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Loco verano de sexo (1)

en Hetero: Infidelidad

LOCO VERANO DE SEXO - 1

Viaje de Estudios 1

Durante este año me encontraba dando clases como suplente en el instituto donde estudiaba mi hijo, ya con catorce años. Siempre me ha gustado la enseñanza, pero el cuidado de mi familia no me dejaba tiempo para trabajar. Está suplencia, de dos horas diarias, me permitía ocupar un poco de mi tiempo y matar el gusanillo del trabajo fuera de casa, sin que tuviera necesidad de pasar todo el día fuera.

Por enfermedad o baja de uno de los profesores me ofrecieron acompañar a los alumnos en su viaje de fin de curso, que seria a Baleares, en la primera semana de mayo. Acepté, aunque los chicos me parecían bastante ingobernables, porque participarían otros dos profesores, y yo iba un poco como ayuda.

El viaje era muy cómodo. Estaríamos siempre en el mismo hotel, en la costa, haríamos excursiones turísticas por la isla y mucho tiempo de playa. El único problema seria controlar las noches de los alumnos, que solo deseaban salir de marcha hasta la madrugada.

Salimos el sábado desde Barajas, y a mediodía ya estábamos en el hotel. Se habían formado dos grupos, uno que fue a Ibiza los cuatro primeros días y nosotros, cuarenta y dos alumnos, un profesor, Rufino, una madre de la asociación de padres, Montse, y yo. El martes coincidíamos todos

en Palma y el miércoles salíamos nosotros a Ibiza y desde allí, vuelta a Madrid el domingo.

Ese día, lógicamente, no teníamos ninguna actividad y mientras Rufino se iba a echar la siesta, nosotras dos nos fuimos a la piscina del hotel. Yo me puse un bikini no demasiado pequeño, pero que subía bastante de cintura, haciéndome las piernas mas largas. En una mujer bajita es un recurso para aparentar mas altura. Montse se puso un bañador entero, lleno de colorido, precioso. Es mas alta que yo y no necesitaba de ninguna medida para parecer mas de lo que era.

Había algunos alumnos, tomando el sol o bañándose, pero la mayoría se fueron a dar una vuelta por la ciudad y a buscar sitios para la noche.

De un grupito de tres chicas, se acercó una hacia mí y me llevó a un aparte.

- quería pedirte un favor, si me puedes dedicar unos minutos.

- por supuesto, lo que necesites.

- mira, es que no nos hemos puesto el bañador porque no nos hemos depilado, ya sabes… ahí abajo. No nos atrevíamos a hacerlo solas, y como hemos visto que a ti no se te ve nada, pues… que si nos podías echar una mano, o decirnos como hacerlo.

- ¿tenéis cuchilla de afeitar?

- no, solo tijeras

- espera, que le digo a Montse que la dejo un momento y estoy con vosotras.

Entramos en el hotel y como a ellas les daba vergüenza, pedí en recepción unas hojillas desechables y un poco de jabón y subí con ellas a su habitación.

- vais a tener que quitaros la falda y las bragas.

No les dio ningún apuro, se quitaron toda la ropa y se quedaron en pelotas. Ninguna llevaba sujetador, y la verdad es que con esas tetitas pequeñitas y tiesas no hacia ninguna falta.

Me las quedé mirando sin poderlo evitar. ¡Madre mía, que desarrolladas están hoy las chicas! ¿Qué les darán de comer? Una tenía casi mas pecho que yo y las tres tenían, y en cantidad, una buena mata de pelo en el pubis, negro y alborotado. Les pedí las tijeras para dar el primer corte y les orienté un poco.

- lo normal es dejarlo mas cortito y afeitar los bordes del todo, para que no se vea por los lados del bikini.

- ¿no se afeita del todo?

- pues como queráis, pero no hace falta. Al principio está muy bien, pero en cuanto empieza a salir, pica y es molesto.

- ¿tu como lo tienes? ¿Podemos verlo?

- hombre… ¿para que queréis verlo? Cortarlo como vosotras lo prefiráis.

