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Con quien menos lo esperaba IV

en Amor filial

     Entre en la habitación en penumbras, mi tío estaba en la cama, se dio la vuelta y tardó unos segundos en despertar:

          —Buenos días, princesa –dijo con voz trémula, sin saber muy bien cómo reaccionar.

         —Buenos días tío. Tenemos que hablar –le dije a un lado de su cama.

          —No sé muy bien que hacer o decir… todo sucedió tan rápido. Sé que debí pararlo, pero lo deseaba tanto pequeña…

          —No he venido a echarte nada en cara, lo que sucedió ayer, sucedió porque los tres quisimos y de echo venía a pedirte… –le dije levantando el edredón y metiéndome en su cama.

     Busqué la tibieza de su cuerpo, también estaba desnudo. Dio un respingo al notar mi desnudez:

          — ¿Qué quieres pequeña?

          —Quiere más sexo a tres bandas, tío. Durante todo el fin de semana. –dijo mi hermano desde el marco de la puerta.

     La mirada de mi tío, iba de la sorpresa a la interrogación. Esperaba que yo confirmara lo que mi hermano acababa de sugerir. Como respuesta, a su pregunta no formulada, agarré su mano y la coloqué sobre la curva de mi trasero.

          — ¿Quieres, tío?

          — ¿De verdad creéis que hay alguna posibilidad, de que conteste que no a esa pregunta? –dijo adelantando mínimamente sus caderas a mi pubis, para que notara su erección.

          —Entonces aclarado esto hermanita, espero que seas nuestra putita, indistintamente hasta el lunes por la mañana, cuando regresemos a nuestras vidas y todo volverá a estar como estaba antes de venir aquí. ¿Estamos todos de acuerdo? –dijo mi hermano y ambos asentimos conformes.

          —Hemos quedado en poco más de una hora con el cliente, deberíamos arreglarnos.

     Mi tío, me apretó contra él y luego me soltó para que saliera de su cama a regañadientes.

     Llegamos justos a la cita y tomamos un aperitivo, disfrutando del solecito de invierno en una agradable terracita.

     Mis gafas de sol, me daban impunidad para mirar a esos dos hombres, hablar ahora de negocios. Esa dualidad en ellos, me ponía a cien, verles ahora, serios, impolutos, como inflexibles hombres de negocios… frente a los dos machos excitados, que me daban placer sin límites… desnudos, despeinados, descontrolados y perdiendo los papeles. Apreté los muslos, excitada y me encontré con la mirada de mi hermano. Como un ave rapaz, parecía oler mi excitación y sonrió.

          — ¿En que está pensando, mi hermanita? –dijo inclinándose hacia mí, para que solo yo oyera lo que decía y volvió a ponerse bien sin esperar respuesta.

     Mientras entrabamos e íbamos entre las mesas para comer, mi tío me dijo al oído:

          —Ahora mismo te apoyaría en una de esas mesas y te bajaría esos vaqueros, solo lo suficiente para podértela meter hasta los huevos.

     Durante la comida, mi calentura fue a más y el simple roce de las costuras de los vaqueros por mi rajita me mantenía a cien.

     Durante la comida, mientras mi hermano hablaba con el cliente, el tío agarró mi mano bajo la mesa y la colocó sobre su sexo.

        —Mira como me tienes putita. No dejo de pensar en volver a follarte. –me dijo flojito.

     Después de la comida, camino al coche, se jugaron a los chinos quien conducía y ganó mi hermano. El tío, entró en el asiento del piloto resignado, mientras mi hermano lo hacía detrás y me instaba a acompañarle.

     Nada más salir del aparcamiento, sus manos se colaron bajo mi jersey y tras sobar mis tetas sobre el sujetador, lo bajó para sacarlas por encima y sobarlas a su antojo.

     Apoyé la cabeza en el respaldo, gozando de sus caricias, sus dedos pellizcaban mis pezones, tironeaban… suspiré encantada.

          —Ahora me toca a mí –dijo haciendo lo mismo que había hecho el tío en la comida

     Cogió mi mano y la llevó al bulto que formaba su falo, lo acaricié y él gimió:

          —Sácala zorrita, libera mi polla.

     Bajé la cremallera, desabroché el botón, abrí bien la bragueta y saqué su mástil duro. Lo agarré y empecé a masturbarle. Busqué en el espejo central la mirada momentánea de mi tío, que miró mi mano y de nuevo la carretera tras suspirar.

          —Despacito nena, no quiero correrme antes de follarte –dijo mirando también al tío, por el espejo.

     En ese momento, el tío se desvió de la carretera, el camino se estrechó, pude ver un cartel que indicaba una playa. Siguió conduciendo y llegamos a lo que era el aparcamiento, de la playa, desierto al ser invierno y por el frio que hacía.

