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Rompiendo fronteras

en Erotismo y Amor

Pasan ya de las 7 de la noche y el avión acaba de aterrizar, casi media hora de retraso le han puesto de mal humor, Christopher Sambers se apresura entre la multitud ansioso por probar un cigarrillo. Como si fuera poco está el calor, su amada ciudad es muy fresca en esta época del año, sin embargo en el caribe sobran lugares en donde el verano es la norma.

 

A la salida del aereopuerto toma un taxi y se dirige al hotel, con esto del vuelo retrasado no le queda mucho tiempo para refrescarse y dormir un poco antes de que tenga su reunión. Ya en el camino, va pensando en todo el trabajo que tiene por delante. Definitivamente, esta será una temporada larga fuera de casa, pero si mueve bien sus cartas podrá salir con muy buen dinero y quizás pueda retirarse de ese trabajo de mierda que lo harta ¿Cuánto tiempo tendría que permanecer aquí?

 

Había venido al país como asesor de inteligencia para uno de los estados más problemáticos la región, esto como parte de una campaña organizada por el nuevo gobernador para mejorar la seguridad que se veía azotada por el nacotráfico, cosa que terminaba afectado a su propio país, pues mucha de la mercancía salía al extrajero. Lo interesante del caso, es que resulta relativamente sencillo pasar una tontería de una nación a otra, pero cuando esa "tontería" viene en cientos de kilos, y además su circulación es la constante de un negocio, es prácticamente imposible pasar desapercibido. Es ahí en donde entran en juego las negociaciones con políticos y policías que pasan por alto y ocultan cosas a cambio de una mordida en un pastel enorme.

En este caso, Christopher sabía que lo más importante era ubicar la debilidad en todo ese proceso para así obtener una ganancia más allá de lo profesional, ya desde hace más de seis meses tiene gente propia instalada en el país haciendo investigaciones y si las cosas salen bien todos saldrán ganando.

  

- Ya llegamos señor.

 

- ¿Qué?

 

- Que ya llegamos al hotel.

 

No tardó en aparecer un joven para ayudarlo con las maletas mientras se presentaba en la recepción.

 

- Bienvenido señor ¿me dice su nombre por favor?

 

- Christopher Sambers, tengo una reservación.

 

- Puede usted llenar el formulario por favor.

 

¿Quién era Christopher Sambers? Ya ni el mismo lo sabía. Aún recordaba las palabras de su mentor cuando comenzó a trabajar en la agencia:

 

- "Si no quieres volverte loco deja al verdadero Christopher Sambers en casa cada vez que salgas, porque vas a meterte en lo podrido demasiadas veces y si lo haces tendrás que ensuciarte".

 

La verdad es que ya no podía encontrar esa línea imaginaria entre el muchacho que comenzó esta carrera lleno de sueños y el hombre sin escrúpulos en que se había convertido, eran demasiadas cosas y hace mucho que había dejado de ser el mismo. Consultó su reloj con pereza confirmando la escasez de tiempo, rápidamente se dió una ducha y se vistió con ropa fresca, le quedaba algo de tiempo para comer pero el cansancio se hacía notar así que decidió cerrar los ojos un rato quedando profundamente dormido hasta que el sonido del celular lo hizo despertar con algo de sobresalto.

 

- ¿Ya te instalaste?

 

- Si.

 

- Te espero en el café Paris en 10 minutos.

 

Saliendo del hotel, notó que la noche estaba mucho más fresca ahora y se decidió a caminar ya que conocía bien la ciudad, mientras bajaba por la calle miraba discretamente a la gente en su ir y venir, en especial las mujeres -su mayor debilidad- le encantaban las latinas y sus marcadas curvas, en sus propias palabras sabía que un día "un culo de esos lo haría lanzarse de cabeza sin saber a donde". Para el no había nada más encantador que la pasión de una mujer latina bajo las sábanas, solo podía describirlas como fieras hermosas que sabían atacar su presa sin piedad y a el le encantaba dejarse devorar.

 

Llegando al café volvió enseguida a la realidad y se concentró de nuevo en el trabajo. Fue una reunión corta, un narcotraficante apodado "El Pez" se encontraba establecido en la región, en los últimos meses sus operaciones se habían mantenido discretamente bajas, esto en vista de que el nuevo gobernador no era parte de los "suyos" y había estado realizando demasiados operativos de seguridad. Sin embargo, pronto estaría por llegar un cargamento importante de mercancía que debería salir rumbo a los países del norte.

