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Estudiando Kinesiología 12

en Lésbicos

Estudiando Kinesiología 12

La semana venía bastante ajetreada. Si bien había arreglado lo de Inés y Mónica, el miércoles tenía que atender a Susi, y en los días subsiguientes dos servicios más a unas señoras que en las vacaciones seguro que no pillaron nada.

El martes se me apareció Mónica y me da un paquete.

- ¿Qué me estás dando?

- Ábrelo a ver si te gusta – lo desenvolví y me encontré con una hermosa caja de bombones

- ¿Y esto por qué? ¿No me estarás tirando los tejos? A ver si te despabilaste demasiado.

- No seas boba, aunque no es tan mala idea, que gracias a dios bien buena que estás.

- Pues no te ocupes porque tengo quien me los tire. De verdad ¿Por qué me das esto?

- Para agradecerte el trabajo que me encontraste. Nunca pensé que la podía pasar también trabajando.

- Ah… entonces te pasaste de la raya, la trabajaste tú o te trabajaron.

- Creo que las dos cosas, y las dos me gustaron

- A ver, a ver, cuéntame que ahora no me vas a dejar con la intriga ¿Qué pasó?

- Mira, no hay mucho que contar, primero le di un masaje que me parece que le gustó, pero me dijo que lo podía hacer mejor, le pedí que me enseñara, y me enseñó, ¡y como! Fue la primera vez que me comían el coño, te juro que pensé que me meaba del gusto, y cuando se lo comí yo, no te digo nada, con la gana que tenía eso era un pastel.

- Ah, pero te fuiste a lo grande, mira la timidita como me salió

- ¿Cómo salí yo? ¿Como me sacó ella! Cállate, si después me invitó a comer y cuando terminamos, me enseñó como tenía que tratar a una mujer si se sentaba en mis rodillas, que lección mi madre, me dio un curso de ginecología que no se si no voy a cambiar de carrera, te digo que me dio vergüenza como me corrí, le mojé toda la camisola, pero ella contenta, me aupó y me llevó a la cama a ver que podía hacerle yo.

- ¿Y qué le hiciste?

- Lo que me dijo, se puso un almohadón abajo del culo y medio sentada se abrió los labios con los dedos y me pidió que le pasara la lengua bien sacada por el clítoris que quería verla porque era muy bonita. La saqué todo lo que pude y con la puntita le pasaba a la puntita de ella, vieras como crecía, me daba gana de hacerme la tonta y tragármelo, yo la miraba a los ojos, pero ella miraba mi lengua.

- Agárralo con los labios, pero sigue lamiendo que lo estás haciendo muy bien.

- Hacía lo que me mandaba y me gustaba, enseguida pidió que se la pasara por toda la rajita, cuando llegué a su cueva me preguntó.

- Bonita, ¿no quieres meter esa lengüita adentro? Así…así, muévela haz lo que quieras que todo eso es para ti, - me tomo la mano para que le acariciara el botoncito, pero enseguida me la sacó – espera mi vida que todavía no me quiero correr, ven pásame por todo, pásame por todo, hazme gozar más tiempo, ¿sabes? Me está por salir el juguito y tu lo quieres ¿verdad? Te gusta ¿es cierto? – le dije que sí con la cabeza porque la lengua la tenía ocupada – si cariño yo te voy a dar lo que quieras, ya me sale… ya me sale…méteme la lengüita – fue a frotarse el clítoris pero le pegué en la mano y se lo froté yo, empezó a moverse como una poseída, apenas podía tener mi boca pegada, pero me agarró de la nuca y me apretó contra su vagina, ahora no me iba a salir de ahí, pero mi cerebro debía estar rebotando por todos lados.

- Así… mi cielo, bébeme entera que todo es para ti – no se como se correrá otras veces, tampoco se lo que le duró, pero gimió todo lo que le dio la gana hasta quedar despatarrada. Yo como soy hacendosa, no quería dejarla toda mojada, así que con esmero fui juntando con mi lengua toda la chorrera que le llegaba hasta el culo; que te digo, bien bonito que lo tiene, mientras escuchaba sus suspiros.

