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Mas cerca del cielo 2

en Lésbicos

                                                  LILIAN

Cuando abrió los ojos, en seguida se dio cuenta que estaba en una unidad de terapia intensiva, no de la manera ni en el lugar de siempre, pero eso ya lo recordaría.

Al momento entró una enfermera, se aproximó y nada más hablarle recordó que estaba en Argentina, y la causa de esa angustia que sentía aun sin saber porque, fue a buscar al doctor, mientras ella quedaba rebobinando el casete de los momentos que volvían a su memoria.

De pronto recordó todo, la montaña, lo cerca del cielo que estuvieron y la premonición de Marisa, si se quedaba allí para cuidar que ella se salvara.

Recordó los últimos momentos, como descubrió que el cariño que sentía por ella, era mucho más que un cariño de buena amiga, era el descubrimiento a última hora que lo que sentía era amor. Marisa estaría en el cielo satisfecha porque había logrado que sobreviviera, pero ahora se sentía en un pequeño infierno, sola y sin esperanzas.

Entró el medico con cara de optimismo.

-A ver, ¿cómo anda mi bella durmiente? Decime cómo te sentís.

-Supongo que bien, todavía no sé porque estoy aquí ni que tengo.

-Bueno estas aquí porque te encontraron en un estado de hipotermia y sufriste una neumonía severa, estuviste en coma inducido, pero ahora los análisis te dan positivo, lo que tenés que hacer es empezar a alimentarte para recuperar fuerzas.

- ¿Cuánto hace que estoy aquí?

-Nueve días, te tuvimos sedada, confiamos que por tu fortaleza física podías zafar, y no nos equivocamos, ahora tenés que poner voluntad de parte tuya y hacer lo que te mandan.

-Si claro, hare lo que pueda, ¿Cuándo me van a sacar de terapia?

-El monitor te lo vamos a desconectar ahora, y tan pronto empecés a comer sola, te sacamos el suero; vamos levantá el ánimo que pronto vas a estar bien.

Sabía que después de una situación como la mía, siempre daba sitio a un cuadro depresivo, pero en mi se juntaba la parte física y la emocional, de la física, no tenía dudas que iba a salir, bien o mal con el tiempo iba a salir; pero emocionalmente, no sé, fue como despertar a un sueño, para darte cuenta que nunca va a ser más que eso.

Al otro día me pasaron a una habitación de dos camas, pero estaba yo sola,

me trajeron la comida, pero me sentía bloqueada, no tenía ganas de nada, comí un poco pero no me pasaba, no tenía hambre ni voluntad, sabía que esa depresión era común en mi estado, pero me acordaba cuando era yo la que aconsejaba a los enfermos sin darme cuenta lo difícil que es a veces hacer lo que debes.

Estuve dos días en los que casi ni comí, me dieron antidepresivos, pero el efecto dejaba mucho que desear.

Me desperté después de pasar una noche agitada, con malos sueños, entró la enfermera y me ayudó a ir al baño, me hizo lavarme la cara para verme un poco más despabilada, me cambió las sabanas y me acosté como ausente, no me importaba nada, ni caso le hacía a lo que me decía.

En eso entró una doctora, una rubia bien bonita, venía sonriéndose y me besó en la mejilla al saludarme.

-Vos no me conocés, soy la doctora Elena Torres yo estaba de guardia cuando te trajeron, estabas bastante mal, pero te tenía fe y no me equivoqué, ¿cómo te sentís?

La verdad que me cayó simpática, verla tan optimista, tan vital, que me dio un poco de vergüenza mostrarme en ese estado.

- ¿Qué te voy a decir? La verdad que mal, no tengo voluntad de nada, a veces se me ocurre que tendría que haber terminado allí arriba.

- ¿Pero estas loca? Tenés la vida por delante, subiste una montaña que no cualquiera lo hace, ahora estas así por las secuelas de la enfermedad, pero eso se te va a pasar, no te dejés venir abajo, pensá en tu compañera.

-Pienso en mi compañera y eso es lo que me tiene mal.

- ¿Pero no tenés ganas de verla?

- ¿Qué, la enterraron en el cementerio en la base del cerro?