          —Chúpala, un poquito golfilla.

     Me arrodillé en el asiento a cuatro patas y me bajé a chupársela, sin darme cuenta, que mi tío, se había bajado del coche, hasta que note que abría la puerta detrás de mí. Me agarró de las caderas y tiró ligeramente hacia él. Como pudo, por la postura me desabrochó el pantalón, y tiró. Noté el frio en mi culito desnudo, oí el sonido de una cremallera bajar y su polla rozar mi rajita. De pie desde fuera del coche me la clavó, de un puntazo en el coñito, mientras la mano de mi hermano me instaba a bajar sobre su polla.

     Durante un buen rato, mi tío folló mi coño, mientras yo lamia a mi hermano en ese aparcamiento desierto.

          —Que rico follarte, princesa. Casi ni podía tragar, no podía dejar de pensar en esto, en tu húmedo calorcillo…

     Apoyó ambas manos en el coche y siguió atacando una y otra vez, mi cada vez más encendido coñito.

     Mi hermano, me apartó jadeando y se bajó del coche, lo bordeó y se colocó al lado de mi tío, que ahora arremetía más profunda, pero pausadamente a causa de su excitación.

     Paró y salí del coche, él se sentó con las piernas fuera, temblando, al borde del orgasmo. Me doblé para lamerle, momento que aprovechó mi hermano para agarrándome de las caderas seguir en trabajo de mi tío y taladrar ahora él mi sexo. Mientras sus dedos buscaban entre los pliegues de mi carne el clítoris, lo friccionó, yo gemí desesperada por correrme, tragándome toda la polla del tío, mientras este sobaba mis tetas, pellizcaba mis pezones… los tres estábamos en la misma espiral, en busca del ansiado y deseado orgasmo que empezaba a formarse. Frotó mi clítoris con más ahínco, succioné con fuerza, clavó su polla y mientras me corría, sin poder gemir, por tener la boca llena de polla, sentí como esta se vaciaba en mi interior, al mismo tiempo que la otra se vaciaba en mi vagina. Los tres nos corrimos como locos en mitad de la nada.

     Nos quedamos sentados en el coche, disfrutando del paisaje desierto, salvaje y frio de esa playa, mientras nos relajábamos antes de volver tranquilamente al hotel.

     Dormimos más de dos horas, antes de arreglarnos para la cena en la bodega.

          —Estás preciosa –dijo mi tío

     Había elegido un sencillo y austero vestido negro, de cuerpo entallado y con un poco de vuelo en los bajos de la falda, un poco por debajo de mis rodillas. Sin escote, la única concesión al erotismo eran los zapatos de tacón alto. El resto, era todo propio de la más estricta damisela.

          —Con ese vestido, pareces una niña buena, una señorita, pija y recatada. Eso hace que solo deseé arrancártelo, para demostrarles a todos la golfa, que hay bajo esa fachada –dijo mi hermano, al llegar al lugar de la cena, mientras recorríamos la estancia saludando.

      Me disculpé y me metí en el baño, desde el que iba a seguir con el plan que se me había ocurrido. Busqué entre las fotos de la galería de mi móvil, las que me había hecho en el hotel antes de vestirme.

     Elegí dos, en las que no se me veía el rostro, pero si el resto del cuerpo, en la primera posaba, solo con un sugerente conjunto, de braguitas y sujetador, negro de tul transparente y plumitas negras. El sujetado, solo cubría la mitad de mis generosos pechos, que rebosaban como queriendo escapar de su cautiverio, los pezones no solo se marcaban duros, sino que se trasparentaban perfectamente. Las braguitas, eran tipo culote y al ser tan transparentes como el sujetador, podía verse a través de ellas mi rajita rasurada. El conjunto, también llevaba liguero y este sujetaba las medias a medio muslo. Mis tacones altos, cerraban el sugerente conjunto. En la otra foto, podía apreciarse casi lo mismo, pero estaba medio de lado, con lo que podía verse, como las braguitas apenas tapaban mi generoso trasero.

     Marqué ambas, elegí los dos teléfonos y las mandé, mientras regresaba a la sala con una escueta frase entre las fotos:

         “Para que sepáis, que no todo es lo que parece y veáis lo que hay debajo de mi vestidito de niña buena”

          —Voy a azotarte, por hacer que pase el resto de la noche empalmado –dijo mi hermano al llegar junto a ellos, mientras mi tío, absorto siguió mirando la foto ensimismado.

     En la cena, me sentaron entre ambos y en los aperitivos, ya notaba una mano de cada uno sobre mis muslos desnudos. Separé las piernas y en el primer plato, disimuladamente sus manos subieron, de mis muslos a  mi entrepierna, alternándose para que mientras uno frotaba con ahínco mi clítoris inflamado, el otro penetraba mi vagina, escudándose en los enormes arreglos florales que había por toda la mesa.

