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Estudiando Kiniesología 15

en Lésbicos

El domingo a la mañana nos levantamos temprano, estábamos con el interrogante de saber cómo les habría ido a las tortolitas. Cargamos todo lo necesario para pasar el día en la casa, Elisa y Claudia llegarían más tarde. Nos encantaba poder ver cómo iban avanzando las refacciones en lo que iba a ser nuestro hogar

Fuimos preparando las cosas y al rato llegaron las tías, eso era importante, eran las que iban a cocinar. Estaban en eso cuando sonó el móvil. Era Susi preguntándome si podían pasar a buscar el coche. Un poco por compromiso, y mucho por enterarnos de lo que había pasado las invitamos a comer, quedaron que traían el postre.

Ya teníamos casi todo preparado cuando cayó la parejita, menudo postre traían, era más para un casamiento que para una reunión como esa. Nada más sentarse empezamos con las sutiles preguntas para saber cómo había trascurrido el encuentro, no tuvimos que esmerarnos mucho, porque no tuvieron empacho en contarnos todo, desde luego obviando las escenas intimas, que esas con imaginarlas alcanzaba.

-Bueno, entonces esta todo arreglado – dijo Marce

- ¿Cómo todo arreglado? Si de lo que vine hacer todavía no hablamos nada – dijo Teresa, nos quedamos sorprendidas.

- Pero no dijiste que con Susi ya estaba todo arreglado.

- Esa era la excusa, a lo que vine era a ver si me montaba un negocio aquí – el pellizcó que le dio Susi le hizo pegar un grito de dolor, la tomó de la cara mientras le decía – boba, si quiero ponerme aquí es para estar cerca tuyo – mientras le daba un beso que si no empezábamos a hacer bulla tenía pinta de llegar a mayores, se ve que el tiempo de las represiones había quedado en el olvido.

Al fin quedamos arreglados de palabra, quería uno de los sitios más importantes en la planta de abajo, y poder poner oficinas arriba ya que iba a manejar el negocio desde allí.

Después de ese día los acontecimientos se fueron precipitando. Susi venía seguido a ver cómo iban las refacciones, y a darle forma al negocio de Tere, que se había hecho cargo también. A su vez aparte del gimnasio de Elisa tuvimos otros interesados en establecerse.

A pesar que tanto el consultorio como el gimnasio era de atención mixta, el conjunto iba tomando un cariz de atención a las necesidades femeninas, salón de belleza, peluquería, perfumería, y todo lo que pudiera entrar en el ramo femenil.

Yo ya había rendido todas las materias y solamente faltaba que me dieran el titulo para poder matricularme. En esos días fue cuando recibí el llamado de Rosario para quedar de acuerdo en tomar las fotos para el catalogo. La pasé con Marce, quería evitar suspicacias, era un negocio y de los negocios se ocupaba ella. Quedamos para la próxima semana, para tener tiempo de acomodar mis compromisos, que después de pasarle Marta a Mónica, y arreglar lo de Susi, ya no eran tantos.

Las fotos se iban a tomar en la mansión de ellos, habían armado diferentes decorados en el jardín, alrededor de la pileta, y en el comedor para ropa de noche.

Empezamos por esta última, ahí nos enteramos que estos no eran diseños propios, y que atrás de las fotos iba la propaganda de marcas, que también vendían en las grandes tiendas, y que también pagaban parte de mi sueldo. Tenía una habitación para cambiarme, y Marce era la cancerbera que dejaba pasar o no. No era precisamente por esa ropa que la necesitaba, pero me gustaba que me cuidara. Una sarta de maquilladoras y costureras revoleteaban alrededor mío. Fue un día pesado, muy estructurado donde solo me tocaba hacer caso a las indicaciones, miramos las fotos y habían salido bastante bien, aunque no era tanto lo mío.

Al otro día la ropa era más informal y las posiciones eran más naturales, ahí andaba mejor, podía adoptar posiciones que iban más con mi forma de ser. Cuándo me quise cuidar de no ser muy sugestiva, para mi sorpresa fue Marce la que me daba ideas para hacer la escena más sensual. Rosario encantada, disparaba la maquina tomándome de todos los ángulos. Fue un día ajetreado pero que no trajo inconvenientes. Terminé agotada me acosté con Marce y después de unos pocos besitos me quedé dormida.

Nos levantamos temprano y fuimos a lo que tendría que ser el último día.

A la mañana comenzamos con los trajes de baño, pareos, y todo lo referente al verano que se aproximaba, comimos unos bocadillos y a la tarde seguimos con la lencería. No era como la vez pasada, no era nada espectacular, era ropa común y corriente de la que usamos todos los días, nada que ver con los diseños de Mina, tampoco Rosario que ya había estado conversando con Marce, me pidió cosas raras. Fue todo natural, diría aburrido al lado de lo que me esperaba, cuando terminamos nos despidieron con un hasta mañana.

