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Aventura de verano (5) (Italia 2)

en Hetero: Infidelidad

AVENTURA DE VERANO - 6

ITALIA – 2

Nos fuimos despertando las dos paulatinamente. Ella seguía boca arriba y yo la abrazaba. Me di cuenta que me gustaba estar así, sentir su cuerpo calido y suave y su cara junto a la mía, y demoré lo que pude el momento de levantarme.

 

Cuando le pregunté, mientras nos lavábamos un poco, que ropa había que ponerse para la fiesta, me dice:

- una que sea fácil de quitar.

No necesité mas explicaciones. El local estaba muy cerca del hotel, poco mas de cien metros y habían preferido esperar un día por esa razón, así no se necesitaría ir en autobús o taxi. Era muy discreto, no había barra, sino una especie de mostrador cortito, donde había que hacer cola para las bebidas y donde el camarero también se encargaba de cambiar las cintas de una música a todo volumen.

Fuimos todos juntos desde el hotel, para luego cerrar y que no entrase nadie extraño, y enseguida empezamos a beber y a gritar. El ambiente se empezó a calentar con el ya típico concurso y exhibición de bragas igual que en la fiesta anterior y a partir de ahí los chicos fueron haciendo gala de una gran imaginación para subir la temperatura gradualmente. Debían haber dedicado bastante tiempo para prepararlo todo, porque cuando alguno proponía algo todos lo jaleaban y tenían premios para dar en cada uno de los concursos.

Algún grupo o parejas no participaban, se apartaban un poco y bailaban o iban a lo suyo. Si surgía alguna situación cachonda se incorporaban a la juerga y si no, nadie se metía con ellos.

No me acuerdo de todos las ocurrencias de aquella noche, porque cuando había alguna que me parecía un poco fuerte, me dirigía a por una bebida o me escaqueaba un rato. Las había inocentes, mas o menos claro, como el de sacarse las tetas por encima de la camisa o del niky, la del concurso de bragas, la de besitos, y algún otro. Yo participé en todos esos porque, mas que nada, eran solo atrevidos.

El premio consistía en una tarjeta postal con una frase detrás del estilo de: ganador o ganadora del concurso tal y la firma del jurado, que eran dos o tres, daba igual. Con los tragos y el jolgorio empezaron a subir el nivel.

El de besos era un morreo en toda regla, en el de tetas había que quitarse todo lo de arriba, que iba a parar a un montón de ropa revuelta. Al rato estábamos la mayoría medio desnudos, aunque recuperábamos alguna prenda de vez en cuando y nos la poníamos.

El de tetas masculinas era una tontería pero servia para ir desnudándose ellos a su vez. El de besos con lengua ya era un principio de orgía, porque lo hacían largísimo, te asfixiabas y aprovechando te quitaban las bragas a las pocas que todavía llevábamos, para poder tocar mientras

besábamos. Yo no puse mucho entusiasmo y no gané nada.

Poco después, ya casi todos desnudos, pasaron a otro nivel. El concurso de reconocer chico o chica. A mi no me acababa de convencer, pero cuando me llegó el turno de posar, lo hice para ver que se sentía.

Consistía en tumbarse en un sillón, con las piernas abiertas y colgando, una chica te sujetaba, colocándose delante para que no vieras lo que pasaba por abajo, y se iban acercando sin tocarte más que con la lengua. Te chupaban un ratito o te la metían jugando y tú tenías que adivinar si había sido una chica o un chico.

Algunos alargaban la maniobra más de lo que debían y otro iban a buscar directamente tu punto débil. En ese caso era fácil adivinar que debía ser un chico, aunque no siempre. Lo hice muy mal, pero me dejaron en tal estado, que si dura diez segundos mas exploto allí mismo, delante de todo el mundo.

A veces notabas que la que se encargaba de sujetarnos no quería dar ese espectáculo a los chicos, porque cuando notó que un par de compañeras empezaron a agitarse y o a gemir un poco, ella la soltaba y ayudaba a levantar.

Después de esto pararon un poco los concursos, para bailar y beber; algunas chicas aprovechamos para buscar algunas prendas y vestirnos un poco. Yo me puse las braguitas y el top que traía en vez del sujetador; tardé un poco en encontrar el resto y cuando lo hice lo puse en una mesita en un rincón, bien doblado y donde me sería más fácil encontrarlo cuando me fuera.

Estuve bailando un rato y con el sudor y la bebida que te echaban encima me vi con el top casi empapado y pegándose a mi pecho, pero me parecía mejor que ir sin él, porque entonces te sobaban mucho y además si te movías rápido, las tetas se iban para todos los lados.

