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Mi obra más larga

en Amor filial

Este relato narra doce historias que se desarrollan en una aldea gallega en el mes de septiembre de 1966. Está basada en hechos reales, aunque tiene partes ficticias. Algunos nombres de personas, y todos los de las localidades, están cambiados.

1.-EL POLVO NOCTURNO

 

Sábado 3 de septiembre de 1966. 11.30 de la noche.

Quique, un chaval gallego, moreno, de estatura normal, miraba desde la huerta por una ventana trasera de la casa de su hermano cómo se desnudaba su cuñada Margarita.

La mujer cantaba: "Si yo tuviera una escoba..."

Margarita, era morena, tenía tetas meloneras con grandes areolas marrones y gordos pezones, su culo era importante y sus caderas anchas, tenía 22 años y no tenía hijos.

La tina, que iba a hacer de bañera estaba mediada de agua templada. Echó dentro el jabón perfumado de la Toja.

-A quitar la mierda, Margarita -dijo hablando sola.

-La miel, Margarita, la miel -dijo Quique, casi susurrando.

Margarita se revolvió cómo una serpiente que ha sido pisada. Quique vio sus tetas, su coño rodeado de vello negro y su cara de mala hostia.

-Te capo, hijo puta -dijo Margarita, sin levantar la voz-.Te capo yo o te capa tu hermano.

-Tienes un cuerpo espectacular.

Margarita se fue a la ventana con la idea de darle una hostia y después cerrarla, Quique, se alejó de ella. La mujer vio que tenía la polla en la mano, una polla más larga y el doble de gorda que la de su marido.

-¡¿Te la estás pelando, cabrón?! -Margarita, sin querer, había levantado la voz.

Se oyó la voz de José, el marido de Margarita y hermano de Quique, que estaba en la habitación de al lado.

-¡Coño! No sabía que eras adivina, Margarita.

Ahora el cabreo de Margarita era doble. Llevaba un mes sin follarla y le decía que se estaba haciendo una paja. Su coño clamó venganza, y aquella verga larga y gorda era el instrumento perfecto para proporcionársela.

-Entra, Quique -le dijo, en bajito, sonriendo y haciéndole con el dedo medio de la mano derecha el gesto de "ven aquí.

Quique la miró con desconfianza.

-Si entro me pones la cara del revés.

-Entras o le digo a tu hermano que me estás espiando.

Quique, olió la aventura.

-Eso sonó peligroso.

-Pues debió sonarte a polvo.

Quique entró por la ventana y Margarita, la cerró.

-¡¿Y si me hiciera una paja, José?! -le preguntó Margarita a su marido, alzando la voz.

Quique le dio un beso en un pezón para ver la reacción de su cuñada, cómo no le dijo nada, se lo lamió, le agarró las tetas y se las magreó y chupó.

José, se emocionó. No sabía que su mujer se hacía pajas.

-¡¿Voy?!

-No, tú la haces ahí y yo aquí. Chúpame las tetas en tu imaginación -dijo mientras cogía la polla de Quique y empezaba a menearla.

-Te las chupo y te las magreo.

Quique le magreó las tetas y se las comió bien comidas. Margarita le acarició la cabeza.

-¡Muérdeme los pezones, cariño!

-¡¡Te los voy a arrancar!! -le dijo José.

Quique le mordió los pezones y las tetas.

-¡Podría correrme así! -dijo Margarita.

-Córrete.

-Podría, pero no quiero.

Margarita, algo después, se agachó delante de Quique.

-¡¡Métemela entre las tetas, José!! -Margarita alzara más la voz para que lo oyera bien.

-¡Ahí te va!

Margarita metió la polla de Quique entre las tetas y se la masturbó con ellas.

-¡Me estoy empapando! -hablaba con su marido y miraba a Quique-. ¡¡Me encanta sentir el roce de la polla mojada de aguadilla entre mis tetas!!

José, unos minutos más tarde, estaba con los ojos cerrados meneando la polla muy lentamente.

-¡¿Ya te metiste un dedo?! -preguntó.

-¡Dos, me metí dos! ¡¡Ahora te la voy a chupar!!

-¡Chupa, cielo, chupa!

Margarita metió la polla de Quique en la boca y dos dedos en el coño.... Quique, un par de minutos después, y sin previo aviso, se corrió en su boca. Margarita, cogiendo los huevos con una mano, rodeando la corona de la polla con sus labios y chupando, se tragó parte de la leche. Después se levantó y besando a Quique con lengua le dio a probar el semen que acababa de echar.

-¿Te gusta el sabor de tu leche, José?

-Sí. ¿Cómo sabes que la probé?

-Instinto de mujer. ¿Quieres chupar mis dedos mojados con las babas de mi coño? -le preguntó a su marido.

-¡Sí, dámelos!

Margarita le metió los dos dedos en la boca a Quique, Quique, se los chupó.

-¡Ahora cómeme el coño, José!

José no se había visto en otra situación igual. Eso de comer coños para él era una leyenda urbana.

-¡¿Y cómo se come un coño?!

-Tú lame.

-¡Lamiendo coño! -dijo, y ya se entregó al juego.

Quique, que ya había comido varios coños, cogiéndola por la cintura, le pasó la lengua por los labios de aquella delicia que olía a bacalao, y después se la clavó dentro.

-Lo haces muy bien. ¡Oooooy! ¡¡Qué bien lo haces!!

Quique le lamió el clítoris, lentamente, de abajo arriba, hacia los lados y alrededor.

-¡Ay qué me voy a correr! -dijo Margarita con una voz tan dulce que parecía que estaba llegando al cielo.

-Espera por mí, mujer, espera por mí -le suplicó su marido.

Margarita, acarició la cabeza de Quique.

-Si no quieres que me corra... ¡Aaaaaay que me viene!

-¿Qué puedo hacer? -le preguntó José.

-Deja de comerme el coño y cómeme el culo.

-¡Que guarra estás hoy!

Quique, cogiéndola por la cintura, le pasó la lengua por el ojete, después le metió la punta dentro y le folló el ojo del culo con ella.

-¡Uyúyúyúyúy! ¡Qué me corro, que me corro! -Quique le siguió follando el culo con la punta de la lengua- ¡Que me corro, coño, que me corro, coño, que me corro, cooooño. ¡Ooooooyyyyyyyy! ¡¡ Me coooooorro!!

Margarita cogió con las dos manos la cabeza de Quique, puso la boca debajo de su coño y gimiendo, con un tremendo temblor de piernas y con los ojos en blanco, le llenó la boca de jugos.

Al acabar Margarita, Quique, se levantó. Lo besó con lengua. Después lo miró a los ojos.

-¿Te gusta que sea tan puta? -le preguntó.

Quique, asintió con la cabeza.

-No eres una puta, eres una cochina! ¿Quieres que te haga algo sucio más?

Margarita, era insaciable.

-Lame mis sobacos.

-¡Lamiendo sobacos!

Quique le lamió los sobacos peludos y sudados... Un sudor que olía a cebolla. Margarita, después de que le lamiera los sobacos, se agachó, cogió la polla de Quique, la metió bajo el brazo y la apretó con él.

-Fóllame los sobacos, José.

-¡Estás que te sales, jodida!

Quique le folló ese sobaco y a continuación el otro. Después de follarle Quique los sobacos, Margarita, le chupó la polla... Ya se había soltado la melena.

-Ahora lame mi ojete y fóllalo con la lengua otra vez.

-¡Qué puerca! -dijo José, meneando la polla con más celeridad.

Quique le volvió a trabajar el ojete con la lengua.

-¡Hosssssssstias! Soy una cerda de pocilga. ¡Me encanta que me coman el culo!

Quique, viendo que con poco se ponía perra, volvió a lamer su clítoris, de abajo a arriba, hacia los lados y alrededor. Cada vez iba más aprisa... Margarita, fuera por el tiempo que llevaba sin follar o por el morbo de estar follando con su cuñado mientras hablaba con su marido, comenzó a sentir de nuevo el hormigueo en los pies, se puso tensa y desbordó.

-¡Me corro otra vez en tu boca, José! -exclamó.

A Quique le cayó otra cascada de jugos en la boca. Esta vez era tanta que le bajó por el cuello y por el pecho. El muy goloso, se cansó de lamer coño y te tragar jugos con sabor a ostra mientras a Margarita le temblaban las piernas, las tetas.... Le temblaba todo.

Al acabar de correrse, Margarita, lamió del cuello y del pecho de Quique los jugos de su corrida.y acto seguido lo besó con lengua.

José, después de haber sentido los gemidos de su esposa, estaba cómo una moto.

-¡Ven, ven que te voy a reventar el coño!

-¡El culo, quiero que me revientes el culo! -le dijo cuando pudo hablar.

-¡¿Quieres que te desvirgue el culo?!

-Quiero.

Quique, pensando que se lo decía a él, le dio la vuelta, le agarró las tetas y se la acercó al ojete.

-No lo decía en serio -dijo dejándose hacer-, pero bueno, ya que la tienes en la entrada...

Quique le metió el cabezón de la polla en el culo.

-¡Caaaaaaaaarallo! -exclamó Margarita al sentir el cabezón dentro de su culo.

José ya iba lanzado.

-¡Carallo va! -exclamó.

Margarita se puso perra, perra, perra.

-¡Pues que venga! ¡¡Clava, corazón!!

Margarita, apoyó las manos en la pared, abrió las piernas, se relajó y dejó que Quique le follara el culo. José, pensó que su esposa se estaba imaginando que la tenía dentro del culo.

-¿Te gusta sentir mi polla en tu culo?

-¡Mucho, dame caña!

Quique, le dio caña durante más de diez minutos. El coño de Margarita acabó chorreado y con ganas de verga.

-¡Ahora en el otro agujero! ¡¡ Folla mi coño!! -dijo Margarita.

Quique se la quitó del culo y se la metió en el coño. Cogiéndola por las tetas la folló con violencia, y pasó lo que tenía que pasar.

-¡¡Me vuelvo a correr, José!! -le dijo Margarita a su marido.

El coño de Margarita desbordó de nuevo. Sus corridas eran inmensas. Esa vez sus jugos cayeron en el piso de cemento de la habitación.

A Quique y a José les empezó a venir al mismo tiempo, Margarita vio cómo Quique fruncía el ceño, cómo los ojos se le cerraban... La iba a llenar.

-¡En el culo, córrete dentro de mi culo! -le dijo.

José, exclamó:

-¡Te lo lleno, Margarita!

José se corrió en su mano y Quique dentro del culo de su cuñada.

Cuando Quique acabó de correrse, Margarita, que era una guarra de cuidado, se arrodilló, pasó tres dedos por el pequeño charco que hicieran los jugos de su corrida en el cemento y después los chupó. Luego pasó la lengua por el resto de los jugos que quedaban en el piso... Quique, excitado al ver salir la leche de su corrida del culo de su cuñada y al verla lamer los jugos la puso a cuatro patas, se arrodilló detrás de ella y le la clavó en el coño.

-¡Dame, dame con fuerza!

-¡Se me bajó! -le respondió José.

-¡Yo sigo, cielo, yo sigo, me quiero correr otra vez!

Quique la folló con violencia mientras veía cómo su leche salía del culo.

-¡Rasca mi espalda!

-¡Ven y te la rasco, te rasco la espalda y lo que quieras! -dijo José.

Quique le rascó la espalda con las dos manos y después se la lamió de abajo a arriba y de arriba a abajo. Margarita, gemía con el gusto que le daba... Después la agarró por los pelos, tiró hacia atrás y le comió la boca.

-Te voy a reventar el coño -le susurró al oído luego de comerle la boca.

-Revienta, cariño, revienta -dijo ella susurrando cómo él y volviendo a buscar su boca.

La taladró aún más rápido.

-¡Me voy a derretir! -exclamó.

