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El placer de viajar (9)

en Hetero: Infidelidad

EL PLACER DE VIAJAR - 9

Embarazada? 2

Salí a todo correr de la consulta, bajando las escaleras en la mitad del tiempo que tardé en subirlas y con el mismo paso ligero llegué hasta casa, pero antes de subir paré para comprar leche y pan, y que Maite no sospechara nada, aunque no fue necesario: todavía no se había levantado. Apareció bostezando, debió despertarle la puerta de casa al entrar y se sentó a mi lado a desayunar.

- oye, Maite, te voy a hacer una pregunta muy indiscreta, si no quieres no contestes.

- si no es muy complicada… no son horas de pensar.

- no es complicada, es de sexo.

- ah... pues entonces adelante.

Para hablar de sexo o hacerlo, siempre estaba dispuesta.

- ¿alguna vez lo has hecho por detrás? Quiero decir por el otro agujerito, ya sabes, ¿o te han metido algo mientras lo hacías por delante?

- espera… espera… despacio, eso son dos preguntas. ¿Quieres decir por el culo?

 

- si, eso es.

- si, alguna vez lo he hecho por atrás, por variar.

- ¿y?

- ¿y qué?

- que si te ha gustado, que se siente, esas cosas.

- caray, que curiosidad tan rara a estas horas, a que viene esa pregunta.

- tu contesta y calla, luego te lo explico.

- pues a mi me parece que no es igual, se siente un placer diferente y a mi para llegar al orgasmo no me basta a no ser que me estimulen también por delante. Si lo hacen vaginal y te meten un dedo o un consolador por el culito, ayuda a la estimulación y llegas antes, pero vamos, no es una de mis variantes preferidas.

- ¿por qué les gusta a los hombres?

- supongo que por ser mas estrecho o por demostrar su dominio sobre ti, pero no lo sé, nunca se lo he preguntado, ¿por qué?

- el otro día, en el cabaret, el de las bragas cuando no quise hacerlo me dijo que si prefería por el culo, y me extrañó.

Le conté esa mentira para no tener que explicarle que me había excitado con los manejos del medico un rato antes y que había tenido una sensación placentera al sentir sus dedos dentro.

- pues mira, si quieres lo probamos ahora.

- ¿Cómo? ¿Con quien?

- tengo yo un juguetito que nunca me abandona y lo puedo usar contigo para que pruebes.

- pues no sé…

- da igual, vamos a la cama y experimentamos. Tengo ganas de juerga.

Se quitó la bata y se tumbó desnuda en la cama, buscando en un cajón de la mesilla un envoltorio del que sacó un cilindro brillante y de un color vivo, que me enseñó. Era la primera vez que veía un consolador tan de cerca.

Me desnudé rápidamente y me tumbé a su lado, diciéndole que estaba dispuesta. Primero se dedicó a hacerme caricias con la mano y la lengua, después lo metió despacito en mi vagina, poniendo en marcha el mecanismo de movimiento y dando masajes por mi interior.

Cuando impactó en mi clítoris y la vibración golpeó directamente en él, sentí una descarga de placer y me empecé a retorcer. Lo iba dosificando, para que no me corriera muy pronto y al mismo tiempo metía un dedo en mi culito y trataba de llegar hasta el vibrador por ese camino.

Era muy difícil explicar lo que sentía, pero sí parecía algo a lo que me había explicado. El placer aumentaba y yo abría sin querer el agujerito trasero para sentir mejor su dedo.

Me hizo dar la vuelta, de rodillas en la cama para quedar bien abierta y casi sin darme cuenta cambió su dedo hacia mi clítoris y apuntando con cuidado fue metiendo el aparatito en mi trasero, sin el efecto de movimiento.

Era un poco mas grueso que el termómetro y le costaba entrar a pesar de estar bien lubricado. No insistió al ver que yo encogía los músculos del culo contra él y estimuló previamente mi clítoris hasta que me vio la cara de gozo y notó que podía seguir.

