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Aventura de verano (15)

en Hetero: Infidelidad

OTRA AVENTURA EN VERANO 15

LA BODA - 1

La víspera de la boda amaneció soleada y calurosa, como los anteriores. Ely tenía que hacer unas gestiones y se llevó a los niños para que no se aburrieran otro día y Maika y yo nos levantamos tarde y luego nos tumbamos al sol.

Cuando regresó Ely ya teníamos preparada la comida y puesta la mesa y los niños venían hambrientos y cansados. Después de comer se tumbaron a dormir, mientras nosotras repasábamos los temas pendientes.

Esta vez sería Ely la que se quedaría descansando y a cargo de los niños y Maika y yo iríamos a esperar a su hermana, con su familia, que llegaba de Sevilla. Dejaríamos a su hermana y marido, con Juan, en su casa, y el marido de Maika y un hijo de los anteriores, de unos dieciséis años, se vendrían con nosotros.

Yo, como siempre, era la pagana; Maika y su marido, dormirían en una habitación, la niña con Ely y los dos chicos dormirían en la mía, en una misma cama. Solo sería una noche, porque el día de la boda dormiríamos en el hotel, así que tampoco me importó demasiado.

Venían en su coche y les guiamos por la ciudad, acompañándoles a casa de Juan y quedando para cenar a una hora en el chalet. La cena fue muy animada; yo era la que conocía menos gente y estaba sin pareja, pero a cambio estaba en mi casa prácticamente

Después de cenar, Juan se llevó a su hermana y su marido a casa, Maika y el suyo se fueron a acostar, llevaban muchos días sin verse, y Ely y yo, ayudados por los chicos, recogíamos todo. Mientras Ely ponía el lavavajillas, me fui a mi habitación a cambiarme.

Carlos se estaba lavando los dientes, y aproveché para desnudarme y ponerme una camiseta a modo de pijama. Cuando entró al cuarto le pregunté por su primo.

Salí a la terraza, donde me dijo que estaba, y ahí le vi, agachado detrás de la ventana, viendo como su tía Maika se desnudaba. Volví a la puerta, e hice como que volvía a salir, llamándole y haciendo un poco de ruido. Distinguí como se apoyaba rápidamente en la barandilla y le mandé a lavarse y los dientes y a dormir.

El se me quedó mirando, y protestaba, sin convicción, retardando el momento de retirarse. Carlos salió entonces con nosotros y se acercó también a la barandilla. Cuando se dio la vuelta puso cara de sorpresa y embarazo y me pidió que fuera a su lado, para ver unas cosas.

Me acerqué y su primo, dejando de protestar, se metió en la habitación. Al verle acercarse a la puerta de entrada, me di cuenta del detalle: el crío de las narices no quería entrar porque se estaba poniendo ciego viendo mi cuerpo prácticamente al detalle, iluminado desde atrás por la luz de la habitación, haciendo que la leve camiseta casi desapareciera con la luz.

Pensé lo mismo que antes: menos mal que era solo un día, y se estaba acabando, porque con esa manía mía de ir de cualquier manera por la casa, ese chico se iba a poner las botas. Intentaría no ser tan despreocupada en lo que quedaba de noche y vigilar al chico, pero ya me daba apuro dormir en la misma habitación, solo faltaba que Carlos le contase algo y me organizasen una escena.

Conseguí que se metieran en la cama los dos y me fui a buscar a Ely, que ya había acostado a la niña. Estaba también en la terraza, que daba la vuelta a toda la casa, sentada en una hamaca, desnuda y pensativa. Me quité la camisa igual que ella y me senté en otra hamaca a su lado.

- ¿estas nerviosa?

- no, a estas alturas no, pero es un paso muy importante.

- si, pero es lo normal; os queréis y cuando dos personas se quieren, se acaba en matrimonio.

- si, yo quiero a Juan. Me voy a volver seria y a empezar a tener hijos ya.

- pero chica, que prisa tienes. Disfruta de la vida de casados primero y ya vendrán los hijos después.

- tu y yo nos lo hemos pasado muy bien, hemos hecho muchas locuras y nos hemos corrido grandes juergas juntas, pero eso se ha acabado.

