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Esa insolente chiquilla

en Sexo con maduros

Estábamos cenando en un conocido restaurante de la zona, con las dos amigas de mi mujer y sus maridos.

Me sentía atrapado en conversaciones intranscendentes que nada me importaban, nunca me llevé demasiado bien con los maridos de las amigas de Lucia, mi mujer.

Ellas si estaban muy unidas desde que las tres tenían los negocios en la misma calle.

María y Miguel tenían una tienda de muebles, él tendría unos cincuenta y era serio, callado y muy tranquilo, todo lo contrario a su mujer que no tendría más de cuarenta y cinco no paraba de hablar ni de mover las manos cuando lo hacía. Ellos creo tenían una chica adolescente.  

Laura  tenía una tienda de ropa de menaje, también como María no tendría más de cuarentaicinco aunque más tranquila y callada también era más activa y dominante que su esposo, que como el primero parecía siempre estar en otro sitio. Luis trabajaba en temas inmobiliarios, también estaría en los cincuenta rascados. Estos tenían un chaval de unos doce o quince.

Mi mujer Lucia tenía una perfumería, ella también era más habladora y activa que yo, como sus dos amigas también era la que llevaba la voz cantante.

Yo a mis cincuenta y cinco era el más mayor de todos, acababan de prejubilarme y darme cuenta que no era tan divertido como parecía, me aburría horrores, ya que mi querida mujercita había decidido continuar en su negocio al menos un par de años más. Me sentía incluso algo inútil ya.

Además me había dado cuenta que debido a mi trabajo me había alejado de ella y de todo lo que no era trabajo, me sentía apartado.

Cuando María me ofreció llevar todo el papeleo de la tienda como relleno acepte, eso era fácil al lado de mi trabajo y al menos me entretendría.

Empecé esa misma semana, su gestor se retiraba y me cedió todos los papeles, en unos días lo puse todo en orden y me hice con las riendas. Miguel se encargaba de ventas y entregas, María también estaba por ahí y yo me encargaba del resto.

Enseguida empecé a llevarme mejor con Miguel, él vivía en su mundo. María por otra parte era más inquieta.

Estaba dos horitas y luego comía con mi mujer, algo era algo. Seguía teniendo muchísimo tiempo libre.

La primera vez que vi a Virginia me pareció un bomboncito. Llevaba un pantaloncito corto y estaba inclinada sobre mi mesa buscando algo, su culo me pareció espectacular. Luego al darse la vuelta en lo primero que me fije fue en su ombligo adornado con un brillantito y luego en sus tetas desafiando al universo aun sin sujetador. Mi polla se removió dentro de mi pantalón.

-hola soy Virginia la hija de María y Miguel. Tú debes ser Álvaro. He oído hablar de ti.

-encantado, yo también he oído hablar de ti.

Se chocó con mi cuerpo al intentar besarme como estaban acostumbrados los chavales, sentí su cadera, su torso y sus tetas antes que sus labios besaran mis mejillas.

Tuve que separarme rápido, no quería que notara que el viejo que trabajaba con sus padres estaba empalmado solo con un leve roce de su joven cuerpo.

En los siguientes días entre en una espiral delicada, me enrabietaba por nada, miraba a mi mujer y me daba rabia que fuera tan independiente y que no quisiera dedicarme todo su tiempo, me daba rabia que prefiriera su trabajo y a sus amigas antes que a mí. Nunca hacíamos nada juntos.

Pasé varias semanas compadeciéndome, sintiendo que jamás disfrutaría de mi tiempo, no iría de viaje, no haría nada absolutamente y la culpé a ella.

En ese tiempo empecé a mirar a María con interés sexual, era mi manera de castigar a mi mujer.

Hasta que un día sin saber cómo había llegado a ese punto nos besamos en el almacén, la tumbe en un colchón plastificado y sin pensar ni dejar que ella lo hiciera me la follé. Por primera vez fui infiel a Lucia.

Estaba muy cachondo, me daba mucho morbo follar con la amiga de mi mujer a unos metros de ella y en la tienda del marido. Ella como todo el tiempo que duró se dejó querer.

