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Estudiando Kinesiología 10

en Lésbicos

Estudiando Kinesiología 10

Después de nuestra excursión a la casona, Marce se ilusionó mucho, empezó a hacer planes de todo lo que podíamos realizar con semejante lugar. Yo no me hacía muchas ilusiones, los ciento sesenta mil, sabía que apenas daba para comprar un buen departamento pero ni se me ocurría que pudiera salir a ese precio. También le había explicado que solamente podríamos invertir 130 en la compra para dejar algo para los arreglos, ya que por lo menos, aunque los inquilinos se hicieran cargo de los mismos, tendríamos que instalar las cañerías para los sanitarios y entre otras cosas rejuvenecer el frente.

-Ay Silvia, no seas depresiva, si sale lo de la casa, de algún lugar sale el dinero, tú déjamelo a mí.

- No soy depresiva, lo que no quiero son deudas, que si te sale mal pierdes todo.

- No eres depresiva pero eres pesimista, me parece que para devolverte la alegría lo que necesitas es un buen polvo.

- Bueno, eso lo podías arreglarlo tú enseguida.

- ¡Epa! No saquemos los pies del plato si queremos que todo siga bien. No te creas que me faltan ganas, pero si lo hacemos después no vamos a poder parar, y tú no vas a poder seguir con lo que estás haciendo porque no lo soportaría, así que tendrás que arreglarte por ahí.

- ¿Y puedes soportar qué ahora me acueste con otra?

- Mira ¿sabes qué pasa? ahora somos dos mujeres que estamos tratando de hacernos un futuro juntas, tenemos esa ilusión y podemos hacer ciertas cosas con ese objetivo, pero todavía somos libres, tú todavía tienes tu vida y puedes disponer de ella sin rendirme cuentas, y eso no lo vas a poder hacer cuando por fin estemos juntas.

- Y entonces por eso ¿no te importa que ande con otras mujeres?

- Espera, creo que no me entendiste, me importa, me importa mucho, y si me entero que andas con otra mujer, ahí se termina todo. Otra cosa es que tengas sexo con alguna, sexo y nada más. Tampoco quiero que te juntes conmigo porque no aguantas más la calentura, y no quiero verte amargada porque te estés aguantando.

- ¿Y tú no te estas aguantando?

- Si, pero como te dije el otro día, yo soy la que puso los limites, y entonces si me jodo es porque soy como soy, tú no tienes por qué sufrirlo.

- No sé si te quiero porque eres rara, o eres rara porque te quiero. Te aviso, cuando vivamos juntas, no me vengas a preguntar si estoy contigo para follar, porque ya te digo que ¡Sí! Voy a estar contigo para follarte y ni en toda la vida me voy a quitar las ganas.

- Por eso no te preocupes, veremos quién de las dos tiene más ganas. Ahora vete que me estás metiendo ideas raras en la cabeza. - Le di un beso en los labios para hacerla desear, después de todo era ella la de la idea de tenerme a pan y agua.

Eso de tener relaciones con otra, conscientemente no se me ocurría, pero no podía negar que a veces mis buenos calentones me pegaba.

Parece que después del invierno perro que habíamos tenido, la primavera le hizo reverdecer el apetito sexual a muchas, o simplemente se estaban entrenando para el verano. La cosa es que tenía casi todos los días ocupados, sin desatender a mis clientes de siempre.

El domingo me llamó Marta para avisarme que comprara el diario que salía el aviso del remate de la casona. Había dormido con Marce, así que fui a comprarlo para leerlo entre las dos. Buscamos, buscamos hasta que encontramos un aviso chiquito que si no me hubiese avisado que estaba no lo hubiese encontrado.

-Ay, ¿pero mira qué aviso de mierda pusieron?  – exclamé

- Mejor, cuanta menos gente se entere menos querrán comprarla – el aviso ponía tantas condiciones, que quitaban las ganas de comprarlo, supongo que en la redacción Marta tuvo algo que ver.

Era para el próximo jueves, así que teníamos que prepararnos. A Marce la iba a llevar y la iba a dejar entre los oferentes, a ver si podía enterarse de alguien que estuviera muy interesado.

El miércoles me tocó atender a Susi, y fui a dormir a casa de Marce. El jueves a la mañana ya estábamos preparadas. Había hablado con Marta que me dio todos los datos necesarios, me recomendó que actuara como que no nos tratábamos, si nos tocaba conversar lo hiciera naturalmente, como alguien que no sabía nada más que lo que decía el aviso.

Llevaba un cheque certificado de 50 mil, para señar en caso que pudiéramos adjudicarnos la propiedad. Marce me pidió que la dejara pujar a ella porque yo estaba muy nerviosa, para mí era un alivio. Nunca había estado en un remate y arriesgar esas cantidades no era lo mío. Por el móvil le mandé un mensaje a Marta que la que iba pujar era mi novia. Para ella era mejor porque alguien podía saber que éramos conocidas, mientras que con Marce nada que ver.

