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Una noche cualquiera

en Sexo con maduros

Tres hielos en el vaso, dos de ellos cubiertos de whisky del mejor que había en el local y mi misión terminaba al acercárselo a él.

Me llamo Sandra y si me dedico a poner copas por la noche y desayunos por la mañana en un pequeño bar a las afueras, cada día espero que sea el último y que por fin me salga el trabajo que añoro y me lleve lejos de esta barra.

Echo un vistazo y a la derecha de la barra un par de hombres de mediana edad, bien vestidos beben sus copas entre risas con una mujer bastante más joven; ella les ríe las gracias y enseguida pienso en que unirá a esas tres personas, me encanta inventarme sus vidas. Mi mente crea rápido situaciones e imagino que esos hombres son compañeros de trabajo de la mujer, por supuesto una posición más elevada y ella hace puntos, quiere ser simpática con ellos pero se le ve forzada.

Dejo al trio y mi mirada recorre el local ahora, paro en una mesa donde una pareja de jóvenes discute, sobre donde irán esa misma noche. Son prácticamente adolescentes y no tienes más preocupación que pensar en cómo divertirse cuando uno lo tiene todo al alcance de la mano.

Regreso de nuevo a la barra y a mi izquierda una mujer a la que cálculo unos cuarenta y muchos da un trago a su cerveza con demasiada ansiedad, supongo que no bebe por sed ya que es la cuarta esa noche. Sus ropas caras no se compaginan con la necesidad del tinte en su pelo descuidado y pienso que la necesidad de beber está ligada a su descuido personal y solo queda las ropas caras de una vida mejor dejada atrás.

Ahora viene él, el plato fuerte, la guinda del pastel.

Es un hombre de unos cincuenta años, impolutamente vestido, peinado y afeitado. Le conozco de verle por las mañanas; es la primera vez que le veo en el turno de noche.

Siempre que le veo pienso que parece aislado de todo lo que le rodea, como si un campo magnético le eximiera de soportar los ruidos y molestias de la gente que abarrotaba por las mañanas el local. Apenas he oído de sus labios algo más que no fuera, “lo de siempre”, “gracias” o “buenos días”. Aun así consigue ponerme nerviosa cada vez que paso por su lado.

Sin las prisas de las mañana puedo mirarle unos minutos sin ser vista, miro sus manos alrededor del vaso que le he servido, sus uñas perfectamente cortadas casan con el resto de su atuendo cuidado.

Pienso durante unos segundos que me encantaría hacerle perder los papeles, ver como pierde la compostura y mil imágenes eróticas de ese hombre y yo cruzan mi febril mente.

Vuelvo a la realidad cuando el chico de la parejita de la mesa me pide otro refresco, al girarme a poner el hielo en el vaso me siento observada y al girarme rápido me encuentro con la mirada fija de ese hombre y alucino al darme cuenta que me estaba mirando con fijeza y un escalofrió recorre mi columna. Ese hombre causa estragos en mí y eso que no es ni el tipo de hombre que me atrae normalmente.

Los chicos de la mesa se van tras pagarme la cuenta y ya solo queda el trio y él.

Veo movimiento en el trio y me piden la cuenta, paga uno de ellos y veo que se va con la chica tras despedirse del otro, él se gira un momento y sonríe a su amigo con cara del cazador que ya tiene presa. El otro pide otra copa que me paga al momento.

-¿Pelirroja te tomarías una copa conmigo muñeca? –tantos estereotipos en una sola frase me repugno-

Rechacé con fingida cortesía su ofrecimiento obviando que me había llamado “muñeca” y “pelirroja”.

Cuando le devolví el cambio agarró mi muñeca y me dijo:

-Venga nena, ¿dime que me costaría esperar a que cerraras? –dijo el baboso con voz pastosa-

¿Acaba de llamarme “nena” y me estaba ofreciendo dinero por mi compañía? Bueno más que compañía hablamos claro me estaba ofreciendo dinero por follar y mientras la indignación subía por mi columna vi como una fuerte mano soltaba la suya de mi muñeca.

-¿Creo que la señorita ha dejado claro que no le interesa la primera vez no?

El baboso lo miro y él le reto con una mirada impasible, un minuto después me soltó, se terminó la copa y salió sin decir ni adiós.

Ya solo quedaba él en el local y decidí empezar a barrer mientras el apuraba su copa con tranquilidad.

