miprimita.com

Estudiando Kineosiología 13

en Lésbicos

Después de la noche tan pasional que pasé, me fui a mi departamento pensando que Marta tenía razón. Era peligroso seguir con ese juego. Se nos había escapado de las manos, y era difícil que no volviera a ocurrir, y aunque Marce lo comprendiera, no se lo merecía.

Llegué a casa y me llené la bañera, hacía solamente un rato que me había duchado en casa de Marta, pero no me pereció suficiente. No era que me sintiera sucia, me sentía contaminada desde adentro, una especie de miedo atávico de que por la piel, se notara la lujuria de esa noche. Era como si me quisiera purificar en las aguas del Jordán.

Estuve hasta que la frialdad del agua me echó de la bañera. A la tarde fui a ayudarle a mi tía, y de paso a atenuar esos sentimientos raros. No le comenté nada, total sabía que me iba a decir que lo que había hecho era normal, y hasta cierto punto yo también pensaba así, el asunto es que sentía de otra manera.

A la noche me quedé a cenar con ellas, hablando de una u otra cosa se me fue calmando la zozobra. A la noche conversé un poco con Marce y quedamos que al mediodía la pasaba a buscar para ir a un restaurant.

El sábado limpié un poco la casa y después salí a buscar a Marce. Ya estaba esperándome así que ni siquiera tuve que entrar en la casa. El almuerzo fue amable, yo hablaba constantemente, diciendo tonterías que la hacían reír, era una forma de que no se diera cuenta de mi ánimo. Cuando terminamos fuimos directamente a ver cómo iba la obra, pasamos la tarde proyectando ideas que se nos ocurrían, algunas sensatas y otras un poco descabelladas. Ya habría tiempo de depurar unas y otras.

El domingo estaba pronosticado buen tiempo. Se nos ocurrió invitar a mis tías, a hacer una especie de picnic en la arboleda de la casa del fondo. Ya cuando nos estábamos por ir, me llama Marcela que quería hablar conmigo por un proyecto. Se me ocurrió invitarla a ella y a Mónica, que se trajeran algo y que ahí podíamos hablar con tranquilidad.

Estuvimos hasta tarde, a la vuelta paramos en una casa de comidas, y compramos algo para no tener que cocinar, comimos estando yo un poco más tranquila, terminamos y fuimos a sentarnos en el sillón de la sala, me apoyé sobre su hombro mientras sentía como acariciaba mi cara. Sentía la ternura de sus manos, pero el placer que me daba se contrarrestaba con la sensación de culpabilidad. De repente se separó un poco y me pidió que me echara en el sofá con la cabeza apoyada sobre sus muslos. Se quedó un rato mirándome revolviéndome el pelo.

-Te quedaste a dormir ¿verdad?

- Sí – respondí despacito, la cara me ardía, tenía ganas de llorar como una niña.

- No seas tonta, ¿por eso estuviste todo el día así?

- Es que tú no te mereces eso, pero se me escapó, brindamos porque era su cumpleaños.

- Chiss, no hace falta que me expliques, pasó y ya está, ¿sabes? No te digo que no siento nada porque te mentiría, pero sé que si estuviera en tu lugar hubiese hecho lo mismo o tal vez peor. Aprovecha ahora, pero por favor no lo hagas cuando vivamos juntas. – me puse a llorar, me puse a llorar por ver su carita triste, mientras seguía acariciándome y enrulándome el pelo

- No seas tonta, de verdad te lo digo, ¿te gusta más que yo?

- Nadie me gusta más que tú.

- Quizá tenga el coñito más rico que el mío.

- Podré hacer muchas cosas, pero el único coño que pruebo es el tuyo y no quiero probar otro.

- Uhm, entonces no vas a saber si hay otro más rico

- Ni quiero saberlo, a ti es a la que quiero, y el tuyo es el que quiero, y si me dejaras ibas a darte cuenta que solo te quiero a ti, con coño o sin coño.

- Ven aquí – levantando mi cabeza – te mereces un beso. – me besó con pasión, sabía que por adentro, era mucho más que un beso lo que me estaba dando.

- ¿Seguro que no quieres? – me cerró los labios con un dedo.

- Shii, déjalo así, no es tiempo de matar el romanticismo, vamos a dormir ¿te parece?