Problemas de la edad.

Empezó otro concurso, también de que se tumbaba una chica y otra la sujetaba, igual que el anterior. Yo seguí bailando porque me pareció que iban a empezar con el sobe otra vez y ya antes casi me corro en publico, así que ni me acerqué.

Se oía mucho jaleo y tenia un corro de espectadores bastante numeroso; se oían grito de – no, carne no – si, si, goma – venga, este es fácil – y jaleo, aplausos y risas. Total que me acerqué a ver, y cuando llegué a primera fila me pareció demasiado.

La chica estaba reclinada igual que antes, con la conchita bien abierta por otra chica además de la que sujetaba. Los chicos se acercaban con el

pene en ristre y lo metían por la mitad, mas o menos, sin moverse.

Otras veces era un consolador, con idéntica maniobra, y tú tenías que decir carne o goma. Los chicos no abusaban mucho, nunca la metían mas de lo convenido; contaban hasta diez y la sacaban y para no dar pistas no podían tocar ni acercarse a ti. El de plástico lo manejaba un chico o una chica, daba igual y hacían todo el teatro como si fuera de verdad.

Ya estaba acabando, cuando alguien dijo:

- eh, faltas tú, venga, te toca.

Y me vi empujada al diván por un montón de manos. Cuando me quise dar cuenta estaba en posición, desnuda y unas manos me habrían el coñito ante todo el mundo.

Ya era la segunda vez esa noche que me encontraba así y volví a dejarme hacer, no me atreví a levantarme y pasar por rara y además me pareció que ninguno se había pasado, en lo que yo pude ver.

Empezó el desfile de pitos, de los buenos y de los falsos, y de momento acertaba casi todos. Se estaba haciendo un poco largo, supongo que alguno de los que no habían participado antes se apuntó al ver quien posaba esta vez, por la novedad de una concursante no habitual en sus juergas.

Otra razón era que diez segundos parece que no son nada, cuando estas fuera, pero cuando tienes algo metido dentro, te parece largísimo, no se acaba nunca. Gané casi por goleada; yo era algo veterana ya, y sabía distinguir cuando lo que tienes dentro tiene vida o no.

Mi tarjeta de premio llevaba atrás la dudosa inscripción de: "Mas experta en pollas". Fui izada por unos cuantos, jaleándome.

Entonces me di cuenta que el juego tenia su malicia: cuando te la meten y te la sacan, para ellos es una vez, pero para ti son quince o veinte y creo que en mi caso alguno mas. Estaba raramente excitada, con mi vagina dando avisos de que quería guerra y sintiendo contracciones dentro como si todavía estuviese ocupada.

No solo a mi me había hecho efecto. Varias parejas en sillones o en el suelo, ya sin disimulo ninguno, se dedicaban a algo mas que tocar y aquello estaba degenerando en orgía. Unos miraban o esperaban su turno; otros, principalmente chicas se habían retirado a un rincón para no participar y se habían vestido algo. Algunos chicos se acercaban a ellas, para ver si las convencían o solo para charlar y escabullirse también, pero no parecía que obligasen a nadie, cada uno hacía lo que quería,

aunque yo pensaba que alguna ya no era muy dueña de sus actos.

Me acerqué a donde había guardado mi ropa, y me senté cerca, hasta que se me acercó un chico y se sentó a mi lado. Me agarró una teta y comenzó a chuparla y darle mordisquitos, recostándome con el peso de su cuerpo. Presentí como iba a acabar aquello, porque todavía mi sexo le enviaba señales al cerebro diciéndole que quería su parte de juerga, así que le sujeté con una mano y le dije

- espera.

Salí de debajo de él y me puse en pie; se colocó bien y se sujetó el pene, esperando a que yo me montase encima y empezar la juerga. Cuando me incliné sobre él fue para recoger mi ropa y dirigirme a la puerta. No me acuerdo de él, pero si la cara de pasmado que se le quedó.

Antes de salir a la calle me puse la falda y el top, pero ya fuera se sentía el fresquillo de la noche, de modo que me vestí también la camiseta, pero preferí llevar las bragas de la mano; todavía sentía mucho calor ahí abajo.

Aunque el frescor en mi cara me despejó algo, me notaba bebida y mareada; menos mal que el hotel quedaba cerca y la calle estaba vacía porque presentía que no iba precisamente por el camino mas recto.

No se que pensaría el conserje cuando me vio pasar ante él, por segunda vez ese día, con las bragas en la mano, ni como abrí la puerta, después de probar con la tarjeta todas las posibilidades, pero sin encender la luz mas que un segundo, me quité la ropa y caí en la cama de cualquier manera.