-Marce ¿no es que íbamos a terminar hoy? ¿Que faltó para mañana?

- Es que se hizo largo, hoy fue todo lo común, mañana van los modelos de Mina, los quiere separar de los otros, y quiere poner un negocio de lencería exclusiva en nuestro centro, y aprovecha que tú vas andar por ahí arreglando huesos. Para la propaganda

- Me parecía que eses no eran los diseños de Mina, así que esos van a ser exclusivos, a ver si me traigo unas cuantas bragas.

- Cuantos más pases más te traes, a no ser que las quiera para venderlas más caras porque tú las usaste.

- No creo que las vayan a pagar más caro por eso.

- Yo las pagaría

- Tú no necesitas pagarlas, te las cambio por las tuyas, aunque me gusta más lo que cubren

- Pues mañana me voy a poner al día mirando lo que cubren las tuyas.

- Cochina, si quisieras te podías poner al día cuando te diera la gana.

- Dejémoslo ahí, vamos a prepararnos para mañana.

Cenamos frugalmente y nos fuimos a dormir. Al otro día quizá la cantidad de ropa para modelar no sería tanta, pero por ser más selecta mi tarea iba a ser destacarla de una manera más sexi. Me acordaba de la última vez, y con Marce mirándome, sabía que mi imaginación iba a volar más desenfrenada.

Llegamos a eso de las nueve y ya tenían todo preparado. No había maquilladoras, de eso se iba a encargar Marce, aunque por ser todo lencería no había mucho por maquillar.

Empezamos por los conjuntos más tradicionales, no mostraban mucho pero igual eran de una calidad que daba gusto usarlos. A medida que iban pasando, ya eran más atrevidos y a mí me tocaba el hacer que se notara, y la que me ayudaba era Marce. Era ella la que hacía que mis pezones dieran un protagonismo al sujetador más allá de lo que el diseño merecía. Y era ella la que conseguía que las bragas sugirieran los labios que se ocultaban tras la tela. Creo que era exhibicionista a mi costa. Ponía una cara de lujuria que me hacía temblar de ganas.

Me ayudaba a cambiarme, me secaba el sudor, y en algunas tomas según lo pidiera Rosario me pasaba aceite para bebe para darle brillo a mi cuerpo, y en otras me lo quitaba para darle un tono mate. No le encontraba mucha lógica, pero cuando miraba las fotos, tenía que reconocer que estaban tomadas con el mayor gusto por una profesional.

Las poses eran intencionadas llegando casi al erotismo puro. Me dieron un plátano para que lo metiera en mi boca mirando la cámara de manera inocente, otras mordiéndome el dedo o acostada indolentemente con mi mano apoyada en mi muslo sin llegar a cubrir la prenda, pero con cara de que estaba de más.

Marce estaba sacada, cada vez me ponía en posiciones más osadas, parecía como afiebrada. Creo que todas estábamos sacadas, me miraba al espejo y me daba ganas de follarme yo misma, ya no podía más. Cuando cambiaba las bragas quedaban todas mojadas, y no de sudor precisamente, me las acomodaba y las manos le temblaban, me secaba, pero parecía un manantial pequeño, pero que no dejaba de expulsar sus líquidos. Llegó el momento que no pude más, nada más ponérmela, solamente de verle la cara de extraterrestre que tenía Marce las mojé con mis flujos. Se dio cuenta que así no se podía.

-Rosario, - escuché que le dijo – Silvia está agotada, creo que todas necesitamos un descanso, ¿qué te parece una horita?

- Sí mujer, la verdad que nosotras también, ¿no te parece Marcela?

- Claro que sí, yo ya estaba para descansar, aunque fuera con Mina.

- Pues que venga Mina también, vamos que se lo merece – dándole un cachete en el culo, lo que le hizo pegar un gritito de agradecimiento a esta. – yo las escuchaba con los ojos cerrados, solo mi imaginación navegaba a toda vela, escuché a Marce que se acercaba.

- Descansa un poco mientras voy al baño, en seguida vengo, voy a lavar las bragas y la pongo en el secarropa.

Me quede desnuda esperando, casi era mejor que se hubiese ido, porque a pesar que la que se desnudaba era yo, verle la cara de deseo me subía la calentura a temperaturas volcánicas. Volvió después de un rato se había lavado la cara y mojado el pelo, mientras me acariciaba la frente preguntó.

- ¿Estas bien?

- No, no estoy bien, ¿cómo voy a estar bien si parezco un pavo de navidad que todas están esperando que se cocine para comérselo?

- Nadie te va a comer.

- Sí, nadie me comerá, pero yo me cocino lo mismo, y mirarte a ti no es lo que ayuda.

- ¿Quieres que le diga que no seguimos?

- No, ya nos comprometimos, después de todo si estoy cachonda la culpa no es de ellas.

- Es mía ¿Verdad?

- Sí, es tuya, porque trato de modelar para ti, me pongo sexi para ti, pero parece que no te influye para nada.

