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Viaje al paraiso

en Lésbicos

Dicen que la oportunidad no suele pasar dos veces, no lo sé. Tuve la suerte de haberla aprovechado la vez que se me presentó, no sé si volveré a tener otra. La que tuve la aproveché.

El origen de este relato empieza en Medellín donde vivo. El cumpleaños de 15 de mi sobrina, hizo que ese fin de semana fuera el de mi suerte.

No soy una jugadora compulsiva, pero cuando voy a una fiesta, no sé porque tengo la manía de comprar la lotería, ese día por suerte hice honor a esa manía. Compré un billete qué salió sorteado con el primer premio. 12 millones de pesos, una pequeña fortuna que solo me daba el trabajo de pensar en que gastarlo. Un trabajo por lo demás agradable.

Quizá para seguir con el relato lo mejor sería presentarme. Me llamo Liliana, tengo 34 años, soy bastante extrovertida (algunos dicen caradura, pero bueno no se puede conformar a todos) me gusta vivir la vida a mi gusto, sin molestar y tratando que no me molesten.

Ojos y cabello castaño, una boquita sugerente, me gusta el futbol y si fuera un equipo, diría que tengo una delantera envidiable, acompañada con una retaguardia que muchas también me envidian, sexualmente juego en la liga femenina, y no voy con jugar un poquito en cada lado. Lo mío desde hace tiempo supe que eran las mujeres, y si busco experiencias nuevas las busco en este lado.

El caso que encontrarme con ese dinero, me hizo pensar que sería muy difícil que tuviera otra oportunidad como esa para darme un gusto. Un gusto raro si los hay, visitar Katmandú.

Había leído algo de esa ciudad muy de moda en la década de los setenta. Y entre esas lecturas, me enteré que no a muchos kilómetros estaba Tokha, más metida entre las montañas con lugares bastante apartados de los sitios turísticos.

Como soy lesbiana por lógica mucha de mi literatura va por ese lado, y en un relato de la periodista canadiense de origen hindú, Johana Ambhuto, me interesaron los detalles sobre un desconocido valle de Lakshimi.

 Su nombre provenía de la pagoda del mismo nombre. Según la leyenda, Lakshimi era la esposa de Vishnu, que cansada del trato que se les daba a las mujeres, pidió a Indra, reina de los dioses un lugar en el mundo donde estas pudieran vivir sin la opresión de los hombres. En ese sitio solamente podrían entrar mujeres y demostrarían que no necesitaban guerras ni peleas para sobrevivir, que solas se arreglarían. Indra escucho sus ruegos, y más que eso, ella misma sería la que velaría para llevar a cabo ese sueño.

Según parece, Johana había encontrado pistas de que había un lugar donde las mujeres eran ley. En 1984 llegó a Katmandú y lo que había sido una sospecha, se convirtió en certeza. Parece que encontró el lugar y desapareció.

En 1985 desde Katmandú, hizo una transferencia bancaría, donando todo su patrimonio al centro feminista canadiense y nunca se supo más de ella

Me traté de interiorizar si tenía visos de realidad, y me encontré con la sorpresa que en parte de nuestra comunidad era bastante conocida la historia, desde luego no tenía esperanza de que algo de eso fuera cierto. Pero me interesaba conocer esos lugares exóticos, y haber leído que Nepal tiene una de las constituciones más tolerantes para la disparidad de géneros, me animó, y allí me fui

Y ahí comenzó otra historia, mi historia.

Después de dos conexiones, el avión aterrizó en el aeropuerto de Katmandú, un clima cálido y acogedor me recibía con buenos augurios. Tenía el hotel contratado por dos días ya que pensaba conocer un poco de la ciudad y tratar de averiguar qué grado de verosimilitud tenía la historia.

Venía con la idea de que era algo medianamente secreto, no era así, hasta en la agencia de turismo me llenaron de información. El dichoso valle no era ningún misterio, y que era el sitio donde mejor se podía gozar de los placeres de Lesbos salía explícito en los catálogos, claro, no era gratis.

Se podía conocer la pagoda, y esa especie de museo que allí se encontraba, a un precio asequible lo demás había que tratarlo ahí. Todo iba de acuerdo a los servicios a los que se pretendía. yo por mi parte no pensaba utilizarlos, me arreglaba bien sin tener que pagar por eso.

Después de pasar los dos días en Katmandú, partí para hacer campamento en Tokha, estaba mucho más cerca y de paso conocía otros paisajes; que también a eso había ido.

Si pensaba que de ahí para adelante estaba el misterio, también estaba equivocada. Las excursiones al valle te las venían a ofrecer al hotel, y parece que ver mujeres solas era como un imán. Eso sí, te tenías que anotar y había un cupo, solamente admitían una cantidad determinada.

Enseguida tomé contacto con dos chicas que también pensaban hacer la misma excursión, esa noche cenamos juntas. Eran bastante lindas y derrochaban simpatía, me gastaron un poco con el cuento de que con las tetas que portaba, más bien podía estar del otro lado del mostrador, ellas tampoco estaban nada mal, no sabía si tenían algo entre ellas, pero me pareció inoportuno averiguarlo. No había venido para eso, aunque eso nunca sobra.

A la mañana me desperté y me arreglé enseguida, no me gusta ser impuntual.

Me encontré con las chicas y quedamos sorprendidas de encontrar el pequeño bus, ocupado al tope. Había mujeres grandes, bien arregladas, ropa cara, las únicas que conversábamos entre sí éramos nosotras. Parecía que querían pasar inadvertidas, una tontería, total si les daba vergüenza no hubiesen venido. Teníamos pensado recorrer el sitio las tres juntas.

No fue así la cosa, apenas llegamos, se nos acercó unas mujeres vestidas como sacerdotisas, o algo parecido, yo que sé. Nos separaron y quedamos una con cada una. La que me tomó a su cargo, era una belleza que me hacía flipar. Se me quedó mirando con descaro como si nunca hubiese visto tetas como las mías.

- Mi nombre es Mayanin, agua pura quiere decir, si quieres puedo calmar tu sed, eres una elegida – me dijo con una voz cantarina, nos entendíamos en inglés, pero lo hablaba con un acento musical que parecía que te estaba seduciendo, yo había ido con una falda bastante cortita como para que quien quisiera enterarse de que color era mi conjunto morado, no tenía que tirarse al suelo, no es que fuera pensando que fuera a pasar nada, pero por lo que fuera, había que estar preparada.

- ¿Elegida para qué? – pregunté extrañada

- Elegida por Indra, la reina de los dioses

- No me digas, todos estos años, y ni cuenta me había dado.

- No lo tomes a risa, te puedes llevar una sorpresa.

- Una sorpresa ¿Tengo que tener miedo?

- Aquí para las mujeres no hay sorpresas malas – lo dijo con una seriedad que me llamó la atención - ¿qué viniste a buscar aquí? ¿quieres conocer lo bien que puede hacerte pasar otra mujer?

- La verdad que no, eso ya lo sé, vengo a conocer lo fascinante que puede ser un sitio donde todo esté hecho para nosotras, por nosotras. Que más hay que no conozca y pueda aprender.

- Créeme que puedes aprender mucho, aquí puedes gozar como en ningún otro lugar, puedes conocer los secretos que hacen elevar nuestros placeres a alturas que no te imaginas.

- Mira, no dudo que contigo la puedo pasar muuuy bieeén, pero sabes, no es por no gastar, pero pagar para eso, me parece que le saca el gusto

- Que pena, también me lo sacas a mí – me contesto mientras me apretaba un pecho – no sé, pero me parece que ese seno está esperando quien lo mime.

 No puedo negar que eso me encendió un poco

- Que te parece si mejor me muestras lo que hay para ver.

 De ahí en más me llevó a recorrer todo el edificio. Era el museo del sexo lésbico más completo que se pudiera imaginar, todo lo que se puede encontrar ahora, tenía su correlato en el mundo antiguo. Consoladores de materiales desconocidos para mí, diferentes aparatos que aún sin saber para que servían daba ganas de usarlos. Había algunos bastante complicados, me explicaba las instrucciones para su uso, pero aparte de calentarme, mejor se lo dejaba que los usaran ellas.

 No sé cómo estaba organizado el recorrido, pero no nos cruzábamos con nadie, parecía que en la pagoda estábamos las dos solas. Pasamos a diferentes cuartos, en unos estaban colgados tapices con escenas eróticas de una belleza increíble, en otros cuadros donde bellas mujeres se hacían el amor, con un realismo que parecía que estuvieran ahí. Luego esculturas de diferente tamaño, y con diferentes materiales, una serie de estatuillas de marfil plasmando un encuentro lésbico desde el comienzo hasta la culminación.

- ¿Pero esto quien lo hizo? Es una belleza, arte puro.