Acabó por meterlo casi por completo y puso el motor en marcha. A veces me hacia daño en alguna parte de mi intestino, pero consiguió que me abriera para recibirlo y empecé a sentir placer.

Me agarré a las sabanas con fuerza al sentir el orgasmo y su dedo en mi interior me hizo llegar al clímax rápidamente. En realidad el vibrador apenas lo sentía, pero ya tampoco me molestaba. No sé si los efectos en aumentar mi placer fueron reales o producto de mi sugestión, pero no era nada especial, o por lo menos eso me parecía a mí en esos instantes.

Cuando me recosté a su lado, descansando, me dio un beso en los labios y me preguntó que me había parecido.

- no he notado nada especial, o demasiado especial. Me ha gustado, pero como dices tú, yo prefiero como toda la vida.

- si, a veces se empeñan y por darles gusto… pero no sé donde le ven la gracia. Puede ser que haya mujeres que estén mas sensibilizadas en esa parte y se corran al metérselas por el culo, pero no sé. A mi me da una especie de gustirrinin muy bueno, pero nada mas. De todas maneras cuando es algo vivo se siente diferente, mejor. No se como explicártelo, eso hay que sentirlo.

No me atreví a corresponderla, aunque me quedé con las ganas, solo respondí a su beso y permanecí quieta a su lado mientras se acababa de despertar.

Nunca he hablado de estas cuestiones con mi marido, a pesar de que no tenemos ningún reparo en hablar de cualquier cosa. Si saca él el tema, la conversación es fluida y sincera, pero es raro que sea nunca por iniciativa mía. La única razón que se me ocurre es para no aparentar que tengo curiosidad por ello, o que puedo tener ideas mas raras o avanzadas que él.

Pensé en llamar por teléfono a la consulta en vez de ir en persona. No me pareció muy correcta la forma de reconocerme del día anterior, pero tenía una especie de cosquilleo o curiosidad por saber qué sería capaz de hacer y si intentaría abusar de la misma forma o sería capaz de llegar mas lejos.

Después de darle vueltas en la cama durante media noche, decidí presentarme y averiguar yo misma si me gustó lo que me hizo el día anterior, a pesar del abuso manifiesto o fue solo la novedad de algo para lo que no estaba preparada y me sorprendió, sencillamente.

Al día siguiente también me levanté antes que ella y me dirigí a la consulta con bastante aprensión, sin embargo, según subía las escaleras me desabroché los dos botones superiores del vestido, para ver por donde salía hoy el bueno del doctor.

Me abrió él directamente y me hizo sentar en la misma silla de ayer, pero el se colocó en el borde de la mesa, donde tenía una visión mejor

de mi pecho.

- no esta usted embarazada

(Uff… que respiro. Me alegraba que empezase por ahí)

- no obstante la falta puede ser debida a varias causas, por ejemplo el viaje que ha hecho recientemente o el estrés. Si no le importa desearía reconocerla de nuevo para ver otras cosas. Ayer no contestó a la enfermera sobre enfermedades venéreas ni sus hábitos sexuales.

- vera doctor, es que para una prueba de embarazo no pensé que fuera preciso esos datos.

- ya, pero me gusta que mis pacientes salgan con todas las garantías de que todo va bien. Si quiere usted le hago un pequeño reconocimiento para desechar temores al respecto, en caso contrario ahí tiene los resultados y puede usted quedar tranquila respecto al embarazo.

- ¿cree usted que es necesario un reconocimiento?

- si, por supuesto. Yo me quedaría mas tranquilo y supongo que usted también.

- de acuerdo, si lo considera necesario. ¿Donde me cambio?

- aquí mismo. Yo saldré un momento si le violenta y entraré en un minuto. Túmbese en la camilla boca abajo y tápese con esta toalla.