Me molestó la luz en los ojos cuando regresó Mónica, pero enseguida la apagaron y encendieron otra más chica. Se escuchaba más gente, parece que siempre viene acompañada, y entreabrí un poco los ojos. Tres chicos estaban desnudándola y la metieron en el cuarto de baño, uno se quedó con ella, debía ser David, y los otros dos se sentaron en la cama mas cercana, la mía, a esperar.

Para entretener la espera se dedicaron a sobarme un poco, tocando mis pechos y pasando las manos por mis muslos. David y Mónica salieron y se metieron en su cama y entonces los otros dos se metieron en el baño y cerraron la puerta.

Estaba casi dormida de nuevo, cuando se vuelve a abrir la puerta del baño y salen los dos, acostándose en mi cama. En vez de dormir se dedicaron a jugar conmigo.

Uno de ellos bajó a los pies de la cama y acariciaba mis muslos con torpeza, restregando su cara contra mi sexo. Se retiró un poco, poniendo la mano en mi vientre y entonces me deslumbraron un par de fogonazos.

Habían encontrado mi cámara y, supongo que pensando que era de Mónica o David, me estaban haciendo fotos. Se iban turnando y haciendo poses: me metían un par de dedos, ponían la lengua como chupando, se acercaban para sacar primeros planos, simulando que me la metían apuntando un poquito.

Al intentar introducirla un poco mas les costaba, debía de estar un poco seca y yo cerraba los muslos lo que podía, de modo que dejaron todo y

se dedicaron a lubricarme.

Se tumbaron uno a cada lado y mientras uno me besaba la boca y los pechos, acariciándome con sus manos, el otro, desde abajo, se dedicó a mis piernas y sexo, consiguió meter un par de dedos, buscando mis partes sensibles y cuando, por mi reacción, vio que lo había encontrado, se concentró ahí.

Creo que a partir de ese momento me sentí despierta y consciente de lo que pasaba, porque me di cuenta de que las sensaciones de dolor o malestar habían cambiado al sentir sus dedos hábiles moverse, humedeciéndome como señal de mi excitación.

El lo notó y cambió sus dedos por su lengua, que empezó a pasear por todos mis rincones. Mi ardor era evidente porque, sin poderlo evitar, bajé mis manos para sujetar su cabeza. El siguió hasta que el otro le apartó ligeramente, y acercándose por abajo, casi sin que pudiera sacar la

lengua me la fue metiendo despacito, sin ningún impedimento, hasta el fondo.

Durante unos segundos tuve a los dos dentro y luego solo sentí al ultimo, que me agarró fuertemente por las caderas y empezó a moverse, mientras el desalojado buscaba la cámara de fotos. Cuando sintió que entraba y salía fácil se entregó a un bombeo rápido y con fuerza, corriéndose en unos instantes.

El de la cámara la dejó a un lado, le empujó para que se quitara y me montó también con ganas. Me había quedado a medias y muy caliente, así que colaboré un poco, a ver si conseguía yo también algo. Puse las piernas a sus costados, apretándole un poco.

Se movía rápido pero muy mal, de modo que me aferré con las manos a su cintura, porque veía que se iba salir, y logré un orgasmo poco después de sentir el suyo y coincidiendo con el fogonazo del flash.

Fue cortito, ya que se salió casi enseguida, pero muy intenso. Cuando su compañero vio como me corría volvió a intentarlo de nuevo, pero no consiguió que se le pusiera dura lo suficiente como para que entrase y se quedase, y además yo estaba escurriendo y no la sujetaba; al final desistió.

Nos quedamos los tres dormidos así, con la luz encendida. Yo los sentía muy cerca de mí, y a veces intentaban meterla otra vez, debió quedar frustrado, pero acabó por dormirse.

De madrugada volví a sentir a alguno de los dos intentarlo, y yo apretaba los muslos hasta que se cansaban. En algún momento debió cogerme desprevenida o dormida y me separó los muslos, levantando una pierna. Eso fue lo me despejó un poco, pero esta vez la tenía dura y ya estaba dentro hasta la mitad. Paró un poco para coger impulso y según empujaba, el sonido estridente del teléfono, sonando sin parar, le

sobresaltó y se paró, quedándose a medias.

Mónica lo cogió, era la guía que previendo los efectos de la juerga estaba llamando a todas las habitaciones. Se levantó estirándose y vio la escena en mi cama: yo medio dormida y un tío metiéndomela por detrás.

Se lió a zapatazos con los dos, recogió su ropa y, arrojándola al pasillo, los echó junto con David, desnudos, afuera. Se volvió a meter en la cama y me dijo que la avisara cuando quedase media hora para bajar.

