miprimita.com

Rompiendo fronteras III

en Erotismo y Amor

Ya había pasado más de una semana desde que llegó a la provincia y las cosas seguían de acuerdo al plan. Poco a poco, había estado investigando cosas dentro de la agencia y tenía ya algunos nombres seleccionados para seguir ahondando, entre ellos el de Albert Railey quien de acuerdo a sus cuentas tenía más de una entrada de dinero adicional sobre su propio sueldo. Como si fuera poco, parecía tener adicción al juego y además llevaba dos hogares diferentes, uno con su esposa y sus tres hijas y un segundo hogar con una mujer más joven con quien tenía un hijo menor, demasiados gastos y mucho manejo de dinero. Si bien esto no significaba nada definitivo, por lo menos había un factor clave, Railey conocía de cerca la ambición y la falta de escrúpulos.

Había tenido la oportunidad de reunirse con el gobernador, y si su sexto sentido desarrollado por años de investigación no le fallaba podía decir que el tipo en realidad estaba limpio, por lo menos en lo relacionado con el Pez. Sin embargo, llamaba la atención la confianza que tenía con Albert Railey el jefe de prevención del delito, mientras más lo pensaba más le parecía que el hombre podía resultar la pieza clave que estaba buscando.

Mientras tanto, Melannie no se había reportado mucho, y era lo mejor pues a este nivel era bastante peligroso levantar sospechas, tanto para ella como para su propia seguridad, los capos no eran gente sencilla y muy poco tenía que ver el hecho de pertenecer a la policía o al gobierno, igualmente podían asesinarlo si les daba que hacer.

El por su parte, había comenzado a buscar un departamento para rentar, estaba cómodo en su suite del hotel pero necesitaba un poco más de espacio. Además, todo indicaba que las cosas no se resolverían en pocos días así que era mejor buscar un lugar más cómodo para instalarse, sobre todo en donde pudiera tener compañía con más tranquilidad, había estado dando vueltas con Stefannie una de las secretarias de la agencia y por varias noches se quedó en su departamento. No tenía una belleza espectacular pero tampoco era fea, además era bastante caliente y hasta ahora se había mostrado más que dispuesta a practicar todo tipo de "cositas" con el, algo que le encantaba.

Esa tarde, luego de revisar varios condominios llegó hasta el centro comercial para comer algo, no más al llegar se recordó de Anaís ¿Estaría trabajando hoy? Le alegró comprobar que ahí estaba, tan bella y fresca como la primera vez que la vió. En esta ocasión vestía con ropa oscura pero bordada con colores vistosos y adornaba su cabello con un broche de flores blancas y amarillas, Christopher la encontraba parecida a las muñecas que vendía, sin pensarlo mucho fue hasta ella.

- Hola Anaís ¿Cómo van las ventas?

- Hola señor Sambers, todo va bien por aquí gracias.

- Vaya, veo que te acuerdas de mi nombre, no creo que sea porque te regalé una flor el otro día, porque los chicos de la ciudad deben adornar de flores el camino por donde pasas, y si no lo hacen están ciegos.

Anaís no respondió pero sus mejillas tomaron ese color que la hacía lucir tan hermosa, justo en ese instante llegó una chica más joven y la saludó con premura.

- Que pena Anaís, se me hizo tarde en la escuela hoy casi no llego a trabajar.

-No te preocupes todo está bien.

La chica más joven tomó una bolsa y salió a cambiarse.

- Veo que tienes ayudante hoy ¿Tendrás tiempo entonces para tomarte un café?

- No lo creo, tengo cosas que hacer.

- Pero solo será un café, no creo que no tengas un ratito libre por lo menos. Además ¿Cómo vas a conocerme si no me das una oportunidad?

- No puedo, lo siento.

