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La Crisis 6

en Lésbicos

Como todos los días, luego de la ronda, me fui a lo de Ana, la saludé de beso y como al descuido le dije.

 - ¿Y supongo que estas preparada para la pintada de mañana, no te habrás olvidado, o te vas a echar para atrás?  

- Ni me olvidé ni me voy a echar atrás, no pienso perder la oportunidad de aprender a pintar paredes - me contestó con ironía; eso me extraño para bien, poder matizar las intenciones de sus palabras de esa manera, era un detalle que demostraba que quizá estuviera mucho mejor de lo que creíamos.

 Seguía digitalizando archivos, lo había usado como escusa y ahora tenía que demostrarle que no era esa mi intención; a veces la expiaba a través del espejo, y podía darme cuenta que como a escondidas, me observaba con una expresión curiosa; estuve un rato más, la saludé al irme haciéndole notar que al otro día iba a llegar más temprano, así teníamos tiempo de pintar el cuadro.

Realmente, no tendría que entrar a trabajar a la mañana, ya que mi guardia empezaba a las 8 de la noche, pero justamente elegí ese día, para tener todo el tiempo para dedicárselo a Ana.

Antes de irme, terminé de dejar todos los utensilios a mano, y conversar con Marina y Fer tratando de adivinar cómo reaccionaría ante esta experiencia. Aun sabiendo que de lo que pensábamos, la mayoría de las cosas era improbable que pasaran, y solo la realidad podía mostrarnos si lo que iba hacer daba resultado.

Al día siguiente, como no tenía que hacer la rutina, llegué temprano, Ana ya estaba arreglada como esperándome, le di mis correspondientes besitos.

- Y ¿ya estas preparada?

 - Si tú lo estas por mí no hay problema - (ahora me jugaría una carta fuerte, si salía mal, trataría de arreglarlo de alguna manera, pero si salía bien era un avance bastante significativo) Ana nunca quería salir de adentro del edificio, y lo que yo pretendía era sacarla a pintar adonde estaba la fuente.

- Mira, el día está especial, que te parece si vamos hasta la fuente a pintarla.

Se quedó mirándome medio envarada.

 - ¿Porque quieres que vaya afuera? - preguntó bastante nerviosa.

 -Es que me parece que un día tan lindo como el de hoy,vale la pena aprovecharlo, de allí afuera se debe apreciar mejor, pero si no quieres…, vale…, o si quieres tu pinta aquí, y yo pinto desde la fuente, total es la misma cosa que vamos a pintar.

- Pero la perspectiva es diferente - me dijo.

 -Creo que es mejor desde allí - le contesté; empezó a apretar los puños con un gesto de angustia que me asustó, a ver si por apurada perdía todo.

 -Ana, no te preocupes si no quieres salir no salimos y ya.

 -Es que tengo miedo - me dijo casi llorando.

La abracé con pena, lo que menos que quería era angustiarla, pero la angustié, y ahora a como pudiese, me tocaba remediarlo.

 -Anita, no importa, nos quedamos aquí, pero afuera no te iba a pasar nada malo, yo no iba a dejar que te pasara nada malo, solamente quería que respiraras el aire puro, que vieras que hermoso es el prado en un día así sin una ventana por medio, pero si no quieres, no hay problema, pintamos desde aquí y listo.

- ¿Pero tu querías salir?

 -Sí, y quería que tu salieras, que disfrutaras la mañana, pero otra vez será.

- ¿De verdad que si salimos, no vas a dejar que me pase nada, tú me cuidas?

 -Claro que te voy a cuidar, te prometo que no te va a pasar nada.

- ¿y si me quiero venir me vas a dejar?

 - Si Ana, si no estás a gusto y te quieres venir, yo te acompaño y volvemos juntas.

 Al fin, medio convencida se animó a salir, ella iba bastante asustada, y a mí el corazón me latía como un bombo, ahora estaba exultante de alegría, pero había estado tan cerca de haber tirado todos estos meses a la basura, que todavía destilaba adrenalina, y me costaba respirar de la agitación.

Tenía los caballetes y los lienzos ya preparados, entre las dos y un enfermero llevamos todos los implementos hasta la fuente, pusimos todo sobre un banco de mármol, y armamos todo como para empezar la tarea.

