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Por putita me follan a su antojo

en Sexo con maduros

     Todas mis amigas bailaban y se divertían en la pista como si no hubiera mañana, yo no conseguía unirme a la fiesta, solo pensaba que mañana trabajaba.

     Ellas no tenían que trabajar para costearse los estudios de diseño, pero yo tenía que trabajar en un pequeño hotel de camarera de piso para costeármelos.

     Miré hacia ambos lados y un grupito de cuatro hombres demasiado maduros para ese entorno, vigilaban buscando alguna incauta que se dejara camelar por sus trajes caros y su pelo cano.

     Mis amigas tonteaban con un grupito de chicos que a mí me parecían de lo más sosos y por eso me mantenía al margen.

     Estaba dándole vueltas a todo cuando me di cuenta que uno de esos me miraba sin ocultar que le gustaba lo que veía. Al momento me excitó la situación y le sonreí abiertamente, jugar un poco no iba a hacerme ningún daño.

     Unos minutos y sonrisitas después, tras dejar la copa y girarme me lo encontré a mi lado.

     Pidió un combinado y volvió a sonreírme antes de formar un “hola” con sus labios, su mirada era tan profunda como el olor de su perfume. Me dio morbo al instante y me imaginé como sería dejarse llevar con ese hombre que parecía saber lo que se hacía, pensé mirando sus manos grandes y perfectamente cuidadas. Levanté la vista y le sonreí de nuevo abiertamente.

          -¿Siempre eres tan descarada?–pidió rozando mi oreja con sus labios-

          -Solo a veces

          -Llevó observándote toda la noche, pareces aburrida aquí sola mientras tus amigas se      divierten.

          -Me aburro –le dije haciendo un puchero con los labios-

          -Podría invitarte a esa copa y a todas las que quieras aunque tus amigas y mis amigos nos vigilen en todo momento o podríamos escaparnos a un rincón donde pudiera follarte como realmente deseo desde hace más de una hora –pretendía ser soez y desagradable con su descarnado ofrecimiento al que solo respondería una putita-

          -No tengo sed –le dije sin dejar de mirarle a los ojos para ver su reacción a mi juego-

     Me pasé la lengua por los labios tras dar un último trago a mi copa esperando que saliera despavorido ante mi atrevida insinuación. Me sentía cómoda jugando ya que había demasiada gente allí para correr ningún riesgo real. Pero me sorprendió y tras un suspiro me cogió de la mano y tiró de mi entre la gente.

     Yo apenas podía seguirle el paso con mis tacones; atravesamos la sala atestada de gente y me llevó por un pasillo, abrió una puerta y me empujó dentro.

     Lo primero que olí fue la humedad, después noté la oscuridad y a continuación sus manos empujándome hacia una pared.

     La cabeza me daba vueltas por lo rápido en que ese hombre me había arrinconado, por un momento pensé en gritar, en darle una patada y salir corriendo de ese almacén pero entonces su boca se apodero de la mía, sabia a tabaco y a whisky.

     Sus manos aferraban mi cara mientras me besaba condenadamente bien. Al segundo ya estaba respondiendo a su asalto cuando un ruido nos alertó a ambos, de nuevo tiró de mí escondiéndonos en un rincón detrás de unas cajas. Se abrió la puerta, después la luz y alguien entró mientras él me decía al oído.

          -Calla putita –dijo rozando con dos dedos mis labios calientes y húmedos de su beso-

     De nuevo mientras oíamos a ese alguien trastear bajo la cabeza, saco la lengua y lamio sus dedos y mi boca al mismo tiempo. Era todo tan erótico y excitante…

     El intruso apagó la luz y salió dejándome de nuevo al antojo de ese hombre.

     Apretó mis pechos con ambas manos sin miramientos, luego desabrocho mi blusa y los sacó del sujetador por arriba.

          -Vaya tetas tienes golfa –dijo bajando su boca para lamerlos-

     Lamió ambas moviéndolas con su lengua y después buscó mis pezones, los mordió directamente, se pusieron duros entre sus dientes y después los lamió con devoción.

          -Que sorpresa de noche gatita –dijo al oírme ronronear-

     Me subió la falda y metió la mano bajo mis bragas, jugó con los rizos de mi pubis antes de buscar la humedad de mi sexo.

     Bramó al notar lo mojada que estaba y adelantando dos dedos los paseó por mi rajita varias veces antes de pararlos a las puertas de mi vagina, empujó ligeramente y dos de sus dedos abrieron mi anhelante vagina. Me penetró con ellos varias veces, dentro fuera, cada vez más rápido, arquee el cuerpo y me corrí.

     Sacó los dedos lentamente mientras se desabrochaba el pantalón, me dio la vuelta y colocándose detrás me empujó ligeramente hacia adelante. Me mordía el cuello flojito cuando de nuevo se abrió la luz.