-¡Joder qué bien lo pasas tu sola! -le dijo su marido.

Quique, al sentir que se iba a correr él, quitó la polla para correrse fuera, pero Margarita quería que se corriese de nuevo dentro de su culo. Le cogió la polla y la puso en la entrada del ojete. Quique, se la clavó y se corrió dentro de su culo.

-¡¡Me derriiiiiiito!! -chilló Margarita, segundos más tarde.

Los sonoros y sensuales gemidos de Margarita al tener otro orgasmo, encubrieron los suaves gemidos de Quique.

Al acabar de correrse, Margarita, en cuclillas en el piso de cemento, puso una mano debajo del coño y del ojete, y cuando salió leche y jugos suficientes para llenar la palma de su mano, la lamió cómo una perra, se levantó, y con los labios manchados de sus jugos y de leche, besó a Quique con lengua. La ponían cachonda esa clase de besos.

-¿Echamos otro polvo, José? -le preguntó a su marido mirando para Quique y meneándole la polla, polla que se volviera a poner dura con el beso.

José ya se subía por las paredes. Era un picha floja pero quería ver cómo se tocaba su mujer.

-¡O me dejas que te vea o tiro la puerta abajo! -le respondió.

Ya no pudieron follar más.

2.-MANOLO, SU MADRASTRA Y SU HERMANA

Domingo 4 de septiembre de 1966. 2 de la madrugada.

Manolo, un chaval moreno, guapote, alto y delgado, amigo de Quique, desde su habitación sintió gemidos en la habitación de su madrastra. Cómo su padre andaba embarcado, pensó que la mujer había metido a un hombre en casa. Fue a leerle la cartilla. Encendió la luz y se encontró a su madre desnuda, con una mano tocándose el coño y con la otra acariciando las tetas, o sea, haciendo un dedo.

-¡¿No te llega con cascarla en tu habitación que ahora vienes a la mía?! -dijo la mujer con cabreo fingido al ver a su hijastro.

-Lo siento -dijo Manolo mirando para su coño peludo. Pensé...

-¡Pensaste que te podías follar a tu madre, degenerado!

-No.

A Manolo, que fuera en calzoncillos a la habitación de su madre, se le puso tiesa la polla. Helena, se sentó en el borde de la cama.

-¡¿No?! Me dices que no, empalmado y mirándome para las tetas.

-No sé que me pasó.

-Te pasó que te la estabas pelando y pensaste que podías mojar. A ver, enseña que tienes ahí.

-Me da vergüenza, Helena.

-¡Qué me la enseñes! Quiero ver que te estabas tocando.

Manolo sacó lapolla.

-No es muy grande -le dijo.

-Es cómo la de tu padre. Tengo que darte en el culo por interrumpir a mamá -dijo, y agachándose cogió una zapatilla debajo de la cama.

 

Manolo, al ver que no se papara, se vino arriba. Fue junto a su madre, que era una mujer delgadita, de cabello negro y largo, (lo llevaba recogido en una cola de caballo) con tetas pequeñas cómo bombillas, cintura estrecha, vientre plano, y caderas generosas, se sentó a su lado y le quitó la zapatilla de la mano.

-Dar te voy dar yo a ti por viciosa.

-¡¿No le irás a pegar a tu madre?!

-Mama -le dijo poniéndole la polla entre los labios.

-¡Antes muerta!

-Mama si no quieres que te ponga la cara cómo un mapa -dijo levantando la mano con la zapatilla en ella.

Helena cogió la polla y lamió varias desde las pelotas al glande... Después chupó el gLande... La metió entera en la boca y se la masturbó.

-¿Te gusta así?

-Sabes lo que haces, putona. Te voy a recompensar con una folllada histórica.

-¡¿Vas a aprovechar que tu hermana tiene el sueño pesado para violarme?! -dijo la mujer poniéndose en pie.

-¡Échate sobre mis rodillaas!

-¡No!

Le largó con la zapatilla en una nalga.

-¡Zassssss!

-No voy a dejar que me folles.

-¡Qué te eches, coooooño!

-¡Zasssss, zasssss!

Manolo se dio cuenta de que su madrastra quería polla, de lo contrario hubise gritado para que viniese en su ayuda su hija Pilarita.

-Vale, vale, me echo.

Helena se echó sobre las roillas e Manolo. Le cayeron cuatro zapatillazos.

-¡Zasssss, zasssss, zassssss, zassss!

-¡¿Gemías en alto para que viniera a follarte?!

-No.

-¡Zaaaaas, zassss, zassss, zasssss, zassssss, zasssss!

-¡No mientas! ¿Gemías en alto para provocarme?

-No.

-¡Zasssssss, zasssssss ,zasssssss, zassssssss, zassssss!

-¡Me estás haciendo daño! Y solo para que diga lo que a ti te gustaría oír.

-¡¡Zassss.zasssss, zassss, zassss.!!

Helena, cantó.

-Sí, quería provocarte.

-¡¿Necesitas una polla dentro de tu coño?!

-Sí, la necesito. Dame un poquito más con la zapatilla, pero con menos fuerza.

-Zassssssss, zasssssss, zasssssss, zassssss....

-Ponte a cuatro patas sobre la cama y abre las piernas.

-Llámame, mamá.

-Ponte a cuatro patas, mamá.

Helena, hizo lo que le dijo.

La zapatilla marrón con piso de goma del mismo color volvió a azotar el culo.

-Zassssss, zasssss, zasssss, zasssssss.

-¡¿Te haces dedos a menudo?!

-Sí, estoy muy necesitada.

-¿Te pica mucho el coño?

-Sí, mucho, hijo, mucho, mucho.

Manolo vio como caían del coño de Helena tres gotitas blanquecinas de jugo. Tiró la zapatilla, le echó las manos al vientre y lamió desde el coño hasta el culo. La lengua le quedó pastosa con los jugos que había arrastrado. Los tragó.

-Sabes a pecado, mamá.

-¡Tú si que eres un pecado de hombre, hijo!

-¿Te gusta que te la coman?

-Sí, echaba de menos una lengua traviesa jugando con mi coño. Sigue, cariño, sigue.

Manolo cogió la zapatilla, y de canto, se la frotó contra su coño mojado.

-¿Quieres polla?

-Sí, cariño.

Se la clavó con fuerza en el culo. La polla entró hasta el fondo cómo si fuera en un submarino.

-¡Qué gusto! -exclamó Helena.

Desconcertado porque la mujer no sintiera olor, le apretó los pezones con los dedos.

-¡Chilla, guarrilla!

-Aprieta más fuerte si quieres que chille.

La folló a toda mecha. Pellizcó los pezones y Helena, chilló.

-¡Me corrooooooo!

Manolo no salía de su asombro. Su madrastra se corriera dándole por el culo.

-Eres más puta que las gallinas -le dijo Manolo después de correrse Helena.

-Y tú un asqueroso violador.

-¡¿Qué?!

-Que despiertes, cerdo. Te acabas de follar a Helena -oyo cómo le decía su hermana.

Manolo estaba tan salido que si no se corría reventaba.

-¿Echamos un polvo, Pilarita?

Pilarita también estaba cachonda.

-¿Prometes correrte fuera?

Se oyó la voz de su madrastra, que estaba en su habitación.

-¡Cómo oiga un ruido cojo la escoba!

-Métete en mi cama, Pilarita. No haremos ruido -le dijo en bajito Manolo a su hermana.

Pilarita se metió en la cama. Montó a su hermano y puso la polla en su coño. Un coño con una raja pequeñita.

-Desvírgarme -le dijo.

Manolo empujo y le rompió el coño a su hermana. A Pilarita le dolió. Sacó la polla y le puso el coño en la boca para que se lo engrasara. Manolo sintió el sabor a sangre del himen roto.

-Despierta, cabrón, despierta que acabarás por follarte a la abuela -le dijo su hermana Pilarita mientras lo sacudía.

Quique, despertó, había estado soñando y hablando en alto. Su boca le seguía sabiendo a sangre, se había mordido un labio.

Poco después, Helena, tocó con dos dedos la lengua, los chupó y se siguió masturbando. Pilarita, ya había acabado cuando lo despertó, pero al sentir los muelles del metálico de las camas de su madrastra y de su hermano, se tocó de nuevo.

3.-PILARITA

Domingo, 4 de septiembre de 1966. 10 de la mañana.

Manolo y su hermana Pilarita, detrás de unos matorrales, estaban viendo como un viejo se cascaba una paja espiando a una vieja que estaba cagando.

Pilarita, la hermana de Manolo era una chavala que estaba cañón. Tenía buenas tetas, culito redondito y echado hacia afuera, ojos azules, pelo rubio largo y con coletas y siempre llevaba vestidos que le daban por encima de las rodillas que dejaban ver parte de sus bellas piernas. La visión de la verga del viejo la había puesto cachonda.

-¡Vaya cipote tiene Moncho! -dijo.

-Tiene, tiene, tiene una verga enorme.

-¿Cómo es la tuya?

-Mucho más pequeña.

Pilarita iba a sorprender a su hermano.

-¿Me la enseñas?

Manolo quiso quitársela de encima. Una cosa era follar a su hermana en un sueño, y otra muy distinta follarla en la realidad.

-Te la enseño si me enseñas tú el coño.

No sabía lo cachonda que se había puesto su hermana.

-Vale -dijo sin cortarse un pelo.

Bajó las bragas y le enseñó el coño rodeado por una pequeña mata de vello rubio. La polla de Manolo se puso tiesa.

Pilarita, al ver el bulto en el pantalón, no esperó a que quitara la polla para enseñársela, le bajó los pantalones y los calzoncillos, le dio un beso en la polla y le lamió las pelotas.

-¿Sabe bien tu leche? -preguntó mirando a los ojos a su hermano.

A Manolo, ya le importaba una mierda que fuese su hermana.

-Mama mi polla y lo sabrás.

-Primero lame tú mi coño -le dijo.

Manolo le dio un beso en el coño y le salieron los labios mojados. Se lo abrió con dos dedos. Vio que había algo así como una telaraña de mocos que iban de un lado al otro. Se las limpió de una lamida.

-Está rica. Sabe a pera.

Pilarita ya estaba más que cachonda.

-Lame mi coño hasta que te diga que pares.

Se la lamió hasta ponerla a mil.

-Oooh, Aaaaay... Me voy a correr, hermanito. Sigue, sigue, sigue que yo te aviso cuando me corra.

Al rato, la picarona, sin dejar de gemir, le cogió la cabeza, la apretó contra su coño, lo frotó con la lengua de su hermano y poco después, sin avisar, estremeciéndose, le meó en la boca. Al acabar de soltar aquel chorro salado al principio, y pastoso y agridulce al final, que Manolo fuera escupiendo, se subió más el vestido, se abrió de piernas, y pasó algo que dejó roto a Manolo.

-Méame en la cara y en el coño -le dijo.

Manolo no salía de su asombro.

-¿No te daría demasiado el sol en la cabeza, Pilarita?

No le diera demasiado el sol en la cabeza, no, sabía bien lo que quería.

-¿¡Vas a mear por mi o no?!

-No puedo, estoy empalmado, y con la polla empalmada no puedo mear.

Pilarita ya estaba desatada.

-Métela en mi boca que te la bajo.

Se la metió en la boca, Pilarita se la chupó... Cuando se corrió su hermano se tragó la leche.

-Me gustó -dijo limpiándose a boca con el dorso de la mano.

A Manolo se le bajó la polla un poquito. Pilarita abrió el coño con dos dedos.

-Mea -le dijo.

Le meó en el coño, después, al mear en su cara, abrió la boca y se tragó todo el meo que entró en ella. Al acabar de mear Manolo por ella se metió un dedo en el coño.

-Quiero que me des otra vez tu leche -le dijo.