-Ya acabo supongo que estará deseando irse –su voz llenaba el local ahora que no había ruidos-

-No se preocupe aun me queda un rato, tengo que recoger antes de irme. –Dejé la escoba y pasé detrás de la barra- ¿me permite que le ponga otra copa?

El empujó un poco el vaso y volví a ponerle hielo y whisky.

-Esta va de regalo, gracias por echarme un cable antes. –Comente agradecida-

-No es necesario, me desagradan los hombres que no saben beber. -apenas levantó la vista del vaso-

Esa noche estaba aún más taciturno que de costumbre, miré como daba otro trago largo de su vaso recreándose mientras el líquido llenaba su garganta y me decidí a darle charla.

-Además de poner copas y cafés con leche, se escuchar.

-¿Crees que necesito desahogarme y contarle mis miserias a una desconocida? –Su voz sonó más relajada, casi divertida-

-Es más fácil hacerlo con una desconocida que con un amigo –intenté que se soltara un poco-

Sopesó mis palabras durante unos segundos y yo creyendo que no iba a soltar prenda y sin querer forzarle a nada, seguí barriendo, no quería parecer una pesada.

-Mi mujer acaba de pedirme el divorcio, tiene una aventura con mi socio diez años más joven que ella y quince menos que yo… ahí va eso, ¿qué te parecen mis miserias?

-Tristes –me sorprendieron sus palabras a bocajarro-

-¿Te puedo hacer una pregunta? –no me miraba simplemente miraba su vaso haciendo girar en el los hielos y el líquido-

-Claro, que sea fácil –intenté sonar poco ansiosa porque siguiera-

-¿Qué crees que mueve a una mujer de más de cincuenta a romper con todo por un hombre mucho más joven?

-Es fácil… pasión, deseo sexual…

-Yo también he sentido eso a diario, pero no sé si hubiera sido capaz de romper con todo

-Pues o no sentiría lo suficiente o no se sentiría correspondido

-Esa es una buena respuesta, quizás mis deseos fuera de mi cama de matrimonio nunca fueron correspondidos y tuve reparos porque temía que me rechazaras

-Quizás si lo analiza eso le freno incluso más que su vida cotidiana. –en ese momento caí en que había dicho “me rechazaras”-

Me quede mirándole sin saber si se había equivocado o en realidad estaba insinuando que hablaba de mí, mientras me debatía sin saber cómo seguir. No tuve que decir nada ya que el continuó como si hablara de otra persona, siguió moviendo el vaso mientras decía.

-Fuiste tú quien quiso oír mis desventuras… desde que entre perdido buscando una dirección por primera vez, volví cada mañana para verte unos minutos.

-Nunca noté nada –dije alucinada desde la otra punta del local-

-Lo sé soy bueno escondiendo lo que siento, por eso te dije que no se si hubiera sido capaz de seguir los dictados de la cruda pasión, del deseo que sentía cada vez que te veía moverte entre las mesas, entre la gente… y pensaba tras de mi periódico como sería tenerte solo para mí, entre mis brazos… en cambio seguía mirándote a escondidas.

-¿Por qué hoy?

-Porque hoy me da igual seguir perdiendo. –sonaba desmoralizado-

No podía moverme del sitio tras su confesión, vi como con una sonrisa que no subió a sus labios paso por mi lado

-Tranquila, voy un momento al servicio y te dejo acabar para que puedas volver a tu vida.

Ni siquiera me rozó y todo mi cuerpo respondió a su cercanía mientras pensaba en lo que me esperaba en mi pequeño y frio apartamento mientras él estaba en el baño. Cuando le oí salir le miré unos segundos y vi que se acercaba peligrosamente a mí. Se paró a unos milímetros mirándome con tal intensidad que mis rodillas se aflojaron, durante unos segundos la vida se paró, pero enseguida él recuperó la compostura y dándome la espalda se dispuso a volver a su sitio.

-Pues yo creo que la pasión se debe explorar y ver siempre donde te lleva, creo que no hay peor añoranza que añorar lo que jamás sucedió.

Se paró a mitad de camino y girándose volvió a mirarme.

-¿Supongo que sabes que me inducen a creer tus palabras no?

-Lo se

En un segundo su cuerpo estaba pegado al mío, me empujó hacia la puerta y dando la vuelta a la llave bajó la cabeza y su boca devoró la mía. Apenas podía respirar su cercanía, sus labios, su olor… todo eso estaba creado para volverme loca de deseo, sentía el fuego recorrer mis entrañas cuando sus manos recorrían mi cuerpo sobre la ropa y yo deseaba que me la arrancara, porque allí y en ese mismo momento necesitaba sentirle más que a nada en el mundo.

