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Luna mi Alter Ego II

en Confesiones

Como cada mañana llegue con los cafés, oí a mis colegas en el despacho de Julián y fui hacia allá, ambos discutían acaloradamente sobre un posible cliente.

-Hola chicos traigo gasolina, ¿alguien quiere?

-Eso no se pregunta –contestó Arturo con una sonrisa-

Le pasé los cafés y los dos cogieron el suyo, mientras bebíamos me pusieron al día y media hora después no pude más que ponerme de parte de Arturo, ya que su idea me parecía mejor. Después les dejé ultimando detalles y me fui a mi despacho.

Sacando mis cosas me di cuenta que había un nuevo mensaje en mi móvil:

     “-tu nueva cita es hoy a las dos en el restaurante que está en esta dirección.”

Pase toda la mañana enfrascada en el trabajo, a la una Arturo se asomó y me pidió:

-¿Comemos juntos?

-Yo como en un restaurante que me han recomendado –le dije el nombre-

-Me encanta, nos apuntamos

Me quede helada y no supe que decirle, cogí el móvil y mande el siguiente mensaje:

     “-No me he podido escapar, puedo ir pero no sola. ¿Algún problema?”

No me contestó y se hicieron la una y media, recogí mis cosas y pasé al otro despacho decidida a seguir con el plan, suponiendo que si no se podía, él se encargaría de cancelarlo.

Cuando entramos y di mi nombre nos llevaron a una mesa apartada.

-¿A quién conoces aquí niña que te tratan tan bien?

En ese momento me excusé sin saber que decir para mirar un nuevo mensaje, a ver si este me daba luz.

     “-En unos minutos vendrán a por ti, vas a conocer al cocinero, inventa tu frente a esos dos de que conoces a ese hombre. Por cierto perdono tu indiscreción al no acudir sola, por el placer de verte con esos pantalones que hacen que desee morderte hasta hacerte gritar.”

Sonreí complacida por el cumplido final y girándome hacia ellos que esperaban una respuesta se la di.

-Conozco al cocinero, es el marido de una amiga –dije al tiempo que llegaba el camarero-

-Señorita, ¿puede acompañarme? El cocinero quiere saludarla.

Me levanté y excusándome dejé a mis compañeros decidiendo que comer. Iba tras el camarero cuando otro mensaje vibro en mi móvil.

     “-Escribe un mensaje en el que les digas a esos que coman solos que te quedas en la cocina aprendiendo un par de recetas y que picaras algo. Que os veis en los postres.”

Me asombró pensar en cómo lo había organizado y escribí el mensaje mandándoselo. Al momento recibí un ok por parte de Arturo.

Pasamos por una atestada cocina y salimos a un pasillo, allí el camarero paró y me dijo.

-Es la puerta del fondo –dije volviendo a su sitio-

Abrí la puerta y entré, lo primero que note fue el frio que hacia allí, muchos grados por debajo del aire acondicionado del salón, nada que ver con el bochorno de la cocina. Miré y solo había una mesa de acero inoxidable enorme y las paredes llenas de cámaras frigoríficas.

Dejé el bolso en la única silla y al momento la puerta se abrió. Entró un hombre que tendría unos cuarenta y cinco años, del montón, ni feo ni guapo, ni gordo ni flaco, normal.

-Hola Luna, tengo que hacer un relleno. ¿Quieres ayudarme?

-¿Qué tengo que hacer?

-Van a traerte algo de comer, subiré un poco la temperatura, pero no puedo demasiado, esto es el cuarto frio.

-No pasa nada, puedo aguantarlo

Tocó un termostato y en ese momento el mismo camarero trajo una bandeja y se fue, yo empecé a comer mientras él ponía en un bol varias cosas y empezaba a batirlo mientras me miraba; su mirada era caliente, el anticipo de algo…

-Me encanta ver comer a la gente, bueno a las mujercitas como tú. Mi mayor fantasía cuando me asomo y os veo comiendo es imaginaros como seréis en la cama.

-¿Cómo crees que soy yo?-pregunte con picardía-

-Bueno por lo que se eres nueva en esto, pero me han dicho que eres muy moldeable, ¿vas a dejar que te moldee un poco?

