Le metió dos dedos dentro del coño y le lamió el clítoris. Inés comenzó a gemir.
-¿Te gusta, zorra?
-Me encanta, coñito de miel.
Begoña aceleró los movimientos de sus dedos y de su lengua, Inés, exlamó:
-¡¡Me corro, coñito de miel!!
Begoña dejó su lengua sobre el clítoris de Inés. La lengua no se iba a separar del clítoris en el viaje de abajo arriba y de arriba abajo que le dio la pelvis. El coño de Inés soltaba flujo y Begoña lo iba recogiendo en una mano. Al acabar Inés de correrse, Begoña se sentó en el borde de la cama, miró para el flujo de su mano, lo lamió como una perra, y después dijo:
-He sido mala, muy mala.
Ines, apostilló:
-Y guarra, muy guarra.
-¡Ya me vuelves a faltar al respeto, putón verbenero!
Begoña volvió a coger la zapatilla y a amenzar a su sobrina con ella. Inés, se apresuró a decir:
-Pensé que se acabara el juego, coñito de miel.
La desataron de pies y manos. Begoña, le ordenó:
-¡Cómele la boca y las tetas a tu prima Isa, escoria!
Inés se echó al lado de su prima y la besó.
Ahora hablaba con su marido.
-¡Cómele la boca y las tetas a tu hija, cabronazo!
Arturo se echó al lado de Carla y la besó con lujuria.
Después de un morreo largo y intenso. Inés y Arturo le comenzaron a comer las tetas a Isa y a Carla. A Begoña no le gustó lo que veía y tomó el mando.
-¡Par de inútiles. Así no se comen unas tetas! Coger las tetas con las dos manos... Estrujar... Acariciar... Lengua sobre el pezón izquierdo. Presionar con ella haciendo círculos... Chupar... Lamer... Chupar... Pezón derecho. Lo mismo que en el izquierdo... Punta de la lengua sobre la areola izquierda. Lamer haciendo círculos... Chupar... Lamer... Chupar... Areola derecha, lo mismo. Chupar... Lamer... Chupar... Bajar lamiendo y chupando hasta el ombligo... Las manos jugando con los pezones y el resto de las tetas... Acariciar el ombligo con la punta de la lengua... Beso al ombligo y cabeza entre las piernas. Besar y lamer el interior de los muslos desde las rodillas hasta el exterior del coño... ¡Lentamente, gusanos!... Besos en la pelvis... Pasar la punta de la lengua por la raja de arriba abajo... De abajo arriba... De arriba abajo... Levantar los culos con las manos... Lamidas de ojete... Punta de la lengua dentro y fuera del ojete... ¡Así no, puta, así! (Begoña le folló el culo con la lengua a Inés) Lamer los labios inferiores... Lengua dentro y fuera del coño... ¡Con más ritmo! Así... dentro fuera, dentro fuera dentro... Lamida de clítoris hacia arriba y hacia abajo... hacia los lados... En círculos...
Isa ya echaba por fuera.
-Me voy a correr, mamá!
-¡Coñito de miel, apestosa!
Carla también se venía.
-Yo también me voy a correr, coñito de miel.
-¡Dejar de comérselas, viciosos!
Isa y Carla se quedaron con la miel en los labios.
-¡Poneos las tres a cuatro patas, perras!
Inés, Isa y Carla se pusieron a cuatro patas.
-¡Clávalas, puto!
Arturo agarró a Isa por la cintura y se la fue metiendo muy despacito. Iba por la mitad cuando Isa comenzó a mover el culo freneticamente, mientras decía:
-¡Qué rico qué rico qué rico qué rico qué rico. ¡¡¡Qué riiiiiiiiiiiiiico!!!
Isa se corrió gimiendo, sacudiéndose y aferrándose a las sábanas de la cama.
Arturo sacó la verga empapada de flujo y se la clavó hasta el fondo a Carla. Begoña le lamió el culo a Inés y después se lo folló con la lengua. La estaba preparando para que Arturo la enculase. A Inés, que se dio cuenta, la idea le gustaba. Carla comenzó a gemir. Echó el culo hacia atrás. Con la verga metida hasta el fondo de su coño, y con su padre apretándole las tetas, movió el culo alrededor, y exclamó:
-¡¡¡Me voy!!!
Al ratito, con Isa y Carla espatarradas en la cama, Begoña volvió a tomar el mando. Le dijo a su marido:
-Haz círculos con el capullo sobre el ojete de la cerda... Sigue.. Métesela en el coño...
Se la clavó y Inés, exclamó:
-¡Qué gustazo!
Poco le iba a durar.
-Quíta la verga del coño y mete la mitad del capullo en su ojete.... Sácalo... Vuelve a meter la mitad del capullo... Sácalo... Mete...