 Una brisa leve pero fresca, corría suave, la cara de Ana, era un poema. Se le habían puesto los cachetes colorados, yo pensaba que eran color salud, color vida, respiraba esa brisa con apetito, como si quisiera llenarse de ella, y después de tantos años encerrada en esa habitación, eso es lo que estaba haciendo, llenándose de vida.

Después de acomodar todo, llegó la hora de la pintura, yo miraba todo lo que ella hacía y trataba de repetirlo, no es que pensara que se lo sabía todo, pero haciendo igual que ella, por malo que eso fuera por lo menos empataría.

Empezó con el árbol de atrás de la fuente y con ese árbol empecé yo, el tronco no fue gran problema, marrón más, marrón menos, tronco era, los troncos no tienen los colores iguales, cuando llegó a lo verde, la tonalidad de los matices, variaban bastante según como le pegaba la luz.

 La niña tenía una destreza para encontrar los tonos que yo ni por asomo; y ahí empezó la pelotera; un poco porque no quería hacérsela fácil, y más para inducirla a conversar aunque fuera discutiendo; pues va que metí mi pincel en el verde de su paleta.

- ¿Qué haces, como se te ocurre usar mis colores? - me dijo enfadada.

-Que tus colores si yo los traje, y el verde que tengo yo no tiene ese tono.

- Es el mismo que tengo yo.

- Joder, que no es el mismo, mira ¿es Igual? - le dije mostrándole el verde de mi paleta.

-Pero ese es el verde que trae el pomo.

- Y es lo que te digo, no es igual que el tuyo.

-Pero si no lo mezclaste, es lo que viene en el pomo.

-Bueno, ¿pero si hay que mezclarlo para que lo voy hacer si ya lo mezclaste tú? para que voy a tomarme el trabajo yo también, no será que eres tacaña, ¡si hay más pomos mujer!, puedes mezclar los que quieras.

Se me quedó mirando como si fuera una extraterrestre.

 -Pero dime, solo a ti se te puede ocurrir pintar algo con los colores de otro, ¿Cómo fue que pintaste la mujer desnuda saliendo del huevo, a quien le pedías la pintura?

- Para que sepas la llevaba yo, aparte que una mujer desnuda puede ser blanca morena amarrilla negra o como quieras, y yo pintaba una mujer cualquiera, no una mujer determinada así que tanto daba, y para que te informes los tubos de pintura en aerosol vienen de los tonos que a ti se te ocurra.

 Se quedó con la boca abierta.

 -Pero me estás diciendo que querías pintar una mujer desnuda, agarrando el mundo, con tubos de aerosol.

-Pues claro, o te crees que iba a pintar una pared con estos pincelitos de mierda.

- ¿Y eso te dejo un trauma?

-Bueno…, tampoco tanto, pero me quitó la gana de volver a pintar.

Por primera vez le vi una leve sonrisa.

 -Ya veo mejor usa mis colores antes que apestes con aerosoles toda la fuente.

De ahí en más seguimos hablando de tonterías, no quería ahondar en nada que pudiera relacionarse con su pasado.

 Ella me dejaba usarle la paleta y yo trataba de copiar lo que hacía con bastante poca fortuna, de vez en cuando la pillaba espiando mi cuadro y trataba de disimular su sonrisa, y a mi vez, también trataba de disimular la mía, de la alegría que me daba, verla con ese humor.

 Así estuvimos hasta la hora de comer, yo había llevado una hielera con unas gaseosas y unos emparedados, vino Teresa a avisarnos que si queríamos pasar a comer, le dije que lo que había traído alcanzaba para las dos, pero si Ana quería podía ir a comer adentro, total yo quería disfrutar tan lindo día, y de paso cuidaba que no le pasaran nada a los cuadros.

-Bueno yo también me quedo, así puedo terminar de pintar.

  -Después les traigo el postre, que bien merecido se lo tienen.

Nos sentamos en el banco de piedra, teníamos las cosas ahí, y estaba poniendo en unos platitos descartables lo que había traído para comer, cuando la escucho decirme.

-Sabes que tenías razón; es una lástima con un día como este estar encerrada en un cuarto.

-Pero Ana, si tu quisieras podrías salir muchas más veces, hasta podrías salir a pintar tu sola.