Empezó el remate, había poca gente, se ve que el anuncio o no lo habían leído o las condiciones habían desanimado a bastantes.

Comenzaron con una cifra ridícula, tanto así que el rematador se cabreó y llamó a que ofrecieran una cifra seria o daba el remate por desierto. Después de eso, al poco quedaron dos oferentes, uno ofreció 90 mil y el otro le retruco con cinco mil más, así siguieron subiendo hasta que cuándo llegaron a 115 mil, un oponente se retiró. Marce no había movido ficha. Me extrañaba porque era la más interesada. El rematador ya estaba por bajar el martillo cuando ella ofertó 120. Nadie esperaba esa oferta a última hora y menos que nadie el oponente, la miró con fastidio y subió a 125. Nuevamente el martillero iba a dar el martillazo cuándo esta subió a 130. La cara del contrincante mostraba el enojo evidente. Mientras tanto Marce estaba con un emparedado y una lata de gaseosa como si estuviera de picnic, me daba escalofríos la tranquilidad con que actuaba. Pasó lo mismo con los 135, lo tuvo esperando hasta último momento para taparlo con un 140. El hombre estaba furioso y el martillero lo incitaba a ir por más, enumerándole las ventajas de llevárselo tiró un 145 con odio, y miró a Marce que estaba comiendo lo más tranquila, se mordía los labios, sabía que estaba esperando a lo último, el rematador parecía divertido mirando el espectáculo. La miraba sonriente como si supiera que inexorablemente iba a llegar la contraoferta, estaba con el martillo levantado – a la una; a las dos y – y miró la mano de Marce marcándole los 150. El otro se levantó furioso y casi gritando (que se la meta en el culo) retiró el cheque de garantía y se marchó de mala manera.

Yo por un lado estaba contenta porque la veía contenta a ella, admiraba la serenidad con que había actuado. Por otro lado, si bien sabía que pagamos poco por lo que era, habíamos gastado más de lo que preveía, y ponerlo en condiciones nos iba a llevar más tiempo del que yo hubiese deseado.

Marce se comportó como si todos los días fuera a un remate. Endosó el cheque para la seña que por otro lado sobraba, pero quedaba a cuenta del total. Marta por el móvil, me felicitó por la compra, y por la novia que tenía.

Fuimos para casa casi en silencio, ella contenta mirándome irónicamente, sabía que no había querído gastar tanto, pero también sabía que no le iba a reprochar nada.

Llegamos a su casa en momento que la madre estaba por salir.

- ¿Y cómo salió la cosa? – preguntó (se ve que estaba enterada de lo que hacíamos)

- Lo rematamos en 150 mil. ¿qué te parece?

- Si las condiciones son las que dijiste, es un regalo, las felicito – por primera vez me dio un beso en la mejilla, y lógicamente a la hija también. Luego de eso se marchó dejándonos solas.

Marce buscó unas cervezas, se sentó en el sillón y me pidió que me sentara a su lado.

-Ven, ahora dime ¿qué es lo que te pareció mal?

- No, no me pareció mal nada, sé que es un buen negocio, lo que pasa que gastamos casi todo el dinero y arreglar lo de adentro va a costar bastante, y nos va a llevar mucho tiempo juntarlo, y todo ese tiempo no vamos a poder estar juntas.

- Te dije que de eso me ocupaba yo.

- Amor, yo ya sé que vas a proyectar todo mejor que yo, y de eso no tengo que preocuparme, pero para llevar a cabo tus ideas necesitamos dinero. Mira cuando vayamos a firmar las escrituras ya tenemos que pagar buena parte de lo que nos resta

- ¿Vamos a ir las dos a firmar?

- Y si somos las dueñas tendremos que ir las dos, voy a agarrar eso del modelaje, pero ni así nos va alcanzar.

- ¿Y tú qué sabes cuánto tenemos?

- ¿Cómo qué no? cuando paguemos nos quedan diez mil y después de escriturar no sé.

- Qué, ¿yo no cuento para nada?

- Marce, tú cuentas, eres tan dueña como yo, pero te estoy hablando del dinero para los arreglos, que quizá sea tanto como lo que costo.

- Te dije que de eso me ocupaba yo, así que tu junta para comprar los aparatos que necesitas, y si te sobra arma los bóxer para las camillas a tu gusto.

- ¿Y el dinero de donde lo vas a sacar?

- ¿Qué, acaso yo no puedo tener dinero?

- Sí puedes, el asunto es si lo tienes.

- Silvia, cuando me accidenté, no fue por culpa mía, el camionero que me atropello iba borracho, así que aparte del seguro la empresa dueña del camión me tuvo que pagar mi incapacidad, y con 23 años que tenía te imaginas que fue bastante. Yo no quería depender de mi madre, por eso lo invertí en un fondo que me pudiera dar para vivir con lo mío, ahora solamente cambio de fondo.

- Pero eso es lo que te aseguraba el porvenir.