 

"El Pez", necesitaba una cortina de humo para poder movilizarse, para lo cual contaba con la ayuda de un importante jefe de las guerrillas, obviamente habría mucho dinero en juego y por lo tanto la gente del gobierno estaría involucrada. La idea de Sambers era descubrir qué pensaban hacer, ubicar a quien traicionaría al gobernador, y por supuesto las pruebas suficientes como para poder utilizarlo a su favor.

 

No cabían dudas de que se trataba de una operación delicada, pero el dinero tiene muchos amigos y Christopher Sambers lo sabía, sólo había que comprar a los adecuados con la cantidad justa ¿Cargos de conciencia? Hace tiempo que desconocía esa expresión. Total, al final se lograría poner tras las rejas a "El Pez" y con ello se daría un duro golpe al narcotráfico. Por otra parte, luego de tantos riesgos en un trabajo que prácticamente le había robado su vida, no veía nada de malo en tener solo una rebanada del pastel, que en comparación con las distribuciones de "El Pez" era una mínima cosa.

De vuelta en el hotel, sintió la punzada del hambre; en la reunión anterior solo había tomado café y no comía nada desde que estuvo en el avión horas atrás así que al llegar solicitó que le subieran algo de cenar. Mientras esperaba encendió el televisor, estaban presentando uno de esos programas cómicos en donde las chicas dejan muy poco a la imaginación por el vestuario que usan, esas chicas latinas que tanto le encantan ¿Y por qué no darse un gusto?

 

En cuanto entró el camarero, hizo como si no se acordaba en donde había puesto la billetera con el objeto de buscar conversación.

 

- ¿Cómo te llamas muchacho?

 

- Carlos señor.

 

- Y dime Carlos ¿Cómo puedo encontrar la compañía de una princesa para esta noche?

 

- No lo se señor.

 

- mmmmmm ¿Y con quién tengo que hablar entonces? -dijo esto colocando una sustanciosa propina en la mano del joven, quien por su expresión estaba más que acostumbrado a realizar algunos "favores" para los huéspedes.

 

- Enseguida le traigo su diario señor.

 

Minutos más tarde, Carlos dejaría una edición del diario local con una hoja doblada dentro y en ella un número, marcó enseguida desde su habitación y la voz melosa de una mujer le respondió del otro lado. Solo la sensualidad de aquella voz con su particular acento hacía que su deseo se despertara a mil por hora, luego de una conversación no muy larga llegaron a un acuerdo, lo visitaría una chica de piel suavemente morena y ojos negros con un largo cabello castaño como a el le gustaban.

 

Los minutos se hicieron horas, hasta que el suave toque de la puerta anunció la llegada de Tania. La administración del hotel prohibía expresamente la "visitas" a los huéspedes, pero el experimentado jefe de botones sabía bien como hacerlas llegar hasta las habitaciones de forma discreta, era sencillo usando las áreas y asensores de servicio de modo tal que las chicas llamaran el mínimo de atención. Estas a su vez eran bien advertidas, nada de atuendos demasiado llamativos y mucho menos hacer escándalos. En algunas ocasiones casi se rompían las reglas, sobre todo cuando se trataba de "fiestecitas privadas" en las habitaciones, lo cual ponía en aprietos al viejo botones, sin embargo la recompensa monetaria hacía que valiera la pena el riesgo.

 

Tania era sencillamente hermosa, delgada y baja estatura -Christopher calculó que podía levantarla con una sola mano para la ponerla a la altura de su metro noventa- Sin embargo, su menuda figura se percibía perfecta aún con el traje taller color azul pálido que llevaba puesto, sus ojos negros y profundos lo hacían sentirse desnudo. Tras invitarla a pasar y ofrecerle un trago se sentó junto a ella, sintiendo una delicada nube de perfume que turbaba aun más sus sentidos.

 

Al poco rato de conversación, no pudo evitar besarla. Al principio un beso suave casi dulce que poco a poco se fue haciendo más profundo, la lengua de Tania demostraba que sabía muy bien como proceder. Como si de un pincel se tratara, iba dibujando con ella sus orejas, su cuello, la línea de su mentón ancho, sus labios... El no podía dejar de tocarla mientras abría su ropa encontrándola perfecta, sus piernas hermosamente formadas y firmes que culminaban en unas nalgas redondas y carnosas, sus pechos grandes y duros de pezones rosados que le miraban de frente casi con inocencia y se endurecían entre sus dedos como si tuvieran vida propia, su vientre plano y tibio adornado por el cráter exacto de su ombligo, sencillamente lo volvía loco.

