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Entre tus piernas

en No Consentido

Estaba aburrida como una ostra. Como cada año mis padres pasaban unos días en el pueblo, mi padre había heredado en el la casa de sus padres y les gustaba ir a desconectar allí quince días, menos mal que yo con una semana cumplía.

Estaba tomando el solo en la parte de atrás de la casa, estaba sola y me quite la parte de arriba dejando mis tetas al aire, para borrar un poco las marcas del sol.

Me quede dormida hasta que alguien me despertó, una mujer me miraba fijamente, entonces recordé estar sin sujetador y lo recogí poniéndomelo mientras esta se presentaba.

-Hola, tú debes ser Marcia verdad?

-Sí y usted? –pregunte educadamente-

-Soy Sandra una prima de tu padre, están por aquí?

-No, estoy sola. Me muero de sed, le apetece tomar un refresco?

-Sí, me encantaría siempre y cuando me tutees tampoco soy tan vieja.

-Lo siento es la costumbre.

La mire mientras bebía y le eche unos años menos que papa, tendría unos cuarenta y muchos. Era la típica mujer agradable físicamente, de esas mujeres que sin ser explosivas gustan.

Charlamos largo y tendido, para cuando llegaron mis padres ya me caía fenomenal.

Desde ese día pase muchos ratos con Sandra, la visitaba en su casa, en la que vivía sola; salíamos a tomar algo por el pueblo y hasta fuimos de compras a un pueblo cercano, donde me presento a una amiga suya, la cual también me cayó bien.

Sandra y yo nos hicimos muy amigas a pesar de la diferencia de edad ya que yo solo tenía dieciocho, ella era muy agradable y por allí tampoco había muchas chicas de mi edad, los intentos que hice con alguna tampoco fue demasiado bien.

Mis padres salían con otros dos primos de papa, con sus respectivas mujeres, también muy majos todos pero no tanto como Sandra por eso cuando mis padres alargaron sus vacaciones una semana más, no me importo quedarme ya que me lo pasaba bien con Sandra.

Llevaba allí cuatro días cuando un día nos fuimos todos a la playa, Enrique el primo de papa, su mujer y un hijo con su mujer, el otro primo de papa Julio con la mujer, mis padres, Sandra, su amiga y yo.

Pasamos la mañana de lujo, bañándonos y tomando el sol. Íbamos a comer en un chiringuito y todos empezaron a irse a tomar algo antes de comer, me fui con el segundo grupo y Sandra junto con su amiga se quedaron un poco más en el agua. Tras un rato de estar allí me mandaron a buscarlas, no las vi y decidí meterme en el agua a buscarlas.

No las veía tampoco por allí y cuando ya salía de repente las vi a lo lejos en un recodo y me iba a acercar a llamarlas cuando me quede de piedra al ver como Sandra abrazaba a la otra y se besaban, no podía apartar la mirada mirando como la otra acariciaba los pechos de Sandra mientras esta la abrazaba atrayéndola más hacia ella. Tras unos minutos alguien se acercaba a ellas y se separaron. Yo hice como que acababa de entrar y me acerque un poco llamándolas a comer y salí avergonzada. Durante la comida no dejaba de pensar en la escena y ya por la tarde estaba raramente excitada. Esa noche me masturbe recordando la escena.

Dos días después aun rondaba la escena por mi cabeza, cuando Sandra me dijo:

-Te pasa algo Marcia?

-No, porque?

-Porque te siento de repente rara conmigo. He hecho algo que te ha incomodado?

-No es que… -no sabía si decírselo-

-No te preocupes soy ya mayorcita, confía en mí.

-Pues Sandra es que el otro día os vi a las dos besándoos en la playa

-Siento haberte incomodado nena, que quieres saber si soy lesbiana?

-Si

-Pues no lo creo, como mucho soy bisexual.

En las siguientes dos horas me conto todo, su abierta sexualidad ya que a nadie tenía que rendirle cuentas y sus diferentes relaciones.

Con la charla se terminaron los malos rollos de nuevo entre nosotras pero de repente se instauro el morbo en nuestra relación y un día ella me miraba mientras tomábamos el sol y yo me exhibí ante ella.

