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Natalia, mi sobrina tenaz (1de2)

en Sexo con maduros

            

               Voy a intentar volver a cruzar la acera y contaros la historia desde el lado masculino. Espero que os guste.

     Por fin había terminado la semana. Llegué a casa y me dispuse a darme una ducha. Mientras me desnudaba creé el plan en mi mente, me apetecía salir a cenar algo y luego regresar a casa y ver un rato la tele tranquilamente. Estaba secándome ya cuando sonó el timbre y maldiciendo me puse un pantalón de deporte que usaba para estar por casa.

          -Hola, ¿tú debes ser Adolfo no?

          -Sí, preciosa ¿y tú? –pregunté sorprendido a la hermosa criatura que conocía mi nombre, irguiéndome instintivamente-

         -Soy Natalia, tu sobrina. ¿Me recuerdas? –dijo ella sonriendo-

     Tuve que pensar unos segundos antes de intentar unir la imagen de una niña pequeña con coletas a esa jovencita curvilínea que sonreía ahora ansiosa al ver que no la reconocía.

          -Vaya sorpresa, no te recordaba así

     Me aparté instándola a pasar, aun sorprendido por su presencia. Era la hija de mi hermano, con el que perdí el contacto casi siete años, retomándolo poco antes de que este falleciera cinco años antes. En los últimos meses le visité varias veces, la última unos días antes de morir, fatídicamente no pude volver de mi viaje hasta cuatro días después de su muerte y en esas visitas mi sobrina ahora presenté estudiaba fuera.

          -¿A que debo tu visita? -pregunté sospechando el motivo-

          -La semana que viene voy a ver a la familia, mi madre y tu hermana me pidieron que te visitara.

     Ya se habrían enterado de mi divorcio pensé molestó en mi mujer y por eso mandaban a la pobre inocente a ver si estaba al borde del suicidio.

          -Puedes decirles que estoy bien cómo puedes ver –le dije algo molesto-

     Ella bajó la cabeza dolida por mi respuesta y sobre todo por el tono, me sentí fatal.

          -Lo siento Natalia, es solo que me molestan los chismes

          -Ellas solo se preocupan por ti y al irles con el cuento se preocuparon. Bueno no quiero molestarte más, te dejo mi número por si quieres que les diga o llevé algo.

          -Por favor no te vayas disgustada

          -No pasa nada, no lo estoy

          -Pues demuéstramelo aceptando, iba a cenar algo, permíteme que te invite

          -No hace falta

          -Venga así tendrás material que contarles las semanas que viene –dije intentando rebajar la tensión-

     Al final aceptó y la llevé a un restaurante cerca de casa y allí me enteré que tenía veintitrés añitos, que esa semana terminaba con éxito la carrera y que no tenía pareja desde el mes pasado.

     Era parlanchina, graciosa y terriblemente sexi, pensé enfadándome conmigo mismo por esa última apreciación.

     También hablamos de mis problemas con la familia, la media solución de los mismos cuando me enteré de lo de su padre y el alejamiento posterior de mi otra hermana y de su madre; mi cuñada.

     A lo largo de la noche, bien comidos y con una botella de vino a nuestras espaldas la conversación se tornó más personal.

          -¿Como una chica como tú no tiene novio? –pregunté sin pensar después de ver su redondo culito desaparecer hacia el lavabo y sus turgentes y generosos pechos cuando volvió de el-

          -Me cansé de ser la segunda opción tras sus amigos. ¿Y tú matrimonio?–preguntó ella animada por mi anterior pregunta-

          -Me cansé de vivir de cara a la galería aguantando una relación que solo existía en público –dije aceptando eso por primera vez-

          -¿Ella se lo tomó bien?

          -Sí, le ofrecí un buen plan de futuro y firmó encantada –dije con algo de resquemor-

          -Lo siento

          -No pasa nada, pensé que me costaría después de tantos años adaptarme, pero salvo la casa el resto lo llevo bien. ¿Quieres postre?

          -No debería

     La miré unos segundos pensando en lo rica que estaba esa criatura y tuve que obligarme a retomar la conversación para no parecer un simple viejo verde, babeando ante una jovencita de carnes prietas.