- Cada una de nosotras tenemos como cometido hacer algo que perdure en el tiempo, mientras lo que dejemos pueda emocionar a quien lo mira, nuestro espíritu sigue vivo y se vuelve inmortal, tú no sabes quien hizo esto, pero una fibra de tu corazón, siente lo que sintió ella y te comunica con su mantra aun sin darte cuenta. – realmente no soy de creer en esas cosas, pero algo en el ambiente me impresionaba. Pasamos a unos jardines arreglados con un cuidado exquisito, fuentes donde el agua al caer sobre diferentes objetos, te hacían escuchar una melodía subyugante. Me daba cuenta que visualmente iba descubriendo un mundo de sensaciones desconocido para mí. Parecía que tuviera fiebre, un calor que me era conocido me corría por todo mi cuerpo.

- ¿Hay algún sitio para tomar algo?

- Sí lo hay, tú tienes que decir que quieres tomar y de dónde.

- Algo, agua o lo que sea.

- Mejor lo que sea. Ven que te preparo una infusión acorde con tu personalidad.

- Oye, mira que lo que quiero es calmar la sed, no necesito nada raro,

- Sí claro, vamos a ver como calmamos esa sed, estás muy acalorada – me quedé desorientada, no sé si me había entendido bien o si yo la interpreté bien, que estaba acalorada era cierto, que estaba caliente, también era cierto, a ver qué tipo de calor quería calmar. Pasamos a una habitación llena de almohadones con una mesilla entre ellos y me invitó a recostarme mientras traía la infusión. El rato que tardó lo pase disfrutando de la vista de los vitrales temáticos, el tema era de lo más esperable. Cuando volvió vino acompañada de otra sacerdotisa o lo que fuera, con todo un servicio como para dos personas. Pensé que sería ella la que me acompañaría.

- Uhm, que lujo, ¿es por ti o por mí?

- Es por Indra, te dije que eras la elegida y ella así lo reconoce, ahí viene recíbela, - me paré sin mucho entusiasmo, esas ceremonias exóticas no me producían ninguna emoción. Lo que sí, me emociono, fue ver a la mujer que hacía acto de presencia. Era alta, poco más que yo, pero es como si estuviera rodeada por un aura que la hacía subyugante; una mirada que me llegaba hasta lo más profundo.

 No tenía tantas tetas como yo, pero las que tenía, aún semiocultas por un velo podían dar tema para muchos vitrales o lo que fuera. La edad, era indefinida, pero mirarla bastaba para que eso no importara, ese cuerpo alimentaba el deseo de cualquiera que quisiera arriesgarse a poseerlo. Se acercó mirándome fijamente, pensé que me derretía al escuchar su voz.

- Me gustas. Me gusta que no quieras comprar nada, que tu placer te lo ganes, ¿eres capaz de dar tanto cómo quieres?

- Bueno, yo…creo que sí, no sé, no vendo humo, doy tanto como puedo, no me guardo nada cuando me dan todo lo que pueden.

- Uhm…eso me gusta, y más me gustaría probar si es cierto. Si te atreves, te invito a pasar unos días en este santuario, puedes conocer hasta dónde puedes llegar en la escala del placer, y hasta donde puedes hacer llegar a quien este contigo, si dices que sí, mis ninfas te van a preparar. Puedes hablar por teléfono al hotel para que traigan tus cosas y cancelen la cuenta. Esta noche quiero tenerte en mi lecho. – y sin más se fue como vino. Mayamín me miraba perpleja como si fuera extraterrestre.

- Te dije que eras la elegida, ¿sabes cuantas estarían deseando estar con ella? pagan cincuenta mil dólares por tener sexo, y se tienen que anotar para que les de turno, y tú, vas a disfrutar de su cuerpo gratis, no sabes la suerte que tienes, aprovéchala, ven que te vamos a preparar.

- Mira, creo que la que paga cincuenta mil dólares por sexo, está desquiciada, no dudo que sea una reina sexual, pero ese dinero no lo vale nada.

- Algo de razón tienes, pero después me dices. - Estaba un poco inquieta, el deseo me podía, pero sabía que me estaba metiendo en un mundo extraño, pero mirándolo por otro lado, sabía que si no aprovechaba esa oportunidad, me iba a pasar la vida reprochándome de lo que me pude haber perdido.

 Me acompañó a tomar lo que me había servido, tenía buen gusto y me serví otra taza, - si quieres comer algo puedes, pero te aconsejo que te guardes para cenar con ella, necesitas estar liviana – le hice caso, termine y vinieron tres hijas más del bombón que me quería en su cama, no sé si para comerme o para que me la comiera, haría lo que pudiera.

 Me llevaron a un baño con una fuente en el medio, los costados estaban decorados con azulejos que mostraban de cómo se podía hacer el amor en las formas más guarras, sin que parecieran abyectas. Me hicieron pasar a un reservado, donde sospecho que a causa de la infusión que me había tomado, evacué como si me hubiese purgado. Lo miraban con una naturalidad que a mí un poco me asustaba, más me asustó cuando con una cánula me llenaron el culo con no sé qué. Protesté un poco, pero Mayanin me convenció que era para purificarme por dentro y por fuera. No me lo tragué, pero no era la primera vez que recurría a ese procedimiento antes de ir a un tete a tete donde pensaba que se podían usar esas partes.

 Luego de que me purificaron los interiores me llevaron a la fuente, el agua estaba cálida, me empezaron a pasar con unos jabones de una fragancia desconocida pero sumamente agradable. Mientras sus manos recorrían todo mi cuerpo, sentía el deseo de sus miradas fijadas en mis tetas, tampoco eran para tanto, se ve que a estas chicas le faltaba carne nueva.

Luego de eso, me acostaron en una camilla para pasarme unos aceites aromáticos por todo mi cuerpo, el placer era intenso, pero las ganas que tenía de hacerme un picnic con las cuatro también era intenso, y las cabronas lo sabían. Me tenían en un punto, que a poco me corría sin remedio, pero se ve que sabían bien el oficio porque de ese punto no pasaban.

 Terminaron con el magreo, y me enfundaron en una bata vaporosa que no dejaba nada a la imaginación. Me llevaron a una, (no sé cómo llamarla) Para habitación, era demasiada completa, sala de estar podía ser, tenía almohadones por el piso, los que quisiera, una mesa repleta de exquisiteces, (digo yo, porque no sé lo que eran, lo parecían) y unos botijos supongo con alguna pócima de las mil y una noches. Quedé sentada en un sillón estampado con un montón de bocas, que donde asentabas el culo corrías el riesgo de sentir un mordiscón. Las paredes con unos grabados que había que estar en estado para emularlos. No quería comer hasta que no viniera la reina, pero hambre tenía. En eso apareció, envuelta en velos parecía que andaba por el aire. Me paré esperando lo que hacía ella.

- Oh preciosa, ¿te hice esperar mucho?

- No, que va, me estaba deleitando con estas imágenes, hay mucho para aprender aquí ¿verdad?

- Supongo que si quieres hacer lo que ves en las paredes, tendrías que haber empezado a prepararte antes, pero no creo que necesitemos tanto para pasarla bien, ¿no te parece?

-  Creo que no, pero me cohíbes un poco, traía mi curiosidad a cuestas, no te lo niego, pero de ahí a poder intimar con una diosa cono tú, ni soñando.

- Pues para tener esa boquita, ese culito, y esas señoras tetas, eres muy modesta para soñar. – no soy de ponerme colorada, pero escuchar hablar así a semejante mujer, ¡hay que estar!

- Me lo dices como si tuvieras ganas de hacerme algo – le contesté sonriendo.

- No corazón, no tengo ganas de hacerte algo, tengo ganas de hacerte todo, pero primero vamos a comer, que lo que viene va para largo. Se sentó al lado mío, y nos pusimos a comer.

 Las exquisiteces eran exquisitas, y lo que tenían los botijos me gusto, pero no sé lo que era. Lo que sí sé, que a medida que iba comiendo se me iba pasando el hambre de comida, y me empezaba a agarrar de la otra, creo que a ella también, me pasó el brazo sobre mi hombro y me quedó mirando, mientras me atraía a sus labios

- Uhm, espera, tengo la boca llena.

- No importa, yo te la vacío – pegó sus labios a los míos, sé que estaba comiendo algo dulce, pero de pronto algo penetró mi boca a robar lo que tenía, tragué lo que pude para no atragantarme, pero después tenía mi boca llena pero no había nada para tragar, no me podía creer que una lengua pudiera ocupar tanto lugar. Me extrañó, pero me gustó, no sé si era por el sabor de lo que había comido o si era la lengua, pero estaba sabrosa. – esta noche tengo el postre asegurado.

- Qué, y yo qué pasa, ¿no tengo asegurado nada?

- Liliana, es lo que hay, no tengo las tetas que tienes tú.

- Con las que tienes me alcanza, ya buscaré en otros sitios, y mejor si vamos a la cama o en el suelo, que este sillón con tantas bocas me tiene el culo aterrorizado. – soltó la risa

- No tengas miedo, que a ese culo el terror se lo quito yo – antes de llegar a la cama ya estábamos desnudas, me recostó y se puso arriba mío, me tomó una teta con las dos manos y se la metió en la boca.