No tenía nada que decirle, solamente ella podía perdonar de esa manera y hasta animarme como lo hacía. Tratábamos de cambiarnos a solas como para no tentar a el diablo, pero ese diablo ya estaba metido en nuestra sangre. Me puse un camisón cortito, pero bastante discreto, siempre por un poco de esperanza no me puse nada debajo. Cuando salí del baño, ya estaba acostada. Me acosté al lado y me abracé para besarla, nos dimos un buen morreo y cuando quise ir por más, me paró.

-No, espera, hagamos las cosas bien, date la vuelta porque si no vamos a terminar  liadas haciendo lo que no queremos.

- Tú no querrás, por mí iría por todo.

- No seas mala, ayúdame, hagamos las cosas bien.

Me di cuenta que tenía tantas o más ganas que yo, y se estaba conteniendo, ¡sí!, tenía que ayudarla. Me di vuelta y me agarró estilo cuchara, sentía sus tetas puntiagudas en mi espalda, por más romanticismo que quisiera ponerle, se notaba que estaba caliente, me moví como para acomodarme, y aproveche para subirme el camisón y arrimar el culo hacia su pubis. Se separó un poco y esperó hasta que pensó que estaba dormida y se volvió a pegar a mí. Sentí su suspiro cuando notó que no había nada entre su piel y la mía, se quedó un minuto quieta antes de apoyarse con todo el cuerpo contra mi espalda.

Escuchaba su respiración agitada mientras sus labios se apoyaban en la parte de atrás de mi cuello. Me quedaba quietita, sabía que si notaba que estaba despierta iba a parar y se iba a quedar con las ganas, estábamos las dos sin movernos cuando de pronto siento como va bajando las manos hasta que me toma de las caderas, y se empieza a mover tenuemente tratando que no me despertara. Se la quería hacer fácil, así como con un movimiento casual empiné un poco más el culo, dejándolo a su buen criterio.

Nuevamente quedó quieta, pero no por mucho tiempo. O se convenció que estaba dormida, o ya no estaba como para que le importara. Ahora los movimientos eran suaves, pero más osados, la respiración cada vez subía más el ritmo, abrió más sus muslos y ahora podía notar su clítoris frotarse contra mi nalga, duro, caliente, cada vez se apretaba más y la escuchaba sollozar en silencio en su afán de evitar los gemidos.

Y el momento llegó, fue como en cámara lenta. En movimientos pausados pasaba toda su vagina por mi culo, mientras soltaba todo el aire, volvía a subir y lo pasaba nuevamente dejando una estela de sus jugos en mis glúteos, cada vez lo hacía más ligero hasta que de ultima se montó encima descargando todo el deseo acumulado desde que nos acostamos.

Se quedó quietecita pegada a mi como una sanguijuela, pero una sanguijuela de las buenas. Una sanguijuela que me decía despacito para que no la escuchara – “Amor cuanto te necesito”

Así abrazada se fue quedando dormida. Me quedé contenta, pensando que extrañamente no me había excitado, estaba tan concentrada en que no notara que estaba despierta, que solamente esperaba que ella pudiera tener su orgasmo. Cuando lo tuvo, sentí más alegría que si lo hubiese tenido yo, tuve que dominarme para no demostrarlo, pero creo que lo conseguí. Sentía el culo mojado, pero no importaba de noche se secaría. Y escuchando la respiración apacible en mi oído, me fui quedando dormida sintiendo, que en algo había redimido mi culpa.

A la mañana nos despertamos juntas, cuando corrimos las sabanas para levantarnos, una mancha apareció en ellas, Marce se puso colorada como si le saliera fuego de la cara.

-Ay otra vez me pasó lo mismo – exclamé

- Que…¿qué te pasó?

- Que sueño contigo y me corro dormida, mira cómo puse la cama, - me miraba sin saber si creerme o no – eso me pasa porque no me quieres dar lo que necesito.

- ¿Seguro que estabas soñando conmigo?

- ¿Y con quien quieres que sueñe? Si tú eres la que ocupa todos mis sueños.

- Uhm…ya te voy a ocupar más que tus sueños – dijo mientras me miraba con duda, y me daba el beso mañanero que me ponía en funcionamiento.

Desayunamos, preparamos las cosas para la comida, algo llevarían los demás, y nos fuimos escuchando música. Marce me miraba con una sonrisa irónica.