Nos veíamos los viernes tarde en su casa. Yo pagaba con ella todas mis frustraciones y ella se sentía deseada. A ambos nos bastaba con eso. Ninguno buscaba más que sexo que nos hiciera olvidar nuestras carencias.

Durante unos meses funcionó, pero la pasión se acabó y los encuentros se espaciaron hasta que decidimos dejarlo y volver a nuestras vidas.

Dos semanas después de dejarlo, un viernes noche en el que ellas salían me había quedado con Miguel terminando unos papeles, cuando llegó Virginia enfadada.

-Papa ¿y mama?

-Hoy salía, nena

-Me iba a llevar a casa de mi amiga.

Ni me miro, yo le dije a Miguel:

-Yo ya me iba la acercaré, si quiere.

Ella asintió con la cabeza y salió detrás de mí después de que su padre me agradeciera el gesto. La lleve hasta el coche y una vez dentro ella empezó a escribir en su móvil; momento que aproveché para admirar la fina piel de sus muslos, daban la impresión de ser como el terciopelo.

Tuve que agarrar fuerte el volante, me moría por acariciar esos muslos, pensé antes de volver a regañarme.

La amiguita vivía lejos, conduje mientras hablábamos de cosas como sus estudios, mi trabajo, sus amigas…

-Bueno hemos llegado Álvaro, muchas gracias.

-De nada preciosa, ha estado entretenido.

Se bajó del coche y volví a mirar su redondo culo, ciertamente me estaba volviendo un viejo verde.

Fui al final de la calle a dar la vuelta y al volver a pasar la vi en la acera esperándome, pare a su altura y baje el cristal.

-¿Que pasa Virginia?

-Mi amiga esta mala, no va a salir. Debí imaginarlo cuando no me contestaba.

-venga sube

Subió con la cabeza gacha, sintiéndose culpable.

-Soy una tonta impulsiva no debí venir sin haber hablado con ella. Encima te he arrastrado a ti.

-No tenía nada mejor que hacer. No te sientes mal.

-Pues deja que te invite a una hamburguesa al menos –me dijo de repente entusiasmada-

-No hace falta

-¿No te gustan las hamburguesas?

-Si

-Pues ¿no te gusto yo? ¿Por eso prefieres cenar solo?

-No es eso, también podría tener planes…

-No los tienes, tu mujer esta cenando con tu amante, ¿con quien podías haber quedado? -me dijo con insolencia-

Casi me salgo de la carretera al oírla, como sabia esa chiquilla…

-¿Que has dicho?

-Lo que has oído Álvaro, sé que te acostabas con mi madre –dijo con total indiferencia-

-¿Y?

-¿Cenamos? –Pregunto con naturalidad-

Aparque frente a la hamburguesería atestada de gente y después de discutir, me tocó la bandeja mientras ella pagaba.

Se sentó a mi lado en la mesa, ya que compartiríamos la pequeña bandeja.

-Os vi un día de casualidad y luego espié algún que otro viernes.

Me dejó de piedra, ella cogió en ese momento una patata y me rozó con un pecho el hombro. Esa noche estaba siendo totalmente surrealista.

Siguió comiendo mientras yo no podía dejarla de mirar.

-No me mires como si fuera de otro planeta Álvaro. Soy de este pero procuro no juzgar a nadie, si los dos decidisteis hacerlo tendríais vuestros motivos. ¿Me dirías porque se acabó?

-¿Crees que esa pregunta es normal Virginia? Vas a volverme majareta.

Me sonrió y siguió con su hamburguesa que estaba buena, el resto de la comida ambos callamos digiriendo al menos yo el giro que daba todo.

-Vamos a pillar un helado y damos una vuelta.

De nuevo hicimos cola, de nuevo pago ella, su helado y mi café. Salimos de allí y paseamos por un desierto paseo. Había refrescado y la gente había desaparecido.

Ella comía el helado con la misma pasión que lo hacía todo, envidié su juventud, su alegría y sus ganas de vivir la vida.

-Esta riquísimo, toma prueba -tras chupar la cuchara la poso entre mis labios-

Lamí la cuchara que metió en mi boca sin dejar de pensar en que ella la había chupado. Después volvió a comer ella sin ninguna manía.

