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Mordiendo la almohada II.

en Amor filial

Todavía recuerdo ese primer encuentro con Adrián, tocar su pene, sentir sus labios en mi sexo fue sin duda la experiencia más deliciosa que jamás había vivido. Aun estábamos en la cama uno al lado del otro mirando al techo y conversando sobre lo que había pasado, podía mirar en su cuerpo desnudo el juego de sombras creadas por la tenue luz de la lámpara encendida.

Un sin fin de sensaciones pasaban por mi cabeza, sentía deseos de saltarle encima y pedirle que me tomara por completo, esa incredulidad al pensar que yo estaba ahí con mi primo al que había deseado tantas veces, desnudos y luego de un encuentro tan íntimo, además de un poco de verguenza por todo lo que había pasado. Adrián besó mi frente y se levantó para vestirse y en pocos minutos regresó a su habitación mientras yo dormí como nunca.

Los días que siguieron fueron de lo más normales, Adrián me trataba como siempre, como si nada hubiese ocurrido. Yo por mi parte, aunque estaba full de cosas  con los preparativos de la fiesta tenía muchas dudas en mi cabeza, a veces me preguntaba si en realidad lo había vivido o solo lo soñé, si Adrián había hablado en serio cuando dijo que me buscaría de nuevo o si se había arrepentido y simplemente dejaría las cosas así. Ciertamente, yo no solo era su prima sino que además el era 7 años mayor que yo, seguramente en la Universidad habrían chicas mucho más maduras e interesantes con las que podía hacer otras cosas más divertidas que enseñar a su primita en la cama. En más de una oportunidad quise tomar esa llave como señal de que quería estar de nuevo con el, pero siempre me arrepentía de hacerlo ¿Y si él no quiere? ¿Y si cree que soy una desesperada? Eran demasiadas cosas, pero mientras más tiempo pasaba más crecían mis inquietudes.

Recuerdo que una tarde llegué del colegio y sentí voces en el corredor, Adrián y una chica estaban en su habitación con un montón de libros y cuadernos en una mesita, hablaban animadamente a la vez que tomaban notas de un libro ¿Sería solo una compañera de la Universidad? El nunca antes había traído a una chica a casa, el único que venía a estudiar con el era Jorge, un gordito muy risueño con el que hacía trabajos de vez en cuando, pero a esta chica nunca la había visto ¿Sería su novia? La sola idea de pensarlo o de imaginar que pudiesen hacer "algo más que estudiar" en esa habitación hizo que me provocara matarlos a ambos y creo que mi cara dejó poco a la imaginación cuando pasé soltando un simple "Buenas" como saludo, me costaba disimular los celos.

Enseguida me encerré en mi cuarto, trataba de escucharlo todo pero simplemente los oía hablar y reirse como si nada, encendí la televisión para distraerme un rato pero en realidad estaba como una fiera encerrada ¿Qué podía decirle yo a él? Era simplemente su prima y nada más, Adrián podía tener las novias que quisiera, él jamás me había hablado de amor. En esos pensamientos estaba cuando escuché que llamaron a mi puerta.

- Isa ven a merendar con nosotros, Ximena trajo dulces.

- Gracias Adrián pero no quiero, llegué del cole con dolor de cabeza y me siento mal.

- ¿Quieres que te de una pastilla o algo así?

_ (Quiero que tu y Ximenita se vayan al infierno) me provocó responder. "No gracias, ya tomé algo, voy a dormir un poco".

- Ok, si necesitas algo me avisas.

Estuve en mi cuarto hasta que escuché llegar a mi mamá, al rato salí a casa de Mónica mi amiga con la excusa de ir a buscar un libro y me quedé conversando un rato con ella sobre tonterías. Luego nos fuimos a la plaza a tomar un refresco y a conversar con las amiguitas de la cuadra. De lejos pude ver a Adrián subiendo hasta la cancha donde se ejercitaba con sus amigos, como siempre las chicas se dedicaron a comentar lo bueno que está, yo porsupuesto no dije nada ni de lo que habíamos hecho ni de lo celosa que me sentía esa tarde.