- Y como ¿lo que vamos hacer no nos va asegurar el porvenir?

- El porvenir mío me lo vas asegurar tú cuándo estés a mi lado.

- Uhm, entonces en cuanto escrituremos, empezamos con la obra, que cuanto más pronto la hagamos más pronto vamos a estar juntas.

Esta vez para festejar nos dimos una buena morreada, yo iba para más, pero me paro.

- ¿Ves cómo nos tenemos que apurar? Mira que cada vez te necesito más.

Estuvimos un rato más y me fui. Lo que menos me imaginé es que Marce tuviera ese dinero. Me llenaba de confianza que lo pusiera para nuestro emprendimiento, que cada vez era más nuestro.

El sábado le confirme a Rosalía que iba a modelar para el catalogo.

Las otras semanas fue todo soñar. Inés nos conectó con el arquitecto que trabajaba para ella, y nos hizo un esquema de las cañerías para los sanitarios y la instalación de la luz, para darle cierta flexibilidad a lo que quisiera hacer el que alquilara los diferentes salones. Prácticamente dejé en manos de Marce ese trabajo. Parece que hubiera revivido, tener una obligación autoimpuesta la hacía ser más enérgica y aun con sus inconvenientes, se olvidaba de que le faltaban las piernas.

Yo seguía a full con mi ocupación, seguía ayudando a mi tía, iba adelantando materias, para terminar en medio año la carrera, y si podía estudiar un posgrado de fisioterapia correctiva, que de eso había poco.

A Susi la trataba de convencer que buscara a la tal Teresa, pero tampoco quería ser muy pesada, si no le daba por ahí, ella sabría.

Marta estaba entusiasmada, y me decía que cuando se pudiera empezar en la parte de arriba quería poner un estudio para atraer a los que venían desde sur.

Rosalía ya me estaba diciendo que me preparara que ya casi tenían las prendas para el catalogo. Se ve que Mina trabajaba a todo ritmo porque no la volví a ver más.

Como a las dos semanas me dijo que la parte de la ropa de calle ya estaba lista para modelarla. Querían hacer algo diferente, las fotos las íbamos a sacarlas en los puntos más turísticos de la ciudad y sus alrededores.

Habían preparado un bus como si fuera una recamara con baño y todo, una parte para descansar, y otra para maquillaje y poder cambiarme. Salimos a la mañana y paramos a comer un emparedado al medio día. Fue un día trajinado, estuvimos hasta que el sol nos permitió, pero a la noche posé con algunos vestidos de fiesta en la fuente de la ciudad.

Quedamos que al otro día seguíamos con lo que faltaba, pero en el estudio, la verdad que estaba agotada, no pensé que modelar cansara tanto. Al día siguiente terminamos, me dio copia de todas las fotos por si alguna no me gustaba, pero no veía que hubiese nada malo con la ropa que había usado. Las llevé a casa de Marce, las revisamos y tuvimos que reconocer que Rosalía era una fotógrafa excepcional. Tengo un montón de fotografías, pero ninguna me mostraba tan compuesta como las de ella.

Dejamos para el viernes y sábado si hacía falta, las de trajes de baño, piyamas y todo tipo de lencería. Habíamos quedado que iba a estar ella sola. No quería ni mirones ni mironas mientras me cambiaba, cuanto más que me vinieran a maquillar, pero Rosalía me dijo que eso lo podía hacer ella. La sesión iba a ser en la casa de ella, pero en la mansión en la habitación principal. Era una habitación tan espaciosa que parecía que estabas en un patio.

La cama seguramente era hecha especial, grande por donde la mirara. El baño tenía un yacusi que se podía nadar, una recamara exagerada como todo el conjunto, una pared, con un espejo enorme que le daba dimensiones siderales al ambiente, en fin, una muestra de lujo sin mucho gusto. Comprendía porque Rosalía no quería dormir ahí.

Como me dijo ella tenía sus ventajas, como el espacio para poder tomar las placas desde diferentes ángulos. La mañana la pasamos probando vestida los sitios donde me iba a poner con los trajes de baño. Recorrimos el jardín, me hacía poner en posición y me sacaba varias fotos, luego en las poltronas en diferentes poses. Me dijo si a la tarde me quería sacar saliendo del agua o tirándome a la pileta, le dije que no tenía problema, sabía nadar y en una pileta como esa no corría peligro.

Comimos algo liviano mientras escogía las fotos que más la convencían de la cantidad que había sacado, de vez en cuando miraba el monitor, y la verdad que las poses me parecían medio tontas, sería porque estaba vestida.

A eso de las tres empezamos a modelar los trajes de baño enterizos. Tenía una colección numerosa, parece que el tiempo que no sacaron los catálogos Mina siguió diseñando, y ahora quería mostrarlos todos. Cada uno que me ponía entraba en la casa de huéspedes, me cambiaba y seguíamos con las tomas.