Estaba segura que no se necesitaba para nada, pero tenía curiosidad por saber que me iba a hacer hoy y un poco de morbo por los toqueteos de ayer. Le obedecí, me desnudé por completo y me tumbé boca abajo, tapándome el culo con la toalla. Me extrañó la falta de la enfermera y pensé que a lo mejor no quería testigos, pero no creí que fuera capaz de excederse conmigo, podía perder la licencia o el titulo, o eso.

Entró enseguida y se acercó a la camilla. Repitió más o menos lo mismo de ayer, pero esta vez me encontró más relajada y dispuesta a recibirle. Sus dedos entraron fácilmente por atrás, pero otra vez no pude evitar encogerme y apretar mis músculos contra ellos.

Volvió a pasar la mano por debajo de mi abdomen, pero esta vez fue mas directo, llegando mas abajo, hasta mi pubis y levantándome hasta conseguir que mi culo sobresaliera.

Su mano abarcaba todo el pelito y un dedo se introdujo ligeramente en mi vulva, alcanzando mi clítoris sin entrar más de ese punto. No movía la mano pero no era necesario. El peso de mi cuerpo hacia presión contra ese dedo y mi botón se apretaba solo contra él.

Empecé a sentir gusto y me removí inquieta. Mi respiración se aceleraba por momentos y temí perder el control como ayer. En parte lo deseaba pero como siempre la duda me acosaba. Decidí frenarlo y empujé mi cuerpo hacia abajo, para dificultarle los movimientos. Fue peor: su dedo entró por completo en mi vagina y pegué un bote tremendo y un gemido ronco.

Me di la vuelta como pude para verle la cara, pero él consiguió introducir de nuevo el dedo en la vagina y provocarme un nuevo bote, seguido de un escalofrío. Volví la cabeza a un lado, para que no pudiera ver la expresión de ansiedad en mi cara. Me colocó la mano libre en el pecho izquierdo y me miró con curiosidad.

- es usted muy sensible. Reacciona muy rápido al estimulo en sus partes erógenas.

- si, lo siento, no pude contenerme.

- no… si eso es bueno. No tiene porque contener sus impulsos naturales, solo me ha sorprendido la rapidez de su respuesta.

- creo que será mejor… que... lo deje… es usted un profesional.

Me sobrepuse como pude y seguí con lo único que se me ocurrió:

- puedo denunciarlo.

Se quedó totalmente quieto. Sus dedos quedaron paralizados y rígidos en el acto en la posición que tenían y entonces me di cuenta de que la sensación fue de desolación y de ansia porque no parase. Ya estaba lanzada y quería más, pero él se dio cuenta rápidamente de que se había pasado y podía ser peligroso continuar.

Me arrepentí de mis palabras, pero ya estaban dichas y tal vez fuera mejor así. Todavía siguió un poco sin moverse, como pensando o lamentando que esta vez la presa se le hubiera escapado y después, lentamente fue retirando sus manos de mi cuerpo, se puso los guantes y con unas maneras mas profesionales tomó unas muestras y las depositó en los tubitos que tenia en la mesa.

    

Me senté en la camilla, con las manos sobre mi vientre, tapando un poco mis vergüenzas, mas que nada para que no viera la humedad que me había provocado.

El seguía a lo suyo, sin mirarme, tomando notas en la ficha y yo conseguí centrar mis ideas y tomar por fin la iniciativa. Me puse en pie y recogí mis cosas de la silla, tapándome con ellas un poco mas que con las manos y le pregunté si me podía vestir.

- si, por favor, y disculpe si le he parecido excesivo en mi trato. Estaba concentrado en la exploración y no me di cuenta de su reacción hasta el final.

No contesté, más que nada porque apenas me quedaba voz y esta podía salir suplicante y no quería volver a empezar otra vez. Me puse de espaldas como ayer y me fui vistiendo con la máxima celeridad, sentándome a continuación enfrente de él.

- mañana le llamaré por teléfono para decirle los resultados o si prefiere puede llamar usted a partir de mediodía. Le pido perdón otra vez si la he podido molestar.

- no, no se preocupe, no se lo que me pasó. Le llamaré yo después de comer. Muchas gracias.