No teníamos ni siquiera media hora, era tardísimo y menos mal que habíamos dejado la maleta hecha antes de la fiesta, pero nos tuvimos que duchar al mismo tiempo las dos, y desayunamos en un tiempo record.

Conseguimos salir con solo una hora de retraso, que recuperaríamos suprimiendo una de las visitas del camino. En algún momento que hablé con la guía solo me hizo un comentario respecto a lo ocurrido en la sauna, algo así como: les dije que se habían precipitado. Y nada más.

Paramos en un sitio precioso, con una plaza enorme y muy bonita, creo que era Siena, pero daba igual porque salimos del bus y nos sentamos en la primera escalera que encontramos por allí. La mayoría siguió durmiendo, casi en equilibrio. Antes de partir me tomé un rato para hacer unas fotos y comprar un bocadillo.

No nos alojábamos en Roma, porque al parecer los hoteles o eran muy caros o muy malos; quedaba a unos diez kilómetros, entre la ciudad y la playa, muy bien comunicado con autobús y cerca de la autopista.

La gente ya estaba mas despierta, de modo que nos fuimos a cenar por ahí, el pueblo no era muy grande pero estaba animado y encontramos varias pizzerías y terrazas con gente. Cuando regresábamos al hotel, Mónica ya había vuelto a hacer planes.

- oye, te importa dejarme la habitación un par de horas.

- pues no se. Y que hago yo mientras.

- mira, ya lo he arreglado, (como siempre, pensé yo) Raúl, el compañero de David te espera en la suya y podéis ver la tele allí un rato.

- está bien, pero esta vez al revés, no quiero estar paseando de acá para allá todas las noches. Tú te vas con David y me envías a Raúl, a la nuestra hasta que tú vuelvas

- vale, espera que les informo del cambio.

Me daba igual estar en una habitación o en otra, pero ya quería acostarme y no estar en vela dos horas, en un sillón incomodo. Hoy le tocaba a otro.

Lo hicimos así, entramos los cuatro en la habitación, ellos cogieron un par de cosas y se fueron. Busqué mi camisón en el desastre de maleta y unas braguitas limpias y me metí en el cuarto de baño.

Se me quedó mirando al salir, el camisón era casi un top, hasta que me metí en la cama, dejando una luz pequeña y la tele bajita. Me quedé mirándola un rato y cuando me di la vuelta para dormir le veo estirado y dando cabezadas, así que le aconsejé que se quitase los zapatos y algo de ropa y se metiese en la cama de Mónica a dormir un rato hasta que llegase esta, que lo mismo tardaba una hora que dos, y eso hizo. Cuando apagamos la luz para dormir me saqué el camisón, que me molestaba y

        

me quedé dormida en el acto.

Sonó el despertador y me levanté como siempre, sin prisas, para dejar luego el baño libre a Mónica. Una ducha con calma, peinarme y maquillarme un poco y salir.

Yo, desde el primer día que Mónica se desnudó con toda naturalidad, y se paseaba por la habitación así, sin importarle que estuviera delante, me había acostumbrado a hacerlo también, y como acostumbraba acostarme desnuda o solo con las bragas, según me levantaba me iba directa a la

ducha.

A veces salía secándome con la toalla, pero sin ponérmela alrededor, o me iba directamente a la silla donde había colocado la ropa el día anterior y me vestía mientras ella se levantaba.

Enciendo la luz para vestirme y que se vaya despertando y me encuentro frente a mi a David, en uno de los despertares mas felices de su vida con toda seguridad, mirándome totalmente desnuda y sin perder un detalle.

Me di la vuelta para vestirme, como si fuera la situación mas normal del mundo, hablando de lo que pensábamos podía haber pasado con esos dos, mientras el se iba levantando. Se metió en el baño para ducharse y salió ya vestido, bajando juntos a desayunar.

Ya en el autobús, Mónica me aclaró que se habían quedado dormidos, pero al regreso de la excursión del día, ya en la habitación, pensamos que lo mejor era que cogiera su maleta y se fuera a la de David, enviándome a cambio a Raúl que, aparte de mirar mucho, parecía buen chico y por lo menos me dejaba dormir.

Volví pronto esa noche al hotel y me acosté enseguida. Al ratin llegó Raúl, entró casi sin hacer ruido, se acercó a mi cama, me pasó la mano por la cadera desnuda y me tapó con la sabana que, como siempre, estaba a los pies.

Por la mañana cuando me levanté, me acordé de que ya no estaba con una chica y salí del cuarto de baño con la toalla puesta, y me la quité de espaldas a él para vestirme. Supongo que se quedaría mirando como siempre, pero no hizo el mas mínimo comentario, y pasó al baño mientras yo me acababa de arreglar.