-Pará nena; no estaremos en el primer mundo, pero igual aquí para enterrar a la gente esperamos a que se muera.

Contuve la respiración, no sabía si había interpretado mal las palabras o era la noticia más maravillosa que me podían dar.

- Pero cómo, ¿me dices que Marisa está viva?

-Que yo sepa si, por lo menos nadie me informó que haya muerto.

-No…no lo puedo creer, por favor llévame a verla.

-Esperá corazón, vos estás en el hospital de Uspallata a ella la derivaron a la ciudad, tenía una quebradura fea.

-Tengo que verla, por favor cómo puedo hacer para ir.

-Así como estas, ni loca, si ni siquiera podés ir al baño sola, comé trata de recuperarte y cuando vaya la ambulancia a Mendoza, vemos si te puede llevar, está en el hospital español es el que te cubre el seguro.

Desde ese momento todo cambió, me tomé el desayuno y empecé hacer movimientos de recuperación, los mismos que aconsejaba a los pacientes y que hasta ahora no me habían dado ganas de hacerlos.

No me lo podía creer, parece que nuestro salvataje salió en los diarios, Elena consiguió alguno y pude informarme, dio la casualidad que una patrulla de gendarmería había quedado en un paraje llamado nido de cóndores, que no estaba lejos de donde habíamos quedado nosotras, apenas amainó la tormenta salieron en nuestra búsqueda, llevaban oxígeno y lo más necesario para mantenernos con vida hasta llegar a la base.

Al estar tapada con mi campera el frio no hizo tanto estrago en ella, así que el problema más grave era la pierna y por eso el traslado.

Pasé un día que me quería subir por las paredes, al fin me tuvieron que dar antiansiolíticos porque no me aguantaba, por lo demás hacía lo que me recomendaban tratando de tomar fuerzas.

Al fin llegó el día, la ambulancia tenía que llevar un niño al hospital de la ciudad, y luego me dejaba en el que estaba Marisa.

 El nuevo hospital era privado, entre como derivada del anterior, ya que el seguro lo cubría, en el estado que estaba yo podría tener una convalecencia domiciliaria, el caso es que no tenía casa, así que mi derecho es que me trataran hasta estar perfectamente curada.

Pedí hablar con el director, pero en ese momento no estaba, me metieron en una habitación de dos camas, parece que más bien la otra cama la usaban para un acompañante.

No me quise acostar hasta no conversar con el director, o el responsable de la guardia, estuve como una hora mirando TV hasta que al fin apareció un señor con poca apariencia de médico.

Muy amable me preguntó cuál era mi problema.

-Mire, problema no hay ninguno, lo que desearía es poder estar con mi compañera, nos pasó esto a las dos y ya que nos pudieron salvar, sé que estando juntas vamos a tomar la convalecencia con otro ánimo.

-Ah, ¿usted es la compañera de la alpinista?

-Si yo estuve internada en el otro hospital por emergencia, pero estaba destinada para este, y creo que si le ocupamos una sola habitación les conviene a ustedes y a nosotras.

-No creo que haya ningún inconveniente, pero eso lo tendrá que decidir el director, mientras puede quedarse aquí.

- ¿No podría ir a visitar a mi amiga?

-Si se siente con ánimo para ir no hay problema, hare que la acompañe una enfermera, espere aquí.

Al rato me vino a buscar una chica muy dispuesta, se presentó como Estela.

- ¿Así que vos sos la que te agarró la tormenta en el Aconcagua con Marisa?

- ¡Si! ¿tu atiendes a Marisa?

-Cuando estoy en mi turno ¡sí! pregunta siempre por vos, le vas a dar una alegría grande, y creo que la necesita porque está muy decaída.

- Entonces mejor llévame a ver si se le levanta el ánimo.

Cuando entramos en la habitación estaba mirando la pared, y ni siquiera se molestó en mirar quien había entrado. Me aproximé y le reproché.

-Que maleducada ni siquiera saludas a las visitas. – casi pega un salto, aunque como estaba con las pesas en la pierna poco podía hacer.

- Lilian ¿eres tú? ¿cómo estás?