-Es que tengo miedo, estando contigo no, pero si no, se me vienen cosas a la cabeza y no puedo evitarlo - Lo dijo con una expresión de pena, mientras le corría una lagrima por la mejilla que tuvo la facultad de apenarme como pocas veces me había apenado en mi vida.

Le pase la mano por la cara secándole la lagrima.

 -Anita, ya vas a ver que esto se te va a pasar, vamos a salir más veces y veras que se te pasa el miedo.

-Es que esas cosas están ahí, esperando para venir, en mi cuarto no pueden entrar, pero afuera, ¿yo que se?

-Bueno, estas afuera y no vinieron y vas a ver que si tu no quieres no van a venir.

-Eso porque estás tú, si no estuvieras seguro que ya estarían sobre mí.

-Mira, vamos a hacer una cosa; comemos y después pintamos hasta terminar, y veras que pinto mejor que tu - me miró con una media sonrisa, no sabía si le estaba hablando en serio o de coña.

-Podemos estar nada más hasta las ocho, que entro en la guardia, pero los demás días, después de mi turno salimos a pasear un rato y vas a ver como se te pasa ese miedo y no dejamos entrar nada en tu cabeza

-¡Sara!, ¿porque haces eso por mí?

- ¿Porque hago esto…? ¡porque hago esto! lo hago porque trabajo de psicóloga y estoy aquí para ayudarte

-Ahora no estás trabajando, y viniste temprano a sacarme a pintar cuando podías quedarte a dormir hasta que se te diera la gana

-Pero, ¿te fijaste el día precioso que esta? no te parece que es un desperdicio pasarlo en cama, y aparte que ya había quedado en enseñarte a pintar, no te podía hacer un feo

Ahora si se echó a reír - Bueno entonces comamos y me sigues enseñando.

Comió con bastante apetito, y a mí, que también me gusta darle al diente, fue suficiente para dejar nada más que el plato descartable, en eso llego Teresa con el postre, cosa que devoramos en un tris tras, nos quedamos mirando, casi sin poder creer todo lo que habíamos comido.

-Uf, no me acuerdo haber comido con tantas ganas -

-Debe ser este aire tan sano que abre el apetito, porque yo comí como si fuera la última vez

-Entonces si me vas a sacar a pasear más veces me voy a poner como una cerda

Me reí - Vamos a ser dos cerdas, pero tú tienes el aparato de gimnasia, yo voy a ver si me compro uno.

-Usa el de mi habitación, si quieres cuando lo usas tú, yo te voy pasando esos archivos y así no pierden nada.

-Lo voy a pensar y ahora a la pintura que ya te estás perdiendo una clase - se rio divertida y hablando de cualquier cosa se nos fue pasando la hora.

Ella estaba esperando que yo terminara mi espanto, (porque otra cosa no era) y mientras retocaba algunas partes que por lo que yo espiaba, no necesitaban ningún retoque.

-Bueno ya terminé, a ver cuál está mejor - la verdad que el mío era un asco, pero era mío.

Me mostró el de ella, y bueno… sabía pintar, realmente tenía talento y se veía que tuvo buenos profesores.

 -Ahhh, lo pintaste como la escuela tradicional

-Sara, no hay ninguna escuela tradicional  

 -Bueno, llámale como quieras, pero no tiene nada de modernismo

- ¿Así, y el tuyo de que escuela es?

- ¿Pero no se nota mujer? De Picasso, está claro

-A ver… a ver… creo que puede tener algo de Dalí, pero de lo que más tiene es de tu escuela.

- ¿Qué escuela?

-La de pintar paredes -. nos echamos a reír, quise hacerme la ofendida pero el caso no daba para eso.

-Eres mala, ¿cómo quieres que me dedique a la pintura si no me entusiasmas?

-Y lo que se pierde - me contesto con ironía.

 Después de eso juntamos todas las cosas; ya llegaba la hora en que tenía que tomar mi guardia, llevamos todo al depósito, menos los cuadros por supuesto,  que los llevamos a la habitación de Ana y me dispuse a retirarme.

-Gracias, no sabes lo bien que me hiciste sentir hoy.

-Pues entonces tendremos que repetirlo, porque yo también la pasé genial.

Se sonrió y me dio un beso en la mejilla, y un hasta luego.