- mira Ely, puede que tengas razón, pero yo me casé totalmente inexperta; el primero con quien lo hice fue mi marido. Ha sido mi primer hombre y el único si hablamos de amor. Tú has sido testigo de mis deslices fuera del matrimonio y no podrás decir que yo los busqué en ningún caso, ni que los provocara. No te calientes la cabeza, has hecho lo que tenías que hacer en cada momento. Disfruta de la vida junto a tu marido y no hagas más importante esos pocos casos aislados que pronto olvidaras.

- ¿tu te has olvidado cuando hiciste el amor con Juan?

Pretendía que mas pronto o mas tarde saldría ese tema. Juan y yo vivimos unos días de verano algo apasionados hace unos cuatro años y ella sabía que lo habíamos revivido unos días antes, cuando nos volvimos a ver después de tanto tiempo. No sabía qué contestarle y si le decía cualquier cosa no la iba a convencer, tenía que ser sincera.

La pedí que pasáramos al dormitorio, a su cama, a seguir hablando allí. Necesitaba tiempo para pensar una respuesta que no pareciera muy rebuscada y que la convenciera.

- sabes que es un caso diferente; Juan es una persona única, y por eso te casas con el. Me gustó cuando lo hice con él y si eso es lo que preguntas te diré que lo volvería a hacer. Es cariñoso, atento y detallista. ¿A ti te desagradó hacerlo con Pepe?

- no. Es un poco lo que tú dices. Es algo diferente.

- ¿y pensabas que me estabas engañando a mi con mi marido? ¿O faltando a Juan?

- no, no se me pasó nunca por la cabeza

- nunca lo hagas con alguien si no deseas hacerlo, pero disfruta de los momentos agradables con las pocas personas que vale la pena. Es lo que hago yo.

- dejaré de pensar en ello. Necesito compañía ¿te quedas a dormir conmigo?

- te lo iba a proponer. No tengo ganas de dormir en mi cama, con los dos chicos al lado. Son demasiado mayores para dormir los tres en la misma habitación.

Nos dormimos juntas, como muchas otras noches anteriormente, hablando hasta que nos entró el sueño. Sentía un gran cariño por mi prima y yo también deseaba compañía esa noche. Me sentía sola después de tantos días sin mi marido

Todavía era muy temprano cuando se despertó la niña y se levantó apenas sin hacer ruido, para no despertarnos. Poco después se abrió la puerta despacito y apareció Maika, sin decidirse a entrar

- ¿os molesto si paso?

- pasa, pasa – contestó Ely

- no quisiera ser inoportuna.

- Échate un rato con nosotras, todavía queda mucho para ir a la peluquería.

Se quitó el camisón, dejándose las bragas y se tumbó a nuestro lado.

- ¿Qué hacíais, si no es indiscreción preguntar?

- confidencias de hermanas. Nos contamos nuestras penas y nuestros deseos, y eso alivia mucho.

- hace mucho tiempo, antes de casarme, mi hermana pequeña venia a mi habitación y hablábamos. Siempre he lamentado no haber estado mas tiempo con ella y no hablar de tantas cosas que la tenía que haber dicho. Ahora, casadas las dos, no lo hemos vuelto a hacer.

Estas confidencias de Maika, dichas con un tono de pesar y tristeza, nos dejaron pensativas a las tres. Ni Ely ni yo teníamos hermanos y a lo mejor por eso estábamos tan unidas.

Permanecíamos las tres en silencio, cogidas de la mano, y se oyeron unos golpes en la puerta. Era el marido de Maika, Jesús.

- ¿puedo pasar?

- espera un momento.

Pero Ely nos sorprendió diciendo: pasa, pasa, como antes a Maika.

Jesús dio un paso hacia dentro y se quedó parado, tapándose la cara con una mano, para no ver, pero abriendo los dedos entre los ojos en plan de broma, para dejar el suficiente espacio y no perder detalle. Se echó al lado de su mujer.

Así por lo menos no tenia el panorama que yo me imaginaba que disfrutó al entrar. Tres mujeres desnuda en la cama, quietas, con cara de sueño y enseñando todo sin ninguna señal de vergüenza, como si fuera lo mas natural del mundo.