- ¿Qué me miras tanto?

- Me gusta mirarte o acaso no quieres.

- Si, pero estoy en desventaja, yo tengo que conducir y no puedo mirarte a ti.

- Ya tendrás tiempo y seguro que te vas a cansar.

- No digas tonterías, sabes que no me voy a cansar nunca. – en eso llegamos, metí el coche adentro y acerqué la silla para que bajara. Siempre se sentaba sola, pero esta vez cambio de idea.

- Ayúdame – me pidió, cuando la agarré, me abrazó y me dio un apasionado beso – gracias

- ¿Gracias por qué? -  pregunté

- Las dos sabemos por qué – me contestó con una sonrisa – te quiero mucho y cada vez te quiero más.

- Así, ¿y eso a que se debe?

- A lo mejor, es que me gusta que te corras soñando conmigo.

- Yo cada vez te quiero más, aunque no te corras soñando conmigo.

- Mejor me sueltas, que la gente se va a pensar que me estas violando.

- Si por lo menos fuera cierto, no me importaría que lo pensaran.

La dejé en la silla y fuimos a preparar las cosas. Al poco rato llegó Claudia y Alicia y entre todas limpiamos un poco como para comer decentemente bajo los árboles.

El día estaba luminoso, pero la temperatura no invitaba a usar la pileta, así que nos conformamos con disfrutar del sol

Casi cuando ya íbamos a comer, aparecieron Marcela y Mónica, con unas viandas y una bolsa con revistas según parecía. Ya nos conocíamos todas, así que enseguida estuvimos listas para empezar a alimentarnos.

- ¿Y qué es lo que me ibas a proponer? – le pregunté a Marcela

- Realmente la propuesta es de Rosario, lo que pasa que pensó que podría ser de mal gusto para tu novia.

- Pues sea la propuesta que sea, va ser Marce la que va a decidir si acepto o no.

- Mira, si es por un negocio dile que puede hablar conmigo sin ningún problema.

- Vendría a ser un negocio, lo que quiere es que, visto el éxito del catálogo pasado, le gustaría reeditarlo con toda la línea de modelos nuevos, es un poco más extenso y le gustaría que fueras tú la modelo por lo bien que caíste.

- Ya te dije, eso lo vas a tener que tratar con la gerente del centro comercial que es Marce por supuesto.

- Mira por donde me ascendieron – dijo esta riéndose – la gerente comercial decide que la modelo Silvia haga lo que se le dé la gana, siempre bajo mi supervisión.

- ¿Y eso que quiere decir? – preguntó Marcela.

- Eso quiere decir que si acepta voy a estar yo allí para que nadie meta mano.

- A bueno, yo también voy a estar vigilando el otro lado. Pero mira hay más, esta vez en las hojas de un lado van a estar tus modelos, y del otro lado propaganda de las diferentes líneas que venden en la tienda, y si quieres te podía dejar unas páginas para promocionar tu consultorio, si es que lo vas abrir pronto.

- Creo que sí, que lo vamos abrir pronto, pero no sé qué propaganda va a ser que una modelo te esté tratando una dolencia.

- ¿Cómo que no sabes? - Saltó Mónica sacando una copia del catálogo viejo – ¿te imaginas una propaganda con una foto tuya y abajo que diga “trátese en el consultorio de Silvia si quiere tener un culo como este”

Todas nos quedamos mudas, no sabíamos si lo decía en serio o en broma, al fin nos echamos a reír aun sin saberlo. Es que Mónica era tan espontanea que podía decir la mayor burrada con toda naturalidad.

-Si pones esa propaganda se va a llenar de gente, van a venir como locas, ¿Quién las va a atender? – dijo Alicia

- Dejando los chistes aparte, ¿tu sola vas a atender este complejo? – preguntó Marce

- Bueno, no es tan complejo, pero sí creo, que yo sola no voy a poder

- Claudia, porque no te pones de socia con tu sobrina para atender esto, y podrían cubrir pediatría, rehabilitación y corrección.

- Para rehabilitación se necesitan aparatos de gimnasia

- Pero si Alicia va a poner un gimnasio porque no aprovecharlo, es profesora de educación física, así que bajo la supervisión de ustedes, tranquilamente lo podría hacer.

- ¿Qué te parece? – le preguntó Claudia a Alicia.