- pues para hacernos una idea.

Me bajé las bragas y les enseñé mi pelito recortado. Me tocaron y les gustó como estaba, pero una de ellas prefirió cortárselo del todo.

Repartí un poco las tareas. Primero rebajé la melena a una con las tijeras y se las pasé para que se lo hicieran igual la una a la otra. Mientras, con la cuchilla de afeitar y bien de jabón, fui dejando bien lisitos los bordes para que no se escapara ni un pelo.

La segunda quiso que le dejara solo una tira por encima de la rajita, fina y hacia arriba y que no se lo cortara demasiado y por último, la tercera lo quería totalmente depilado.

Cuando llegué a está ultima, mi nariz ya estaba embriagada del olor de las dos primeras, al tener que colocar mi cara cerca, para poder hacerlo bien.

A está además, tenia que sujetarle la piel, para estirar y que la cuchilla no cortase al pasar por algún pliegue, y cuando la sujeté por los labios vaginales para trabajar en esa zona, mis dedos se empaparon de su

liquido y acercaba mi cara mas de lo necesario.

Al acabar, le quité en la ducha los restos de jabón y la sequé con la toalla y les dije que se tenían que echar crema para que no se irritase la piel.

Al decirme que como se la echaban, no podía creer que no lo supieran, pero no me importó coger el tubo y aplicárselo yo misma a la ultima, que tenia todo el chochito liso y suavecito.

La recosté en la cama y le fui extendiendo con dos dedos, dándole un masaje suave; cuando mi mano rozó su concha, se echo hacia atrás y abrió bien las piernas. Me acerqué y le di bien por los bordes, llegando a meter algún dedo un poco donde no era necesario.

Me di cuenta que me sofocaba, me estaba gustando y me parecía que ella estaba a punto de correrse. Lo abandoné, apurada y me senté en la cama, dejando el tubo en la mesilla.

Las otras dos chicas estaban dándose crema en la otra cama, al lado nuestro, o más bien se masturbaban mutuamente. Yo no sabía donde mirar y lo que más me preocupó: no deseaba irme, estaba hipnotizada y quería ver como acababa aquello.

La chica que estaba tumbada junto a mi se puso a mis pies y me bajó las bragas, acariciando mi pelito y jugando con los labios en mi sexo. La tenia que haber rechazado y retirarme a mi cuarto, pero sentía en mi nariz su olor y en mis dedos el aroma de su interior y estaba confundida.

- ¿te gusta?

- si, pero no creo que debamos hacer estas cosas. Soy vuestra profesora y no está bien esto que hacéis..

- ya, pero es mejor que hacerlo con un chico o a solas. ¿Tú de joven no lo hacías?

- no, no lo he hecho nunca.

- solo nos damos un poco satisfacción. No creas que nos gustan las

chicas, pero esto es mejor que acostarse con cualquier chico. Nos alivia un poco.

Empecé a agitarme y temblar. Tenía una gran habilidad.

- no, por favor. Estate quieta. Me tengo que ir.

No se como me pude separar y vestirme antes de salir de la habitación y bajar de nuevo a la piscina. No sabía si contárselo a Montse, cuando le relaté para que me querían. Al final se lo dije y no se sorprendió nada.

- si, yo creo que a su edad yo lo debí de hacer alguna vez con casi todas mis amigas. Era una forma de descubrir el sexo sin peligro. ¿Tú no lo has hecho nunca?

- no. En mi colegio no se nos ocurría a ninguna, o por lo menos yo no me enteraba.

Ella se tocó por el borde del bañador y comentó que también la hacía falta.

- me parece que si mañana me pongo el bikini, algún pelillo se escapará. Creo que me tendré que recortar yo también un poco. ¿Te han sobrado cuchillas?

- pedimos mas. No me han puesto ninguna pega en recepción.

- subimos y me ayudas.

- como quieras.