- Ahora que te veo un poco mejor – la abracé y le besé las mejillas, creo que esperaba más pero delante de la enfermera me daba corte, esta nos dejó solas, pero igual seguí hablando como si nada.

Después de estar un rato contándonos nuestras dolencias, me preguntó.

-Dime ¿dije muchas tonterías cuando estaba con la fiebre?

- Pues no sé, si te acuerdas de lo que dijiste tú sabrás si fueron tonterías.

- Creo que me acuerdo, casi te obligué a darme un beso, de pura pena.

-No sé de donde sacas que fue de pura pena.

-Si no fuera así ahora me estarías dando otro, no es que te esté obligando, pero parece que no te gustó.

- Para decirte la verdad, no es que no me gustó, es que me dio miedo.

-Sé que tengo un tumor, pero no pensé que fuera contagioso.

-No sé qué tumor tendrás, pero no creo que pueda contagiar a nadie, en todo caso más contagiosa es una neumonía; Marisa, el beso fue lo más lindo que me pasó, a pesar de donde estábamos, pero cuando te lo di, te quedaste en mis brazos y eso fue lo más feo que me pasó, no quisiera que eso se repitiera, ¿me entiendes?

- ¿Entonces no me vas a besar más?

-Por favor espera que tengamos más privacidad, aquí puede entrar cualquiera en cualquier momento, mira ahora me tengo que ir que toca que se ocupen de mí. – le di un beso en la frente y me fui a ver si llegaba el dichoso director.

Tuve que esperar media hora más, al fin apareció el dichoso encargado de todo.

-Que tal, soy el Dr. Sebastián Miller, me interiorice de su caso, y estamos dispuestos a ayudarla en lo que nos sea posible.

-Mire, sé que lo mío en unos días se soluciona, pero si es posible me gustaría estar en la sala de mi compañera, creo que nos va hacer bien a las dos.

-Bueno, no creo que haya problemas en eso, en los días que este internada.

-Es que lo que yo le quería pedir, aun dada de alta si me pueda quedar para atenderla higienizarla y esas cosas, sería un alivio para ustedes y una tranquilidad para mí.

-Me parece que usted toma muy a la ligera eso de cuidar a una enferma – me decía con una sonrisa – su amiga aparte de tener el problema de la pierna, tiene un tumor que a pesar de no ser maligno, no remite a nuestros tratamientos, no sé si está capacitada para tomar esa responsabilidad.

-Doctor, soy jefa de enfermeras de la unidad de terapia intensiva del hospital de Coruña, si entra en la página verá que estoy en la nómina.

-Uhm, eso cambia bastante la situación ¿es universitaria?

- ¡Si! Recibida en la universidad autónoma de Compostela.

-Mire voy a recabar la información y si es así no va a ver ningún inconveniente.

- ¿Podría pasar esta noche ya con ella?

- ¡Si claro! Nos deja dos camas más disponibles, ya que su seguro exigía habitaciones individuales.

- Entonces en estos días voy a comprar guardapolvos de otro color, y menos la parte de la ingesta de los remedios, de lo demás me ocupo yo.

Terminó la entrevista y quedé con Estela que a la hora de dormir me mudaría para darle una sorpresa.

-A ver si la hacés dormir, porque tiene una depresión que no te cuento.

-Creo que voy a poder sacársela, cualquier cosa te pido ayuda.

Después de la cena, que por cierto se servía temprano, hicimos la mudanza,

Entramos en la habitación y Marisa ni miró para nuestro lado, acomodamos lo poco que había que acomodar y hablando despacito se despidió, que cualquier cosa la llamara.

Estuve un momento viéndola mirar la pared cómo si estuviera alejada del mundo, me acerqué y empecé a acomodarle la cama, si le extrañó no lo demostró.

Fui subiendo hasta llegar a la cara, la di vuelta para mi lado y le planté un beso en la boca, se quedó sorprendida.

- ¿Quién eres?

- ¿Cómo quién soy? No me digas que te andas besando así con las enfermeras porque me voy.

-Con todas no, pero con esta sí, - y apretó los labios contra los míos dándome un beso que me quitó el aliento – Lili ¿es cierto que tú también me quieres?