 Ahí supongo que mostró porque era tan especial. Había cosas que físicamente son imposibles, ella tenía la facultad de hacerme sentir lo que no podía ser. Miraba como chupaba de mi pezón, pero sentía como su boca abarcaba toda mi teta, y eso era imposible, no existía la boca que pudiera hacer eso, quizá lo que bebí tuviera algún afrodisiaco, quizá.

 Ya no me importó; el placer que sentía en ese momento no me permitía tenerle miedo a nada, cerré los ojos y dejé que me diera el mismo tratamiento en mi otro pecho, mi cuerpo se tensó, parecía la cuerda de una guitarra que ella tocaba con maestría, haciendo de mis gemidos una música en un crescendo que aumentaba a medida que se aproximaba a la culminación del acto, cuando tocó mi clítoris hice temblar la escala musical, esa lengua lujuriosa me demostró que lo imposible no existe, porque lo posible es un dibujo de nuestra mente; solo así me pude explicar como pude sentir que me penetraba hasta lo más profundo, como pude percibir la flexibilidad de algo que aún llenándome toda, se movía haciéndome notar en cada rincón sus caricias, no había espacio pero lo inventaba, solazándose en mi punto G y en vaya saber que otros puntos, que solamente en ese lugar conocían.

 No podría decir si fue un orgasmo; algo tan violento y que durara tanto, podría haber sido varios encadenados o quizá todavía no se inventó la palabra para mencionarlo. Quedé jadeando, sintiendo como reptaba por mi cuerpo adaptándose a mis curvas, pasando entre mis pechos para volver a profanar mi boca llenándola de mis sabores. No quise ser menos, y quise demostrarle que también tenía con que besar, hice con mis labios una barrera y cuando se quedó mirando con la boca entreabierta, fui yo la que introduje mi lengua luchando con la suya para conseguir mi lugar. No fue lucha, simplemente la aprisiono con los labios y chupó; pensé que me la arrancaba, pero aflojó volviéndola a chupar, pero ahora más despacio. Me gustó, y más me gustó cuando logre liberarla para repetir en su cuerpo el camino que había recorrido ella en el mío.

 Es cierto, no tenía mis tetas, pero yo tampoco tenía su boca, succioné esos pezones maravillosos y me llevé la sorpresa de sorber un chorro de leche. No era la primera vez que probaba leche materna (sin contar la de mi madre) esta era especial, tenía un gusto embriagante, adictivo, fui cambiando de seno para poder tomarla toda, podía quedarme ahí por siempre si no me empujara para que siguiera mi camino al sur, bajé a regañadientes, no es que no me gustara mi destino, pero lo que dejaba atrás no era para despreciarlo. Me estaba esperando, ¡sí! Me estaba esperando para demostrarme porque era una reina. Como la reina en una colmena, era diferente, tenía lo que nadie tenía, pasé por su pubis, y al llegar a su rajita encontré su clítoris, no podía creerlo, medía como siete cm era lo más grande que había visto y que había imaginado, lo tomé entre mis labios y comencé a hacerle una felación, (parece que era su punto débil, o fuerte, según se mire) porque me sujeto de la cabeza y ahora era ella que me follaba a mí. Sentía sus estremecimientos contagiosos. En un movimiento rápido me dio vuelta poniendo su coño sobre mi boca, ahondé con mi lengua su cavidad, mientras ella masturbaba esa maravilla que tenía como clítoris.

 Si algo me faltaba para considerarla diferente, lo que hacía con mi lengua me lo demostraba. No era yo la que la penetraba, era su coño la que la absorbía haciéndola viajar por toda su intimidad. Le retiré la mano; quería ser yo la dueña de sus placeres y si no podía con la boca sería con mis manos la que masturbara ese falo femenino. Lo tomé entre mis dedos y lo descapuchonaba aumentando la velocidad por momentos. Sus movimientos cada vez se volvían más desacompasados, sus gemidos me avisaban que se venía algo fuerte y mi lengua aprisionada me hacía temer la culminación. Me sostenía de la nuca cuando empezó a darme como puntazos con su vagina como si quisiera que me metiera adentro de ella, apenas podía respirar por la nariz tratando de no morir ahogada.

- Así, asiiii, asiiiiii, esto es lo que quiero de ti y esto es lo que quiero darte. Me dio el último apretón, la opresión en mi lengua se atenuó y a medida que la sacaba, la catarata de su corrida inundaba mi boca. Era exquisito, no eran los primeros jugos de coño que probaba, pero estos me hacían delirar. Esta mujer me hacía delirar, quedé como si me hubiese corrido yo, quizá fue así porque no sé lo que duro, no sé si fue un orgasmo o una sucesión de ellos. Se quedó hasta que escurrió del todo; salió de arriba mío y se acostó a mi lado, yo estaba jadeando, ella como si fuera a empezar ahora, me acaricio la cara y me dio un tierno beso.

- Te portaste muy bien ahí abajo, sabía que eras la indicada.

- ¿La indicada para qué?

- Para esto, para sacarme de mi monotonía, para hacerme sentir algo diferente

- Bueno, no sé si te saqué de tu monotonía, te puedo asegurar que tú de la mía me sacaste bien sacada, si a todas le das lo que me diste a mí, pienso que los 50 mil dólares que pagan por estar contigo no son tan exagerados – se echó a reír

- Te aseguro que no son exagerados y no les doy lo que te di a ti

- Mujer, creo que por esa cantidad se pueden llevar lo que vienen a buscar.

- Cariño, se lo llevan, ellas vienen a buscar una experiencia que valga 50 mil dólares, y eso es lo que se llevan, la mayoría son hetero y quieren conocer algo nuevo; nuevo y caro. Para algunas son regalos que le hacen sus maridos, y eso no puede ser barato.

- ¿Me quieres decir qué no son lesbianas y vienen a conocer de qué va?

-Eso te digo, podría darle más de lo que les doy, pero sería lo mismo, lo que buscan, es poder contar lo maravilloso que lo pasaron gastándose ese dinero, si fuera más barato no sería tan maravilloso.

- ¿Pero ninguna se da cuenta el placer que nos podemos dar entre nosotras?

- Alguna quizá sí, pero si se dan cuenta ya no necesitan venir aquí si no es para figurar, y para figurar necesitan gastarse ese dinero. Solamente algunas asexuadas encuentran un horizonte diferente, con esas me preocupo más, y logré que varias conocieran el deseo por el sexo; con ellas sí me esfuerzo y me alegro cuando consigo hacerlas sentir.

- Pues si tú no llegas a hacerlas sentir deseo por el sexo, son un caso perdido.

- Quizá mis ninfas podrían lograr lo mismo, pero el gastar para algunas, es un aliciente importante, estoy segura que tu podrías curar a varias.

- Al lado tuyo, ni de cerca se puede comparar, eres especial.

- Quédate y vas a ver como tú también vas a ser especial, tienes con qué, solo falta que aprendas a utilizar tus virtudes

- Si me las vas a enseñar de esta manera, me dan muchas ganas de quedarme

- Ya te dije, solamente tienes que avisarle al hotel y nos encargamos de que traigan tu equipaje, nosotras nos encargamos de cancelar la cuenta.

- No te voy a negar que lo que me hiciste sentir tú, nunca lo había sentido, pero y si me quedo, no voy a estar todo el día a tu lado, ¿qué haría?

- Todo el día no, pero las noches podían ser especiales. Durante el día te puedes estar en compañía de mis ninfas, son como abejitas, liban donde pueden y tú eres una flor que tienes mucho para darles, te aseguro que saben devolvértelo.

- Me pintas el paraíso, pero tampoco quiero pasarme el día follando, y no es porque no me guste, pero no creo que dé para tanto.

- Das para más de lo que crees, pero tampoco es así si no quieres. Puedes recibir a las visitantes, a veces es entretenido, conoces diferentes gentes y diferentes motivos, y si alguna te gusta, puedes pasar momentos agradables.

- Después de estar contigo, todo lo demás no es nada.

- No digas eso, siempre se puede encontrar algo más que sexo.

No era fácil decir que sí, pero más difícil era decir que no, y me quedé.

 No me arrepiento. Conocí lo maravilloso de ese santuario, la organización para que nadie se cruzara en los recorridos de las que iban por curiosidad, y las que terminaban en las recamaras, tratando de emular a las que habían posado para esos grabados que tanto levantaban el ánimo.

Mayamin quedó a mi servicio, al mismo tiempo que hacía de tutora. Me enseñaba todos los secretos de la comunidad. Fue la que me alecciono de cómo tratar a las visitantes, algo a lo que no estaba obligada, pero que a veces me gustaba hacer, para cambiar un poco de ambiente.

Me adosaron otro nombre, Alisha (protegida por dios) y mi vestimenta era una tela como de diez metros, que me enrollaba por el cuerpo como me viniera en ganas, Sari era su nombre y aprendí a usarla como todas ellas. Mis encuentros con Indra eran frecuentes, ya había aprendido a prepararme a su gusto y me entregaba completamente a sus deseos, que alimentaban los míos.