-¿Te gusta?

-Me encanta –dije mirando sus labios-

-Álvaro a mí me gusta cuando me miras y no te da tiempo a camuflarte

-¿A qué te refieres?

-Dime porque se acabó y yo te digo a que me refiero.

Era un trato justo una confidencia por otra.

-Se acabó por que se esfumó la pasión. Entre nosotros solo hubo sexo, cuando la pasión inicial se terminó se acabó todo. Te toca

-Me gusta cuando me miras con deseo. Cuando aún no te ha dado tiempo de esconder el deseo.

Se puso de cuclillas ante mí, apoyada en mis rodillas. Empezó a acariciar mi sexo sobre el pantalón.

-Déjame Virginia, ¿qué crees que estás haciendo?

-Cuando os vigilaba los viernes me ponía a cien, déjame solo un poco -me dijo desabrochándome el cinturón, el pantalón y bajo lentamente la cremallera, mientras me miraba con insolencia-

-Nena estate quieta, nos va a ver todo el mundo. –le dije entre dientes-

La separe un poco más y ella metió la mano dentro del pantalón, dentro de mi ropa interior y sentí la calidez de su mano en mi sexo. Libero mi polla y está apunto hacia ella.

-No Virginia, para.

Empezó a mover su mano despacio al tiempo que bajaba su boca y lamia la punta de mi polla, intente apartarla pero cuando sentí su lengua húmeda y caliente sobre mi sexo, en ese momento perdí la batalla, la guerra y la razón.

Agarró entre sus labios mi sexo hinchado y fue bajando, mi polla resbalaba dentro de su caliente boca y una vez dentro sorbía haciéndome enloquecer, luego la sacaba de nuevo empujándola con su lengua y una vez fuera seguía lamiéndola con devoción antes de volver a succionarla.

Esa niña sabía lo que hacía. Con dos dedos presionaba en la base de mi polla haciendo que esta se hinchara por momentos, nunca la había visto así, nunca había sentido así.

En diez minutos tenia tantas ganas de correrme que me dolían los huevos y ella que pareció intuirlo metió su otra mano en mi pantalón y los sobó, los apretó y alivio mi tensión centrándome de nuevo en el placer que su boca me daba. Solo podía concentrarme en respirar y sentir.

-Nena, Virginia… no puedo mas

-Hazlo Álvaro.

Succionó fuerte y al mismo momento apretó mis testículos y soltó la base de mi polla, entonces me vacié en su boquita, sentí como un fuerte chorro de semen llenó su garganta, ella no dejó de lamer y tragar cada gota de mi esperma, hasta la que escapaba por la comisura de sus labios.

Movía suavemente su mano agarrando mi sexo, yo intentaba volver a la tierra y vi a lo lejos que se acercaba gente.

-Vamos Álvaro

Me levante y me coloque el pantalón aún estaba en las nubes, ella me agarro del brazo y pegándose a mi lado regresamos al coche.

-Gracias Virginia –me sentía en deuda con esa maravillosa chica-

Ella me miro y sonrió acomodándose en el asiento.

-No sé qué decir Virginia

-¿Siempre sabes que decir?

-Sí, pero me has dejado totalmente descolocado, jamás imaginé nada parecido a lo que acaba de pasar.

-Lo importante es si te ha gustado

-nena sabes que sí, simplemente no sé qué esperas, no sé cómo funciona esto a tu edad.

-pues no lo analices, no le des más vueltas y simplemente deja que las cosas fluyan.

Llegamos a su casa y se inclinó hacia mi plantándome un beso en los labios por primera vez. Me quede allí plantado queriendo más mientras la vi alejándose de mí y mi vida se volvía de nuevo gris a cada paso que daba.

Pasé el fin de semana recordando su boca, su cuerpo, su sonrisa… al final del día decidí dejarme llevar y como ella dijo espere a ver qué pasaba.

El lunes se pasó por la tienda, pero estaban sus padres, antes de irse me beso de nuevo los labios un segundo. De nuevo me dejo allí plantando sintiendo aun cosquillas en mis labios.