 Miraba las fotografías y me hacía poner en la misma posición que había elegido. Seguimos con los bikinis, me tiré a la piscina, quería sacarme en el aire, tuve que repetirlo como cuatro veces hasta que quedó conforme.

 Era muy exigente, más con ella que conmigo, se reprochaba cuando no salía como quería. Las fotos ahora sí me gustaban, pero ella insistía hasta que encontraba el ángulo perfecto. Pasamos algunos pareos y se nos estaba haciendo la noche, aun así, prendió unos focos y me saco con unos trajecitos de los que hay que buscarlos para darte cuenta que los llevas puestos.

 Estábamos cansadas, me ofreció quedarme a dormir, pero le dije que había quedado con mi novia. No le tenía tanta confianza, y tampoco me la tenía yo y con esa escusa la esquivaba sin demostrarlo.

A la mañana llegué a eso de las nueve. Hoy tocaba todo lo de lencería, íbamos a estar las dos solas en la habitación grande. La recamara estaba llena de cajas con conjuntos, pijamas camisones y todo lo que sirviera para dormir, o lo que sea.

 En un rincón habían puesto un macetón con una hermosa planta, un escritorio con un ordenador, el sillón con el televisor que ya había visto, y el enorme espejo que me devolvía la vista de mi persona.

Rosalía llevaba puesto un bikini como para hacer propaganda a la tienda, le quedaba de vicio y se movía para que se notara.

Comenzamos por los pijamas, las batas, algunas vaporosas, parecía que se veía más que sin ellas puestas, seguimos con unos camisones de diferentes medidas, de los que tapaban todo, hasta los que hacían volar la imaginación

. Después de todo eso tocaban los conjuntos, era una exageración la cantidad que había, pero me pagaban bien y no es que el trabajo me desagradara. Cada uno, me sacaba una tanda de fotos, en la cama, al lado de la maceta, en el espejo, en diferentes posiciones pero todas sugerentes. De tanto mirarme ya me estaba poniendo cachonda.

Así seguí pasando el vestuario. Me traía varias cajas y me cambiaba ahí mismo, después de todo ya me había visto desnuda más de una vez. Por ahí me ayudaba a sacarme las bragas o desabrocharme el sujetador, para hacer más rápido, según ella. La notaba un poco nerviosa. La comprendía, yo también lo estaba. Comenzó a sacarme en poses más sensuales, me estaba resultando sospechosa, pero cuándo me mostraba la foto, no me creía que esa era yo. En un momento me trajo un conjunto que era una divinidad, Mina, se había lucido diseñando ese. Me ayudó a ponérmelo, me abrocho el sujetador y cuando me di vuelta me pellizco los pezones que se me endurecieron al instante.

- ¿Qué haces? – dije quisquillosa

- Es para que le de relieve al sujetador, vas a ver que te va a gustar como sale – me sacó en varias posiciones, disparaba rápidamente, suponía que así, alguna tenía que salir bien. La verdad que cuando las miré, para mí todas salieron bien.

 Le había tomado respeto, me daba cuenta de su talento, y lo que elegía siempre era lo mejor. En el próximo conjunto me hizo lo mismo con los pechos, pero aparte me paso la mano por la entrepierna tirando las bragas para arriba.

- ¿Y esto para qué lo haces?

- Para que se te noten los labios, quedan mucho más sugerentes.

- Oye esto se usa para dormir.

- ¿Sí, entonces no sé para qué gastan tanto dinero si es para que no se las vea nadie?

- Bueno, alguien las va a ver, pero no necesariamente tiene que andar mirándole la raja.

- No sé, lo que te digo que a quien las compra les gusta que la raja le quede bien coqueta, y son las que pagan ¿o a ti no te gusta que se te vea bien?

- Sí… mirándolo así… es cierto, pero si sigues tocándome así, vas a tener que lavar todas las prendas si quieres venderlas.

- Las tendrás que lavar tú, ¿o piensas que vamos a vender lencería usada?

- ¿Y porque las voy a tener que lavar yo?

- Si no quieres, usalas sin lavar, después de todo tú eres la que las manchas y la que te las llevas

- Qué ¿me vas a dar todas las bragas que me pruebe?

- Y sí, ¿qué quieres que haga con ellas?

- A bueno entonces sigue. – y siguió, pero cada vez me magreaba más las tetas y me metía más adentro la mano, y yo cada vez estaba más húmeda, y más se notaba en la ropa que me sacaba. La cabrona de Rosalía se sonreía cada vez que apartaba una para darme la siguiente, y no sé si era tanto para la foto o buscaba algo más, la cuestión que cada vez ponía más tiempo en acomodarme las prendas y alisarlas por mi culo y mis dichosos labios, que ya estaban que se le caía la baba.

 A medida que me probaba los diferentes modelos (que había que reconocer que Mina tenía un gusto exquisito) nos estábamos poniendo más excitadas. Rosi ya sudaba y yo estaba como una cafetera.

