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Entre el deseo y la ilusión I

en Hetero: General

Estaba sentada a la orilla del amplio mesón, todo el taller estaba lleno de cosas, trozos de madera, bocetos de pinturas a medio terminar, varas de metal que se alzaban hasta lo alto del techo de paja y se mezclaban con la vegetación que entraba desde afuera, pinturas, caballetes, arcillas, herramientas. John estaba a mi lado en absoluto silencio puliendo una pequeña figura de madera, era como si no supiera de mi presencia.

- Es una figura de mujer, cierto?

- Si, lo es.

- Si las figuritas sintieran, debe ser rico que te toquen de esa forma.

- Jajajajajajaja siempre estás inventando cosas, de dónde sacas esas ideas, eh?

- Se que piensas que te lo digo en broma y que me gusta mortificarte, pero en el fondo sabes que es en serio, y que si quisieras entre nosotros pasaría de todo.

De pronto John se quitó los anteojos dando un largo suspiro mientras miraba hacia el techo, pensé que de nuevo me dedicaría el mismo sermón que me daba caba vez que le hablaba del asunto, pero para mi sorpresa no fue así. Súbitamente se paró frente a mi, colocándo sus manos justo a los lados de mis muslos, me miró directamente a los ojos con una intensidad que me hizo callar enseguida, estaba a centímetros de mi, pude sentir su respiración cuando apenas me susurró unas palabras.

- Tienes idea de lo mucho que me ha costado contenerme cada vez que te me acercas? Crees que soy de piedra?

Enseguida rozó sus labios contra los míos, era un beso dulce, tan suave como una caricia, yo le respondí casi con ansiedad, como si aquella sed loca dentro de mi cuerpo solo pudiese ser calmada con aquellos labios esperados tan largamente. Con la misma dulzura siguió besando mi mandíbula hasta la oreja, bajando suavemente por mi cuello. Todos mis sentidos se agudizaban al máximo, podía sentir claramente el calor de su cuerpo tan cerca del mio, los vellos de su cara arañando mi piel, sus manos gruesas tocándome con tanta suavidad, como si temiera romperme, subiendo por mis brazos hasta mis hombros y deslizando con lentitud los tirantes de mi vestido que cayó hasta mi cintura, sus dedos recorrieron mi torso y mi espalda, dibujando con cuidado la redondez de mis pechos desnudos, haciendo que mi cuerpo se tensara con placer; la tarde era calurosa pero en ese instante yo estaba temblando.

Al principio estaba prácticamente inmóvil, tenía miedo de hacer algo, de que se arrepintiera y me dejara alegando a la cordura y la madurez que siempre me recordaba, pero el deseo me iba turbando cada vez más los sentidos, busqué su camisa y la desabroché torpemente, recorría su piel, besaba y mordía su torso; los gemidos se me escapaban cada vez con más placer, de tocarlo y de sentir sus caricias. De pronto me tomó firmemente por las nalgas y me alzó, pude entenderle sin una palabra y me aferré a su cuello enroscando mis piernas en sus caderas, el contacto de mis pezones contra la piel de su pecho me hizo arquear la espalda de gusto y morderle de nuevo en el cuello mientras me sentía llevada hasta su cuarto.

Me acostó sobre la cama amplia y comenzó a besar mis senos mientras terminaba de sacarme el vestido junto con la braga, fue bajando por mi torso besando y mordiendome toda, provocándome otro grito ronco de placer cuando sus labios besaron la linea entre mi vientre y mi pubis. Se puso de rodillas frente a mi y abrió sus pantalones bajándolos hasta las rodillas, su verga saltó enseguida rígída y venosa apuntándome de frente, nuevamente me tomó con firmeza desde las nalgas y me levantó hacia él hundiéndose dentro de mi con desesperación, comenzamos a mecernos uno contra el otro, era un frenesí infinito y delicioso, no podía parar de gemir, de gritar y de temblar mientras le arañaba las nalgas pidiéndole más, aquel orgasmo iba sacudiendo mi cuerpo con locura, me sentía innundada por la sensación tibia de su semen impregnándome por dentro.