El sábado estuvimos todo el día en Roma, nos dejaron libre a media

tarde y ya de noche volvió el autobús a recoger a los que decidimos volver.

Raúl no era de los juerguistas y me acompañó. Subimos a la habitación y mientras yo estaba en el baño el se acostó. Cuando salí, como estaba de espaldas, me desnudé menos la braguita y tomé la sabana para subirla, estirándome para apagar la luz. En ese momento se da la vuelta y me pide que no la apague y le permita mirarme un poco antes de dormirse. Me di la vuelta sonriendo y me eché; poco rato después apagó la luz y nos dormimos.

El domingo y ultimo día nos dejaron libre en Roma para patearla a nuestro aire. Raúl me acompaño esta jornada y todos regresamos pronto al hotel esa noche, porque habría otra fiesta de despedida, está vez en el hotel mismo.

Ya teníamos algo de confianza y me había visto desnuda un par de veces, así que me duché y vestí sin pensar si el estaba delante o no.

Salió del baño con la toalla puesta y me encontró desnuda, agachada sobre mi maleta y buscando lo que me quedaba de ropa interior en buen estado.

Igual que siempre, sin decir ni media palabra se me quedó mirando, y en vez de vestirse, se sentó en la cama a verme. Yo pensé que el se estaría vistiendo, no le hacia caso y me dediqué a lo mío sin prestarle mucha atención.

Me encontraba además con un problema: no sabia que ropa ponerme, porque suponía que la fiesta sería del estilo de las anteriores y no quería destrozar o perder algunas de las prendas que mas me gustaban o que eran mas caras.

Encontré un conjunto muy bonito, de los que a mi me gustan, las dos piezas a juego, y me los fui poniendo sin reparar en que él estaba sentado en la cama desde que salió, observando toda la operación.

 

Las bragas tenían un sistema de atar en las caderas muy útil, ya que sería mas fácil quitar o poner cuando lo requiriese el caso. Me las acababa de poner, cuando me vuelvo para buscar el vestido que había dejado en la silla y le veo embobado mirándome; le pregunto para romper el hielo:

- ¿Qué te parece?- y me doy la vuelta lentamente.

- estas fantástica, y lo siento.

- ¿y eso?

- pues que seguro que la fiesta esta noche va a degenerar, como siempre, y me molesta ver que te meten mano y te soban todos los chicos; pero lo peor es que lo hagas con alguno, seria capaz de cualquier cosa si te viera así…

- no es mi intención hacerlo con nadie, no te preocupes por eso.

- me imagino que no; normalmente te veo juiciosa aunque estés alegre, lo que pasa es que se bebe mucho y la gente es capaz de cualquier cosa cuando ven a una chica en ese estado. La mayoría ni se enteran de lo que hacen o las hacen.

- si, tienes mucha razón.

Acordamos entonces estar atentos el uno del otro y si nos veíamos en alguna situación indeseada, echarnos una mano y no abandonar la fiesta sin el otro. Teníamos que regresar juntos a la habitación y no dejar que nadie se aprovechara.

Nos acabamos de vestir y, cogidos de la mano, bajamos a la fiesta. Ya había empezado a beber la gente y a ponerse alegres. Nos separamos para ir cada uno con nuestro grupo, haciéndonos una seña cómplice de nuestro acuerdo.

La bebida seguía, y el baile, y poco después empezaron los concursos. Yo, después de participar en el de bragas y uno de culos, que no había que quitarse las bragas, solo meterlas entre los cachetes para que estos se vieran bien, me retiré de allí, porque en el de culos ya habían empezado a meter mano para observar mejor el genero, o tocaban para ver si estaba durito, incluso alguno había metido los dedos por dentro de la braga con la excusa de que no estaba bien metida entre la raja. Empecé en el de

besos entre chicas y a la segunda abandoné, era un espectáculo para ellos y no le vi la gracia.

La ropa ya iba dejándose de ver donde debía de estar, y la que más había conseguido quitarse solo el vestido.

A Raúl ya lo había perdido de vista hacia un buen rato y la verdad es que me olvidé por completo, metida en la juerga.

Aunque tú no participaras en los concursos siempre había alguno que iba por su cuenta y haciendo el espontáneo se ponía a tocarte o incluso chuparte por encima de la braguita o la levantaba un poco, para sentir mejor, y cuando le retirabas diciéndole que tu no concursabas, decían:

- ¡y yo que sé!

Y se iban a buscar a otra. Eché a uno que, no se como, había conseguido meter la nariz por debajo de la braga y me estaba empezando a hurgar con la lengua.