-Si

-Entonces quítate los pantalones y siéntate aquí –dijo señalando la mesa al lado del bol-

Hice lo que me pedía y antes de que me sentara puso una gran sabana en la mesa, aun así al sentarme sentí el frio bajo mi culo.

-Abre las piernas –dijo acercándome un hojaldre que había en la bandeja de mi comida- come mientras termino.

El siguió en lo suyo mientras yo saboreaba el rico pastel, relleno de marisco. Me había acercado la copa del vino y lo trague dejando que calentara mi garganta. Era excitante comer allí ante su atenta mirada, me parecía tremendamente erótico.

-Apártate un poco las bragas, quiero ver tu coño.

Lo hice y él se acercó más a mí sin tocarme y sin dejar de mover lo que había en el bol.

-¿Te gusta lo que comes?

-Mucho ¿y a ti te gusta lo que ves?-seguí juguetona-

-Mucho, desabróchate la camisa y quítate el sujetador, ahora me toca disfrutar de tus tetas –pidió honestamente-

Me quité la camisa y el sujetador y luego volví a ponerme la primera pero abierta.

Sin dejar el bol bajo la cabeza, sacó la lengua y la pasó por uno de mis pezones duros, el frio junto con la creciente excitación hacia que estuvieran de lo más erectos. Tras pasar la lengua los succionó y mordisqueo levemente. Yo apoyé las manos a ambos lados y me eche un poco hacia atrás arqueando mi cuerpo y ofreciéndole mis tetas. Durante muchos minutos las devoró sin parar mientras el calor crecía entre mis piernas.

-Mira como se ha puesto mi polla solo comiéndome tus tetas…

Bajé la mirada y vi el bulto que estiraba la tela del fino pantalón y decidí dar el siguiente paso.

-¿Puedo verla?-pregunte tímidamente-

-Claro, sácamela. Yo por motivos obvios no puedo tocarla.

Bajé de la mesa y poniéndome a su lado metí primero la mano dentro, enseguida note el calor que desprendía, la cogí y noté como palpitaba en mi mano.

-Umm si nena, tócala.

Animada por su jadeo la saqué del pantalón y empecé a meneársela suavemente, él se apoyó en la mesa y dejó que le masturbara.

-Más deprisa, hazlo con más dureza nena.

Apreté más y empecé a mover mi mano más deprisa, enseguida note el cambio en su respiración, sentí como se aceleraba, como disfrutaba. Supe que no quería suavidad, que le gustaba más la brusquedad. Cada vez apretaba más y cada vez jadeaba más. Entonces contagiada por su excitación, por el entorno, por el saber que estábamos rodeados de gente, que a unos metros mis amigos comían ajenos a lo que estaba sucediendo, por todo ello me puse a cien. Me puse de cuclillas y llevé esa polla a mi boca, no la lamí, no pasé mi lengua, simplemente cogiéndola por la base me la tragué casi por completo, volví a sacarla y succioné fuerte el capullo antes de volvérmela a tragar.

-Nena me estas matando, así no pares cielo.

Agarré sus huevos y los estrujé mientras seguía con su polla en mi boca y oía sus gemidos y jadeos. El soltó el bol en un lado alejándolo y agarrándome del pelo movía las caderas fallándose ahora mi boca hasta la garganta. Me tiraba fuerte del pelo y eso me ponía aún más cachonda.

-Así nena chupa, trágatela toda y no dejes de sobar mis pelotas me encanta.

Apreté, succioné y tragué lo que pude durante minutos. Ambos estábamos cada vez más a punto y entonces me subió y retirando la sabana me inclino sobre la mesa, se colocó detrás de mí y empezó a pellizcar mis pezones duramente entre sus dedos mientras mordía mi cuello y lo lamia.

-Dame unos segundos para templarme y te follaré nena.

Me dolían los pezones irritados ya cuando empujando mi espalda los apoyó en la mesa helada, al momento sentí alivio.

-¿Te alivia el frio nena verdad? -dijo dando una palmada en mi culo-

-Si

Me agarró de las caderas tras ponerse un condón y llevo su polla a mi entrada, clavó los dedos en mi carne y empujó. Una sola vez y note sus testículos golpearme. Se quedó quieto unos segundos y salió por completo antes de volver a penetrarme una vez más. De nuevo salió y volvió a entrar, salió y una nueva palmada en mi culo calentó mi carne.