Salí completamente emocionada, feliz, creo que fue el día más maravilloso de mi vida, Marina todavía no se había ido, estaba al tanto de todo, digamos que, en el hospital, todos estaban al tanto de todo, apenas entre en su escritorio, me recibió con un abrazo.

 -Lo conseguiste Sara esta vez fue la vencida, Rafa te lo va a tener que reconocer, por lo menos el Princesa de Asturias - dijo riendo.

-No sabes la alegría que tengo, todo lo que habíamos pensado, fue superado por lo que pasó, creo que estar allí afuera le hizo volver a ver el mundo como realmente es, pero aún tiene miedo, quede en salir a pasear a las tardes un rato después de salir, y pienso que se le va pasar.

-Sara, no hace falta que te quedes después de tu horario, hoy fue una experiencia, pero Ana es paciente del hospital, por lo tanto, si la sacas a pasear también estás trabajando.

-Gracias, así tengo más tiempo con ella.

Me sumergí en el tedioso trabajo de los días de guardia, si no pasaba nada fuera de lo común todo era administrativo, recorrer y vigilar que todo estuviera en orden, y hacer uso de presencia para figurar.

A las dos de la mañana, estaba en la cafetería tomando mi cuarto pocillo de café, estaba todo tranquilo por lo que podía estar descansando a gusto, se me aproximó el psiquiatra que estaba tan aburrido como yo; el doctor Estevez era conocido de mi papa, por eso era natural que cuando nos encontrábamos si teníamos tiempo, nos pusiéramos a conversar.

-Que tal Sara, me han dicho que hiciste grandes avances con nuestra muñeca.

-Me hago la ilusión que sí, y ya dejo de ser una muñeca para ser toda una señorita.

-Te felicito y ojalá puedas hacer tu lo que siempre quisimos todos.Mira, sé que hoy estuviste todo el día con ella, porque no te vas a descansar, que hoy en todo el día no pudiste, cualquier cosa te llamo por el buscador.

-Uf… gracias, de verdad estoy rendida.

Me fui a la habitación de Ana, entre tratando de no despertarla, ya que ella también estaría rendida, más, por no estar acostumbrada al aire libre, me saqué el guardapolvo y me acerqué a la cama, no quería prender la luz para saber si quedaba un lugar para mí sin tener que correrla, tanteé la cama y tenía lugar suficiente cuando me acosté sentí que me abrazo fuerte y me atrajo hacia ella.

-Te estaba esperando, tenía miedo que no vinieras ni un ratito

-Tendría que haber mucho lio para no venir, aunque sea a saludarte, pensé que estarías dormida, ¿te pasa algo?

- Me pasa que estoy tan contenta, que me da pena dormirme y no darme cuenta de lo bien que me siento, ¿de verdad me vas a acompañar a pasear algunos días?

-De verdad Ana, no te mentiría, mira que yo también la paso muy bien contigo, anda duerme que va haber más días como este y los disfrutaremos juntas, quizá hasta aprendas a pintar.

-Eres una caradura, pero te quiero lo mismo.

Dicho eso, se acurrucó contra mí y se durmió antes que yo, me quedé pensando si no se estaba volviendo muy dependiente de mí, si pasaba eso, a medida que pasara el tiempo, era contraproducente, aunque su propio crecimiento intelectual iba a ayudarla a valerse por si sola. Me estaba dando cuenta que era más inteligente de lo que había supuesto, el sentido de la ironía que había demostrado en ocasiones, daba para pensar que era una muchacha perturbada pero no mediocre.

A eso de las seis sonó la alarma de mi reloj, había dormido profundamente y seguía teniendo sueño, pero nobleza obliga, por ahí el Dr. Estevez también quería dormir un rato y ya era bastante abusar.

Cuando me levanté se despertó, yo le daba la espalda y ella estaba con la carita apoyada en ella, y agarrada de la cintura.

- ¿Ya te tienes que ir?, con lo bien que estaba descansando, que pena que no te puedas quedar más.

-Yo también descansé muy bien, pero estoy trabajando corazón, y no puedo hacer lo que quiero.

 -Me gustaría que tuvieras guardia todos los días, así te acostabas un poco conmigo.

- ¿Qué quieres, tener un murciélago que solo anda de noche

-Si tu fueras uno, yo dejaría de tenerle miedo a los murciélagos.

-Anda duerme que antes de irme voy a pasar a saludarte.