Se la volvió a chupar mientras se acariciaba el clítoris y se follaba el coño, con un dedo primero y con dos después. ¡Cómo gemía la muy viciosa!

-Pon tu culo en mi boca -le dijo con sus dedos chapoteando en los jugos del coño.

A Manolo lo tenía ardiendo, pero descontrolado.

-¡¿No querrás que cague por ti?!

-¡Me estás cortando la fantasía! ¡¡Dame el culo de una puta vez!!

Le puso el culo en la boca, Pilarita le lamió el ojete y le metió la punta de la lengua dentro. Manolo se masturbó viendo cómo su hermana se hacía un dedo mientras le comía el culo...

-¿Me dejas que me corra en tu boca? -le preguntó Pilarita, a punto de explotar.

-¿Quieres volver a mear por mí, cochina?

-Eso antes, después de mear me corro.

-Haz lo que quieras.

Manolo se puso boca arriba. Pilarita le puso el coño en la boca, frotó el clítoris con dos dedos y entre gemidos y sacudidas, de su coño salíeron varios chorros de meo que fueron a parar a la boca de Manolo.

Al acabar, Pilarita, volvió a sorprender a su hermano.

-¿Quieres que te recompense?

-¿Cómo?

Pilarita le puso el culo en la boca a su hermano.

-Prepáralo para follarlo -dijo magreándose las tetas.

Manolo le lamió el culo y coño empapado de babas.

-¿Y si me hicieras correr así? -le dijo después de un par de minutos de lamerle y de follarle con la lengua el coño y el culo.

-Tú mandas.

Pilarita no tardó en sentir que le venía y se olvidó de correrse así... Cogió la polla, La frotó contra el coño, y después la puso en el ojete.

-Fóllame el culo.

Manolo, estaba tan cachondo, que al tiempo que se la fue metiendo se fue corriendo dentro de su culo... Luego, la polla, engrasada con la leche, entraba y salía apretada, pero suavemente. Pilarita frotó su clítoris contra la pelvis de su hermano y le comió la boca. Manolo, algo más tarde sintió de nuevo salir el meo a chorros, esta vez encharcó su cuerpo.

-¡Me voy a morir de gusto!

Pilarita comenzó a gemir, a temblar y a sacudirse con violencia. El último orgasmo fue el más intenso de todos.

Volvieron a mirar y ya el viejo y la vieja se fueran.

 

4.-MARTA

 

Domingo 4 de septiembre de 1966. 12 del mediodía.

Quique y Manolo habían ido a robar huevos a un gallinero para venderlos después. Las cosas les habían salido mal y Quique acabara echo una piltrafa, Manolo iba a buscar jabón. Quique quedara en una fuente que había en el monte y que estaba medio escondida. Hablaba solo.

-Debía ser un cruce de gallina y león...

Una voz conocida lo quitó de su conversación.

-¿Me dejas llenar los cubos de agua, Quique?

-Claro - dijo, dando la vuelta y olvidando que estaba desnudo.

Era su prima Marta, una chavala morena de diecisiete años, delgada, de melena muy larga, ojos verdes y muy guapa, que vivía al lado de su casa, y a la que Quique le tenía ganas. Después de echar una buena ojeada a la polla, y de sonreír tapando la boca con una mano, Marta, puso un cubo bajo el caño de la fuente.

-¿Por qué tapas la boca y no los ojos? -le preguntó Quique.

Marta, eludió la pregunta.

-La tienes grande -dijo.

-¿Viste muchos cómo mi Pajarito? -dijo, mientras lo tapaba con las manos.

-Es el primero, pero calza bien. ¿Le llamas Pajarito?

-Sí, y mi Pajarito calza bien y lleva pajarita. El cubo echa por fuera -le dijo intentado desviar la conversación.

-Que eche, al fin y al cabo va a acabar en el mar. ¿Quién te hizo los arañazos que tienes en la espalda?

-Una mujer muy fogosa cuando se corrió -le mintió.

-Seguro, y aún te sangran los arañazos de la espalda, ¿Y eso amarillo que te mancha?

-Follamos en su gallinero... Rompió huevos y me untó la polla y las pelotas con las yemas y las claras.

-¡¿Para qué?!

-Para que al chuparla le supiese a huevos, supongo.

-¡Qué trolero!

¿Es que no viste en mi espalda nada más que los arañazos? Antes de estar encima de ella estuve debajo y....

-A ver, date la vuelta.

Quique, se dio la vuelta, Marta, le miró la espalda y vio manchas de mierda junto a los arañazos, arañazos que le había hecho un gallo con los espolones al lanzarse a su espalda cuando robaba los huevos, huevos que metía dentro de la camisa y que rompió al caer sobre ellos.

-¿Quién era la mujer que te untaba las pelotas y la polla con la clara y la yema de los huevos?

-No hay muchas que tengan grandes gallineros.

-¡¿La tendera?! Si fue ella tiene un buen polvo.

-Dame un beso y te digo si fue ella.

Marta se pusiera caliente al ver la polla, si no lo estuviera lo mandaría a la mierda.

-Si, hombre, para que después se lo cuentes a tus amigos.

-No soy de esos.

-¿Esa mujer está casada, tiene buenas tetas, buen culo y no llega a los treinta años?

-Te mentí. Los arañazos me los hizo un gallo. No me los hizo una mujer.

La verdad era más difícil de creer que la mentira.

-Te follaste a la tendera. ¿Folla bien?

-¿Follas bien tú?

-Eso nunca lo sabrás.

Marta se agachó para coger el cubo y Quique le puso la polla en los labios, Marta, en un acto reflejo, abrió la boca, lo cogió con una mano y lo chupó. Quique le echó la mano al culo, le levantó el vestido, metió la mano dentro de las bragas y se encontró con el coño mojado. Marta, se debió asustar, ya que se incorporó. Estaba colorada cómo una grana.

-¡Si cuentas algo de lo que pasó aquí te desgracio! -le dijo con voz grave.

-¿Y si subimos al monte y acabamos lo que empezamos?

-No estoy loca cómo la tendera, podría quedar preñada.

-Te puedo comer el coño hasta que te corras.

-¿Se lo comiste a ella?

-Sí -le volvió a mentir.

-¿Y se corrió?

-Cómo una fuente.

-A ver si es verdad lo que dices. ¿Cómo se come un coño?

-Se besa la pepita. Se lame de abajo arriba. Se mete la punta de la lengua entre los labios y se va de abajo arriba, se mete progresivamente hasta que se mete del todo, después se lame de abajo arriba, se folla la vagina con la lengua, se va turnando... Haciendo una cosa, haciendo la otra... De vez en cuando se visita el ojete, se lame y se folla con la lengua y con un dedo, y al final se ataca la pepita, lamiendo despacito al principio y aprisa al final, presionando cada vez más... También se pueden meter uno o dos dedos en el coño y otro en el culo mientras se ataca la pepita, o antes...

-¡Se lo comiste!

-Y se corrió, ya te lo dije. ¿Quieres que te lo coma a ti?

-No sé, me da apuro que me veas el coño.

-Decídete antes de que venga alguien.

-No confío en ti.

-Será nuestro secreto.

-¡Cómo se lo cuentes a alguien te mato!

-Tranquila, seré cómo una tumba

-No, serás el que esté dentro de la tumba si te vas de la lengua... Come -le dijo Marta después de subir la falda por delante, de bajar las bragas y enseñarle su coño peludo-. Come hasta que te hartes.

El coño olía a polvos de talco. Al abrirlo con dos dedos vio el talco mezclado con los jugos. Parecía leche. Con las primeras lamidas de coño, Marta, ya comenzó a gemir, poco después tenía el coño empapado, Quique, se puso detrás de ella, le agarró las tetas, le levantó el vestido y le puso la polla en la entrada del coño, Marta se quedó quieta.

-¿Qué vas a hacer?

-Meterla.

-Es muy peligroso -dijo Marta girando la cabeza.

-Si veo que me viene doy marcha atrás -dijo Quique, y la besó.

-Besos, no, besos no que si nos besamos puedo perder el control.

Quique le frotó en su coño el cabezón en el coño empapado.

-Deja de hacer eso, cabrón. Me estás poniendo mala.

-¿Quieres qué te meta la puntita?

-¡No!

-Te va a gustar.

Le seguía frotando la polla contra el coño.

-Lo sé, pero me puedes destrozar la vida.

-No soy tan desgraciado. ¿Te meto la puntita?

-Vale, pero solo la puntita, y si ves que te vas a correr, quítala.

Le metió el cabezón.

-¡Uyyyyyyyyyy!

-¿Demasiado gorda?

-El grosor justo para mi coño.

-¿La meto un poquito más?

-¿No te vas a correr?

-No.

-Un poquito, pero solo un poquito.

Se la metió hasta la mitad y comenzó a follarla despacito.

-¡Jesús! ¡¡Qué bueno estás!!

-¿La meto un poquito más?

-Mete.

Le metió tres cuartas partes. La folló un poquito más rápido... Poco después, se la quitó y le lamió y folló el culo y el coño con la lengua... Al rato se la volvió a meter hasta la mitad y la folló de nuevo.

-¿Te la meto un poquito más?

-¡Hasta el fondo, métela hasta el fondo!

Se la metió hasta el fondo.

-¡Dioooos, qué gusto! ¡No te corras dentro, por tu madre te lo pido! Aguanta que me corro enseguida -le dijo Marta, algo asustada, pero con unas ganas tremendas de correrse.

Después de  arios minutos de follada con besos y magreo de tetas Marta, llegó.

-¡Me coooooorro, bandido!

Quique, casi no aguanta sintiendo cómo se derretía Marta, más espero a que acabase para sacarla y derramar sobre el agua.

Al acabar, Marta, sonriente, se puso las bragas y le dio un pico en los labios.

-¿Te follaste a la tendera, Quique? -preguntó.

-No te lo puedo decir. Se dice el pecado, no el pecador, y si es pecadora, menos.

-Si me dijeras otra cosa me decepcionarías -le dio otro pico, cogió los cubos y regreso a casa.

Poco después del fenomenal polvo, volvía Manolo del río.

-Aquí tienes el jabón.

-A ver si no aparece nadie por ahí y me pilla en pelotas.

-Tranquilo. Yo vigilo. Por cierto. ¿Esa que iba con dos cubos de agua no era Marta?

-Era.

-¿Dónde cogería el agua?

-Aquí.

-¿Y te vio en pelotas? -le preguntó Manolo, que tenía una sonrisa de oreja a oreja

-Vio, y creo que le gustó lo que vio.

-Lo que vio, lo que chupó y lo que le entró, que viene a ser lo mismo, tu polla.

-¡¿Estabas mirando?!

-¿Qué iba a hacer si follasteis más de un cuarto de hora?

-Y cayó una paja. ¿A qué sí, cabrón?

-Dos, cayeron dos.

5.-MARTA Y SU ABUELO

Domingo 4 de septiembre de 1966. 4 de la tarde.

Eran las cuatro de la tarde. Marta volvía de comprar de la tienda. Quique la estaba esperando sentado en el banco de piedra que había delante de su casa.

-Pensé que el guapo de cara no te iba a volver a ver hoy

-¿Guapo de cara? Te lo diría alguna ciega.

-Lo dije de forma irónica.

-En el instituto te enseñan palabras finas pero a mí las palabras que no entiendo me la sudan

-Sudar te la hacía sudar yo, preciosa.

Marta, bajó la voz.

-¿ A qué viene esa palabra bonita si ya me follaste? ¡Ah, ya! Es para que te deje follar otra vez. Dime algo que me ponga si quieres volver a follar conmigo algún día.

-¿Te gustaría que te la metieran en el culo y en el coño al mismo tiempo?

-¿Estás hablando de hacer un trío?

-Sí.