Me tuve que ir a lavar y refrescarme un poco antes de seguir. Trajo unos conjuntos de tangas que cuando me las arreglaba, no sabía si tocaba más la tanga, o me tocaba a mí.

Al fin trajo la última, era una caja especial, y especial era el conjunto. Con transparencias, blanco, con unas puntillas que lo hacían parecer vaporoso, me los acomodo tomándose su tiempo, lo que traducido significa que me pego una buena sobada.

Tomó una serie de fotos y cuando terminó me pidió que esperara que faltaba más.

Se apareció con un vestido de novia y varias cajas. El vestido no era gran cosa, pero después de puesto empezó a sacar accesorios de las cajas. Cada una de ellas traía tules, sedas, y un cumulo de cosas, que según con que lo adornara parecía un vestido diferente. Ahora me maquilló me puso unos aros preciosos, una diadema, en fin, me iba cambiando los adornos según lo que favorecía a cada modelo. Mientras tanto no se privaba de darme un repaso. Pensé que con el vestido terminábamos, pero no faltaba los componentes para el lecho nupcial.

 Trajo un camisoncito que parecía que venía con aumento; se veía más con el puesto que sin él. Me miraba en el espejo y tenía que reconocer que me quedaba de infarto. Creo que si me presentaba así delante de Marce, mandaba a la mierda la idea de esperar hasta que viviéramos juntas. Hasta a mí me daba ganas de hacerme el amor. Fue a sacar las impresiones, pero en ese momento un rayo de sol se coló entre las cortinas de la ventana. Primero atinó a cerrar para que no pasara, pero de pronto no sé qué vio que se puso frenética.

 – Ponte para allí – me ponía y me sacaba de varios ángulos – estirate como que vas a agarrar algo – y seguía sacando, así en varias posiciones, cuando le pareció que era bastante se me acercó.

-Deja que te saco el sujetador – me levantó el camisón y me lo desprendió, me magreó tanto las tetas que me dejó los pezones que de tanto salirse ya me daba miedo que se marcharan, volvió a sacar más fotos apurada.

- Eh mujer no corras tanto que no me voy a escapar.

- Ya sé que no te vas a escapar, el que se va a escapar es ese rayo de sol que produce este efecto – yo no veía que tal efecto podía producir ¿pero si ella lo decía? Vino de vuelta – deja que te quito las bragas.

- Que ¿estás loca? Me quieres sacar en pelota.

- Tienes el camisón y si no te gusta cómo sale no la ponemos, pero esta fotografía no me la puedo perder – la vi tan enfebrecida que le hice caso, estaba como en trance, sacaba y sacaba, me pedía que me cambiara de posición y se movía de un sitio al otro sacando, me tenía medio asustada por si le había dado algo. Fue mirando en el visor hasta que exclamó

- Esta es la que yo quería, espera un poco que la voy a ver en el monitor – trasteó un rato y se quedó mirando supongo la que había escogido – sabía que tenía que salir bien - vino hacia mí – ya podemos parar ya tengo lo que buscaba, deja que te saco el camisón – tenía una mirada de hambrienta, que en el estado que estaba yo no sé si me daba miedo o esperanza.

Estaba parada al lado de la cama, enganchó el camisón con los pulgares y empezó a subirlo lentamente mientras acariciaba mis caderas, descubría mi desnudez en cámara lenta, le veía la mirada medio desorbitada hasta que descubrió mis senos y se quedó con las manos apoyadas en sus costados, esperé a que subiera, pero quedó con la vista fija en ellos, decidí sacármelo yo, cuándo descubrí mi cabeza la volví a ver mirándome como hipnotizada.

- ¿Qué te pasa Rosi? – le pregunté sabiendo lo que le pasaba, que era lo mismo que me pasaba a mí.

-Silvia por favor dejame que si no lo hago me muero.

- No te mueras que me matas, - la atraje hacía mi pecho que estaba a reventar deseando una buena mamada. Y mamó. Como mamaba, me deje caer para atrás con ella prendida, se ve que hasta que no acabara con mi teta no pensaba parar, se pasó a la otra con entusiasmo, pero a mí eso no me bastaba, no podía pensar, sentía como succionaba mis pezones y me ponía malita; joder, me tuvo toda la tarde como un termo y ahora me iba arreglar con una chupada de tetas. Le agarré la cabeza y empujé para abajo, no se resistió, me fue dejando la baba en mi cuerpo como el rastro de un caracol buscando su cueva. (no sé si los caracoles tienen cueva donde ir) Este caracol la tenía y la encontró, metió la cabeza abriéndome las piernas como con ánimo de descaderarme, se desesperaba y me desesperaba, pasaba la lengua por mi clítoris como un abanico, lo rodeaba, lo giraba, lo mareaba hasta chuparlo como si fuera un chupechup. Me hizo correr. Como me hizo correr, pero eso sí, no desperdicio nada, metió lengua, absorbió todo lo que se podía, me levantó las piernas para darme un repaso al culo. Buena parte de lo que había acumulado en la tarde, se lo llevó en ese polvo.