Se paró en la cama, y me abrazó fuerte, -mira que te espero eh - me dijo mientras me besaba las mejillas.

Me fui contenta, quien iba a pensar hace una semana que iba a haber un avance tan significativo en Ana, y que yo era la causante, y la que tenía que seguir manejando el asunto.   

A las ocho, llegó toda la plantilla, los de la guardia nos quedábamos hasta las tres, la verdad no sé por qué, pero así era el cronograma y no iba a ser yo la que lo cambiara, después de dar toda la ronda, nos encontramos en nuestro punto de reunión, la cafetería, ese día la mesa se formó más grande, vino Marina, Fer, la doctora Montero y cuatro licenciadas, como yo, (que aunque nos decían doctoras de eso nada, todavía nos faltaban varias ponencias), que estaban interesadas en saber cómo iba el caso.

Ahí expuse abreviadamente el avance en la mejoría de Ana, no detallé mucho y la explicación fue desgranándose en argumentos psicológicos arto conocidos, sin mucha novedad, fue una explicación académica que enseguida fue perdiendo la originalidad que le atribuían, al fin se retiraron las licenciadas y quedamos nosotras cuatro.

-Bueno y ahora que estamos solas, ¿Qué es lo que te guardas? - salto Fer que era la más entusiasmada.

- ¿Y porque me tengo que guardar algo?

- ¡Porque te lo guardas!, tú sabrás, pero a mí no me la pegas.

Nos echamos a reír, y ahí fue cuando les empecé a contar todo, y como había pasado la experiencia, no era una cuenta cuentos, simplemente necesitaba consejos, les comenté como aparentemente se había encariñado conmigo y que tenía miedo de volverla dependiente de mi presencia.

De las cuatro la que menos experiencia tenía era yo, Fer me seguía y a pesar de tener más que yo, todavía tenía mucho para aprender, después estaba Marina, ya doctorada y con gran experiencia en manejar grupos numerosos, y luego la doctora Montero que parecía la Sibila, ella lo sabía todo, le había tomado tanta admiración, que, aunque era la última que había conocido era a la que más le apreciaba sus análisis.

Ahí, empecé a contarles tanto mis certezas y mis miedos, certezas porque estaba segura que iba por buen camino, y al mismo tiempo, el miedo que ese encariñamiento que tenía la chiquilla conmigo, le produjera una dependencia que terminara por anularla por segunda vez. Fue Marina, la que tomo la palabra.

 -Creo que más allá de todo lo bueno que has hecho hasta ahora, me parece que tenemos que analizar seriamente lo mejor para Ana, ella es paciente de este hospital; hasta ahora era algo inmóvil que teníamos mal clavado, pero inmóvil al fin, tú la echaste a andar y tu tendrás que guiarla, pero no está mal que la ayuda que te podamos dar te la demos.

- No te digo reunirnos hoy, porque debes estar cagada de sueño, y porque sería bueno tomarnos un tiempo para pensar las mejores soluciones que podamos darte, te tienes que acordar que este caso es tuyo, y tú las tomas o las dejas. Mañana tu no trabajas, si quieres, vente a la tarde y haremos una reunión de trabajo y cada cual explique su opinión como mejor lo entienda, no va a ser en la cafetería, sino en el salón de reuniones que no quiero que venga nadie a joder.

Así de delicada es Marina cuando habla de un asunto importante; todas estuvimos de acuerdo, y para mí era algo especial, porque sabía que las tres querían lo mejor para Ana y para mí.

A la hora de irme, pasé a saludar a Ana como le había prometido, me estaba esperando ansiosa, me quedé conversando un rato, y me despedí.

 Me fui a mi departamento con la alegría de lo que había pasado, y la ansiedad de lo que viniera.

 Me vino bien esa idea de Marina, era algo como juntar la experiencia de ellas con la empatía que estaba generando en la niña.

Llegué a mi piso cansada, y sin ganas de cocinar, comí algo y me acosté, prefería levantarme temprano hacer las compras y si tenía ganas, me preparaba las viandas, lo principal era pensar con tranquilidad y tratar de aprovechar los consejos de las que más que colegas, ya tenían el rango de amigas.

Espero sea capaz de cumplir con las espectativas de quien disfrute de este relato; Voluntad hay


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