-Con quién sería.

-¿Te vale Tito?

-Podría valer, aunque Manolo está mejor.

-Si quieres hablo con los dos.

-¿Follar con el trío Calavera? Me lo pensaré.

Marta se volvió a meter en casa. Su madre a esas horas estaba sirviendo en una casa. Se echó boca arriba sobre la cama con una mano en la nuca y los pies tocando el piso. Cerró los ojos y empezó a tocarse... Se vio de nuevo en la fuente. Subía al monte con Quique. Allí salían de detrás de dos pinos Manolo y Tito -metió una mano dentro de las bragas y comenzó a fantasear.

-¡Te voy a follar el coño hasta que te deje con los ojos en blanco! -decía Tito.

-¡Yo te voy a reventar el culo! -decía Manolo.

-Dejarme o grito pidiendo ayuda -decía ella sin oponer resistencia.

Quique, se ponía detrás de ella y la sujetaba por la cintura.

-Calla que te va a gustar -le decía mientras le tapaba la boca con una mano.

Tito, le rompía el vestido y el sujetador con sus grandes manos.

-Así te voy a dejar el coño, roto -imaginó que le comía las tetas cómo un lobo-.Te voy a arrancar los pezones- Marta los apretaba con los dedos.

Manolo le quitaba las bragas mojadas y se las metía en la boca, Echaba una cuerda a la rama de un pino y le ataba las dos muñecas. Se veía con los brazos el alto, casi colgando y enseñando los pelos de sus sobacos -su coño ya estaba empapado-. Quique le abofeteaba las tetas.

-¿No quería ser follada por tres machos? -le decía Quique.

Tito le comía el culo.

-Delicioso este trasero -decía.

Manolo le comía el coño.

-¡Estás empapada, perra!

Tito se la clavó en el culo.

-¡Tooooma, cabrona!

Se puso boca abajo y metió un dedo en el culo. Gemía de placer cuando llegó de la tienda su abuelo Manuel, un hombre de 70 alto y corpulento. El viejo se quedó mirando cómo su nieta se masturbaba. Sacó la polla y la comenzó a menear. Se le puso morcillona. Fue con mucho sigilo junto a su nieta y en un momento que quitó el dedo del culo, le agarró las tetas y le metió la punta de la lengua en el ano. A Marta se le jodió la paja. Se dio a vuelta con la rapidez de un rayo.

-¡Abuelo! -exclamó al verlo- ¡¿Qué haces?! -se subió las bragas-.

-Coño, si pones el pastel sobre la mesa, que menos que probarlo -le dijo sin dejar de menear la polla-. Venga, ponte cómo estabas. Ya verás que bien lo pasas.

-¡Mal nacido!

El abuelo fue al grano.

-Mira, nena, si quieres algo no te andes con rodeos que si se me baja no va a haber dios que la levante.

-¡No quiero nada, viejo asqueroso!

-Entonces tendré que decirle a tu madre lo que te vi hacer.

-¡Viejo chantajista!

-Ponte cómo estabas.

-Viejo cabrón -dijo Marta, y después bajó las bragas y se puso en la posición en que estaba cuando llegó el viejo.

El abuelo le abrió las piernas y le volvió a follar el culo con la lengua.

-Joder, que rico está -dijo el viejo.

-¡Cerdo! -dijo echando el culo hacia atrás para que la punta de la lengua le entrase en el ojo del culo.

Después, el abuelo, le pasó la polla desde el coño al ojete unas veinte veces. Marta, ya estaba cachonda amás no poder.

-Si no queda más remedio que hacerlo métela en mi culo y acaba pronto.

El viejo le metió la polla en el coño. Marta, se asustó.

-¡Me vas a dejar preñada, cabrón! ¡¡Sácala!!

Ni caso. El viejo siguió metiendo y sacando.

-¡Viejo cabrón!

Le llamó lo que no está en los escritos hasta que sintió que se iba a correr.

-Carallo, carallo, carallo que me viene.

El viejo sabía latín. Dejó de follarla y comenzó a darle palmadas en las nalgas.

-Plin, plas, plin plas, plin plas, plin, plas...

Marta movió el culo hacia arriba buscando meter la polla de su abuelo en el coño. No se la daba y se desesperó.

-¡Fóllame, viejo cabrón, fóllame!

El viejo le metió la polla en el coño... Se la clavó hasta el fondo de un golpe de riñón y acto seguido la folló a lo bestia, Marta, frotando su clítoris, comenzó a correrse, El abuelo, al sentir cómo el coño de su nieta le apretaba la polla, la sacó y se la clavó en el culo.

-¡Cabróóóóóón!

Se le cortó la corrida y le comenzó una nueva.

-¡Ay Diossssssss! ¡¡Vueeeeelo!!

Marta se corrió como un coneja, y chilló."Hiiiiiiiiiiiiiiii!!" Nadie la oyó chillar, ya que su abuelo le tapó la boca con una mano.

Pasaron cinco minutos. El viejo la seguía follando y no se corría. Marta no podía arriesgarse a que la pillaran.

-Quiero chupártela -le dijo.

El abuelo se la quitó del culo y se la metió en la boca. Marta, acariciando los huevos del viejo, se la chupó y se la masturbó. El viejo era duro, pero ver a su nieta mamando su polla recién salida del culo, le dio tal morbo que al rato descargo cantidad y calidad. Marta, sacó la polla de la boca después del primer chorro y el viejo se corrió frotando la polla contra los pezones y dejando sus tetas perdidas de leche. El muy cabrón, al acabar de correrse, lamió su leche de las tetas y besó a Marta con lengua. A Marta le empezó a latir de nuevo el culo. Subió encima de su abuelo, le cogió la polla, a media asta, y la metió en el coño... Ni cinco de minutos tardó en sacarlo, ponerle el coño a su abuelo en la boca, mover la pelvis contra la lengua y llenarle la boca de jugos.

-¡¡Bebé, viejo cabrón!! -dijo mientras se retorcía de placer y tapaba la boca con una mano para que no se oyesen sus gemidos.

6.-EL POLVO EN EL MONTE

Sábado 10 de septiembre de 1966. 9 de la mañana.

La tía María, una mujer de 34 años, morena, delgada y separada, su hermana Carmucha, viuda, y que era muy parecida a ella, su hija Marta y Quique estaban en el monte del Dorado. Iba a coger piñas. El monte estaba sembrado de ellas, ya que la noche anterior había soplado el viento con fuerza. María, lo organizó todo.

-Quique, tú y Marta, con dos sacos vais cuesta arriba, Carmucha y yo iremos cuesta abajo.

Allá fueron.

-¿Ya te dijo la tía lo del cine? -le preguntó Marta a Quique cuando ya estaban lejos de ellas.

-Sí, me dijo que esta noche van tu madre y ella al cine y que quedamos tú y yo en mi casa haciéndonos compañía.

-¿Y qué planes tienes para esas dos horas?

-¿Ya te pensaste lo de follar con tres?

-Sí.

-¿Y?

-Esta noche podría ser una gran noche.

-Te lo comeríamos todo.... Boca, tetas, coño, culo...

-Me acabas de poner cachonda.

Quique se lanzó en plancha.

-¿Echamos un polvo, Marta?

María iba a interrumpir la conversación al llamar al sobrino.

-¡¡¡Quique!!!

-¡¡¡¿Qué?!!! -respondió.

-¡¡¡¿Hay muchas piñas por ahí?!!!

-¡¡¡No hay queja. Cuando tengamos los sacos llenos os avisamos!!!

-¡¡¡Vale!!!

-Vale -le dijo Marta.

-¿Qué vale? -le preguntó Quique.

-Que sí, que quiero echar un polvo.

Al lado de una gran roca, tiraron con los sacos y se empezaron a comer las bocas. Quique metió su mano dentro de las bragas de Marta y le metió un dedo en la vagina. Poco después, Marta, le abrió la cremallera del pantalón, le sacó la polla, se agachó y se la chupó.

-Tienes una polla deliciosa, grande, gorda y jugosa.

-Y que te va a llenar la boca de leche.

-¡¿Ya?! -preguntó, extrañada.

-Aún no, pero la idea es jodida.

-Cómemela un poquito.

Se agachó y le comió el coño.

-Yo sí que me voy a correr en tu boca si sigues mamando -dijo Marta al poco de empezar a comerle el coño

-Córrete -Quique, apuro las lamidas de clítoris y la presión de la lengua contra él. Marta no tardó en explotar.

-Me corro, me corro, me corro. ¡Ayyyyyyyyyyyyy!

Marta le llenó la boca de jugos... Cuando Quique se levantó, la arrimó a la roca. Se encogió y se la metió hasta las trancas. Marta le rodeó el cuello con los brazos, Quique la levantó en alto en peso y comenzó a follarla. Marta lo comió a besos. Tiempo después el coño de Marta estaba chorreando.

-Me voy a correr otra vez. ¿Sabes que me gustaría ahora, Quique?

-¿Qué?

-Que meeeee... Aaaaaaaaah. Que me, me, me la meeeee... ¡Oooooh! Que me la metas en el culo.

Quique la sacó del coño y se la metió en el culo. Marta, rozando su clítoris contra el cuerpo de Quique, volvió a descargar. Su coño era pura fuente. Quique le llenó el culo de leche. Estaban los dos con los ojos cerrados, gimiendo y gozando como locos y no se enteraron de que María los estaba mirando. No les llamó la atención. Volvió junto a su hermana y se calló la boca.

7.-COGIENDO A PARES

Sábado 10 de septiembre de 1966. 9.30 de la noche.

A las nueve y media llegaron a casa de Quique, Carmucha y su hija Marta, que traía un parchís bajo el brazo.

-¿Estás, María? -preguntó Carmucha.

-Estoy.

Antes de irse, la tía de Quique, le dijo a Marta:

-Si no se porta bien contigo, cuando venga me lo dices.

María sabía que no le iba a decir nada porque iba a follar como una loca, aunque lo que no sabía era que iba a follar con tres.

-Así lo haré -dijo Marta.

Se fueron. Marta, que se había hecho trenzas, se sentó a la mesa, y le preguntó a Quique:

-¿Jugamos a la oca o al parchís?

-¿Por qué no vamos para mi cama?

-Hay que darles un tiempo. No vaya a ser que se den la vuelta, ¿Vendrán el Pensador y el Ajero?

-Están a caer.

El primero en llegar fue Tito, que era un chaval alto, entrado en carnes y algo bruto. Ni los saludó. Fue al cordel que había de la chimenea a la pared de la cocina en el que colgaban los chorizos y las morcillas. Cogió un chorizo y le metió un bocado.

-¿Está bueno, Tito? -le preguntó Quique

-Está -dijo con la boca llena.

-Así estás -le dijo Manolo entrando en la cocina.

Ya estaban todos.

-Ponle la tranca a la puerta, Manolo -dijo Marta.

Manolo cerró la puerta con la tranca.

-¡Era verdad! ¡¡Vas a follar con los tres!! -le dijo Tito a Marta.

-Sí, pero cuando, cómo y donde yo quiera. Quique, arrodíllate ante mí.

-Sí, princesa.

-¡Qué coño es eso de princesa! -exclamó Tito, echando la mano a la polla.

-Habla otra vez sin que yo te de permiso y vas a follar con una de tus gallinas!

-Me callo.

-¿Me callo, qué?

-¿Marta?

-¿Reina, coño, reina?

-¿No era princesa?

-¡Largo de aquí!

Tito no se quería perder la fiesta.

-Perdón, reina, perdón.

-Eso ya está mejor. Ven y quítame el vestido, perro.

-Sí, reina.

Tito fue a su lado. Le quitó el vestido y Marta, que no llevaba bragas ni sujetador, quedo con sus bellas tetas al aire y mostrando el bosque de vello negro que rodeaba su coño y el jardín de sus sobacos. Los tres echaron la mano a la polla.