- No digas eso, me influye mucho más de lo que crees – se subió a la cama y se acostó a mi lado y me acariciaba con la dulzura que siempre lo hacía – mira vamos a decirles que hasta aquí llegamos, no quiero verte así.

- Pues tú al lado mío no te creas que me ayudas,

- ¿Quieres que me vaya?

- No, quisiera que me ayudaras de otra manera. – aproximó su boca a la mía y me besó con ternura. Su mano fue corriendo sobre mi cuerpo buscando la bifurcación de mis piernas. Sus dedos buscaron sabiamente el camino a mi abertura y se perdieron en ella, sentía su lengua en mi boca absorbiendo el calor que me inundaba. El placer que me daba con su mano se multiplicó cuando se adueñó de mi clítoris mimándolo con el mismo cariño con que me comía la boca. Yo gemía tratando de que no se escuchara, pero todo ese fuego acumulado estaba por desbordar, movía la pelvis frenéticamente mientras besaba su cara, sus ojos, su cuello, hubiese querido perderme en ella.

- Mi amor, me corro, sigue por favor – y el orgasmo me llegó como una ola que abarcara todo mi cuerpo, no abra sido el mejor, pero estoy segura que fue el más necesario. Quede más calmada, pero una angustia me corroía - ¿Y cómo es que a ti esto no te produzca ningún efecto?

- ¿Y de dónde sacaste que no me producía ningún efecto?

- ¿Y de dónde te parece que lo saqué? Yo aquí pareciendo una regadera y tu segura que ni húmeda estás – le metí la mano entre las piernas, ¿y ahí que había? Esas no eran bragas – tramposa ¿que llevas puesto? – le levanté la falda y vi que tenía un pañal de adulto. Me dio risa y al mismo tiempo alivio, le pasaba lo mismo que a mí.

- ¿Se puede revisar el pañal a ver si la niña no se hizo? ¿no te da vergüenza?

- ¿Y qué quieres que hiciera, te crees que es tan fácil mirarte sin que pase nada?

- ¿Estas muy mojada?

- No tanto, no te creas que se tarda tanto para lavar unas bragas.

- Uhm…me hubieras dicho a mí, te ayudaba – la cabrona mientras yo estaba que hervía en la cama se había ido a masturbar, hubiese preferido hacérselo yo, pero igual saber que había tenido esa necesidad me alegraba.

- Bueno ¿Quieres qué paremos?

- No, en todo caso te pido otro pañal para mí.

- Seguro que si sales con uno puesto, se van a cansar de vender pañales – siguió un momento de distensión, donde nos dio la risa. Cuando volvimos todas estábamos más calmadas. Mina estaba eufórica, antes había visto todo sentada, pero ahora a pesar de su alegría, algo le molestaba, así que estuvo parada todo el tiempo.

De ahí en más todo fue más tranquilo. La tensión se había disipado. Miraba como Marce me comía con los ojos y me ponía lo más sexi posible para ella, algunas poses hasta fuero cómicas para no hacer el catalogo tan denso.

Terminamos con tiempo. Mina trajo unas cervezas y unos bocadillos y nos pusimos a ver las fotos, algunas se pasaban de sensualidad, pero aparte de dos, que a Marce no le parecieron apropiadas y que se las guardó para ella, todas las demás las dejamos para que eligieran las que editarían, ya que de cada pose había varias para elegir.

Llegamos a casa de Marce, estuvimos comentando el evento mientras cenábamos. Nos dábamos cuenta del clima al que estuvimos expuestas, y a pesar del desahogo quedaban muchos rastros de los deseos que nos consumían. Me pidió que me fuera a dormir a mi departamento.

-Marce, ¿te parece que vale la pena seguir privándonos?

- Por favor, ayúdame, falta poco y vamos bien, créeme que cuando llegue nuestro tiempo así va ser mejor. – me dio un beso y me echó, cuando pasaba la puerta me preguntó - ¿esta noche te puedo llamar?

- Claro que me puedes llamar, voy a estar en la cama esperando – me volví para darle un beso más apasionado – esto es un adelanto de nuestra conversación, y no te pongas pañales

Saber que íbamos a tener un rifi rafe telefónico me hizo ponerme contenta, no sería lo mismo que un tete a tete, pero con mi imaginación y la voz de ella acariciándome, sabía que iba a disfrutarlo mucho.

Llegué me di una ducha y me acosté desnuda. No tuve que esperar mucho a que me llamara. Había dejado una tenue luz mortecina que ayudaba a visualizar mis fantasías, unas fantasías solamente ocupadas por ella. Tuvimos sexo telefónico y realmente fue fabuloso, hice todo lo posible, y conseguí escuchar el orgasmo de ella, después de eso no aguanté más y me corrí un poco escandalosamente, total estaba sola y quería que sintiera mi placer. Después conversamos un poco más, amenazándonos con lo que sería, cuando fuera en vivo y en directo.