     En los postres, mis braguitas chorreaban tras tres orgasmos y apenas podía controlar, la acelerada respiración y el calor, que invadía mi cuerpo, una y otra vez tras el asalto de esos dos hombres, que habían decidido volverme loca ante todos. Ya que correrme, sin que nadie lo notara era una empresa mayor, ya que tenía que mirar hacia el plato y controlar, el temblor de mi cuerpo, mis gemidos…

     Cuando me senté, en el coche estaba agotada y para mi sorpresa, me hicieron subir sola a la parte trasera, para que pudiera descansar. Me quedé dormida, oyéndoles charlar como la primera vez.

     Entré aun medio dormida en la cabaña, de la mano de mi hermano, que me llevó directamente a la habitación. Cuando fui a quitarme el vestido, me agarró la mano y negó con la cabeza, impidiendo que me lo quitara.

          —Has jugado con nosotros, con las fotos, te has corrido varias veces…ahora nos toca a nosotros jugar. ¿Estas dispuesta a complacernos? –Simplemente asentí, deseándolo incluso más que ellos-

     Me llevó a la cama y completamente vestida, como estaba hizo que me tumbara boca abajo, me colocó el almohadón bajo la tripa, haciendo que mi culo subiera.

     Se colocó a un lado de la cama y agarrando el bajo de la falda la subió, destapando así mi trasero.

          —Llevo toda la noche pensando en esto –dijo apartando un poco hacia el centro, la tela de mis bragas, un segundo antes de azotar mi culo

     Su mano plana, cayo implacable sobre mi carne, enrojeciendo mi piel, haciendo que el calor y un cosquilleo recorrieran esa porción de mí. Di un gritito por el dolor y la sorpresa.

          —Calla golfa –dijo de nuevo, justo antes de volver a azotarme.

     Su mano impasible, golpeó mi culito una y otra vez, mientras yo gemía dolorida y cada vez más excitada. No intenté huir de sus azotes, me daba demasiado morbo someterme a sus bajezas.

     Busqué sumisa sus ojos y ver su mirada encendida, oscura de deseo me excito más. No pedí compasión, me mordí los labios retándole, me aferré a la colcha y ese azote fue aún más fuerte que los anteriores.

     El ruido llenó la habitación y entonces oí el jadeo quebrado del tío, que al otro lado miraba mi culo enrojecido.

          —No temas, claro que le duele, pero ha podido huir de cada azote, no está atada, nada se lo impide, pero ni lo ha intentado. ¿Sabes por qué tío?

     A mi tío, se le veía claramente excitado, ladeó la cabeza, a modo de negación a la pregunta de mi hermano.

     —Pasa los dedos por su braga y sabrás por que la zorra de tu sobrina no se ha movido

     A continuación tras un suspiro noté los dedos calientes de mi tío, recorrer mi entrepierna sobre mis bragas, estas chorreaban. El gimió al notar la humedad que encharcaba mi coño.

          —Joder, está chorreando –dijo apretando la tela, hundiéndola en mi rajita.

          —Quítale las bragas

     Mi tío, obedeció sin prisas, bajándolas por mis muslos muy despacio. Se sentó, a mi lado en la cama y metió la mano entre mis piernas, recorrió mi rajita mientras se desabrochaba el pantalón y sacaba su polla dura e inhiesta. Sus dedos buscaron mi clítoris mientras con la otra mano liaba con mis bragas su falo. Mi hermano viendo la escena azotó dos veces más mi trasero dolorido haciéndome aullar de placer.

     El uno siguió azotándome y el otro frotó mi clítoris, al mismo ritmo, con la misma intensidad, mientras yo me retorcía de placer con un explosivo orgasmo.

     Mi hermano se colocó a mi lado y pegando el bulto aun cubierto por el pantalón me grito agarrándome del pelo:

          —Mira como me pone, azotar tu culito de chica pija, ahora vas a tener que chupármela como la golfa que sé que eres.

     Desabroché su bragueta, extraje su polla y me la metí en la boca, hasta el fondo. Tragué todo lo que pude y su mano en mi nuca hizo que tragara el resto. Apenas podía respirar, él suspiró y aflojo para liberarme, dejé que su enorme polla saliera solo la mitad. Cogí aire como pude, a sabiendas que volvería a metérmela hasta el fondo, como así hizo al momento, como le gustaba, como le ponía a cien, teniéndome sometida, obligarme a hacer lo que él deseaba y a su modo, sabiendo que me plegaria a sus deseos, porque eso me volvía loca.

