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¿Quien va a darme mas placer?

en Sexo con maduros

Hacía mucho frio esa mañana y decidí tomarme un café con leche, en la cafetería del centro comercial alguien me llamó y al girarme vi a una mujer saludando con la mano.

Era Luisa una antigua compañera con la que tuve un altercado, la educación me hizo devolverle el saludo.

-Hola Luisa, ¿Qué tal estas?

-Bien Natalia no esperaba encontrarte por aquí. Siéntate si quieres.

Me senté en su mesa y tuvimos una charla trivial, al final de su café se despidió educadamente y se fue a la barra a pagar.

Recordé nuestro altercado, Luisa se había liado con el marido de una compañera y me pareció una faena. Al final me entere que vivían juntos y no supe más hasta hoy y eso que el altercado nos dejó a las tres en la calle.

Tras dos sustituciones volvía a estar sin trabajo. La seguí con la mirada y oí como la camarera le pedía si ya habían cogido a alguien. Ella le contestó que no y se fue volviéndose a despedir desde lejos con la mano. Antes de irme la curiosidad me llevó a preguntarle a la camarera y esta aburrida me puso al día y además me dio el teléfono de contacto.

Esa misma tarde llamé al número y concerté una cita, el lugar me gustaba, estaba de visita viendo a una prima recién casada.

Al día siguiente me atendió una mujer de unos cincuenta años, muy bien conservada. Además vestía de forma elegante pero casual y eso la rejuvenecía más.

-Hola ¿eres Natalia verdad?

-Sí, la misma

Me senté en la barra mientras ella hacia un par de cafés con leche.

-Mira el trabajo no es complicado aunque si algo especial, necesito de alguien que pueda llevar la recepción, junto con las cuentas y el papeleo diario para entregarlos a la gestoría, los pedidos y además me ayude un poco en el salón.

Cuando me dijo el sueldo casi me desmayo, me gustaba el sitio, el restaurante, la mujer y el sueldazo.

-No tengo experiencia sirviendo pero aprendo rápido.

-Mañana empiezas una semana de prueba, si al final no te gusta te pago la proporción y listos.

-¿No quiere saber más?

-Me basta lo que veo Natalia, me fio de mi instinto.

Al día siguiente con el restaurante cerrado me explicó cómo iba el papeleo y la recepción, tendría una hora por la mañana y otra por la tarde para llevarlo al día, el resto seguiría pero ya llevando la recepción.

El día siguiente estaría ya abierto, llegué temprano para que pudiera enseñármelo todo.

El restaurante que  eras espectacular, las paredes estaban todas cubiertas de piedra dándole a la estancia un toque antiguo, las mesas macizas y enormes con manteles hasta el suelo y cómodos sillones tapizados en varios terciopelos, además la estancia no era abierta sino que unos arcos y paredes dividían el lugar. Fusionadas con las paredes había estanterías con botellas, que como todos los muebles eran pesados y macizos. Realmente encantador, me enamoré del sitio.

Cuando entré en la cocina me sentí en otro mundo distinto, allí lo primero que sentí fue frio, luego miré y todo era blando y aluminio, todo impoluto.

Había dos señoras que Marisa la dueña me las presentó como las ayudantes, no vi a luisa hasta después de que entrara en la estancia un hombre, grande y oscuro. Esa fue mi primera sensación al ver al marido de Marisa y cocinero.

-Ella es Natalia

-Encantado –dijo él secamente-

Solo conmigo fue seco, con las señoras era de lo más afable y hasta cariñoso. Entonces apareció Luisa como un elefante en una cacharrería, lo primero que note fue la hostilidad de las otras dos. Enseguida supe por que al ver la sonrisa que le dedico Diego.

Salí de la cocina pensando que debía investigar eso, para saber a qué atenerme, en la barra dos hombres de mediana edad para mí o sea unos cuarenta y muchos vestían de camareros y eso era, los dos me saludaron con amabilidad.

Me puse en mi sitio con el libro abierto y el uniforme de falda y chaquetilla perfectamente planchado.