Habíamos recibido el cheque que era un buen respaldo para culminar las obras. Con lo que iba sacando con las clientes que me quedaban íbamos eligiendo los muebles para la casa. Estaba apurada por tener todo listo, no era justo para ninguna de las dos tener que privarnos de tenernos una a la otra.

El móvil cada vez parecía que me pesaba más. Si bien era una fuente de dinero también era la causa de que no pudiéramos llevar a cabo nuestros deseos. Todavía faltaba como tres meses para tener lista nuestra casa, pero yo no soportaba más, y veía la tristeza de Marce cada vez que nos separábamos.

Me decidí, llamé a Mónica para ofrecerle la posibilidad de que siguiera. Ella Tenía miedo.

-Mira, te digo a ti porque me lo habías pedido, pero si no quieres no hay problema

- No, si es por querer quiero, pero me da miedo.

- ¿Pero a qué tienes miedo? Te las presento, si alguna te parece inaceptable no la tomas y ya está, no tienes ningún compromiso, pero te digo que de todas las que atiendo no hay ninguna desagradable.

- No, si no es por como sean ellas, es por como soy yo.

- Pero ¿y cómo eres tú? No me digas que discriminas a alguien.

- No que va, lo que pasa que con cada una que me presentas termino haciendo lo que no debo, si dices que son como diez pobre de mí.

- Pero ¿cómo es eso qué terminas haciendo lo que no debes? Tú tienes que hacerles masajes, y si te piden más no pueden obligarte le dices que no y listo.

- Es que creo que me cuesta mucho decir que no.

- ¿Cómo te va a costar? Le dices que no quieres y ya está, se termina el cuento.

- Es que me parece que casi siempre quiero, por eso te digo que me va a costar.

- Pero Mónica, si tienes dos personas para atender ¿cómo sabes lo que te va a costar?

- Porque con las dos que atiendo termine liada, con Inés podría pasar porque fue la primera y me enseño mucho, pero con Marta ya no es la primera, y cada vez que voy hace conmigo lo que se le da la gana.

- ¿Y tú con ella que haces?

- Lo mismo, o te crees que soy tonta, lo que pasa es que es tan…tan así que no me aguanto

- ¿Y te crees que todas van a ser igual que Marta? Lo que tienes que hacer es a lo que vas, cobras y te piras, lo que pasa es que debes andar muy necesitada. La tienes que convencer a Marta que cada dos semanas es poco.

- No si ahora me llama todas las semanas.

- ¿Y te paga todas las semanas?

- Sí, la verdad que paga bien, pero por mí, si quisiera voy gratis.

- Ah…lo que pasa que ustedes dos están encoñadas, no te hagas problemas que si estas así, las otras no te van a ir ni venir. Pero prueba, si quieres bien y sino también.

Estuve dos semanas presentándole a las otras pacientes, como las llamaba yo. Se convenció que lo que le pasaba con Marta, no le pasaba con las demás. Cerramos el trato. Quería comprar un coche espacioso adaptado para que lo pudiera usar Marce y que entrara la silla con comodidad. Eran de marcas caras y con la adaptación más, pero tenía la ventaja que no pagaban impuestos por lo que se abarataba bastante. El asunto lo cerramos así, ella pagaba el coche y se quedaba con el móvil. Ella hacía buen negocio, y yo me liberaba de lo que me separaba de Marce.

Tampoco fue tan fácil, el papeleo era medio burocrático y llevaba su tiempo, pero cuando Mónica le contó a Marta, esta se ofreció a facilitarme las cosas. Habíamos terminado bien y aparte ya tenía contratados dos locales arriba para oficinas jurídicas.

No pensaba decirle nada a Marce hasta que estuviera todo concluido. Seguí como si nada, me caía pesado el tener que esperar, pudiendo ya decirle que estaba liberada, pero habíamos esperado tanto que un poco más valía la pena.

Desde la sesión de fotos no volvimos a dormir juntas, hacerlo sería una tortura, seguimos un poco tensionadas y lo notábamos.

Como a los quince días me habló Marta para avisarme que tenía que retirar el coche. Me fui volando. Era una preciosidad, venía totalmente equipado con todo lo último, tenía un volante como los de carrera, de ahí se manejaba todo, y me aseguraron que si tenía el carnet, leyendo el manual no iba a tener problemas. Quedé que el viernes lo iba a retirar, y que contrataba a alguien que lo llevara, porque yo iba con el mío.

Llegamos pasado el mediodía. Lo hice aparcar atrás del mío donde se pudiera ver desde adentro. Toqué el timbre y me recibió extrañada.

- ¿Qué haces tú a esta hora? ¿comiste?

- Sí comí, pasaba por aquí y quería mostrarte algo que compré para ti

- Un regalo ¿y a qué se debe, festejamos algo?

- Yo sí, tú no sé, ven a la ventana y lo ves. – miró por la ventana

- No veo nada, ¿dónde lo tienes adentro del coche?

- No mujer, atrás de mi coche, no me digas que no lo ves.

