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Ingeniera Civil 8

en Lésbicos

No lloraba, estaba furiosa y eso me ayudaba a descomprimir mi angustia con mi furia. No le echaba la culpa de que se hubiese enamorado de otra u otro, no sé. Sé que el amor eterno es cosa de películas o novelas, nadie ama porque se le dé la gana, si lo haces a propósito no es amor, si me dejó de querer no la culpo, me lo hubiese dicho; y bueno, me hubiese dolido porque yo sí, la sigo amando, pero no me hubiese sentido engañada como una estúpida.

El amor se termina y si pasa no lo puedes evitar. Pero la lealtad, la honestidad, la amistad, el cariño por alguien que alguna vez estuviste enamorada ¿puede pasar?

No era hora de pensar en tonterías, si había definido lo que iba a hacer, lo mejor era hacerlo.

Tenía que pensar que rumbo tomar. Tenía dinero como para pasar un tiempo sabático, lo que había traído cuando me vine a esta ciudad, lo había puesto en un fondo de inversión que me dio buenas utilidades, a parte le pedí a Nuria que hiciera una evaluación de lo que tenía en la cuenta sueldo, que Vivi siempre quiso que tuviera por separado (eso se lo tenía que agradecer)

-Dani – me decía Beti – no te apresures, espera a hablar con ella

- ¡No! Si no me voy a escapar, no tengo porque hacerlo, si alguien estuvo mal, fue Viviana

- Por favor, no te apresures, no es lo que te parece.

- Uf…la famosa frase, solo faltaba que me la dijera al encontrarla follando con otra.

Estaba nerviosa, pensaba que Beti la iba a alertar de mi decisión (que en ese momento no era un misterio para nadie) y volvería más rápido. Se ve que estaba muy a gusto como para dejar lo que estaba haciendo.

Llegó el día del arribo y me avisó para pasarla a buscar como siempre, le dije que tenía que terminar de arreglar algunas cosas, que la iba a esperar Nuria, me pidió que la esperara en casa, y le dije que ahí estaba.

Ya tenía alguna maleta preparada y estaba llenando otra, solamente pensaba ponerla al tanto de cómo había organizado mi ida, para que no tuviera ningún inconveniente con el reemplazo, (Nuria estaba al tanto de todo, que la pobre es la que más lo sufrió)

Cuando llegó la esperé adentro, una vez que bajo la maleta le dije a Nuria que se podía marchar. Quiso darme un beso y le puse la mejilla, vio las maletas, creo que ya sabía que me marchaba, no se extrañó.

- ¿De verdad te quieres ir? No era que querías un edificio para siempre – me senté en la cama

- Pues me parece que si no duró es porque lo demoliste tú con tus mentiras.

- Nunca te mentí

- No me vengas con recursos semánticos, no haberme dicho la verdad ¿no es lo mismo que engañar? No te culpo por haber dejado de quererme, si te enamoraste de otra no es tu culpa, no haber sido sincera conmigo si lo es.

- Yo te sigo amando, no es lo que te piensas.

- Otra vez con la cantilena, ¡ya sé! eres bipolar y no lo puedes evitar, amas a dos, ¿desde cuándo me estás engañando? – se tomó la cabeza llorando

- Desde siempre, desde que me enamore de ti

- ¡Hija de puta! – le grité - Todo fue una farsa ¿no me podías dejar vivir en paz? Te crees que los momentos felices que pasamos valen el que me hayas jodido la vida para siempre, me hiciste quererte hasta el alma, ¿para qué? Para reírte ahora, ¿a la otra le estás haciendo lo mismo? – lloraba como si fuera yo la que le había metido los cuernos.

- Yo nunca anduve con otra desde que estuve contigo, no necesito a nadie si te tengo a ti.

- A sí ¿y entonces donde está el engaño? Me lo quieres decir

- Es que…, es que me voy a morir – me quedé mirándola como una estúpida

- Yo también me voy a morir, todos nos morimos, ¿y por eso me engañabas?

- Es que yo me voy a morir en dos o cuatro años según decida

- Ah… ¿te dan a elegir? O lo sacaste del horóscopo.

- No lo tomes así, puedo durar cuatro años, o vivir dos, puedo elegir, sí. – cerré los ojos, a ver si podía poner en orden lo que me estaba diciendo.

- A ver si puedo entenderte, ¿Por qué te vas a morir, me estas engañando desde que estamos juntas? ¿a la otra la engañas también?

- No hay ninguna otra, en mi vida solo estás tú.

- ¿Y entonces en que me engañabas? Antes no salías por ahí.

- Te engañé porque cuando tú me contaste tu vida, yo no te conté la mía, te tendría que haber dicho de mi enfermedad.

- ¡Qué! ¿ya estabas enferma?