- Está bien Anaís, no quiero que pienses que soy un pesado ¿Sabes? Estoy por alquilar un departamento para mi, la empresa con la que trabajo me dejará aquí un tiempo y no me gusta estar en un hotel, cuando esté instalado vendré a comprarte varias muñequitas de esas -dijo señalando las figuras de cerámica de un estante- será una manera de recordarte, seguramente el que las hace piensa mucho en ti para que le queden tan hermosas.

En ese momento llegó la otra chica y Christopher pensó que era mejor retirarse, cuando había dado algunos pasos escuchó la voz de Anaís.

- Puede ser mañana, si quiere.

- Está bien Anais estaré aquí mañana a esta misma hora, gracias por iluminarme el día con tan dichosa noticia señorita - y luego de una reverencia se alejó contento mientras escuchaba las risitas nerviosas de ambas chicas-.

Anaís no se parecía a las otras mujeres con quienes estaba acostumbrado a andar, o por lo menos no sentía deseos de tratarla igual, su mirada cristalina lo hacía sentirse menguado, aún el mismo con todas sus aventuras no se sentía capaz de hacerle daño, había pensado en no verla de nuevo pero ¿Qué tiene de malo un café? solamente quería conocerla un poco y llenarse de esa alegría y vitalidad que sentía cuando estaba cerca de ella. Una llamada lo sacaría de sus pensamientos, Melannie necesitaba comunicarse con el enseguida. Bajó por el ascensor y se marchó de inmediato.

Estacionó su auto a varias cuadras del lugar a donde lo habían citado, era una dirección residencial en un edificio cercano, al tocar la puerta le abrió una chica morena de muy buen ver. Melannie le explicó que se trataba de una amiga suya. "El no sospecha si vengo a visitar a una amiga, así que me pareció buena idea pedirte que vinieras aquí".

La chica se retiró de la sala mientras ellos conversaban, el cargamento llegaría en un mes y era necesario movilizarlo rápidamente con una buena distracción, así que el Pez estaba pensando en realizar el atentado durante una fiesta local que se haría en la plaza central de la ciudad, el gobernador estaría presente en los festejos y esa sería una estupenda oportunidad.

- ¿Y cómo saben que el gobernador va a estar ahí?

- Uno de sus hombres de confianza confirmó que así sería, un tal Albert Railey.

- Railey, ese es el tipo que he estado investigando, está metido hasta el cuello en malos tratos así que es el indicado para ayudarnos.

- ¿Cómo vas a hacer?

- Sencillo, voy a tener una reunión privada con el y le voy a presentar la información que tengo, pero me haría bien tener pruebas de que se está reuniendo con tu hombre. Siendo así, le daré dos opciones, o nos colabora o quedará detenido por complicidad por parte de mi gobierno.

- No entiendo ¿Y qué esperas que haga ese tal Railey?

- El atentado se va a llevar a cabo, pero el tiene que detener al capo, será una acción conjunta con la colaboración oficial de nuestra agencia. Por otra parte, en cuanto al jefe de la guerrilla te puedo asegurar que el Pez pagará en efectivo para no llamar la atención, así que nosotros nos hacemos cargo de que el jefe no llegue al dinero y luego negociamos el botín.

- Pero Railey querrá su parte.

- Y la tendrá, no solo quedará muy bien habiendo atrapado al Pez que será extraditado a nuestro país, sino que además el puede reportar un poco menos de la marcancía recuperada, ellos saben como hacerlo y de eso le dejará una sustanciosa ganancia.

- ¿Y cómo vamos a llegar al dinero antes que la guerrilla?

- No te preocupes, ya te enterarás de eso, solo necesito que me entregues algo, una prueba innegable de los tratos de Raliley con el Pez, y si hay cambios avísame enseguida. Melannie, si todo sale bien vas a quedar libre de este tipo y con excelentes resultados económicos, espero que sepas premiar al héroe que ha venido a tu rescate.

- mmmmmmm ¿Heróe? jajajajajajajaja no me digas.

