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Como pasé del sexo virtual al real (7)

en Hetero: Infidelidad

COMO PASÉ DEL SEXO VIRTUAL AL REAL - 7

A solas con Pedro

Mi marido empezó a hacerme mas caso desde aquella noche y además le dije que cuando me tocaba pensaba en Pedro, nuestro anfitrión. No es que estuviera celoso de pronto, pero debió de darle cargo de conciencia dejarme sola para ir al golf o en la piscina, y los cinco días que quedaban de vacaciones no me dejó ni un momento y se metía en mi cama todas las noches.

Una de ellas que volvió Pedro a entrar en nuestra habitación, debió ver el bulto a mi lado y se limitó a destaparme y acariciar mi cuerpo un rato. Debió de hacer algo más porque por la mañana sentí mi culo y espalda algo pegajosos y un sabor de boca extraño.

Luego me confesó que me había comido el coñito y que la había metido en mi boca y que yo se la había chupado con gusto, pero para no delatarme, cuando se le estaba saliendo todo, se apartó un poco y lo arrojó contra mi cuerpo desnudo.

Las siguientes noches puse el pestillo interior para evitar que siguiera utilizando la llave maestra para entrar. Era una tontería arriesgar mi matrimonio por dos días más de sexo en condiciones tan arriesgadas.

Aquella noche del anteúltimo día de estancia, el equipo de animación organizó un baile y un sorteo de diversas cosas, en honor de los huéspedes que nos íbamos al día siguiente para dejar paso a la siguiente remesa de turistas.

Se sortearon botellas de champán, albornoces del hotel y el premio final, el bueno, una semana de estancia con todo pagado, le correspondió precisamente a mi marido.

Que suerte, dije yo, y que casualidad. Pero cuando ya en la habitación mi marido me instó a que me quedase yo esa semana y continuase las vacaciones porque era muy difícil saber cuando encontraríamos otra fecha libre y lo que nos podía costar solo el viaje en avión, empecé a pensar que había sido un tremendo pucherazo y que todo olía a una hábil maniobra de Pedro.

Efectivamente, cuando fuimos a ver las condiciones a la mañana siguiente, no había ninguna, pero ante la insistencia de mi marido de que podía continuar yo sola una semana mas, se ofreció tan rápido como amable a gestionar los cambios del billete del avión, aseguró a mi marido que se ocuparía de mí toda la semana, que me llevaría en persona al aeropuerto, que nunca estaría sola… y en fin, solo me quedó aceptar y darle las gracias.

- veo que es usted una persona formidable. No me extraña que la otra noche mi esposa soñara con usted.

- ¡estas tonto! No le haga caso Pedro.

- ¿por qué no? Me encanta que las mujeres sueñen conmigo y más si son tan guapas como usted.

- ¿ves querida, como te quedas en buenas manos?

- no lo sabes tu bien…

Mi marido quedó un poco desconcertado por esta respuesta, pero no tenía razones para pensar nada raro y solo pudo callar y asentir.

En aquella última noche, volvimos a cenar con Pedro en una mesa aparte, en la que se sentaban otros encargados o directivos y colocó al lado de mi marido a una rubia espectacular, encargada de Relaciones Publicas, que le tuvo absorbido toda la noche.

- ¿Por qué ha hecho esto, Pedro? No le voy a permitir que consiga nada mas de mi. Está en un error si cree que soy una mujer fácil.

- todo lo he hecho para poder estar contigo siete días mas, una semana solamente. Soy culpable de eso nada mas, de estar prendado de tu belleza y de tu forma de ser, de tu agradable conversación y de tu amabilidad conmigo.

- pero no puedes ir por ahí consiguiendo lo que quieres a base de sucias trampas.

- mira, dentro de una semana volveremos al frío contacto a través de una pequeña pantalla y hablaremos de las cosas de siempre. Esta vez, además de eso, tendremos estos días tan fantásticos que me has dado. ¿Qué tiene eso de malo?

- que me estas forzando a seguir tu representación, metiéndome en tu escenario, sin saber si yo estoy de acuerdo.