     No se separó y no me moví cuando su mano plana acariciaba los cachetes de mi culo. Me giré y vi cómo se ponía un preservativo, se agarraba la polla y la colocaba en la entrada.

     Anhelaba que me penetrara, la luz seguía encendida y alguien rebuscaba al otro lado del almacén y eso solo me ponía más cachonda.

          -Voy a follarte putita procura estar calladita –dijo flojito mordiéndome un hombro-

     Me agarró de las caderas y empujó. Necesité toda mi fuerza de voluntad para no chillar cuando me la metió de un solo golpe.

     Se quedó quieto, me agarró de ambas tetas y las estrujó mientras empujaba más adentro en silencio.

     Me estaba volviendo loca quería que me taladrara con la misma dureza que pellizcaba mis tetas.

      Su mirada era oscura, intensa y estaba tan excitado como yo. De nuevo se apagó la luz y sus manos dejaron mis tetas para aferrarme de las caderas y empezara follarme como ambos deseábamos. Oía sus jadeos a cada empellón y eso estaba volviéndome majareta.

          -¿Era esto lo que querías putita?

          -Si –solo fui capaz de decir-

     A cada empujón rebotaba en las cajas y no me importaba, estaba a punto de volver a correrme y lo hice dos minutos después.

     Las piernas apenas me sostenían cuando de nuevo tiro de mí, sentí el frio de la madera en mi culo cuando me sentó en una mesa, separó mis muslos y poniéndose entre mis piernas me penetró lentamente.

     Aun sentía las cosquillas del orgasmo y sentía perfectamente el roce del capullo en cada milímetro de mi vagina. Enrosqué mis piernas en sus caderas subí el culo ofreciéndome y empujó una vez más.

          -Eres la hostia-dijo pellizcando de nuevo mis tetas-

     Volvía a sentir crecer el placer en mi interior a medida que apretaba más y más mis pezones, apreté su polla con los músculos de mi vagina y tras un grito ronco se corrió arrastrándome de nuevo.

     Un segundo después salió

          -Voy a quitarme esto y vuelvo a pagarte –dijo antes de salir del almacén-

     Aluciné al darme cuenta que pensaba que era una puta de verdad; me había excitado que me llamara putita y me tratara como tal, pero no imaginaba que lo creyera realmente.

     Aproveché el momento para escabullirme y desaparecer, no quería enfrentarme a él.

     En los días sucesivos no me lo quitaba de la cabeza, pensaba a todas horas en los momentos vividos en aquel almacén sin poderme creer que hubiera sido capaz de tener sexo con un auténtico desconocido.

     Casi dos semanas después al acabar mi trabajo bajé a cambiarme y vi que el director, mi jefe directo hablaba con alguien en recepción.

          -Gracias de nuevo por el favor, en mi casa con las obras no hay quien viva

          -Quédate el tiempo que haga falta.

     No me dio tiempo de escabullirme, ambos se giraron y casi me caigo de culo al reconocer al otro interlocutor. Era el desconocido del almacén.

     Pasé casi corriendo ante ellos saludándoles rápidamente antes de meterme a cambiarme. Mientras lo hacía estaba de los nervios pensando en que ese hombre le contara a mi estirado jefe que había follado con él sin conocerle de nada en un sucio almacén de una discoteca. De esta me echaban.

     Aproveché que mi compañera hablaba con ellos para salir de allí corriendo, pero no fui lo suficientemente rápida ya que él me intercepto en la puerta.

           -¿Dónde vas tan rápido nena, de que escapas? ¿Tienes miedo de que esos sepan a qué te dedicas en tu tiempo libre?

     Le miré con rabia y me fui dejándolo plantado en la puerta, vi como mi jefe se acercaba y ambos charlaban.

     Al día siguiente saludé a mi jefe al pasar por recepción esperando que este me recriminara algo, incluso esperaba que me despidiera. Era un hombre recto y tieso de unos cincuenta y algo que parecía más mayor por su carácter. No dijo nada más que un escueto buen día.

     Al final de la jornada me alegraba de no haber sucumbido a mis miedos. No podía permitirme perder el trabajo y maldije haberme dejado llevar con ese hombre.

     Ya terminaba la última habitación cuando mi compañera se despidió de mí antes de irse al médico un poco antes de lo que nos tocaba.

     Un poco después bajé a cambiarme y para mi sorpresa al entrar en la habitación donde teníamos las cosas sentado en un sillón que había en un rincón estaba él.

          -La otra noche desapareciste y ayer volviste hacerlo, te debo algo

          -No me debes nada, olvida lo que pasó, no quiero problemas

          -No quiero darte problemas, solo quiero arreglar lo de la otra noche y repetir

          -No va a volver a pasar, vas hacer que me despidan

      Se levantó y se acercó a mí arrinconándome contra las taquillas.