Volvió a metérmela, a sacarla y a pegarme alternando, volviéndome completamente loca hasta al punto de esperar impaciente su cachete por que tras el hundía su polla hasta el fondo de mi vagina.

Cuando me ardía el culo, lo acarició, subió una de mis piernas a la silla y agarrado a mis caderas empezó a follarme sin parar, mientras con la mano entre mis piernas pellizcó mi clítoris; no pude más y estallé, me corrí apretando su polla entre jadeos, el empujó más adentro para al momento y tras un gemido correrse también.

-Muy rico Luna, realmente bueno. Allí tienes un baño –me indicó otra puerta-

Cuando salí aseada el entró y cuando salió tras limpiarse las manos en una pequeña pila de aluminio cogió el bol y siguió con lo suyo.

-¿Sabrás salir?

-Si –dije cogiendo el bolso y viendo los tres billetes sobre este-

Me fui tras una rápida despedida y pasé por la cocina, desde allí el mismo camarero me llevó a la mesa.

-¿Que tal el interior de la cueva?

-Uff he disfrutado-nunca mejor dicho-

Iba a invitar a mis amigos a comer cuando el hombre salió.

-Marcia yo me encargo –le dijo a la chica de la recepción-

-No permitiría que pagaras y quería decirte que estás invitada cuando quieras, solo llama y comunícamelo, esperaré impaciente que lo hagas Luna.

-Gracias-dije antes de salir-

Durante toda la tarde no dejé de pensar en el cambio que se había producido en mi vida y en mi cuerpo. Estaba aprendiendo a disfrutar del sexo, sin pensar en nada más que el placer. Como si oyera mis pensamientos sonó un nuevo mensaje.

     “-me han dicho que la comida ha sido estupenda, en el fondo creo que estoy sacando la puta que hay en ti.”

Me molestó el mensaje y pensé que coño se creía ese tío… quien debía ser y por qué parecía odiarme así, al notar en su mensaje el placer que le daba saber que me estaba emputeciendo.

No recibí nada más hasta que por la noche sonó de nuevo el condenado móvil.

     “-Van quedando pocos días y quiero que te lo trabajes más aun, esta noche tienes una nueva cita. Esta es esta noche a las doce en el cine que te indico, fila tres empezando por atrás. Ve vestida informal, nada de esos vestidos serios de negocios.

No esperaba tener que salir ya, como mucho pensaba acercarme a ver a mis amigos. Pero no contaba con otra sesión de sexo.

Aun así a las once estaba cenando en una hamburguesería cercana al cine cuando recibí otro mensaje.

     -Recógete ese pelo en una cola de caballo alta, el atuendo perfecto, me has leído el pensamiento.

Miré mi falda vaquera junto con el jersey y las botas que daban un aire juvenil a mi imagen. La cola terminó de rematarlo.

Me senté en la vacía fila indicada, apenas cinco personas más ocupaban puestos inferiores en la sala. Se apagaron las luces y nadie había aparecido, pero dos minutos después un señor mayor de unos cincuenta y muchos se sentó a mi lado. Creí que era casualidad y no mi cita porque no dijo nada.

Un par de minutos después apareció un segundo por la otra parte, más o menos de la misma edad y se sentó al otro lado. Me parecieron algo mayores, aunque no desagradables, aun así este tampoco dijo nada.

Llevábamos más de media película cuando el que estaba a mi derecha acercándose a mi oído me dijo:

-Luna ¿vas a dejarme jugar contigo?

Me dejó helada, le miré unos segundos y a continuación miré al otro pensando que se daría cuenta de todo. Aun así asentí con la cabeza, sabiendo que era lo que tenía que hacer.

-El señor de al lado se va a enterar

-A mí no me importa, ¿te importa a ti?–dijo enseñándome los billetes verdes de rigor, antes de esconderlos de nuevo-

Eso me hizo sentirme más puta aun si cabe y curiosamente me excitó.

-A mí tampoco me importa

Puso la mano en mi rodilla y esta subió a mis muslos. Se metió entre ellos y los separó con su mano un poco. Subió aún más hasta mi braga y movió los dedos sobre mi raja.