Inés, caliente como una perraca, movió el culo hacia atrás y se metió todo el capullo.
-Nalguéala y deja que la meta ella. Ahora vuelvo, asquerosos.
Arturo la nalgueó mientras Ines la metía hasta el fondo... Volvió Begoña con aceite de dar masajes. Begoña derramó un poco de aceite sobre la espalda de su sobrina.
-¡Masajea su espalda, sus tetas y unta tu verga, desvergonzado
Unos minutos más tarde, con Arturo masajeando su espalda y sus tetas y con la verga entrando y saliendo de su culo. Inés, dijo:
-Voy a tener el orgamo más, más, más... ¡¡¡Me mueeeeeeeeero!!!
Inés tuvo su primer orgasmo anal. Fue un orgasmo espectacular. Mientras se deshacía en gemidos y su coño echaba jugo a borbotones, sus sacudidas eran como las de alguien a quien están electrocutando.
Al acabar de correrse, le dijo Begoña a sus hijas y a su marido.
-Este juego se acabó. Ir a bañaros. Quiero estar a solas con Inés.
Al irse el marido y las hijas, Begoña le dijo a Inés:
-Tengo que ser castigada por lo que he hecho. Fuy mala.
Inés se quitó la venda y se sentó al lado de su tía.
-Mujer, castigada, tanto como castigada... Lo hemos disfrutado los cinco.
-Quiero que me azotes, cariño.
Begoña se echó en el regazo de su sobrina. Era otro juego. Y esta vez era ella la ama. Lo iba a disfrutar.
-¡Así que fuiste mala, bruja de los cojones!
La nalgueó con rabia.
-¡¡¡Plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas, plas!!!
-Dame más, ama.
-No soy tu ama, soy una puta rencorosa.
Inés le vovió a dar con fuerza.
-¡¡¡Plas, plas, plas, plas, plas, plas!!!
-¿Lo disfrutas, sádica?
-Sí, puta rencorosa.
Begoña cogió una de sus zapatillas en el piso, una zapatilla azul con suelo de goma del mismo color y se la dio a Inés.
-¿Cómo quieres que te de, loca?
-Con fuerza, puta rencorosa, con fuerza.
-Prepárate que te voy dejar el culo a arder, cabrona.
Inés vio cono su tía metía dos dedos en el coño.
-¡¡Zas, zas, zas, zas, zas!!
Begoña, moviendo el culo y masturbándose, le dijo:
-¡Con más fuerza, puta rencorosa, con más fuerza!
Inés ya se estaba acalorando.
-¡¿Quieres qué te de, cabrona, quieres que te de?! ¡¡Toma!!
-¡¡¡Zas, zas, zas, zas, zas, zas, zas, zas!!!
Al octavo zapatillazo, el flujo calentito de Begoña bajaba por las piernas de Inés. Begoña se corrió como nunca antes se había corrido.
Al acabar de gozar, Begoña le dio un beso sin lengua a su sobrina, y recogiendo su camisón y sus bragas, le dijo:
-Hasta mañana, bonita.
-Hasta mañana, tía.
Inés, a las 6 de la mañana, hambrienta, se levantó y se puso un camisón. Estaba haciendo un sandwich cuando oyó unos golpes en la ventana de la cocina. Miró y vio que era una vieja. Abrió la puerta de la cocina, que daba a la playa. En la puerta estaba una anciana de unos 90 años, jorobada y de piel muy arrugada, con una pequeña tacita en la mano, y que usaba el mismo Chanel que su tía. A su edad aquel perfume no le iba, pero cada cual es cada cual. La anciana le preguntó:
-¿Me puedes dar unas cucharaditas de azúcar?
-Pase pase. Madruga usted mucho.
-No es que madrugue. Aún no me he acostado. Siempre disfruto de la noche de San Juan.
Inés le dio el azúcar, y la anciana, yendose, le dijo:
-Cuida ese lunar que tienes en el pecho izquierdo. No lo expongas mucho al sol.
Salió la anciana por la puerta y entró su tía, su tío y sus primas. La tía, le preguntó:
-¿Porqué dejaste entrar en casa a esa mujer?
-Quería un poco de azúcar. ¿De dónde venís?
-De las fogatas de la playa. ¿Te arrepientes de no haber querido venir con nosotras?
-¡¿Habeís estado toda la noche fuera?!
-Claro, desde las once. ¿Estás bien, Inés?
-¿Quién es esa mujer que vino por azucar?
-Dicen que ella y sus tres hermanas son brujas. Puede que no lo sean, pero ver que estuvo en mi casa en la noche de las brujas me dio yuyu.
Inés no pudo evitar que un frío glacial le subiera por la espalda.
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