Entonces pensé que debía haber bebido algo mas de lo que pensaba, porque además me sentía un poco torpe y decidí retirarme de la zona aquella, mientras fuera consciente de lo que hacía.

Me encontré junto a un grupo sentado, casi todo chicas, y menos alborotador y me acerqué para sentarme a su lado. En vez de hacerme hueco, una chica me hizo sentar encima de ella, me sujetó por la cintura y descansé un poco.

Estaban casi todas solo con las bragas puestas, y el pecho descubierto. Sentía las tetas pegadas a mi espalda, aplastándose contra mi, cuando se acercó y subió sus manos hasta mis pezones.

Hice un ademán de levantarme y retirarme, creí que estaría a salvo en un grupo de chicas, pero ahora no estaba muy convencida. Hablábamos de no se qué y parecía que no me hacían demasiado caso, pero sin darme cuenta empezaron a actuar.

La que estaba a mi derecha me reclinó sobre ella y empezó a darme piquitos suaves en la boca. Yo a veces la correspondía porque lo hacía muy bien, hasta que la que estaba del otro lado estiró mis piernas y quedé tendida encima de ellas, a lo largo.

Entonces tantearon en el broche del sujetador y me lo quitaron y después

entre dos o tres me bajaron las bragas, pasando sus manos por mi cuerpo y dándome besitos.

Lo hacían muy bien y me empezó a venir un gustirrinin hacia arriba francamente bueno. Estaba ya desnuda, a la vista de todo el que pasaba; algunos chicos se paraban a mirar un poco y seguían.

Alguna me metió un dedito y me empezó a prestar un poco mas de atención, sabia hacerlo, a una mujer le es fácil saber cual es el sitio donde le da mayor placer a otra.

Debió acercarse un chico a jugar también, porque sentí unos dedos mas grandes y el resto de la mano sobre mi sexo. Mi cuerpo estirado sobre el sofá, con las piernas fuera, empezaba a dar signos de agitación y yo me sentía descontrolada, esperando que avanzase más y deseando que cambiase los dedos por otra cosa, aunque mi mente me pedía que saliera de allí y terminara aquello.

No esperó mucho para hacerlo, él u otro; alguien se puso entre mis piernas y cogiéndome el culo con las manos lo levantó un poco hasta ponerlo a su altura y noté como su pene iba entrando por fin en mi sexo, que ya lo esperaba húmedo y abierto.

Lo metió del todo, sin brusquedad, hasta llegar al fondo de mí; sentí como me golpeaba y cuando notó que no entraba mas empezó a bombear. Las manos que me sujetaban dejaron de hacerlo, subiendo por mi cuerpo hasta mi pecho.

Era como una liberación, pero sentía que me estaban forzando. Dos o tres chicos mas estaban a mi lado, tocando mi cuerpo y con el pene fuera, esperando su turno. Alguno lo acercaba a mi cara, jadeante y con la boca abierta.

En eso, siento que se retira de pronto y una discusión bronca entre dos o tres chicos. Raúl me había perdido de vista al estar tapada por las chicas y cuando vio el jaleo del grupo se acercó a ver, cuando se dio cuenta de que era yo, tiró de mi violador y lo arrojó al suelo, chorreando a los chicos por abusar de mi estado y enfrentándose al compañero, al que

había estropeado la diversión.

Me tapó un poco mientras buscaba mi ropa, que no estaba muy lejos esta vez.

No encontró las bragas pero no me importó, me vestí allí mismo y le pedí que me acompañase a la habitación, no quería tener ningún otro encuentro esa noche. El me cogió del brazo y subimos.

Ya en la habitación me quité todo, lo junté con el resto de la ropa sucia y lo metí en una bolsa. Las bragas las di por perdidas.

Fui preparando la maleta mientras Raúl se duchaba y preparé la ropa del día siguiente, después me metí en el baño sin esperara que él acabara de secarse, cerré la cortina y me duché también.

Cuando salí, él estaba haciendo su maleta, con una toalla puesta en la cintura; me senté en la cama a mirarle mientras hablábamos. Le aclaré que nunca había asistido a ninguna de esas fiestas y si me metí en estas fue por curiosidad y por participar en alguna diversión con todo el mundo; alguno de los concursos tenía su gracia, aunque todos ellos fueran eróticos y con intención.

Era una forma de justificarme algo ante él. Entonces me dijo que quería saber si hubiera sido capaz de follar con su compañero, a lo que le hice ver lo frágil que puede llegar a ser una mujer, cuando por cualquier motivo llega a ese estado de excitación en el que deja de resistir y acaba por colaborar con su violador eventual, sobre todo si la situación no es muy forzada.