- Y si a ti te parece está bien, y con el salón ese que vas hacer, vas a tener que separarlo de la casa.

- Pero porque no alquilas todo y te vienes a vivir a la otra parte de la casa que esto es enorme.

Nos quedamos todas pensando, en un momento estábamos proyectando cambiarnos la vida radicalmente, y cuanto más lo pensábamos más lógica le encontrábamos al asunto.

-A mí me parece que es una buena idea, menos la propaganda de Mónica.

- Tienes razón, nos llenaríamos de juicios, que culos como el tuyo no se hacen en un rato.

Al fin quedamos que Rosario iba a tratar con Marce el asunto del catálogo. Con mis tías íbamos a arreglar el grueso de la casa en conjunto, total eran alas gemelas, y los detalles cada cual a su gusto. Con Mónica quedamos en encontrarnos, que tenía una nueva cliente para presentarle. Quedó encantada y ansiosa.

El miércoles de esa semana volví a lo de Susi, nada más llegar me preguntó si me iba a quedar. Le dije que si quería que sí. Enseguida se preparó con apuro. Estaba un poco mimosa, pero la fui llevando hasta conseguirle dos buenos orgasmos. Se quedó quietita recuperándose mientras se dejaba acariciar. Al fin tomo resuello

-Silvia traje dos porciones de langostinos que están de rechupete, ¿te anotas?

- ¿A quién le dices a Silvia o a Tere?

- A Silvia, Tere es la que va a dormir conmigo esta noche.

- Entonces a comer se ha dicho – sirvió todo y nos sentamos a cenar

- Dime ya te falta poco para que termines el centro ese ¿no es cierto?

- Si, mucho no falta, sobre todo lo que podemos hacer nosotras, los interiores lo harán los que concesionen el lugar. Igual tenemos que refaccionar la casa para ir a vivir; es enorme y la dividiremos en dos, pero tenemos que pensar como quedara bien.

- ¿Y tan poca confianza me tienes que no me pediste una opinión?

- Pero si tú te dedicas a diseñar muebles y otras cosas ¿Qué te iba a preguntar? Aparte los vi en las revistas de decoración, son hermosos, pero no son para mí.

- ¿Por qué no son para ti?

- Porque son caros y son casi todos de cristal, si yo quiero follarme a mi novia arriba de la mesa, quiero preocuparme de como la va a pasar mi novia, no como la va a pasar la mesa.

- Tranquilamente podías follarte a tu novia, que la mesa no se iba a romper. Pero no te digo por los muebles, yo me dedico al diseño porque me da dinero, pero soy arquitecta, por eso te podía dar alguna idea si viera el sitio. ¿O no quieres que tu novia me vea?

- No, mi novia contigo no tiene ningún problema.

- Qué ¿me conoce?

- No, no te conoce, pero yo le cuento.

- ¿Le cuentas lo que me haces? Ahora la que va a tener vergüenza de mirarla voy a ser yo

- Pero Susi, si tú eres más buena que el pan, de que vas a tener vergüenza. Mira si te parece el sábado te pegas una vuelta y miras como está quedando, y se aceptan consejos.

Seguimos hablando un poco más, hasta que nos acostamos, enseguida se abrazó a mí, pero la noté pensativa.

-Silvia, si tu novia me viera así ¿Qué diría?

- Si te viera con Tere no te diría nada, si te viera con Silvia, diría que no hiciéramos cochinadas.

– Uhm… entonces vamos a dormir nada más, pero bien apretaditas.

Le di un beso en la nariz y la atraje contra mi pecho, parecía que la mayor era yo y ella una pobre niñita falta de cariño. Niñita no sería, pero que le faltaba cariño no había duda.

Al otro día le comenté a Marce, y decidimos buscar una agencia para averiguar las costumbres de Teresa y cómo podía contactarme. Encontramos que había más agencias de lo que suponíamos, y más baratas. Nos dijeron que, si era nada más que saber cómo ubicarla y donde, era relativamente fácil, y ya nos pasarían el informe.

Para el sábado quedamos con Susi, que a eso de las diez, nos encontraríamos para ver un poco el asunto de la casa. Cuando llegó la presenté con Marce y enseguida agarraron onda, Eso me tranquilizaba saber que no había resquemores por mi actividad paralela.