Cuando me acosté al lado, parecía que necesitaba un pulmotor, saqué la lengua y le acaricié los labios con la puntita, me atrajo y me la enredó con la suya en un beso de película, cuando paró para respirar le pregunté

- ¿Estás bien?

- Sí mi amor estoy muy bien, y mucho gracias a ti. ¿Y tú cómo estás?

- Yo, contenta, no te habré enseñado nada, pero algo aprendí y creo que te gustó.

- Claro que me gustó, lo hiciste muy bien, pero te pregunto si estás bien por otra cosa ¿a ver?  (me paso la mano por la vagina, y sí, estaba mojada, después de esa escena hasta la Venus de Milo que es de piedra estaría cachonda) estas mojadita por esto te preguntaba, esta mal dejar a una mujer con ganas, no me hagas moverme mucho porque me deshiciste, pero si me pones el coñito en la boca, te devuelvo las atenciones.

- Pero Inés, soy yo la que te tengo que dejar satisfecha.

- ¿Y que te hace pensar que lo que voy a hacerte no me da satisfacción? Verte gozar a ti es un delirio, vas a ver que la pasamos bien.

- Puf…tenía razón, ¡qué bien la pasé! Estaría cansada, pero tenía una lengua maravillosa y le gustaba lo que hacía. No se contentó con sacarme un orgasmo, siguió y me introdujo un dedo que después se hicieron dos y hasta que me hizo tener otro no paró

 Me salí de encima y me arrebujé a su lado.

- Mi amor – me susurró – si te vas a dedicar a los masajes no hagas con todas así, esa lengüita y esa almejita, valen mas de mil euros. Pregúntale a Silvia como tienes que hacer, pero esos morritos y esa almejita guárdalos para casos especiales.

Nos abrazamos y nos quedamos dormidas. A la mañana nos despertamos y pensé que a lo mejor teníamos otra sesión, pero se le había hecho tarde, y bueno, me llevó hasta casa y me saludó con un beso que me dejó mareada, diciéndome que me iba a llamar.

- ¿Te parece que me va a llamar?

- Mujer, después de lo que me contaste no se si va a esperar dos semanas o te llama antes.

- Ojalá, pero te das cuenta porque te mereces los bombones, nunca pensé que mi primera vez con una mujer de verdad lo disfrutara tanto y todavía me paga

- Bueno, disfrútalo, pero no lo demuestres tanto que va a terminar cobrándote a ti.

- La verdad, no sé como me la dejaste a mí, con lo buenorra que está, si tienes otra avísame

- Mira dentro de unos meses voy a dejar esto, y pensaba vender el móvil con los contactos, así que si te esperas te dejo la clientela.

Quedamos que iba a ir juntando, que si era como parecía, era compradora fija.

El miércoles fui a lo de Susi. Como siempre me vestí de Teresa y me empeñé en complacerla lo más que pudiera. Conseguí hacerla subir a la nube donde la Tere le hacía pasar un rato ardiente. Me daba pena, sabía que cuando yo la dejara no había nadie que me pudiera suplantar. No porque no lo pudieran hacer mejor que yo, cualquiera lo podía hacer mejor, pero ella estaba obsesionada por mi parecido físico, y no era fácil que encontrara alguien igual. Me acosté al lado y la arropé un poquito, sabía que le gustaba.

- Susi, ¿no vas a tratar de encontrar a Teresa? Mira que dentro de unos meses no voy a estar más para darte los masajes.

- Sí, ya lo sé, pero es que no sé dónde buscarla

- No sabes, o tienes miedo de encontrarla – se quedó callada un ratito

- Es que no me entiendes, así todavía puedo soñar que pasó lo que pasó, pero nos seguimos amando, figúrate si la encuentro y tiene su vida hecha y ni se acuerda de mí.