- ¡No! pero besas tan bien que me voy a quedar a cuidar que nadie me los robe.

-Tonta mis besos son solo para ti, te amo Lili y no sabes lo bien que me hace saber que tú sientes lo mismo por mí. ¿Sabes? Los médicos a veces hablaban de que tenía un tumor y que no se me curaba, y me hacía la dormida porque no me importaba, pero ahora me importa y no me voy a morir.

-Claro que no te vas a morir, de donde sacas eso.

- Sé que los médicos hablaban de eso, pero ahora que sé que me quieres no me da la gana de morir y no voy a hacerlo.

-Lástima que tuviera que pasar esto para que me diera cuenta que lo que sentía por ti era amor; desde que subimos al Teide, solo pensaba escalar otra montaña, pero siempre contigo, quería llegar lo más cerca del cielo, pero en tu compañía, y cuando nos abrazábamos en la cumbre, no me sentía cerca del cielo, me sentía en el cielo, pero pensé que era por la alegría de haber vencido a la montaña, y ahora me doy cuenta que era porque lo hacíamos juntas; ¿y tú, si sabías porque no me lo dijiste antes?

-Tenía miedo, tu nunca me dejaste pensar que te podían gustar las mujeres.

-Es que nunca creí que me gustaran, me parece que la única que me gusta eres tú.

-Mejor así no tengo competencia, yo ya era lesbiana, pero desde subimos al Teide esa primera vez, me convertí en Lilisbiana y solo tengo ojos para ti.

-Más te vale, y ahora a dormir que ya es tarde.

- ¿No me vas a dar un beso?

- ¿Uno solo? Te conformas con poco – le di una morreada como para que le durara hasta el otro día, a ella y a mí.

A la mañana temprano entró la enfermera para prepararla para la revisación diaria, la higienizó y la dejó preparada para la llegada del Dr.

Era un hombre muy cordial, apenas nos vio, notó la cara de buen humor de Marisa.

-Hola a ver cómo andan las alpinistas, parece que tu amiga te levantó el ánimo, te veo mucho mejor, y vos –dirigiéndose a mí – por los estudios que me mandaron de arriba lo único que necesitás es descansar y animar a tu compañera.

-Desde hoy la voy atender yo, ya quedé con el director, por lo menos no me aburro y espero que sea una ayuda para ustedes.

Terminó de revisarla y se retiró dejándonos solas.

- ¿De verdad me vas a cuidar tú?

-Pues claro, o es que soy enfermera y voy a dejar que anden toqueteando a mi novia, ¿Por qué somos novias o no?

-Somos lo que tú quieras que seamos, yo te amo de la manera que quieras.

-Quiero para mí lo mismo que tú quieres para ti.

-Entonces quieres que te bese.

-Querer quiero, pero no ahora, puede entrar alguna enfermera y si nos ve liadas, no sé cómo lo tomen por aquí; espera hasta la noche que te voy a recompensar - le di un pico y me retiré, dejándola y dejándome con las ganas.

Le prendí la TV para que se distrajera un rato, pero fue más el tiempo que conversamos que el caso que le hizo.

Cerca del mediodía llegó la camarera con el carro de la comida, para ella tenía dieta de convaleciente, a mí me preguntó si comía en la habitación o en la cantina le dije que ahí, que iba a comer con mi compañera.

Me traje una silla al lado de la cama, me senté y empecé a darle de comer en la boca, me miró extrañada.

- ¿Piensas darme de comer así?

- ¡Si! Así estoy segura que te comes todo.

- ¿Te vas a pegar semejante trabajo?

- Mimarte no es un trabajo, es un placer – sentí su dulce mirada.

- ¿De verdad me vas hacer esperar hasta la noche para poder besarte?

- Si amor, estamos en otro país, en un hospital, ¿para que arriesgarnos a quedar mal, si los besos míos sabes que están seguros y son solo para ti?

- Es que los desee tanto que ahora que sé que son míos, te miro los labios y me da gana de comértelos.

- A mí también me da gana, pero esperemos la oportunidad – retiré los platos, le acomodé la almohada – anda duerme un poco que me enteré que hoy a la noche antes de dormirte, anduviste de juerga con la enfermera.