Había traído un ordenador, y nos pidió si teníamos un plano con las medidas para hacerla más fácil. Recorrió con nosotras la casa, y le explicamos que iban a ser dos, pero gemelas, así que, con proyectar un ala, servía para ambas.

Al mediodía fuimos a buscar algo para comer, y siguió tirando ideas, hasta que ya tarde tenía un bosquejo, que nos pareció más que aceptable.

Pegó una mirada a la parte de los negocios, y nos felicitó como llevábamos la obra. La invitamos a cenar en un restaurant y aceptó. Pasamos casi todo el día con ella, y en ningún momento se cortó la buena onda.

Cuando llegamos a casa, Marce estaba encantada.

-Si todas tus clientes son como ella, tendrías que pensar si dejar esa actividad.

- Todas no son como ella, pero si quieres lo pienso

- No, no, tú no piensas nada, ya noté que todas no son como ella, lo que pasa que me cayó muy simpática, y se ve que te aprecia, más allá de la Tere o no la Tere.

- Sí, es muy tierna, por eso me preocupo por encontrar a la tal Teresa, a ver si hay algo que se pueda hacer.

Esa noche después de unos morreos, dormimos arropaditas una contra la otra, entre risas me hizo ponerme las bragas para que no me fuera a correr soñando con ella.

De castigo me abracé a ella de frente para no dejarle el culo a su disposición. Entre mimos nos quedamos dormidas.

El domingo nos juntamos con mis tías, y estuvimos viendo los bocetos de lo que podíamos hacer en la casa. Todas estuvimos de acuerdo, así que el lunes pediríamos presupuesto para empezar la obra.

Marce ya había arreglado con Rosario el asunto del modelaje. Era mucho más extenso que el otro, pero lo había arreglado por cien mil, y unas páginas para promocionar nuestro centro, algo que a mí no me entusiasmaba, pero todas decían que era buena propaganda.

Para la parte de mis tías, ellas tenían sus ahorros, y si no alcanzaba pedirían un crédito, aunque eso no me gustaba, y si podía las iba ayudar yo, después de todo estaba viviendo gratis en el departamento de Alicia y podían haber sacado un buen alquiler.

El lunes nos llegó el informe de la agencia. Teresa Gómez Ezcurra; divorciada hace doce años, no se le conoce pareja; cuatro locales de ortopedia, suele estar siempre en la casa central, y al mediodía tiene siempre la misma mesa reservada en un restaurant cercano.

Luego estaba la dirección del negocio, del restaurant, de la casa donde vivía, y una serie de datos, que tenía que procesar.

Me reuní con Marce para buscar la mejor manera de aproximarme. No se nos ocurría nada, si iba a hablarle directamente de Susi, a lo mejor ni se acordaba, o no se quería acordar y me mandaba a la mierda. Había que ver que estuvo casada, así que la etapa de lesbianismo quizá quedó en una historia que no quería recordar. Al fin fue a Marce que se le ocurrió.

- ¿Y si haces que sea ella la que quiera hablar contigo?

- ¿Y cómo hago? ¿qué le puede interesar para querer hablar conmigo si no me conoce?

- Pero te conoció, si a ti te apareciera una niña igual que como eras hace diez años, ¿no te daría ganas de preguntarle algo?

- Supongo que sí. Tú dices que vaya vestida de la Tere que iba al preparatorio.

- Eso, te imaginas verse ella misma como era hace veinte años ¿cómo no le va a dar curiosidad?

- Sí, claro, por ahí piensa que tiene una hija desconocida

- Ah, no seas boba, eso le puede pasar a los hombres, no a nosotras. No sé lo que te pueda decir, el asunto es que sea a ella que le dé la curiosidad y se te acerque.

- Y para que le dé la curiosidad ¿qué hago, voy a comprarle una muleta?

- No, si tiene cuatro negocios, seguro te atiende un dependiente, porque no te pegas un vistazo a ver si descubres como hacerlo.

Estábamos entusiasmadas, no era solo ayudar a Susi, era que nos sentíamos protagonistas de una historia amorosa, que estábamos escribiendo nosotras mismas.

Al otro día salí a la mañana, llegué antes que abriera, me quedé en el coche, para verla. Empezamos mal, abrió un señor y después llegaron dos chicas y un muchacho que se ve que también eran empleados. No me desanimé, quizá había ido al banco o algo así.

