miprimita.com

Loco verano de sexo (15 - Final)

en Hetero: Infidelidad

LOCO VERANO DE SEXO – 15

Confesiones matrimoniales

El mes de agosto fue muy tranquilo. Lo pasamos en nuestra casa de la sierra y disfrutamos de la paz y tranquilidad del campo. Yo seguía dándole vueltas a lo ocurrido el mes anterior, en casa de Maika y no llegaba a ninguna respuesta que me convenciera.

Un día, tumbados al sol junto a la piscina, mi marido, que había aguantado durante casi diez días mis cambios de humor y el estado taciturno en que me encontraba casi de continuo, abordó el tema

- de hoy no pasa que me cuentes todo.

- ¿todo el qué?

- tu sabrás el qué. ¿Que ha ocurrido este pasado mes que estas así? O me lo dices o te vas al psiquiatra.

- si, creo que te tengo que contar muchas cosas, pero no se como empezar, ni sé si me atreveré.

- si crees que no me lo debes de contar no lo hagas, pero considera si tengo derecho a saberlo o por lo menos si te tranquilizará decírselo a alguien en vez de guardártelo para ti y tener esa cara todo el día.

- si, tienes derecho a saber qué ha pasado el mes anterior y lo que he hecho, porque me siento culpable y preocupada.

Me armé de valor. Tenía claro que sería imposible contarle todo, tal y como ocurrió. Había cosas demasiado fuertes y que yo todavía no había asimilado y podía interpretarlo mal. Pero además algunos detalles me daban una vergüenza horrible. No sería capaz de narrarle las escenas de degradación en el cortijo, ni como me había excitado ser utilizada y manejada como una fulana.

Le conté el día de pesca, lo ocurrido en el baile y el final con Carlitos. El episodio del cortijo lo abrevié, dejando solo lo de la última mañana, como si me hubieran atado en un juego y luego me desnudaran y se

aprovecharan de mí.

Me miraba con curiosidad; a veces le veía azorado, inquieto, nervioso o excitado. No sabía como interpretar sus reacciones. Le conté mis dudas. ¿Era tan fácil como todo el mundo se creía? No me consideraba una adicta al sexo, pero era capaz de cualquier cosa cuando estaba excitada.

El me dijo en un intervalo de la historia – desnúdate – y yo, mientras seguía contándole, me quité el bikini y me volví a tumbar desnuda. Él me miraba sin decir nada y yo seguía, estirada boca abajo, como en el sillón del psicoanalista.

Se tumbó junto a mi, me cogió la mano y me dio su opinión, o mas bien su diagnostico.

- En primer lugar eres una persona normal, siempre has sido así. No tienes complejos respecto a tu cuerpo, ni falsos pudores, aunque tú no te des cuenta. Te he pedido que te desnudes y lo has hecho sin preguntar por qué. No te importa que te miren, a no ser que te moleste por algo. Es algo natural en ti.

- bueno, no lo sé. Nunca lo pienso cuando lo hago. Me gusta que me dé el sol y sentirme libre.

- exactamente, no hay malicia. Es comodidad, y lo otro es igual. Llevamos una semana sin tener sexo y no estamos angustiados por eso. Si ahora nos apetece lo hacemos y nos parece normal.

-Pero es que a mi no me apetecía. Yo estaba tan a gusto y de pronto un hombre me toca y caigo. No es normal.

- si lo es. Tienes ganas de vivir. Te diviertes sin maldad, pero tienes tus puntos débiles. Llevamos muchos años casados. Nuca he tenido que pedirte sexo cuando lo necesitaba. Sé que tengo que hacer, como tocarte para que entres en mi juego y lo desees tanto como yo. Soy capaz de hacerte derretir en mis brazos si me lo propongo en menos de diez minutos.

- si, pero eso es contigo. Me conoces, conoces mi cuerpo y nos queremos.

- muy bien, pero igual que yo soy capaz de hacerlo, otro hombre que descubra esa debilidad, te puede llevar a ese mismo estado aunque tú no te des cuenta.