Se quitó el bañador entero en la habitación, y se puso una camiseta, pero no se colocó las bragas. Miró mi entrepierna y me pidió que se lo enseñara, a ver como lo tenía, para dejárselo igual. ¡Que manía! Que mismo le dará como lo tenga yo. Me bajé un poco la braga.

- ah, pues yo me lo voy a dejar igual que tú, pásame las tijeras.

Se lo recortó y luego la tuve que ayudar con la cuchilla. Menos mal que no tenía el tacto de las niñas de antes, porque ya me estaba temiendo otra reacción de mi mente calenturienta, y si el primer día empezaba a sentir estos impulsos sexuales iba a tener una semana alarmante.

Se duchó y luego pasé yo, mientras ella se arreglaba. Salí envuelta en la toalla, pero ella se paseaba desnuda por la habitación, recogiendo su ropa y buscando qué ponerse para salir.

Montse tendría dos o tres años mas que yo y estaba delgadita, pero con las redondeces en su sitio. Era un poco más alta y tenía el pecho pequeñito, como una niña, con una aureola grande y un pezón hinchado. Resultaba curioso verla y se dio cuenta que le miraba el pecho.

- Tengo unas tetas raras, ¿verdad?

- no raras, no. No sé. La verdad es que nunca había visto un pecho así.

- casi nunca uso sujetador, y si me lo pongo es para rellenar un poco.

- debe ser muy cómodo.

- a veces me gustaría tener mas, pero a mi marido le gusta así y ya me he acostumbrado.

Cuando me desnudé para vestirme yo también, se acercó a mí y me pasó las manos por mi pecho.

- me gustan. Son grandecitas y apenas se te caen. ¿Cuantos años tienes?

- hago 37 este otoño.

- pues pareces mucho mas joven. Yo te hacia poco mas de treinta.

Eso siempre me halaga. Pero mi cara de niña y mi baja estatura engañaban, haciendo ese efecto.

Por si acaso hacía frío nos pusimos pantalones vaqueros y bajamos a recepción. Llamamos desde allí a Rufino, para ver cual era su plan, pero no contestaba, así que nos fuimos a dar una vuelta y a cenar por ahí.

Al regreso nos estaba esperando y le ayudamos a comprobar que los chicos volvían a su hora. Cuando nos fuimos a acostar solo faltaban cinco o seis, que llamaron para decir que volverían mas tarde y que no nos preocupáramos.

No tenía solución, y por lo menos pensaron que podíamos estar preocupados y avisaron, así que nos fuimos a dormir y quedamos a una hora para desayunar juntos y salir para la excursión programada para ese día, toda ella en la ciudad de Palma y al cercano castillo de Bellver, un edificio redondo, muy curiosos en su arquitectura y de los pocos que existen con esa planta.

En la habitación yo me desnudé, para dormir nunca me pongo nada y Montse se me quedó mirando mientras me sacaba la camisa. Su cara era de curiosidad, con una mezcla de malicia. Estaba desnuda también, con un camisón cortito en la mano, y buscando cual era el derecho y cual el revés, antes de ponérselo. Se acercó despacio, poniendo la mano en mi pecho, y sonriendo como un gato ante un ratón.

- ¿de verdad que no lo has hecho nunca con una mujer?

- no

- ¿no has estado nunca con una mujer desnuda en la cama?

- si, pero lo mas que he hecho ha sido dormir abrazadas. Nunca he sentido atracción por las mujeres.

- te voy a tener que enseñar. Hazme sitio.

- Anda, estás tonta, acuéstate y calla.

Se rió al ver mi cara de susto, pero se metió en su cama. Ahí siguió hablando:

- ¿no echas de menos el sexo cuando estas lejos de tu marido?

- normalmente no, a no ser que sea mucho tiempo. Para mi el sexo no es algo imprescindible.

- pues yo no se si voy a poder aguantar toda la semana.

- pues no es tanto tiempo.

- ¿Qué no? ¿Pero cuantas veces lo haces normalmente? Yo al tercer día ya estoy que no aguanto.

