya varios años y desde hace mucho sabe que soy lesbiana, lo cual jamás le importó. Se por él mismo que me encuentra linda, de igual forma también sabe que le considero atractivo y que más allá de eso no hay segundas intenciones, nunca tuvimos rollos a ese nivel y siempre nos llevamos bien.

 

Esa noche habíamos quedado de salir a bailar con un grupo de amigos, pero al final las cosas no se dieron como esperábamos. Dos de las chicas habían tenido una pelea terrible días atrás por causa de uno de los muchachos del grupo y el ambiente estaba bastante tenso por lo que a la hora de concretar nadie había querido reunirse. Cuando le comenté a Javier lo que había pasado me dijo que unos amigos suyos se iban a presentar en un lugar y me invitó a ir con él. Yo que no soy muy amiga de la música rock decidí aceptar, era mejor esto que el plan de quedarme en casa aburrida así que me arreglé con la coquetería de siempre y nos fuimos.

 

El lugar estaba bastante lleno cuando llegamos, estaban todos estos chicos medio raros que se pintan la boca de negro, usan cadenas y todo lo demás, admito que me sentí un poco cortada -pues no es la gente con la que ando siempre- pero estando con Javier no me preocupé mucho. Creo que él lo notó y me tomó de la mano mientras nos fuimos abriendo paso entre la gente hasta que llegamos a unos banquitos al fondo. Era la primera vez que me tomaba de la mano y no se por qué pero lo había sentido como algo muy íntimo y tierno en ese momento. Finalmente, pedimos un par de cervezas y nos dedicamos a disfrutar del espectáculo.

 

Algunas chicas se acercaban a saludarle y me miraban con cara de "quién es esta", pero como ya se imaginarán Javier no daba muchas explicaciones y se limitaba a presentarme como amiga, punto. Cuando la banda terminó de tocar nos salimos a una pequeña terraza y estuvimos hablando un rato.

 

- Veo que conoces a la mitad de las mujeres en este sitio, no?

- Mmmm, si unas cuantas, algunas son presentables (sabia que se estaba refiriendo a que con algunas podía ligar yo).

 

- No lo se, si hay chicas lindas pero no soy muy amante de irme a la cama con alguien que tenga la cara llena de piercings como aquella de allá.

 

- Pero no todas son así, algunas son muy dulces aunque no lo creas.

 

- Te has ligado con muchas?

 

- Los caballeros no tienen memoria jajajajajajaja.

 

De pronto su expresión cambió y me miró a los ojos de una forma tan intensa que me sentí turbada.

 

- Peque... si te digo algo no te molestas conmigo?

 

- No, por qué habría de molestarme? (le dije esquivando la mirada).

 

- No vayas a pensar que soy un baboso o que pretendo pasarme contigo, tú sabes que te respeto, no?

 

- Claro que lo se, habla tranquilo, no parecen cosas tuyas.

 

- Me gustó tomarte de la mano hace rato...se ha sentido bien.

 

- Ay muchacho tonto.

 

Ambos nos reímos de la broma, pero en el fondo sabía que lo habia dicho en serio y que sentir esa cercanía me habia perturbado también, anunque en mi cabeza me decía, "Qué te pasa Arianna? como que has tomado mucho", y tratando de pensar en otra cosa le dije que me fastidiaba la situación de nuestras amigas y que por su culpa no hubiesemos ido a bailar.

 

- Si quieres bailar podemos ir un rato.

 

¿Se acuerdan de esa vocecita que nos dice "cuidado" cuando estamos en área peligrosa? Yo la escuché, pero como cosa rara en mi decidí no hacerle caso; al fin de cuentas me consideraba definida en mi orientación desde hace mucho, conocía bien a Javier y sabía que más allá de ese tonteo y de que se me habían subido los colores a la cara por un segundo no podría pasar nada más.

 

Nos fuimos al antro de lo más normal, estaba más que acostumbrada a ir y a bailar con los amigos -incluyendo a Javier- pero lo nuevo del asunto estaba en esa química que había sentido hace momentos atrás y que además habiamos ido solos por primera vez. Estuvimos bailando por un buen rato en silencio (en esos lugares poco se puede hablar) Diría que de forma muy discreta Javier se me acercaba más que de costumbre, colocando sus manos sobre mi cuerpo con suavidad casi al descuido y la sensación me estaba gustando al punto de que también comencé a acercarme, a rozarle con mi cuerpo, a tocar su pecho sobre la camisa. Comenzaron a pasar imágenes por mi mente, recordaba el cuerpo semi desnudo de Javier cuando habiamos ido a la playa con los amigos, la sensación que experimentaba cuando me alzaba jugando conmigo, todo se hacía evidente en ese momento al igual que el cosquilleo de tenerle ahora tan cerca. Creo que él también estaba sintiendo lo mismo y en un intento de buen juicio me dijo que ya hora de irnos.

Nos subimos a su motocicleta y llegamos a mi casa, nuevamente sentí esa mirada intensa sobre mi, sabía que nos estabámos deseando. En ese momento no quise pensar en si habia o no estado con un chico, o sobre mi relaciòn con las mujeres, simplemente estaba frente a algo nuevo y quise dejarme llevar, así que me acerqué buscando sus labios y nos fundimos en un beso suave y tierno que me movió el piso de pies a cabeza, luego le pedí que se quedara conmigo.

 

- Estás segura?

 

- Tu no quieres?

 

- Me muero por entrar, pero quiero que estés segura porque tu...

 

- Si, lo se, pero yo quiero que entres.