- yo creo que no…

No pude seguir, tuve un latigazo por todo mi cuerpo y sentí un espasmo y me di cuenta que estaba excitada y acalorada. Mientras hablaba me había estado acariciando, aprovechando mi desnudez y no me di cuenta pensando en mis problemas.

- ¿Qué haces?

No me contestó. Siguió besando mis pechos y bajó su mano hasta mi sexo, metiendo dos dedos, con un efecto en mi excitado clítoris inmediato.

Miraba hacia arriba, al sol que calentaba nuestros cuerpos, intentando no pensar en lo que me hacia. Luego volví la vista hacia la casa, mi hijo podía salir en cualquier momento, o venir sus amigos y pillarnos en estos juegos. El aire estaba absolutamente calmado, no se movía una hoja. Era inútil, ya podía pensar en cualquier cosa, intentar distraerme con lo que me rodeaba o pensar en el peligro de que nos vieran. No me importaba, solo quería sentirle y alcanzar mi placer, lo demás me daba igual.

Subió un poco a mi cara y me susurró al oído:

- lo dejamos para está noche.

- ¡no! No pares ahora, ¡sigue! No pare…s…

No me hizo caso y me dejo plantada, metiéndose en la piscina.

- ven aquí si quieres que siga

Casi me tiré de cabeza, ni noté el frescor del agua, ni donde estaba. Me pegué a él y le besé, restregándome con su cuerpo, intentando encontrar bajo el agua su miembro, que no lo sentía junto a mí.

Me cogió en sus brazos y levantó mis piernas, rodeando su cintura. Así, bien abierta junto a él, fue apuntando con su mano y metió por fin su pene bien hondo y yo no esperé, empecé a moverme para sentirle mejor.

Me arrinconó contra la pared, para que estuviese quieta, y se encargó él del trabajo. Continuó con los besos en mi cara y en mis pechos, su pene apenas lo movía, entraba y salía como a cámara lenta. Sabía que acabaría gozando por fin y me relajé, dejándole que me fuera excitando, concentrándome en cada acto de su cuerpo contra el mío.

Notaba el calor de sus labios en contraste con mis pechos húmedos, la suavidad de sus lengua en mis pezones, y ahí abajo una herramienta de dar placer que me llenaba y calentaba con cada entrada y salida, lenta y certera, golpeando mi clítoris cada vez que parecía que se quería salir, restregándose contra él y volviendo a entrar.

Me apreté lo más que pude contra él, casi ahogándole con mis brazos y mi boca soltó los primeros gemidos sofocados cerca de su oreja. Un largo grito de placer con la boca pegada a su mejilla para evitar que saliera al aire y luego un orgasmo incontrolado y salvaje, que coincidió con una aceleración de sus embestidas.

Mi cuerpo golpeaba contra el borde de la piscina y rebotaba en su cuerpo, sentí que me mojaba al derramarse y se iba aquietando. Mi orgasmo continuó a cada chorro que expulsaba y entonces volví poco a poco a la vida y volví a ver el cielo y el agua de la piscina y su rostro fatigado por el esfuerzo final.

Quedamos un rato abrazados, mi cara sobre su hombro y su pene deslizándose fuera de mí, lentamente, cada vez más pequeño y frío, al contacto con el agua. Me sentó en las escaleras y nos separamos, mirándonos con cariño.

No se podía hablar con él de estos temas porque enseguida aprovechaba el clímax creado para organizar una juerga, sin importarle el sitio. Pero me equivocaba, no había sido un acto de pasión momentánea provocado por la caliente conversación que habíamos tenido, había sido premeditado.

Después de lavarnos un poco en la ducha, tumbados al lado de la piscina con el único testigo de mi gata, siguió la conversación y la terapia.

 

- hace media hora te hubiera dado igual que fuera yo o que fuera otro. Necesitabas sexo, te he provocado las ganas de hacerlo, he subido tu libido a donde he querido y no podrías echar marcha atrás hasta que te satisficieras de alguna manera.

- pero eso es terrible. Cualquiera me lo puede hacer entonces.

- bueno, primero tendría que excitarte hasta ese punto y eso ya es cosa tuya, dejarle que llegue hasta ahí, pero a partir de ese momento, yo creo que si.