Se recostó sobre mi y me besó largamente, el peso de su cuerpo, el calor de su piel, su verga palpitando sobre mi vientre me hacía erizar de nuevo, yo no paraba de besarlo con mis piernas enrolladas sobre sus nalgas, me lo queria comer, fundirlo sobre mi. Me pidió que me pusiera boca abajo sobre la cama y me dedicó largas caricias por todo el cuerpo, desde el cuello hasta la planta de los pies, me iba llenado de besos. Bajó hasta mis nalgas, las besaba, las mordía con suavidad, me tomó por los muslos para levantarme, nuevamente pude entenderle sin una palabra y me apoyé abierta sobre las rodillas dándole todo el acceso posible, nunca me habían mamado el ano y la sensación era tan morbosa como placentera, la excitación nuevamente fue nublando mi consiencia, lo sentí bajar hasta mi cuquita y comérsela también, luego abrió mis nalgas con las manos y puso su pene entre ellas, se lo estaba frotando contra mis nalgas abiertas, yo seguía con la cara apoyada sobre la cama, arrugando las sábanas con las manos, con el culo levantado, sentía mi cuquita goteando, chorreándome los muslos, nunca me había mojado tanto aunque también había mucho de su semen saliendo, enseguida volvío a embestirme con suavidad llenándome la cuca otra vez mientras yo ahogaba los gritos contra el colchón sintiendo las contracciones de mi orgasmo por todo el cuerpo.

Se recostó sobre la cama dando un largo suspiro, de inmediato me acurruqué en su pecho, no dejaba de acariciarle, de llenarlo con pequeños besos, todo aquel placer me había dejado agotada, poco a poco sentí como se calmaba nuestra respiración, fui cerrando los ojos hasta quedarme dormida.

Cuando desperté de nuevo estaba sola en la cama, ya había oscurecido, la habitación estaba apenas iluminada por la lámpara sobre la mesa de noche, era una sencilla figura femenina moldeada en arcilla, desnuda y de rodillas, sosteniendo una flor de metal y sobre esta un pequeño foco, obviamente John también la había hecho. Me quedé mirando la figura, en cierto modo me sentía como ella, John me había esculpido con sus manos aquella tarde, sentían esas figuras tan inmenso placer cuando pasaban las horas entre sus dedos? En ese instante apareció en la puerta con una bandeja llena de frutas y una jarra con limonada helada.

- Pensé que tendrías hambre.

Se sentó junto a mi en la cama y comenzamos a comer, yo no paraba de darle mimos mientras el me gruñía. Tenía esa costumbre, lo había visto hacerlo cien veces, cuando no quería ser molestado siempre soltaba un gruñido grave en señal de protesta, pero esta vez sabía bien que no lo estaba haciendo en serio, más bien se dejaba querer.

- Qué hora es?

- Cerca de las siete, te tienes que ir?

Sabía bien lo que me estaba diendo , no me preguntaba si en realidad iba a irme, sino me que me pedía que no me fuera y a decir verdad era lo último que deseaba hacer.

- Préstame el teléfono.

- Acá está el mío.

- No, necesito el mío, voy a llamar a una amiga y no me se el número.

Salió de la habitación y regresó de inmediato con mi bolso, yo busqué el teléfono mientras él continuaba comiendo, llamé a Jeannett

- Amiga, necesito un favor, si mi mamá te llama invéntale algo, le voy a decir que me quedo contigo esta noche, que te estoy ayudando con un diseño, mañana te cuento.

Luego llamé a mi casa, me había quedado con las chicas muchas veces así que mi mamá no le daría mucha importancia. Aun estaba hablando cuando lo sentí mordiendo mi cuello nuevamente, apuré la conversación...

- Si mamá no te preocupes, aquí tengo la pijama que dejé la vez pasada, no quiero andar por ahí tan tarde así que me regreso mañana, te quiero, descansa.