Era una persona muy correcta. Estoy segura que mi marido, que para mi es demasiado serio, si llega a estar en su lugar, se hubiera quedado de pie mirando. Eso si no llega a salir corriendo a por la cámara de fotos antes de que nos arrepintiésemos.

- ¿dormís siempre así?

- solo los días de boda.

- pues es un atentado contra un honrado padre de familia como yo. ¿Puedo mirar?

- ni se te ocurra, ya has visto bastante.

Si que había visto, todo lo que pudo, porque tanto Ely como yo no hicimos nada por taparnos. Ely me comentaría después que así desnuda no la había visto hasta ahora, pero que en topless en la playa si, mas de una vez.

No era un hombre que se le fuera la vista detrás de otras mujeres. Su otro cuñado sí, era mas mujeriego y aprovechado, y le miraba de otra manera que a ella no le gustaba. Ya sabía yo a quien había salido su hijo.

Nos levantamos los cuatro a desayunar. Los chicos andaban por ahí, no se les oía, pero hacia un buen rato que estaban levantados. Pensábamos ir juntas a la peluquería, ya teníamos hora, pero todavía quedaba mucho tiempo, así que me metí en la ducha y luego me fui arreglando con tranquilidad, aprovechando que no estaban los chicos.

Llevaba media hora recogiendo cosas por la habitación, colocando la ropa, haciendo las camas y guardando todo, porque después de la boda ya no volvería por allí y aparece la niña, asomando la cabeza por una rendija de la puerta.

- ¿puedo pasar?

- venga, entra. Que pasa ¿te aburres?

- si, no encuentro a Carlos ¿le puedo llamar?

- pues no, todavía estoy desnuda.

- Si quieres te ayudamos

- no, hoy no. ¿Donde están los chicos?

- estaban en la terraza pero luego desaparecieron.

- ¿y su primo?

- estaban los dos juntos

Me había olvidado de la terraza y de las costumbres de ese crío. Allí estaba, detrás de los cristales, a saber desde cuanto tiempo, y yo desnuda y tan confiada. Anoche había hecho el propósito de no confiarme y ya había caído nada mas levantarme.

Me puse rápidamente el vestido y unas bragas y salí a la terraza a

regañarle.

- estas tonto. ¿Qué es eso de espiar a la gente? Se va a enterar tu padre

- oye, que yo solo estaba en la terraza tomando el aire, y además a mi padre no le importa que yo vea a las tías en pelotas.

- pues a mi si y ya veremos cuando se lo diga. Vete al jardín inmediatamente.

Apareció Carlos y tiró de él para llevárselo.

- y tu Carlitos, parece mentira. Creí que éramos amigos.

Estaba muy enfadada y Carlos agachó la cabeza y se fue. La niña me dijo que él no estaba en la terraza y había regañado con su primo, diciéndole que no estaba bien lo que hacia y que me avisaría para que no me pudiese ver, pero el otro, mas grande, le amenazó con darle una paliza, y no se atrevió a decir nada.

En fin, acabé de vestirme y nos fuimos a la peluquería. Estuvimos cerca de dos horas, y al acabar, ellas se fueron a casa y yo al hotel, donde había quedado con mi marido y mi hijo.

Tuve una alegría tremenda cuando les vi llegar y mi marido casi me parte en dos del abrazo que me dio. Dejamos las maletas y nos fuimos a casa de Ely, que había encargado comida preparada para todos.

Mi marido y Juan no se conocían pero enseguida se cayeron bien. A Ely le dio un abrazo casi como a mi y le dijo lo feliz que era viéndola a ella tan entusiasmada con su novio. No creo que ninguno de los dos supiera que ambos se habían acostado con la pareja del otro, pero parecía como si lo sospecharan o intuyeran, porque hablaban de nosotras con pasión y demasiado entusiasmo.

Ely me había dicho que nunca habló con mi marido de aquellos días y yo le conté bastante, pero nunca le dije que aquel chico de la piscina con el que había hecho el amor hace unos años, fuera este Juan.