- pues por un lado me quitas un peso de encima, me consideraba un bicho raro, pero por otro me preocupa esa debilidad mía, y que sea tan manifiesta.

- cada uno es como es y a mi gusta como eres tú, y sobre todo que tengas debilidades como esa. No te preocupes de esas tonterías. Vive y disfruta de la vida; te lo he dicho mil veces.

- pues lo haré, pero ahora que lo sé, tendré que vigilarme.

- ¿Para que? Sé normal, como siempre.

- ¿no te importa que me acueste con otros y que otras manos toquen mi cuerpo y me exciten?

- si, si que me importa, por un lado me molesta y enfada, pero por otro pienso que no lo haces por vicio o porque yo no te dé satisfacción. Además, ¿Cuántas veces me has sido infiel este año?

- solo las que te acabo de contar.

- ¿y el año pasado?

- ninguna. Creo que la última vez fue hace cuatro años. Cuando se casó Ely, que ya te conté entonces.

- pues como ves, te pasa por temporadas, por alguna causa, principalmente que estas sola, sin mi; pero no es algo tan frecuente.

- es que cuando estoy contigo no lo necesito.

- mira, yo no puedo enfadarme contigo y tú lo sabes. Que tengas alguna aventura alguna vez, no es que me haga feliz, pero no lo considero tan importante para que afecte a nuestras vidas.

Ahora empezaba a sentirme culpable por lo que le había ocultado. Había algunas escenas demasiado vergonzantes y sórdidas, principalmente de lo que ocurrió en el cortijo que sería incapaz de contarle nunca y verle tan comprensivo me estaba creando un gran cargo de conciencia.

Vio mi cara de indecisión, esa sonrisa del que quiere decir algo y no sabe como, para despistar o perder el tiempo o tal vez intuía que había algo más. Leía perfectamente en mis ojos que faltaba algo y me lo intentó sacar de una manera lo menos incomoda para mi.

- Te voy a proponer un ejercicio, como un acto de contrición o una penitencia por tus pecados.

- ¿Cómo…? ¿Qué se te ha ocurrido ahora?

- escríbelo. Escribe todo con pelos y señales, sin omitir ningún detalle, como lo recuerdes. Cuéntame lo que pensabas en esos momentos, lo que se te ocurra. Yo lo leeré cuando tú no estés delante y así no te dará vergüenza decírmelo en mi cara.

- si, puede que sea una buena idea. Me quitaría un peso de encima. Lo haré pero con una condición: que tú escribas también lo que piensas de mí y lo que opinas realmente de todo esto. Cuando lo lea, y compruebe tus sentimientos te dejaré leer el mío.

- bien. Aprovecharemos estos días de descanso para sincerarnos el uno con el otro. Estoy de acuerdo, empezaré a escribir ahora mismo.

Fue graciosísimo vernos con papel y lápiz a todas horas y luego esconderlo para que el otro no lo leyera hasta que no estuviera acabado. Él terminó primero, lo repasó dos o tres veces y cuando estuvo conforme me lo entregó para que lo leyera cuando acabase el mío. Esa era la condición aceptada por ambos para que no nos influyeran las opiniones del otro.

Cuando acabé el mío se lo di también, pero le pedí que no lo leyera por ahora, que esperase a que estuviese fuera de casa con motivo de una reunión de antiguos compañeros de la universidad que se celebraría a primeros del mes de septiembre.

Cuando acabaron las vacaciones y se fue a trabajar, abrí el sobre con su relato y me pareció la declaración de amor y comprensión más grande que había visto nunca. Esto es, un poco resumida, su visión de nosotros y de nuestra relación.

* * * * * * * * * * * * * *

"Cuando te vi por primera vez, algo me atrajo de ti, pero no fue el flechazo instantáneo tan novelado y manido. Pasamos juntos casi toda la velada, en aquella boda en tu ciudad de un compañero de trabajo, quien, sin ningún propósito determinado, nos colocó en la misma mesa.

Desde aquel día te veía en mi imaginación y cuando me llamaste para que te hiciera un favor, ya no me acuerdo de qué, supe que tú también sentías algo por mí, y que tuviste fuerza para saltar ese primer paso que yo no me atrevía a dar.