-Hace tanto que deseo esto gatita…

Sus dedos intentaron desabrochar mi camisa mientras sus labios ahora lamian mi cuello dejando un rastro de humedad y calor en mi piel y como no pudo simplemente tiró; ver como los botones salían disparados me puso a mil. Saco la camisa de mi falda y bajó la cabeza para lamer mis pechos, besaba cada rincón de mi piel que quedaba expuesta y agarrándolos, luego se separó a mirar.

-Tus pezones están duros, me muero por morderlos. –Y lo hizo por encima del encaje del sujetador-

Tuve que apoyarme a la puerta mientras sentía sus dientes morder mis sensibles pezones, poniéndolos durísimos antes de sacarlos y liberarlos del sujetador.

-Preciosos cielo –dijo mientras pasaba su lengua plana antes de succionarlos-

Yo no podía dejar de jadear, me sentía al borde de la combustión espontánea mientras sus manos ahora subían la falda a mi cintura y su mano acariciaba mis muslos, subiendo hacia mi sexo.

Volvió a besarme con su mano de canto entre mis piernas presionando mi sexo mientras este mojaba mis braguitas de algodón. No podía pensar en nada que no fuera él y sus caricias.

Oír sus jadeos sobre mis labios me ponía a cien, pero nada comparado con lo que sentí al notar como sus dedos apartando mi braguita rozaron por primera vez mi sexo inflamado y anhelante de sus caricias.

-Estas tan caliente y mojada gatita que vas a volverme loco

-Más –fue lo único que logre decir, sus caricias tenían el poder de hacerme desear siempre más y más-

-Si gatita voy a darte todo lo que tengo, es todo para ti.

Incrementó el movimiento de sus dedos en mi sexo llevándome a la locura total, sentía el calor concentrarse entre mis piernas y entonces empujó dos dedos y me penetró profundamente, entró y salió hasta que mi orgasmo estalló mojando sus dedos con mis fluidos.

-Muy bien así gatita me encanta como ronroneas, me gusta tanto la humedad y el calor que desprende tu cuerpo… –dijo lamiendo sus dedos, que minutos antes habían estado en mi interior-

Acaricié su sexo sobre el pantalón y poniéndome de cuclillas desabroché el cinturón, el pantalón y lo dejé caer a los tobillos, acerqué mi boca al bulto que marcaba el calzoncillo y lo mordisqueé suavemente antes de liberarla, tire de la tela ya húmeda y salto como un resorte ante mi cara.

La agarré por la base y pasé mi lengua por la punta húmeda, relamiendo las primeras gotitas que demostraban que estaba al límite; Acaricié sus gordos testículos y bajé mi boca y mi lengua para lamerlo y succionarlos mientras mi mano en la base de su polla se movía lentamente.

El apoyado en mis hombros y en la misma puerta jadeaba descontrolado, cuando dejé sus huevos y subí de nuevo a lamer su polla, esta vez deje resbalar la misma entre mis labios y tragué casi la mitad, retrocedí y tras pasar de nuevo mi lengua volví a metérmela en la boca esta vez no paré a la mitad y me la trague por completo hasta notar mi mano, succionaba a medida que sus jadeos se intensificaban sintiéndome pletórica por darle más y más placer.

-Nena tu boca es explosiva, no sé cuánto podré dejar que hagas esa estupenda locura preciosa –dijo con voz apenas entendible-

Retrocedí y le dije sin apenas separar mis labios de su mástil:

-No voy a parar de mamar tu polla, quiero tu semen en el fondo de mi garganta –apenas reconocía mi voz-

Tragué de nuevo tras mis palabras, sus gemidos eran ya pequeños grititos jadeantes hasta que sentí la tensión, aflojé la presión de mi mano y noté su semen en mi garganta cuando se corrió dando un aullido.

-Joderrr… toma gatita…

Note el calor de su semen de mi garganta mientras retrocedía para que otro chorro llenara mi boca hasta sacarla del todo y dejar que el ultimo goteara sobre mis tetas, él miraba jadeando cuando volví a succionarla, después lamí hasta dejarla limpia por completo.