Después de maquillarnos, las hermanas de Juan y yo fuimos a ayudar a vestir a Ely. El vestido era precioso y tenia la ropa interior para la ocasión, toda blanca y de encaje, incluso se puso medias, con el calor que hacia, pero para compensar se puso unas braguitas pequeñas, pequeñas. Se había depilado todo el pubis y estaba como una recién nacida. Era muy guapa y se la veía realmente resplandeciente.

Cuando la dejamos lista, volví a la habitación, a dar el último repaso a mis hombres: estaban los dos impecables, y a mi solo me quedaba ponerme el vestido y partir hacia la iglesia.

El vestido era negro, con la falda justo por las rodillas y muy amplia, cubierta de tul y se abrochaba al cuello dejando la espalda al descubierto. Las bragas eran también negras, normales, de encaje. Con la tela utilizada para ellas se podían hacer diez del tamaño de las de Ely. Aunque el vestido era algo fino, no creí que se transparentasen, pero me gusta ir bien conjuntada

No me puse sujetador, porque después de hacer la prueba mi marido decía que en cuanto hacia el más mínimo movimiento se veía. Tampoco lo necesitaba, pero me molestaba que se me advirtieran los pezones a través de la tela. En el espejo no parecía que se notasen, así que me olvidé y me puse el collar de perlas y los pendientes a juego, que contrastaban vivamente con el vestido.

Me silbaron los dos al acabar y agarrada del brazo, uno a cada lado, salimos de casa hacia la iglesia.

Me encontré con alguna de las chicas que estuvieron en la despedida de soltera. Algunas venían con su pareja y otras solas, y de la familia prácticamente éramos los que habíamos convivido esos días previos.

Teníamos algunos tíos y primos, pero no todos fueron y los padres de Ely que estaban felices, vinieron ese día desde su pueblo. No se llevaba mal con ellos, pero desde que se independizó apenas se veían. A su padre, del campo, no le sentaba bien el traje de padrino, pero estaba satisfecho de la boda, por fin, decía. La madre casi no paró de llorar en toda la ceremonia.

Salió todo como habíamos previsto: la disposición en la iglesia, el banquete en el hotel, la música. Durante la cena estábamos sentados en la mesa de la presidencia, junto a los padre de Ely, mis tíos, y en el otro lado de la mesa las hermanas de Juan y sus maridos.

Cuando se levantaron para partir la tarta, después de las fotos, el otro cuñado de Juan intentó, a voces, hacer el circo de la liga, pero Juan se le acercó, le puso su manaza en la cabeza y le sentó de golpe y bruscamente. Le debió de hacer daño porque no volvió a abrir la boca en un buen rato.

La intención de los novios era ir a la discoteca del hotel después del baile en el comedor, para que los mas jóvenes y con ganas de marcha pudieran continuar la juerga hasta la hora que quisieran y ellos se quedarían esa noche en la suite del hotel, de modo que acompañarían a los invitados hasta que les pareciese bien.

Primero salieron a bailar los novios, solos, y después del vals empezaron a salir el resto. Yo bailé con mi marido, que me agarraba muy fuerte y me decía lo guapa que estaba esa noche. Juan bailó con sus hermanas, después de hacerlo con su suegra, que lo pasó muy mal la pobre. Mi marido entonces me dijo que iba a bailar con Ely, que estaba sentada viendo como Juan cumplía con su familia.

Los dos bailaban muy juntitos. Mi marido bailaba medio bien todo lo que fuera agarrado, pero parecía un pato ante cualquier ritmo moderno. Les miré dando vueltas por la pista y me recordó una vez en una discoteca de la playa, lo juntitos que bailaban y la cara ilusionada de ambos.

Juan se acercó a mí y me invitó a salir

- ¿quiere la chica mas guapa de la fiesta, después de la novia, bailar con este admirador?

- ¡como no voy a querer bailar con el chico mas guapo de la fiesta, después del marido de la prima de la novia!

- me has liado. Eso último no lo he entendido.

- da igual, vamos

- perdona que te haga esta pregunta, a lo mejor es inoportuna ¿sabe tu marido que tu y yo…? Bueno, que alguna vez tuvimos algo.

- no, no se lo dije. Es decir no le dije que había sido contigo.

- pero entonces le dijiste que te acostaste con otro…

- si, se lo tenia que decir. No acostumbro a engañar a mi marido.

