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Cristina -3-

en Amor filial

Agustín, cuarentón, espigado y con facciones de galán, vestía un traje gris de Armani, camisa blanca, corbata gris  y calzaba zapatos negros. Cuando entró en el chalet, después de aparcar su Mercedes en el garaje. Se fue a la cocina. Sacó una cerveza y el abridor de la nevera, la abrió, le echó un trago. y la dejó encima de la mesa. Cogió el pan de molde, la mantequilla y el queso en lonchas y se dispuso a hacer un sandwich.

En el piso de arriba, le decía Cristina a Mariola:

-Vas a tener que poner ropa de la mía.

-¡Qué remedio!

Empezaron a coger ropa en el armario, 

-¿Es verdad que te gusta mi padre, o estabas haciéndote la dura?

-Estaba jugando a ser mayor.

-¿Entonces no tienes ganas de que mi padre te la rompa?

-¡No! 

-¡Qué pena!

-¿Y eso a qué viene?

-A que odio a mi madre. Por su culpa estuve encerrada tantos años.

-Fóllatelo tú.

-¿Follar?

-Si follar. Yo follo, tu follas... Yo follé, tu follaste...

-Ya sé que es un  verbo... ¿Follar es copular?

-Es lo mismo.

-Pues no lo vuelvas a decir.

¨-¿Por qué?

-Por que ni tu follas, ni yo follo, ni tu follaste, ni yo follé.

Oyeron la voz de Agustín.

-¡Cristina!¡ ¿Quieres un sandwich de queso?!

-¡Haz dos, papá! ¡Estoy con Mariola!

Agustin, que se había  acercado a las escaleras de caracol que llevaban al piso de arriba, para hablarle a su hija, volvió a la cocina.

Mariola, descalza, se había puesto una camiseta que le quedaba flojísima, y unos pantalones grises que sujetaba con un cinto, y que le quedaban cortos. Cristina, una minifalda de color verde, una blusa verde, y unas zapatillas de deporte verdes,

Al llegar a la cocina, Agustín, que estaba untando mantequilla en una rebanada de pan, al ver las pintas de Mariola, le preguntó:

-¿A qué estabais jugando?

-A las muñecas.

-¿Hicisteis algo más?

Le respondió Cristina.

-Miramos un video.

-¿Qué video mirasteis, cariño?

-Como hacer una mamada.

Agustín, al oír lo que había dicho su hija, estrujó la rebanada de pan y pringó la mano de mantequilla.

-¿Qué mirasteis, qué?

Le respondió, Mariola.

-Como hacer una monada.

-¡Uuuuuf! Había entendido otra cosa. 

-Entendiste bien papá, mamada, ma...ma...da.

-¡Yo me voy! -dijo Mariola.

-¡¡Tú te quedas!! En dos días has pervertido a mi hija. ¡¿Qué más le habrás enseñado?!

-Yo no le enseñé nada -dijo Mariola, temblando

Cristina, ya estaba embalada.

-Me enseñó como se corre una mujer con la lengua y como se corre masturbándose -Agustín, quedó boquiabierto- ¡Y no pongas esa cara! A ti bien que te gustó ver como me masturbaba.

¿O estoy mintiendo?

-Será mejor que hablemos de eso sin nadie delante.

Mariola, se animó.

-Vaya, vaya, vaya. Pensé que era una fantasía de su hija, pero me lo ha confirmado usted.

-¿No te ibas?

-Ahora, para irme quiero 100 euros, no 200 euros, mejor 300.

-¿Por qué no 1000?

-Vale, 1000, con mil euros seré una tumba.

Cristina, que junto a Mariola, estaba con sus trasero apoyado a la mesa, le dijo a su amiga:

-No digas eso, cariño, no digas eso que en las tumbas están los muertos -después, la besó en los labios.

-¡Quieres que te pague 1000 euros por hacer de mi hija una tortillera!

Cristina, seguía en su mundo.

-No, papá, a hacer tortilla no me enseñó, me enseñó a correrme, en todo caso sería una corredora.

Mariola, sonrió, con la ignorancia sobre el tema de Cristina, y dijo:

-O una orgasmadora, si existe la palabra.

Agustín, era un hombre de negocios, curtido en mil batallas. No iba a dejar que su vida quedase en manos de una mocosa.

-Cumpliste 18 años el mes pasado, ¿no Mariola?

-Exacto. Necesito hacerme un buen regalo.

-¿Me equivoco si digo que aún eres virgen?

-Se equivoca. Mi chochito ya probó un consolador y un vibrador,

Cristina, la interrumpió.

-Pero esos eran dos niñatos, cielo.  Deja que hable mi papá.

Agustín, le dio a la cabeza. No  le extrañaba que Mariola, se la metiera doblada a su hija.

-A ver, Mariola. ¿Te gustaría que en vez de 1000 te diera 2000 euros?

-¿Quiere follarme?

-Sí, mientra mi hija mira.

Cristina, no los iba a dejar.

-De eso nada. Yo  quiero participar.

-Vale, participas. ¿Hay trato, Mariola?

-Hay trato.

-Ir para la habitación que dentro de un rato voy yo.

Las dos jóvencitas, cogidas de la mano, pues ya no necesitaban disimular delante de Agustín, se fueron a la habitación de Mariola.

Al llegar, le dijo Cristina a Mariola:

-Estoy impaciente por ver como te entra el pene gordito de mi papá.

-¿Tú no te lo vas a follar?

-No, no sé como se hace, pero si me quiere follar él a mi...

Se desnudaron, y  boca arriba, en la cama, le dijo Mariola a Cristina.