Cerré las cortinas y yo también me acosté, no tardé nada en quedarme dormida, cuando me desperté la vi a Marisa con cara de estar mal.

- ¿Qué te pasa, porque no me llamaste?

- Por favor, llama a la enfermera.

- Dime que te pasa que llamo al doctor,

- ¡No no! llama a la enfermera – me dijo con la cara toda colorada.

- Marisa, tu enfermera soy yo así que dime que te pasa.

- Es que me da vergüenza.

- Cómo ¿te da vergüenza conmigo y con una desconocida no?

- Es que eres mi novia, y…y tengo ganas y me da vergüenza.

- Te da vergüenza, pues en la montaña no te avergonzabas tanto. Que cada cual lo hacíamos donde podíamos.

- Pero no mirabas cuando lo hacía.

- Pues ahora tampoco voy a mirar – fui a buscar la chata – a ver levanta ese culo antes que te hagas encima – estaba como un tomate – bueno me voy así lo haces tranquila, ya vuelvo.

Salí un rato de la habitación, y no podía dejar de sonreírme, tenía vergüenza de defecar en mi presencia, esperé un rato y entré.

-Bueno ¿terminaste? – ahora tendría que limpiarla, nada que no hiciera miles de veces en mi trabajo.

- ¿De verdad no es mejor que llames a una enfermera?

- A ver a ver, ¿qué me estás diciendo con eso? ¿Que cuando sea viejita no vas a ser capaz de limpiarme el culo o cambiarme un pañal si lo necesito?

Se quedó mirándome con la boca abierta.

-Cuando seas viejita yo también voy a ser viejita.

- Y eso que, por ahí la que se caga soy yo, ¿y me vas a dejar cagada?

- ¡No no! yo voy a cuidarte, voy a limpiarte ¿Por qué me dices eso?

- Porque quiero saber que si me pasa, si voy a tener que llamar a una enfermera que me ande limpiando por ahí abajo.

- ¡No! yo te voy a limpiar nadie tiene que andar metiéndote mano.

- Bueno pues entonces deja ese cuento de que llame a alguien; y te aviso que hoy te toca baño.

Le saqué la chata, la limpié y me vine con la batea con los productos antisépticos para un baño más o menos en seco.

La jabone sobre una sábana impermeable, generalmente a los pacientes que pueden se les deja lavarse los genitales ellos mismos, no me importó, la lavé por todos lados, sin dejar que ella hiciera nada, que se fuera acostumbrando.

La verdad que las drogas que le daban, debían inhibirle la libido porque si no, tendría que pegarse un calentón como para evaporar el agua. No pude dejar de mirar lo buena que estaba, no entendía cómo no me había dado cuenta antes; la sequé y la perfumé un poco para sacarle el olor a desinfectante.

No paraba de mirarme como si fuera ET o algo así.

- ¿Qué me miras tanto?

- Eres perfecta.

- ¿Y eso de donde lo sacaste?

- Es que lo eres, creí que me iba a morir de vergüenza e hiciste todo tan natural, que me sentí como una niña atendida por su mama.

- Joder con la hija que me eché, que bien buena que está.

- Ya la cagaste – dijo riéndose – cuando me miras así ya no me siento más como una niña.

- Pues más te vale si no quieres hacer de mí una pedófila; ahora que estas limpita y perfumada, te voy a dejar un ratito que me voy a pegar una ducha.

Luego de ducharme y cambiarme, salí un rato a comprar algún diario para saber cómo iba el mundo, que parece que mientras nosotras estábamos allí siguió girando.

Cuando volví ya era la hora de la cena, trajeron el carrito y lo dejaron ahí, ya habíamos quedado que de lo demás me encargaba yo.

Me senté para darle de comer.

- ¿Me vas a dar de comer otra vez?

- Pues sí y ahora te voy a poner un babero.

- Hay que buena mama que tengo. - me miraba cómo interrogándome de que iba tanto mimo.

-Aprovechala, que ahora te puedes hacer la mimosa que después ya me va a tocar recibir los mimos a mí.

Terminamos de comer miramos la tele hasta que recogieron todos los cacharros.