- Siempre estuve enferma, es genética, mi padre murió de eso y yo lo herede, sé que fui egoísta, pensé solamente en los años que podía vivir feliz a tu lado, antes salía con cualquiera, llegaste tú y me enamoré, y bueno no era fácil renunciar a tu cariño. – las lágrimas corrían por sus mejillas, quería entender

- O sea que tu engaño fue no decirme de tu enfermedad. Ahora explícame, porque tenías que recorrerte medio mundo sin decirme la verdad a donde ibas. Y que ibas a hacer.

- Fui a diferentes centros hospitalarios con la esperanza de encontrar una cura, por desgracia no la hay. No quería afligirte, bastante con que me preocupara yo, si no lo sabías podía disfrutar de tu alegría, para que iba a apenarte, íbamos a ser dos.

- ¿Y cuándo me lo pensabas decir?

- Te lo iba a decir ahora, Beti me regañó por no decírtelo, me dijo que me querías, que no me ibas a dejar por esto.

- ¿Y cómo es eso que puedes vivir dos o cuatro años?

- No te dije eso, te dije que puedo vivir dos o durar cuatro, mi padre duró tres ahora puede ser un poco más, pero pregúntale a Beti de qué manera. Yo no quiero durar así, contigo quiero vivir los dos años, si no estás tú, tanto da. – veía en sus ojos que me estaba diciendo la verdad

- ¿Y ahora que tendrías que hacer para estar bien?

- Tengo que ir a suiza cada tres meses, me dan radio y ciertos medicamentos. Me quitan el dolor y puedo andar normalmente casi hasta lo último, llega el momento que el corazón no aguanta más, pero mientras tanto vivo. – ahora era yo la que se agarraba la cabeza, tanta furia a la mañana pensando que me engañaba, la alegría que tendría que tener al saber que no lo hacía, y la tristeza de saber que nuestra felicidad tenía fecha de caducidad.

- Y ahora cómo estás,

- Ahora estoy bien, por tres meses si no pasa nada no tengo que volver.

- Voy a tener que poner otras cosas en la maleta.

- ¿Te vas?

- Nos vamos, búscate la ropa apropiada para ir a Grecia en esta época, hace mucho que me lo estás prometiendo – se abalanzó arriba mío.

- Te quiero, te quiero, vamos a Grecia, vamos a donde tú quieras – me besaba con desesperación – Dani quiero hacerte el amor, déjame.

- No Vivi, ahora no. Entiéndeme, amanecí furiosa, después me diste la alegría de hacerme saber que no me engañabas, que me quieres como siempre, pero también me das la tristeza de saber que siempre no está tan lejos. Déjame asimilarlo, te prometo que te voy a resarcir en Grecia, ahora vamos a la empresa, arreglamos todo para que Beti y Nuria puedan desenvolverse, y sacamos los pasajes. – me besaba con una pasión que casi me hace cambiar de idea.

Cuando llegamos a la empresa subimos como siempre por el interno, Vivi le pidió a Beti que viniera, cuando me vio con ella le saltaron las lágrimas nos abrazó con fuerza mientras le repetía a Vivi.

-Boba, boba, te dije que no te iba a dejar, sabía cuánto te quiere. Y tú – dirigiéndose a mí - sabes que Viviana es como una hija, pues contigo siento que de mayor parí otra. - nos abrazamos mezclando nuestros lloros de emoción. Lo que no me permitía llorar de rabia o de pena lo hacía de emoción.

Había que pasarle el poder a Beti para usar las chequeras con testigos y todo eso, pero Vivi lo arregló fácil, le abrió otra cuenta en el mismo banco, y desde donde estuviéramos podíamos transferir los fondos de una cuenta a la otra. No sé porque no había hecho lo mismo conmigo hace unos años.

Era un trámite rápido, pero que teníamos que hacer en horario bancario.

Los pasajes los sacamos para el día siguiente, mejor, así arreglábamos todo lo que íbamos a necesitar con más tranquilidad.

Cenamos afuera, para no manchar la cocina, al otro día haríamos lo mismo, la conversación giró en la enfermedad de Vivi, en cómo era la diferencia de que fuera en dos o cuatro años el desenlace. Era así, había medicamentos para durar de mala manera. El padre había durado tres años, ahora podían alargarlo a cuatro, y había esos tratamientos con radio que con apoyo de algunas drogas, le permitían una vida bastante normal, pero atacaba otros órganos y el desenlace era más cercano. Ella prefería este.

Estábamos hablando con la naturalidad como si fuera de otra persona, pero adentro sentía una tristeza que mis ojos no podían ocultar. Me acarició la cara mientras me decía.