- Y figúrate que no la tenga tan hecha, y sí se acuerda y podrían hacer su propia vida.

- Silvia, son casi veinte años, como piensas que se va a acordar de mí.

- Son los mismos años que pasaste tú acordándote de ella, yo no te digo que pueda ser, pero no tienes nada para perder, solo podrías ganar, y no te arriesgas a pasarte la vida pensando que a lo mejor no fuiste feliz porque no te animaste.

- Si yo tuviera tu coraje lo haría,

- No es coraje, coraje se necesita cuando arriesgas algo, pero tú no pierdes nada, porque nada tienes.

- Sí que tengo, tengo un sueño y no quiero quedarme sin él. – y se puso a llorar. Era tan sensible, tan vulnerable, que no sé cómo se había arreglado en el mundo de los negocios.

- Perdóname, no quise hacerte llorar, no me hagas caso, soy una metida.

- No, sí sé que tienes razón, pero tengo miedo de encontrar lo que no quiero. ¿Te vas a quedar?

- ¿Quieres que me quede?

- Sí, no quiero quedarme llorando sola.

- Bueno, me quedo con una condición, si quieres te sacas ese olor a coño, y te pones algo que voy a pedir una pizza, que no quiero dormir con la barriga vacía.

- Pues entonces habrá que llenarla, pide dos por las dudas. Oye y no tengo tanto olor a coño.

- ¿Será que no tuviste ningún orgasmo? Como simulas eh

- Sí que tuve, pero no soy tan apestosa.

- No te digo que seas apestosa, pero con ese aroma por ahí se me da el comerme algo más que la pizza. Vamos que preparo todo.

Cuando volvió se le notaba contenta, quizá era por no tener que dormir sola, no quise volver sobre el asunto, porque sabía que se iba a poner mal, así que hablamos de trivialidades hasta que se nos dio por acostarnos.

No era la primera vez que la acompañaba a dormir, y eso era lo que hacíamos, tan pronto nos acostamos, se abrazó a mí y así estuvimos hasta la mañana.

Nos levantamos temprano, y cada cual a lo que teníamos que hacer  

Me encontré con Marce que teníamos que solucionar algunos problemitas de la obra, para el almuerzo fuimos a un restaurant cercano, no valía la pena ir hasta casa.

Me preguntó cómo me iba con mi trabajo, le conté como había dejado de atender a su madrina, y saqué la conversación de Susi y su problema, a esta altura, sabía que si le contaba era por que más halla de mi ocupación no pasaba nada.

- ¿Entonces me dices que no busca a esa mujer, porque tiene miedo de encontrarla?

- Algo así, ella vive en su nube de sueños donde la tal Tere todavía se derrite por ella. Me da una pena, se ve tan frágil que me gustaría ayudarla, pero es tan fácil que tenga razón, y que ni se acuerde de ella.

- ¿Y si quieres ayudarla porque no lo averiguas tú?

- ¿Y si la otra no se acuerda o no le importa como se lo digo?

- ¿Y porque se lo tienes que decir? Si ves que hay probabilidades le cuentas, y sino no.

- Tienes razón, ¿pero como la encuentro? ¿pongo un detective?

- No mujer, dame el nombre completo que en alguna red debe estar, quizá hasta tenga la foto, que si es como dices te voy a ver como vas a ser dentro de veinte años, a ver si me vas a gustar para juntarnos o no.

- ¿Y quien me muestra la foto tuya?

- Dentro de veinte años y te la muestro yo.

Terminamos de comer y la llevé a la casa. Íbamos a tener que comprar un coche adaptado para que lo pueda conducir ella. Me fui a ayudarla a mi tía para no perder la mano.