- lo hacemos con frecuencia, pero si pasa mas tiempo tampoco ocurre nada. Hay cosas más importantes.

- ¿mas importantes que el sexo? Ninguna.

Bueno, era una teoría. A mi me gusta el sexo, como a cualquiera, pero desde luego no lo considero algo fundamental o imprescindible, y creo que hay cosas mas importantes, aunque ahora mismo no se me ocurriese ninguna para responderle.

Por la mañana madrugamos las dos y bajamos a desayunar con Rufino.

Montse se puso unos vaqueros increíblemente ceñidos. No me fijé que bragas llevaba, no la vi vestirse, pero no se le marcaban nada. La camiseta de tirantes dejaba el ombligo a la vista y con su poco pecho, parecía una alumna algo mayor que las otras, pero desde mi punto de vista, más deseable.

Como ayer pasé calor con los vaqueros, me puse un vestido amplio de tirantes, con la falda de vuelo y una torera o chaleco corto, por si refrescaba.

Los alumnos estaban todos a su hora. Rufino se dio mucho tiempo para no tener que esperar a los torpes de siempre y a las diez y media salíamos en el autobús. Primero visitaríamos la catedral, dando tiempo para los que íbamos a misa y después de visitar la zona turística de los alrededores iríamos al castillo de Bellver.

Casi todos tenían maquina de fotos y nos hicieron ponernos con ellos en alguna. La verdad es que no desmerecíamos nada y como encima íbamos bien peinadas y maquilladas, casi se pegaban por hacerse la foto al lado nuestro.

En la zona alta del castillo se notaba el viento, pero seguía haciendo calor. Hoy seria una buena tarde de playa. Rufino dijo que tampoco bajaría con nosotras, estaba haciendo un estudio sobre no se qué y aprovecharía los ratos libres para ello.

Volvíamos hacia el autobús, los alumnos se hacían las últimas fotos, cuando una racha de viento me subió la falda casi hasta la cabeza. Mis piernas quedaron al aire y mis bragas azulitas y caladas brillaron en mitad de mi cuerpo, ya moreno después de las ultimas jornadas de sol

   

Me recompuse lo mas rápido que pude, mientras Montse se reía de mi y de mi apuro. No parecía que los chicos hiciesen gestos ni comentarios y me olvidé.

Estábamos ya en la habitación, lavándonos un poco antes de ir a comer y oigo desde el baño voces en la habitación contigua.

- ¿te has fijado que buenas están?

- tienen un polvo las dos…

- menudo trasero la Montse, y bien prieto

- pues y la seño. Ya te enseñaré la foto. Todo el culo al aire y esas bragas pequeñitas, casi transparentes. Se le notaba todo el panocho. Me ha puesto burro.

Entró Montse, diciendo que bajáramos ya y se cortó la conversación. Estaba claro que se referían a nosotras y yo que pensé que no se había fijado nadie en mi falda al vuelo, y hasta había fotos de ello. Me daba vergüenza bajar al comedor y que todo el mundo me mirase.

Lógicamente nadie me miró, ni sonreía cuando me miraban. Eran mis aprensiones y mis temores los que me preocupaban.

Tumbadas al sol, después de comer, me pasé casi todo el rato mirando a los chicos a ver si alguno se fijaba algo mas, y al final me di cuenta de que así no podía estar todo el día. Y acabé con la conclusión de siempre. Si querían mirar, pues que mirasen, y si veían algo, pues mejor para ellos.

Montse me propuso ir a ligar esa noche. Me lo tomé como gracia y no la

hice caso, pero me dijo que no me inquietase, que ya me buscaría uno para mí. Cuando pensé que lo decía en serio es cuando empecé a preocuparme.

Las chicas de nuestro colegio y las de algún otro que coincidía allí usaban unos tangas minúsculos. Yo me había puesto algunos bikinis casi igual de pequeños cuando era algo mas joven, pero nunca delante de todos mis compañeros y amigos y en playas en las que mucha otra gente iba desnuda.