Se paró, se sacó el bikini y se tiró arriba mío que estaba recuperando aire, apoyó sus tetas contra las mías y su vulva contra la mía, se movía, yo quieta que todavía no me había recuperado, de pronto se giró quedando yo arriba de ella. Me besaba, su lengua me hacía un reconocimiento bucal que no me permitía respirar, apoyó sus manos en mis nalgas y empezó a moverme como si fuera una muñeca de goma, haciendo que mi coño se fregara con el de ella, y nuestras tetas anduvieran a los pezonazos.

Empezó a respirar como si le fuera agarrar un ataque. Yo que había tenido una buena corrida, podía mirar con la mente más fría, la mente nada más, porque esos movimientos me estaban abriendo el apetito nuevamente. Me apretó como si quisiera romperme, gritó como si vinieran los indios, mientras me daba unos golpes con la pelvis que me hacían saltar por los aires. Al fin quedó quieta, tanta exuberancia me había enfriado alguito.

-Tú no te corriste ¿verdad?

- Yo ya me corrí antes

- Para lo que fue la tarde creo que tiene gusto a poco

- Y si no hay más aquí se queda.

- Sí que hay más, ahora veras – se deslizó por debajo de mi cuerpo, me apoyé en mis rodillas para darle lugar, hasta que encontró lo que buscaba, y yo feliz de que lo encontrara, me separo las rodillas y la fuerza de gravedad hizo que mi coño se incrustara en su boca, pasó sus manos por los costados llegando a mis tetas, tiró para arriba haciendo que quedara apoyada nada más que sobre mis rodillas, mientras con la lengua parecía que me quería hacer una extracción de ovarios. Gemía ella y gemía yo, yo sabía porque gemía, ella no sé, mire por sobre mi hombro y veo lo poco que se podía ver de la mano que tenía dentro de su vagina moviéndola como una desaforada, mientras que con la otra estaba haciendo rulos con sus clítoris. Eso me calentó, la agarré de atrás de la nuca y la apreté aún más contra mí, ¿quería coño? Coño le iba a dar. Ahora la que se movía como una desaforada era yo, quería soltar lo que me había sobrado del otro. No sé si me alcanzó a salir todo, pero Rosalía se llevó una buena porción mientras batía la cama con su culo en el momento de tener un nuevo orgasmo.

Me tiré al costado tratando de descansar un poco. Habíamos quedado las dos rendidas, no nos acariciamos ni nos besamos, lo que estábamos buscando ya lo habíamos encontrado, no hubo amor, no hubo nada de ternura, fue sexo duro y puro y no pedíamos más que eso.

Cuando al fin pudimos hablar sin que se nos corte la respiración, le dije.

-Rosi, esto no tiene que volver a pasar, lo sabes

- Sí, ya lo sé, tú tienes novia la quieres y no se merece esto, pero hoy te juro que no podía más, si no lo hacía me daba un infarto, disculpame por favor.

- No te disculpes tanto, que como estaba, si no lo hacías, ahora me estaría disculpando yo

- Uf, me dejas más tranquila. Vamos, tú junta lo que es lencería, si encuentras alguna bien mojadita déjasela para Mina, le encantan, lo demás menos el vestido de novia llévatelo todo. Yo voy a revisar las fotos

- Tengo como para cinco años

- No exageres, con que te duren hasta el próximo catalogo te basta.

- No sé si el próximo vaya a estar, aparte no quiero que esto se vuelva a repetir.

- Te vienes con tu novia, y si te da, te sacas la calentura con ella.

Empecé a juntar la ropa, entre conjuntos de tangas, bragas, y demás variedades, había más de 50, le pregunté si el ultimo camisón también y me dijo que agarrara los que quisiera. Me estaba diciendo eso, cuando empezó a gritar.

-Esta, esta es la que buscaba, esta es la que quería encontrar, este vale por todas. – me extraño tanto entusiasmo y me acerque para ver. Había separado tres, y las tres eran con el camisón ese. Una con las dos piezas abajo, el otro sin sujetador, y el otro sin nada abajo, me mostraba el último. Se veía mi cuerpo traslucido a través de la tela, pero la sensación que daba, era como si estuviera dentro de una nube vaporosa, los rayos del sol la atravesaban de diferentes lados formando una nebulosa donde aparecía de la nada como una Ada de cuentos de niños. Estaba muy bien sacada pero las otras dos también me gustaban mucho.

- Pero dime ¿todo eso para vender un camisón?

- Te perdono porque de fotografías no entiendes nada. Esta no es una fotografía, esta es la fotografía, te sale una entre miles, y quizá no te salga más.

- Pero Rosi, si me prometes no pasarte me pongo y sacas hasta que te salga igual, yo sigo siendo lo que soy, tú sigues siendo la misma, y el camisón también ¿qué va a cambiar?