El miércoles volvió, pero esta vez solo estaba su padre y al momento desapareció con un cliente. Ella se sentó en mi mesa y apoyo sus pies desnudos en mis muslos.

-¿Te has acordado de mi alguna vez estos días? –Pregunto con descaro-

-Unas doce mil veces –conteste con sinceridad-

-Yo también –dijo ella sonriendo insolentemente-

Su pie se poso sobre mi bragueta, mire hacia abajo y vi sus uñitas rosas moverse sobre mi sexo.

-Esto promete.

-Virginia va a venir tu padre

-No puede vernos, si viniera sin que lo oyéramos hablar con el cliente solo me vería sentada en tu mesa charlando contigo.

Siguió moviendo sus deditos deliciosamente al tiempo que separaba sus muslos dejándome ver sus braguitas.

-Te gustan Álvaro?

-Mucho

-Sácatela –su mirada me retó insolente-

La mire unos instantes y bajando solo la cremallera saque mi polla. Ella tras lanzar un gemidito la agarró con sus dos pies y empezó a meneármela con ellos. Yo no podía dejar de mirar.

-¿Te gusta?

-Mucho

-Me gusta hacer que te corras, me he corrido mil veces recordando lo del otro día.

Jadee al escuchar sus palabras he imaginármela en su camita acariciándose pensando en mí, eso me encendió. Apretó más con sus pies mi polla y acelero los movimientos llevándome al borde del abismo.

Oí voces al fondo de la tienda y ella se relamió, seguí su lengua y ella se agacho y me beso, metió su lengua en mi boca y agarrando mi polla la meneo con furia, mientras oíamos las voces de otros, me excitaban aún más y estallé en su mano, mientras ella no dejaba de besarme.

Me pasó un pañuelito de papel y se bajó de la mesa al tiempo que yo me limpiaba y oía las voces acercándose.

El jueves no podía más, cada fibra de mi cuerpo deseaba a esa chica y sin darme tiempo a pensar si estaba bien o mal la llame.

-Hola Álvaro ya era hora creí que no lo harías nunca –me dijo con voz cantarina-

-Hola, ¿podemos vernos?

-Sí, ¿cuándo?

Quedamos el sábado por la noche, la iba a recoger en el centro. En casa invente un fin de semana de reunión con unos ex compañeros, cena el sábado y timba de póker y barbacoa el domingo. No sospechó nada y además ni siquiera conocía a mis compañeros lo que me daba libertad total.

La recogí en el punto acordado, llevaba unos ceñidos vaqueros y una camiseta que dejaba su ombligo al aire dejando ver el adorno brillante que llevaba.

-estas preciosa. ¿Dónde quieres ir? –le pregunte extasiado solo con mirarla-

-Donde estemos solos –dijo sin pudor-

-¿Estas segura?

-Segurísima

-¿a qué hora vuelves más o menos a casa?

-tengo dieciocho, solo tengo que mandar un mensaje si no duermo en casa.

-pues mándalo

Con una sonrisa saco su móvil y escribió mientras yo salía de la ciudad, la lleve a un hotel a las afueras, ella silbó al entrar. Era caro, grande y no se fijaban en nada.

Entramos en el ascensor y nos miramos uno frente al otro pero separados, temía casi tocarla y que todo se esfumara, el corazón me iba a mil mientras miraba su ombligo.

Salió ante mí regalándome una fabulosa visión de su culo con esos pantalones, dios mío casi babeaba por el pasillo.

Espero en la puerta, abrí y entramos. Nada más cerrar la puerta se acercó y me beso. La abrace pegándola a mi cuerpo, a mí ya erecto sexo y al que ella se restregó como una gatita en celo. Los sonidos que salían de su garganta me volvían completamente loco.

-Aun estas a tiempo de parar esto Virginia

-¿Ahora que empieza lo bueno? –Me dijo soltando mi corbata-

Me la quito mientras yo sobaba su culo sobre el pantalón, desabrochó mi camisa y sacándola del pantalón la abrió y bajo la cabeza, mordisqueó mis pezones y mi polla casi revienta el pantalón.