Me puse de rodillas frente a él y lo tumbé sobre la cama, me dejó besarlo y tocarlo a mis anchas, ahora él se dejaba hacer, su verga se endureció enseguida en cuando le puse las manos, yo le miraba con picardía como si acabara de hacer una travesura haciéndole reír sonoramente, me agaché y comencé a lamer la punta de su verga como si fuera un dulce caramelo sintiendo como volvía a endurecerse por completo, al principio solo jugueteaba con mi lengua, luego las mamaditas ya no eran tan inocentes, le estaba comiendo la verga como una viciosa, sentía como sus venas se iban enervando dentro de mis labios, queria dejarlo terminar pero el cosquilleo de mi cuquita me pedía a gritos tenerlo; entonces me senté de espaldas a él dejando que aquel miembro delicioso me empalara de nuevo, comencé a moverme lentamente haciendo circulos largos con las caderas, era simplemente delicioso bailar con su verga muy adentro, cada vez estaba más excitada, poco a poco fui cambiando el ritmo, lo estaba cabalgando con unas ganas tremendas mientras el masajeaba mis senos, mordía mi cuello y mis hombros hasta que nos corrimos de nuevo.

Me tumbé nuevamente junto a él acurrucandome en su pecho.

- Qué vamos a hacer ahora?

- Yo? pedirte piedad, ya no tengo tu edad loquita y me estoy comportando como un adolescente desde hace mucho rato, estoy agotado.

- No me refiero a eso jajajajajajaja.

- Eh, bueno, creo que ya no tengo que comenzar diciendo que tú también me gustas mucho, aunque luché con todas mis fuerzas para evitar que lo notaras.

Ambos sabíamos que la noche iba a terminar más temprano que tarde y que la realidad se haría presente de nuevo. Conocí a John a través de Albanys su hija y una de mis mejores amigas.

Cuando me fuí a la capital a estudiar me sentí bastante sola, extrañaba a mi familia y amigos. Al poco tiempo supe que Albanys venía de la misma provincia que yo y rápidamente nos hicimos buenas amigas, fue lo más normal que viajáramos juntas cuando llegaron las primeras vacaciones. En el aereopuerto nos esperaban mi mamá y John, desde un principio me pareció muy atractivo y mucho más cuando le fuí conociendo. Era artista plástico, había llevado sus obras a muchas exposiciones de arte contemporáneo dentro del país e incluso fuera de nuestras fronteras, cuando conversaba con él tiempo parecía volar, sabía de muchas cosas, música, libros, los viajes que había hecho, las personas que conocía, nunca faltaba a sus exposiciones, y fueron muchas las veces que me acercaba hasta su taller como aquella tarde con la excusa de buscar a su hija, aunque yo sabía bien que Albanys pasaba mucho más tiempo con su mamá que vivía en el piso de abajo. Hasta en ese sentido era un hombre particular, luego de divorciarse años atrás simplemente construyó un piso sobre la casa y mudó sus cosas, quedando cerca de Albanys y su mamá con quien tenía las mejores relaciones de amistad.

Yo sabía que era bonita, los chicos me lo decían siempre, soy morena de cabellos largos y negros, tengo muy bonitas piernas producto de todos los deportes que me gusta hacer, unos pechos grandes y bien formados, en fin. Siempre me vestía de modo especial cuando iba a verle, con las faldas más cortas y escotes bien pronunciados, le coqueteaba de todas las formas posibles y disfrutaba de ver como cambiaba de color cuando las "bromitas sexuales" eran más que buen humor; John me seguía la cuerda a veces y me lanzaba piropos medio en broma - medio en serio, pero nunca pasaba de ahí. Claro está, Albanys no sabía nada de eso, aunque a veces me bromeaba un poco...

- Se ve que te babeas por mi papá Tess no lo niegues.