Daba envidia ver esos cuerpos, tan esbeltos y jóvenes y daba envidia la despreocupación y naturalidad con qué hacían todo. Entonces recordé la conversación oída en el baño y me subió un poco la moral. Estaba segura que si Montse decidía ir a ligar era capaz de lograrlo antes que cualquiera de esas niñas.

Bueno, lo malo es que si decía en serio lo de buscarme otro para mi, era capaz también de conseguirlo.

En la noche estuvimos en la disco, con los chicos, y salimos un rato a bailar nosotras solas. Siempre me ha gustado bailar y me muevo bien en la pista. Los bailes modernos de contonearse son muy fáciles si sabes llevar el ritmo. Ella también tenía mucha gracia. Incluso me agarró una vez cuando pusieron algo mas lento.

Cuando nos estábamos acostando volvió con el mismo tema.

- es dificilísimo ligar aquí. Te has fijado que ninguno de los chicos nos ha sacado a bailar.

- pero es normal. ¿Como van a sacar a bailar a una madre de un compañero o a una profesora?

- mañana vamos al hotel de al lado, ya veras como allí, que no nos conoce nadie, lo conseguimos.

- ya veremos mañana.

 

- al final me voy a tener que liar contigo.

- de acuerdo. Seré tu reserva. Duérmete ya.

Por la mañana estuvimos viendo museos y por la tarde de nuevo tomando el sol, pero hoy en la playa, porque decía Montse que ahí no nos conocía nadie y seguro que alguien se nos acercaba.

Lo de que no nos conocía nadie era verdad, yo incluso me quité el sujetador del bikini, y ella me imitó para tener más oportunidades, según dijo. Era mejor que la piscina, pasaban muchos tíos buenos, pero ninguno se acercó.

Yo cené con Rufino, pero Montse se arregló bien y se fue a cenar al hotel de al lado y me dijo que me llamaría si lo conseguía.

Estaba en la cama cuando me llama Rufino para ver si podía ir a la

habitación de unos alumnos, porque había un problema.

Me puse rápidamente la bata, pero no se me ocurrió ponerme nada debajo, ni siquiera las bragas, porque precisamente era en la habitación de al lado. Llamé y me abrió Rufino, muy preocupado: uno de los alumnos se encontraba mal, parecía que estuviese bebido, a pesar de que en el hotel no servían bebidas alcohólicas.

Llamé al servicio de urgencias, dándoles el número de nuestro seguro y nos dijeron que le llevásemos allí inmediatamente, que le atenderían. Quedé con Rufi en que se iría con él en un taxi y yo me quedaría allí, esperando sus noticias.

Los otros dos compañeros de habitación también estaban algo bebidos, pero razonaban casi normal, incluso parecían preocupados por su amigo. Les mandé acostarse, pero querían esperar noticias del hospital. Rufino llamaría a mi habitación, de modo que les dije que se pusieran el pijama y vinieran conmigo.

Les tuve que ayudar porque no se tenían casi de pie. Cuando les quité los pantalones y les di el del pijama, se quitaron además los calzoncillos, dejándome sorprendida, yo con sus pantalones en la mano y ellos totalmente en pelotas, exhibiendo un par de herramientas que para su edad estaban mas que bien.

Pasamos a mi habitación, les señalé las sillas y yo me senté en la cama, apoyándome en el cabecero. Se quedaron dormidos y yo, sin darme cuenta, fui resbalando por el cabecero y caí dormida también, atravesada en la cama.

Me despertaron sus besos en mi piel y sus caricias en mi pecho y mis muslos. Medio dormida como estaba, no tenia yo muy claro donde me encontraba, ni quien me tocaba. Uno restregaba su pija por mi cara y el otro me metía mano y me chupaba la conchita con mucho entusiasmo.

Bueno, parece que no era Montse la única que necesitaba sexo porque me estaban dando un gusto tremendo y me quedé quieta, con los ojos cerrados como si estuviera dormida, disfrutando del momento, mientras pensaba que hacer.