- Bueno, hace siglos que no se lleva armadura, pero creeme que si hay que tener una coraza para moverse con cuidado en esto. Además creo que lo merezco por aguantarme teniéndote tan cerca...tan hermosa y sin intentar nada -le dijo acercándose un poco hasta su oído-.

- ¿Me deseas? mmmmm ¿Es por eso que no dejas de mirarme?

Melannie se acercó y comenzó a besar sus labios apasionadamente, Christopher sintió como su sexo crecía mientras saboreaba la lengua de Melannie y tocaba su cuerpo a través del vestido. Poco a poco iba palpando por encima de la ropa, en la redondez de sus pechos notando que no llevaba brassier, enseguida pudo ubicar sus pezones endurecidos como dos botones calientes bajo la tela, los tomó con firmeza haciéndola gemir.

- Es de mala educación comer solitos sin invitar.

Christopher se volteó y ahí estaba Laura la amiga de Melanie mirándolos con morbosidad, sus pezones se hallaban endurecidos también quizás al mirar como había estado halando suavemente los de su compañera.

Se sentó detrás de Christopher y comenzó a besar su cuello mientras le restregaba sus senos por la espalda y con sus manos comenzaba a sacar la camisa para desvestirlo, el aún no podía creer lo que estaba pasando. Ambas chicas estaban manoseando su cuerpo mientras el trataba de tocarlas al tiempo.

Melannie se sentó sobre sus piernas y comenzó a besar a Laura, era todo un espectáculo verlas tocarse tan de cerca, el les abrió paso para mirarlas mejor y ambas chicas comenzaron a acariciarse mientras se quitaban lentamente la ropa quedándose solamente con sus pequeñas tangas, besaban sus labios, se frotaban los pechos una contra la otra.

Christopher sentía que su miembro estaba a reventar, se había sacado los pantalones y estaba masturbándonse mientras las miraba. En ese instante ambas se acercaron, Melannie fue hasta el y comenzó a mamarlo mientras Laura acercó sus pezones hasta su boca, el los devoraba con locura metiendo los dedos entre su braguita para penetrarla con ellos. Luego cambiaron de postura y ahora estaba disfrutando a Melannie mientras su amiga se comía su pene.

- mmmm que rica la tiene Mel -le decía Laura-.

Melannie bajó entonces, se colocó casi debajo de él y comenzó a mamar su nalgas abriéndose paso hasta su ano mientras Laura no soltaba su miembro de entre sus labios, estuvo a punto de correrse entre sus lenguas.

Entonces Christopher se acostó en el sofá, Melannie se acomodó poniendo su concha sobre su labios, el comenzó a succionarla y a penetrarla con su lengua; mientras Laura se sentó sobre su pene, así estuvieron por unos minutos para luego cambiarse, ahora Laura estaba de rodillas frente a su cara mientras Melannie se sentaba sobre el. La sensación era única, podía sentir como la chica se estremecía mientras el exploraba su ano y su conchita, estaba realmente excitada, y Melannie seguía moviéndose sobre el cada vez con más fuerza.

Los gemidos de Laura le indicaban que estaba a punto de llegar, con cuidado abrió su ano con un dedo y lo introdujo sin dejar se chuparla hasta que la sintió correrse. Luego, ella se colocaría detrás de Melannie para acariciar sus senos mientras seguía sobre el, era una imagen tan erótica que no tardó en correrse seguido por Melannie.

Los tres terminaron agotados, luego de un rato se metieron a la ducha. Nuevamente comenzaron a acariciarse entre si para terminar esta vez dentro de Laura quien a su vez estaba de rodillas succionando la conchita de Melannie hasta hacerla llegar.

Fue una noche sensacional, Christopher había ido solo por información y había disfrutado de la mejor experiencia que había tenido desde que llegó al país. La noche avanzaba rápidamente, era casi de madrugada cuando volvió a su hotel para dormirse profundamente.