Yo me limitaba a responderle que era muy guapo pero que simplemente era asunto platónico, jamás le comenté sobre las indirectas (y las directas también) que vivía lanzándole a su papá dispuesta a todo por tenerlo entre mis piernas. Y ahora todo se complicaba más, no me atrevería a decirle que me había pasado la tarde arriba de su casa devorándome a su papá mientras que éste me había mordido hasta el nombre.

- Mientras nadie sepa lo que pasó yo no tengo problema alguno en que me vuelvas a visitar hermosa.

- Jajajajajaja así que te gusta que te visiten las amiguitas de Alba?

- Eh... bueno, no tengo la culpa de que cierta amiguita viniera vez tras vez, curzara las piernas con esos vestiditos tan cortos... me mostrara aquellos escotes tan lindos, imposible resistirme.

- Me costará disimular...

- A mi también hermosa, pero ni tu ni yo buscamos líos.

Escuché la voz de Albanys llamándolo desde la puerta y me puse pálida.

- Tranquila, quédate aquí.

Se puso una toalla por la cintura rápidamente y salió hacia la sala, podía escuchar su voz aunque no entendía bien de qué hablaban, era obvio por el tono de la conversación que se trataba de algo cotidiano, al rato (que a mi se me hizo eterno) sentí que cerraba la puerta y regresaba conmigo.

- Qué pasó?

- Nada, le dije que estaba cansado y que me estaba durmiendo, no te preocupes.

Me acurruqué entre sus brazos nuevamente y me quedé ahí en su cama, escondida sobre su pecho dejando que el sueño me venciera plácidamente.

______

Cuando desperté todavía era temprano, estaba junto a mi tendido boca abajo, el ritmo de su respiración me indicaba que seguía dormido. Con cuidado me subí sobre él y comencé a darle pequeños besos sobre la espalda, lo sentí estirarse como un gato bajo mi cuerpo.

- Dormiste bien nena?

- Mejor que nunca, dormir contigo es lo más rico del mundo.

- Me encantaría que te quedaras más tiempo hermosa, pero pronto va a aclarar completamente y abajo pueden notar que te estás yendo a esta hora.

- Lo se (dije con picardía mientras le guiñaba el ojo).

- Vístete, voy rapidito a preparte un poco de café.

Me dio un beso largo que me estremeció de pies a cabeza, como me hubiese gustado estar en una isla desierta y quedarme tumbada junto a el, dejando que me volviera loca de nuevo. Me vestí rápidamente y salí a la cocina, tomé el café sin hablar muy alto, a esa hora todo seguía en silencio y podían escuchar las voces en la casa de abajo. Bajé las escaleras con el corazón en la mano, rezando porque nadie se despertara y me vieran salir a esa hora, abrí el portón con mucho cuidado y me quedé afuera, John salió enseguida empujando la moto para no encenderla, me subí y nos fuimos con rapidez hasta el centro, paramos en una cafetería y pedimos el desayuno.

- Crees que nos hayan escuchado salir?

- No bella, ellas duermen hasta tarde, si hubiese pensado que podrían descubrirte no te habría pedido que te quedaras, de todas formas no es muy prudente que subas sola y ahora menos.

- Si, tienes razón.

Al terminar nos despedimos con un abrazo sencillo. "Te debo el beso esta vez", me susurró en el oído. Caminé hasta la parada y tomé el autobús, había deseado a John desde hace mucho tiempo y al fin se había realizado mi fantasía. Nunca había experimentado tanto morbo y placer, definitivamente John no era uno de los chicos sino todo un hombre, uno que sabía muy bien como volverme loca, sentía un cosquilleo bajo el ombligo solo de pensar todas las cosas que pordía enseñarme en la intimidad y cuánto iba a disfrutarlas.

El resto del día se me hizo indiferente, no podía dejar de pensar en lo que había pasado. Esa noche me llamaron los chicos para salir pero sinceramente no estaba de humor para eso, así que me fuí a la cama temprano, revisé mi teléfono y vi un mensaje de un número que no conocía.

"Mi cama y yo te estamos extrañando, sueña conmigo. J.Balza."