-¡Ni se os ocurra tocaros hasta que no os lo diga -quitaron las manos de los paquetes.- Cómeme el coño, Quique.

Quique la cogió por la cintura y empezó a comerle el coño.

-Manolo, sácale la polla a Tito.

Manolo, se reveló.

-¡Yo soy muy macho!

-O se la sacas o solo me follan ellos dos, al fin y al cabo solo tengo dos agujeros.

Manolo cambió de opinión al instante.

-Sí, reina.

-Joder, Quique, me vas a hacer correr antes de tiempo -le decía unos minutos más tarde.

Tito se dejaba hacer mirando cómo Quique le comía el coño a Marta.

-Maricón -susurró Manolo.

Tito, quiso sacar tajada. Se chivó.

-Habló sin permiso, reina. Dile que me la mame -dijo Tito.

-Tito -dijo Marta.

-Sí, reina.

-Sácale la polla a Manolo y hazle una mamada. Quiero correrme viendo cómo se la chupassssss. Aaaaaay que no aguanto. !Me cooooorro!

Marta le cogió la cabeza a Quique. Con temblor de piernas, jadeando y frotando su coño con la lengua, se corrió en su boca.

A Tito lo había salvado la campana, y Manolo se calló, no fuese que le mandase a él chupársela a Tito.

Marta era insaciable. Acabó de correrse y quería más.

-Ven y cómeme las tetas, Tito

-Sí, reina.

Tito, obedeció cómo un perrito. Comiéndole las tetas, lo masturbó. Manolo, con la polla tiesa, esperaba indicaciones.

-Ven y cómeme el culo, Manolo.

-Sí, reina.

Comiéndole las tetas Tito, el coño Quique y el culo Manolo, a Marta le empezaron a temblar las piernas otra vez. Le cogió la cabeza a Quique y le chupó a lengua a Tito el tiempo que le duro el orgasmo, un orgasmo, que como era costumbre en ella, iba acompañado de una riada de jugos que cayeron de nuevo en la boca de Quique, y que Quique se tragó.

Al acabar de correrse quiso seguir mandando.

-Ahora...

-Ahora te callas -le dijo Quique con voz autoritaria.

La levantó en alto en peso y se la clavó en el coño.

-Me gusta el nuevo plan -dijo Marta.

Marta se agarró con los brazos al cuello de Quique y le metió un morreo.

Tito, se la metió en el culo.

-¡Qué bueno!

Manolo se la empezó a pelar, Al rato, Quique, la sacó y se corrió fuera. El coño de Marta no paraba de gotear. Quique la sujetó por las nalgas mientras Tito la penetraba por el culo... Al correrse Tito y sacar la polla se la clavó en el culo Manolo... Quique la volvió a meter en el coño.

-¡Me vais a matar de gusto, cabrones!-dijo Marta mientras gozaba cómo una cerda- ¡Me voy a correr, me voy a correr, me voy a correr! ¡Ooooooooooooh! ¡¡Me coooooooorro!!

Aprovecharon bien las dos horas.

 

8.-LA RAYUELA

Sábado 10 de septiembre 1966. 5 de la tarde.

Enfrente de la casa de Marta, habían echado cemento, y allí con una tiza, Quique, estaba pintando una rayuela, Marta, Begoña, una niña rubia, de quince años con gafas de pasta negra y Tito, estaban mirando cómo la pintaba.

-Hoy voy a llegar al tres, Quique -dijo Tito.

-Y yo voy a ganar -dijo Begoña

-Ya se verá -dijo Manolo.

En la aldea de la Forre, en la que habría unos doscientos cincuenta vecinos, los únicos con los que querían jugar las chavalas eran con los tres del Trío Calavera, Quique, Manolo y Tito. Los tres amigos eran rateros de poca monta... La necesidad los obligaba, ya Quique estudiaba y los otros dos no trabajaban... De algún sitio tenían que sacar dinero para sus vicios, fumar, tomar unos vinos... También eran los que más las follaban ya que a muchas de las chavalas de aquella aldea les gustaban los chicos malos.

-¿Qué hiciste en el pajar del Tuerto con Teri y con Conchi, Quique? -Marta le preguntó por un chisme que le contaran.

-¿Quién te dijo que estuve con ellas?

-Entonces fue verdad.

-¿Estás celosa?

-¡¿Estás loco?! Lo pregunté por curiosidad.

-Pues la verdad es que no, no estuve con ellas. Vi cómo estaban.

-¿Y eso que significa?

-Lo sabes de sobras.

Begoña, que iba a echar el trozo de teja a la primera casilla, se detuvo.

-¡¿Quieres decir que se estaban besando o algo así?!

-Algo así.

-¡Qué cochinas! Cuéntanos lo que viste.

-No sé si debía.

-Cuenta, hombre -le dijo Marta.

Quique se hacía de rogar.

-No sé...

-¡Cuenta, coño! -dijeron al unísono Manolo y Tito.

-Vale, os cuento. Vi a Teri y a Conchi en el pajar. Estaban una frente a la otra, vestidas, con las piernas entre cruzadas, frotándose los coños. No sé si me entendéis...

-Estaban haciendo una tijera, sigue -dijo Marta.

-¿Y tú cómo sabes que eso es hacer una tijera? -le preguntó Begoña, que seguía sin tirar el trozo de teja

-Por que lo sé, y punto. Sigue, Quique.

-No sé el tiempo que llevaban jugando, lo que sé es que frotándose con rapidez, le dijo Teri a Conchi: "¡Me voy a correr!" Conchi, le suplicó: "¡Espera por mí, por favor, espera por mí!" Teri no pudo esperar por ella, se corrió como un angelito.

-Dirás que se corrió cómo un cerda -le dijo Marta.

-Cómo una cerda se corrió Conchi.

-Cuenta, cuenta - le dijo Begoña, que estaba roja como un tomate maduro.

-Conchi se levantó el vestido, le puso el coño en la boca, lo bajó de nuevo y le tapó la cara con él. No sé que le haría Teri, pero Conchi, moviendo el culo de atrás hacia de delante y delante hacia atrás y mordiendo una mano, se le corrió en la boca. Cuando se levantó Teri, Conchi tenía la cara llena de babas de la corrida.

-¿Que le haría Teri debajo del vestido para que se corriera así? -le preguntó Begoña a Marta.

-¿Qué le iba a hacer? Meterle la lengua en el coño. ¿Por qué piensas que se corrió tan rápido? -le dijo Marta.

-Sabes mucho de esas cosas.

-De oídas -mintió Marta.

Tito y Manolo se habían empalmado.

-Voy a casa y vengo ahora -dijo Tito.

Manolo también tenía prisa.

-Yo también que me dio un apretón.

Al irse, Marta, sonrió, y le guiñó un ojo a Quique.

-Esos dos se van a hacer una paja.

Quique la pilló por el aire, Marta se quería tirar a Begoña.

-Fijo. Bueno, yo también me voy.

Quique, se fue.

Begoña, aún no tirara el trozo de teja.

-¿Crees que Quique también se va a tirar la pera?

-Probablemente.

-¿A ti te pone cachonda pensar que se van echar leche cuando se corran?

-Mucho.

-A mi también

-¿Qué vas a merendar, Begoña?

¿Qué vas a merendar tú?

-Membrillo.

-Yo chocolate.Tengo dos tabletas. Si prefieres el chocolate al membrillo...

Marta sabia que la madre de Begoña estaba sirviendo en una casa y su padre trabajando en una carpintería. Ni ella ni él llegarían a casa antes de las ocho dela tarde, lo mismo que su madre que trabajaba sirviendo en otra casa.Ya la tenía.

-Prefiero -le dijo.

Diez minutos después... Begoña estaba en la cocina de su casa haciendo los bocadillos.

-¿Alguna vez besaste a una chica, Begoña?

Begoña se puso colorada.

-No. ¿Tú besaste a alguna?-le preguntó bajando la cabeza.

-Sí.

-¿Y cómo es?

Marta le levantó el mentón con dos dedos, le quitó las gafas y las puso encima de la mesa. Begoña empezó a temblar. Marta le dio un pico, después la miró a los ojos y le dio un beso con lengua. La volvió a mirar a los ojos y después a los labios, Begoña buscó su boca, cerró los ojos y metió su legua en ella.

-Deja de temblar, mujer -dijo Marta-. ¿Es la primera vez que te besas con alguien?

-Sí.

-¡No me digas que aún eres virgen!

-Lo soy.

Se besaron de nuevo. Begoña seguía temblando, pero temblando y todo, la cogió de la mano y la llevó a su habitación.

-Hazme cositas, Marta -le dijo al lado de la cama.

Begoña la besó mientras desabotonaba la blusa. La besó en el cuello al quitarle el sujetador. Aparecieron unas tetas medianas, redondas, con areolas rosadas y pequeños pezones. Marta le lamió y le chupó tetas y pezones. Metió una mano debajo de la falda y al tocar su coño por encima e las bragas, Begoña, empezó sacudirse. Marta sintió cómo las bragas se iban encharcando y mojaban su mano. Cuando acabó de disfrutar, la besó con dulzura.

-Te corriste -le dijo sonriendo.

-Sí, lo siento -dijo Begoña, avergonzada.

-No digas tonterías. Fue maravilloso ver cómo te corrías. ¿Vamos a merendar?

-¿Y tú no te corres?

-Sí, pero antes quiero untar el bocadillo con nata.

-No tengo nata.

-Sí que la tienes, la acabas de echar.

-¡Que cochina! -dijo Begoña, sonriendo y empujando por Marta - ¿Me vas a hacer disfrutar encima de la mesa?

-Si, preciosa, te voy a hacer disfrutar muchas veces.

De camino a la cocina, Begoña iba cogida de la mano de Marta y con la cabeza sobre su hombre. Ya dejara de temblar.

9.-ENGRACIA

Viernes 23 de septiembre de 1966. 3 de la tarde.

Engracia tenía 22 años y era un escándalo de mujer, por lo bella que era y por sus curvas. Tetas grandes, cintura estrecha, caderas anchas... Siempre llevaba los ojos y los labios pintados, la ropa apretada al cuerpo y calzaba zapatos con tacón de aguja. No daba un palo al agua. La mujer no se quería manchar las manos, ni para hacer de comer, todo se lo hacía una vieja de la aldea.

El veterinario, su marido, tío de Quique, ya no cumplía los cuarenta años. Era cojo, escuchimizado, bajo y feo. Por su físico no se casara con él. Semejante monumento de mujer solo se podía haber casado por interés.

Quique había saltado la muralla de la finca del veterinario y se estaba comiendo una naranja. Mirando para los árboles calculó que tres sacos de naranjas no se iban a notar entre tantos naranjos. Estaba distraído y no la sintió llegar. Le tocó con un dedo en un hombro. El acto reflejo hizo que se diese la vuelta y levantase la mano. No la bajó al ver que era Engracia. ¡Que buena estaba la cabrona! Llevaba puesta una blusa blanca que tenía tres botones abierto y dejaba ver el canalillo de sus tremendas tetas, una falda de tubo marrón que marcaba sus bellas caderas y calzaba zapatos marrones de tacón de aguja.

-¿Están buenas mis naranjas? -le preguntó poniendo cara de palo.

Lo había pillado, así que de perdidos al río.

-Están mejores tus melones -le dijo mirándole para las tetas.

-Encima de ladrón, descarado. ¿Tanteabas el terreno para venir a robar por sacos?

-Tantear tanteaba tus tetas.

-Si me tocas chillo.

-No te voy a tocar, pero chillar chillabas con el gusto si te echara un polvo.

-¡Qué prepotencia! Seguro que aún eres virgen y tienes la polla pequeña. Quien presume...