Cada día que te veía los fines de semana o en mis días libres, me iba enamorando irremediablemente. Ya no podía vivir sin tu cuerpo redondito y tu cara de niña. Tenías que ponerte tacones para llegarme a la barbilla, tu cara resplandecía cuando me mirabas y estaba claro que tú estabas enamorada también.

Me gustaba todo de ti: tu cuerpo pequeñito y esbelto, tu pecho redondo y no muy grande, la suavidad de tu piel, la curva de tu cintura y el nacimiento del culo que me dejabas tocar cuando bailábamos muy juntitos. Tu sonrisa era única y reflejaba tu felicidad, tus ojos, sinceros y valientes era donde yo leía tus sentimientos. Todo en ti me gustaba y me seguirá gustando siempre.

Todo iba bien, normal, sobre ruedas después de nuestro matrimonio, hasta aquel verano que me pareció que algo te había cambiado. Me contaste una historia excitante y extraña, parecía inventada, pero te había ocurrido a ti. Tampoco era tan extraño que un hombre, un chico en este caso, se acercase a ti, para ver si podía conseguir algo. Yo también lo hice hace unos cuantos años.

Sin embargo, cuando vi que te lo tuve que ir sacando poco a poco y que cada vez me ibas contando algún detalle nuevo, supe que algo mas había ocurrido y preferí no seguir tirándote de la lengua, y decirte que te divirtiera todo lo que pudieras sin sentirte culpable por nada de lo que hicieras.

Los días que estuve pensando en esto, solo en casa o en el trabajo, fueron muy duros, y al final convine que fuera lo que fuera no nos iba a cambiar.

Los sucesos de la playa en casa de mis padres y como metiste a tu prima en nuestras vidas y en nuestra privacidad, me confirmó que algo había ocurrido, mas fuerte de lo que me contaste, para ser capaz de echarme en brazos de ella (cosa que yo acepté muy gustoso, desde luego, pero que nunca hubiera ocurrido si tú no lo hubieras forzado)

Transcurrieron unos años tranquilos, y tú, excepto el viaje a Italia con tus compañeros de curso, del que volviste mas lanzada, como con ideas nuevas sobre el sexo, no demostrabas ningún cambio en tu conducta que me hiciera pensar que algo se podía interponer entre nosotros dos.

Fue en aquel viaje a Málaga, en donde vi los principales detalles que se habían operado en tu forma de entender el sexo. Se que yo lo provoqué en parte, exhibiéndote algo mas de lo habitual, pero es que me gusta que todo el mundo aprecie lo bella que eres y tengan envidia. Vi como ibas desinhibiéndote poco a poco, como te desnudabas en la terraza sin darte cuenta, o si, de que los vecinos estaban asomados viéndote, y aquel día…

Aquel día te vi excitada imaginando la polla de otro hombre dentro de ti. Te vi deseando que te la metiera y no se que me pasó y te empujé a hacerlo con él. Fue un poco egoísta: quería verte. Deseaba ver tu cara gozando, exaltada por el orgasmo que te provocase otro hombre.

Fue horrible cuando te vi en sus brazos, disfrutando como no te había visto nunca conmigo y como te calentó y como te movías debajo de él. Mi vista estaba fija en aquella enorme herramienta: vi como te la metía poco a poco y tú te estremecías a cada paso que daba. Te vi llena, repleta por el pene de otro hombre, increíblemente ensanchada y quedé anonadado, pero en parte valió la pena solo por ver la expresión de tu rostro cada vez que entraba y salía de ti.

Por otra parte, cuando al día siguiente lo rechazaste tan contundentemente, pensé que había acertado. Si no lo hubieras hecho ese día, hubiera sido otro, pero necesitabas probar esa sensación, y una vez saciada tu curiosidad, ya no lo deseabas.

Yo propicié algunos cambios: aquel vestido extremadamente escotado por el que se te salía el pecho cuando bailábamos. No te molestaba cuando te daba el bronceador y te dejaba sin sujetador y otros que no te dabas cuenta.