Abrí algo la boca y sentí el pene entre mis labios. Lo chupé un poquito pasando la lengua por su glande, que ya soltaba algo de líquido, mojándome la cara. El otro se enderezó a mis pies.

- no se la metas, estas tonto. Se va a despertar y nos la cargamos.

- pero si es que mira como me ha puesto. No aguanto más.

- solo veníamos a verla de cerca y hasta la hemos podido tocar bien. No hagas tonterías.

Mi subconsciente decía que siguiera, pero tenía que cortarlo. Ya habían tenido su ración, como dijo uno de ellos y seguir más era muy peligroso. Eran de mi colegio y seguro que menores de edad.

Noté la punta entrando despacito, era fácil, me había chupado un montón y estaba llena de saliva. Apenas me tocaba y entraba lentamente, para no despertarme. Tenia que tomar una decisión: mi mente decía que había que parar aquello, pero mi cuerpo gritaba que esperase un poquito, solo un poquito mas.

Estaba ganando mi cuerpo y le dejé un poco mas, pero tenía que decidir de una vez. Gracias a Dios se despejó providencialmente la pelea en mi interior. La campana salvadora vino en forma de teléfono.

Dejé que sonara dos o tres veces, hasta que hice como que me despertaba. Disimulé muy bien, abrí los ojos, me quedé quieta un rato y luego di un salto y me lancé al teléfono. Ellos estaban sentados, tan formales, como si se acabaran de despertar igualmente. Lo hice tan bien que ni me abroché la bata, enseñándoles todo mientras descolgaba.

Al chico le habían hecho devolver y le dieron no se qué y en un par de horas estarían de regreso. Mientras hablábamos me iba cerrando la bata, y me abroché el cinturón. Les dije lo que me contó Rufino y les mandé a dormir a su cuarto.

Me volví a meter en la cama y no me enteré de nada más hasta que sonó el despertador. Montse estaba frita y no la quise despertar porque debió de llegar muy tarde. A lo mejor por fin había triunfado. Ya me contaría y hasta era posible que dejara de meterse conmigo.

Tuve que insistirle a Rufino que se metiera en la cama y que no se preocupara, que yo me encargaría de todo. Hoy tocaba visitas por la ciudad, de museos, totalmente cultural y lo haríamos andando. Aceptó, el

 

hombre. Tenia unas ojeras enormes y le dije que ya le contaría a mediodía.

A la hora de comer aparentaba mejor aspecto y Montse estaba ansiosa por contarme novedades. Tuvo que esperar hasta que estuvimos sentadas en la playa para decirme que estuvo con dos chicos casi toda la noche, que habían estado a punto de follársela, pero que no hacían mas que rondar otros chicos por allí y al final lo tuvo que dejar.

- lastima, ahora que por fin lo conseguiste.

- no, no te preocupes. He quedado con ellos esta noche y casi es mejor, porque mañana nos vamos y así no hay problemas ni complicaciones.

- ¿y donde vas a ir?

- pues a lo mejor a nuestra habitación, ya te avisaré.

- no me compliques la vida. Te buscas un sitio o te vas a la habitación de ellos.

- si es que cada uno esta en una habitación. Oye tienes un moretón en esa teta.

- ¿que? ¿Donde?

- en una no, en las dos. ¿Que hiciste anoche? no se te puede dejar sola. Cuenta, cuenta.

- no hay nada que contar. La mitad de la noche esperando que sonase el teléfono.

- bueno, ya me lo dirás cuando quieras.

No cenó con nosotros y Rufino y yo estuvimos con los alumnos, vigilando a los mas díscolos y comprobando que no entraban alcohol sin que los vigilantes del hotel, avisados por nosotros, lo advirtiesen. Parecía que todo estaba bien, pero hasta que no empezaron a retirarse, pasada la una de la madrugada, no nos fuimos a dormir.

Al abrir la puerta de la habitación me encontré de pronto con una de las escenas mas pornográficas que nunca había presenciado.