          -Venga se buena chica, solo recordar lo de la otra noche mira como me pones –dijo apoyando su erección en mi cadera-

     Bajó la cabeza y su boca volvió a tomar la mía sin darme tiempo a reaccionar. Lo hacía tan condenadamente bien que en un minuto me temblaban las piernas.

          -Nos van a cazar

          -No voy a arriesgarme a que salgas corriendo de nuevo, necesito volver a follarte putita

     Desabrochó con destreza mi uniforme y sobo de nuevo mis tetas, volvió a liberarlas y bajó a lamerlas.

     Mis pezones pronto estuvieron erectos entre sus labios y oía los chupetones que me ponían a  cien.

     Metió la mano bajo mi braga y apartando los rizos volvió a acariciar mi sexo.

          -Puedes decir no pero tu coñito dice si

     Se desabrochó el pantalón con la otra mano sin dejar de sobarme y tras liberar su polla me acarició con esta la rajita.

     El calor se había apoderado de mi cuerpo y me sentía arder a medida que el orgasmo crecía con la fricción de su polla y estallaba mojándosela con mis juguitos.

          -Si putita así me gusta, ya estas preparada

     Me llevó al sillón, me arrodilló en él y colocándose detrás guio su polla y empujó hasta clavarme la mitad. Sus manos apretaron mis caderas y un segundo empujón lo llevo al fondo de mi vagina.

     Sentí su polla resbalar por mi vagina y llenarme por completo mientras el lamia mi cuello

          -Estas ardiendo golfa –dijo con la voz ronca por el deseo-

     Salió casi por completo y volvió a hundirse hasta el fondo una vez, dos veces… diez y temblé bajo su cuerpo con mi segundo orgasmo y no paro de follarme con más fuerza cada vez sin apenas salir ahora taladrando mi vagina hasta que no pudo más.

     Se colocó a mi lado y agarrando su polla la puso en mis labios, quería saborearla y saque la lengua para notar mi sabor en su sexo inflamado.

          -Chúpamela zorrita

     Lamí todo el tronco, succioné el capullo y la dejé resbalar hasta el fondo de mi garganta satisfecha al oírle jadear cada vez que lo hacía.

     Sobé sus testículos mientras succionaba y entre jadeos me dijo:

           -Putita no puedo más, cuidado

      No quería parar y seguí hasta notar como arqueaba su cuerpo y descargaba un primer chorro de semen en mi boca, salió un poco y un segundo chorro mojó mis labios y cayó sobre mis pechos.

      Seguí meneándosela hasta vaciarle por completo, entonces me sorprendió arrodillándose ante mí y tras separar mis muslos me metió tres dedos, los abrió dentro, salió y entro hasta que grité el tercer orgasmo que me dejo rendida en el sillón.

     Lo siguiente de lo que fui consciente fue de verle limpiarse con una servilleta, se colocó el pantalón mientras fuera se oían pasos, el salió deprisa a interceptarlos para que fuera quien fuera no entrara y les oí hablar.

          -Buscaba un baño y la chica me ha dejado usar el de ellas para que no subiera

          -¿Te vas?

          -Sí, tengo una reunión en diez minutos y ya llegó tarde.

     Volvió a asomarse y me dijo flojito.

          -Está en recepción, ¿hablamos mañana?

     Asentí con la cabeza sin fuerzas para más, sabía que mi jefe no entraría y me permití esperar unos minutos antes de reunir fuerzas para recolocarme.

     La cabeza me daba vueltas y sentía el cuerpo laxo tras el último orgasmo mientras me repetía que me arreglara. Aturdida vi como la puerta se abría y aparecía mi jefe.

     Intenté cubrirme con algo pero mi uniforme estaba demasiado lejos, él se agachó lo recogió y se acercó a dármelo.

          -Lo siento, no… –solo conseguí decirle antes de que lo soltara-

          -No te excuses he visto lo que ha pasado

          -¿Qué ha visto?–pregunte esperando despertar de esa pesadilla-

          -Todo

     Intenté coger el uniforme pero él lo aparto de mi alcance, miré a ambos lados y vi mi braga en el suelo junto a mi sujetador. Me miré y vi el semen aun sobre mis pechos.

          -Deberías limpiarte primero –dijo acercándose mientras sacaba su pañuelo de tela del bolsillo-

     Pensé que me lo daría pero el mismo paso el pañuelo por mis pechos, me sentía como en una nube, todo me parecía muy irreal y no sabía qué hacer ni que decir.

          -Te ha puesto perdida –dijo arrodillándose ante mí- deja que te limpié un poco.

     No fui capaz de mover un solo musculo mientras sentía como pasaba el pañuelo delicadamente por mis pechos y mi estómago.