Quique bajó la cremallera del pantalón y le enseñó la polla que ya se había levantado.

-¿Es pequeña? -se la enseño y la volvió a guardar. ¿Te pareció pequeña? -subió la cremallera.

-No, pero no me la debiste enseñarme esa cosa con ese cabezón.

-¿Por qué?

Engracia se puso muy seria.

-Por que voy a ir a la guardia civil y vas a ir preso.

Quique le echó las manos a las tetas.

-Ya que voy a ir preso ir por algo.

Engracia le metió una bofetada con la mano abierta que le puso la cara a arder.

-¡Pafffff!

-¡A mi no me toca nadie y se va de rositas! -le dijo Quique, y le devolvió la bofetada.

-¡Pafffff!

Engracia le dio otra, con más fuerza.

-¡¡Pafffff!!

Le vino otra de vuelta.

-¡¡Pafffff!!

-¡Me cago en tu madre, cabrón!

-¡¡Pafffff!!

Quique se la devolvió de nuevo.

-¡¡¡Pafffff!!!

Engracia le agarró los huevos.

-¡Te los voy a romper, desgraciado!

Quique le metió la mano debajo de la falda y la cogió por los pelos del coño.

-¡Si me dejas sin huevos te arranco el coño!

Estaban frente a frente. Ni ella apretaba ni él tiraba. Se miraban a los ojos. Sus miradas era de odio. Sin dejar de mirarse a los ojos, Quique, le metió la mano dentro de las bragas. Encontró el coño mojado. Engracia soltó los huevos. Le bajó la cremallera, le quitó la polla y se la masturbó. Sus labios se juntaron y después las lenguas se acariciaron y se chuparon. Quique le metió dos dedos en el coño. Se masturbaron mutuamente mientras se comían vivos.

-Vamos para el cobertizo -le dijo Engracia.

Quique le miró para el culo mientras caminaban hacia el cobertizo. ¡Que culazo tenía!

Al llegar al cobertizo, que estaba pegado a la muralla, Quique, cerró la puerta detrás de él. Engracia desabotonó la blusa y se quitó el sujetador. Jamás viera unas tetas tan hermosa y tan grandes.Tenían tremendas areolas marrones y gordos y erectos pezones. Antes de que ella quitara los zapatos ya Quique estaba desnudo. Engracia, vestida solo con una medias negras a las que sujetaban dos ligas rojas, se sentó sobre un montón de paja. Al llegar Quique a su lado, lo puso sobre sus rodillas, cogió el zapato y le dio con ganas atrasadas.

-¡¡¡Plasssss, plasssss, plasss, plasssss...!!!

-A mi no me levanta la mano nadie. -dijo, y después le metió la punta de la lengua en el ano y se lo folló varias veces con ella.

-¡Qué gusto! -dijo Quique

-¿Así que te gusta, maricón? ¡A ver si también te gusta esto! -le metió el tacón del zapato en el culo.

-¡Me acabas de desvirgar, perra!

-¡¿Perra?!

La perra le mordió las nalgas y después le volvió a dar con fuerza con la suela del zapato.

-¡¡¡Plasssss, plasssss, plaasssss, plassss.!!!

Quique, se revolvió, le dio la vuelta a Engracía. El maravilloso culo quedó a su disposición. Se tomó la venganza en caliente. Cogió el zapato y le dio.

-¡¡¡Plassssss,plassssss, plassssss, plasssss...!!!

Sin más, la colocó en posición, le acercó la polla al ojete y se la clavó.

-¡¡Zassssss!!

-¡¡¡Aaaaaaaaay, caaaaaaaabrón!!! ¡¡Me acabas de romper el culo!!

-¡Ojo por ojo, zorra!

Quique le folló el culo mientras la mujer se quejaba.

-¡Me estás violando, cabrón!

-Antes me violaste tu a mí, cabrona.

Quique sintió algo duro bajo una rodilla. Miró que era y se encontró con una espiga negra a la que cubría un condón.

-¡¿Y esto?! ¿Te haces pajas con esto, zorra?

-No es mío. ¡Qué mariconazo! Seguro que se lo mete por el culo.

-¿Quién? -preguntó Quique sin parar de follar el culo de Engracia.

-Tu tío... Supongo que su amante también puede ser el mío. Dame la espiga.

Quique, se la dio, Engracia levantó el culo y quiso meter la espiga en el coño. No entró. El coño estaba cerrado al tener la polla metida en el culo.

-Saca la polla un momento.

Sacó la polla del culo y la espiga entró en su coño cómo entra un supositorio en el culo. Quique tocó el tambor con las manos en sus nalgas.

-Tras, tras, tras, tras, tras, tras, tras...

Le cogió los pezones y se los pellizcó. Le tenía que doler, pero no se quejó. Gemía sin para cuando Quique le metió el glande en el culo, y se lo folló... Mas tarde se lo llenó de leche.

-Me voy a correr, cabronazo -dijo al sentir la leche en su culo.

Al ratito, Engracia, se corrió con la espiga metida hasta el fondo del coño y con la polla en el culo.

-¡Vueeeeeelo!

Al acabar, Engracia, sacó la espiga y lamió el condón donde un jugo blanco goteaba de él.

Sintieron la voz del veterinario llamando por su esposa.

-¡¡Engracia!!

Quique le quitó la polla del culo, Engracia, al oír la voz de su marido se puso perra. Se dio la vuelta, empujó a Quique y después le metió el coño en la boca. Quique le metió la lengua dentro... Engracia, moviendo el culo de atrás hacia de delante, de adelante hacia atrás, tirándole de las orejas, y gimiendo cómo una loca, le lleno la boca de jugos.

 

 

10.-EL MORBO DE FOLLAR EN PÚBLICO

Lunes 26 de septiembre de 1966 - 11.30 de la noche.

Era una noche oscura. No se veía ni una estrella.  Quique, estaba al lado en un pequeño asiento de piedra, bajo un palo de la luz, que había al otro lado del camino que pasaba por delante de su casa. Tenía la esperanza de ver a Marta antes de ir para cama.Y la iba a ver. Salió de su casa. Se le acercó.

-¿En que pensabas, Quique? -le preguntó.

-En ti.

-¿En mí o en mi culo?

-En las dos cosas.

-Así que te gusta mi culo.

-Tu culo, tus ojos, tus... ¿El otro día follaste con Begoña?

-Sí.

-Se veía venir. Estaba cachonda. ¿Le enseñaste a comerla? ¿O solo se la comiste?

-Mira, ahí vine. Pregúntale a ella si se le enseñaste a comer un coño.

Begoña llegó junto a ellos.

-¿De qué estabais hablando? -les preguntó.

-Me preguntaba Quique si el otro día te comí el coño...

-¿Y a él que le importa?

-Querrá hacer un trío. ¿Es eso, Quique?

-A eso quería llegar.

-¿Lo harías Begoña?

-Yo haré lo que tú digas, Marta.

-Yo lo haría.

-Pues cuando queráis lo hacemos.

-¿Y si lo hacemos aquí y ahora?

-¡Que barbaridad! Nos verían -dijo Begoña.

Marta era rápida de ideas.

-¿Serías capaz de romper la bombilla del palo de la luz sin darle al platillo? -le preguntó Marta a Quique.

Quique sacó el tirachinas del bolsillo. Cogió una china del camino y, ¡plof! Se fue la luz.

En la oscuridad. Marta, le dio un beso con lengua a Begoña. Se agachó, le levantó la falda, apartó las bragas para un lado y le comió el coño. Quique sacó la polla y se la metió entre las piernas. Marta iba a comer coño y polla al mismo tiempo.

Un rato más tarde, Begoña, caliente comó una brasa al sentir la polla de Quique rozar los labios mojados de su coño y la lengua de Marta lamer su clítoris, giró la cabeza, Quique, la besó, dulcemente.

-Parezco el jamón de en medio del bocadillo -dijo Begoña.

Quique le frotó la polla en el ojete.

-Quiero sentir tu polla dentro de mí.

Quique empujó. La polla no entró en el culo.

-En el culo no, jodido, en el coño, quiero setirla dentro de mi coño.

Quiqué se sentó en el pequeño asiento de piedra con su polla empalmada mirando a las estrellas. Begoña, que ya estaba desatada, de espaldas a él, volvió a apartar las bragas hacia un lado y se sentó sobre la polla. Entró tan apretada que tuvo que morder una mano para no chillar. A Quique lo cogió de sorpresa.

-¿Eras virgen?

-No, un dedo ya entrara en mi coño, y dos también.

Begoña comenzó a subir y a bajar el culo muy lentamente. Marta le magreaba las tetas y la besaba.

A Los diez minutos, más o menos, cuando ya estaba a punto, pasó por delante de ellos Toniño, un viejo borrachín, que por no variar, llevaba una borrachera de las suyas. Se paró a la altura de los tres y se puso a mirar fijamente para Begoña, que movía el culo alrededor.

-¡Tira, Toniño! No viste nada -dijo hablando solo, y echó a andar.

Begoña, que ya estaba a punto de correrse, sin querer habló en alto.

-¡Oyyyy! Me voy a correr.

Toñiño, apuró el paso.

-Fue el viento, Toniño, fue el viento.

Toniño se fue y Begoña también. Se corrió poniendo perdido el pantalón de Quique, mientras Marta la besaba y Quique le magreaba las tetas.

Begoña, al acabar de correrse, dejó su sitio a Marta, Marta hizo con las bragas lo mismo que hiciera Begoña. Se sentó sobre la polla y comenzó a follar a Quique.

Marta estaba con tantas ganas que su culo subió y bajo a toda hostia buscando el orgasmo... En nada se corrió cómo una loca. Begoña le tuvo que tapar la boca con una mano para que no se oyeran sus gemidos.

Al acabar, se besaron las dos chavalas, se agacharon y recompensaron a Quique con una mamada. Cuando una mamaba y masturbaba, a otra miraba que no viniera nadie. Al correrse Quique, las dos recogían a leche con la lengua y se besaban.

La tía de Quique fue a buscarlo.

-Quique, es hora de ir para cama -dijo.

Las dos chavalas giraron la cabeza. María no pudo ver sus bocas manchadas de leche, pero intuyó lo que estaba pasando.

11.-EL SECRETO DE LA TÍA MARÍA

Martes 27 de septiembre de 1966. 1 de la madrugada.

Quique fue en calzoncillos a beber agua y se encontró con su tía sentada a la mesa de la cocina con una botella de vino quinado Santa Catalina y un vaso delante. Vestía solo con una enagua que transparentaba sus grandes tetas y los pelos de su coño y llevaba suelto su largo cabello negro.

-¿Qué te pasa, tía? -le pregunto.

-¡Que soy una mujer, coño, y parece que soy un mueble! -dijo María con la voz tomada.

-No eres un mueble. Eres una mujer bonita.

-Solo soy una mujer madura que se acaba de meter un dedo y que tiene un secreto inconfesable.

Echó medio vaso de vino quinado y se lo mandó de un trago.

-Las cosas que nos atormentan si no se cuentan nos van comiendo por dentro.

-¡Qué gran verdad! Pero si te cuento lo que hice me vas a perder el respeto

-Nunca te lo tuve.

-También es verdad. Haces lo que te sale de los huevos.

-Desembucha. Te hará bien.

-Si te digo lo que hice vas a querer follar conmigo.

-Ya te follé.

-Tengo cogido borracheras, pero no tan gordas cómo para olvidar una cosa así.

-Lo hice con mi pensamiento.

-Eso no se si debe halagarme o enfadarme.

-Mejor que te halague, con enfadarte no ganas nada. ¿Qué recuerdos  te hacen beber? -le preguntó.

María, decidió soltarse.

-Los referentes al hijo puta del cura viejo. El que se murió. ¡Ardiendo en el infierno debe estar!