No pude evitar la sonrisa de satisfacción 

Estaba sentada a la orilla del amplio mesón, todo el taller estaba lleno de cosas, trozos de madera, bocetos de pinturas a medio terminar, varas de metal que se alzaban hasta lo alto del techo de paja y se mezclaban con la vegetación que entraba desde afuera, pinturas, caballetes, arcillas, herramientas. John estaba a mi lado en absoluto silencio puliendo una pequeña figura de madera, era como si no supiera de mi presencia.

- Es una figura de mujer, cierto?

- Si, lo es.

- Si las figuritas sintieran, debe ser rico que te toquen de esa forma.

- Jajajajajajaja siempre estás inventando cosas, de dónde sacas esas ideas, eh?

- Se que piensas que te lo digo en broma y que me gusta mortificarte, pero en el fondo sabes que es en serio, y que si quisieras entre nosotros pasaría de todo.

De pronto John se quitó los anteojos dando un largo suspiro mientras miraba hacia el techo, pensé que de nuevo me dedicaría el mismo sermón que me daba caba vez que le hablaba del asunto, pero para mi sorpresa no fue así. Súbitamente se paró frente a mi, colocándo sus manos justo a los lados de mis muslos, me miró directamente a los ojos con una intensidad que me hizo callar enseguida, estaba a centímetros de mi, pude sentir su respiración cuando apenas me susurró unas palabras.

- Tienes idea de lo mucho que me ha costado contenerme cada vez que te me acercas? Crees que soy de piedra?

Enseguida rozó sus labios contra los míos, era un beso dulce, tan suave como una caricia, yo le respondí casi con ansiedad, como si aquella sed loca dentro de mi cuerpo solo pudiese ser calmada con aquellos labios esperados tan largamente. Con la misma dulzura siguió besando mi mandíbula hasta la oreja, bajando suavemente por mi cuello. Todos mis sentidos se agudizaban al máximo, podía sentir claramente el calor de su cuerpo tan cerca del mio, los vellos de su cara arañando mi piel, sus manos gruesas tocándome con tanta suavidad, como si temiera romperme, subiendo por mis brazos hasta mis hombros y deslizando con lentitud los tirantes de mi vestido que cayó hasta mi cintura, sus dedos recorrieron mi torso y mi espalda, dibujando con cuidado la redondez de mis pechos desnudos, haciendo que mi cuerpo se tensara con placer; la tarde era calurosa pero en ese instante yo estaba temblando.

Al principio estaba prácticamente inmóvil, tenía miedo de hacer algo, de que se arrepintiera y me dejara alegando a la cordura y la madurez que siempre me recordaba, pero el deseo me iba turbando cada vez más los sentidos, busqué su camisa y la desabroché torpemente, recorría su piel, besaba y mordía su torso; los gemidos se me escapaban cada vez con más placer, de tocarlo y de sentir sus caricias. De pronto me tomó firmemente por las nalgas y me alzó, pude entenderle sin una palabra y me aferré a su cuello enroscando mis piernas en sus caderas, el contacto de mis pezones contra la piel de su pecho me hizo arquear la espalda de gusto y morderle de nuevo en el cuello mientras me sentía llevada hasta su cuarto.

Me acostó sobre la cama amplia y comenzó a besar mis senos mientras terminaba de sacarme el vestido junto con la braga, fue bajando por mi torso besando y mordiendome toda, provocándome otro grito ronco de placer cuando sus labios besaron la linea entre mi vientre y mi pubis. Se puso de rodillas frente a mi y abrió sus pantalones bajándolos hasta las rodillas, su verga saltó enseguida rígída y venosa apuntándome de frente, nuevamente me tomó con firmeza desde las nalgas y me levantó hacia él hundiéndose dentro de mi con desesperación, comenzamos a mecernos uno contra el otro, era un frenesí infinito y delicioso, no podía parar de gemir, de gritar y de temblar mientras le arañaba las nalgas pidiéndole más, aquel orgasmo iba sacudiendo mi cuerpo con locura, me sentía innundada por la sensación tibia de su semen impregnándome por dentro.