- Eres una burra, el sol va a cambiar, la cortina que quedó abierta de una manera que dejó entrar los rayos así va a cambiar, ni en cien años haremos que se reflejen en el espejo de esa manera y que te de esa luminosidad. No fuimos ni tu ni yo, fue la casualidad.

- Bueno… si tú lo dices, así será, ¿me das unas copias? ¿De verdad quieres poner esa foto en el catálogo? Me parece que se ve demasiado de mí y poco de ropa, no me gusta.

- Silvia, si lo pusiera sería para vender el catálogo y no la ropa, pero igual quisiera que me la dejaras, como profesional es un hallazgo.

- Te digo a ver lo que dice mi novia.

- No le vas a decir lo que pasó.

- No, pero igual lo va a saber, es muy intuitiva y eso me preocupa, no tendría que haberlo hecho.

Me dio el cheque, lo miré era por 70mil. La miré seria, no es que no me gustara el dinero, pero me gustaba ganarlo.

- ¿Y los veinte por qué me los das? No será por el acostón ¿no?

- No, el acostón fue cosa de las dos, eso te lo doy para que me dejes la fotografía que te dije.

- Tú estás loca, pagar veinte mil por una foto

- Y tú no sabes nada, si la muestro en un concurso mi prestigio va valer más que esos 20

- Si es así, le voy a preguntar a mi novia y si dice que si te la dejo, pero muéstrala sin decir quién es.

- Esta la muestro en un concurso o en una galería internacional, así que no te apures.

Junté toda la ropa que tenía para llevarme y me fui al departamento. Después de lo que había hecho, no quería ir a dormir con Marce. Le telefoneé para decirle que estaba muy cansada que a la mañana iba a ir medio temprano a ver si salíamos a comer, que tenía dinero para invitarla, se echó a reír. Nos mandamos unos besos y nos despedimos.

Me dormí cansada e inquieta, pensando que se iba a dar cuenta. A la mañana me bañé bien, estuve bastante tiempo en el agua, me pasé bastante gel, quería sacar hasta la sensación de haber hecho lo que hice. Eso no iba a poder.

Llegué a media mañana, Marce se mostraba radiante, la besé con más ganas y la retuve entre mis brazos. Me miró a los ojos y se sonrió, me acarició la cara.

-Vamos, muéstrame las fotos así salimos a comer, que dijiste que pagas tú.

- Pues claro que pago yo, toma esto ¿te parece que alcance? – miró el cheque

- ¿Y lo trajiste para pagar la comida?

- Sí, y lo que sobre lo guardas para los arreglos.

- Te dije que los arreglos los pago yo.

- Pues usalos para el arreglo del consultorio

- Pero te dieron 20mil más, ¿qué hiciste?

- Es por una foto, ven que te la muestro, si no quieres que se la deje le devuelvo los veinte.

- Vaya con la foto mujer, a ver qué es eso. – estuvimos revisando – sí que es buena esa señora - en eso llegamos a la foto de la cuestión – joder, ¿cómo consiguió esto?

- No sé, me dijo algo como que el sol, que los reflejos y no sé qué más, pero dice que ni en mil fotos saca una como esa.

- Y a lo mejor tiene razón, y a lo mejor los veinte no sea tan caro - Me extrañó que también pensara así – es indudable que como profesional es de las mejores, y tú como modelo eres la mejor, aún con esa cara triste que tienes – me puse colorada.

- Debe ser el cansancio, estando contigo no puedo estar triste.

No siguió insistiendo y seguimos mirando las fotos. Ya pasaba la una salimos a comer a un restaurant donde ya casi éramos clientes. Comimos comentando los avances que quería hacer en la obra, pasamos un rato amable, pero se notaba que no era como siempre.

Cuando terminamos, fuimos a tomar un helado, y luego a casa, me preguntó si la iba acompañar a ver una película que le gustaba, o iba a dormir un rato que ella se quedaba a mirarla. Sabía que nunca la dejaba sola.

-Sabes que no te voy a dejar sola, ¿Por qué lo preguntas?

- A lo mejor estás muy cansada de ayer, y te aburro.

- Marce, sabes que nunca estoy cansada para estar a tu lado, y tú nunca me vas aburrir.

- Pues entonces quedate ¿vamos al sillón? – nos pusimos a ver la película, pero nos dábamos cuenta que ninguna de las dos le prestaba atención.

Yo sabía que ella se había dado cuenta, y me entraba el pánico. Por un acostón no podía rematar mi futuro. La miré y me estaba mirando triste, tan triste como estaba yo

- ¿Me perdonas? – le dije, me miró fijamente y dibujo una sonrisa.

- ¡Si! era inevitable, con esa ropa, solas las dos, tenía que pasar, me gusta que lo hayas reconocido y me gusta que estés triste por eso, y me gusta decirte que eso no cambia en lo que siento por ti, hazlo ahora porque después no me va a gustar nada.

- Después tú vas a ser la que me saques esas ganas, porque nadie lo puede hacer mejor.