          -Venga pídete algo y compartimos si quieres

     Ella sonrió y golosa pidió un postre que le trajeron en dos minutos. Me quedé extasiado con lo que sucedió a continuación.

     Tomó un trozo de tarta y se la llevó a los labios saboreándola con cara de éxtasis antes de cortar otra porción y acercar la cuchara a mis labios. Me quedé unos segundos atontado mirándola disfrutar y ella interpretó mal.

          -Lo siento, pediré otra cuchara, lo hice sin pensar.

          -No tengo manía solo me distraje –dije casi gritando al ver que iba a perderme el placer de lamer la cuchara que ella había lamido-

     Ella volvió a acercarla y devoré con cuidado la tarta pasando mis labios por la cuchara, ella miró mi boca y de repente el aire se podía cortar a nuestro alrededor. Repetimos dos veces más pareciéndome de lo más erótico compartir un postre.

          -Ha sido delicioso –contesté sinceramente-

     Algo había cambiado desde el postre y ya no logré relajarme, siendo demasiado consiente de mi excitación a pesar de repetirme mil veces que era la hija de mi hermano.

     Salimos de allí y fuimos en mi coche hasta el suyo aparcado frente a mi casa. Si no fuera quien era y si tuviera… Dios, muchísimos años más, la arrastraría a mi cueva, para intentar que terminara la noche en mi cama.

          -Será mejor que te vayas –le dije resultando casi desagradable, pero necesitaba que se fuera para no hacer el ridículo-

          -Si será lo mejor

     Se puso de puntillas y sus labios rozaron la comisura de los míos, su cuerpo se pegó peligrosamente al mío. ¿Esa chica intentaba incitarme o era mi mente calenturienta quien lo imaginaba?

          -¿Tío si no fuera tu sobrina me invitarías a una copa? Si no quieres no me contestes –dijo directa, sin tapujos, como se había comportado toda la noche, dejando claro que no me lo imaginaba-

     Me dejó sin habla, la miré unos segundos y no tuve más remedio que admitir

          -Sí, pero eres quien eres y yo soy quien soy Natalia y eso no va a cambiar –dije como tío, olvidando al hombre empalmado solo por el roce de sus generosas curvas-

     Se metió en el coche y yo entré solo en mi casa vacía. Me senté en el sofá y encendí la tele, pasé media hora ante ella sin verla ni oírla.  Y cuando no pude más agarré el móvil y apuntando el número que me había dado al principio de la noche le mandé un wassap.

          -¿Has llegado bien sobrina?-recalqué la última palabra-

          -He llegado sana, salva y frustrada –no se cortaba ni con un cuchillo esa chiquilla-

          -Sobrina no puede ser de otra manera

          -Siempre me he preguntado que se sentiría con un hombre maduro y esta noche por primera vez me planteé experimentarlo –dijo desvergonzada poniéndomela dura de nuevo al leerla-

          -No deberías hablar de estas cosas con tu tío –le mandé, intentándome poner en mi sitio-

          -No te veo como el típico tío al uso, será por eso que me excitas, o por el vino, por la buena comida… ¿No te gusto ni un poco tío?

          -Natalia tengo que dejarte, tu última palabra debería ser suficiente

     Intenté dormir y dejar de pensar en ella, pero media hora después me di por vencido y liberando mi dura erección me masturbé casi con furia por entrar en su juego y no ser capaz de mantenerme en mis trece, no paré hasta correrme como un loco manchando las sabanas. Después me invadió una desazón descomunal y pensé que esa chiquilla había trastocado mi paz mental.

     Unos días después me la encontré en una cafetería del centro que ambos frecuentábamos sin saberlo.

          -Hola tío –saludo besándome las mejillas-

     De nuevo fui demasiado consciente de su cuerpo pegándose impúdicamente al mío allí en medio de toda la gente esa chiquilla dejaba claras sus intenciones una vez más y de nuevo me derretí, durante unos segundos me abandone al calor que me generaba su abrazo pero al final conseguí apartarme.

          -¿Vas a huir el resto de tu vida tío?