Beber de sus senos era una delicia, solamente sobrepasada por el néctar de sus orgasmos. Sabía que algo sobrenatural, mitológico quizá había en ese acto, pero no sería capaz a negarme a sentir ese placer. Lo que ella lograba hacerme sentir es difícil narrarlo. Me penetraba con esa lengua sobrenatural por donde más le daba en gana y me hacía gozar hasta dejar abandonado mi cuerpo a su servicio.

Mayamin me envidiaba y me deseaba, la propia Indra fue la que me lo dijo.

-Alisha, tienes que darte cuenta que no es todo recibir, hay que pensar en las demás. Mayamin te desea y te envidia por poder estar tantas veces conmigo, si le curas el deseo la envidia se le va a curar sola – al otro día me encontré con esta y busqué la mejor forma de acercarme, nos saludamos y le comenté

- ¿Sabes una cosa? Hasta ahora me enseñaste como tratar a las visitantes que quieren conocer el santuario, pero no me dijiste nada de cómo hacen ustedes cuando buscan un momento de placer.

- Para qué quieres saberlo ¿acaso si te desearan ibas a calmar sus deseos? – me acerqué bien a ella

- Pues quizá sí, sobre todo si es alguien que también despierta los míos – se quedó mirándome expectante, y medio temblando, me dijo.

- ¿Y qué quieres que te enseñe que no sepas?

- Y, por ejemplo, ¿Dónde la llevarías para tener relaciones y cómo lo harías? – me condujo a una habitación. Una cama enorme con diversos almohadones en el centro, y las paredes adornadas con escenas como para que se dieran cuenta para que estaban ahí. Separada por un ventanal una especie de bañera lo suficiente amplia como para dos o tres, llegado el caso.

- Las traigo aquí, lo demás, son ellas las que saben lo que quieren, algunas quieren relajarse con un baño y unos masajes, otras quieren todo enseguida como desesperadas, en fin, hay para todo, tú que elegirías

- No sé, tendría que probar, creo que contigo empezaría con un buen beso, y un buen baño, después, lo que tuviéramos ganas, ¿probamos? – no había terminado de hablar cuando la tenía pegada a mi boca, pasamos el ventanal sin despegar el beso, los velos iban cayendo por el camino, nos metimos en la bañera buscando con las manos los puntos más vulnerables. El agua estaba cálida y nosotras la calentábamos más. No estuvimos mucho ahí, salimos sin dejar de besarnos, tomó un toallón enorme donde nos envolvimos y así fuimos hasta la cama. Me empujó y quedó arriba mío, me besaba por todos lados, recorría mi cuello, las clavículas, fue bajando hasta mis senos y ahí se estacionó, chupaba como si fuera el mejor manjar; si a ella le gustaba, no tengo que explicar lo que me gustaba a mí, siguió sorbiendo hasta que soltó un gemido y se me quedó mirando.

- Lo sabía, lo sabía, eres como ella, eres una elegida – la miraba sin comprender hasta que vi como salía un líquido blanco de mi pezón, se lo metió en la boca y siguió sorbiendo. Me preocupaba, pero me gustaba, no sabía cómo había llegado a eso, pero después lo averiguaría, me acordé de mi primera vez con Indra y como esa vez tuve que empujar a Mayamin para que siguiera su camino y lo siguió. No era como su reina, pero sabía lo que tenía que hacer, llegó y soltó un suspiro – lo tienes casi tan grande como Indra, es hermoso. En ese momento me estaba dando cuenta de los cambios que había sufrido. No era momento para lamentarlos, el placer que me estaba dando me robaba todos los miedos. Le acariciaba la cabeza viendo y sintiendo con que devoción lamía, me provocaba una sensación, no tanto cómo con Indra, era diferente, menos pasión y más ternura.

- Mayi, cariño, me corro tesoro ¿vas a dejar que se pierda? – me miró como espantada y bajó su boca hasta mi abertura, cuando fue a meter la lengua, la sorprendió la riada que en ese instante soltaba mi coño, lamió como desesperada hasta que la atraje a mi lado. Estaba como ida.

-Gracias, gracias Alisha, me regalaste tu esencia, me hiciste la mujer más feliz del mundo

- Pues voy a tratar de hacerte más feliz todavía – ahora fui yo la que se puso arriba y recorrí todo su cuerpo hasta llegar a su vagina. Era deliciosa. Lo que más me impactó era la facilidad con que la penetraba con la lengua, parecía que podía llegar hasta lo más profundo, sentía sus gemidos como una música de fondo que me enardecía, sin sacar la lengua empecé a masturbar con dos dedos su botoncito, mientras con la otra mano irrumpía por la puerta de atrás.

Soltó un gruñido que me asustó, tuve que sujetarla, los saltos que daba con la pelvis me hacía difícil poder recorrer todo su interior con mi lengua. De pronto dio un salto compulsivo y derramó en mi boca todo el placer que le estaba dando. Fui hasta ponerme a su lado y la besé. Quería que sintiera que era tan importante para mí como lo era yo para ella.

-Eres la elegida, solamente Indra puede hacerme sentir así, tú vas a ser una reina, y si Indra quiere, yo voy a ser una de tus ninfas.

- Mayi, tesoro, tú te debes a ella, yo estoy de paso y pertenezco a otro mundo.

Le acaricie con ternura, me di cuenta que todas ellas, necesitaban de alguien que las guiara.

 Desde ese día mi preocupación aumentó, tenía que reconocer que estaba más sensible a lo que a sexo se refiriera, pero las transformaciones físicas por mucho gusto que me dieran, no eran de mi agrado. La siguiente vez que estuve con Indra le pregunté.

- ¿Por qué me pasan estos cambios? Esto es algo nuevo, cada vez me parezco más a ti.

- Alisha, tú bebes de mí y eso ayuda a tu metamorfosis, vas a terminar siendo lo que soy, ¿acaso piensas que soy un monstruo?

- No, no pienso que lo seas, pero tienes otra cultura, eres una diosa para el sexo, y ese es tu objetivo, quizá te criaste para eso, yo hasta podría ser tu adoradora, sé que lo que me haces sentir no me lo puede hacer sentir nadie, pero soy diferente, ni mejor ni peor simplemente diferente.

- Tomate tu tiempo y piénsalo. Yo trataba que llegaras a mi nivel y crearas otro santuario en otra parte del mundo, tuvieras tus propias ninfas que pudieran enseñar a las que son como nosotras, cómo vivir sin vergüenza y gozando de todo lo que podemos dar. Piénsalo si ves que no lo vas a poder hacer puedes marcharte sin problemas, hasta que no estés segura paramos con nuestros encuentros, así detenemos tu desarrollo, mientras tanto tienes a Mayanin o cualquiera de las otras, que te van a dar el placer que necesites.

Tenía que pensarlo, si lo pensaba como si todavía estuviera en Colombia no puedo negar que lo que me ofrecía es mi propio paraíso, pero ¿vale vivir teniendo como objetivo el sexo nada más?

Desde ese día me dediqué a atender a las visitantes. A Indra se le ocurrió inventar una nueva categoría entre las que pagaban dos o tres mil dólares, según los servicios, y las que pagaban 50 mil. Eran las de veinte mil, a esas las atendía yo, no tenía las cualidades desarrolladas como Indra, pero ponía voluntad. De eso la mitad me la guardaba para desarrollar otro santuario, si es que me daba por ahí; y si no sería para lo que quisiera.

Tampoco es que tuviera tanta clientela. Las que lo hacían por figurar querían lo más caro, y las que querían sentir nuevas sensaciones, no muchas tenían esa cantidad.

Me iba formando mi propio capitalcito, y ya no me parecía tan descabellado armar un templo, (Maya podía ser) para esos fines.

Ya hacía casi un año desde que me había enclaustrado, me había parecido natural pero ahora pensando que podía tener otra salida más que quedarme disfrutando de los placeres lésbicos, pedí permiso a Indra para visitar el mundo normal. Salía a veces hasta Tokha, y una vez llegué a Katmandú.

Vivía en un mundo de dudas. Si bien la vida en la pagoda era nada más que sexo puro, tampoco me atraían tanto los problemas que encontraba en mis visitas a la ciudad.

Lo comenté con Indra, estaba desconcertada y valoraba su consejo.

-Mi pequeña Alisha, la decisión tiene que ser tuya. Tienes las condiciones para ser una reina, pero tienes que entender, que eso tiene sus obligaciones. Vas a tener tu sequito de ninfas, te van a servir como me sirven a mí, pero vas a tener que alimentarlas con tu fuego como hago yo, tendrías que volver a alimentarte de mí, hasta que estés en condiciones de alimentarlas a ellas.

- ¿Qué me quieres decir? ¿Esos cambios en mi cuerpo los produce tu esencia?