Se recostó sobre mi y me besó largamente, el peso de su cuerpo, el calor de su piel, su verga palpitando sobre mi vientre me hacía erizar de nuevo, yo no paraba de besarlo con mis piernas enrolladas sobre sus nalgas, me lo queria comer, fundirlo sobre mi. Me pidió que me pusiera boca abajo sobre la cama y me dedicó largas caricias por todo el cuerpo, desde el cuello hasta la planta de los pies, me iba llenado de besos. Bajó hasta mis nalgas, las besaba, las mordía con suavidad, me tomó por los muslos para levantarme, nuevamente pude entenderle sin una palabra y me apoyé abierta sobre las rodillas dándole todo el acceso posible, nunca me habían mamado el ano y la sensación era tan morbosa como placentera, la excitación nuevamente fue nublando mi consiencia, lo sentí bajar hasta mi cuquita y comérsela también, luego abrió mis nalgas con las manos y puso su pene entre ellas, se lo estaba frotando contra mis nalgas abiertas, yo seguía con la cara apoyada sobre la cama, arrugando las sábanas con las manos, con el culo levantado, sentía mi cuquita goteando, chorreándome los muslos, nunca me había mojado tanto aunque también había mucho de su semen saliendo, enseguida volvío a embestirme con suavidad llenándome la cuca otra vez mientras yo ahogaba los gritos contra el colchón sintiendo las contracciones de mi orgasmo por todo el cuerpo.

Se recostó sobre la cama dando un largo suspiro, de inmediato me acurruqué en su pecho, no dejaba de acariciarle, de llenarlo con pequeños besos, todo aquel placer me había dejado agotada, poco a poco sentí como se calmaba nuestra respiración, fui cerrando los ojos hasta quedarme dormida.

Cuando desperté de nuevo estaba sola en la cama, ya había oscurecido, la habitación estaba apenas iluminada por la lámpara sobre la mesa de noche, era una sencilla figura femenina moldeada en arcilla, desnuda y de rodillas, sosteniendo una flor de metal y sobre esta un pequeño foco, obviamente John también la había hecho. Me quedé mirando la figura, en cierto modo me sentía como ella, John me había esculpido con sus manos aquella tarde, sentían esas figuras tan inmenso placer cuando pasaban las horas entre sus dedos? En ese instante apareció en la puerta con una bandeja llena de frutas y una jarra con limonada helada.

- Pensé que tendrías hambre.

Se sentó junto a mi en la cama y comenzamos a comer, yo no paraba de darle mimos mientras el me gruñía. Tenía esa costumbre, lo había visto hacerlo cien veces, cuando no quería ser molestado siempre soltaba un gruñido grave en señal de protesta, pero esta vez sabía bien que no lo estaba haciendo en serio, más bien se dejaba querer.

- Qué hora es?

- Cerca de las siete, te tienes que ir?

Sabía bien lo que me estaba diendo , no me preguntaba si en realidad iba a irme, sino me que me pedía que no me fuera y a decir verdad era lo último que deseaba hacer.

- Préstame el teléfono.

- Acá está el mío.

- No, necesito el mío, voy a llamar a una amiga y no me se el número.

Salió de la habitación y regresó de inmediato con mi bolso, yo busqué el teléfono mientras él continuaba comiendo, llamé a Jeannett

- Amiga, necesito un favor, si mi mamá te llama invéntale algo, le voy a decir que me quedo contigo esta noche, que te estoy ayudando con un diseño, mañana te cuento.

Luego llamé a mi casa, me había quedado con las chicas muchas veces así que mi mamá no le daría mucha importancia. Aun estaba hablando cuando lo sentí mordiendo mi cuello nuevamente, apuré la conversación...

- Si mamá no te preocupes, aquí tengo la pijama que dejé la vez pasada, no quiero andar por ahí tan tarde así que me regreso mañana, te quiero, descansa.