-Dani, no te apenes, ayúdame a vivir estos dos años dejándome quererte, que para mí van a ser los más maravillosos. Hace muchos años que estoy preparada para morir, pero nunca pensé que fueran tan estupendos como los que me hiciste vivir tú – bese la mano que con tanto cariño me acariciaba.

- Pues estos dos los vamos a vivir en grande. En la empresa está Beti y Nuria que son de confianza, y quiero conocer otros sitios estando tú en ellos. – nos volvimos a casa, preparé un café y nos sentamos juntitas a tomarlo, sentía la calidez de su cuerpo sabiendo que luego me iba a faltar, le agarré la barbilla y le di un beso blando con los labios cerrados – ¿vamos a dormir? Mañana tenemos que hacer bastantes cosas 

Solamente dijo vamos, y me acompañó a la habitación. Nos desnudamos y nos acostamos una en cada punta de la cama, le había dicho que hasta Grecia no pasaba nada, y lo respetaba, no quería tentarse, me fui acercando y se dio cuenta, la respiración se le hizo más rápida, la abrace por la espalda mientras le susurraba al oído.

- Pero de verdad ¿te pensaste que iba a esperar a estar en Grecia para follarte? – un estremecimiento recorrió todo su cuerpo, se quiso girar, pero no la dejé, tiré su camisón para arriba para sacárselo, pero una vez que pasó de su cabeza dejé que se arreglara ella, besaba su cuello, sus orejas mientras le sobaba las tetas y clavaba mis pezones en su espalda. fui bajándole las bragas hasta engancharlas con mis pies y sacárselas de todo. – ahora sí, la tenía desnudita toda para mí, había decidido que el tiempo que le quedara lo tenía que vivir a pleno; y a pleno se lo iba a hacer vivir.

Le enganché las piernas y así de costado la hice quedar en posición fetal, frotaba mi pubis contra sus nalgas, le pedí que se quedara así y me di vuelta. Besaba su espalda acercándome a donde terminaba el nombre, pero quería ir más allá. Llegué hasta ese culito redondito, así con las piernas encogidas quedaba tan ofrecido ¿Qué iba a hacer? Abrí esos cachetes de lujo, miré ese agujerito redondito, lujurioso, bonito el, si era para perderse ahí, y porque no me iba a perder yo. Pasé la lengua por él y con la punta le hacía cosquillas en el centro, los gemidos no parecían de incomodidad, así que seguí, fui siguiendo el camino que llaman perineo, lo recorría como si fuera el de Santiago, y metí la cabeza entre sus piernas hasta llegar a su catedral. Entré con mi lengua mientras con un dedo ocupaba el ojalillo que había estado lameteando un rato antes, lo metía y lo sacaba mientras ahora iba en busca del botón y lo encontré, estaba escondido entre unos suaves y resbalosos pliegues, se asomaba bien chulo (ya le iba a sacar la chulería) lo agarré entre los labios y sorbí. Los gemidos de antes se convirtieron en quejidos, se ve que estaba sufriendo mucho porque movía la cadera como si estuviera cabalgando y se abrió bien de piernas para calmar sus dolores mientras me apretaba la cabeza contra ese botón pendenciero que cada vez se metía más entre mis morros.

La cosa debía de venir grave porque no paraba de saltar y berrear, hasta que un chorro de no sé qué me lleno la boca, por las dudas me lo tome todo, que con la crisis, no hay que desaprovechar nada.

Quedó despatarrada gimiendo todavía, quizá era porque tenía el dedo en el culo, se lo saqué, pero no sé si era eso, parece que no le gustó mucho. Fui subiendo hasta su cara, le acaricié el pelo estaba con los ojos cerrados.

- ¿Cómo estás? – abrió los ojos y con tono risueño me contestó

- Si me sigues haciendo esto, no sé si te voy a durar dos años.

- ¿No quieres que te lo haga más?

- ¿Qué, estás loca? Esto me lo puedes hacer aunque dure dos meses, te dije que quiero vivir y mejor manera no conozco. Pero tú también tienes que vivir, y te acostaste con camisón, para qué ¿para darme trabajo? Pues veras.  te voy a hacer eyacular te vas a correr como nunca. – se echó sobre mí y si que me hizo correr, no sé si como nunca, pero puso empeño para que lo fuera; de eyacular nada, se ve que era de las que no podía. Con los orgasmos que me provocaba era bastante, estaba más que conforme.

De ahí en más, todo fue disfrutar del momento, si no tuviera un final anunciado, nuestro disfrute ya sería exagerado, cada tres meses se iba a Suiza a tratarse. No dejaba que la acompañara, el radio la irritaba mucho y no quería que la sufriera así.

Por lo demás, estábamos un tiempo en casa, trabajaba en un proyecto que la tenía entusiasmada, pero sin ningún tipo de obligación.