Recibí un par de reservas y las lleve a sus sitios, en cada salón había varias mesas pero procurábamos esparcir a la gente para darle intimidad siempre dejando dos más pequeñas por si acaso.

El mediodía fue bien, después de acomodarlos Marisa les instruía sobre la comida y ellos servían lo que en la cocina preparaban. Todo orquestado y bien organizado.

Dos semanas después estaba encantada, solo tenía un problema; buscarme una habitación más barata que el hostal donde me había quedado hasta ahora.

-Yo tengo una solución, mira nosotros vivimos al final de parcela como sabes, detrás hay un anexo que usamos para almacenar cosas y arriba tiene una habitación y abajo un  baño si te interesa es tuyo por… -me dijo Marisa-

Al día siguiente me mudaba a ese sitio enorme, estaba lleno de armarios empotrados y una puerta que daba a un baño completo. Las escaleras daban a dos puertas una de ellas había elegido como mi habitación. Era enorme.

Limpié y arreglé todo antes de mudarme, coloqué mis cosas y a las dos de la mañana me acosté satisfecha.

A Luisa no le sentó nada bien que viviera allí, pero lo iba llevando. Aparte de sus puyas todo iba de maravilla, Marisa no podía ser más amable conmigo, nos llevábamos muy bien como si nos conociéramos desde siempre.

Una semana después entre a por mí lista que solía dármela Luisa y no había nadie en la cocina, aún no habían llegado las mujeres. No sé por qué Luisa me había citado a esa hora.

Iba a irme cuando oí ruidos en el almacén, me asomé y lo que vi me dejo helada.

Allí dentro estaban Luisa y enfrente Diego, le tocaba los pechos sobre la camiseta, mientras ella tenía la mano dentro del pantalón de el; enseguida me di cuenta que se la estaba meneando. Me quede mirando la escena sin poderlo evitar, termine excitándome cuando note como Diego se corría y entonces ella me miró y sonrió.

Por eso me había citado, quería que supiera que estaban liados, era su manera de ponerse por encima de mí, de decirme tu vivirás en  su casa, pero yo me follo al jefe.

Salí de allí con una mezcla de rabia y excitación y me encontré con Marisa, esta me pidió que me pasaba y yo tras decirle que nada, que iba a casa a por una cosa que me había olvidado, (no quería ver a Luisa).

Fui a la casa andando, necesitaba despejarme pero por el camino no dejaba de pensar en la escena y de nuevo me excite, seria por la falta de sexo, pero llegué y tumbándome en la cama, subí mi falda aparté mis bragas y empecé a masturbarme furiosamente, ni siquiera oí la puerta de abajo que había dejado sin cerrar ya que pensaba salir enseguida. No oí a nadie subir la escalera, no me di cuenta de nada hasta que alguien se sentó a mi lado en la cama. Era Marisa y no supe descifrar su mirada en ese momento, deje de masturbarme a mi pesar pero no saque la mano.

-¿Les has visto jugar? ¿Por eso saliste tan encendida?

-Sí, ¿lo sabes?

-Claro, es un juego para Diego y si lo permito porque el permite también los míos

Me quede alucinada al ver la frialdad con la que me contaba su vida sexual.

-Natalia sigue lo que has empezado

Me quede mirándola, pensando en cómo reaccionar y gano la lujuria, empecé a mover mi mano de nuevo, busque mi clítoris y lo frote hasta ponerme al borde del orgasmo. Tenía la vista nublada cuando de repente otros dedos acariciaban mi rajita y mire a Marisa que en ese momento me penetró con sus dedos e hizo que estallara gimiendo.

-A mí me gustan más estos juegos, ¿te ha gustado Natalia?

-Si

-¿Me dejas seguir dándote placer?

No dije que sí, pero tampoco dije que no. Me quede impasible cuando ella tiro de mis braguitas y las bajo por mis muslos, los separó y poniendo la cabeza entre mis piernas empezó a lamerme.

-Relájate Natalia, olvida todo lo que no sea tu placer.

Me deje llevar y enseguida gemía de nuevo, no era el primer coño que se comía y lo hacía de muerte. Moví mis caderas pidiéndole más y volvió a penetrarme sin dejar de lamerme con suavidad hasta hacer que volviera a correrme.