Me puse de rodillas frente a él y lo tumbé sobre la cama, me dejó besarlo y tocarlo a mis anchas, ahora él se dejaba hacer, su verga se endureció enseguida en cuando le puse las manos, yo le miraba con picardía como si acabara de hacer una travesura haciéndole reír sonoramente, me agaché y comencé a lamer la punta de su verga como si fuera un dulce caramelo sintiendo como volvía a endurecerse por completo, al principio solo jugueteaba con mi lengua, luego las mamaditas ya no eran tan inocentes, le estaba comiendo la verga como una viciosa, sentía como sus venas se iban enervando dentro de mis labios, queria dejarlo terminar pero el cosquilleo de mi cuquita me pedía a gritos tenerlo; entonces me senté de espaldas a él dejando que aquel miembro delicioso me empalara de nuevo, comencé a moverme lentamente haciendo circulos largos con las caderas, era simplemente delicioso bailar con su verga muy adentro, cada vez estaba más excitada, poco a poco fui cambiando el ritmo, lo estaba cabalgando con unas ganas tremendas mientras el masajeaba mis senos, mordía mi cuello y mis hombros hasta que nos corrimos de nuevo.

Me tumbé nuevamente junto a él acurrucandome en su pecho.

- Qué vamos a hacer ahora?

- Yo? pedirte piedad, ya no tengo tu edad loquita y me estoy comportando como un adolescente desde hace mucho rato, estoy agotado.

- No me refiero a eso jajajajajajaja.

- Eh, bueno, creo que ya no tengo que comenzar diciendo que tú también me gustas mucho, aunque luché con todas mis fuerzas para evitar que lo notaras.

Ambos sabíamos que la noche iba a terminar más temprano que tarde y que la realidad se haría presente de nuevo. Conocí a John a través de Albanys su hija y una de mis mejores amigas.

Cuando me fuí a la capital a estudiar me sentí bastante sola, extrañaba a mi familia y amigos. Al poco tiempo supe que Albanys venía de la misma provincia que yo y rápidamente nos hicimos buenas amigas, fue lo más normal que viajáramos juntas cuando llegaron las primeras vacaciones. En el aereopuerto nos esperaban mi mamá y John, desde un principio me pareció muy atractivo y mucho más cuando le fuí conociendo. Era artista plástico, había llevado sus obras a muchas exposiciones de arte contemporáneo dentro del país e incluso fuera de nuestras fronteras, cuando conversaba con él tiempo parecía volar, sabía de muchas cosas, música, libros, los viajes que había hecho, las personas que conocía, nunca faltaba a sus exposiciones, y fueron muchas las veces que me acercaba hasta su taller como aquella tarde con la excusa de buscar a su hija, aunque yo sabía bien que Albanys pasaba mucho más tiempo con su mamá que vivía en el piso de abajo. Hasta en ese sentido era un hombre particular, luego de divorciarse años atrás simplemente construyó un piso sobre la casa y mudó sus cosas, quedando cerca de Albanys y su mamá con quien tenía las mejores relaciones de amistad.

Yo sabía que era bonita, los chicos me lo decían siempre, soy morena de cabellos largos y negros, tengo muy bonitas piernas producto de todos los deportes que me gusta hacer, unos pechos grandes y bien formados, en fin. Siempre me vestía de modo especial cuando iba a verle, con las faldas más cortas y escotes bien pronunciados, le coqueteaba de todas las formas posibles y disfrutaba de ver como cambiaba de color cuando las "bromitas sexuales" eran más que buen humor; John me seguía la cuerda a veces y me lanzaba piropos medio en broma - medio en serio, pero nunca pasaba de ahí. Claro está, Albanys no sabía nada de eso, aunque a veces me bromeaba un poco...

- Se ve que te babeas por mi papá Tess no lo niegues.

Yo me limitaba a responderle que era muy guapo pero que simplemente era asunto platónico, jamás le comenté sobre las indirectas (y las directas también) que vivía lanzándole a su papá dispuesta a todo por tenerlo entre mis piernas. Y ahora todo se complicaba más, no me atrevería a decirle que me había pasado la tarde arriba de su casa devorándome a su papá mientras que éste me había mordido hasta el nombre.