Al mediodía ella ya acariciaba sin pudor las partes de mi piel que no cubría el escueto biquini, comimos las dos sin vestirnos y tras la comida me dijo si quería que hiciéramos siesta, ambas sabíamos que pasaría.

-Sí, Sandra

Nos acostamos en su cama y entre charla y risas termino besándome y acariciando mi cuerpo que anhelaba esas caricias prohibidas.

-Eres una niña aun, estas segura de querer hacer esto conmigo?

-Si Sandra no pares

Acaricio cada rincón de mi piel y luego lamio todo mi cuerpo, dejando mi sexo para el final, separo lentamente mis muslos y bajando su cabeza lamio con delicadeza mi sexo llevándome al borde del precipicio. Succiono mi clítoris hasta que estalle en su boca.

-Te ha gustado?

-Sí, mucho. Quiero probar yo

-En serio?

-Si Sandra

La ayude a desnudarse e hice lo mismo que ella había hecho conmigo, todo. Toque, lamí y succione por primera vez un cuerpo femenino. Sandra jadeaba y gemía hasta que agarrando mis cabellos con suavidad se corrió en mi boca. Disfrute de su suavidad, de su calma y de su paciencia por darme placer lentamente.

Pasamos todo el día entre caricias y orgasmos aprendiendo a darnos placer mutuamente, ese mismo día se presentó su amiga, su relación era solo de amistad y sexo y sin malos rollos le conto lo nuestro y ella también quiso su porción, esa noche dormí entre las dos, pero solo a ratos. Las dos volvieron a llevarme al paraíso mil veces y me siguieron instruyendo. Fue un fin de semana perfecto, me sentía completamente saciada y cuando el domingo después de comer Sandra la acompaño porque tenían que tomar algo con unas amigas yo me quede en casa de Sandra a descansar un rato antes de irme a mi casa. Sandra me dejo en la cocina un vaso con zumo recién hecho y tras salir del baño me lo tome y cerré la puerta de la cocina que ellas habían dejado abierta al irse. Me fui a la habitación de nuevo.

Estaba plácidamente dormida con el fresquito entrando entre las persianas y en la penumbra de la tarde cuando algo me despertó, intente incorporarme pero un cuerpo sobre mí me lo impidió.

En un principio pensé que Sandra había vuelto, pero no eran suyas esas grandes manos que amasaban mis pechos desnudos. No podía ver su cara entre las sombras pero era un hombre grande.

-Déjame o gritare

-Hazlo pequeña puta nadie va a oírte

Esa voz martilleo en mi cabeza embotada, no podía apenas moverme los brazos me pesaban y las piernas también. Los ojos se me cerraban a pesar de hacer esfuerzos por no dormirme mientras él seguía amasando mis pechos con poca delicadeza, pellizcaba mis pezones que curiosamente respondían a esas burdas caricias endureciéndose. El bajo su cabeza y tras lamerlos los succiono y los mordisqueo mandando claros mensajes por mi cuerpo hacia mi sexo.

-Porque haces esto Enrique me has drogado?

-Solo un poco, como si no iba a conseguir estar entre tus piernas? Habrías dejado que te follara si pudieras salir corriendo?

-No te da miedo que cuando termine esto lo cuente todo?

-No lo harás pequeña puta, si tú hablas hablo yo y crees que a tu padre le gustaría ver como comes coños?

-Eres un cabrón

-Sí y deseo follarte desde que te vi, pero encima en la playa me pusiste a cien.

-Y tu mujer y tu familia? –quería recordarle quien era para que parara-

-A mi mujer no le gusta el sexo y a mi sí. Y hoy he decidido dejar de hacerme pajas en solitario

Mi cabeza seguía enturbiada cuando el bajo con su lengua por mi torso, mi tripa y llego a mi sexo.

-Nena que coñito más rico, sin pelitos. Nunca había visto uno así de cerca.

Separo los labios de mi vulva y paso la lengua un escalofrió recorrió mi columna, chupeteo, mordisqueo y lamio todo mi sexo. Luche contra él lo que pude sin apenas fuerzas él me dominaba por completo.