Entre Nuria y Beti llevaban todo a la perfección, si aparecía algo que necesitaba nuestra aprobación, lo arreglábamos por videoconferencia.

Habíamos viajado por Japón, por Argentina, Chile, Cuba, Egipto, y estábamos eligiendo cuando me preguntó a qué sitio quería ir.

-Australia, ahí tendríamos que ir ahora.

- ¿Y que hay en Australia? ¿Quieres conocer los canguros? Ya los viste en el zoológico.

- No quiero ver los canguros, ¿sabes que quiero? Follarte en Australia, ya te hice el amor en Asia, África, América, y en Europa estamos, el continente que queda es Australia, la Antártida no cuenta, no sé si es continente, pero no vale la pena cagarse de frio para echarse un polvo. – y a Australia fuimos, hicimos el amor como en los demás, ni mejor ni peor, pero podíamos decir que habíamos follado en todo el mundo.

Viajando por España, habíamos visto en Cádiz llegar los barcos de socorro con cantidad de refugiados, entre ellos madres con sus hijos pequeños, y a veces otros que ni padres tenían, que habían muerto en la travesía, verlos era para que se nos cayera el alma, y el proyecto de Viviana era hacer un hogar para esos niños hasta que se le pudiera encontrar un destino.

Le encantaban los niños, nunca me lo dijo, pero notaba que hubiese querido tener alguno. No le decía nada, pero lo que proyectaba no le iba a dar tiempo de llevarlo a cabo. Era su sueño y solamente eso le quedaba, soñar.

Los días que iba a Suiza, me daba cuenta del trabajo de Beti y Nuria.

Se ocupaban de todo, la ayuda de don Osvaldo era mucha, pero ellas dos eran las responsables. Me daba vergüenza; cuando estaba allí trataba de aliviarles el trabajo, pero sobre todo Nuria, que ya conocía los motivos de tantos viajes, me decía que no me preocupara, que tratara de hacerla feliz que de lo demás se arreglaban ellas.

Así fue pasando el tiempo, cuando volvía parecía que quería comerme entera, me hacía el amor de una manera que me enloquecía, los orgasmos me los arrebataba, buscaba y encontraba las mil formas de hacerme gozar. La dificultad era que ella no podía gozar lo mismo, no porque yo no supiera hacerle el amor, era que el cuerpo no se lo permitía, se cansaba, gozaba una vez y quedaba destruida. Una vez le dije

-Vivi, mi amor, sabes que me haces volar como nadie, pero no hace falta que me lo hagas tan seguido.

- ¿Qué, no te gusta?

- Sabes que me gusta, que me haces gozar como una loca, ¿pero y tú, como puedo hacer para que tú lo hagas con tanta intensidad?

- Dani, cuando tú te corres, en mi cabeza es como si lo hubiese hecho yo, gozo lo mismo o más que cuando tengo un orgasmo, por favor, no me quites eso, quiero sentirte vibrar en mis manos, en mi boca, quiero sentirte estremecer de placer cuando te hago mía; quiero sentirte mía hasta el final.

No volví a decirle nada, si eso la hacía feliz no se lo iba a negar. En verdad no tenía que fingir nada, los orgasmos los sentía y sé que los iba a extrañar.

Tenía unas pastillas que le habían dado en Suiza (en Suiza había pastillas para todo) que les producían a las mujeres el mismo efecto que la pastilla azul a los hombres. El día que tomaba eso era una leona, ahí sí, le podía hacer el amor con intensidad, daba y recibía, se le notaba unas ansias que la descentraban. Lo malo que mientras yo al otro día estaba como nueva, a ella le costaba recuperarse.

A veces olía un olor raro en el baño o en el ascensor personal y la veía con los ojos vidriosos, le conté a Beti, y me dijo que no le dijera nada, era marihuana, seguramente le calmaba un poco el dolor, el padre fumaba siempre cuando se enfermó, se lo habían dado los médicos.

Esos días cuando nos acostábamos la traía a mi pecho y la acariciaba le besaba la frente, una vez me di cuenta que estaba llorando.

-Vivi, ¿qué te pasa corazón?

- Es que ya no puedo hacerte feliz como antes, no puedo hacerte sentir todo el amor que te tengo, ni para eso sirvo ya.

- No seas tonta, no hace falta que tenga un orgasmo para sentir tu amor, así como te tengo ahora estoy sintiendo todo tu cariño, no entiendes, no te quiero porque tenga un orgasmo contigo, tengo un orgasmo contigo porque te quiero, y así como estamos ahora siento como si lo tuviera – la besé y conseguí dormirla con una sonrisa en los labios.

Gracias a tod@s los que me alientan y a tod@s los que me leen, espero que les siga gustando.

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