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Ingeniera civil

en Lésbicos

Llegué a la ciudad temprano, tenía que buscar algún lugar para quedarme, suponía que la cosa no se arreglaría en un día, así que busque un hotel donde quedarme, si es que encontraba trabajo buscaría alquilar algo cómodo y no muy caro.

La ciudad era bonita, el centro urbano estaba como a cinco kilómetros del mar, pero daba igual, no estaba allí para bañarme.

Había leído un aviso en el periódico, de un estudio de arquitectura pidiendo un ingeniero civil y yo lo era,

Con veintitrés años, me había recibido con las mejores notas, me había quemado las pestañas estudiando, pero lo había logrado. Solamente tenía dos contras; una, era mujer, y la otra, tenía una cara de niña que nadie me daba la edad que tenía, y eso me ponía en desventaja, aunque cuerpo no se lo envidiaba a nadie. Me llamo Daniela Rivas, morena 1,68 de altura, con tacos estaba al nivel de cualquiera, ojos verdosos, ¿y de cuerpo? no me sobraba, pero tampoco me faltaba, sin ser vanidosa, en conjunto estaba bien.

Me instalé en uno de los hoteles, y salí con mi Ibiza a recorrer la ciudad. Quería catar como era el sitio antes de presentarme a por el trabajo, averigüé por el estudio y pasé por el frente. Se veía importante, un edificio muy bien terminado y con gusto, no iba a ser fácil que tomaran a alguien sin experiencia, solamente tenía a mi favor mis calificaciones, habría que ver si con eso alcanzaba.

Pasé lo que quedaba del día preparando los papeles para presentar, y me fui a dormir temprano, quería estar despejada para la entrevista.

A la mañana me despertó la alarma, me levanté, me duché, en fin, me preparé como mejor me pareció, busqué estar elegante sin ser provocativa.

Estaba ansiosa, era la primera vez que buscaba trabajo, y en una ciudad que me era desconocida. Pero un poco eso es lo que buscaba, un sitio donde no me conociera nadie.

Cuando entré en el edificio, me di cuenta de que era más importante de lo que supuse. Me atendió una recepcionista que me derivó a una oficina donde me atendió una señora mayor. Me preguntó que deseaba.

-Vengo por el anuncio por el que requerían una ingeniera civil. – se me quedó mirando, como no creyéndome.

- Pero ¿eres tú la ingeniera?

- Pues sí soy yo, este es el título y tengo la matricula paga.

- ¿Pero cuántos años tienes?

- Veintitrés, en el anuncio no especificaron la edad, pedían un ingeniero nada más, supongo que el ser mujer, en esta época no influye.

- No… eso no, pero bueno…, a ver que dice la arquitecta Montero, espérame aquí – se metió en una oficina y estuvo un rato, me extrañó que no hubiese avisado por el interno, pero cada oficina es un mundo, salió al rato y la escuche decir, bueno te la mando; me dio algo de confianza que tuteara a la persona de adentro.

- Bueno, pasa y no te pongas nerviosa, que si no te dan el puesto no es porque seas mujer.

Pasé a una oficina espaciosa y muy bien decorada, un escritorio inmenso, otro más pequeño, los dos con su ordenador, un tablero de dibujo, y dos sillones con una mesa pequeña en el medio.

Detrás del escritorio grande, una mujer que aparte de hermosa, demostraba una disposición y firmeza que impresionaba, traté de no mostrarme cohibida, me detalló de arriba abajo tomándose su tiempo hasta que se paró en mis ojos, me estaba poniendo nerviosa, y creo que es lo que quería y lo estaba consiguiendo.

-A ver, ¿así que tú eres la ingeniera? Espero que tengas los papeles en regla, me dijo Beti que tienes veintitrés, no lo parece. Aquí tendrías que ir a la obra estar entre los trabajadores, gente grande y un poco ruda, no se van a creer que tienes la edad que dices – ya me estaban cayendo mal tantas dudas -

- Pues aquí están mis documentos, y las calificaciones y recomendaciones de mis profesores, experiencia no puedo mostrar porque no la tengo.

- Si, en los papeles está todo bien, pero con esa cara de niña no sé hasta dónde vas a poder llegar.- me dijo con un aire petulante que me cayo mal

- Tendré la cara, pero soy tan mujer como usted. – se echó a reír.