- Eso te quiero decir. Vas a ganar todos los atributos que yo tengo, pero al terminar tu transformación, igual que una abeja reina, tendrás que buscar tu espacio y tu lugar en el mundo, no busques competir conmigo, cuanto más lejos estés mejor te vas a sentir. Si lo decides ahora, esta noche duermes conmigo y seguir con el proceso.

- Déjame pensarlo, la tentación es grande, pero no sé porque temo decirte que sí, siento que estoy decidiendo todo mi futuro.

- Es que lo estás decidiendo, cuando llegues a ser como yo, no vas a tener vuelta atrás. Piénsalo, ¿qué es mejor vivir como nosotras o con los problemas de tu mundo, es tu decisión?

No estábamos desconectadas del mundo, teníamos internet y sabíamos lo que estaba pasando, y la verdad que de lo que nos enterábamos, comparando las crisis, peleas, guerras, con la tranquilidad, la paz, y sobre todo el placer del que disfrutábamos en este valle, no había mucho para pensar.

Podía fundar mi templo en América, en algún sitio apartado lo suficiente misterioso como para formar una comunidad así. Tendría que rodearme de mis propias ninfas, que con los atributos con que me iba a dotar Indra, no sería problema. Un sequito de muchachas dispuestas a darme placer y a recibirlo. Algo que me encantaba.

Ya casi estaba decidida, comparando, era la mejor opción. Me había pasado buena parte de la noche pensando, hasta que tomé la decisión, la próxima la iba a pasar con Indra, era un buen aliciente.

Me levanté bastante despejada, salí a recibir la tanda de viajeras. Bajaron del bus a donde las estábamos esperando, una morenita espectacular me llamó la atención, por su forma de pronunciar el inglés, se me hizo que su idioma era el castellano. No me equivoqué, me acerqué a ella y no tuve inconveniente en aparecer como su cicerone. Nada más escucharla tuve la certeza de que su inglés era horroroso. Pude entender que se llamaba Susana y que, si la llamaba Susi, le caía mejor.

-Pues si es lo que te gusta entonces te voy a llamar Susi.

- Ay, sabes castellano, y yo que pensaba que iba a parir para hacerme entender, esto se llama entrar con el pie derecho.

- Aquí una chica como tú, con cualquier pie que entre, siempre es el derecho

- Uhm…que amable, la verdad que me hayas tocado tú ya es sacarme la lotería, supongo que no eres oriunda de aquí ¿de dónde eres?

- Creo que por el tono, cerca de donde eres tú, ¿por casualidad no eres colombiana?

- Sí que lo soy, de Cartagena, y ya sé, tú eres de Bogotá.

- No, te equivocaste, de Medellín, ¿porque se te dio que podía ser de Bogotá?

- No sé, siempre pensé que las más tetonas eran las capitalinas, pero veo que me equivoqué.

-Y claro que te equivocaste, por lo que veo, a las cartaginesas tampoco le faltan tetas.

- Anda que al lado de las tuyas son una pena ¿cómo te llamas?

- Pues no me importaría tener que penar un rato con ellas, y aquí me llaman Alisha, pero para las colombianas Liliana me viene bien– soltó la risa, una risa cantarina a la que ya me había desacostumbrado, era música, alegría, este santuario no estaba acostumbrado a escuchar esos sonidos. Me quedó mirando con picardía.

- Uhm, la tentación es grande, pero no vine para eso.

- Viniste nada más a conocer esta especie de mausoleo del placer, es una pena.

- No, vine a bastante más pero no buscando placer, aunque ahora que te conozco, ya estoy lamentando no haber venido a eso.

- Bueno, no viniste a visitar el santuario, no viniste a buscar placer, ¿qué coño viniste a buscar?

- Ay, no me digas así, porque te veo y ya sé cuál es el coño que me gustaría buscar, pero es que vine a otra cosa.

- Me tienes intrigada; si no viniste de curiosa, no viniste buscando nuevas sensaciones, ¿qué es lo que viniste a hacer?

- Mira, te darás cuenta que si vine aquí es porque me gustan las mujeres

- Otra cosa aquí no vas a encontrar, a no ser que no sean de tu gusto.

- No digas eso, que si quisieras te podría demostrar si eres de mi gusto o no. El caso es que estoy muy involucrada en el movimiento feminista y lésbico, y aprovechando eso, monté una agencia de viajes como para nosotras, estoy buscando lugares donde podamos pasarla bien sin sentirnos hostigadas, oí de este sitio, y quería ver si podía llegar a algún arreglo que les interesara a los dueños de esto y que también me interesara a mí.

- Uy, pero sabes, esto no tiene dueños, es de una reina. La que te puede llevar a conocer placeres que ni siquiera sospechas.

- Sí, sí claro, para el catalogo esas cosas vienen bien, pero vamos a los hechos, me dijeron que estar con ella cuesta 50mil y la segunda opción son 20mil, no creo que le venga mal que se le acerque alguna cliente americana

- No sé, habría que hablar con ella, pero mira que con las que vienen ya le alcanza.

- Pues que ponga a otra, total si nadie la conoce, que la folle una, que la folle otra, no debe haber mucha diferencia

- La hay, está preparada para darte el placer que solo ella puede darte.

- A sí, ella se preparó para darte por cincuenta y otra para darte por veinte, y dime, las de dos mil que mierda te dan. – esta muchacha me estaba complicando, por un lado, algo de razón tenía, pero tampoco se podía comparar lo que te hacía gozar Indra con las demás. ¿cómo se lo hacía entender?

- Las de dos mil, te dan más o menos lo que estás acostumbrada a que te den, con un poco más de entrega a lo mejor. – íbamos pasando de una estancia a la otra mirando todos los artefactos de uso lésbico.

- ¿Puedo sacarles fotos para un catálogo? Por si nos arreglamos digo.

- No espera, pidamos permiso, si te arreglas con ella, ya te dirá. – pasamos a otra habitación cuando siento que me mete la mano en el culo.

- Eh, ¿Qué haces?

- Oh, perdona, es que estas tan vaporosa que quería saber si llevas bragas, ya me di cuenta que no

- ¿Y siempre que te quieres dar cuenta de algo, metes la mano?

- No mujer, pero mira donde estamos, tú tienes un culo… que una… no es de palo.

- Eres una caradura, tú también tienes buen culo y no te lo ando invadiendo.

- Bueno, está bien, si quieres invádemelo. – me dijo riéndose -  Oye, me parece que tú podías cobrar más de dos mil.

- Yo soy la que cobra veinte

- Ah bueno, ya me parecía que no eras nada barata, bueno ¿qué te parece la idea del tour al paraíso lésbico?

- No es a mí a la que le tiene que parecer, es a Indra.

- Pero dime, ¿me vas a ayudar a convencerla? Se buena, vamos – no podía creerlo, yo, en el santuario del sexo, y esta con tamaño desparpajo venía a moverme el piso. También pensaba que cuando tuviera mi propio sitio, podía venirme bien esa conexión.

- Ya, ya, te voy a ayudar, quizá la pueda convencer, después de todo tienes razón, porque sobren no le va a venir mal.

- Quizá también me pueda explicar que servicios ofrece por ese dinero, digo para entusiasmar a las interesadas.

- No creo que te diga nada, eso es parte del misterio, lo que te puedo asegurar, que nadie se fue de aquí con una queja.

- Y de ti ¿se fue alguien con alguna queja?

- Tampoco, sé lo que hago y a quien se lo hago. – frunció los labios

- Ves nosotras las pobretonas nunca vamos a poder gozar de esas maravillas

- Pues tú no creo que tengas muchos problemas para gozar de maravilla.

- Que va, las que gozo yo, ni cerca valen veinte mil.

- Valen tanto como el valor que les das

- Uy, aparte de estar tan buena eres filosofa, es una materia que me aburría, si me la enseñaras tú seguro que me gustaría, es que tienes tanto para enseñar, que serías mi maestra preferida, me la pasaría tratando de verte las tetas.

- Pero eres una desfachatada, no tienes vergüenza, dices lo que te sale.

- Y sí, es que estás tan buena que si no te lo digo me atraganto, no te imaginas las ganas de darte un beso que tengo y me las tengo que aguantar, mira todas las que vinieron hoy a follar, y yo, menuda paja me voy a tener que hacer esta noche pensando en ti.

- Tú sí que estás para un convento, tan educadita, que preciosidad.

- Qué quieres, te veo con esos trapos, sé que no tienes bragas, y no sé, me parece que sujetador tampoco, ¡pero que pedazo de tetas! El sueño de un huerfanito; te imaginas una niñita teniendo eso para mamar, que empacho. – me decía todo eso en medio de sus carcajadas, era toda alegría

- Quieres dejar de molestarme con eso – me estaba molestando porque cada vez me calentaba más, ya me estaba dando ganas de darle a probar lo que tanto deseaba, y que me diera a probar lo que deseaba yo, que era todo.

- Y dime, a las que vienen a follar contigo, ¿cómo les haces? Tendrás una rutina, seguro, sería bueno explicarlo un poco en el catálogo.

