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Rompiendo fronteras V

en Erotismo y Amor

Una nueva mañana sorprendió a Christopher con pesadez, le esperaba un largo día de trabajo.

El estúpido pago, hasta ahora no había logrado obtener datos exactos sobre el asunto y eso era algo que no le gustaba para nada. Habría la posibilidad de sacar ganancias con la mercancía incautada del Pez pero esto implicaba otros incómodos detalles, no era tan sencillo como movilizar dinero. Estaba seguro de que el capo y la guerrilla harían la transacción en efectivo de acuerdo a las informaciones que le había estado suministrando Melannie pero ¿Cuándo? ¿Dónde? la información no estaba clara y había poco tiempo.

Se dedicó a trabajar en la agencia el resto de día, se sentía inquieto ante la presión por el tiempo. Era esa típica emoción que siempre le invadía antes de concretar una jugada importante. De pronto, sintió unos suaves golpes a la puerta.

- ¿Interrumpo? -era Stephanie la secretaria de la agencia con quien había estado tonteando desde hace tiempo-.

- No, pasa

- Has estado medio distraído últimamente ¿Puedo saber por qué? -Sintió que lo abrazaba desde atrás buscando su cuello-.

- Stef por favor, no es el lugar lo sabes.

- Lo se pero como hace rato no me visitas ¿Será que ya te aburriste de mi?

Stephanie le hablaba mientras deslizaba su mano hasta su sexo rozándolo sobre el pantalón, la tibia sensación de tenerla cerca y el temor a ser descubiertos lo hizo endurecer.

- Hey, hey, es en serio nena, no me hagas" levantar el circo aquí". Mira he estado bastante ocupado y lo sabes, prometo compensarte esta noche.

- ¿Por qué no vamos al centro comercial y cenamos algo ahí?

-Mmmmmm no creo que pueda salirme temprano hoy querida, pero espérame esta noche, llevaré algo de comida china para cenar y nos divertimos un ratito ¿Vale?

- Está bien, te estaré esperando, Stephanie salió lanzándole un beso.

El centro comercial, había evadido la invitación para llevar a Stephanie a ese lugar ¿La razón? No tenía sentido negarlo, allí estaba Anaís y no le gustaba la idea de que lo viera con otra chica. Habían pasado un par de días desde que estuvo con ella en el café y pese a todas las cosas que tenía ahora en su cabeza debió realizar un esfuerzo para no buscarla. ¿Qué me pasa contigo Anaís? Se preguntó, era mejor dejarla en donde estaba.

Las horas pasaron de prisa, tal y como lo planificó antes compró la cena y se fue a casa de Stephanie que lo esperaba con un vestido casi transparente, sus pechos enormes lo saludaban a través de la tela, sintió deseos de devorarlos en ese mismo instante.

Stephanie era una mujer apasionada, se dejó empujar sobre la cama mientras ella le ofrecía su cuerpo casi desnudo lanzándose sobre el para morder sus orejas y su cuello a la vez que con su mano recorría su sexo endurecido. Christopher exploraba sus nalgas con los dedos y de vez en cuando mordía suavemente sus pezones haciéndola gemir entre dolor y placer.

- Mmmmmmmmmm, dime Stef ¿Me dejarás probar tu culito hoy?

- ¿Qué? estás loco, eso duele mucho.

- ¿Y tu cómo sabes que va a dolerte? -le dijo entre risas-

- Porque ya lo han intentado tontín.

- Ah pero, no lo has probado conmigo. Apuesto lo que quieras a que lo vas a disfrutar, anda déjate querer.

Y juntando la acción con la frase aferró sus labios a los pezones, sabía que eso la excitaba. Bajó saboreando su cuerpo hasta su conchita rasurada que comenzó a lamer delicadamente desde arriba hasta tocar tímidamente los labios exteriores con su lengua haciéndola temblar en cada nueva exploración. Poco a poco, se fue abriendo paso entre sus pliegues, acariciando generosamente cada centímetro de su humedad, hundiendo su lengua con firmeza en la entrada de su sexo, los gemidos de Stephanie le indicaban que el juego de su lengua la estaba volviendo loca.

Siguió bajando con su lengua hasta llegar lentamente a su ano, primero para acariciarlo, luego para darle un poco de succión hasta que la sintió relajada, subió de nuevo para continuar chupando su concha mientras comenzó a insertar su dedo dentro de su ano.

- Ay, ay cuidado.

- Ya, no pasa nada, no te pongas nerviosa ¿No lo estás disfrutando?

- Mmmmmmmmm mucho pero ve con calma.

Su dedo siguió poco a poco en su exploración. Luego incorporándose ambos de rodillas, se situó detrás de ella y colocándola apoyada sobre sus manos se dedicó a acariciar su ano mientras le ponía suficiente lubricante, luego intentó penetrarla con su pene. Hubo que parar varias veces, Stephanie se quejaba y le costó recibirlo pero al final fue cediendo hasta que pudo entrar completamente.

Justo en ese instante, cuando cerró los ojos Anaís llegó a su mente, era como si por un momento estuviese con ella. Fue tan real que, sin abrir los ojos levantó el cuerpo femenino hasta y lo atrajo hasta el, acariciando sus pechos con una mano y su conchita con la otra, con infinita ternura y pasión.

- Me gustas tanto niña hermosa ¿Qué me has hecho que no puedo sacarte de mi mente? Te necesito tanto muñequita, quédate conmigo -le susurraba al oído-

Siguió besando su cuello, sus cabellos, penetrándola con suavidad hasta que se sintió correrse dentro de ella y con ella. Con cuidado salió de entre su cuerpo y la depositó entre pequeños besos sobre la cama, fue entonces cuando abrió los ojos y se encontró con la mirada algo aturdida de Stephanie.

- ¿Y a ti qué te pasa hoy?

Rogó por que no se le hubiese escapado el nombre de Anaís. - ¿Por qué lo dices nena?

- Es que nunca me habías dicho esas cosas...tan tiernas.

- Bueno, me estabas regalando algo muy especial ¿Acaso no te gustó? - le dijo recuperando nuevamente su seguridad-.

- Pues creo que me costará ir al baño por una semana pero estuvo muy bien, lo admito.

- jajajajajajajajaja Stef tienes cada cosa.

- Te quedas hoy aquí ¿O no?

- Mmmmmmmm me encantaría pero tengo varias cosas urgentes que atender, una llamada importante de mis jefes y será mejor que resuelva temprano.

- Ay ya vez, tanta ternura se me hacía raro.

- No digas eso, caray les muestras tu lado vulnerable y se ponen peligrosas -le dijo en tono de broma-.

Un rato después, estaba acostado en su habitación pero no podía dormir. Anaís, hoy estuvo a punto de soltar su nombre con Stephanie, sentía que cada día que pasaba la necesidad por verla era más y más urgente, se había prometido no buscarla, estaba intentándolo pero... "solo una vez más" se dijo, será solo verla, hablarle ¿Era en realidad tan malo buscar un rato de paz en esa mirada cristalina que sacaba lo más dulce de el? Ternura, Stephanie lo había dicho hoy, solo que no  había sido para ella sino para Anaís ¿Qué tiene de malo tan solo verla una vez más? Y en medio de esos pensamientos lo venció el sueño.