     En ese mismo instante noté la lengua juguetona de mi tío, recorrer mi rajita, desde mi clítoris hasta mi ano. Me retorcía como una gata en celo, viendo como mi hermano retrocedía y un hilo de saliva, nos mantenía unidos antes de volver a asaltar mi boca, mi garganta… la lengua de mi tío, entraba en mi vagina, salía y recorría el camino hasta mi puerta trasera y también la empujaba dentro. Mi cuerpo temblaba, de nuevo al borde del orgasmo y entonces dejó de lamerme, se incorporó y de un solo estoque, me la clavó hasta los huevos, su pelvis revotó en mi culo dolorido, la polla de mi hermano, con la ayuda de su mano en mi nuca, llegó a mi garganta. Mis ojos, se llenaron de lágrimas mientras me corría de manera salvaje y desgarradora, sin poder casi respirar, sin poder gemir… retrocedió dejándome tomar aire, mientras la otra polla, siguió taladrando una y otra vez mi vagina, alargando el orgasmo, que me nublaba hasta la vista y yo lloriqueaba, mi hermano acariciaba mi cabeza llevándola a sus huevos para que los lamiera también

          —Así putita, chúpalos mientras hace que te corras –gimió mi hermano.

     Cuando mi cuerpo dejo de temblar. Mi tío, salió agarrándose la polla palpitante, mirando como lloriqueaba y seguía lamiendo los testículos de mi hermano con gula.

     Yo seguía vestida, solo me habían quitado las bragas, estaba a cuatro patas en la cama, lamiendo los huevos a mi hermano, con el maquillaje corrido, el cuerpo aun temblando y caliente y mis muslos chorreaban mojando las medias…

          —Joder princesa, como me pones –bramó mi tío

     Con la polla aun mojada de mis jugos y agarrándola por la base, la colocó en mi entrada trasera, tuvo que empujar varias veces, antes de conseguir vencer la barrera con su gordo glande, mientras mi hermano, me agarraba la cara con ambas manos, estudiando cada gesto, mientras mi tío me sodomizaba. Su polla era más gorda y me dolía, cerré los ojos.

          —Mírame golfilla, quiero ver el cambio en tus ojos

     Esa polla, abría más y más mi culito dolorido, hasta llenarme por completo, él jadeaba como un poseso, fuera de sí, sin parar, sin dejar de empujar hasta que sus huevos golpearon mi cuerpo. Solo entonces paró unos segundos, volvió a bramar y empezó a moverse.

     Me escocia, me quemaba por dentro y por fuera, los dedos de mi hermano, ahora hurgaban entre los pliegues de mi sexo que empezaba a humedecerse más y más, el calor entre mis piernas subía grado a grado…

          —Lo ves zorrita… todo termina gustándote, a todo sacas provecho golfa

     Sus dedos ahora frotaban mi clítoris, mientras esa polla parecía querer desgarrar mis entrañas.

          —Cuando él se corra, yo follaré este coñito viendo tu culito azotado y rojo rezumar semen –me dijo lamiendo mis labios

     Apreté su polla encendida, él aceleró los envites, mi cuerpo tembló, los dedos hábiles presionaron, frotaron y chillo que se corría mientras el semen caliente llenaba mis entrañas y yo me corría de nuevo entre los dedos de mi hermano.

     El tío, salió sofocado, apenas podía respirar, estaba rojo, sudado y seguía fuera de sí, su polla goteaba cuando se sentó en el suelo.

     Mi hermano, colocándose detrás de mí, separó los cachetes de mi culo y tras unos segundos, fue metiendo su polla en mi coñito palpitante.

          —Estas tan caliente y mojada…y tu culito abierto y lleno de semen –dijo encendido, metiendo dos dedos donde acaba de estar otra polla

     Con la otra mano, aferró mi clítoris sensibilizado entre dos dedos y lo masturbó como si fuera una polla diminuta, mientras entraba y salía de mi sexo lentamente al mismo ritmo de sus dedos…

           —Voy a correrme preciosa

     Sus dedos estaban en mi culo, sus dedos masturbaban mi clítoris, su polla rozaba las paredes de mi vagina llenándome como solo el hacía hasta el fondo, donde solo él llegaba…

          —Córrete conmigo hermanita, aprieta mi polla, ordéñame… -gimió embravecido.

     No sé qué fue primero, si el chorro caliente en mis entrañas, o el fuego abrasador estallando entre mis piernas, solo sé que me corrí hasta perder el conocimiento oyendo como el también se corría.

     Cuando volví a poder pensar mínimamente con claridad pensé que solo cuando él se corría yo me sentía realmente plena y satisfecha, solo entonces me abandonaba del todo al placer que solo mi hermano era capaz de proporcionarme. Por eso el siempre sería el mejor de mis amantes. Recordé una frase que una vez leí:

          Amaba la violencia con la que sus caricias destruían mi rutina y sacudían todo mi mundo.

     Porque esa frase describía a la perfección lo que mi hermano me hacia sentir.

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