- Tú y tú catálogo, ¿qué quieres, hacerlo pornográfico? – le dije de mala manera

- Ay mujer, no te pongas así, si no voy a poner nada, pero es que tenía ganas de saber lo que me pierdo, perdóname. – me puso una carita compungida que me dio pena, estaba para comérsela.

- Bueno, ven que te enseño, pero no para que lo pongas, solamente para que te des una idea, a ver, mira, esta es la habitación, pasa – la hice pasar primero y le metí la mano en el culo, y digo se la metí porque se la metí. Pegó un grito y entró disparada.

- Eh, ¿así las tratas a tus visitantes?

- Así te trato a ti para saber si tienes bragas

- Tener tenía, no sé si me las metiste para adentro

- No sé, tendría que averiguar si todavía están

- Bueno averigua, pero un poco más despacio.

- Anda, anda, que tú no te cortas por nada, ¿ves cómo es el sitio? Pues aquí hacemos todo.

- ¿Y cómo es todo?

- Y es según, algunas son más románticas y cuando ven la fuente y el jardín, le gusta extasiarse admirando apoyadas en esta baranda, ¿ves? Así como estás tú, yo me pongo detrás y voy acariciándolas mientras le desabrocho la blusa, generalmente tiran el culito para atrás como estás haciendo tú, le voy metiendo las manos por las tetas, si los pezones se les ponen como los tuyos, es que les gusta; les beso el cuello mientras le aflojo la falda para ir desnudándolas. Cuando están así, le meto la mano bajo las bragas, si están mojadas como estás tú, quiere decir que la están pasando bien – Susi respiraba como una locomotora, fregaba su culo contra mi pelvis y su espalda contra mis tetas y me estaba acalorando. Quería darle un escarmiento, pero ya estaba pensando que podía salir yo escarmentada, le hablaba despacio al oído, mientras le aprisionaba el lóbulo con mis labios

- Ves, cuando se ponen así, se dan vuelta y buscan besarme, ¿qué harías tú? Había quedado nada más que con la ropa interior, me miró como poseída y vino por mis labios – Eh, para, te estoy mostrando lo que hago con las que vienen buscando eso; tú viniste a ver. – se mordió los labios

- Tengo tarjeta, ¿te puedo pagar en cuotas? – me dio la risa, se notaba que era colombiana, no me quise burlar, estaba desesperada y a mí no me faltaba mucho

- Después vemos – la atraje para besarla, no tengo la lengua de Indra, pero lo suficiente para llenar esa boca tan apetecible, en esa pelea no tenía nada que hacer, pero se defendía con decoro, la fui llevando hacia la cama dónde terminamos acostadas. Le terminé de sacar el sujetador para hacerme un banquete con esas tetas, que a pesar que no eran como las mías, se veían bastante comestibles. Las chupé con angurria, no sabía porque me gustaban tanto, creo que había tenido a mi disposición mejores, pero estás eran de ella, y eso las hacían exquisitas.

 Fui bajando con mi boca dejando un sendero de saliva por su cuerpo. Los estremecimientos la hacían temblar como una hoja, cuando le terminé de sacar las bragas, la que se estaba estremeciendo era yo. Qué ganas que le tenía, y me las saqué. Me fui de boca contra su coñito, era delicioso, jugué un poco con su botoncito sintiendo los saltitos que daba, hasta que exploré sus profundidades. Ya dije, no era como Indra, pero me alcanzaba para llenar esa almejita sabrosona. Recorrí todos los puntos internos que la hacían alucinar.

- Ay Liliana, no me dejes así, sigue por favor, yo te voy a pagar de alguna manera, sigue, sigue que me corro, yaaaaaa, me voyyyy, ahaaa – no sé si todos sus orgasmos serían así, pero este me dio tanto placer a mí como a ella. Me acosté a su lado. Me miraba como si estuviera drogada, le hablé

- Bueno, más o menos así es la cosa. Las que vienen a veces con esto se conforman, otras veces quieren comer su parte. no sé qué harías tú.

- No sé cómo te voy a pagar, pero sin mi parte no me voy – se tiró arriba mío, me fue sacando el sari hasta descubrir mis tetas, me agarró una con las dos manos (con una no le alcanzaba) y se metió lo que pudo en la boca, aprisionó mi pezón, y encontró lo que no se imaginaba, un chorrito de leche (o lo que fuera, todavía no sabía que era lo que soltaba) gimió como una desesperada, sabía que era medio afrodisiaco, a ella parece que le pegó fuerte. Saltaba de una a la otra, tenía la intención de vaciarme.

- Susana, para ya, me vas a dejar seca

- Déjame, me agarró mucha sed

- Abajo también tienes con que sacártela – Primero no comprendió, pero cuando lo hizo se desesperó por quitarme la ropa, bajaba lengüeteándome toda, pasó mi monte de venus siguiendo el camino a mi vagina, cuando tropezó con mi desarrollado clítoris, pegó un grito emocionada.

- Esto me lo prestas, por favor déjamelo chuparlo.

- Anda, chúpalo, pero con cuidado – lo chupaba, lo sorbía, jugaba con él, hasta que yo no aguanté más, la agarré de los pelos y la arrastré hasta la entrada de mi coño. – ¿tenías sed? Pues bebe, que tengo mucho que darte – y me corrí abundantemente, con un placer distinto, de alguna forma, me hacía acordar la primera vez. La tuve que sacar, se quería quedar ahí – ven, acuéstate al lado mío.

- ¿No quieres que siga? De verdad, no sé cómo, pero te voy a pagar.

- No te preocupes esta es una muestra gratis

- ¿Quéeeee? Entonces me voy a tener que deslomar para poder comprar el remedio completo.

- Qué te pasa ¿no te alcanzó con esto?

- Liliana, creo que contigo no me alcanza nada – me gustaba verla así, la besé saboreando mi gusto en su boca, podía quedarme más tiempo, pero quería hacerle el favor de hablar con Indra, para convencerla de permitirle los tours lésbicos, después de todo para eso estábamos.

- Quédate aquí, si te quieres bañar en la fuente hazlo. No te preocupes que te vean, aquí nadie se escandaliza, cuanto mucho te van a querer follar

- A mí, aquí si no me follas tú no me folla nadie

- Uhm, no estés tan segura – la dejé y me fui a ver a la reina. La encontré recostada entre almohadones, parecía que me estaba esperando.

- ¿Tú a esta hora? algo te está pasando, a ver cuéntame. – le explique el proyecto de Susana y si podía utilizar el templo como destino - ¿y cómo es que te lo dijo a ti?

- Es que es de mi país, es simpática y entró en confianza, ella recién empieza y me dio ganas de ayudarla en eso.

- ¿Solamente en eso te dio ganas de ayudarla? – la cabrona seguro que sabía

- Bueno, me gustó y tuvimos relaciones.

- Te la follaste, te la follaste y gratis, creo que vas a tener que volver a llamarte Liliana – agaché la cabeza.

- Sé que estuve mal, pero no sé, la deseé y bueno y… ¿estuve mal no?

- Si la deseaste no estuviste mal, pero personalizaste el placer y le pusiste un nombre, tienes que buscar dentro tuyo si estás preparada para esto, o si tienes que volver a tu vida antigua. Averigua eso y quizá los tours los termines programando tú. Si quieres puede quedarse unos días contigo, hasta que te decidas que es lo que quieres. A lo mejor estás buscando amor

- Pero, ¿qué voy a saber lo que quiero, si la conocí hoy?

- En un día decidiste quedarte aquí, no necesitas una eternidad para saber si te tienes que ir, anda averígualo al lado de ella. Salí cabizbaja pensando. Es cierto que me pegó fuerte esta chiquilla pero seguro es un encoñamiento, a eso no se le puede decir amor. Entré en la habitación, estaba desnuda en la fuente dejando deslizar el agua por su cuerpo. Se acariciaba impúdicamente con los ojos cerrados, me quedé viéndola un rato. Estaba cantando despacito un vallenato.

 No estaba mejor que mis compañeras, pero tenía algo que no tenían ellas, y no sé lo que era. Abrí el ventanal que separaba la estancia y me senté a mirarla. Así, concentrada, era lo más sensual que se podía encontrar en el reino del sexo. Me hubiese gustado ser yo la que estuviera acariciando ese cuerpo, podría hacerlo y posiblemente lo aceptara, pero creo que estaba inmersa en un mundo imaginario en que yo no tendría cabida. Se arqueó como una sirena, pasó las manos por sus senos y suspirando con fuerza abrió los ojos y me vio. Pegó un gritito y trató de taparse con las manos.

- Qué ¿tienes algo que no haya visto hoy? – me miró con cara de enfado

- Ahora no estamos haciendo lo que hacíamos hoy

- No veo que eso haga la diferencia

- Pues la hace, ¿dónde hay una toalla?