- Caramba, así que con genio, me parece que para que seas como yo, aún te falta aprender a sonarte los mocos. – fue la gota que colmó el vaso.

- Pues no vas a ser tú la que me enseñe.

- Eh niñita, no sé si te diste cuenta que aquí la que manda soy yo.

- Pues manda a tus empleados, yo no lo soy ni veo que pueda serlo.

- Mira niñita, aquí queremos gente con carácter, no con mal carácter, para eso ya estoy yo, ¿te enteras?

- No tengo nada de que enterarme, dame los papeles que me marcho.

- Te marchas cuando se me dé la gana. – ya estaba que explotaba, pero conseguí calmarme.

- Por favor, dame los documentos que los necesito para buscar trabajo en otra parte. – se lo dije aguantándome la furia.

- ¿Buscar trabajo en otra parte? ¿pero quién le va a dar trabajo a una niñita malcriada que no sabe respetar a sus superiores? – ya no me contuve más.

- ¿De dónde mierda sacaste que eres superior a mí? Mira dame los documentos porque si no aquí se arma la de dios es cristo. – tomo el interno y llamó a la tal Beti.

- Llévate a esta nena, tómale los datos y averigua si es cierto que es ingeniera y que no falseó las notas.

- ¿Por qué me va a tomar los datos? ¿Qué me quieres anotar en una lista negra?

- Ay Beti, llévatela, llévatela porque es insoportable, quítamela de la vista, el que se acuesta con críos…

- Pues si estas meada será porque te measte tú. – salí gritando.

- Bueno cálmate, - dijo Beti, - te dije que no te pusieras nerviosa, a ver dame los papeles que te voy a fichar.

- ¿Que me vas a fichar para qué?

- ¿Y para qué va a ser? Tú sabes si el título es genuino; si lo es prepárate para empezar el lunes a las nueve, puedes venir un poco antes, que eso te da puntos.

- Pero ¿qué me dices? ¿Qué voy a tener que trabajar con esa loca?

- Pues sí, para eso está el anuncio.

- Pero si se cree que soy una cría.

- Bueno, demuéstrale que no lo eres.

- ¡No!, yo ni loca trabajo con ella.

- A ver Daniela, ella te llevó hasta tu limite porque se le dio la gana, pero si eres una cría o no, eso lo tendrás que demostrar. Por más que te caiga mal, es cierto que con esa carita de niñita, no te dan un puesto como este, ni que te proponga toda la universidad de Salamanca, así que todo queda en ti, si desaprovechas esta oportunidad es porque eres una cría.

Me quedé pensativa, me daba cuenta de que tenía razón, pero no me gustaba dar el brazo a torcer con Viviana, que así se llamaba la loca.

-Bueno, lo tendré que pensar, que quizá me convenga irme a otra ciudad.

- Esta bien piénsalo, el lunes te espero que tampoco pareces tonta.

Cuando salí de ahí, no sabía si estar furiosa o contenta, hasta Beti me decía las cosas como si yo fuera una mocosa, aunque tenía que reconocer que como era mayor, no me caía tan mal, pero la arquitecta, bueno ahí, no sabía si podría soportarla.

El viernes me puse en una cafetería que estaba al frente del estudio, quería ver cuanta gente trabajaba, eran bastantes, seguramente todos no serían arquitectos, pero así todo eran más de lo que pensaba.

Estaba sentada entretenida, cuando de pronto veo que entran Beti y Viviana, no me daba tiempo a ir al baño para que no me vieran, y como se sentaron cerca de la puerta si salía me iban a ver seguro.

Pedí otro café lo más discretamente que pude, y me quedé mirando, se reían con gran confianza, parecían que tenían una relación de amistad bastante fuerte, en ningún momento miraron para mi lado, y yo agradecida.

Al rato Viviana se levantó y se despidieron, Beti lo hizo al mismo tiempo, pero en vez de salir vino hacia mí y se sentó en mi mesa.

-Te quedaste, ya sabía que no eras tonta, ¿conseguiste lugar para quedarte, o vas a vivir en el hotel? – me había puesto colorada, era evidente que si estaba ahí era porque el lunes iba a tomar el puesto.

- ¿De dónde sacas que voy a ir el lunes? Todavía lo estoy pensando.