Cuando me relajé, me puse las bragas, me coloqué la ropa y ambas salimos de allí. Por el camino Marisa me conto que tenía una amante en el pueblo, que Diego lo sabía y lo aceptaba y por eso él jugaba con Luisa y ella tenía que aceptarlo.

-¿Tenéis un matrimonio abierto?

-No, yo la tengo a ella y él tiene a Luisa.

-¿Y vosotros?

-Cada vez teníamos menos sexo, cada vez nos alejábamos más y entonces me enamore de ella, quería dejarlo, pero ella no iba a dejar a su marido y  Diego me dijo que no lo dejáramos, que le bastaba lo que le daba en la cama y que fuera de ella  nuestro matrimonio era ideal. Lo pensé y dándole la razón seguimos juntos. La veo dos veces por semana y él juega con Luisa; el resto del tiempo somos un matrimonio de más de cincuenta normal, con poco sexo y mucha convivencia.

-Visto así parece ideal

-Lo termina siendo.

-¿Y lo que acaba de pasar Marisa?

-Es sexo, te desee desde el primer momento que te vi. No se mas solo sé que me pones a cien y me ha encantado darte placer.

Llegamos al restaurante y no pasó nada más en los siguientes días. Al final de la semana volví a verles. Llegue pronto y ellos volvían a estar en el almacén Luisa se la meneaba como la otra vez. De nuevo me quede mirando, me daba morbo mirar a escondidas.

Ese día me quede con el calentón, pero al día siguiente llegue la primera para poder organizarme con los pedidos y apareció Marisa. Venía a tomar un café antes de irse hacer unos recados.

-¿Qué haces aquí tan pronto Natalia?

-Me he levantado y quería adelantar los pedidos.

Me hizo un café y nos sentamos a tomarlo, acercó su silla a la mía y cinco minutos después me acariciaba los muslos sobre mis mallas.

-Estas divina tan apretadita. –Dijo Marisa subiendo la mano de mis muslos a mi entrepierna-

Me acaricio sobre la ropa hasta que desee y necesite más, entonces metió la mano debajo las mallas, no llevaba bragas y enseguida dio con mi rajita húmeda.

-Estas jugosita, me encanta tu coñito hambriento Natalia, no puedo resistirme, aunque debiera pequeña. Tiró de mí y me levantó, me bajó las mallas a los tobillos y apoyándome en la mesa hacia adelante separaba mucho mis piernas y empezó a lamer como podía mi sexo, yo subía el culo para facilitarle la tarea hasta que me sacudió el orgasmo y me apoye más en la mesa mientras se me doblaban las rodillas.

Pase toda la mañana analizando lo que estaba pasando, jamás me imagine con una mujer y menos con una madura. Pero me gustaba como me tocaba, como me lamia y lo que me hacía sentir. Era más suave que un hombre, más certera y menos exigente, tan solo me daba placer sin más.

Esa tarde llegue algo antes para hacer lo que no había hecho por la mañana y volví a encontrarlos en lo suyo, era raro dos días seguidos. Pero ese día algo cambio, justo antes de correrse levanto la vista y mi mirada se encontró con la suya, acababa de ser descubierta por Diego…

No hablamos del tema, pero los dos lo recordábamos cada vez que nos cruzábamos. Yo recordaba su mirada profunda justo cuando se corría y me avergonzaba que él me hubiera visto mirar a hurtadillas.

Marisa intentaba resistirse y no quedarse a solas conmigo y yo no quería forzar los encuentros a pesar de gustarme. No quería complicarle la vida y sabía que ella se sentía culpable, curiosamente no por Diego sino por su amante.

La siguiente semana paso sin pena ni gloria y llego el día libre, Marisa había salido a pasar el día con su prima y no volvía hasta la mañana siguiente. Sospeche que la prima no era tan prima…

Justo antes de salir a comer tocaron de abajo, iba con un jersey gordo de lana y unos calcetines hasta arriba de las rodillas con bolitas detrás de lo más calentitos y así bajé a abrir, pensé contenta a ver si Marisa no se hubiera ido y venía a verme, pero al abrir me encontré con Diego.