- Lo único que veo es ese cochazo.

- Ese es el regalo ¿no te gusta?

- Déjate de chistes, ¿quieres tomar algo fíjate en el refrigerador? – y sin decir nada más se sentó en el sillón – ven siéntate conmigo, que hace un tiempo estás medio huida.

- No estoy huyendo, nada más que quería venir cuando tuviera el regalo, que parece que no te gusta, eso que está adaptado para que lo puedas conducir.

- ¿Pero de verdad no es broma? ¿me vas a decir que te gastaste un dineral para comprarme un coche?

- No fue tanto dineral, aparte no usé el dinero de la casa.

- ¿Te sacaste la lotería o qué?

- Lo compré con lo que me dieron por un móvil

- ¿Por un móvil te pagaron lo que cuesta ese coche? Ya sé, es satelital, no, esos están más baratos. Con ese llamabas a Dios y te contestaba personalmente.

- Con ese no llamaba a nadie, solamente lo usaba para que me llamaran – se quedó mirándome hasta que entendió, cerró los ojos y preguntó.

- ¿Es ese al qué te llamaban?

- Sí, ese, me pareció que de aquí para adelante ese coche iba a ser más útil que el móvil – la respiración se le hizo más frenética, tiró la cabeza para atrás, me asustó

- Por favor, ayúdame a subir a la silla – ella que nunca pedía ayuda lo estaba haciendo ahora – me ayudas a ir hasta el dormitorio – la llevé y al llegar estiró los brazos para que la cargara – ¿me ayudas a subirme a la cama? - la levanté preocupada  y se abrazó a mi cuello, cuando la iba a acostar tiró el culo para atrás y volvió golpeándome fuertemente con la pelvis, haciendo que me cayera arriba de ella aplastándola, me quise levantar asustada de haberle hecho daño, pero no me soltó - ¿me ayudas a vivir? - Unas lágrimas le corrían por las mejillas, tarde segundos en darme cuenta de lo que me estaba pidiendo. Bebí esas perlas que brotaban de sus ojos con ansias, ya no me importaba aplastarla, quería fundirme en su cuerpo, ser ella recibiendo mis besos, y ser yo dándoselos.

- Silvia mi amor, no me hagas esperar más, hace mucho que te espero, - le desabotoné la camisa, no perdí tiempo en sacársela, le solté el sujetador y lo corrí lo suficiente para adueñarme de sus senos, los chupé, los mordí, tanto tiempo deseándolos y ahora eran míos, podía saciarme, pero fue ella la que empujándome me hizo saber lo importante – mi amor te necesito más abajo. No me hice rogar, no le quité la falda, la levanté descubriendo esas braguitas que ocultaban mi tesoro, se las saqué, estaban mojadas como mojada estaba su vagina, yo la iba a secar y hacerla mojar mil veces, para volver a secarla.

Me abalancé con sed de mucho, pero apenas hundí mi lengua en su cuevita, todos sus deseos guardados explotaron, llenando mi boca de ese licor que me emborrachaba de amor. Había esperado demasiado para contentarme con eso, empecé a sacarle la ropa, quería desnudarla para mí. Quería recorrer todo su cuerpo con mis labios y que todos sus sabores fueran míos. Me adueñé de su boca, mi lengua peleaba con la suya buscando ganar espacio ajeno, seguí por su cuello, eso la encendía siempre, pero no esta vez

-Silvia, mi amor, yo también te deseo, anda desnúdate o deja que te desnude yo – estaba demasiado ansiosa, me desnudé yo, estaba apurada para seguir con lo mío, pero cuando quise seguir con mi rosario de besos, me encontré con su resistencia – No, te dije que yo también te deseo y ahora me toca a mí, bastante esperé – ahora fue ella la que se adueñó de mi cuerpo, mis tetas parecían su manjar preferido paro no se quedó allí, siguió su camino por mi abdomen, lo hacía pausadamente como queriendo retardar el momento sublime, pero no tuvo suerte, si grandes eran sus deseos, grande era mi calentura y enseguida que abrió mis labios para recorrer el camino desde mi clítoris a mi vulva, me derramé haciendo de su boca mi dique de contención.

Volvió a besarme, a intercambiar nuestros sabores, entre las dos hacíamos un combinado perfecto. Pensé que iba a seguir, lo acontecido no era nada comparado con mi ansiedad, ella pensó de otra manera.

-Silvia, vamos a ducharnos antes que llegue mi mama – fui con desgano pensando tomar revancha en el yacusi, pero no lo quiso usar y me pidió que nos ducháramos rápido que teníamos que ir de compras. No sabía que pensaba comprar, desde luego un coche no, pero me apuré haciendo caso de su urgencia.

Quería ir en el coche mío, ya que el de ella todavía ni lo había mirado, me pidió que lo metiera en el garaje. No es que supiera mucho, pero con las explicaciones que me habían dado entrarlo no era una ciencia. Me molestaba bastante que con la ilusión con que lo había comprado, no le diera importancia.