En mi mejor línea de detective, me puse unos lentes ahumados agarré un libro que había llevado para el caso, y una libreta para anotar lo que me pareciera interesante. Dentro del libro tenía una copia de la foto donde se prometían amor para siempre.

Me fijé que desde el restaurant donde almorzaba todos los días, se podía vigilar discretamente la entrada del negocio, como también era cafetería podía desayunar mientras observaba desde la mesa el momento en que llegaba, al mejor estilo Maigret, me armé de paciencia mientras comía las tostadas, a las 10,30 llegó ella. La verdad que conocí el coche que había descripto el informe. No estaba lo suficiente cerca para distinguir las facciones, pero por la forma de caminar y el contoneo, se notaba un cuerpo bien cuidado y con las curvas donde tenían que estar. Con el móvil haciendo que estaba leyendo le alcancé a sacar una fotografía

Hable con Marce para tenerla informada, me aconsejó que no me quedara toda la mañana en el mismo sitio, que iban a sospechar.

Pagué lo más discreta posible, tratando que no se fijaran y me marché, tomé el coche y me fui hasta el centro comercial más cercano, entré a los baños con un bolso, adentro me cambié el suéter, el maquillaje, y algunos detalles más que cambiaron bastante mi aspecto.

Volví y el coche de Teresa estaba en el mismo lugar, deduje que ella también estaría, no quería volver al comedor para no levantar sospechas, así que recorrí las tiendas de los alrededores y a cada rato salía a ver si el coche estaba en el mismo sitio.

A las 12,30 ya estaba aburrida. Joder donde le encontrarían que es tan emocionante eso de andar vigilando a alguien. El primer capítulo del cuento, ya me estaba cayendo mal.

A eso de las dos ya estaba que no podía más con mis pies, el negocio ye había cerrado, los empleados se habían ido, y la adrenalina que había traído a la mañana se me había gastado en todo el tiempo que estuve esperando. Ya iba a mandar todo a la mierda cuando la vi dirigirse al comedor. Quería saber dónde se sentaba, y que posibilidades tenía de hacerme notar cuando fuera vestida de Tere.

Estaba sentada en una mesa chica en un rincón algo retirada, como si quisiera que nadie la molestara. Me ubique en un sitio donde podía observarla sin despertar sospechas, confiaba que con los cambios de ropa y de peinado, el camarero no me iba a reconocer como la que había estado un buen rato esa mañana.

Pedí rápidamente unos fideos con salsa, tratando que se fijara lo menos posible en mi cara. Abrí el libro como si estuviera leyendo, mientras que por arriba podía mirarla con tranquilidad. Era una mujer bonita con una expresión indiferente, como que todo le daba lo mismo, no era un rostro sufrido, más bien era un rostro aburrido, como si no hubiera encontrado lo que quería, y no tenía ganas de buscarlo, tanto le daba.

No quería mirarla con mucha insistencia, para no levantar sospechas. En eso llegó el camarero con los fideos me los dejó en la mesa al mismo tiempo que me decía.

-Señorita, tome esta fotografía que se le cayó esta mañana del libro – extendiéndome la foto de Susi y Teresa.

Le di las gracias toda avergonzada, no por el hecho de haber perdido la foto, pero después de todo lo que había hecho para disimular me reconoce a la primera. Como detective soy un desastre. Comí lo más rápido posible. Ya sabía dónde se sentaba todos los días, ahora solo cabía llevar nuestro plan a buen puerto.

Cuando le conté a Marce todo lo que había hecho y como me había pillado el camarero se partía de la risa. No importaba íbamos a seguir con el mismo plan.

Al otro día, no perdí tiempo en ir a la mañana, me había quedado a dormir con Marce, y fue ella la que me peino y maquilló mirando las fotos que había juntado. Estaba igual que cuando me lo hacía Susi.

Al mediodía estaba sentada en el coche, con el uniforme de colegiala. La vi dirigirse al restaurant y enseguida fui tras ella. Estaba sentada en la misma mesa, me senté en una mesa contigua frente de ella y esperé a que me atendieran. No se había molestado en mirar hacía mi lado, pero en algún momento tendría que hacerlo cuando el camarero me atendió

Me miró con curiosidad, lo único que me faltaba que este tipo me echara abajo el plan. Le pedí el menú de la casa y un botellín de agua. En ese momento creo que me miró.