-¿Qué te hizo?

-Me folló cuando el hijo puta de tu tío aún estaba caliente en la caja.

-¿Por qué les llamas hijos de puta a los dos?

-Por que uno me hacía gozar a golpes y el otro se murió y ya no me folla.

-No entiendo nada.

-Ni puta falta que hace.

-¿Me cuentas cómo fue el polvo en que te folló el cura con el tío en la caja?

María se levantó y cogió en la lacena una botella de Sansón y un vaso y los puso encima de la mesa.

-No me gusta beber sola.

Quique medió un vaso de Sansón y echó un trago.

-Cuenta.

-Tu tío estaba en la caja. En el velatorio estaba media aldea. Corría el aguardiente, el coñac, el anís y el jerez. Aquello estaba lleno de borrachos y borrachas contando cuentos, riéndose... Esta casa parecía una casa de putas. Llegó el cura viejo y me dijo:

-"Hace mucho que no te confiesas, María".

-Sí, el domingo me confesaré, le contesté.El cabrón iba a piñón fijo buscando lo que quería. Me dijo:

-"¿Sabías que el alma de tu marido aún puede andar por aquí?

-¡No!

-"Si. ¿Sabes si dejó algún asunto pendiente?"

-¡No joda! Estábamos echando un polvo cuando se murió.

-"Otro pecado más. ¿Dónde podemos arreglar esto sin que nos molesten?"

-En mi habitación, le dije.

Al llegar a mi habitación me dejó de piedra. Me dijo:

-"Ponte cómo estaba cuando se murió."

-¡¿Quiere que me desnude y me ponga boca arriba?!

-" Sí. ¿Él también estaba desnudo?"

-Estaba, don Tomas.

-"Era de suponer."

-El cura quitó la sotana y su tranca quedó colgando. Me pregunto:

."¿Qué te hacía?"

-Me comía el coño.

Quique ya estaba cachondo.

-¿El tío te comía el coño cuando se murió?

-No, nunca me lo había comido, pero él cura no lo sabía. A ver si iba a ser el único que mintiera... El alma del cabrón... ¡Madre que lo parió!

-Y si sabías que te estaba engañando...

-¿Y si no era con él viejo con quien iba a follar esa noche?

-Mucho se ve que no le querías al tío. En fin. ¿Comía bien el coño el cura?

-Sí, aquel cura sabía lo que hacía. Metió todo el coño en la boca y me clavó la lengua dentro. Después me lo lamió...

Quique se metió debajo de la mesa, le levantó la enagua, (María levanto un poquito el culo de la silla) debajo había un coño abierto que olía a jabón Lagarto, al que rodeaba una gran mata de pelo negro y que tenía un clítoris enorme con un glande gordo y tan grande como medio dedo meñique. Le separó las piernas, le clavó la lengua en el coño y se lo lamió.

-Me chupó la pepita...

Quique le chupó el gran clítoris cómo quien chupa un polla.

-¡Uuuuuuy! Sigue así que me encanta... Lamió de abajo arriba -echó el culo un poco hacia delante y la espalda hacia atrás-. ¡Ayyyyyy! ¡Qué bien lo haces! No voy a tardar en correrme.

Al ratito siguió con las explicaciones, que no eran más que indicaciones de cómo le gustaba que le comiera el coño.

-Me lamió y me folló el agujero negro...

Quique lamió y le folló el ojete con la punta de la lengua.

-¡Oooooooh! Lo haces mejor que él.

Un poco después volvió con el cuento.

-Me chupó los labios del coño.

Se los chupó.

-¡Aaaaaah! ¡¡Aaaaay, aaaaay, aaaaay, aaaaaay!! -le agarró la cabeza con las dos manos-. Me volvió a chupar la pepita.

Quique le volvió a chupar el clítoris, esta vez más rápido. María explotó.

¡¡Me coooooorro!!

María, temblando y gimiendo, se corrió en la boca de su sobrino.

-¿Que más te hizo, tía?

-Necesito otro trago. Necesito seguir borracha. Lo que estamos haciendo no está bien.

-No bebas más vino quinado. El mal ya está hecho, Toma un poco de leche.

-Tienes razón, el mal ya está hecho. Te voy a hacer gozar cómo me hiciste gozar tú a mí.

Se levantó, fue a la encimera, cogió un cazo con leche y se lo dio, se puso a su espalda y le bajó los calzoncillos.

-Echa leche por la espalda a medida que la vaya lamiendo -le dijo.

Quique hizo lo que le había dicho. María...Masturbándolo, fue lamiendo la leche a medida que bajaba por su espalda. Al llegar al culo le abrió las nalgas y le lamió el ojete.

-¡Hostias! -exclamó Quique.

-¿Nunca te comieran el culo?

-Sí, pero así no. 

-Date la vuelta.

Quique, se giró. María metió la polla en la boca, y después de una docena de mamadas, más o menos, Quique, se corrió, María, se tragó su leche.

Ahora, sí, para enjuagar la boca, María, echó un poco de vino quinado en un baso y lo bebió.

-Volvamos al cura.¿Qué más te hizo, tía?

-Tendríamos que ir para la cama.

-Vamos.

Quique, fue delante, María se iba poniendo cachonda mirando ara el culo redondito y prieto de su sobrino. Al llegar a la habitación se quitó la enagua y se puso sobre la cama en la posición del perrito. Quique, volvería a hacerle lo que le hiciera el viejo cura.

-A cuatro patas me agarró las tetas y me clavó aquella maravilla en el coño...

Quique se la clavó en el coño.

-Me folló... Fóllame cómo quieras pero antes coge un zueco debajo de la cama y dame con él en el culo.

Quique quitó la polla del coño y cogió el zueco debajo de la cama. El zueco era de madera Y tenía tacos en el piso.

-¿Seguro que quieres que te pegue con esto? Te va a doler.

-Quiero que me duela.

-Pues allá vamos.

-¡Bimba, bimba, bimba, bimba...!

-¡Con los tacos, me daba con los tacos! -le dijo María.

-¿Quién?

-Dame y calla.

-¡Bimba, bimba, bimba, bimba...!

Los tacos estaban dejando marca.

Se puso boca arriba.

-¡En las tetas, dame en las tetas!

-¡Plafffff, plafffff, plafffff, plafff...!

Las tetas iban de un lado al otro María, gemía. Quique no entendía que le gustase que le hiciese daño.

-¿El cura era tan cabrón?

-No, no lo era, lo era el difunto. Vete a buscar el tarro de miel en la lacena.

Quique se fue y al ratito volvió con el tarro de miel.

-¿Que te hizo el cura con esto? -preguntó.

-Nada, pero yo me voy a hartar de polla.

María abrió el tarro, cogió la miel, le untó polla con ella y se la empezó a mamar.

-¡Rica, rica, rica! -decía mientras mamaba.

Le echó miel en el culo y le lamió y le folló el ojete.

-Eres un poco guarrilla, tía.

-¿Guarrilla?¡Aún no sabes bien lo cerda que puedo ser!

Le metió un dedo en el culo y le mamó y masturbó la polla. Cuando Quique ya no aguantaba más, sacó el dedo del culo y lo chupó mirándolo a los ojos. Quique, explotó María metió otra vez la polla en la boca y se tragó la leche espesa y calentita.

-Ahora verás como folla un hombre de verdad y no un masoquista ni un cura de mierda -le dijo Quique después de correrse.

Quique, la sacó de la cama. La puso cara a la pared, le agarró las tetas y se la clavó en el coño. Lo tenía tan mojado que la polla le daba un gustazo inmenso entrando y saliendo... Al rato ya bailaba por bulerias.

-¡Me voy a correr otra vez!

-¡Corre, coño, corre!

Se corrió a lo grande, soltando una riada de jugos. Quique estaba cómo loco. Le dio la vuelta, la cogió en alto en peso, se la clavó (ahora María tenía la espalda contra la pared) y le dio más caña brava.

María, era de orgasmo fácil y no tardó en correrse de nuevo... Aún corriéndose, le comió el coño, un coño que no paraba de echar jugos... Después, le dio la vuelta, le puso la polla en la entrada del ojete, empujó y le metió la cabeza.

-¡Ay que me corro otra vez! -dijo María con la voz entrecortada.

Quique la folló y le acarició el clítoris... En nada, de su coño empezaron a salir los jugos de otra corrida, Quique, viendo a su tía temblar y con los ojos en blanco, le llenó el culo de leche.

Al acabar de correrse, María, volvió a la cama.

-¿Quieres que te eche una Santa Catalina, tía? -le preguntó Quique.

-Échame lo que quieras menos otro polvo. No quiero morir tan joven -le dijo María espatarrada sobre la cama.

12.-BLA, BLA, BLA

Viernes 30 de septiembre de 1966. 12 de noche.

Dina había llegado a casa de su prima Marta para las fiestas de la aldea. Quique se las tenía juradas.

Dina era una chica morena de un metro sesenta y ocho de estatura, delgada, de ojos marrones, piernas moldeadas, cabello negro, corto y muy tímida, tan tímida que al pasa por el lado de Quique agachaba la cabeza.

Eran las doce de la noche. El vocalista de la orquesta coruñesa Los Satélites cantaba la canción: El rey. Dina, arrimada con la espalda a la pared de una de las casas que rodeaban el campo de la fiesta, llevaba diciendo "no" a todos los chicos que la llamaban a bailar desde las once de la noche. Quique, probó fortuna.

-¿Bailas?

-No sé bailar -le contestó.

-Te enseño.

-Te voy a pisar los pies.

-No me importa.

Comenzó a llover. Quique se quitó la chaqueta y se la puso sobre la cabeza.

-Gracias.

-De nada. ¿Bailamos?

Dina, le sonrió.

-Estás muy loco. Ya nadie baila.

-Mejor así tenemos más sitio.

Empezó a oírse la canción: Un sorbito de champán. Quique y Dina eran los únicos bailando bajo la lluvia... Fue cómo si las chicas de la aldea sufrieran un ataque de celos... Comenzaron a bailar todas con las chaquetas de sus novios sobre la cabeza. Dina puso su cabeza sobre el hombre de Quique.

-Me dijo Marta que eres un chico malo y muy cochino -le dijo al oído.

-Contigo no lo voy a ser.

Dina, se extrañó. 

-¡¿Por qué?!

-Por que pareces una chica muy dulce.

-No me conoces. Soy cincuenta veces más guarra que tú, y mala... No te puedes ni imaginar lo mala que puedo llegar a ser... Soy un peligro.

-Bla, bla, bla. ¡Anda ya! Si bajas la cabeza cuando te miran.

-Armas de mujer, una mujer que esta noche tiene ganas de verga.

-No esperaba que fueras tan... Si me estás buscando me acabas de encontrar. Sé de una casa que está deshabitada. ¿Quieres pasar de las palabras a las obras?

-Quiero, lo que no sé es si podrás aguantar mi perversidad follando.

Quique no se creía una palabra.

-Bla,bla, bla.

-Ríete mientras puedas.

Quique, se hartó de tanta palabrería.

-Hasta aquí hemos llegado. Cuando acabe la canción vete para casa que te alcanzo.

Diez minutos más tarde estaban en la habitación de una casa que hicieran en medio del monte. Sus dueños estaban en Alemania.

Dina llevaba puesto un vestido marrón que le daba por encima de las rodillas, calzaba unos zapatos del mismo color y unas medías color marrón claro... Junto a la cama le quitó el cinto a Quique y acto seguido le dio con él en las nalgas.

-¡Trassssss!

-Oh, oh, estás comenzando un juego que no vas a saber jugar -le dijo Quique.

-¿Te pensabas que solo podías dar tú, abusador?

-¡Trasssss, trasssss, trassss, trassss!

-¿Quieres jugar a los papás y a las mamás, muñeca?