- pero el otro día lo volvimos a hacer. ¿Por qué?

- siempre me has gustado, ya te lo dije, y tu una vez me dijiste que me querías. Yo no te quiero, pero eres la persona que mas me ha atraído nunca.

- gracias, yo también quiero a Ely, pero cuando te veo y te tengo en mis brazos como ahora, siento un impulso de abrazarte y no soltarte y hacer locuras.

- bueno, algún día volveremos a hacer otra locura, pero ahora disfrutemos del baile.

Al estar en sus brazos me di cuenta que sí sería capaz de hacer esa locura con él, a poco que me lo propusiera. No entendía muy bien cuales eran mis sentimientos, pero si estaba segura que me atraía fuertemente. Sentí su pene a través del pantalón y me entró una oleada de calor recordando su grosor y su tamaño, y como llenaba mi hueco y lo que le costaba moverlo dentro hasta que yo no chorreaba literalmente de lubricación.

Me excitaban esos recuerdos y el bulto pagado a mi pierna. Sus manos en mis caderas me traspasaban su calor a través de la tela del vestido.

 

Me junté más a él y le miré con angustia, sentía mi deseo y le pedí que nos sentáramos un rato. No entendía como podía sentir eso, mientras bailaba a dos metros de mi marido que nos miraba, yo creo que reparando en lo evidente de mi actitud.

Regresé con mi familia mientras los novios iban por las mesas saludando y agradeciendo a los invitados su compañía. Mi marido me cogió la mano y me besó, observando mi cara con el color de la turbación todavía reflejado en ella.

- se te veía radiante al bailar. Parecías tú la novia

- que exagerado. ¡Estoy guapa con este vestido! ¿A que sí?

- no lo decía por el vestido, tú lo sabes. Lo decía por tu cara, por como le mirabas.

- ¿estas celoso?

- ¿acaso tengo que estarlo? Tú sabes que no, pero si intrigado. Esa cara feliz solo la pones en casos muy especiales.

- déjalo. Ya te contaré el porqué en otra ocasión. Ahora estamos de boda.

Corté la conversación, pero él no quedó convencido de mis palabras, aunque esperó a que yo quisiera aclararle su pregunta cuando me pareciera oportuno.

El baile seguía y mi marido a esas alturas ya no le apetecía bailar. Cuando vi acercarse al cuñado de Ely, me levanté y saqué a mi hijo a la pista. Nos lo pasamos muy bien, porque para él eso era juerga, aunque había salido a su padre y enseguida lo dejó.

Le acompañe a su mesa, para ver como se lo estaban pasando los chicos. Vi a Carlos cabizbajo, mirándome pero sin atreverse a hablar y le pedí que bailase conmigo. Se levantó un poco a regañadientes pero le cogí de la mano y salimos a la pista.

Era una pieza lenta y sentía su mano rozándome apenas la cintura. Le dije que me perdonase la regañina, que su prima me lo había explicado todo y que quería volver a ser su amigo.

Se juntó más a mí y sentí su mano más fuerte y un poco mas abajo. Bailé bastante rato con él, porque le agradaba sentir mi cuerpo con sus manos y a mi me servía para rebajar un poco la calentura que me había entrado con Juan.

Después del baile se lo presenté a mi marido, diciéndole que era un novio que me había echado esos días. Se puso muy colorado, pero mi marido se portó muy bien, le saludó muy serio y le alabó su buen gusto por tener una novia tan guapa.

Ahí me pilló desprevenida el cuñado pesado, Jaime se llamaba, y ya no le pude decir que no. Nada mas salir se pegó a mi, me alejó un poco de la mesa y se dedicó a meter la mano por el lateral del vestido. No tenia sujetador, así que enseguida llegó a mi teta y me la agarró con todas sus

ganas.

Le aparté la mano como pude y durante unos segundos se comportó más o menos correctamente. Volvió a intentarlo otra vez, acercando su boca a mi oreja y dándome besitos, pero su aliento olía demasiado a alcohol, y resultaba tremendamente desagradable.

No sirvió de nada que le regañase ni me apartase, debía estar además un poco bebido, y se puso excesivamente pesado. Me encontraba violenta y enfadada, no podía organizar un follón en mitad de la boda y este tío se estaba pasando y encima se creía gracioso. Me salvó el otro cuñado.