- Si claro, pero no me dijiste si encontraste lugar.

- No, estuve mirando, pero no sé cuál es la mejor zona, y todavía estoy en dudas si quedarme, no creo que sea fácil aguantar a tu jefa.

- Pues las dudas sácatelas, te puedo asegurar que mejor puesto que este no vas a encontrar, y a Viviana le caíste bien.

- ¿Qué le caí bien? Joder, me gustaría saber cómo sería si le cayera mal.

- Pues mejor nunca lo sepas, es muy buena persona y le gustan las cosas con franqueza, pero no le falles, tú por las dudas cuídate.

- Pero es que ni se cómo presentarme después de la despedida que tuvimos.

- Tú, entra como si nada, lo que pasó en la entrevista ya pasó; si le hubieses caído muy mal no te hubiese dado la oportunidad. Te aviso que la obsecuencia no es algo que agradezca, así que trata de ser cómo eres, sin exagerar. Ah, por el lugar para quedarte no te preocupes, nosotros trabajamos con inmobiliarias, así que no te apures que ya te vamos a conseguir algo bueno.

- ¿Tú me vas a ayudar?

- Vas a ver que no necesitas ayuda, pero en lo que te pueda ayudar dalo por hecho.

Luego que hablamos un poco más se despidió hasta el lunes. Salí del bar y me fui caminando al hotel, pasé por una librería y maté un poco el tiempo mirando libros, hasta que compré dos que me parecieron interesantes.

El fin de semana aproveché para salir a caminar y ubicarme en la ciudad, por lo menos los sitios más importantes, busqué un restaurant que me pareciera agradable y que no fuera muy caro, igual era hasta que pudiera alquilar, que me gustaba hacerme la comida sola.

El lunes me levanté temprano. Me arreglé con lo más serio que tenía, que, aunque no fuera lo que más me gustaba, me daba una apariencia más formal, y me hacía parecer mayor.

Cuando llegué, Beti ya estaba esperándome, me mostró el escritorio que me correspondía, pegado al de Viviana. Era espacioso y muy bien equipado, un ordenador de última generación al que seguramente tendría que acostumbrarme.

 Luego de enterarme de todos los detalles, me pidió que me quedara revisando todo, hasta que me avisara.

Los nervios me tenían mal, no por ser mi primer trabajo, sino porque el primer contacto no había sido muy auspicioso, estaba a la expectativa cuando me llamó Beti.

-Llegó la arquitecta y dice que vayas, y no te pongas nerviosa, no menciones nada de la entrevista. – pasé después de golpear.

- Buenos días señora Viviana, dígame en que puedo serle útil. – me miró seriamente.

- Mira, vamos a poner las cosas en claro. Tú no quieres que te trate como una niña, aunque lo parezcas, y yo no quiero que me trates como una vieja, aunque lo sea, así que me tuteas que eso no es falta de respeto.

- Usted; perdón; tú no pareces una vieja, ni creo que lo seas, que poco más que yo debes de tener.

- Tengo unos cuantos más, se ve que en la materia mentir, sacaste buenas notas, pero está bien, voy a hacer como que te creo.

- Te lo digo de verdad, cuantas de mi edad quisieran tener tu figura, y no creo que sea yo sola la que te lo diga.

- Bueno, ya veo que te deslumbré, pero ahora vamos a lo importante, quiero que me saques los cálculos para este proyecto, y si ves que necesita modificaciones, trata de que se puedan hacer con los menores cambios estéticos, que el cliente quiere que se vea así – era un cúmulo de papeles que se veían bastante claros, pero no era cuestión de un rato.

- Pero esto no te lo voy a poder hacer en el día.

- Puf… ya empezamos mal.

- Bueno voy a tratar, en todo caso me los llevo a casa y mañana te los traigo – Se echó a reír.

- ¿Pero de verdad piensas que esto te lo doy para que lo termines en el día? anda mujer, toma el tiempo necesario que la esclavitud hace rato que esta abolida, lo que sí, hazlo bien.

- Pierde cuidado, vas a ver que lo de las notas es cierto.

- Ya lo sé, por eso estás aquí; ah una cosa, no necesitas venir tan formalita a no ser que te guste mucho ese trajecito, debes tener algo que alegre mejor la vista.

- Que ¿me queda feo? – pregunté sorprendida.