-¡No estoy jugando. Yo soy tu nena y tú mi papá!

-¡Trassssss, trasssss!

-Perversa la jodida.

-Desnúdate.

Quique, le siguió el juego. Se puso en pelotas. Dina se sentó en el borde de la cama.

-Quítame una media y un zapato y lámeme un pie, cerdo.

Le quitó el zapato izquierdo y la media.

-Tienes el pie manchado de barro,

-¡Trassssss!

-¡Lame dedo por dedo, asqueroso!

Quique, le lavó con la lengua el pie, la planta, los dedos, los tobillos... Después le quitó el otro zapato y la otra media y le trabajó el otro pie. Su polla acabó tiesa cómo un palo.

-Dale esa verga a mamar a tu nena, papá.

Quique se levantó y le dio la polla a mamar.

Dina, mamaba bien, tanto las pelotas cómo la polla. Parecía que fueran muchas las pollas que pasaran por su boca. Cuando le salió del coño, dejó de mamar.

Esta vez Quique no espero a que le diese órdenes. Levantó su vestido y fue besando el interior de sus muslos. Al llegar junto a las bragas vio que la humedad las traspasara. Agarró la goma. Dina levantó un poco el culo, Quique se las sacó. Vio su coño peludo y mojado. Quiso lamer y le calló otro golpe con el cinto.

¡Trasssss!

-Échate boca arriba sobre la cama, mala bestia.

Quique hizo lo que le dijo.

-¿Y ahora, que? -le preguntó.

-Ahora voy a atarte las manos. ¿O tienes miedo de lo que te haga, papá?

-Bla, bla, bla.

Dina, dejó el cinto sobre la cama cogió una media y le ató las manos con ella, después cogió la otra y le ató los pies por encima de las rodillas. Se quitó el vestido y el sujetador. Quique vio sus tetas, aperadas, con grandes areolas rosadas y gordos pezones y su polla cogió un tic nervioso.

-Lame y chupa solo el pezón -dijo cogiendo su teta derecha y poniendo el pezón en los labios.

Quique lamió el pezón y después mamó la teta. Dina cogió el cinto y le dio en una pierna.

-¡Trassss!

A Quique le dolió.

-¡Cabrona!

Dina le enseñó la hebilla del cinto, que era una herradura dorada.

-Si no haces solo lo que te digo. Si haces algo que no te digo, si haces algo mal, o si me rechistas, te dejo la hebilla marcada en el pecho. ¡¿Entendido, desvirga gallinas?!

-¿Entendido?

Quique se empezó a preocupar. Era más peligrosa de lo que había pensado. Había que llevarle la corriente.

-Entendido.

-Lame solo el pezón -dijo cogiendo la otra teta y poniendo el pezón en sus labios.

Lamió el pezón hasta que le mandó mamar. Dina, se tomaba su tiempo. Tuvo a Quique lamiendo y mamando más de diez minutos.

Después le puso el coño empapado en la boca.

-Mete tu lengua dentro. ¿Quieres que me corra en tu boca o fuera, pervertido?

Quique, ya menos acojonado, no se quería perder la crema de aquel pastelito.

-En mi boca.

-Siempre quieres que me corra en tu boca, siempre, pero hoy te vas a llevar una sorpresa, borracho.

Dina le quitó el coño de la boca y metió la polla dentro de él... Comenzó a mover su culo de atrás hacia adelante, de adelante hacia atrás, hacia los lados y alrededor.

-¡Me corro, Dina! -dijo, minutos más tarde.

Dina, le echó las manos al cuello y apretó hasta que Quique no pudo ni gemir ni respirar.

-¡Muere, cabrón!

Cuando Quique acabó de correrse, ya casi sin aire en los pulmones, dejó de asfixiarlo. Quique buscó el aire desesperadamente. Aquel juego fuera extremadamente peligroso, pero... ¡Que corrida había soltado!

Sin darle tregua, Dina, sacó la polla de su coño y se lo puso otra vez en la boca. Volvió a coger el cinto.

-¡Mete tu lengua dentro de mi coño y traga tu leche, cerdo! -lo amenazó levantando la mano con el cinto en ella.

Dina volvió a mover el culo hacia delante, hacia atrás, hacia los lados y alrededor. Aún no acabara Quique de tragar su propia leche cuando sintió cómo Dina le empezaba a llenar la boca de jugos calentitos.

-¡Me coroooooooo! -le dijo.

La polla de Quique se puso otra vez dura cómo el pedernal. En verdad que Dina era guarra y mala, pero a él le encantó lo que le hizo... Oír sus gemidos, ver cómo se sacudía con el placer... Era una chavala especial.

-Desátame -le dijo a Dina después de que se corriera.

-Ni lo sueñes, papá. Te vas a quedar ahí hasta que vuelvan los dueños de la casa de Alemania.

-¡¿Bromeas?! Hasta las Navidades no vienen.

Dina cogió las bragas del piso de la habitación y se las metió en la boca.

-Así no te oirá nadie.

-¡¡Ummmmmm!!

-Ya te dije que era un peligro. Vas a hacer un hermoso esqueleto, papá.

Diez o quince minutos más tarde, entraban Marta y Dina a la habitación.

-Ahí lo tienes -le dijo Dina a Marta, y después la besó.

-¿Follamos delante de él, prima, o lo soltamos y lo dejamos participar? -le preguntó Marta.

-¿No te vas a tomar la revancha por lo que te hice? -le preguntó Dina a Quique.

Quique, negó con la cabeza. Dina, lo soltó. ¡No sabía las que le esperaban!

 

Quique.

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Historia de un incesto

El encanto de los juegos de rol

Un encuentro en la isla de la toja

La viuda

El primer orgasmo de la tía verónica

Mi cuñada teresa y mi hermana lola

Incestos a pares

Del polvo en el cementerio a los polvos en mi cama

Desvirgando a mi sobrina nina

La morena

Dos historias paralelas

Violeta

Bajo los cerezos

Ocurrió en Venecia

Dulce

Fantasía

Ella y él

Princesa

Chiquita

Diana

La peregrina

Fin de semana en Caracas

Las 24 fantasías eróticas de rosa

Samanta, Hugo y sor piedad

Bella

La tía, el sobrino, la criada y el jardinero

De incesto en incesto

La cabaña

Angelita

Gordi 2

Gordi

Tigresa blanca

De chapero de aldea a gigoló de capital

La noche de las confesiones incestuosas

Yenny , la historia de un incesto

Atilana

El sueño

La cama de helechos y hojas de roble

Chus y cholo

Gigoló y pintor

Roxana

Lorena y gerardo, más que hermana y hermano

Estrella

Úrsula

Desvirgando a la hermana del cura

Chiquita

Marisa

Eva maría y enrique

Leonor

Mamba negra

La orgía

El cura vicioso

Adelita

Mimitos

Claudia. andrea. vicenta y mónica g t.

Tita

Virgen y cuarentona

Bibi

Las testigos de jehová

María

Incestos en la noche

Polvazos incestuosos

Don rubén ríos

Alma - belén el bomboncito y la yogurina

Lobas (el ermitaño 2)

El ermitaño

Juliana

Hace más de cuarenta años... 2

Hace más de cuarenta años...

Casilda

Muñequita 3

Muñequita 2

Muñequita

Aura

Mónica galán

Pajas con una lectora

El sonambulo

Trío interracial

Virginia

Emails reales (con la autorización de rita)

Gigoló por un día

Las 10 primeras veces de sara

Abigaíl

Ana

Bea, nina y su tío

Fresita, la lagarta, la bicha, y yo

Cosas de casa

Luisiña

Lidia, rebeca y una sorpresa

Rebeca y lidia - la gorda y la flaca

Venancia

Estefanía pervierte a su tía

Estefanía

La confesión

Leila

De virgen a putón verbenero

Loba ardiente ii

Loba ardiente

Celia

Eran las nueve de la noche

Tasy y zorra plateada ( anastasya y odette)

Berta, cenicienta de aldea

De sueños y brujas

Esperanza y caridad

Albina

Abi

Juana, la princesita de papá

De las pajas de gloria y otros vicios

Sor... presa

Conchita

El primer orgasmo de rocío

Andrés, roncaba

Aida

Agripina

Gloria

¿quién?

Camila -2-

Camila

El sueño de una tarde de verano -9- teatro -telón

El sueño de una tarde de verano - 8 - teatro

Elizabeth

Isidoro, marta, carol y aurora

El sueño de una tarde de verano - 7 - teatro

Jacinta, la mujer del capador

Las hermanastras - 3 -

El sueño de una tarde de verano - 6 - teatro

Las hermanastras - 2 -

Las hermanastras

Sebas y soraya

Don josé y las sumisas

El sueño de una tarde de verano - 5 - teatro

Jennifer

Casilda

El sueño de una tarde de verano - 4 - teatro

Mejillones para seis

Polvo para estrenar el año

Mejillones par seis

El folla abuelas

¿alguna vez has follado así ?

Marta y rosalía

Una novia para tres hermanos... y una hermana

Las trillizas se desmadran

Las trillizas

Alguien voló sobre el nido de arsenio

Andrés las náyades y la arpía

Chelsea

Asunción

Tres días de diciembre

El primer orgasmo lésbico de julieta

La virginidad de la sobrina de mi mujer

Mi tía virginia -6-

Abril -3-

Mi tía virginia -5-

Mi tía virginia -4-

Abril -2.

Mi tía virginia -3-

Mi tía virginia -2-

Mi tía virginia

Salomé

Salomé -2-

Abril

Josefa

El duque, la duquesa, el mayordomo y eva

Mejillones para cuatro -3-

Mejillones para cuatro -2-

Mejillones para cuatro

Carta de toñito a su padre

Susanita

Inés - 2 -

Inés

Las cuñadas

El vampiro vikingo - 3 -

La beata

Las hermanas

Obra de teatro - el sueño de una tarde de verano

El sueño de una tarde de verano - 3 - teatro

La pimera vez de rosaura

El sueño de una tarde de verano - 2- teatro

La noche de halloween

Kristel

La jaca

Tasy

De orgasmo en orgasmo

Muñeca

La puta de lujo

La rusita

Un viaje alucinante -2-

Un viaje alucinante

La vecina - 3 .

Olaf

Tres noches con luz

Rebeca

Cuatro días de primavera

El vampiro vikingo

Las primas - 2 -

Las primas

La juez del placer (n.o)

La revancha de estrella (nalgadas orgásmicas 2

El tenorio don quijote de la mancha 1

Historia de una muerte anunciada

4 días de invierno

Disfrutando del regalo

Ayla

Carmuchiña

Nalgadas orgásmicas

4 noches de veranio

Perdición

Nora

Obsesión

Spanish slipper - capítulo final

Spanish slipper - 4 -

Spanish slipper -3-

Spanish slipper -2- (zapatilla española -2-)

Spanish slipper

Las hijas de papá -2-

Confesiones entre una hermana y un hermano

Las hijas de papá

La noche de san juan

El hijo y la hija del conde

El maclaren

Lili -2-

La pulga

Lolita -2-

Julián. marta y sus hijos -2-

La putona de mi tia y la calentorra de mi prima

Julián. marta y sus hijos

El enano

Amalia

El eyaculador precoz

Sonia la sumisa -2-

LUISITA (Micro relato)

Sonia la sumisa

Sexo en acapulco

ZORRA PLATEADAo

El ladrón

Odette

Elvirita

Elvirita

Carolina -2.

Sonia -2-

Sonia

Carmiña

Lucrecia

La adivina -3-

Lolita

La vecina (2)

Lili

La vecina

La adivina -2-

Cristina -4- la verdad sobre cristina

Carolina

La adivina

Cristina -2-

Cristina -3-

Cristina -1-

Sandra

La sobrina de mi mujer

A mi amigo lo sedujo su hija