Nunca se me olvidara la cara de aquellos dos chicos cuando te bajé la braga del bikini delante de ellos para no manchártelo de crema y se pasaron tres o cuatro veces por delante nuestro mirando tu mata de pelo cortito, a un palmo de su cara, hasta que te diste la vuelta y se fueron al desaparecer el espectáculo. A partir de ese día lo repetía de vez en cuando y creo que tu sabías que estabas enseñando mas de la cuenta, aunque no dijeras nada.

O aquellas en que te las bajaba por detrás, enseñando toda la raja de tu culito y tú no te enterabas hasta que te levantabas. Me empezó a gustar que otros te vieran desnuda, me excitaba ver la mirada de deseo de otros en tu cuerpo. Incluso un día que estabas dormida en la cama, te destapé y abrí al camarero, que te vio desnuda del todo.

¿Y como me iba a importar? Eso enriqueció nuestra sexualidad hasta el infinito. Disfrutábamos con esos juegos, cada vez eras mas apasionada conmigo, pensábamos juntos en hacer algo mas atrevido cada día y las noches juntos eran inigualables.

Por los cambios de tu carácter y detalles para conmigo, como si quisieras que te perdonase algo, presentí que habías tenido alguna otra ocasión ese verano, y no me cupo ninguna duda que deseabas repetir la experiencia con aquel tío de Lanzarote. Estabas lanzada, desinhibida, dispuesta a todo y si yo estaba contigo no se podría considerar una traición.

Lo vi todo detrás de la cortina de la terraza y lo filmé, a pesar de la vergüenza de ver de nuevo como disfrutabas con otro hombre. Quise comprobar qué se sentía y hacer que te sintieras menos culpable, menos sola en tu placer y participé con los dos, pero solo pude fotografiarte para disimular mi embarazo y mi torpeza y que no apreciaras el sufrimiento en mi cara.

Lo volví a intentar con la otra pareja de Madrid y volvió a ser un fracaso. Tuve sexo con otra mujer que no eras tú y no me gustó. Solo pensaba en como disfrutabas, en como te movías y lograbas complacerte con aquel hombre y me corrí sin ganas, para que todo acabara cuanto antes.

No te dejé hacerlo de nuevo con él, hasta el último día, que se nos fue de las manos. Me gustó verte gozar, ver tu cara exaltada, tu cuerpo como se agita y retuerce, pero es superior a mí.

No es orgullo ni exclusividad. Sé que para ti es curiosidad en muchos casos, experimentar que pasaría o como sentir en tal o cual ocasión. Puede ser debilidad: no te atreviste a decirme que no cuando te animé a hacerlo con otro.

Es igual. He recapacitado mucho y llegado a la conclusión de que no quiero verte más en esa situación. No me importa que otros te vean, incluso desnuda, como en la playa, eres algo bello que se debe admirar. Tampoco me importa que coquetees, o que te exhibas un poco más de lo debido, a lo mejor por mi vena de fotógrafo, es decir voyeur de todo lo que una cámara puede captar, pero no soy capaz de soportar ver como disfrutas con otro hombre, nunca más.

Se que te has vuelto a acostar con algún otro hombre y que lo harás alguna vez mas. Solo me preocupé un poco en el caso de aquel antiguo novio tuyo, Juan, el actual marido de tu prima, pero cuando le conocí me pareció buena persona, incapaz de provocar una ruptura por egoísmo y creo que le has ido olvidando con el tiempo.

¿A dónde quiero llegar con estas reflexiones?

Me gusta tu cuerpo y no me importa que otros te vean desnuda. Hay ocasiones en que disfruto viendo como otros te miran. Nunca pensé que me pudiera gustar verte follar con otro, y pensé en un principio que sí me gustaba, pero no fui capaz de superarlo.

Seguiré descubriendo tu cuerpo y permitiendo que otros lo vean y te admiren, como te admiro yo, pero nunca mas volveré a verte hacer el amor. Sé que en alguna ocasión lo volverás a hacer, y me molestará cuando me lo cuentes, así que prefiero que no me digas nada: yo lo adivinaré en tu cara.