Al rato, mamá me llamó para la prueba del vestido, había estado tan pendiente de mis tonterías con respecto a Adrián que lo había olvidado por completo; mi vestido de 15 años llegaba hoy y mi tía (quien lo estaba haciendo) quería probarlo una vez más para ver si había algo que ajustarle, salí a toda prisa súper emocionada.

El vestido era precioso, muy largo de un color rosa vibrante espectacular, discretamente ceñido al cuerpo, mi tía le había dejado un hermoso escote en la espalda bastante bajo pese a que mami protestó un poquito pero ambas dijeron que había quedado precioso.  Yo estaba emocionadísima viendo como me quedaba cuando sentí la voz de Adrián desde la puerta.

- Wow pero que sorpresa! ya veo que se mudó una princesa a la casa, el día de la fiesta voy a tener trabajo espantando pretendientes.

- Sale para allá Adrián, el vestido es para que me lo vean en la fiesta no aquí - le dije en tono algo mal humorado mientras mamá y tía se reían y bromeaban-

Esa noche no podía dormir, estaba leyendo un libro cuando de pronto -ya algo tarde- sentí un ruido, pude ver la llavecita de Adrián rodando bajo la puerta. Me levanté enseguida y abrí la puerta.

- ¿Puedo pasar?

- Hasta donde se -le dije mientras regresaba a mi cama- la idea era que dejaras la llave en mi cajón no que la lanzaras bajo la puerta.

- ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás molesta conmigo?

- ¿Yo? para nada.

- Claro que lo estás Isabel, si las miradas mataran habría caído achicharrado esta tarde cuando llegaste de la escuela, y luego cuando te dije lo del vestido casi me corres de la habitación ¿Fue por Ximena?

- Yo no acostumbro meterme en la vida de nadie Adrián, además tu eres libre de hacer lo que te pegue la regalada gana. Ahora, te agradezco que te vayas a dormir no vaya a ser que mis papás noten que estás aquí a estas horas -y me levanté para abrirle la puerta-

- La otra noche no te preocupó que nos escucharán.

Adrián estaba de pie a menos de un centímetro de mi, sentía su voz susurrandome al oído, el calor de su cuerpo tan cerca y su olor de hombre hacían que me estremeciera de pies a cabeza.

- Isabel, Ximena solo es una compañera de la Universidad. Además, entiende una cosa, aunque lo que esta pasando entre nosotros es algo muy especial tampoco es fácil. Tu sigues siendo mi prima y hay muchas cosas que tomar en cuenta. No creas que ha sido sencillo para mi tratar de disimular lo que me pasa contigo, evitar mirarte, tocarte; hoy te veías tan linda con tu vestido, eres toda una mujer, sentí ganas de...

- ¿Y por qué no me habías buscado más entonces? creí que te daba igual - le dije casi llorando mientras temblaba de deseo al sentir sus dedos rozando mi cara y mi cuello mientras me estaba hablando-

- Entiende Isabel, yo se que las cosas que pasaron no debieron ocurrir, yo no quería que te sintieras presionada, tu no estás en obligación de nada conmigo. No sabes cuánto te deseo.

Adrián me besó en ese mismo instante, al principio con ternura solo encerrando mis labios entre los suyos, luego acariciándolos con su lengua buscando también la mía. Sentía sus manos recorriendo mi cuerpo apretándome más contra el mientras su lengua se hundía dentro de mi boca, podía notar como su sexo endurecido se frotaba lentamente contra mi vientre mientras oleadas de flujo llenaban mi conchita.

Lentamente, Adrián me fue empujando hasta la cama donde nos desvestimos entre besos y caricias. Sus manos no dejaban un centímetro de piel sin recorrer, su lengua me hacía temblar cuando acariciaba mi cuello, mis hombros; mis pezones se derretían en sus labios haciéndome delirar de placer.

Yo no dejaba de besarlo, de tocar su cuerpo como no lo había hecho antes; no dejé nada sin explorar, estaba dispuesta a darle todo en ese momento. Poco a poco, los dedos de Adrián se abrieron paso entre mis piernas como si quisiera memorizar cada pliegue de mi sexo húmedo, me estaba masturbando de una forma increíble y deliciosa.