Agarré el bajo de su camiseta y se la saque por la cabeza, mire como sus pechos rebosaban sobre el pequeño sujetador rosa.

Baje la cabeza y lamí la piel libre de tela, luego mordisquee sus pezones sobre la tela. Ella gemía entregada. Metí dentro la mano y los saqué por arriba, los admiré unos segundos y me lancé a lamerlos, a morderlos, a chuparlos con ansia, mientras desabrochaba su pantalón, metí la mano dentro y busque sobre sus braguitas la humedad de su sexo, apreté mi mano y pellizque todo lo que abarqué.

-Te deseo tanto Virginia…

-Y yo Álvaro

Le bajé los pantalones a medio muslo y me agaché, sonreí al ver sus braguitas era todo un espectáculo ver esas braguitas rosa húmedas en el centro.

Sin quitarlas me arrodillé y cogiéndola del culo la apreté contra mi cara, aspirando su aroma, la separé un poco y sacando mucho la lengua la probé por primera vez, sabiéndome desde ese momento adicto a ese sabor.

-No puedo más Álvaro, te necesito.

Su sincera necesidad me hizo perder la cordura, baje sus bragas, un poco mas el pantalón y dándole la vuelta pegue su culo a mi sexo mientras apartaba su suave pelo y mordía su cuello. Con la otra mano me desabroche el pantalón, saque mi polla y la lleve entre sus piernas.

-Mira como me tienes niña, sientes el calor de mi polla?

-Sí, la quiero dentro, por favor

La lleve hacia la cama sin  separarnos y dándole la vuelta la empujé, cayó sobre la cama alta, me encantaban las camas de ese hotel. Saqué sus pantalones y al ver sus uñas rosa recordé la última paja y me encendí aún más. Totalmente fuera de mí le arranqué las braguitas, me acomodé entre sus piernas abiertas y sacando mi polla la froté por su sexo mojado. No quería metérsela ahora o me correría. Ella jadeaba y movía la cabeza mientras yo no dejaba de frotar su raja con mi polla. No paré hasta que noté como se tensaba y empezaba a jadear.

-Voy a correrme, no pares, no pares.

Mientras se corría arqueando su cuerpo la llevé a su entrada y empujé entrando dentro de ella de un solo golpe. Chille al sentir como su vagina me apretaba la polla palpitando aun por el orgasmo, subió las caderas, abrió más los muslos y empecé a entrar y salir fuertemente. Estaba tan caliente como yo, me apretaba y soltaba la polla como si me succionara, era glorioso. Entonces lo sentí, noté como se corría, sus espasmos apretaban fuertemente y me mojaba casi como si se hiciera pis.

Unos segundos después de que se calmara salí al borde del orgasmo, la giré poniéndola de rodillas al borde de la cama, bajé su culito y quedo agazapada, me la agarré y la lleve entre sus piernas, buscando de nuevo la entrada y se la metí, así entraba aún más, acariciaba su espalda mientras ella temblaba agazapada bajo mi moviéndose por mis fuertes arremetidas.

-No puedo más nena

-No pares quiero que te corras dentro, nunca lo había hecho sin preservativo. Pero estoy protegida.

Puse mis dos manos planas sobre su hermoso culo y empuje varias veces hasta que de nuevo ella jadeó y sentirla de nuevo mientras veía como arañaba el colchón fue demasiado para mí y de un empujón empecé a correrme bien adentro y fui sacándola mientras me corría llenándola.

Cuando la saque me quede mirando como salía un hilillo de semen de su vagina.

-Lo siento, te deseaba demasiado

-¿Quieres decirme que ha sido algo rápido para ti?

-Si

-Te adoro Álvaro, ha sido buenísimo yo creo que no puedes mejorarlo

-Dame media hora preciosa… -le dije sonriendo-

Me quede mirando a esa chiquilla riendo a carcajadas desnuda en mi cama tras habérmela follado y teniendo toda la noche por delante y supe que no sería más feliz en otro momento. Mi vida era más rosa que sus braguitas. No quería pensar en mañana solo podía pensar en el ahora con mi insolente chiquilla que aún se reía esperando el segundo asalto de mi noche mas gloriosa.

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