- Soy de las que piensan que la última vez es la mejor, es la que estás sintiendo.

- Para mí la mejor última vez, es la última vez contigo – me agarró del cuello y se sentó sobre mis rodillas.

- Mentirosa. ¿pensaste en algún momento en mí?

- No, si hubiese pensado salía corriendo, estaba con la mente en blanco.

- Es que hace mucho que no tienes sexo, no sé cómo aguantas con ese trabajo.

- Tú también aguantas y no te revuelcas con nadie. – le había apoyado la mano en el muslo y se lo acariciaba suavemente, lo hacía inconscientemente, pero lo hacía.

- Me revuelco sola pensando en ti, aparte no tengo a nadie que me tiente, aparte de ti.

- Haría mucho más que tentarte si me dejaras – la mano ya estaba llegando a sus bragas.

- No seas mala, quita la mano de ahí – me dijo mimosa mientras apoyaba su cara en mi hombro y me besaba el cuello. No era la mejor forma de echarme. La separé un poco para tener lugar para darle un beso ¡fue el beso! me abrazo del cuello y empezó a morder mis labios con los suyos, mi mano ya había corrido las bragas y trabajaba libremente por su almejita. Rodeo mi cuello con sus brazos y el beso se hizo infinito, sentir su aliento era como sentir el aliento divino de la vida. Volvió a mi cuello y eso me volvía loca, introduje dos dedos dentro de ella mientras mi pulgar jugaba con su clítoris, se apretaba más a mí mientras se sucedían las convulsiones, moví más rápidamente la mano hasta que sentí como apretaba mis dedos con su vulva y se venía en mi mano, mientras chupaba con desesperación mi cuello dejándome seguramente un moretón.

No me importaba, en ese momento un moretón hecho por ella era como una condecoración. Se quedó agitada contra mi pecho.

-No te tendría que haber dejado hacerlo.

- Perdoname, no pude evitarlo

- Tampoco te la hice fácil, y tú como estas…, aunque ayer te alivianaste.

- Si, pero tu hoy volviste a sobrecargarme – dije mientras me llevaba a la boca los dedos que habían estado en su vagina.

- ¿Cuál te gusta más estos o los de ayer?

- Marce, solo pruebo tus jugos, yo para hacer esto tengo que querer mucho.

- Una vez los probaste conmigo y dijiste que era por calentura, y ayer debías de estar caliente.

- Eso pensaba, pero me parece que cuando lo hice ya me había enamorado.

- Creo que a mí me pasó lo mismo, pero voy a tener que esperar para degustarlos otra vez.

- Si quieres podemos.

- No Silvia, hoy fue una excepción, tú usa tu libertad mientras no estés a mi cuidado que yo me voy aguantar. Ahora vete, hoy estas tentando al diablo y si se desata pobre de ti.

- Entendía su posición, y después de lo que había hecho no me atrevía a insistirle.

- Me fui a mi casa con un deseo tremendo, pero no un deseo que pudiera sacármelo cualquiera, tenía que ser ella. Sentía su sabor en mi boca, no me había lavado los dientes para no perderlo. Me acosté desnuda pensando en ella, ya iba mi mano hacia mi pubis, cuando sonó el móvil.

- Amor que estás haciendo.

- Estoy en la cama pensando en ti

- Yo también pienso en ti, y me da unas ganas bárbaras de hacer lo que me hacías tú

- Pues a mí, me da ganas de hacer lo mismo pensando que me lo haces tú.

- Yo pienso que los dedos que me están entrando son los tuyos, y que con la otra mano me acaricias el clítoris, y eso me pone a cien.

- Y siento que tus dedos me están penetrando y se mueven tanto dentro mío que tengo miedo de correrme antes que lo hagas tú. ¿No sientes que se doblan, a ver si te hacen eyacular?

- No eso solo cuando estés presente, por teléfono no quiero, pero creo que me voy a correr.

- Yo también es que mueves tan rápido los dedos que me voy, no pares mi vida.

- No paro, pero tú tampoco, Silvia me corro tesoro, me corro acompañame.

- Sí corazón, yo también, ya vaaa, me voy aaah. – en ese momento siento los gemidos que emite Marce, casi me hacen ver su orgasmo - Me estoy chupando los dedos, pero no están tan ricos como los de esta tarde.

- Pues los que estoy chupando yo, tampoco son la gran cosa.

- Te los cambiaría con gusto

- Por ahora no se puede, pero esto ayuda, y ahora a dormir que mañana es lunes y hay mucho que hacer, te amo.

Nos despedimos besándonos por teléfono, y yo pensé antes de dormir que Marce es la mujer de mi vida, es adorable, comprensiva, me ama y la amo. Es mi proyecto de vida, y pensando en eso me dormí.

Es facil ser fiel cuando no tienes oportunidad de dejar de serlo.

     Gracias por leerme, y aprovechen la vida antes que la vida se aproveche de nosotras

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