A la noche tenía que atender una señora. Era rara, decía que era hetero, pero le daba vergüenza que un hombre la viera desnuda, tenía la vagina más grande que había visto en mi vida, no había tenido hijos por lo que suponía que si por ahí no había salido nada, algo gordo tuvo que haber entrado, y debía ser, porque empecé con dos dedos y terminé colando casi toda la mano.

Al otro día también estuve ocupada con otra cliente. Recién el sábado me encontré con Marce. Almorzamos juntas y sacó el tema de Tere.

- La encontré, y con foto y todo, tengo que reconocer que vas a estar bastante buena para aquellas fechas.

- ¿Donde la encontraste? No me digas que en una página porno.

- No… mujer, es una página de profesionales tiene como cuatro negocios de ortopedia.

- ¿Y no averiguaste si está casada o algo así?

- No, no tiene información personal, se lo vas a tener que preguntar a ella.

- ¿Y cómo la encaro?. No voy a ir ¿Usted se acuerda de Susi, porque ella está que se mea por usted?

- Y… muy bien no queda, pero es la forma más directa para que te diga que sí, o para que te mande a la mierda.

- Mejor me busco otro método, tendría que ver donde la puedo encontrar de casualidad.

- Para eso sí, puedes poner un detective, no creo que cobre mucho para averiguar eso.

Seguimos hablando hasta que nos fuimos a la obra. Estaba bastante avanzada. Habíamos seguido con el mismo estilo por adentro también, lo que le daba un aire de refinamiento antiguo, pero con todas las comodidades modernas disimuladas.

La casa, era un problema, no sé cuanta gente debía haber vivido allí, pero si es por espacio podría ser una compañía. Ya habíamos decidido usar uno de los cuerpos. En la habitación más grande le hacíamos baño interno y cambiador, pero tendríamos que buscar algunas ideas que fueran funcionales, al mismo tiempo que estéticas.

Los días pasaban velozmente y los avances ya se notaban. Llegaba la hora que nos teníamos que dedicar a buscar interesados en instalarse, y en definitiva terminar la decoración a sus necesidades.

Recibí un mensaje de Marta, si ese jueves podía pasar por su casa. Sabía para que era y aunque se adelantaba un día, en ese momento no tenía importancia. Me había pedido si podía ir una hora antes, y quedamos de acuerdo que así seria.

Ese jueves había pasado haciendo tramites en la UNI, ya que después de rendir los parciales con promedio de 9,60, quizá no necesitara rendir los finales, ahí me enteré que los tendría que rendir lo mismo. No es que eso me atemorizase, simplemente que era una pérdida de tiempo.

Me arreglé como siempre, y a las ocho estaba llamando en la puerta. Tardó un rato en abrirme, cuando lo hizo me encontré con una Marta vestida de gala como para ir a una fiesta.

- ¿Qué, llegaste recién de una fiesta?

- No, voy a una, bah no es una fiesta, pero es una representación del ballet Ruso, y eso lo puedo ver pocas veces en la vida.

- ¿Y si ibas a salir, para qué me llamaste?

- Porque no quiero ir sola, y quiero que seas tú la que me acompañe.

- ¿Y que representan, la cenicienta? tú vas de dama y yo la que te limpia los zapatitos

- No seas boba, tú también vas de dama, ven a mi cuarto y mira lo que tengo para ti

Estaba sobre la cama un vestido precioso color borravino, que el solo llamaba la atención.

- ¿Te parece que me va a quedar bien?

- Pero si a ti te queda bien cualquier cosa, anda pruébalo a ver si acerté

Lo probé, y si, acertó, me quedaba como un guante. Un guante un poco justo, pero resaltaban la personalidad, que tenía mi culo.

- Y, ¿qué te parece, te queda o no te queda?

- Y sí, tengo que reconocer que me quedan demasiado bien, lo que no sé, si combina bien con mis zapatillas.

- Si claro, vas a ir con zapatillas, ven que te compré unos zapatos que te van a ver de la otra punta de sala – me mostró unos taco aguja de por lo menos diez centímetros –

- ¿Y tú te crees que voy a subirme arriba de eso, y sin paracaídas?