Se acercó por detrás de él y le dijo que le llamaba su mujer, cuando se volvió a ver, me agarró y me separó de él, bailando de nuevo hacia la mesa. Me comentó que su mujer era una joya pero que el hombre se consideraba irresistible y en realidad nadie le aguantaba. Lo que hizo Juan para callarle, cuando empezó con lo de la liga era lo único que se podía hacer, porque no entendía otra cosa.

Bailé con Jesús, que era además de un gran bailarín, un tío gracioso y ocurrente. Me junté a él e hicimos una perfecta exhibición. Me estaba divirtiendo de verdad y volví a estar contenta y alegre de nuevo. El apuro de estar violenta al lado de Juan desapareció y el enfado por el atrevimiento de Jaime, se fue diluyendo hasta olvidarme por completo de él.

La verdad es que el marido de Maika era un gran tipo, simpático y buena persona, y bailaba francamente bien, pero era tan corpulento que empezó a sudar y a cansarse.

Le sugerí que descansáramos un poco y me acompañó a la mesa. Al acercarme a ver a mi hijo, descubrí que había hecho muy buenas migas con Carlos y me alegré. Le dije que cuando quisiera se podía ir a la cama y le di la llave de la habitación.

Ely me llamó aparte y me dijo que si la ayudaba a cambiarse. Iba a subir a la habitación para ponerse mas cómoda y luego nos iríamos a la discoteca como estaba preparado, pero el vestido la estaba pesando mucho ya y para bailar en la disco era muy engorroso.

Avisé a mi marido y la seguí. Subimos a la habitación y Juan vino con nosotras. Dijo que ya que no la había visto vestirse, vería como se desnudaba.

Juan se sentó y se puso cómodo en una silla mientras yo la iba desabrochando todos los botones por detrás y le quitaba el velo de la cabeza tratando de no despeinarla. Cuando se quitó el vestido y el viso, quedando en ropa interior, Juan no lo pudo evitar y se levantó, acercándose a ella y besándola con todas sus ganas.

Me levanté para irme y dejarles intimidad, pero Ely me llamó.

- no te vayas. Hazle compañía a Juan un momento mientras me doy una ducha rápida, estoy sudando con este vestido.

Era demasiado para Juan y para mi. Él se quedó cortado cuando Ely se metió en la ducha, dejándole con las ganas, tirado encima de la cama, y yo, que acababa de recuperarme del calentón durante el baile, me encontré a su lado en la cama sin saber que hacer.

Cuando me subió la falda para tocar mis piernas y mi culo, todavía sentada, no lo dudé y me puse en pie, me acerqué a él y le desabroché el pantalón, buscando desesperadamente lo único que podía aliviarme en aquel momento.

Oíamos el agua de la ducha y era como un reloj de arena contando el tiempo que teníamos. Ni siquiera me quitó las bragas, las separó a un lado y empezó a empujar despacio, con nervios y prisas. Yo llevaba toda la noche esperando. Sabía que hoy lo haría también con mi marido, pero quería saborear de nuevo esa tremenda maquina de sexo y saciarme con su enorme tamaño.

Es posible que el tamaño no importe y un pene pequeño puede hacer maravillas en el interior de una mujer si su poseedor es lo suficientemente hábil, pero podéis preguntarle a cualquier mujer que prefiere en igualdad de circunstancias y siempre elegirá el más grande. Debe ser el instinto de reproducción o esas cosas, pero nunca falla.

Yo ya lo estaba sintiendo desde que puso solamente la punta dentro y en cuanto llegó al final estallé en un violento orgasmo. El se movió un poco mas y no tardó mucho en contagiarse al ver mi expresión de gozo y acabó igual que yo, lo mas silenciosos que conseguimos ser, como liquidando una cuenta pendiente, desencajados por el placer y satisfechos de haber tenido esa oportunidad.

No nos dimos cuenta que hacía ya un buen rato que no se oía el agua de la ducha, ni vimos que Ely estaba mirándonos desde arriba, sin saber cuanto tiempo llevaría allí.

- presentía que no os podía dejar solos…

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