En cuanto a los relatos de tus aventuras que has ido escribiendo, no lo pienso leer todavía. Vuelve a ojear las paginas de lo que pasó durante aquellos veranos y complétalos con algo de tu fantasía. Invéntate cosas y las escribes encima de las anteriores. Cuando yo lo lea no sabré lo que es real y lo que no y me divertiré con tus historias.

Cuando seamos viejos y tú aún sigas levantando pasiones entre los hombres, yo leeré tus relatos y rejuveneceré contigo"

Mas de Pepijo

Como pasé del sexo virtual al real - 2

Como pasé del sexo virtual al real - 1

Mi camion o mi novia?

Complicidad familiar para follar 2

Complicidad familiar para follar 1

La culpa fue de ella - 6

La culpa fue de ella - 5

La culpa fue de ella - 4

La culpa fue de ella - 3

La culpa fue de ella - 2

La culpa fue de ella - 1

Mi hermano me desea – 04

Mi hermano me desea – 03

Mi hermano me desea – 02

Mi hermano me desea – 01

Manuela y su complaciente marido (y 4)

Manuela y su complaciente marido (3)

Manuela y su complaciente marido (2)

Manuela y su complaciente marido (1)

La vecina del sexto

Un marido muy generoso

Vacaciones calientes

Alojamiento feliz

El sexo, una aventura cotidiana

El sexo en las vacaciones

Mis queridos primos

La máscara del machismo

Exhibicionista por obligacion

Décima Cita

Novena Cita

Octava Cita

Séptima cita

Sexta cita

Quinta cita

Cuarta cita

Tercera cita

Segunda Cita

La cita

Mi camión o mi novia?

Como pasé del sexo virtual al real (y 18)

Como pasé del sexo virtual al real (17)

Como pasé del sexo virtual al real (16)

Como pasé del sexo virtual al real (15)

Como pasé del sexo virtual al real (14)

Como pasé del sexo virtual al real (13)

Como pasé del sexo virtual al real (12)

Como pasé del sexo virtual al real (11)

Como pasé del sexo virtual al real (10)

Como pasé del sexo virtual al real (9)

Como pasé del sexo virtual al real (8)

Como pasé del sexo virtual al real (7)

Como pasé del sexo virtual al real (6)

Como pasé del sexo virtual al real (5)

Como pasé del sexo virtual al real (4)

Como pasé del sexo virtual al real (3)

Como pasé del sexo virtual al real (2)

Como pasé del sexo virtual al real (1)

La culpa fue de ella (y 6)

La culpa fue de ella (5)

La culpa fue de ella (4)

La culpa fue de ella (3)

La culpa fue de ella (2)

La culpa fue de ella (1)

El placer de viajar (18)

El placer de viajar (17)

El placer de viajar (16)

El placer de viajar (15)

El placer de viajar (14)

El placer de viajar (13)

El placer de viajar (12)

El placer de viajar (11)

El placer de viajar (10)

El placer de viajar (9)

El placer de viajar (7)

El placer de viajar (5)

Mi hermano me desea (y 4)

Mi hermano me desea (3)

El placer de viajar (4)

Mi hermano me desea (2)

El placer de viajar (3)

Mi hermano me desea (1)

El placer de viajar (2)

El placer de viajar (1)

Loco verano de sexo (14)

Complicidad familiar para follar (2)

Loco verano de sexo (13)

Loco verano de sexo (12)

Loco verano de sexo (11)

Loco verano de sexo (10)

Loco verano de sexo (9)

Loco verano de sexo (8)

Loco verano de sexo (6)

Loco verano de sexo (7)

Loco verano de sexo (5)

Loco verano de sexo (4)

Loco verano de sexo (3)

Loco verano de sexo (2)

Loco verano de sexo (1)

¿Queremos calidad o basura?

Aventura de verano (16)

Aventura de verano (15)

Aventura de verano (14)

Aventura de verano (13)

Aventura de verano (12)

Aventura de verano (11)

Aventura de verano (10)

Aventura de verano (9)

Aventura de verano (8)

Aventura de verano (7)

Aventura de verano (5) (Italia 2)

Aventura de verano (5)

Aventura de verano (4)

Aventura de verano (3)

Aventura de verano (2)

Aventura de verano (1)