- Anda no seas bruta, ¿qué, nunca usaste tacos?

- Tacos si, zancos no, además la altura me da vértigo.

- Vale, no seas exagerada, vas a ver que vas a impactar, todo el mundo va a estar mirándote.

- Si, cuando impacte contra el suelo, y tú en primera fila. Mira, yo voy a probar, pero por las dudas me llevo las zapatillas en el bolso.

- Estas loca, vas a ir vestida así, con una bolsa del mercado en el brazo. Escoge una cartera que te haga juego, y ven que te maquillo un poco, así matas.

La verdad que ni yo me la creía, no es que nunca me hubiese arreglado bien, ¿pero así de gala? Nunca, ni siquiera para el catalogo de la tienda. El vestido me llegaba hasta los tobillos, donde solo se veían los zapatos con unos adornos haciendo juego. Esperaba que estos no me apretaran porque si no sería un suplicio.

Tenía reservado un palco desde donde la visión era inmejorable. Pensé que me iba a aburrir, pero me equivoqué completamente. Era un espectáculo digno de ver.

Cuando salimos me llevó a un restaurant, no soy de cenar mucho, y le hice notar que si quería que le hiciera los masajes le convenía ir medio liviana. Estuvimos poco tiempo y la verdad que los zapatos me estaban incomodando bastante.

Nada más entrar a casa me los quité, me senté en el sillón para frotarme los pies

- ¿Te molestaron mucho?

- A lo primero no pero de a poco se me estaban haciendo insoportables.

- Deja que te los masajeo yo, espera que te quito las medias y te doy una crema – me las quitó y fue a buscarla, de verdad lo necesitaba, los zapatos eran muy bonitos y no es que me quedaran tan mal, pero no estaba acostumbrada a andar por esas alturas, y me tenían loca del dolor. Volvió con sus potingues y me empezó a pasar con una suavidad que era un alivio

- Marta, me parece que cada vez que me duelan los pies voy a llamarte, me alivias de maravilla.

- Pues si te duele en otro lado, llámame que también te puedo aliviar de maravilla.

- Ya va la burra al trigo. Dejémoslo en los pies nada más y vamos que ahora me toca a mi

- Espera antes de los masajes vamos a brindar que ya se pasaron las doce y quiero empezar bien el día, - se fue a la cocina y apareció con una botella de cava y dos vasos.

- ¿Y qué, tu el día lo empiezas desayunándote con cava?

- Esto no es desayuno, es un alargue de ayer. Pero mis treinta años los quiero comenzar brindando con una buena amiga

- Pues va, por tus treinta y que dentro de otros tanto estés tan buena como ahora.

Vaciamos la copa, que aunque no estaba acostumbrada, notaba lo rico que era

- ¿Tomamos otra? Creo que vale la pena

- ¿Qué, me quieres emborrachar para aprovecharte?

- No, por dios, que la ultima vez que me acosté con una tan borracha como yo, me desperté abrazada a ella y toda vomitada. Vieras, eso era un asco, y ni la culpa le podía echar porque no sabía cual de las dos había sido, desde ese día cada vez que nos veíamos, dábamos vuelta la cara de vergüenza.

- Bueno, entonces no me quieres emborrachar. Podías haberme avisado, algún detallito podía haberte regalado

- Pero Silvia, mira todo lo que tienes que gastar, ¿qué detallito podías comprarme que no tenga?

- Yo qué sé, algo se me iba a ocurrir. Ya sé, hoy te doy los masajes y no te cobro.

- Deja esa cantinela, tu tienes que cobrar por tu trabajo, no tienes porque regalarlo, y que lo hagas me va a hacer sentir mal. ¿Quieres regalarme algo que si me va a gustar?

- Tú dime ¿a ver?