-Ya está, ahí queda seguro, después venimos a buscarlo, vamos antes que llegue mama.

- ¿A dónde quieres ir?

- Al súper, tenemos que comprar para comer y beber, a ver si terminamos pronto – estaba bastante ansiosa, empezó a meter cosas en el carro como para no volver en una semana.

- Oye ¿tienes mucha hambre? – me molestaba un poco como cortó el rollo, como si tuviera más ganas de comer que de hacer el amor.

- Todavía no, pero voy a tener – no le entendí esa ansiedad como de alguien que hiciera régimen, ella no lo hacía. Pagamos cargamos todo en el baúl.

- ¿Qué le vamos a decir a tu mama para que llevamos esto?

- Olvídate de mi mama, olvídate de la obra, olvídate de tus tías, este fin de semana es en tu departamento y para nosotras solas, el mundo no existe, solo nosotras dos. – escucharla decir eso, me volvió el alma al cuerpo. Ahora ya no me caía mal que no le diera importancia al coche ni a nada, solo quería estar conmigo y hacer lo que tanto nos debíamos, entre lo que llevaba en el regazo y lo que cargaba yo, subimos todo en un viaje. Entramos y puse todo sobre la mesa, quise guardarlo, pero no le pareció que era el momento oportuno – Silvia, eso lo podemos hacer más tarde, llévame a tu dormitorio – cuando me pedía así, es porque quería que la llevara aupada, y a mí eso me derretía. Quise acostarla, pero no quiso, se quedó sentada mientras la desnudaba, no pude besarla

- Espera, esta vez quiero ser yo la que te desnude, - me fue quitando todo lo de arriba, dejando mis pechos al aire – acuéstate que te quito el pantalón – fue bajando la cremallera y con parsimonia me lo fue sacando descubriendo mis húmedas bragas. Pasó su mano con lentitud sobre ellas – aquí hay algo que está perdiendo y estas bragas son la prueba – despacio las fue bajando mientras tenía la vista clavada en mi brillosa vulva, terminó de sacarlas y me fue abriendo las piernas lentamente, miró fijamente mientras murmuraba

- Este coño es mío, solamente mío, nadie puede usarlo, solamente yo – se lanzó a por él, no sé si me acuerdo de todo lo que pasó, sé que sus dedos forzaron mi abertura y se solazaron ahí adentro, mientras su boca se hacía un festín con la parte de afuera, con la otra mano me abría los labios superiores y con la lengua se adueñaba de mi clítoris llevándome al paroxismo, no se los orgasmos que tuve, quizá no fueron tantos, pero el placer que me daba escucharla decir que eso es lo que podía calmar su sed, hacía que los deseara, tanto por mí como por ella.

Al fin cuando ya estaba al borde del desmayo, trepó por mi cuerpo y se quedó mirándome enfebrecida.

-Así te quiero, totalmente mía, en cuerpo y alma, que no haya nadie más que yo

- Así me tienes, te ofrezco todo solo para ti, pero eso no va gratis, tanto quieres tanto das. Yo te doy todo, pero quiero todo.

- Y todo vas a tener ¿Quieres mis labios? Son tuyos – me beso con gusto a mí - ¿quieres mis tetas? Son tuyas – aproximo uno de esos maravillosos pezones a mi boca, y de ahí me prendí sintiendo la dureza de su calentura – dime todo lo que quieras de mí que es todo tuyo.

- Quiero todo – la tomé de las nalgas y la fui llevando hasta dejarla sentada en mi boca. Mi lengua se adentró en esa cueva que iba a ser mi vicio, la sostenía de los cachetes por lo que quedaba toda su intimidad a mi gula. Vaya si la aproveché. Con los pulgares abrí sus labios mayores haciendo de su rajita una autopista que me llevaba a estrellarme contra su clítoris sin remedio, volvía al punto de partida, pero sus movimientos me pedían que no me estuviera quieta. Quería una carrera de largo aliento y eso le iba a dar. En medio de sus gemidos sentí las palpitaciones de su orgasmo y el regalo de sus jugos en mi boca. No me iba a quedar con eso, después de beberla como ella había hecho conmigo, fui pasando con mi lengua por su perineo hasta llegar a ese culito de ensueño, con la punta iba rodeando es agujerito divino, parecía que latiera de placer, creo que si pudiera hablar (bueno poder podía hablar, pero mejor que no lo hiciera) me hubiese pedido que siguiera,

La fui llevando al borde del orgasmo y cuando estaba que se derretía, fui a buscar el premio de poder beber de sus mieles en el momento de su entrega. Se lo volví a hacer y nuevamente se volvió a correr entre gemidos. Creo que podía quedarme a vivir ahí, pero noté la flojedad de su cuerpo, y tuve miedo de hacerle daño.