 

Yo seguía desnuda, sentada o recostada en la cama y su mirada se dirigía cada vez con más frecuencia a mi cuerpo. Yo le pregunté cual era su opinión sobre aquellos juegos y demás, y me confesó que sería incapaz de hacerlo con cualquiera, tenía que gustarle la chica.

Al decir esto retiró su vista de mí y enrojeció ligeramente. Cerró la maleta. Yo me tumbé en la cama y extendiendo mi mano le dije:

- ven a mi lado.

Sin quitarse la toalla se echó junto a mí, subió la sabana y apagó la luz, apoyando su cara en mi pecho.

- ¿yo te gusto?

- si, me gustas mucho.

Sabía que tenía que ser yo la que diera el primer paso. No era porque me agradase él hasta tal punto, ni que mi cuerpo todavía quisiera aliviar el deseo que me habían provocado un rato antes, aunque supongo que esto también influyó.

También pudiera ser una forma de agradecimiento por el detalle de estar pendiente de mí durante la fiesta y por su forma de ser, tímido pero valiente en el momento de defenderme.

Daba igual, no buscaría mas excusas. Ansiaba a alguien junto a mí, me hubiera dejado forzar por un desconocido un momento antes y ahora tenía junto a mí a un hombre que me deseaba y me podía dar satisfacción.

Le desaté la toalla, me acerqué a él subiendo mi pierna a su cuerpo y, apoyándome en su pecho, tomé su boca con la mía, pidiéndole que me abrazase. Me acarició con ternura y respondió a mi beso, girándome para

colocarse él encima y tomar la iniciativa.

Sabía hacerlo y además deseaba hacerlo conmigo. Consiguió llevarme bien pronto a un estado de frenesí tan fuerte, que tuve que reconocer que no le estaba pagando nada, sino que deseaba sentirle dentro de mí, y necesitaba que lo hiciese ya.

Busqué su pene con mi mano, ansiosa, pero él estaba besando mis tetas y chupando los pezones que se encogían y endurecían en su boca. Al sentir mi mano, subió un poco hacía arriba y pude coger lo yo quería. Lo agarré y apuntando nerviosamente conseguí colocarlo a la entrada.

A partir de ahí lo hizo él todo, me pasó una mano por detrás del cuello juntando nuestras caras y la otra por debajo de mi culo, empujando contra el hasta que me la metió bien dentro.

Sujeta de esta manera se dedicó a entrar y salir poco a poco, hasta que notó como me mojaba cada vez más y cuando estuvo bien lubricado inició un frenético movimiento dentro de mí.

Acabó él primero, entre convulsiones, pero continuó un rato mas, ya un poco mas lento, hasta que notó como mis paredes apretaban su pene instantes después y, agitándome y gimiendo, llegué al placer hasta caer rendida.

Durmió pegado a mí toda la noche. Yo tardé en conciliar el sueño, recapacitando un poco en lo sucedido esa semana, lo mas parecido a eso que llaman turismo sexual.; por lo menos para mi había sido bastante fuerte todo lo sucedido.

No solo es que hubiera engañado a mi marido, es que lo había sido por lo menos con cuatro chicos, hice casi de todo con ellos y asistido a dos orgías y, ahora, a mi lado, tenia dormido a mi ultimo amante, sintiendo su sexo en mis muslos y su mano en mis pechos.

Muy satisfecha no estaba, pero tampoco tenia un gran sentimiento de culpa, no había sido tan horrible. En fin, mañana se acababa todo, era mejor dormir un rato.

Sonó el despertador a la hora de siempre aunque hoy no teníamos que madrugar; Raúl seguía bien pegado a mi y su pene estaba, entre mis piernas, adquiriendo un gran tamaño, de modo que decidí no hacer mas tonterías y me levanté con mucho cuidado para no despertarle.

Como me sobraba tiempo y me notaba pringosa y sudada, preparé la bañera y me sumergí para relajarme en el agua casi ardiendo. Se estaba bien a gusto. Me enjaboné con esmero por todo el cuerpo, como si con eso pudiese también limpiar mi mente y mi conciencia.

   

 

Bueno. En realidad no estaba tan preocupada. Incluso pensé que tenía un montón de aventuras para contar a mi marido. Hasta fotografías podría enseñarle, aunque como siempre, tendría que ocultarle algunos detalles o variar parte de la historia que pudiera molestarle.

Estaba a punto de salir, tenía los dedos arrugados, y entonces entró Raúl. Yo había puesto las cortinas previendo esto y procuré no hacer ruido.