-Hola Natalia, Marisa como sabes a salido y además de solo necesito hablar con alguien de algo que solo tú sabes.

-¿Qué pasa?

-Es sobre Luisa, sé que sabes lo nuestro

-Lo siento, no debería haber expiado un momento íntimo

-No lo sientas yo también te vi con mi mujer una mañana

Me quede helada.

-¿Ella sabe que lo sabes?

-No

-¿Qué pasa con Luisa?

-Me ha pedido un aumento o tendrá que cambiar la cosa, según ella hace más de lo que debe y yo me he sentido chantajeado

-Yo también lo veo como tú, si tenéis algo mas es y debería quedar fuera del trabajo. Además deberías recordarle que cobrar por sexo tiene nombre.

-¿No te gusta verdad?

-No, lo siento

-A ella tampoco tú. En el coche llevo la comida que acabo de hacerme, iba a casa a comer. ¿Quieres que la suba y compartimos?

-Queda poco femenino pero me muero de hambre.

Él se rio y fue al coche mientras yo preparaba la mesa, subió con varios recipientes y una botella de vino.

-Si me das dos minutos me visto, estoy hecha unos zorros

-Estas preciosa, pareces una niña vestida así, sin maquillar y con esa coleta.

-Vaya, gracias. Por cierto solo tengo vasos

-Perfecto, no es obligatoria la copa, aunque es mejor.

Estaba cómoda comiendo con Diego de los mismos cuencos, tenía encendido unas baritas de incienso, las cogí para apagarlas y una se cayó en mi muslo quemándome, di un gritito y me la sacudí. Él se levantó enseguida y miro la ampolla.

-¿Tienes dentífrico?

-Si, en el baño

Salió de la habitación y volvió con el tubito en las manos, se echó en un dedo y puso un poco sobre la rojez en mi muslo, mientras el resto de su mano acariciaba mi piel.

-¿Te alivia? –pregunto moviendo el resto de sus dedos alrededor-

-Sí, gracias.

-Que suave es tu piel

No me moví, sentía su leve caricia más que el quemazo. Tenía las piernas cerradas y el sin dejar de mirarme a los ojos siguió acariciando ahora mis dos muslos.

-Tengo que irme Natalia

Se puso en pie, quedando entre la mesa y yo. Su mirada más oscura que nunca me derretía…

-No te vayas Diego –le dije llevando mis manos a la cinturilla de su pantalón de deporte-

-Esto es demasiado complicado nena, no debería…

Tiré del pantalón y su polla apuntó a mi rostro.

-Deberías, pero no es lo que quieres –le dije acariciándola con dos dedos-

Tenía el glande mucho más ancho que el resto, oscuro e hinchado me pareció de lo más deseable, vi como la punta estaba húmeda y baje glotona a probarlo. Lamí las gotitas con la lengua plana y paladee su esencia.

-Mejor que el vino –le dije sin despegar los labios de su polla-

Separé mis labios y fui tragando su polla hasta la mitad, volví atrás y de nuevo bajé mis labios por su dura estaca tragándomela casi por completo, repetí varias veces y solo la sacaba de mi boca para succionar el glande que parecía cada vez más gordo. Diego se apoyó en la mesa y me dijo:

-Ver mi polla desaparecer en tu boca me pone a cien, sentirlo me enloquece.

Acaricié sus muslos endurecidos por la postura y la tensión y oí como jadeaba cada vez que movía mi boca.

-Nena deberías parar…

-¿Quieres que pare?

-No mi niña, no quiero que pares –dijo con la voz tan ronca que me excito aún más-

No paré hasta que note más la tensión y sentí como se corría en mi boca, trague todo su semen sin dejar de lamerle la polla hasta que se relajó.

-Umm cielo…

-¿Te ha gustado?

-Más que comer con los dedos, hacía años que nadie me la chupaba…

-¿Luisa no…?

-No, ella solo me la menea y espera que me corra rápido.

Sonó mi teléfono y era Marisa, me separé un poco para hablar.