Adrián tomó mi pierna y la subió sobre sus muslos dejándome más abierta. Ahora mientras seguía con sus dedos en mi conchita su otra mano comenzó a recorrer el borde de mis nalgas, al principio era solo una caricia infinitamente deliciosa, luego poco a poco sus dedos fueron más hacia adentro hasta que pude sentir como estaba tocando la entrada de mi ano.

Me hubiese encantado estar en una isla desierta para gritar a todo pulmón, pues creo que los gemidos no hubiesen sido suficientes para expresar todo el placer que me estaba haciendo sentir. De pronto me sentí nerviosa, cuando Adrián comenzó a empujar su dedo mojado en mis propios flujos hacia dentro de mi ano.

- No te asustes, solo será un poquito nada más.

Como respuesta solo me relajé y continué acariciándolo dejándome hacer, no se cuánto tiempo más estuvimos así, quizás segundos, minutos o más, solo se que mi cuerpo se sacudió con violencia muchas veces hasta alcanzar un orgasmo maravilloso.

Adrián estaba empalmadísimo, comencé a masturbarlo poco a poco pero esa noche me sentía tan morbosa que quise ir más allá. Así que bajé lamiendo su vientre hasta su pene, no sabía bien que hacer salvo alguna que otra cosa que había visto o escuchado de mis amigas pero trataría de que fuera grandioso. Simplemente, comencé a lamer su pene lentamente pegando mi lengua desde abajo hasta arriba como quien se come una paleta de helado, Adrián se aferraba a las almohadas y suspiraba de gusto lo que me decía que iba bien.

- Isa no aguanto más comételo bebe.

Enseguida, atrapé la cabeza grande y brillante de su pene entre mis labios, sentí el sabor extraño de ese flujo que lo tenía tan mojado, era raro pero no desagradable, comencé a mamarlo, succionando como si sorbiera por una pajilla pero esta obviamente era mucho más grande. Adrián, con su voz agitada me susurraba lo que debía hacer.

- Dejalo entrar un poco Isa, todo lo que puedas... así, así, ohhhhh que ricooooo. Mueve tu mano, acarícialo en la base, bien, bien sigue ahhhhhhh.

Sentía un morbo increíble, en ese instante Adrián era simplemente mío, mirarlo retorcerse de placer era algo genial, el sabor y la textura de su sexo eran algo único que jamás había experimentando.

- Isa sácalo de tu boca, ahora bebe!!!

De inmediato comenzaron a brotar chorritos de su leche, yo no dejaba de masturbarlo como lo hice la primera vez, me salpicó la cara y los senos, estaba encantada. Luego subí y me recosté sobre su pecho, nos fundimos en un beso largo y apasionado.

- Esta fue la primera vez que haces algo así ¿Cierto?

- Si Adrián, me encantó el sabor de tu verga.

- Creeme, fue lo más excitante que me ha pasado, no sabes que morbo sentí enseñandote como hacerlo y lo hiciste genial. Mmmmmmm además ese culito que tienes... un día me lo vas a dar ¿Te gustó?

- Fue genial, no sabía que se sentía tan rico si te tocan por ahí. Cuando quieras te doy eso y más, yo quiero dartelo todo Adrián.

- Ya llegará el momento Isa, por ahora quiero que sepas que la he pasado genial contigo, prométeme que no te vas a enojar otra vez por tonterías.

- Prométeme tu que me serás fiel.

- Jajajajajajajajaja Mira muchachita, no apresures tanto las cosas, acuérdate que fuera de esta habitación tu y yo seguimos siendo primos y si alguien más lo sabe estaremos en problemas serios. Por ahora solo puedo decirte que nadie me vuelve tan loco de ganas como tu y que no tengo interés en pensar en otra persona o estar con nadie más. Ah, por cierto, se que tu cumpleaños será la semana que viene pero quiero que tengas algo para que veas que si te pienso y más de lo que tu crees.

Buscó entre la ropa tirada en el piso y sacó una cajita pequeña, dentro había una cadenita de oro finita como las que me encantan y el dije era una llavecita. Lo abracé muy emocionada, sabía que Adrián me quería, que lo nuestro era practicamente imposible pero que aquello no era solo una idea de mi imaginación, estaba pasando y era hermoso.

Ya faltaba muy poco para celebrar mis 15, esperaba ese día con mucha ilusión, ya para entonces vendrían nuevas sorpresas.