     En ese momento la llamaron y con dos nuevos besos se despidió diciéndome:

          -Mañana me voy y estaré allí quince días, ojala fueras capaz de vencer tus dudas y dejar de pensar en el que dirán, porque me encantaría verte –un nuevo restregón y se fue-

     Esa noche me desperté en plena noche sudando y completamente excitado tras soñar con ella, me negué a masturbarme de nuevo pensando en mi sobrina, pero el sueño se repitió las siguientes dos noches y la última incapaz de controlarlo, volví a masturbarme, de nuevo lo hice con una furia inusitada, como queriéndome castigar y no por ello mi orgasmo fue más débil, volví a correrme temblando solo en mi cama, añorando ese cuerpo que jamás había poseído pero que deseaba con desesperación.

     A media mañana seguía excitado y tenía claro que no se me iba a pasar sin más, entonces con la cabeza echa un lio tomé lo que sabía no era una buena decisión. Pensé que sería bueno ir allí y verla con la familia, para reafirmarme en la decisión que era y debía ser solo mi sobrina.

     Tras avisar que iba a estar cinco días fuera, lo dejé todo arreglado y me subí con mi bolsa de viaje al coche. Llegué tres horas después y fui  directo a casa de mi cuñada, con ella era más fácil que con mi hermana.

          -Hola cuñado, que alegría que te hayas decidido-dijo contenta al verme-

     Me preparó una cena rápida y charlamos en la cocina. Me contó que Natalia estaba por ahí con unas amigas y pasamos al tema de mi divorcio, pasando por los problemas familiares. Tres horas después y ya en el salón oímos la puerta.

          -Ven Natalia, mira quien ha venido

          -Vaya sorpresa tío –dijo acercándose y bajando el torso para besarme-

     Pude ver perfectamente sus redondas tetas sobresaliendo del pequeño sujetador al agacharse, eso junto con sus húmedos y calientes besos, removieron los cimientos de mi conciencia y en contra de mi voluntad me excité.

          -Bueno será mejor que me vaya

          -No creas que voy a dejar que vayas a un hotel, aquí quedan dos habitaciones vacías

     Tras una ardua discusión terminé en mi coche… recogiendo la bolsa para volver a entrar e instalarme. Mi cuñada me acompaño mientras mi sobrina en la habitación contigua se cambiaba. Justo cuando mi cuñada se retiraba ella apareció.

          -Vengo a darte las buenas noches y decir que lo mucho que me alegra que te hayas decidido

     Mi cuñada se despidió dejándonos solos y desde el primer instante quise escapar de mi apetecible sobrina, que nada más salir su madre dejó que la bata se abriera y dejara ante mi vista una camisetita de tirantes que apenas tapaba sus pechos, un minúsculo pantaloncito que dejaba intuir claramente su pubis y huyendo de eso me encontré con sus muslos firmes y torneados que desee tener alrededor de mi cuerpo.

          -Por tu cara sé que nada ha cambiado

          -¿A qué te refieres?

          -A que a pesar de seguirme deseando, estas convencido a no tomar lo que te ofrezco.

          -Tu madre puede volver –dije sentado a los pies de la cama-

          -Solo voy a darte las buenas noches

     Levanté la cabeza esperando sus dos típicos besos sin quererme levantar para no notar su cuerpo, pero esa no era su intención. Separó sus muslos y doblando las rodillas puso una a cada lado y se sentó en mi regazo.

          -Natalia, no juegues

          -Solo un beso y me voy a dormir

     Bajó la cabeza y esperé sus labios, pero fue su lengua la que recorrió mis labios, luego fueron sus dientes los que tiraron de mis labios, por ultimo me  besó y yo olvidé quien era, donde y con quien estaba y me rendí al calor que recorría mis entrañas. Devoré su boca, nos lamimos sin importar nada que no fuera sentirnos el uno al otro mientras nuestros cuerpos se balanceaban buscando el calor del otro. Durante más de diez minutos ninguno paró, sentía el calor de su sexo sobre el mío palpitante, duro y caliente también.

     Y en ese momento un ruido abajo me devolvió a la realidad y aparté su caliente cuerpo del mío con tal violencia que casi cayó al suelo.