Se dejó caer casi exánime, se abrazó a mi cuello y buscó en mi boca algo de lo que le había robado, paso la lengua por mi cara buscando el sabor de sus jugos en ella.

-Gracias mi amor por llevarme al paraíso.

- Gracias por llevarme a tu lado. – se sonrió

- ¿Sabes una cosa, nunca pensé que el amor me llevara a pensar tantas tonterías?

- ¿Qué tonterías pensaste?

- Las pienso y las digo, y no me da vergüenza decir que con un polvo me llevas al paraíso, será una tontería, pero a algún lado me llevas al que no había ido nunca.

- Pues que no te de vergüenza, hay que ponerle un poco de romanticismo, que no es solo por comernos los coños que podemos llegar a ese sitio.

- No, no es solo por eso, el asunto es que vayamos juntas – me volqué sobre ella y seguí buscando en su boca ese aliento que quería hacer mío, me apretaba tanto que me parecía que la iba a sofocar, me quise separar un poco pero no me dejó – no, no te separes

- Te voy a aplastar si me quedo así.

- No me importa, es como si me estuvieras besando con todo tu cuerpo, es como si tu piel fuera una extensión de tus labios, ¿ves cómo me haces sentir tonterías? Y las digo.

- No son tonterías, pero ponte tu arriba mío que no te quiero cortar la respiración.

- ¿Y si te la corto yo a ti?

- Me haces un boca a boca y respiro por tus pulmones.

- ¿Sabes? Me encanta que no sea yo la única que dice tonterías

- Y a mí me encanta eso de que tu cuerpo sea todo labios para sentir como me besas.

Así entre arrumacos nos fuimos quedando dormidas

Nos despertamos pegaditas, siempre que dormíamos juntas buscábamos nuestro calor, pero ahora lo buscamos desnudas, era un calor más caluroso. Me quedé mirándola con una alegría que nunca pensé sentir. Dicen que la felicidad son momentos, entonces despertarme así, era uno de ellos

Estaba embobada observándola, cuando abrió los ojos.

-Uhm…se ilumino el día, se encendieron dos soles – se sonrió con alegría

- Parece que te contagie, lo de las tonterías ya es grave, nos vamos a tener que vacunar.

- Yo ya me acostumbré, cada vez que te miro me sale una y no quiero que me pase – nos dimos un beso y íbamos a seguir, pero el rugido de nuestros estómagos nos llamó a la realidad, no habíamos comido desde el mediodía anterior.

-Uhm…me parece que es cierto el dicho de que no solo de amor vive el hombre.

- Y por lo que parece, la mujer tampoco

- Entonces voy a preparar un buen desayuno, nos podíamos duchar ¿te parece?

- ¿Quieres ducharte tú primero y voy preparando el desayuno?

- ¿Y si nos duchamos juntas?

- Si nos duchamos juntas no vamos a terminar duchándonos, aparte tengo que hacer otras cosas que mejor las hago sola.

- Esta bien, dúchate primero entonces.

Preparé un desayuno bien reforzado, ya tenía casi todo listo cuando llegó ella.

-Vete a duchar, que yo termino.

- Bueno mama, espérame y no te lo comas todo que ya vengo – no tardé mucho, si bien abundaba el hambre, también abundaba las ganas de seguir con lo que dejamos pendiente la noche anterior. Comimos con apetito, cuando terminamos nos miramos, me preguntó.

- ¿Qué te parece que hagamos?

- A mí me parece que podíamos dormir un poco más, pero si no quieres hacemos otra cosa.

- Me parece que acostarnos un poco más sería lo mejor ¿vamos? – estábamos solamente con los camisones puesto - ¿dormimos así vestidas?

- Creo que es demasiada ropa – nos desnudamos y nos unimos como dos imanes. Se puso con medio cuerpo arriba mío mientras me besaba con ternura, la quise agarrar de las nalgas para atraerla más, pero me sacó las manos.

- Chis…ahora para, me hiciste sufrir mucho este último año, cada vez que ibas a dar esos masajes, me daban ganas de estar yo ahí dándote masajes a ti. ¿Sabes? Soñaba con eso, no te los voy a dar tan bien como lo dabas tú, pero me quiero dar el gusto, tú quédate quieta déjate hacer – siguió con sus besos por mi cuello, me hacía cosquillas en la oreja, me soplaba y me ponía cachonda, todo lo hacía con parsimonia, mientras una mano se acercaba a mi pubis como si pasara por ahí de casualidad. Su boca ya se había estacionado en mis tetas mientras dos dedos curiosos iban buscando las profundidades de mi cuerpo. Despacio, pero constantes se adentraron recorriendo con suavidad todo lo habido y por haber. Era una suavidad a la que no estaba acostumbrada, la misma suavidad de su boca en mis pezones. No era esa pasión desenfrenada del día anterior. Con los ojos cerrados sentí como otra mano se iba aproximando. Era como la marea que te va llegando de a poco hasta cubrirte, y la excitación mía también iba aumentando de a poco.