Le oí en el apartado del water y soltar el agua de la cisterna, pasó delante de mi y abrió las cortinas de golpe, metiendo una pierna dentro.

Entonces me vio, poniendo ambos cara de sorpresa, ninguno nos lo esperábamos. Yo me había encogido a un lado, porque casi me pisa y no se si interpretó este gesto como una invitación, porque pasó dentro y se sentó frente a mi.

Tomó mi esponja, echó jabón y se dedicó a frotarme todo el cuerpo, luego me hizo poner de pie, para lavarme las piernas, subió un poco hasta mi culo y mi sexo y parecía que quería sacarle brillo.

Entonces me hizo abrir un poco las piernas, pasando la esponja a través de mis rajitas delantera y trasera, la metió por los dos agujerillos por si no estaban bien limpios. Se le cayó la esponja al agua un par de veces y la segunda no la recogió, siguió con las manos.

Agarré la esponja que flotaba y me puse yo también a jugar. Le enjaboné el pecho y fui bajando por su vientre hasta su pene y su culo. Le hice lo mismo que él a mi, le pasé la esponja por su culito redondo, que se puso en tensión. No se lo esperaba. Cuando solté la esponja también y le di jabón con las manos por su pene no lo pudo remediar y creció y creció en mi mano, oscilando y estremeciéndose.

Mi mano es muy pequeña y necesité las dos para rodearle y bajar su piel, hasta que apareció el capullo, reluciente por el agua y su superficie suave y tersa.

Como se puede suponer yo estaba ya otra vez a tope y cuando le vi a él, me di cuenta de que ya no tenia solución, así que me dejé caer en el agua y abrí las piernas, esperándole.

Yo estaba flotando en el agua porque el se había enderezado o puesto de rodillas, colocando mis piernas y brazos en el borde de la bañera. De

esta manera, sin ningún esfuerzo, me tenía agarrada por los muslos y empezó a moverse y a tirar agua por todos los lados.

Cuando vio el estropicio que estaba organizando, ralentizó un poco sus movimientos, y yo, que esperaba que fuera rápido, empecé a calentarme como siempre que me lo hacen así. Sientes como el calor va subiendo por tu cuerpo, te agarras a él para que dure y de pronto te agitas en mil convulsiones.

Lo sentía venir, el ardor llegó hasta mi cabeza, y ya no me pude dominar, abriendo la boca para coger aire, entre gemidos incontrolables, estallé de nuevo en un tremendo orgasmo, que se prolongó hasta que le sentí viniéndose dentro de mí. Me tuvo que sujetar para que no me ahogara.

Nos volvimos a sumergir en el agua, que ya estaba enfriándose y le dije lo mucho que me había gustado estar con él, rogándole que desde ese momento lo diésemos por terminado y su discreción, por respeto a mi, que no quería ser objeto de chismes en lo que quedaba de curso.

Reaccionó muy bien, asegurándome que habían sido unos días muy bonitos en mi compañía y nunca los olvidaría, pero que entendía mi posición y respetaría lo que yo decidiese. Me pidió a su vez que aunque nos olvidásemos de los momentos de pasión que habíamos disfrutado

juntos, no perdiéramos la bonita amistad que se había creado entre nosotros.

Cuando nos relajamos un poco, abrimos la ducha y me volvió a lavar con la mano. Yo preferí no hacérselo a él, porque sino perdíamos el avión, de forma que me lavé el pelo mientras él acababa de ducharse, y esperé a que se fuese a la habitación a vestirse para salir a secarme.

Desnudos en la habitación nos dimos un beso, abrazados y, como había hecho los días anteriores, se quedó mirando mientras me vestía.

A bordo del avión todo el mundo estaba en silencio. Las bromas se habían acabado y los excesos de días anteriores quedaban en Italia. Todos parecían excelentes compañeros y no había pasado nada.

Pensé que había tenido suerte no viendo las caras de ninguno de los chicos que se habían acostado conmigo. Solo recordaba a David y a Raúl, y este parecía, si no arrepentido de sus actos, por lo menos apartados por algún tiempo de su cabeza.

Seguimos siendo buenos amigos en lo que restó del curso y en ningún momento hizo la mas mínima mención a lo que había pasado en aquella habitación. Si nos veíamos nos saludábamos cariñosamente y hablábamos, pero nada mas. Sentí alguna mirada o sonrisas de algunos otros, equívocas o incluso maliciosas, pero nadie sacaba en público el tema de sus fiestas. A lo mejor lo hablaban entre ellos, aunque siempre callaban si se acercaba alguna chica.

Y por supuesto: no acepté ninguna invitación mas para ninguna de sus fiestas.

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