Marisa no dejaba de mirarme, ya me estaba poniendo nerviosa.

- ¿A ver, que me estás mirando tanto, algo me quieres preguntar?

- ¿Es cierto lo que dijiste hoy, que si cuando seas viejita no te iba a limpiar?

- ¡Si! Es cierto, ¿y si no eres tú quien si no? a no ser que me digas que tu amor no llega hasta tanto.

- No digas eso; yo te quiero para toda la vida, y te voy a cuidar y te voy a querer hasta que muera. – me dijo con las lágrimas en los ojos – Lilian dejame besarte, no me alegraste el día, me alegraste la vida saber que también piensas que esto es para siempre.

- Es para siempre, y espera que apago la luz que quiero besarte a gusto y sin sustos. – me agaché y mordí con mis labios los suyos, en un beso lleno de pasión – espera, te voy a acomodar la almohada.

Levantándole un poco la cabeza la acerqué a mi queriéndola poner más cómoda, ese fue el momento que aprovecho para morderme tenuemente un seno, un estremecimiento recorrió mi cuerpo.

-Amor, ¿no te alcanzó la comida?

-La comida sí, pero ahora quiero el postre.

-Todavía estás convaleciente, espera que cuando salgas de aquí, vas a tener todo el postre que quieras.

-Lili, no seas mala dame un adelanto que no me aguanto.

-Entiende, te va hacer daño, y aparte mira si llega a entrar alguien.

-A esta hora no entra nadie, y si apagas la luz si vienen nos da tiempo.

-Por favor cariño, sabes que te quiero, pero dame tiempo, es mi primera vez con una mujer; te adoro, pero ¿aquí? No sé qué me da, es cómo si todo el mundo se diera cuenta, me da vergüenza, sé que se me pasará por que te quiero, pero dejame hacerme a la idea.

- ¡Sí! Lilian, perdoname, se cómo te sientes, yo también lo pasé, todavía no sabes si esto es lo que quieres, de qué lado estás, pero yo te voy a esperar y ojalá te quedes de mi lado; anda vete a dormir que no quiero molestarte.

Me lo dijo con pena, se notaba su inseguridad, y yo notaba la mía; tenía ganas de abandonarme, de sentir su boca en mis pechos, de pensar que podría amamantarla y saciar sus ganas, y por otro lado era una angustia de saber que si pasaba esa barrera no había vuelta atrás, ¿Qué es lo que predominaba en mí? ¿las ganas que tenía de entregarme a ella? ¿O el miedo de reconocer que iba camino a ser una lesbiana sin remedio? Me saque el sujetador para dormir, pero era inútil, la opresión en el pecho no se me iba, me levanté y me acerque a la cama.

- ¿Duermes? Le pregunte despacito.

- ¡No! no tengo sueño, ¿pero qué haces levantada?

- Que no te di el beso de buenas noches y eso tampoco me deja dormir. Junté mi boca con la suya en un beso apasionado, mi lengua recorría todos los recovecos entrelazándose con la suya en una danza donde la música la ponían nuestros gemidos.

Al fin me despegué sin ganas, pero también teníamos que respirar.

-Y ¿ahora estás conforme?

-Nunca voy a estar conforme, siempre voy a querer más de ti.

-Eres una golosa, a ver si esto te basta – me descubrí un seno y en la oscuridad se lo apoyé en la boca, primero reacciono con avidez, pero enseguida se contuvo.

- Lili, no lo hagas si te incomoda, yo te comprendo y te voy a esperar el tiempo que sea, comprendeme te amo y se lo que te está pasando.

- ¿Pero no te jode? Ahora que me dio unas ganas locas de darte la teta te me vienes hacer la estrecha.

- ¡No! mi amor, si es que me muero por hacerlo. – diciendo eso se adueñó de la teta que más cerca tenía queriendo comersela todo.

-Despacito mi amor que es toda tuya, pero tiene que durar – mamaba con un entusiasmo como si pudiera sacar algo de ahí, bueno, ella no sacaría, pero a mí me ponía un calentón, como para dejarla chupar toda la noche, - cielo ya está para.

- ¿Cómo que pare, y la otra?

-Parece que no hay nada que te conforme.