- ¡No! pero supongo que algo más juvenil te quedaría mejor, aunque te parezcas más a una nena. – me hizo poner colorada, pero no pude menos que sonreírme por la alusión.

- Trataré de alegrarle la vista a alguien, aunque todavía no sé a quién.

- Nunca se sabe.

Tomé los papeles del proyecto y me fui a mi oficina, me puse a estudiarlo y tratar de sacar los cálculos con prolijidad. Era un emprendimiento complejo pero muy interesante, tanto es así que paré para comer un emparedado y seguí sin hacerle caso a nada.

Sin darme cuenta se habían hecho las ocho de la tarde y la noche ya estaba avanzando, cuando entra Viviana con cara de mal humor.

- ¿Qué estás haciendo a estas horas?

- Estoy con el proyecto ¿Qué hora es?

- Son más de las ocho, y te dije que la esclavitud ya se había abolido, si te crees que quedándote a vivir aquí ganas puntos estás equivocada.

- Perdona, no pensé que eran tan estrictos, lo que pasa que me entusiasme, es la primera vez que trabajo en algo tan interesante, y no me di cuenta de la hora.

- Que, ¿te quedaste porque te pareció interesante?

- Y sí…, nunca calcule algo así, y creo que tiene más de lo que a simple vista parece, te iba a preguntar con qué concepto se manejan.

- Uhm… mira, te invito a cenar y me cuentas que tan interesante lo ves, - iba a subir a mi coche, pero me paró – déjalo que vamos con el mío, en todo caso mañana te paso a buscar al hotel.

Era una buena oportunidad de conocerla y aprender cómo manejarme en la empresa, o más bien cómo la manejaba ella. Fuimos a un restaurant no muy grande, con un ambiente familiar donde se notaba que era conocida.

Nos llevaron a una mesa bastante reservada, podíamos hablar con comodidad, me preguntó que prefería, pero dejé que eligiera ella que conocía el sitio. Mientras traían la comida me preguntó.

-Bueno ahora cuénteme que es lo que te entusiasmó.

- Es qué me pareció raro, me gustó, pero no tendría que haberme gustado.

- No te entiendo, ¿cuál es la razón por la que no tendría que haberte gustado?

- Veo que es un proyecto muy bonito, funcional todo lo que quieras, pero creo que se podía hacer lo mismo, en menos tiempo, y con un costo mucho menor, y cumpliría la misma función.

- Entonces no te gusta.

- Me gusta, claro que me gusta, seguramente el que lo vea, se va a parar a mirarlo, pero en lo practico ¿para qué sirve? ¿de quién es el proyecto?

- Mío, yo lo proyecté.

- Yo y mi bocota, es que contigo no pego una, siempre meto la pata.

- No metiste ninguna pata, lo que pasa que hablas como una ingeniera, lo tuyo va por los números y los resultados, pero en la vida hay más que eso, fíjate, ¿por qué van quedando cosas de lo más antiguo? quedan por su belleza, su utilidad ya se perdió en el tiempo, lo que perdura son las obras de soñadores que nos legaron la estética.

- Sí claro, pero económicamente estas pagando para alegrarle la vista a los paseantes.

- Mira Daniela, en la vida no todo es tan funcional, también los sueños nos alegran la vida, no siempre se llevan a cabo, pero luchar por ellos ya es un placer – me lo decía entusiasmada – tú misma, seguramente soñaste con recibirte de ingeniera y llegar trabajar en una empresa grande.

- Si no me hechas por lo que dije, ya estoy trabajando en una empresa grande.

- Las hay más grandes, ¿pero nunca soñaste con eso?

- No, no soñé nunca, sabía que iba a llegar, para eso me preparé, estudié todo lo que pude, y si tuviera que estudiar más, lo haría, nunca soñé que tendría la suerte de conocerte y que me tomaras.

- Aj…no soñaste, no te das cuenta de que eso es lo que hace que el mundo vaya para adelante, que mientras sueñes puedes cambiar la realidad por mala que sea; que es lo que no te deja estancarte, ¿escuchaste este verso?

Un amor, una ilusión

Y cualquier mal, es pequeño

Que toda la vida es sueño

Y los sueños, sueños son.

-Sí, lo escuché, pero no es así.

- Claro que no es así, tampoco los sueños de Segismundo son igual que los que tengo yo.