Montse estaba despatarrada sobre la cama, con los ojos medio cerrados y la cara de placer absoluto que le estaban dando sus dos amiguetes, también desnudos. Tenia a uno sujetándole las piernas, con el pene totalmente introducido en su interior y golpeándole las nalgas con su movimiento de mete y saca. El otro le había metido la pija en la boca, casi hasta la mitad y se la chupaba con voracidad y además parecía que la gustase.

Cerré la puerta porque se oía venir alumnos a sus cuartos y aquello era demasiado fuerte.

Entonces me vio, saco la verga de su boca y me hizo señas de que me acercase. No me moví. Estaba paralizada y escandalizada. ¿Como podía estar haciendo eso con dos chicos, poco mayores que su hijo? ¿Y esa cara de placer? que vergüenza.

Entonces me vi a mi misma, la noche anterior y era exactamente lo mismo, pero cambiándose ella por mi. Y así hubiera yo estado si el teléfono suena diez minutos después. Y así me hubiera encontrado si ella hubiera regresado un rato antes.

Cuando el chico que estaba desocupado por mi irrupción se acercó y empezó a quitarme la ropa, yo ya estaba decidida. ¿Podía engañarme a mi misma? era un poco tonto, ayer estaba dispuesta y lo aceptaba, porque yo no lo había iniciado. ¿Por qué tenía que rechazarlo hoy? tampoco yo lo había iniciado.

Me quedé quieta, dejándome desnudar poco a poco, mientras me acariciaba y besaba cada parte de mi cuerpo que iba descubriendo. Agarré su pene, ya crecidito gracias a la boca de Montse, y lo acaricié con mimo.

Me tumbó en la misma cama, atravesada y al lado de Montse y se tiró a chupar mi vagina y acariciar mis pechos. No tardo mucho en darme gusto y le sujeté la cabeza con las dos manos. Al ver que mi concha estaba bien lubricada me la fue metiendo y comenzó a moverse.

La otra pareja estaba en pleno orgasmo, retorciéndose y jadeando. y al poco tiempo nos unimos a sus gritos y gemidos, contagiándonos y sintiendo venir el placer por todo mi cuerpo.

Sentí su esperma golpeando en mi interior y, sin salirse de mí, fue dejándose caer lentamente, cubriendo mi cuerpo con el suyo.

La otra pareja empezó de nuevo. Montse parecía insaciable. ¿Como podía querer más?

El pene que estaba en mi interior, empezó de pronto a revivir, y noté mi pecho acariciado y besado de nuevo, con pasión.

Estábamos muy juntas y se acerco a mi oído, diciéndome.

- ¿te ha gustado la sorpresa? ¿Ya te dije que te traería uno?

- estas loca. (Le respondí con muy poca convicción)

Se separaron de nosotras y Montse me dio unos besitos.

- son incansables. Me recuerdan a mi marido de novios.

Yo apreciaba de mi marido otras cosas mas que el sexo, pero no iba a empezar una discusión con ella en ese momento y además ellos lo que estaban haciendo era intercambiarse, o mejor dicho, cambiando de

pareja para catarnos a las dos.

Me giró, quedando con el culo levantado y me penetró desde atrás, sujetándome las caderas y agarrando mis pechos con sus manos, jugando con mis pezones.

Éste poseía una herramienta mas larga y casi me hacia daño cuando empujaba. Me daba muy fuerte y fui dejando caer mi cuerpo, quedando tumbada boca abajo en la cama. Esto me alivió un poco, porque mi culo le dificultaba golpear con más energía y así pude empezar a disfrutar otra vez.

No se cansaban nunca. Yo creo que ellos se vinieron tres veces, apenas sin descansar y cada vez nos cambiaban. Acabamos las dos agarradas de la mano, sudando y retorciéndonos, agotadas y felices. Podíamos haber seguido toda la noche, pero supongo que ellos se dieron cuenta que está vez tardarían más tiempo en recuperarse de la ultima y sensatamente decidieron dejarlo para otra ocasión, porque se vistieron sin decir nada y se fueron.

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