          -Lo siento –dije sin saber muy bien que sentía-

          -No pasa nada –dijo aceptando que el momento había pasado o quizás sabiéndose ganadora de esa batalla, a la espera de ganar la guerra-

     Se fue a su habitación y yo tardé dos horas en dormirme. Por la mañana bajé y allí estaba en la cocina, solo llevaba un corto vestidito de verano que dejaba claro que no llevaba sujetador y eso terminó de despertarme.

     Apareció mi cuñada y tras desayunar fuimos a ver a mi hermana, comimos en su casa y quedamos para ir a pasar el día siguiente por ahí. Regresamos a casa a primera hora de la tarde y allí supe que mi cuñada salía de compras con las amigas.

          -¿No íbamos a cenar? dije que invitaba yo –le dije intentando que no se fuera y me dejara solo con ella-

          -Sí, he pensado que descanses un rato, creo que Natalia sale y luego podíamos vernos ya en el centro para cenar.

     Me pareció bien y me alegré de quedarme a solas y pensando que ella ya se habría ido sin que me diera cuenta, subí dispuesto a hacer una siesta.

          -Hola tío, al final he decidido no salir –dijo irrumpiendo en mi habitación como una exhalación-

     Estaba de pie cogiendo el ordenador de mi bolsa y casi se me cae.

          -Perdona, no quería asustarte –dijo con cara de pilla-

          -¿Qué querías? -dije enfadado porque ella me afectara de esa manera-

          -Tú ya sabes lo que quiero tío

          -Natalia no sé cómo quieres que te diga esto –dije subiendo el tono-

     La furia creció en mi interior por dejar que esa niña jugara conmigo, tenía que dejarle las cosas claras.

     La cogí por los hombros y la zarandeé, me miró manteniendo mi furiosa mirada, entonces bajé la cabeza y apresé sus labios con los míos, no quería excitarla, quería transmitirle mi cabreo, quería asustarla y que saliera corriendo. Pero no se movió, dejó que mi boca hiciera lo que quisiera con la suya, sumisa y paciente.

     Mi polla de nuevo creció bajo la ropa y notarla palpitar dura me cabreó aún más y perdí la cordura. La empujé sobre la cama.

          -¿Es esto lo que quieres?–dije desabrochando mi cinturón y sacándolo del pantalón cada vez más furioso-

     Estaba enfadado con ella por tentarme y conmigo por sucumbir. Me arrodillé a su lado en la cama esperando de nuevo su miedo, pero no fue así.

          -Sí, quiero que olvides quienes somos y me folles

     Dios mío era tan excitante y olía tan bien… me arrodillé poniéndola entre mis piernas, bajé los tirantes de su vestido y comprobé que como supuse no llevaba sujetador. Estaba hipnotizado mirando sus tetas de sus pezones grandes y duros. Bajé la cabeza y atrapé uno entre mis labios, succioné y mordisqueé hasta oírla jadear, entonces pasé al otro e hice lo mismo.

     Su cuerpo se retorcía bajo el mío, cuando junte los pechos y seguí de uno a otro como un poseso, embriagándome para terminar capitulando. Bajé mi mano por su torso sintiendo su cuerpo estremecerse, llegué al elástico de sus braguitas bajo el vestido arrugado y metí la mano, noté fascinado que no tenía nada de vello, busqué su rajita y la noté húmeda, mis dedos resbalaban entre sus pliegues, enajenándome por momentos al sentir su ardor, tornando en extrema excitación lo que empezó siendo una advertencia, un castigo para asustarla y alejarla.

     Penetré con dos dedos su vagina y esta apretaba los mismos mientras ella arqueando el cuerpo bajo el mío jadeaba, la miré a los ojos y me perdí en ellos. Agregué otro dedo, entrando y saliendo con ambos cada vez más deprisa hasta que la oí gimotear anunciando su orgasmo.

     Mi sangre se agolpaba en un solo punto de mi anatomía y apenas podía respirar con normalidad aun con mis dedos en su interior, casi como si el del orgasmo hubiera sido yo.

     Saqué los dedos y oí su ronroneo justo antes de que ella aprovechara mi distracción y me empujara derribándome con su cuerpo de espaldas en la cama, se montó sobre mi como yo había estado sobre ella y empezó a besar mi cuello mientras empezaba a desabrochar mi camisa para ir besando y lamiendo todo lo que descubría en su camino.