-Me da igual si te resistes, me pones aún más cachondo pequeña

Me resistí hasta el primer orgasmo provocado por su boca, era rudo pero curiosamente mi cuerpo disfrutaba aunque intentaba reprimirme y esconderlo.

-Ves pequeña puta como también disfrutas por más que intentes ocultarlo siento tus juguitos y los saboreo.

Metió dos dedos en mi vagina y los giró dentro rozándome de tal manera que me corrí enseguida de nuevo en un tiempo record.

Se colocó como al principio con una rodilla a cada lado de mis costillas y agarrándose la polla se la meneaba rozando mis pezones que seguían a tope. Mire su polla y me pareció la más grande que había visto jamás. Empecé a relamerme mentalmente al imaginarla dentro de mí. Esos días me había convertido en una obsesa.

-Separa los labios y deja que te folle esa boquita de mamona que tienes golfa –me pellizco los pezones fuertemente-

Y cuando grite metió su polla en mi boca, me daban arcadas porque metía más de media polla dentro, entrando y saliendo.

-Que rico pequeña

Después de unos minutos la saco y subiendo un poco más coloco sus huevos en mi boca y mientras se la meneaba me dijo.

-Lámelos como les lamias los coños a ellas.

Saque la lengua y lamí, luego succione mientras el jadeaba y tenía pequeños espasmos cada vez que sorbía sus huevos.

-Muy bien, chupa nena, me encanta. Si sigues así vas hacer que me corra.

Se apartó y se colocó de nuevo entre mis piernas, subió mis rodillas hacia mi pecho y las mantuvo allí con una mano, mientras se agarró la polla y la paso por mi sexo. No podía creérmelo pero deseaba esa polla. Con el glande hizo círculos en mi entrada y luego empujo fuertemente haciendo que diera un fuerte grito cuando sentí como me partía en dos.

-Que creías puta que esto sería suave y delicado? Quiero que sientas bien mi pija y que tu coñito la recuerde.

Empezó a moverse, a entrar y salir rozando toda mi vagina hasta que consiguió lo que quería y arqueando la espalda me corrí como una loca. Ese viejo me mataba de placer.

Me dio la vuelta como si fuera una muñeca de trapo y metió dos dedos en mi vagina, los coloco en un lado y los giro dentro, tenía ganas de hacer pis y se lo dije.

-Eso quiero, cuando lo hagas te follare de nuevo

Empecé a hacer pis y el cumplió me la metió de golpe y volvió a darme una buena follada mientras yo no aguantaba más y me hacía pis hasta que de nuevo me corrí agarrada a las sabanas.

-Que golfa me has salido pequeña

Me dio un fuerte azote en el trasero que hasta se me llenaron los ojos de lágrimas, luego de nuevo descargo la palma de su mano y me escocia el culo, me dolía y me excitaba ese dolor, su dureza, su manera brutal de penetrarme como si quisiera partirme en dos.

Siguió follándome y siguió pegándome al mismo tiempo hasta que consiguió que deseara sus azotes porque tras estos venia su polla.

No sé cuántas veces me corrí hasta que la saco y me dio la vuelta, se puso de nuevo cerca de mi boca y cascándosela hasta que un primer chorro de semen se estrelló en mis labios, el siguiente directo a mi boca abierta y un tercero cayó sobre mis tetas.

Cuando unos minutos después normalizo su respiración y sin siquiera mirarme se vistió en silencio y se fue dejándome tirada allí desnuda y dolorida.

Pero completamente saciada y feliz. Me vestí y tras poner la ropa de cama en la lavadora, puse ropa de cama limpia y me fui dejándole una nota a Sandra sin contarle nada por supuesto.

Dos días después volví hacerlo con Sandra y volvió a encantarme su delicadeza, pero cuando de regreso a casa me encontré con Enrique mi cuerpo se mojó enseguida al recordarle.

-Sígueme

No lo dude le seguí a un metro de distancia, le seguí cuando dejo la calle y nos metimos por un camino, este nos llevó a una pequeña casita en medio del campo algo alejada de miradas indiscretas.

-Desnúdate puta –me dijo quitándose solo la camisa-

-Te ha gustado que te comiera ella el coñito?

-Si

-Te has acordado de mi entonces?

-Si

-Quieres que te coma yo ahora como realmente te gusta?