- Ahora te la traigo – fui a buscar una lo suficiente grande como para envolverla la desplegué – ven que te llevo hasta la cama y no te manchas los pies

- Puedo ir sola, no hace falta que me lleves

- ¿Y ahora qué te pasa? Tan extrovertida y ahora te agarró la timidez.

- Es que tú me haces sentir rara – agacho la cabeza – no sé, eres tan…tan mujer que me haces sentir como una niña.

- Pues hoy no parecías tan niña, ven siéntate aquí y me cuentas – nos sentamos en la cama, ella envuelta en el toallón – me gustó como cantabas ese vallenato ¿en qué pensabas? – se puso colorada y dudo - ¿no me vas a decir?

- En ti pensaba, en el momento que me hiciste vivir, no sé, pareces diferente, me hiciste sentir lo que nadie me había hecho, y me gustas, pero me das miedo, tienes lo que no tiene nadie.

- No seas exagerada, quizá alguna cosa más grande de lo que tienen otras, pero no deja de ser lo mismo

- No, no lo digo por el tamaño, es otra cosa, no me hagas caso – la atraje contra mi pecho.

- Hable con Indra, si quieres puedes quedarte conmigo unos días y ver todo el entorno y como se podría organizar lo que quieres hacer, prepara un proyecto y se lo presentas, si le gusta, lo llevas a cabo – saltó de contenta

- ¿Me vas a ayudar? Tú conoces todo aquí adentro, y podríamos recorrer el valle, debe tener sitios lindos, no todo tiene que ser follar.

- Sí que los tiene, aunque la mayoría no viene a ver paisajes, podíamos dar una vuelta por el valle, y ahí sí que puedes sacar fotos para tu catálogo.

- No es mi catálogo, si fuera para mí te sacaría fotos a ti para mirarlas yo sola pero entonces ¿me vas a ayudar a escoger lo que vamos a mostrar?

- Bueno sí, mañana vamos a buscar tu ropa al hotel, no vas a andar con esa faldita por el valle, te ve un oso panda y te viola.

- Nunca supe de un panda que viole a una mujer.

- Nunca una mujer se acercó a un panda con esa faldita

- ¿No te gusta mi faldita?

- Me gusta más lo que tapa, pero ahora póntela, que damos una vuelta y después a comer, te dejo vestirte tranquila y vuelvo. – tenía que pensar cómo iban a pasar esos días, me estaba metiendo en un lio emocional, me daba cuenta que mi país también tiraba, era tan diferente a esto, aquí era el reino del placer, no había problemas de dinero ni de nada. Todas nosotras teníamos nuestros ahorros, la mitad de lo que cobrábamos era para nosotras, era una especie de seguro para cuando ya no estuviéramos para esto. Yo había juntado bastante, podía hacer algo parecido a esto en mi país, pero no me podía engañar, no era Indra. Si hubiese seguido teniendo relaciones con ella, podría llegar a tener esos poderes, pero no me llamaban la atención, bastaba con lo que tenía. Cuando volví ya estaba vestida, me esperaba con una sonrisa que le iluminaba la cara.

- ¿A dónde me llevas?

- Te voy a mostrar los jardines, veras que valen la pena – era cierto, valían la pena. Infinidad de flores, saltos de agua que le daban una sonoridad de película, rincones donde descansar mirando la hermosura del paisaje. Llegamos a una pérgola rodeada de flores, nos sentamos sobre un colchón de césped - y qué me dices ¿te gusta?

- Sí, es hermoso, ¿y los pandas dónde están? Yo quiero ver los pandas.

- Uf…te dije que te podían violar y ya te emocionaste ¿me parece que ni siquiera te pusiste bragas?

- No me las puse porque estaban todas mojadas, y si quisiera que me violaran, me buscaría una osa no un oso.

- Pues no vas a tener suerte, aquí no hay ninguna panda.

- Qué mentirosa que eres, ¿no te disfrazarías de osa para mí? – me dijo riéndose – creo que no tendría problemas que me violaras

- ¿Y la timidez de hoy dónde la dejaste? – se puso seria

- Ahjjj…no sé lo que me pasa contigo, me haces sentir rara, eres diferente.

- Tú también eres diferente, todas lo somos. A ver, se está haciendo la noche, mejor vamos adentro que aquí se cena temprano.

-Oye ¿y todo esto quien lo paga? Mira que a mí no me sobra.

- No te preocupes, eres mi invitada, anda vamos. – comimos en una mesa apartada, no valía la pena exponerla a las preguntas de las demás, aunque tampoco se iban a entender mucho, terminamos de comer y nos retiramos a la habitación

- Ahora sí, ¿qué quieres, dormir en unos cojines o te acuestas conmigo.

- Como tú quieras, ¿tus clientas se quedan a dormir aquí?

- Susi, no duerme nadie conmigo, y tampoco vienen aquí, esta es mi habitación, y no la uso para follar.

- ¿Y qué pasó conmigo?

- A ti no te hice entrar para eso, lo que pasa que se me fue de las manos, y pasó lo que pasó, no pienses que se va a repetir.

- Entonces no tiene importancia si duermo contigo, pero no tengo ropa de dormir, ni bragas ni nada, voy a tener que dormir desnuda.

- Yo también duermo desnuda, y ya te dije, no tiene por qué pasar nada – la cama era ancha, nos metimos bajo la sabana y realmente era lo mismo como estuviéramos – hasta mañana, que duermas bien.

- Tú también, cuando quieras levantarte me llamas – traté de poner mi mente en blanco, pero saber que ella estaba tan cerca me la coloreaba toda, para colmo, se movía, se daba vueltas de un lado a otro y no me dejaba dormir

- Susana, que te pasa, ¿tienes hormigas qué no paras?

- No, no sé, perdona, estoy inquieta; qué quieres, en el otro lado del mundo, en una cama con una mujer como tú, es como para que me de miedo.

- Seguro que nunca estuviste con una mujer al lado

- Sí, estuve, pero no eran como tú, aparte que estaba más al lado, aquí parece que estuviese sola y me da miedo. – no me creí que tuviese miedo, pero que quería que estuviéramos más juntas ¡sí! a mí me pasaba lo mismo.

- Anda ven, acércate así se te pasa el miedo – más que acercarse se pegó como una lapa, nuestras desnudeces se juntaron.

- ¿Me dejas darte un beso?

- Me tuviste como diez minutos sin dejarme dormir, para pedirme eso.

- Perdona, pero es que tengo tantas ganas que si no me dejas no voy a poder dormir

- ¿Y con uno solo se te pasa? – se quedó tiesa el momento que asimiló mis palabras. Fue un momento nada más, porque se abalanzó a comerme la boca. La verdad que si no lo hacía ella, lo iba a hacer yo. Tenía el cuerpo caliente, toda ella estaba caliente y me traspasaba la calentura a mí. Después de invadir su boca le fui besando el cuello, la subí hasta que sus tetas quedaron como para chuparlas, la escuchaba gemir y parecía la música de un vallenato, me invadió la nostalgia; que mejor que un buen coño para quitármela. Prácticamente la levanté hasta ponerla a la altura de mi boca, era un manjar, comerse esa almeja era la delicia más grande y la iba a aprovechar, recorrí todo su interior buscando todos los puntos que la hicieran vibrar; eran muchos, parecía una guitarra llenando con su melodía todo el ambiente, le pellizqué suavemente el clítoris, fue como si hubiese apretado el botón que produjera la explosión más maravillosa, y explotó y yo estaba justo en el lugar que tenía que estar. Si tenía alguna duda de cómo eran sus orgasmos, con este me la quité, sabía que los míos eran copiosos, pero sabía por qué eran. A ella no le habían cambiado nada y eran casi como los míos. Se derrumbó en la cama buscando mi boca, lamía mi cara buscando su sabor. Se dio cuenta que no era ahí donde la necesitaba y bajó buscando mis tetas. Era un desahogo que me quitara la presión que sentía en ellas, pero esa presión se corría hacia abajo haciendo que mi vagina latiera con ansias.

- Susi, cariño, te necesito en otro lado – fue decirle eso cuando como una piraña (de las que no muerden) recorrió mi cuerpo yendo a su destino, cuando tropezó con mi prominencia paró a entretenerse con ella, no es que no me gustara, pero no estaba para esperar, puse mi coño en su boca y la dejé que se arreglara, y que me arreglara. Mis orgasmos ya dije como eran, copiosos, suficientes para contentarla a ella y a mí, me enternecía verla con el ansia que bebía de mis jugos – ven cariño, ¿qué más buscas?

- ¿No me dejas dormir a aquí?

- ¿Quieres terminar conmigo? Ven que quizá no sea la última vez. – vino a mi lado y se pegó a mí.

- Estaba tan bien, sabes como nadie, creo que tengo razón en tenerte miedo.

- Anda, duerme que no me como a nadie

- No me importaría que me comieras, lo peor será cuando dejes de comerme.