- ¿Y porque no te buscas un verso que sea igual que tus sueños?

- Porque el que me gusta es ese.

- Pero si te gusta déjalo como está.

- Es que tú no entiendes; te doy un ejemplo; me gusta un edificio, lo miro, tengo que hacer otro, ¿y voy a hacerlo igual? ¡no! hago lo que me gustó de este, pero a mi manera, por eso son distintos.

- Bueno… un edificio sí, pero un verso…no sé…: si quieres cambiarlo, cámbialo, por mi… nada.

- ¿Ves? Esa es la diferencia, tú lo escuchaste y ya está, está todo dicho, a mí me gusta más como lo digo yo, y lo cambio a mi gusto, cómo ingeniera te atienes a lo estudiado porque es seguro, yo busco los límites de los que hicieron otros, nadie empieza de cero, pero agregando es como se avanza.

- Me dices que no voy a avanzar.

- Te digo que te falta aprender, que la belleza es una cuarta dimensión que también hay que tener en cuenta en los proyectos, te doy un ejemplo; mira tú eres capaz, trabajadora, voluntariosa, se ve que tienes muchas cualidades, pero si mañana vienes con un vestido más juvenil, no pierdes nada de lo que tienes y aparte te van a ver más hermosa y eso suma; ¿tienes novio?

- Si tener novio es otra dimensión, te aviso que nunca tuve.

- No me digas que eres virgen.

- No, pero de eso mejor olvidarme.

- ¿Y novia tampoco?

- No, tampoco nunca tuve.

- Qué, ¿eres homofóbica?

- No, porque piensas que podría serlo, ¿tú lo eres?

- Y es que eres tan apegada a las normas que por ahí lo eras; a mí me gustan las mujeres, pero no tengas miedo, que no me meto con menores.

- Por cómo eres, aquí la más mayor parezco yo.

- A ti eso se te cura fácil, a mí los años no me los saca nadie.

- Lo dices como si fueras la duquesa de Alba, si no debes tener mucho más que yo

- Los suficientes para no pedirte en casamiento.

- ¿No me digas que te quieres amancebar conmigo? Dije riendo.

- Toma con la palabra de la niña, parece que ya estás aprendiendo a llevar las cosas al límite, todavía vas a terminar sabiendo de arquitectura.

- Si es eso solo, todavía no está tan mal. – nos echamos a reír, pero cuando me miraba notaba otro interés, creo que iba a tener que cuidarme.

- Hay claro, porque meterse con una vieja, eso sí que estaría muy mal.

- Anda tú vieja, con ese cuerpo debes tener una cola atrás tuyo, cómo para elegir por colores.

- Lo que tengo detrás, mal no está, pero no también cómo la que tienes tú.

- No te pierdes una, mejor vayamos a dormir, que mañana tengo que atender a mi jefa, y no sé con qué humor venga.

- Bueno vamos, y no te preocupes que esa vieja nunca trata mal a las crías.

Salimos del restaurant, y me llevó hasta el hotel, era cerca, cuando llegamos fui a bajarme, pero me agarró del brazo.

-Que ¿no saludas? – me atrajo para darme dos besos en la mejilla, - mañana paso a buscarte ocho y media, que duermas bien.

- Tú también, y gracias por la invitación, la pasé muy bien.

Subí a mi habitación, estaba contenta, me había ganado la confianza de Viviana, y no la iba a defraudar, me gustó que me haya avisado de su condición y no enterarme por otro lado, era una prueba que me veía como una adulta y así me respetaba.

A decir verdad, los piropos descarados también me gustaron, hacía mucho que nadie me alagaba por mi hermosura, sabía que mal no estaba, pero lo único que solía escuchar, eran chascarrillos de algunos chicos que me tomaban por una estudiante.

Me preparé la ropa para el otro día, le iba a dar el gusto, y a mí me perecía más natural vestirme como lo hacía comúnmente.

Me acosté pensando, cómo a una mujer tan hermosa que le debían sobrar pretendientes podía preferir andar con mujeres. Bueno, sobre gustos, colores, total a mí ¿Qué me importaba? ni me iba ni me venía. Y así me dormí

Esta es una nueva saga que espero que les guste. De Kinesiología si se me ocurre algo coherente seguiré algún capitulo.

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