     Me dejé hacer extasiado por el placer y de repente paro atascada en un botón, intentó saltarlo y volvió a obtener resistencia, cuando iba a dejar de acariciar sus nalgas como hacía para ayudarla vi fascinado como agarrando ambas solapas de la camisa tiraba con fuerza de esta, los botones saltaron por los aires ante el impetuoso tirón y ya sin obstáculos volvió a inclinarse para seguir matándome de placer con su boca ahora en mis pezones.

     Seguía frotando su sexo desnudo con mi pantalón, notando para mi deleite que la tela estaba húmeda. Necesitaba más, me moría por más y no quería pensar en nada que no fuera ese deseo que fundía mis neuronas.

     Como intuyendo mis pensamientos, movió las caderas hacia atrás para que sus manos pudieran desabrochar mi pantalón, sabía que era ahora o nunca, si la dejaba continuar no habría marcha atrás. Lo que no sabía es que hacía muchos minutos ella había ganado también esa batalla.

     Suspiré cuando su mano tras liberar mi polla empezaba a tallarla subiendo y bajando por el tallo.

          -Me molestan tus pantalones, ayúdame –dijo levantando las caderas-

     Como un autómata empujé como pude mis pantalones sin que ella soltara mi polla, liberándome de ellos como pude. Mi polla apuntaba al techo rozando su pubis y ella mirándome movió las caderas y dejó que mi polla rozara su sexo. La cogió y su mano me dejó a las puertas del paraíso; agarrándola de la cintura, fui empujándola hacia abajo, clavando mi polla en su vagina, podía notar como me apretaba, era tan estrecha y me daba tanto placer que creí no poder aguantar, pero estoicamente conseguí penetrarla. Los dos suspirábamos frenéticos y empezamos a movernos al unísono.

          -Más despacio cielo

          -Me encanta tu polla tío Adolfo, no puedo más –dijo entrecortando sus palabras-

     Verla cabalgar sobre mí, sus tetas meciéndose apuntando al cielo y su vagina apretando mi polla me estaba volviendo loco.

          -Córrete pequeña, porque no puedo más

          -Quiero que te corras conmigo

          -No tengo preservativos

          -Tomo la píldora y quiero sentir tu semen, nunca lo había hecho sin gomita

     Con un rápido movimiento la levanté y me incorporé antes de levantarme de la cama; ella miraba con ojos tristes pensando que me apartaba, pero nada más lejos de la realidad, la coloqué a cuatro patas al borde de la cama, la agarré de las caderas y de un solo empujón la penetré con furia. Ella chilló y yo salí, solo para volver a entrar. Esta vez noté la tensión en su cuerpecito y sentí los espasmos de su orgasmo en mi polla, enloquecido esperé a que se corriera y la levanté por los hombros, sin sacársela pegando su espalda a mi pecho, agarré sus tetas y las sobé con lascivia antes de bajar por su vientre a acariciar su inflamado botoncito, pronto volvió a bufar y entonces empujé varias veces hasta sentir que el mundo explotaba en mil pedazos mientras derramaba mi semen en su vagina, ella empezó a resoplar con más fuerza y se unió corriéndose conmigo.

     Cayó sobre la cama y yo me tumbe a su lado, aun respirando con dificultad.

     -Tío ha sido exquisito

          -Tu sí que eres exquisita bruja –dije besando su nariz-

     Nos quedamos dormidos hasta que un sonido extraño para mi me despertó, tarde unos segundos en recordar y al girarme la vi allí completamente desnuda, despeinada y estirándose para agarrar su móvil.

          -Si mama, en media hora iremos, acabo de llegar y el tío duerme, voy a despertarle

     Miraba su cuerpo desnudo en mi cama y pensé en que iba a arrepentirme de lo que había pasado aunque ello hubiera sido lo mejor que recordaba en mi vida. Pero no iba a ser ahora, ahora tenía media hora para seguir venerando el cuerpo de esa criatura, porque de momento no era capaz de pensar en otra cosa.

Continuara…

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