Me acompañó hasta la puerta y tuve la misma reacción: Salí a toda velocidad de la casa y no paré hasta sentirme a salvo en la mía.

Tendría que despertar a Maite a ver si quería un poco de juerga. Estaba otra vez caliente y no me vendría mal. ¿Por qué me pasará esto?

Al final, sin explicarle que había ido para hacerme una prueba de embarazo, le conté a Maite lo que me había pasado en la consulta del medico.

- ¿y dices que te metió mano por todas partes?

- ya te digo. Si hasta me corrí en la camilla sin poderlo evitar.

- ¿y luego te folló, claro?

- ¿estas loca? Le dije que si seguía le denunciaría.

- ¿pero como le dijiste eso a un experto en órganos sexuales femeninos? Y encima lanzado, con lo difícil de encontrar un tipo así. No me lo puedo creer. ¿y donde dices que es?

- aquí al lado, a dos manzanas. Bueno, a dos cuadras.

- pues yo tengo que hacerme una revisión también. Dame el número de teléfono. O sino, mejor llámale tú y dile que quieres hora para una amiga.

Discutí un poco con ella, pero estaba decidida, decía que se había calentado mucho con lo que le había contado y que quería probarlo. Le dije al medico que una amiga me había oído hablar de sus habilidad como ginecólogo y deseaba que la reconociese. Estas fueron las palabras que me insistió le dijese, para que no pensase que era una trampa después de mi amenaza de denunciarle.

Insistió en que la acompañase, pero que no entrase en la sala a no ser que ella me llamase. Se puso muy pesada y al final decidí ir con ella, pero amenazándola de que era la última vez que la acompañaba a ningún sitio si me liaba de alguna manera que no me gustase.

El doctor estaba muy sonriente, aunque me miraba con algo de preocupación. Le dije, para facilitarle a Maite su asuntillo, que le había contado como me hizo la exploración y que ella quería que le hiciese lo mismo.

Yo me salí a la salita de espera, pero él dejó la puerta abierta de par en par, supongo que para ver si me daba envidia y me unía a la juerga.

Cuando la dijo que se desnudase no lo dudó. Se quitó todo y se quedó en bolas delante de él. No voy a contar todo lo que vi, porque fue una repetición de lo que me hizo a mi, pero mas descarado. Tumbada en la camilla, la tocó por todos los lados y cuando la introdujo el dedo por el culito, ella, sin dudarlo ni un instante, echó mano a su bragueta y le agarró el paquete.

Yo en principio me sentí un poco violenta, porque sin importarles que estuviera yo allí, se desnudaron y empezaron a calentarse el uno al otro. Ella le sobó la pija y luego se la metió en la boca hasta que vi como desaparecía totalmente. Parecía imposible, pero le debió de entrar hasta casi el esófago.

Cuando él estuvo a punto, la tumbó boca abajo en la camilla, con el culo en el borde y las piernas apoyadas en el suelo, apuntó a su culo y por ahí la metió, poco a poco hasta que entró toda.

Ella puso al principio una cara rara, pero luego se veía que disfrutaba y se arrimaba mas, sacando el culo hacía afuera. No me acerqué a ver porque me daba vergüenza, pero era asombroso lo bien que entró y como se movía, sin dificultad aparente, por un conducto tan estrecho.

Cuando se separaron y empezaron a vestirse, yo cerré un poco la puerta y me eché a un lado para que pensasen que no había visto nada. Maite salió con una gran sonrisa y el doctor nos acompañó hasta la puerta, diciéndonos que deberíamos ir cada semana a la consulta, que toda prevención es poca, y no se que otras cosas mas.

- ¡Qué tío! ¡Que habilidad y que polla mas rica! ¿Tú no quieres un reconocimiento?

- lo tendré en reserva, pero no me convenció su técnica.

Así llegamos a casa, ella alabando sus excelencias y yo procurando evadirme y diciéndola en todo momento que no me interesaba probar. Por lo menos de momento…

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