- Mientras nadie sepa lo que pasó yo no tengo problema alguno en que me vuelvas a visitar hermosa.

- Jajajajajaja así que te gusta que te visiten las amiguitas de Alba?

- Eh... bueno, no tengo la culpa de que cierta amiguita viniera vez tras vez, curzara las piernas con esos vestiditos tan cortos... me mostrara aquellos escotes tan lindos, imposible resistirme.

- Me costará disimular...

- A mi también hermosa, pero ni tu ni yo buscamos líos.

Escuché la voz de Albanys llamándolo desde la puerta y me puse pálida.

- Tranquila, quédate aquí.

Se puso una toalla por la cintura rápidamente y salió hacia la sala, podía escuchar su voz aunque no entendía bien de qué hablaban, era obvio por el tono de la conversación que se trataba de algo cotidiano, al rato (que a mi se me hizo eterno) sentí que cerraba la puerta y regresaba conmigo.

- Qué pasó?

- Nada, le dije que estaba cansado y que me estaba durmiendo, no te preocupes.

Me acurruqué entre sus brazos nuevamente y me quedé ahí en su cama, escondida sobre su pecho dejando que el sueño me venciera plácidamente.

______

Cuando desperté todavía era temprano, estaba junto a mi tendido boca abajo, el ritmo de su respiración me indicaba que seguía dormido. Con cuidado me subí sobre él y comencé a darle pequeños besos sobre la espalda, lo sentí estirarse como un gato bajo mi cuerpo.

- Dormiste bien nena?

- Mejor que nunca, dormir contigo es lo más rico del mundo.

- Me encantaría que te quedaras más tiempo hermosa, pero pronto va a aclarar completamente y abajo pueden notar que te estás yendo a esta hora.

- Lo se (dije con picardía mientras le guiñaba el ojo).

- Vístete, voy rapidito a preparte un poco de café.

Me dio un beso largo que me estremeció de pies a cabeza, como me hubiese gustado estar en una isla desierta y quedarme tumbada junto a el, dejando que me volviera loca de nuevo. Me vestí rápidamente y salí a la cocina, tomé el café sin hablar muy alto, a esa hora todo seguía en silencio y podían escuchar las voces en la casa de abajo. Bajé las escaleras con el corazón en la mano, rezando porque nadie se despertara y me vieran salir a esa hora, abrí el portón con mucho cuidado y me quedé afuera, John salió enseguida empujando la moto para no encenderla, me subí y nos fuimos con rapidez hasta el centro, paramos en una cafetería y pedimos el desayuno.

- Crees que nos hayan escuchado salir?

- No bella, ellas duermen hasta tarde, si hubiese pensado que podrían descubrirte no te habría pedido que te quedaras, de todas formas no es muy prudente que subas sola y ahora menos.

- Si, tienes razón.

Al terminar nos despedimos con un abrazo sencillo. "Te debo el beso esta vez", me susurró en el oído. Caminé hasta la parada y tomé el autobús, había deseado a John desde hace mucho tiempo y al fin se había realizado mi fantasía. Nunca había experimentado tanto morbo y placer, definitivamente John no era uno de los chicos sino todo un hombre, uno que sabía muy bien como volverme loca, sentía un cosquilleo bajo el ombligo solo de pensar todas las cosas que pordía enseñarme en la intimidad y cuánto iba a disfrutarlas.

El resto del día se me hizo indiferente, no podía dejar de pensar en lo que había pasado. Esa noche me llamaron los chicos para salir pero sinceramente no estaba de humor para eso, así que me fuí a la cama temprano, revisé mi teléfono y vi un mensaje de un número que no conocía.

"Mi cama y yo te estamos extrañando, sueña conmigo. J.Balza."

No pude evitar la sonrisa de satisfacción ¿A qué chica de mi edad no le gusta cazar a un hombre que parece imposible y además lograrlo?