-¿Nos vamos calentando mientras no viene tu padre?

-¿Cómo?

-Tú me masturbas a mí y yo te masturbo a ti,

Se empezaron a masturbar una a la otra. Mientra se besaban, le dijo Mariola a Cristina.

-Cierra los ojos y piensa que mis dedos y mis besos son de algún hombre  que te guste.

-¿Tú vas a hacer lo mismo?

-Sí.

A Cristina, se le escapó un ¡Ay!, cuando Mariola metió un dedo dentro de su sexo. Al lubricarse, le metió dos dedos, y la siguió masturbando. Era su primera penetración y iba a tardar en correrse

Agustín, tardó media hora en subir, el tiempo que le hizo falta para que la pastilla de Viagra le hiciera efecto. Desnudo. Empalmado y con una caja de mantequilla en la mano, llegó a la habitación. Vio a su hija y a Mariola, con los ojos cerrados,  masturbándose. Subió a la cama. Se puso entre las dos. Untó dos dedos de cada mano con mantequilla. Mariola y Cristina, sabían que era Agustín, el que se había metido en la cama. No abrieron los ojos. Les quitó los dedos de los chochitos y las masturbó con los suyos. Ni diez segundos tardaron en correrse. Sus gemidos y  sus sacudidas hicieron que la polla de Agustín, se pusera a latir y echara aguadilla en abundancia.

Al acabar de correrse, se besaron, y le dijo Mariola a Agustín.

-Has masturbado a tu hija. Ahora fóllala y acaba el incesto.

Cristina, salió en defensa de Agustín

-En realidad, hija, hija, no soy.  Soy hija política. Mi mamá se casó con él después de morir mi padre.

-No lo sabía.

-Es que vosotros sois venideros, Mariola -dijo Agustín.

-¿Seguimos? -le preguntó Cristina a Agustín.

-¿No habíais aprendido a hacer una mamada?

-¡Te lo dije, Cristina! Una mamada es lo que más les gusta que les hagan.

Agustín, se sentó en el borde de la cama, Mariola, arrodillada, le cogio la polla con la mano, la metió en la boca y comenzó a chuparla.

-Los testículos, no te olvides de los testículos - le dijo Cristina.

Después. de chupar, lamer, de sacudir y de mamar, polla y testículos, le dijo Mariola a Cristina:

-Te toca. Ten cuidado que está casí a punto.

Cristina, antes de chuparla, le dijo a su padre:

-Te la voy a chupar sin manos.

Sin manos se la estaba chupando, y Agustín, le dijo:

-Me corro, hija.

Cristina, sacó la polla de la boca. La leche empezó a salir a borbotones de la polla de Agustín, y Cristina, exclamó:

-¡Linea! Continuamos para bingo

Cuando Agustín, se acabó de correr, Cristina, se levantó y se echó en cama, boca arriba.  Mariola, le preguntó:

-¿Estás cachonda?

-Cachonda, no sé, pero estar, estoy buenísima.

-¿Quieres que te haga correr con la lengua?

-¿Y tú?

-Ya va siendo hora que pruebe una polla de verdad.

Mariola, arrodillada,  empezó a hacer un cunnilingos a Cristina. Agustín, arrodillado detrás de Mariola, le pasaba la lengua por el culo y por el chochito. Untó el  dedo medio con mantequilla y le folló el el culo, mientras, Mariola, se la comía a Cristina.

Mariola, paró de hacer el cunnilingus, en el momento que Agustín, con la polla untada en mantequilla, comenzó a penetrar su culo. Al sentirla dentro, Mariola, dejó salir la fiera que llevaba dentro.

-¡Cabrón! 

-¡¿La saco?!-preguntó Agustín, asustado

-No, métemela más, hijo puta.

Cristina, oyendo a la amiga, dijo:

-¡Uy, que mala educación...!

-¡Cállate putita!

-¿Qué te está haciendo mi papá para decir esas palabrotas?

-El cerdo de tu padre me está rompendio el culo. ¡Y me encanta!

-¿Y yo qué?

-¡¿No tienes dedos, guarra?!

-¡Guarra, tú, a míi no me están dando por culo!... Uy, que he diiiiiicho.

Agustín, le fue sacando la polla del culo a Mariola, con mucha suavdad.

-¡¿Qué haces, lame culos?!

-Follarte como es debido.

Acabó de quitásela. Volvió a untar la polla con mantequilla y se la metio en el chochito, muy despacuto. Mariola, volvio a lamer y chupar el clítoris de Cristina. Poco después, Agustín, le preguntó a Mariola:

-¿Tomas alguna clase de anticonceptino?

La voz de Mariola, ahora, era dulce.

-Si, amor. Te puedes correr dentro.

Agustín, empezó a follarla con suavdad, pero cada vez más rapido. Mariola, hizo lo mismo con el clítoris de Cristina, lamerlo más aprisa, hasta que Cristina, le dijo:

-Me voy a, me voy a,  a, ¡aaaaaaa! !¡Me cooooorro!!

Agustín, al oír a su hja, le vino y se comenzó a correr dentro de Mariola, que a su vez, al sentir la leche de Agustín, se comenzó a correr ella. Aquello fue una orgía de jadeos y de gemidos. Cristina, como decía ella, acabó espatarrada, Mariola, limpiando los squirts del flujo de Cristina de la cara, y la leche de Agustín, del chochito. y Agustín, acabó saliendo, empalmado y a toda prisa de la habitación de la hija, ya que había sentido llegar el coche de su esposa.

FIN.

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