Miré enganchada como su mano desaparecía bajo mi falda y sentí sus caricias. En ese mismo momento me giré y vi como el otro miraba exactamente lo mismo que yo, este me sonrió y acercándose también me dijo:

-Yo también quiero Luna

No me lo podía creer los dos eran mi cita, los miré a ambos y echándome hacia abajo apoyé la cabeza en el respaldo separé bien las piernas y dejé que esos dos señores me magrearan a su antojo.

Sentía cuatro manos recorrer mi cuerpo, unas estaban en mi coño, mientras otras dos ahora desabrochaban mi camisa y sacaban mis tetas. Era una gozada sentir dos pares de manos acariciando mi piel estimulándome y lo disfrutaba cuando uno de ellos me penetró con dos dedos mientras el otro lamia mis tetas; recordé al cocinero y sonreí al borde ya del orgasmo.

No intenté frenarlo y me corrí en silencio.

-Mira lo mojada que esta la putita esta –dijo uno de los dos-

Miré como el que hablaba tenía dos dedos en mi vagina y los movía sin parar. Entonces el otro lo oyó y llevando su mano adelantó dos dedos y los metió despacio junto al otro.

-Como esta esta golfa –dijo metiéndose de nuevo un pezón en la boca-

El otro hizo lo mismo y enloquecí al sentir dos bocas en mis tetas y dos pares de dedos taladrándome el coñito y volví a correrme.

-Se está corriendo otra vez, aunque la muy puta calla para que no lo notemos. –dijo el primero-

-Quiero probarla –dijo el otro-

Arrodillándose entre mis piernas, las abrió bien y empezó a lamer mi vulva, entre los dedos del otro que no dejaba de moverlos en mi interior.

-Dale fuerte mientras la chupo quiero más juguitos.

Y el otro obedeció entró y salió, abrió los dedos dentro dilatándome mientras este me succionaba hasta llevarme de nuevo entre ambos a un nuevo orgasmo que me dejó las rodillas temblando.

-Me muero por follármela-dijo levantándose-

Justo al lado de nuestra fila estaba el baño y a él fue, el otro tirando de mi me llevó tras sus pasos, entramos en el baño y abrió la puerta de uno de los baños donde dentro sentado se la meneaba el que había ido primero.

El otro detrás de mí empezó a desnudarme y colgó mi ropa, mientras el primero se ponía un condón.

-Venga niña necesito follarte ya.

El de atrás me hizo mirarle y dar la espalda al sentado, separó mis piernas y me clavó sentándome sobre el otro.

Su polla entró lentamente en mi vagina dilatada aun de antes y agarrándome me ayudó a moverme, apenas me quedaban fuerzas tras los tres orgasmos bestiales.

-Que placer follarme un coñito tan tierno, que rica estas –dijo sobándome-

El otro que aún no me había lamido se colocó de rodillas, me abrió más y empezó a lamerme, succionó mi clítoris inflamado ya y volví a correrme así.

-Uf no aguanto más, no sabes lo calentita que esta esta zorrita y como aprieta cuando se corre.

-Voy a saberlo

Alucinada vi cómo se ponía un condón, me abría al máximo y sin sacarme la otra polla empezó a empujar lentamente tambien en mi vagina.

-No puedo

-Si puedes golfilla, relájate que te caben las dos en ese coño.

-Despacio-dijo el otro-

Poco a poco fue ganando terreno hasta estar por completo en mi interior, se agarró de la cisterna y empezó a menearse, cada empujoncito me clavaba más en la otra y la sensación era indescriptible.

Los tres jadeábamos como posesos, cuando el de abajo arqueó el cuerpo, el de arriba empujó fuerte y me corrí arrastrándolos a ambos jadeando como perros mientras se vaciaban.

Poco a poco se retiró el segundo y me ayudo a levantarme. Los tres nos aseamos y me ayudaron a vestirme. Volvimos a nuestro sitio y dos minutos después me quede dormida y no desperté hasta que lo hicieron las luces.

A mi lado no había nadie, me coloqué la chaqueta y vi los billetes, esta vez había cinco.

Me fui a casa con una mezcla de sentimientos, por una parte me sentía más puta que nunca y por otra parte no podía evitar sentirme también libre y completamente satisfecha… 

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