- Pues déjame jugar a que la masajista soy yo, y tú la masajeada – me quedé pensando con desconfianza como serían esos masajes, ella lo notó. – oye ¿qué tanta desconfianza tienes? ¿qué te crees que te voy a hacer, tengo cara de sádica?

- No, no es eso, es… que tú no sabes, pero nunca anduve con aparatos ni juguetes como los tuyos.

- Bueno, no te preocupes, hoy te toca Marta la buena, nada de juguetes

- Ah, otra cosa, mira que por el culo; yooo nada – le mentí, pero por ahí Marce nada más.

- Silvia ¿no será que eres virgen verdad?

- Ay no te burles, hay cosas que nunca hice y las quiero estrenar con mi novia.

- Esta bien, quedan fuera los juguetes, queda afuera la parte de adentro del culo, a ver ¿qué otra cosa no te puedo hacer?

- Bueno, supongo que con que no me hagas esas cosas basta

- Entonces, al dormitorio que hoy tengo una cliente especial.

- ¿Quieres que me duche?

- No hace falta que los poros te los abro yo, deja que me saque este vestido que después sigo contigo.

- ¿Oye y tu para qué te desnudas?

- ¿No pensaras que te voy a masajear con estos ligeros, con estas bragas, este sujetador? ¿pero que te crees, que no tengo vergüenza?

- ¿Y en pelotas no tienes vergüenza?

- En pelotas voy a estar igual que como vas a estar tú, ¿Qué vergüenza me puede dar?

- Esta bien, tienes razón, pero anda que nos va a agarrar la mañana.

Me sacó el vestido sin privarse de sobarme lo que quiso, pero que le iba a decir si lo que iba a venir era peor (o mejor, habría que ver) así que me dejé, me sacó el sujetador y las bragas un poco más rápido, se ve que tenía apuro por empezar. Me acosté boca abajo, como siempre la hacía poner a ella, y a lo que viniera.

Comenzó como hacía yo, el cuello, los hombros, los omoplatos colando las manos hasta mis tetas. Seguía con paciencia oriental, bajando de a poco hasta llegar a abarcarme los glúteos con las dos manos, me los iba separando, y de pronto siento que me pasaba la lengua bajando por el canal que separaba a estos.

- Oye, pero me estas pasando la lengua.

- Pues claro, ¿Sabes lo que dijo Confucio? “lo que separa a los humanos de las bestias, es el uso de la lengua”

- Confucio no debe haber dicho eso

- ¿Y tú qué sabes lo que dijo Confucio o anduviste todo el tiempo atrás del?

- No, pero no pega que haya dicho eso, y si lo dijo será por la facilidad para hablar

- Ay Silvia, ¿no me digas que tú la usas solamente para eso? Espera criatura que te voy a enseñar otros usos. – no valía la pena ponerse a discutir, sobretodo si me estaba dando un repaso a lo que ya sabía, y me lo estaba haciendo acordar de la mejor manera.

Así como me tenía agarrada de las nalgas, tiró para arriba y atrás, haciendo que quedara apoyada sobre las rodillas. Abrió mis cachetes y con la puntita de su lengua me hacía cosquillas en el ano.

- Marta te dije que por ahí no. – exclame sin demasiada convicción

- No te voy a meter nada corazón, lo tienes demasiado cerradito como para que te entre la lengua

 Era un placer, que no por haberlo sentido antes, me resultaba indiferente, si hubiese podido meter la lengua, no estaba como para protestar. Siguió bajando por el perineo hasta topar con mi rezumante almeja, ahí se arrodilló.

- Silvia, date vuelta que te falta por delante – ya sabía lo que venía, y solamente le hice caso. A esa altura, ya estaba entregada. Lo deseaba más yo que ella, me abrió las piernas y se abalanzó, la lengua parecía la paleta de un lavarropas, de pronto perforaba mi vagina recorriendo toda mi cavidad, como al momento estaba tratando de sacarle jugo a mi clítoris chupándolo con los labios mientras con la lengua hacía dibujos psicodélicos en la puntita.