     Cuando llegó a mi pubis dejo el pañuelo sobre mi vientre y para mi sorpresa pasó los dedos por mi vello.

     A pesar de todo lo sucedido y después de haber disfrutado de la rudeza de su amigo me excitó la delicadeza de sus dedos. Apartó con dos dedos el vello y volvió a sorprenderme al bajar la cabeza y sentir sus labios sobre mi vulva.

      Estaba completamente paralizada por la sorpresa cuando sentí su lengua lamer mi sexo con devoción.

           -Por favor no –conseguí gritar-

          -Calla niña –dijo esta vez en un tono amenazante que contrastaba con la suavidad de su lengua-

          -No puede…

     Succionó mi clítoris y un escalofrió recorrió mi columna, volvió a succionar y me corrí en silencio.

          -Ves como si puedo

     Se levantó y me dejó de nuevo aturdida, volvió un minuto después y me ayudó a levantarme, me cubrió con el uniforme y pensé que había acabado todo, pero cogiéndome del brazo me sacó de la habitación y me metió en el ascensor.

          -Dejé que me vaya

          -No

     Salimos del ascensor, abrió la primera puerta y me empujó dentro, aun iba descalza y me empujó sobre la cama tirando de nuevo de mi poca ropa. Caí desnuda sobre la cama.

           -Ahora me toca a mí

          -No –dije intentando incorporarme-

          -Si –dijo de rodillas en la cama-

     Tiró de mis piernas, las separó y colocándose entre mis muslos se desabrocho el pantalón, sacó su polla y la llevó a mi vulva.

     Sin darme tiempo a reaccionar me la metió, era más corta que la de su amigo pero el doble de gorda.

     Intenté zafarme pero volvió a empujar y note mi vagina amoldarse a la nueva intromisión.

     Empezó a moverse dentro de mí y mi cuerpo empezó a buscar sus acometidas a fusionarse con cada una de ellas mientras oleadas de placer recorrían mi maltrecho cuerpo.

          -No pensaba que fueran tan caliente y mucho menos que iba a disfrutarte así.

     Me folló despacio pero profundamente durante un buen rato, ambos jadeábamos cuando el sacó, me dio la vuelta y empezó a besar mi espalda con la misma dulzura que había lamido mi sexo.

     Llegó a mi culo y tras besarlo, lamerlo y mordisquearlo lo abrió y pasó la lengua por mi rajita buscando mi ano para lamerlo con glotonería, me sentía en una nube y mi sexo se mojaba al sentir las caricias de su lengua ahí.

     Tras unos minutos sentí su mano entre mis piernas, sus dedos se colaron en mi vagina y subió el culo para facilitarle la tarea, sentí la yema de otro de sus dedos en mi ano y temblé al sentir la presión.

           -No –grité-

          -Calla niña y relájate

     Empujó y medio dedo abrió mi ano virgen, otro empujón más y cometió del todo sin dejar de mordisquearme el culo.

     Me estaba volviendo loca, me escocia el ano pero los dedos en mi vagina me daban placer y su boca también.

     Cuando estuve al borde del precipicio totalmente desesperada por correrme sacó el dedo, se arrodilló detrás y tiró de mí. Rozó su polla por mi raja y la colocó mojada en la entrada de mi ano.

      Empujó un poco y me queje al meter el capullo.

           -Calla niña ya casi esta.

     Me agarró fuerte de las caderas y empujó un poco más, me agarré a la colcha y me penetró por completo. Di un grito de dolor y el me acarició los riñones antes de empezar a moverse despacio en mi culito.

           -Que rico esta tu culo preciosa, ¿te gusta que te lo folle?

          -Si –dije completamente entregada-

     Empezó a entrar y salir con fuerza y poco a poco el escozor desaparecía, soltó mis caderas y me dio un fuerte cachete en el trasero, eso me puso aún más a mil. Empujó más y sentí el calor de su semen en mi culo mientras aullaba.

     Sacó la polla, se la limpió con el pañuelo y después me lo lanzó antes de decirme.

          -Realmente extraordinario nena, descansa un rato luego te subiré la ropa. Siento haber perdido el control –dijo antes de salir-

     Tras darle mil vueltas volví al día siguiente al trabajo mi jefe desde recepción me dio los buenos días y se los devolví.

     Trabajé excitada esperando a ver que iba a suceder, había decidido dejarme llevar y recibir todo el placer que esos dos hombres fueran a darme.

      Al final en la última habitación estaba haciendo la cama cuando entró mi jefe.

      Se acercó lentamente y se arrodilló ante mí, me quedé parada mientras él me bajaba lentamente las bragas y como el día anterior en silencio volvió a lamerme el coño allí de pie.

      La puerta se abrió y vi entrar a su amigo sin que este dejara de lamer como podía mis muslos y mi sexo el colocándose detrás empezó a desnudarme.

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