 

Ella lo desviste y le ofrece un masaje, el se tumba boca abajo desnudo sobre la cama mientras ella comienza a palparlo con suavidad. El masaje si logra relajarlo mucho, pero las manos de Tania saben tocarlo con morbosidad recorriendo todo su cuerpo, desde las plantas de los pies hasta los rincones más escondidos de su intimidad, Christopher siente como su erección crece y casi intenta traspasar las sábanas.

 

Tania sube desde sus nalgas, siente sus pezones escalando por su espalda y la suave caricia de su cabello hasta llegar a su oído y susurrarle que se de la vuelta, ella muerde sus labios al mirar su fuerte erección.

 

- mmmmmmmm me gusta mucho tu verga papi, me voy a dar un gustazo con ella.

 

Ahora recorre sus brazos y su pecho, sus tetillas se endurecen entre sus dedos expertos haciéndolo gemir de dolor y placer. Sus manos recorren sus piernas, ella ríe pícaramente al observar como su pene da un respingo cuando recorre su ingle como suplicando por atención y enseguida la recibe.

Tania lo toma firmemente entre sus manos y lo recorre completamente, lleva la punta gruesa dentro de su boca mientras con sus dedos continua la exploración, recorriendo sus bolas, masajeando su ano, el intenta incorporarse y pedirle que pare -no quiere correrse todavía- pero se encuentra con la mirada lacsiva de Tania indicándole que ahora ella tiene el control. Enseguida hunde su verga dentro de su boca, la ve desaparecer por completo hasta que sus bolas chocan con los labios de ella una y otra vez, ya no puede impedirlo y tumba su cabeza nuevamente sobre la cama dejando que lo invadan las oleadas de placer. Tania toma sus nalgas con firmeza y las empuja invitándole a hundirse más dentro de ella si es posible y en medio de ese erótico vaivén siente como su placer se derrama con fuerza dentro de ella al poco tiempo.

 

Ha sido una experiencia deliciosa, tanto que su miembro no se baja por completo. Ahora se concentra en disfrutar el cuerpo de Tania, en sus propias palabras desea "comérsela entera", muerde y chupa su cuello, engulle sus senos como un lobo hambriento, con sus labios recorre su vientre, sus hermosas nalgas abriéndose paso entre ellas para chupar su ano y mojarse con los flujos de su sexo, uno a uno va dejando colar sus dedos dentro de su apretado agujero, le encanta escucharla gemir.

 

Su verga crece y palpita de nuevo, le pide que se coloque en cuatro frente a el, definitivamente el ano de Tania está acostumbrado a recibir mimos pues sus dedos han logrado dilatarlo con facilidad, ya no puede más y hunde su pene dentro de ella haciéndola gritar. Al principio se corta un poco, siente que ha sido demasiado rudo, pero ella entre gemidos le pide más.

 

- Anda papi, párteme el culo sin piedad ahhhhhhhh.

 

Comienza a bombearla cada vez con más ganas, siente las gotas de sudor bajar por su cuerpo -con razón dicen que el sexo es un buen ejercicio- La presión de su culo hace que sienta su pene a punto de reventar, a través del espejo cercano puede ver como se balancean los pechos de Tania con cada nuevo empuje mientras ella se masturba con sus dedos. La escucha gemir más fuerte, se está corriendo y ahora su ano se cierra con más fuerza haciéndolo sentir una deliciosa corriente eléctrica que lo recorre y lo hace estallar entre sus gemidos.

 

Ambos se tumban en la cama rendidos de placer, el reloj marca casi las dos, en pocas hora deberá estar levantado y listo para salir de viaje nuevamente. Tania le pide permiso para refrescarse un poco y cuando sale Christopher está casi dormido, a tientas busca en su billetera y le entrega a Tania varios billetes, ella se despide con un beso largo y apasionado.

 

- Eres demasiado rico ¿Me vas a invitar de nuevo?

 

- Será un placer hacerlo diosa.

 

Tania salió sin hacer ruido y en pocos minutos está profundamente dormido.