-Si

-Pues siéntate en el sillón y pon una pierna a cada lado

Me senté a sabiendas que haría cualquier cosa que él me pidiera, nunca me había sentido tan viva. Me puse casi como en el gine y quede ante el abierta y expuesta esperando a que me comiera.

Se arrodillo y con la mano plana me pego entre las piernas sobre mi sexo, me dolió muchísimo y sabiéndolo bajo su cabeza y lamio tiernamente, tan delicadamente que olvide lo de antes. Aunque él no me dejo ya que volvió a pegarme con su mano plana sobre mi sexo y de nuevo el dolor me nublo la vista hasta que su caliente lengua volvió a excitante. Como el otro día desee sus castigos porque luego venían sus mimos. Así me llevo a mi primer orgasmo, nada más empezar se incorporó y me la clavo tirando de mis caderas me bajo a su polla, yo como una loca me movía mientras aun coleteaba el orgasmo, quería llorar de placer mientras esa polla me llenaba por completo.

-Muévete deprisa aprieta mi polla puta

Me agarro del culo y me movía a su antojo hacia su polla al tiempo que el mismo movía las caderas golpeándonos ambos salvajemente, grite al sentir la corriente eléctrica de mi siguiente orgasmo y mientras me corría sentí un dedo suyo invadir mi ano, eso intensifico aún más mi orgasmo.

-Ponte de rodillas mirando a la pared sobre el sillón.

Me apoye en el respaldo y el separo los cachetes de mi culo y lamio mi rajita y paro en mi ano mojándolo mucho con su lengua caliente mientras yo me restregaba por el respaldo del sillón, entonces volvió a penetrarme pero esta vez lo hizo más despacio y con dos dedos, me escocia muchísimo, pero no paro hasta meterlos del todo y una vez dentro entraba y salía penetrándome, dilatando mi culito virgen.

-Relájalo pequeña que voy a follarme tu lindo culito

-No, va a dolerme mucho, tu polla es muy grande

-Puedes con ella puta

Saco los dedos, se mojó la polla con mis juguitos y apoyo el glande en la entrada de mi culo, empujo y empujo hasta que entro, el dolor era insoportable y las lágrimas corrían por mi rostro.

-No sé en qué me has convertido pequeña pero no puedo parar

-No lo hagas –le dije mirándole girando la cabeza-

-Gracias putita

Empezó a empujar y poco a poco ganaba terreno mientras sentía como me desgarraba abriéndome, dilatándome y haciéndome mucho daño por más despacio que iba. Cuando entro del todo se quedó quieto acariciando mis riñones hasta que me relaje y empezó a moverse, a penetrarme despacio pero adentro… el dolor empezaba a ceder mientras sus dedos abrían mi coñito y me penetraban fuertemente adaptando ambas penetraciones hasta que ambos jadeábamos, gemíamos y por ultimo gritamos al corrernos, yo me volvió loca sentir su semen llenando mi cavidad y él se corrió con mis espasmos.

-Marcia siento si me he pasado –me dijo al sacarla y ver algo de sangre-

-Yo no lo siento

-Cuando estoy entre tus piernas pierdo totalmente el control y me vuelvo un animal salvaje

-Creo que eso es lo que más me gusta del sexo contigo, el descontrol total y el hambre queriendo ser saciada a toda costa

-Joder pequeña no lo hubiera expresado mejor. Vístete puta y sal antes que yo, quiero vigilar como regresas.

Me siguió ya en la semioscuridad, mientras andaba me escocia el culito y recordaba esa polla abriéndolo, recordaba todo el polvo y allí en medio de ese campo supe que era suya y que haría cualquier cosa que ese hombre me pidiera porque jamás nadie me había hecho sentir tanto como el obligándome y follándome con rudeza.

No sospechaba que el hombre  que desde atrás seguía sus pasos mirando el culito que se acababa de follar pensaba en que algo muy bueno debía haber hecho en esta vida al ser premiado por esa preciosa y excitante criatura sedienta del sexo que él le daba y siempre había soñado, pero  que jamás se  había atrevido a hacer  realidad, solo eran fantasías hasta ahora que las hacia realidad gracias a ella.

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