- Marta, así no te voy a durar nada, me corro

- Eso es el primero, el segundo vas a ver que duras más

Fue un comentario que no me espantó para nada, más bien hizo elevar mi calentura, la tomé de la cabeza y la apreté contra mí, mientras me movía desesperada, parecía que esa lengua estaba en todos lados, y yo quería que estuviera en todos los lados donde la necesitaba.

Y me corrí, me corrí con una fuerza como hacía rato que no me acordaba. No se lo que duró el orgasmo, pero cuando volví a la realidad, todavía tenía apretada a la pobre Marta contra mi vagina, aunque no debía estar pasándola mal porque seguía lamiendo como si no hubiera pasado nada.

- Marta, para, ya me corrí, espera un poco – me miró como si estuviera sufriendo

- ¿Qué pare? ¿me pides que pare ahora? ¿cómo puedo parar, estas loca?

Se montó cruzada sobre mí, levanto mi pierna y acopló su coño contra el mío, comenzó a moverse como si estuviera follándome, su clítoris se besaba con el mío, mientras un plop plop era la música de nuestras vaginas que hacían ventosa por tanto liquido suelto.

De repente metió una mano bajo mi culo, apretándome aún más contra ella. Sus gemidos eran escandalosos, pero no estaba para darle importancia.

- Me corro Silvia, me corro – cabalgaba sobre mi desaforadamente, llegaba a asustarme, hasta que se metió mi pie en la boca y con un hipido donde parecía que le faltaba el aire tuvo el orgasmo más pornográfico que había visto.

Se tiró a mi lado a recuperar aire, y de paso poder recuperarme yo, que aunque no me había vuelto a correr, quedé despatarrada con mi pobre almejita esperando, mojada como si hubiese estado bajo la regadera, y bueno, estuve bajo la regadera de Marta.

Se volcó sobre mí, metiendo una pierna entre las mías. La subió hasta llegar al punto que estaba buscando.

- ¿Te measte? – preguntó

- Te abras meado tú, porque yo ni pio

- ¿No me digas que no te corriste?

- Y te lo digo, yo me había corrido hacía un momento, y ahora la que se corrió muy rápido fuiste tú, no me diste tiempo.

- Uy perdona, es que casi no me acuerdo, fue tan fuerte, ¿pero yo te moje así?

- Pues otra persona no había, así que debes ser tú

- Claro, tienes razón, habrá que arreglarlo

- Déjame que se me pase un poco, y me doy una ducha

- ¿Qué? Eso es algo que salió de adentro mío y lo vas a tirar por la bañera.

- ¿Y qué quieres que haga, que te lo devuelva?

- Espera que yo lo junto. – y sin más metió la cabeza entre mis piernas, y empezó a lamer los jugos de mis muslos, de mis ingles, de mi culo, ni hablar de mi coño, que no se cuantas veces lo recorrió de abajo a arriba, con una paciencia oriental. Ya estaba la pobre terminando, cuando no va que de tanto pasarme la lengua se me abre el grifo a mí y tuvo que empezar de nuevo.

Tuve que pedirle que parara porque era incansable. Subió hasta ponerse a la par y hundió su cara en mi cuello, le acaricie el pelo.

- Marta, para ya ¿quieres terminar conmigo?

- Es que estas tan rica

- Tu también estas muy rica, pero sabes que tengo novia

- Si lo sé, pero hay que ver cómo me pones – mientras decía había montado las tetas sobre las mías, mientras se frotaba contra mi muslo.

- Marta ¿Otra vez? ¿qué te pasa?

- Me pasa que tu te vas con el parcito, y yo solo uno, mira como estoy

Pasé la mano entre las dos, hasta que llegué a su cueva, la tenía inundada. Le metí dos dedos con facilidad, y dejé que apoyara el clítoris sobre la palma, empezó a moverse cada vez más rápido sobre esta, en su movimiento sus pezones se peleaban con los míos, los tenía durísimos, me lastimaban. Lo que pasaba, que mientras ella estaba como una cafetera, a mí la calentura se me había pasado. Igual no podía dejarla así.