-Hola, Marisa… –dije para que el supiera quien era-

Le pedí si volvía mañana y me dijo que sí; colgué justo cuando el salía por la puerta. Fui tras el por las escaleras.

-¿No te despides?

-Quería dejarte intimidad –me dijo desde abajo ya-

Bajé las escaleras ante su atenta mirada, cuando llegué abajo él se dirigió a la puerta y salió, cerré y me apoyé en la puerta decepcionada, no quería que se fuera.

Empecé a subir de nuevo la escalera cuando oí sus nudillos, bajé corriendo a abrir y me empujo dentro, cerró la puerta y me empujo contra ella de nuevo.

-Quiero más Natalia, te deseo.

-Y yo

Bajo su cabeza y probé por primera vez sus labios, lamio mi boca y mordisqueo mis labios mientras sus manos me agarraban del culo apretándome.

-Mira como vuelve a estar mi niña…

-Fóllame Diego

Me arrancó las bragas literalmente y subiéndome una pierna se sacó la polla y busco mi rajita, la entrada… y empujo con fuerza, dos golpes de riñón y la tenía más de la mitad dentro, en esa postura entraba mal, pero era de lo más erótico y salvaje que me follara contra la pared. Empujaba golpeándome sin soltar mi muslo, clavando sus dedos en mi carne mientras me penetraba con dureza.

-Dios mi Natalia, que apretado tienes el coñito, esta tan caliente que siento mi polla arder. Quiero metértela hasta los huevos mi niña.

Me la sacó y llevándome a un rincón, abrió una puerta me sentó en un estante, abriéndome bien me la metió de nuevo, esta vez sentí como me llenaba y a cada embestida sentía que me partía en dos, entrelace mis piernas en sus caderas y con mis pies empujaba su culo.

-Si Diego dame fuerte, me arde el coño

Mis palabras terminaron de enloquecerlo y me empujó fuerte, más fuerte, más adentro y me corrí como una loca, jadeaba y gritaba mientras mis espasmos apretaban su polla.

-Joder Natalia, vamos a la puta cama o mañana no podrás moverte.

Subía la escalera ante el cuándo me dio una fuerte palmada en el culo.

-Venga chiquilla que voy a reventarte ese coñito tan caliente que tienes. –De nuevo volvió a pegarme en el culo-

Sentía como mis muslos se mojaban de mis fluidos, estaba a cien y le quería dentro de mí. Entramos en mi habitación y tiró del colchón, este cayó al suelo y me dijo:

-¿Quieres más polla golfilla?

-Si –le dije desesperada-

-Entonces ponte como una perrita y te daré tu ración de polla.

Me puse a cuatro patas en el colchón y note como se ponía detrás, se agarró la polla y la frotó por mi coñito, yo subía el culo y el volvió a pegarme en el con la otra mano.

-Quieta putita, ahora voy a darte polla

-Por favor… métemela ya

Me agarró de las caderas y me la metió de un solo golpe, no se movía y yo menee el culo.

-Quieta nena que estoy al límite

-Fóllame como antes, me da igual

-No puedo mi niña, no tengo preservativos

-No pares Diego

-¿Puedo? –Pregunto incrédulo-

-Debes

De ahí a mi locura, me folló hasta hacerme perder el sentido dos veces más y en la tercera me clavó los dedos, se puso rígido y se corrió conmigo. Sentí su semen en mi vagina y apreté su polla desde dentro mientras el gritaba sin parar.

-Ohhh nena si no dejes de hacer eso…ohhh me corro pequeña así, así, así. Toma preciosa, toma, toma mi leche…

Caímos rendidos en el colchón y me dormí profundamente.

Me desperté dos horas después y estaba tapada con el edredón y sola, me dolía deliciosamente todo y no quería moverme de allí. Media hora después tuve que bajar al baño, estaba limpiándome cuando le oí entrar.

-Hola preciosa, he ido a por algo para luego la cena. ¿Puedo quedarme?