-Joder gatita

Me ayudó a levantarme y me llevó a la barra, ante ella me beso de nuevo antes de quitarme las bragas y ayudarme a sentarme, separó mis muslos aun con la respiración entrecortada y me miró un segundo con ojos agradecidos antes de bajar la cabeza e incendiar mi alma con su lengua.

Separó los labios de mi sexo y su lengua, sus labios y hasta sus dientes recorrieron cada rincón de mi sexo volviéndome a encender y de nuevo me corrí esta vez en su lengua.

Mientras yo intentaba respirar con normalidad de nuevo el cogió su vaso y lo acercó a mis labios, di un trago y después bebió el mientras yo bajaba de la barra sintiendo mis piernas como si fueran de gelatina, sentí su mirada recorrer mi cuerpo. Me senté en una mesa y él se acercó, se colocó entre mis piernas y me beso el cuello, me apoyé en mis manos hacia atrás arqueando mi cuerpo y sus labios bajaron hacia mis pechos, entreteniéndose en mis pezones un poco antes de volver a subir a mi cuello y a mi boca.

Me senté recta y me abracé a él pegando mis duros pezones a su pecho.

-Ahora es cuando me mortifica haberme corrido me muero por follarte y aun no puedo

Me separé para ver como su sexo empezaba a reaccionar, lo agarré con mi mano y lo llevé a mi sexo, ayudado por mis dedos lo introduje un poco y moví las caderas ante su estupefacción entro en mi coñito semi-blanda aun; entonces empecé a apretar su polla con mi vagina y sentí como esta empezaba a crecer dentro de mí.

-Dios muchacha, como siento las succiones de tu esplendido coño… y yo que creía que no podía ser mejor que tu mamada…

En un par de minutos volvía a estar en forma y sus dedos clavados en mi culo me empujaban hacia él mientras movía las caderas, llenándome por completo. Sentirlo crecer dentro era una sensación buenísima y ahora sus arremetidas eran la leche. Empujaba fuerte y una vez dentro daba un último empujón antes de retroceder solo para volver a empujar.

Yo jadeaba de nuevo como una perra en celo y tumbada en la mesa él agarraba mis tetas, pellizcaba mis pezones y me penetraba duramente.

-Si no pares, dame polla

-Voy a reventarte el coñito, la ventaja de haberme corrido es que ahora te vas a hartar de polla cielo.

Y cumplió lo prometido, me folló sin parar hasta que una de las veces salió por completo, me puso de lado en posición fetal.

-Abraza tus rodillas gatita

Lo hice y el agarrando su polla me penetro así, estaba más cerrada y le notaba más, tanto que al meter su mano entre mis piernas casi al instante de sentir sus dedos me corrí como una loca entre gritos.

-Si preciosa córrete, no te imaginas lo cachondo que me pone sentir mi polla en tu coño mojándose con tu corrida.

Sin sacarla y antes de que hubiera normalizado mi respiración tiró de mí y bajó mis piernas de la mesa, apoyó mis pechos en la misma y con sus manos en mis riñones embistió con ganas una y otra vez durante tanto tiempo que sentí que me moría de placer, sentía como él iba excitándose cada vez más, hasta tener que parar un segundo, durante el cual casi lloré de frustración cuando abandono mi interior.

Me senté en la mesa, abrí las piernas y el vino y me penetró de un solo empujón, mientras con dos dedos abrió mi sexo y frotó mi clítoris.

-Voy a correrme –dije entre suspiros- así dame más y más fuerte

Empujó con toda su alma, salió y volvió a empujar y sentí contraerse mi vagina, los espasmos sacudieron mi cuerpo me corrí mientras le oía jadear como un poseso, entonces con mis piernas abracé sus caderas, moví mi pelvis y le apreté fuerte.

-Necesito correrme cielo…

Le sonreí y apreté más mis piernas diciéndole sin palabras lo que quería, él con una fuerte carcajada me amasó las tetas y arqueándose descargó de nuevo esta vez llenando mi vagina con su caliente semen mientras de nuevo daba un alarido animal.

Se sentó en una silla y ambos intentamos recuperarnos unos minutos, luego ambos nos vestimos entre sonrisas cómplices y me ayudó a limpiar y recoger todo antes de salir.

-¿Sabes lo curioso chiquilla?

-¿Qué?

-Que no se ni tu nombre y a pesar de ello pienso que si todo lo vivido antes de esta noche me ha llevado hasta aquí bienvenido sea.

-Me llamo Sandra

-Sandra, me llamo Marcos 

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