- ¡Si! Tú me conformas, pero entera, anda dame un poco más y vas a ver que me duermo.

Me acosté al lado de ella, y la atraje a mi pecho para que pudiera chupar cómoda, mientras le acariciaba el pelo y besaba su frente, siguió mamando cada vez más despacito hasta que se fue quedando dormida, me levanté despacio para no despertarla.

En la oscuridad la escuchaba respirar plácidamente, mientras la que estaba agitada era yo con el subidón que tenía, me acosté en mi cama con unas ganas locas de masturbarme, pero me pareció desubicado, y me la aguanté como una señorita.

A los dos días, ya estaba de los nervios, parecíamos adictas, ella a chuparme las tetas y yo a que me las chupara, pero la satisfacción que sentía por lo que me hacía, se volvía frustración por lo que quedaba por hacer.

Le habían tomado los análisis rutinarios el día anterior, y me extrañó que volvieran a tomárselos tan seguido, sé que es infrecuente que se equivoquen, por eso busque a el doctor para preguntarle qué había pasado.

Me invitó a pasar a su consultorio, que me tenía que preguntar una serie de cosas.

-No te asustés porque no creo que haya nada malo, pero vos ¿no notaste ninguna anomalía antes?

- ¡No! es que nosotras vivimos muy lejos una de la otra, y hasta ahora solo nos juntamos para los escalamientos.

- Huy perdoná, pensé que eran pareja, la cuidás tanto que me había hecho esa idea.

- En verdad nos queremos mucho, pero aparte sé que mucho de lo que pasó es culpa mía.

- ¿Por qué pensás que es culpa tuya?

- Cuando estábamos subiendo se empezó a descomponer faltando cien metros, y casi la subí a la fuerza, eso no tendría que haberlo hecho, pero sabía que no íbamos a tener otra oportunidad, llegó a la cima que no podía más, si nos hubiésemos vuelto quizá no se hubiese accidentado y ahora este doble análisis, no me hace pensar nada bueno – se me quedó mirando con una sonrisa.

- Mirá te voy a sacar dos preocupaciones, una es que, si no hubiese pasado esto, seguramente se hubiese exteriorizado el tumor cuando ya no tendría remedio y otra es que le sacamos otro análisis porque después de que no reaccionara a los medicamentos, ahora notamos una remisión muy pronunciada, casi te diría que esta curada, y me extraña, por eso te quería preguntar si no le diste nada por tu cuenta.

- ¡No! doctor, soy enfermera nunca haría eso.

- No te lo digo cómo un reproche, simplemente te pregunto por si hay algo de por ahí que no tengamos conocimiento, después de todo sos jefa en terapia intensiva.

- No le aseguro que no, pero me da una tranquilidad muy grande saber que el tratamiento da resultado.

Regresé contenta, Marisa se dio cuenta enseguida.

- ¿Y ahora qué te pasa? ¿te echaste novio?

- Me pasa que mi novia ya no tiene que tener miedo de ningún tumor, tanto es así que me preguntaron si te había dado algún remedio.

- Yo no tenía miedo, sabía que no me iba a morir, ¿y le dijiste la verdad de lo que me das?

- ¿Qué verdad, si no te doy nada?

- Eres una boba, ¿te crees que tus besos no son nada? ¿que tus tetas no me dan la vida? Así que no sabes el remedio que me das.

- Bueno si eso es un remedio, mejor no le digo nada que solamente contigo funciona, o quieres que ande curando por ahí a alguien más.

- Ni se te ocurra, hoy a la noche me tienes que dar doble dosis para estar segura de que me cure.

Yo estaba tan contenta, que pensaba darle doble, triple y todo lo que quisiera.

Estaba dándole de comer, cuando se armó el estropicio; se escuchaban las sirenas de las ambulancias y las corridas del personal, me asomé por curiosidad, cuando el médico de guardia que era con el que había hablado a la tarde, me llamó.

Los errores de acentuación, y otras palabras puestas en boca de los protagonistas Argentinos, son fieles al modo como se habla allí, y la verdad, cuesta escribir de las dos maneras; de los otros que seguramente los hay, me hago cargo

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