Esa otra mano intrépida, se aventuró abriendo mis labios superiores y entre el pulgar y el índice tomaron mi capuchón por asalto y empezaron a correrlo para atrás y adelante haciendo que mi botoncito saltara a la luz. Todo eso con una cadencia morosa me revolucionaba todo el cuerpo. Quería que se apurara, que me llevara a donde quería de una vez por todas. Si se quería vengar de lo que había sufrido este año, lo estaba consiguiendo. Esos dedos pérfidos se doblaban dentro de mis paredes con una lentitud exasperante. Frotaba las piernas contra la sabana, sentía mi clítoris hinchado aguantando esa especie de masturbación. Las tetas parecían que iban a explotar.

-Marce, hazme acabar de una puta vez – grité – no aguanto más

- Uy…creo que voy a tener que ver que está pasando por ahí abajo.  

- Se corrió para abajo, saco los dos dedos de mi clítoris y lo tomo con los labios siguiendo el mismo movimiento, nada más que ahora con la lengua rodeaba la puntita haciendo que una especie de corriente me corriera por todo el cuerpo.

Los dedos seguían con una paciencia demoledora buscando rincones ignorados. No sé si encontraron el punto G o alguna otra letra del alfabeto, pero cuando los doblaba y los pasaba por mis paredes casi me daba ganas de llorar.

Esa combinación de los dedos y la boca, me daba un placer desconocido, casi saltaba buscando no sabía qué, tenía ganas que se terminara al mismo tiempo que quería que durara para siempre, las tetas parecían que se me hinchaban, y sentí como un torrente que salía desde ahí, recorría mi cuerpo buscando la salida por mi vagina.

El primer chorro fue copioso y en medio del placer me trajo alivio, le siguió otro un poco más pequeño, Marce no apartaba la boca y estaba juntando todo, o se lo estaba tragando, el tercero salió más despacio, pero duró más, no soy de gritar, pero no pude aguantarme, gemí como si me hubiesen sacado una muela sin anestesia, pero no hubo dolor, solamente hubo placer, pero en grado superlativo. En ese momento entendí lo que quiso hacer y que lo pudo hacer, había eyaculado, yo también era una de las pocas elegidas, y gracias a mi mujer, porque era mi mujer la que había logrado sacar lo mejor de mí.

Quedé como en trance con los ojos y los sentidos cerrados, sentí su boca en la mía y la abrí para recibirla, fue traspasando algo de lo que me había sacado, para que degustara yo también el sabor de mi placer, me pareció exquisito, no sé si es que porque sabía así o porque venía de su boca.

- Estás segura que no es pis, ¿verdad? - pregunté

- No sé, pero como una vez dijiste tú, si es pis cada vez que vayas a mear llámame, ahora espera que tengo que limpiar la vajilla – sentir su lengua lamerme buscando los restos de mi eyaculación o de mi orgasmo, me hacía sentirme como en nubes de algodón, era un placer calmo donde participaba todo mi cuerpo. Volvió a ponerse a mi lado – ya está, hay que dejar todo limpio para la próxima – se separó un poco para mirarme arrobada mientras me acariciaba. La atraje para que se pegara.

- No sé cómo lo conseguiste, son muy pocas las que tienen esta dicha y nos tocó a las dos.

- No sé si las estadísticas son tan ciertas, si no fuera por ti, no hubiese sabido que podía, tampoco sabría que tú también podías, habrá que saber cuantas trataron

- Tienes razón, pero ahora ya sabes lo que te espera ¿no?

- Sí, y lo espero, pero no ahora, ahora eres nada más que tú.

- ¿Por qué yo nada más? Tú me hiciste gozar como no podía imaginarme, y yo también quiero hacerte gozar a ti.

- Es que me hiciste gozar, quizá no lo hayas notado, no fue un orgasmo, nada de eso, fue algo superior, sentí todo tu placer como si fuera mío, y es que fue mío, no fue algo físico, fue mental, es como si telepáticamente me hicieras gozar a mi lo que estabas gozando tú. Sé que no es eso, pero te amo y tu felicidad es la mía y siempre lo será – me hizo llorar la abracé, la besé, no sabía que hacer más con ella.

- Amor, si yo te hago gozar, tu placer también lo voy a sentir yo y tu felicidad va a ser la mía, te quiero y quiero hacerte feliz.

- Lo sé cariño, pero déjame sentir esta satisfacción de saber que puedo llevar al paraíso a mi mujer y que puedo gozar solamente por verla gozar. Te quiero Silvia, te quiero más de lo que te puedes imaginar, mi vida no tendría sentido sin ti, y vas a tener de mi lo que quieras mi amor. Déjame gozarte así un rato que hasta el lunes vas a tener mucho trabajo.

 A dios gracias, tuve mucho trabajo, el mejor de los trabajos, hacer feliz a mi amor.

Estamos llegando al fin del relato y agradezco a los que tuvieron la paciencia de leer, disimulando mis errores gracias

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