Tiré de ella para arriba, hasta que sus tetas estuvieron a la altura de mi boca y allí le pillé un pezón y chupé hasta que se me lleno la boca de teta, me había agarrado de la nuca, como para que no me escapara.

- Sigue Silvita, sigue chupando, fíjate ahí abajo que cabe algún dedo más – le metí un dedo más en el coño y se puso como loca, quería que le chupara las dos tetas a la vez, estaba como desesperada, saltaba sobre mi mano buscando más penetración. ¿Quería penetración? Penetración le iba a dar, mojé mi otra mano en sus propios jugos, y le metí de golpe dos dedos en el culo. Sabía que eso no la iba a lastimar, pero chilló como si lo hubiese hecho.

Tampoco es que se desanimó, al contrario, ahora pedía más en todos los lados, se movía como poseída, hasta que sentí como me estrujaba los dedos en ambos lados y la represa que hacían estos, no reprimían nada, mientras entre convulsiones soltaba todo el néctar de esa flor. Esa flor de coño que tenía, que las virtudes no se le niegan a nadie. Al fin quedó quieta arriba mío.

- Marta, me estas aplastando

- Ay perdóname, es que me estas matando

- ¿Yo te estoy matando, no será que eres tú la que se está suicidando? Que yo apenas hice nada todo lo hiciste tú.

- Bah, es igual. Esto de dar masajes cansa, te voy a extrañar mucho

- No pienses eso, que te voy a traer una suplente que enseguida te vas a olvidar de mí.

- De ti no me voy a olvidar, pero vamos a ver que me traes, ¿te vas a quedar a dormir?

- Si me dejas dormir sí

- Ay, ni que la hubieses pasado tan mal.

- No, ese es el problema, que la pasé muy bien, y ahora me agarra la culpa

- Si es por eso, mañana te vas temprano a la iglesia, te confiesas y ya está.

- ¿Le puedo decir también con quien estuve?

- ¿Cómo le vas a decir eso? la culpa te agarro a ti no a mí.

- Entonces me tendré que quedar con la culpa, pero déjame dormir a ver si me pasa.

- Sabes una cosa, me parece que esta es la ultima vez que podamos estar así, seguro que la próxima te traes a la suplente.

- ¿Por qué lo dices? A lo mejor no puede venir.

- Te lo digo porque te noto insegura.

- ¿Qué me quieres decir? ¿qué te tengo miedo?

- No; digo que te tienes miedo, y tienes razón, entre las dos podemos pasar horas maravillosas, pero nada más que eso, y tú ya sabes cual es tu futuro y debes cuidarlo, se lo merece tu novia, y te lo mereces tú, nosotras podemos ser buenas amigas, pero nada más que eso.

- Tienes razón, ¿entonces de aquí para adelante, amigas y nada más?

- Amigas y nada más, lo que no quita que antes de dormir me des un buen beso para sacarme este horrible gusto a coño.

- ¿Qué? ¿Horrible gusto a coño? pero si es que eras tú que estabas dale que te dale, que si no te saco mañana cuando fuera a mear no encontraba con qué.

- Eso porque estaba haciendo de masajista y te quería tener contenta, ahora dame un beso y a dormir

Nos dimos un beso de esos que no se quisiera que terminara, al fin nos separamos y nos quedamos mirando, le acaricie la cara y le dije

- Eres una buena persona, me alegra haberte conocido

- Tú también, y si encontraste el amor cuídalo, ahora duerme.

 Nos abrazamos y así nos quedamos dormidas.

GRACIAS A QUIEN ME VALORA Y QUIEN ME ALIENTA POR MI CORREO, ESPEO QUE LES SIGA GUSTANDO

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