 

No hizo falta decir nada más, ahora era yo la que le tomaba de la mano y lo guiaba hasta mi habitación.

 

Siempre pensé que estar con un chico podía resultar una experiencia ruda en comparación a mis encuentros con mujeres, pero Javier no podía resultar más dulce. Comenzó a besarme lentamente y con suavidad desde la comisura de los labios, la línea del mentón y el cuello, apenas acariciándome con la lengua, avanzando con pausa como quien se da su tiempo para saborear un manjar. Sus dedos subian poco a poco desde mis caderas, acariciando con suavidad la forma de mi brassier bajo la ropa, sentí como liberó el broche con cuidado y continuó recorriendo mi espaldas hasta la nuca; yo no dejaba de tocar su piel, me encantaba la firmeza de su torso, con unas ganas locas le saqué la camisa y comencé a morderle el pecho bajando hasta sus pezones planos y pequeños, Javier dio un suspiro de gusto.

 

- Me deseeas peque?

 

Le respondi sacando mi blusa y dejando mis pechos al aire, Javier los acunó entre sus manos y comenzó a acariciarles con suavidad, halaba mis pezones con cuidado, les daba toquecitos con las yemas de los dedos, los rozaba, los calentaba con su lengua succionandolos de espacio mientras yo sentía la respiración a mil y la humedad que me mojaba las pantaletas.

 

Me puse de pie, de espaldas a él y saqué mi falda lentamente buscando provocarle, enseguida me tomó por la cintura y comenzó a besar y morder mis nalgas mientras acariciaba mis muslos subiendo hasta la ingle, sentía su lengua marcando la línea entre mis nalgas mientras con esa calma que me estaba matando bajó mis pantaletas hasta las rodillas. Me dí la vuelta para empujarle y subirme sobre él pero no me dejó hacerlo, se dedicó a besar mi ombligo y mi vientre; todo mi cuerpo se erizó cuando poco a poco fue mordiendo más abajo hasta llegar a mis labios abriéndose paso entre ellos con sus lengua y probando mis flujos haciendo que me flaquearan las piernas. Sentía su lengua moverse, entrando y saliendo de mi hoyo, luego subió hasta mi pepita, la tomó con delicadeza, solo la sensación tibia de su lengua cubriéndola me hizo temblar, poco a poco la fue acariciando, cambiando el ritmo, dando suaves golpecitos, succionándola con cuidado hasta que no pude más y entre jadeos y gemidos alcancé mi primer orgasmo, juro que si él no me sostiene con firmeza desde las nalgas hubiese caido al piso.

 

Nos recostamos en la cama, cuando se sacó los pantalones sentí un poquito de miedo porque se le marcaba una erección tremenda. Yo habia usado antes consoladores pero esto era real. Se acomodó frente a mi y retomamos las caricias y besos, nuestras lenguas parecían bailar tocándose una a la otra, entonces subió mi muslo sobre el suyo y comenzó a mecerse lentamente, sentía la firmeza de su guevo y la tela rozándome los labios de la cuquita, casí me hace llegar de nuevo.

 

- Ya lo quieres?

 

Por respuesta le bajé los calzones y enseguida sentí la punta firme de su guevo contra mis labios, Javier me empujó sobre la espalda quedando así sobre mi y dejando que su mástil se hundiera poco a poco dentro de mi hoyito, sentí la presión de tener aquello adentro tan grueso, tan firme, tan tibio. Por unos momentos ninguno de los dos se movía, solo continuabamos besándomos con intensidad, era como si él esperara a que me acostumbrara a sentirle dentro, luego comenzó a moverse poco a poco, yo le abrazaba con mis piernas enroscadas en la cintura, acoplándome al movimiento, halándole de los cabellos cada vez más y más excitada, trataba de respirar profundamente, de relajar los espasmos en la cuquita cada vez que se empujaba dentro de mi aumentando de a poco el ritmo, hasta que ya no pude más. Inalé todo el aire que pude y me dejé ir en un grito aferrándome a su cuerpo y liberando toda aquella energía que me hizo estremecer hasta el nombre. Javier siguió bombeando con fuerza hasta que me sentí invadida por eso tibio y delicioso que me indicaba que lo había gozado tanto como yo.

 

No se si en este punto he podido recrear con palabras todo el deseo, el morbo y la excitación que me produjo haber estado con Javier esa noche, no digo que en mis otras experiencias no haya gozado y mucho, pero este ha sido un encuentro que califico entre los memorables, tanto así que he de confesar la tremenda humedad que tengo justo ahora mientras escribo esta líneas, solo de recordar todas las sensaciones de placer que me produjo esa noche.

 

A la mañana siguiente me desperté más relajada que nunca, Javier me pidió la ducha y yo me fui a la cocina a preparar café, no sin antes mirar de nuevo su hermoso cuerpo desnudo y timbrarme* solo de revivir el placer que habíamos compartido hace momentos. No hablamos mucho sobre lo que pasó, ambos sabíamos que se dio por mutuo acuerdo y gusto, que lo habíamos disfrutado y que la amistad sigue. Básicamente no considero que mi orientación como tal cambiara, una cosa es un encuentro con alguien y otra distinta que me considere ahora aficionada a los hombres, de hecho, sigo saliendo con chicas como siempre, solo se que me gustó lo que vivimos y que no me arrepiento de la experiencia ¿Pasará de nuevo? No lo se, no es algo que esté buscando, con Javier las cosas han vuelto a tomar su tono regular y me siento bien con eso, que el tiempo decida lo que tenga que ocurrir.