-Me encantaría –le dije con una sonrisa-

Subimos juntos y me tiré de nuevo en la cama

-No quiero moverme de aquí hoy

-Perfecto, me apetece descansar

Me senté en el colchón apoyando la espalda en la cama y cogí mi libro, el saco otro de la bolsa y leímos un buen rato tirados en el colchón en silencio, de vez en cuando sus manos se paseaban por mis muslos y una hora después leía entusiasmada mientras él entre mis piernas lamia con dureza mi sexo de nuevo hambriento. Su mamada completamente distinta a las de Marisa me llevo a dos orgasmos más.

Cenamos sin movernos del sitio y sin dejar de tocarnos ni durante la cena. Diego tenía de nuevo la polla dura y yo el coño encharcado.

-Abre las piernas –me dijo lamiendo un fresón-

Las separé y note como pasaba un fresón por mi rajita, me estremecía el fresquito, la llevó a mi vagina y la metió un poco para luego llevarla a su boca y comérsela, luego yo lamia sus labios. Hicimos lo mismo con toda la fruta que había traído.

-Jamás había comido nada tan rico mi niña. –dijo Diego sentado frente a mí con las piernas entrelazadas a las mías-

Fue tirando de mí lentamente para clavarme en su mástil, apoyé más la espalda en la cama y me impulsaba hacia su dura polla.

Al rato se sentó como estaba antes y yo cabalgué sobre su polla metiéndomela, sentándome sobre sus gordos huevos. Me di la vuelta y volví a bajar sobre su polla, separé sus muslos y cerré los míos.

Me movía con su polla dentro en círculos, acariciando sus huevos, tirando de ellos hasta oírlo jadear y gemir.

-Me vuelves loco mi niña, que manera de follar…

Agarré su mano y la llevé a mi boca, lamí cada uno de sus dedos sin dejar de mover las caderas, no paraba de jadear mientras mojaba bien sus dedos. Separé uno y lo lleve a mi culo, lo deje en la entrada y le dije:

-¿Quieres? –nunca lo había hecho pero quería hacerlo con el-

Solo jadeo y note la presión, empujó lentamente hasta meterme medio, luego el resto poco a poco con pequeños empujones, entró y salió dilatando mi culito, añadió un segundo dedo antes de decirme

-¿Vas a dejar que lo haga pequeña? –pregunto emocionado y contento por la perspectiva-

-Sí, pero despacio

-Esto es mejor que mis sueños niña

Subí las caderas y salió de mi interior, me agaché hacia adelante y apuntó con su polla, empujó la cabeza subiendo su culo y me queje sin moverme. Dolía muchísimo…

-Tranquila pequeña –me dijo acariciando mis riñones-

Poco a poco entró del todo, tirando de mi para clavarme, me dolía, me encendía, me enloquecía y poco a poco empecé a relajarme, a disfrutar con esa nueva sensación, el apoyó los pies en el colchón flexionando las rodillas se movía desde abajo.

-Acaríciame las pelotas como antes mi cielo –dijo con voz ronca-

Empecé con lo que me pedía y tras lamer mi dedo, busque su ano, hice círculos alrededor de este. El jadeaba sin para entrando y saliendo de mi culo.

-Hazlo Natalia

Empujé mi dedo y el gritó de dolor, me agarró las caderas y me sentó sobre su polla mientras sus manos me movían sobre él, empecé a mover mi dedo dentro y fuera de su culo,  mientras la otra mano frotaba mi clítoris; empecé a sentir mi orgasmo despacio hasta que  estallé y al momento note su semen en mis entrañas, sus gritos se mezclaban con los míos y ninguno paraba. Fue muy intenso por ambas partes y duro medio siglo. Después saque lentamente mi dedo y caí ante el en el colchón.

-Natalia… Natalia… mi niña preciosa ven

Me abrazó y ambos nos dormimos completamente saciados y doloridos.

Al día siguiente desperté de nuevo sola en mi cama, me dolían hasta las pestañas… Salí media hora después sin poder cerrar la boca con una sonrisa casi perpetua.

Entre en el restaurante y desayune con Marisa.

Media hora después llego él y al cruzarnos me dijo al oído.

-Eres espectacular mi niña, te adoro. Nunca me había corrido tres veces el mismo día…

Ninguno de los dos nos dimos cuenta de que Marisa se había dado cuenta y se había llevado una muy desagradable sorpresa…

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