- ¿Y estas en desacuerdo? ¿Era mentira todo lo que me decías durante todo este tiempo? ¿No te gusta estar conmigo?

Durante la cena, además de esta conversación, había estado tocando mis muslos por debajo de la mesa, mi falda ya casi ni se veía y el nacimiento de mis bragas era bien visible para mi vecino del otro lado, que de vez en cuando aprovechaba para comprobar la firmeza de mi carne, y para el camarero, viejo conocido, que se situaba siempre detrás de nosotros para estar atento a todo.

Yo había hecho una defensa y una protesta casi simbólica. En realidad ya estaba impaciente por comprobar que me tenía reservado para la semana siguiente. Una emoción rara me invadió toda la noche y deseaba hacer algo diferente, prohibido y esta era la mejor ocasión que tendría en mucho tiempo.

La rubia debía tener instrucciones porque nada mas acabar la cena se aferró a mi marido y no le soltó, impidiendo que se diera cuenta como salíamos nosotros hacia la terraza del salón, y desde allí a su despacho.

Una vez a solas, se acercó a mí, rodeándome con sus brazos y poniendo sus manos en mi culo. Yo empezaba a sentirme excitada de nuevo. Todo era diferente de la rutina de casada, del amor cotidiano en nuestra cama, de las caricias y besos siempre igual.

No es que estuviera cansada de eso, me gustaba igual que el primer día, pero esto era una emoción nueva cada vez, un no saber que te iba a hacer, como se iba a comportar y como respondería yo.

Mi mente estaba a cien, la sensación, el sitio, el momento, me dominaban y me exaltaban a hacer una locura mayor que la del día anterior, que la de todos los días en el Chat.

Estaba deseando que me desnudase. Que conociera mi cuerpo y se calentase con su visión; quería ver su cara de lujuria, de pasión, de ansias por poseerme y lo que haría cuando no aguantase mas.

- ¿te apetecería que hiciéramos de esta semana algo único e inolvidable?

- si, hagamos una locura que recordemos siempre.

- ¿Vas a hacer todo lo que yo te diga? ¿Te vas a dejar llevar?

- si, haré lo que tu me digas. Quiero ser tuya esta semana.

- ¿solo mía? ¿Y de quien yo quiera?

  

- si…

Sacó mi blusa, dejándome con el pecho al aire y mientras besaba mi espalda y acariciaba mis pechos, sentí otras manos que me despojaban de mi falda y se introducían entre mis bragas. No permitió que volviera la cabeza, puso su boca sobre la mía y solo dijo:

- quieta…es tu compañero de mesa. Le he hablado mucho de ti y quería conocerte.

Mis bragas desaparecieron y sentí sus manos ahora en mi culo y tanteando mi vello púbico, buscando donde introducir sus dedos. Mi humedad le guió y poco después me vi de rodillas ante un sillón, con una polla en la boca y otra apuntando a mi chochito, donde empujó hasta que estuvo toda dentro.

Sentía como se enardecía y se movía cada vez mas rápido y en mi boca se iba haciendo mas grande la polla invasora, respondiendo a mi tratamiento. Entonces Pedro se salió generosamente, y dejó que me la metiera su amigo.

Estaba entusiasmado y ya muy caliente, apenas pudo aguantar y se corrió largamente, proporcionándome el primer orgasmo y dejando otra vez paso a mi amigo de Chat, que me dio otro repaso con su polla a tope, y me dejó exhausta después de un segundo éxtasis, casi a continuación del otro.

- nos veremos mañana. Vete a tu habitación, que tu marido acaba de subir hacia allá.

- me visto un poco y voy corriendo. ¿Como quedamos mañana?

- ya te lo diré. Ahora date prisa.

- espera ¿y mis bragas? No encuentro mis bragas.

- que mas da. Vete ya, no vaya a sospechar algo.

Me arreglé un poco el pelo y cuando salía, al volverme para tirarles un beso, vi asomar unas puntillas rojas por el bolsillo de la camisa de su amigo.

Bueno, por lo menos no las había perdido.

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