- Ya veremos, ahora a dormir – se apretujó y enseguida se quedó dormida, a mí no me paso lo mismo, me quedé pensando, que es lo que me traía colada por ella, en qué era diferente, me desvelé hasta que encontré la respuesta, la risa, eso era, cuanto hacía que no escuchaba a nadie reírse como lo hacía ella. Llamábamos el santuario del sexo a nuestro hogar, y eso es lo que era, todo para el sexo, todos los placeres imaginables, pero ¿había alegría? ¿alguna vez se escuchaba una risa? ¡no! buscábamos el placer como una ceremonia, sí, era cierto, llegábamos a orgasmos espectaculares. Eso que en el mundo común era como un deseo a conseguir, para nosotras era lo más común, pero nada más, era el principio y el fin.

Quizá tenía que pensar un poco más eso de quedarme a vivir sin problemas, va una por otra. Quien nunca tiene problemas, nunca encuentra soluciones, era filosofía barata, pero pensando así, me quedé dormida.

Los días siguientes recorrimos todo el valle fotografiando las partes más llamativas. Era solo para relleno porque para admirar buenos paisajes, no se necesitaba salir de Colombia, y de última, las que vinieran aquí, venían para hacer otras actividades.

Los días lo pasábamos armando el proyecto que le iba a presentar a Indra. Las noches, ya no andábamos con escusas, nos dábamos el lote como la que más, hasta que le vino la regla a Susana. Esos días paramos, no follamos, pero igual dormíamos abrazadas y lo disfrutaba lo mismo. De ahí que empecé a sospechar si no era más que sexo lo que sentíamos en común.

Estaba sensible y buscaba mi protección, a mí me encantaba protegerla, se compuso y prácticamente ya todo estaba terminado.

-Mañana puedes presentarle a Indra tu proyecto.

- Mi proyecto, nuestro proyecto dirás, lo hicimos entre las dos.

- Sí, pero es para que lo utilices tú, eres la que tiene la agencia.

- Pero después de lo que pasamos todos estos días, ¿me quieres decir que no te vas a vivir conmigo? mujer, si era por follar tenías un montón entre las que vienen a diario que lo deben hacer mejor que yo – las lágrimas se le escapaban sin quererlo – pensé que había un poco más que sexo

- Susi, para ti es fácil, tú vuelves a lo tuyo, la que tiene que cambiar de vida soy yo, dejar todo esto para ir a lo desconocido.

- A lo desconocido, Colombia es lo desconocido, seguro que a Nepal lo conoces de cabo a rabo, tienes razón, mira a donde te pido que vayas, pues quédate, tienes un gran futuro – se levantó y envuelta en el sari se fue a sentar en la fuente. Me quedé acostada, sentí el vacío que había dejado. Quizá tenía razón, no podía tener miedo de volver a mi país, pero ¿realmente lo nuestro podría tener futuro? Y si me quedaba ¿Cuál era el futuro que tenía aquí? Después de todo Indra ya me había dicho que más pronto que tarde tendría que buscar mi espacio para repetir en algún otro sitio lo que ella hacía aquí. A lo mejor valía la pena correr ese riesgo. Era tan lindo despertarse y encontrarla al lado con una sonrisa, escucharla reír ya me alegraba el día. Me levanté y fui en su busca. Le levanté la barbilla

- Anda, ven, si va ser nuestro proyecto tenemos que hablar bien cómo lo vamos a llevar a cabo – la cara se le ilumino con una sonrisa.

- ¿Quieres hablar ahora?

- No, ahora vamos a la cama, tenemos tiempo, vamos a descansar que mañana tenemos que convencer a Indra – nos arropamos las dos pegaditas, no hicimos el amor, pero me sentí tan bien al tenerla abrazada, que no me quedó duda de que irme con ella era la mejor decisión.

Al otro día hablé con Indra. Quedamos que en el almuerzo le íbamos a presentar el programa, y le avisé que lo íbamos a llevar a cabo juntas, por lo que iba a marcharme con ella. No estaba segura que actitud iba a tomar Indra, a pesar que sabía que ya había visto a Susi, nunca se habían encontrado y esta no tenía idea de cómo era. La hice vestir con un sarí de los más elegantes, envuelta de forma que hiciera resaltar sus atributos con delicadeza. La presenté, le tomó la cara.

- Uhm, Alisha, veo que tienes buen gusto para escoger compañía – Susi sintió la fuerza que irradiaba esa mujer, se puso colorada, dejó que la atrajera – ven, que una mujer como tú no se va a ir sin que le dé un beso – y se lo dio, y cómo se lo dio, creo que hasta le hizo sonar la campanilla haciéndole revolear los ojos de estupor. Cuando la soltó recién se tomó su tiempo para respirar. Cuando nos sentamos fuimos explicándole cómo pensábamos llevarlo a cabo

- Creo que en América hay un buen mercado de mujeres que pagarían con gusto los cincuenta mil por estar contigo – dijo Susi entusiasmada.

- ¿Y tú qué sabes cómo es estar conmigo?

- Bueno, Liliana, perdón, Alisha me dijo lo maravilloso que es y viéndote no lo dudo.

- Si vas a hablar de mí, tendrás que hablar con fundamento – dirigiéndose a mí – Alisha, dile a las chicas que la preparen, que quiero enseñarle como soy yo, y quiero saber que tan buena es ella como para haberte enamorado. La entrevista había terminado, nos retiramos y Susi me preguntó ansiosa,

- ¿Qué es eso de que me preparen, y que es lo que me va a enseñar?

- Te va a enseñar todo lo que no sabes del sexo, vas a ver que hay más cosas de las que te puedes imaginar.

- ¿No te importa saber que voy a follar con ella?

- Con ella no; es una vez en la vida y te vas a dar cuenta que eso es como cumplir una fantasía y nada más. si eso pudiera separarnos, es porque nunca merecimos estar juntas – esto la convenció. No es que a mí me gustara regalarla, pero Indra es una diosa, no es un parámetro para compararla con alguien, es ella, y está sobre todas las demás y así lo entendió, aunque cuando la lavaron por dentro le dio un poco de miedo

- Oye, ¿no estará en el menú romperme el culo?

- No, no tengas miedo que todo lo que te haga va a ser para tu placer ¿acaso no te gustó el beso que te dio?

- Todavía no sé qué me metió en la boca, con una lengua sola no puede hacerte sentir esas maravillas.

- Pues esa lengua te va hacer sentir maravillas que ni te las piensas.

La prepararon de lo mejor, se ve que las ordenes de Indra eran precisas, la iba a usar a gusto. No es que tuviera celos, pero no me gustaba nada. Envuelta en velos entro en los aposentos con miedo. La estaba esperando sonriendo.

-Uhm, pasa, estás hermosa, no suelo atender mujeres como tú, las que vienen lo hacen con deseo, tú lo haces con miedo, estás muy enamorada de Alisha. Esto no cambia nada, pero si vas a hacer propaganda para mí, es bueno que sepas que es lo que estás promoviendo, acuéstate conmigo, me gustaron mucho tus labios, espero que te gusten los míos – pegó su boca a la de Susi y de ahí para adelante ya la tuvo entregada. Yo que había estado tantas veces con ella, sospechaba que hasta su saliva era afrodisiaca, porque con un beso te desarmaba. Cuando le dio de mamar ahí perdió la identidad. Los orgasmos se sucedían uno tras otro, a medida que iba variando las posturas. Cuando la penetró con esa lengua, que de pronto se volvía descomunal hasta llegar a invadirla completamente, cuando le puso en la boca ese clítoris más parecido a un pene, cuando le dio de beber esos jugos que como una droga hacían que su mente buscara como único objetivo alimentarse de esa vagina privilegiada. Y ya cuando pensaba que nada más podía enseñarle, sintió esa fabulosa lengua en su ano, forzando una entrada a la que no estaba acostumbrada; tuvo miedo, pero notó que se introducía suavemente sin causarle ningún tipo de dolor produciéndole un placer inimaginable. Lo demás no supo cómo lo hizo, si con las manos o a lo mejor con ese clítoris desproporcionado, pero en un momento se sintió llena por todos lados y el ultimo orgasmo explotó con una intensidad que la hizo desmayarse de gusto.

Se despertó en mi cama, se quedó parpadeando mirando sin comprender, le acaricié la cara, mientras notaba que iba recuperando la cordura

- ¿Cómo estás? – me apretó contra mí y refregó su cara en mis pechos

- Creo que bien, no va a ser fácil decir lo que te hace sentir esa mujer, es inigualable, de no creerlo.

- Bueno, por algo es la diosa del amor – se quedó mirándome

- No, Liliana, no digas tonterías, ella será la diosa del sexo, pero la diosa del amor eres tú, por lo menos para mí.

Se apretó un poco más y así se abandonó al sueño.

A los dos días abandonamos el monasterio rumbo a Cartagena de Indias, ahí tendríamos que decidir cómo hacer para que lo nuestro fuera duradero, tendré que ir a Medellín visitar a mi familia, pero para nuestro negocio Cartagena pienso que va a ser mejor.

Si alguien sabe el paradero de ese templo, agradecería que me diera la dirección

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