Por Susi sabía que de joven era fanática de los crucigramas, me había llevado una revista dedicada a eso. Quizá le llamaba la atención.

Por el espejo atrás de la barra, me daba cuenta que había momentos en que me miraba con insistencia, pero nunca cruzaba la vista conmigo. Ese día no pasó nada. Ella se fue y al rato yo hice lo mismo, cuando me trajo la cuenta el camarero me dijo.

-Así estas mucho mejor, pareces más jovencita, estas como para comerte.

- No te apures que ya tengo quien me coma, anda pórtate bien.

- Uf, no te ofendas mujer, es simplemente un acto de simpatía nada más.

- Entonces si quieres ser simpático, resérvame esta mesa para mañana, que estoy haciendo una pasantía, y me queda bien comer aquí

- Ya tienes la mesa reservada bonita, te esperamos.

Lo único que me faltaba es que me echara los perros el camarero, quedamos con Marce que Roma no se hizo en un día, así que había que insistir.

Al otro día pasó más o menos lo mismo, nada más, que cuando hacía el crucigrama me ponía la lapicera entre los dientes y dirigía la vista hacía ella, como si estuviera abstraída pensando en la palabra correcta, eso la tenía inquieta, cada vez que levantaba la vista se encontraba con mis ojos, pero como si no la estuviera mirando. Así paso la comida, que te miro, pero no te miro, que no te veo, pero te estoy viendo. Terminó y se levantó enseguida, al pasar a mi lado miro hacia la mesa, hizo como un amago de parar, pero se arrepintió y siguió de largo.

Cuando lo comenté en casa, quedamos como que iba bien, había prestado atención, casi se había decidido a encararme, faltaba un empujoncito. Ese empujoncito llegó al otro día.

Cono el día anterior, llevábamos la función de la misma manera, yo ya miraba más descaradamente, y ella aguantaba más la mirada, así estábamos espadeándonos con los ojos, cuando de pronto saqué la copia de la foto de ellas dos, que me había tomado el trabajo de copiar, los corazones con la dedicatoria que estaban en la parte de atrás. Se puso pálida, apretaba los puños con angustia, ahora no tenía dudas que iba por ella, se levantó de la mesa y se dirigió hacia mí.

- ¿Qué quieres, qué andas buscando?

- Quiero terminar de comer, por qué, ¿qué te pasa?

- Tú no estás aquí para comer, ¿puedes venir conmigo y hablamos?

- Si tú quieres, espera que pido la adicción.

- No te preocupes – se dirigió al mesero – Javier anota lo de esta chica a mi cuenta.

Salimos y fuimos caminando hasta su oficina sin decir nada. Todavía no habían vuelto los empleados. Entramos en un sitio bastante espacioso con un escritorio y unos sillones para los visitantes

-Siéntate – me pidió - ¿por qué viniste? Tú eres el pasado ya fuiste, hiciste lo que hiciste y ahora que quieres, ¿por qué me buscas?

- Yo no hice nada, la que lo hiciste fuiste tú, arruinaste tu pasado y quieres arruinar mi futuro, si te olvidaste de todo para que quieres hablar conmigo.

- No me olvide de nada, ¿pero eso qué importa ahora?

- Todo importa, a mí me importa, o te crees que se puede jugar con los sentimientos; te crees que se puede prometer amor eterno y al primer inconveniente tirar las promesas a la mierda.

- ¡Al primer inconveniente¡ pero ¿qué sabrás tú? ¿Te crees que era como ahora, que cualquiera se puede andar besando por la calle sin que nadie te diga nada?

- Y si el amor era tan eterno ¿qué paso, la eternidad se terminó hace veinte años? Ya no la quieres más

- La sigo queriendo y me sigo lamentando lo que hice, pero no fui yo sola, ella estuvo de acuerdo, queríamos progresar, teníamos la vida por delante y ese amor nos molestaba, nuestra familia nos molestaba, todo estaba en contra de nosotras – las lágrimas le salían a raudales – y progresé, tengo cuatro negocios y puedo poner más si quiero, vaya si progresé, ¿querías saber cómo va a ser tu futuro? Este es tu futuro, yo soy tu futuro ¿no te gusta? Vas a tener cuatro, cinco, diez negocios de mierda ¿y todavía quieres amor? ¿Qué coño pretendes de la vida? Estas loca, o estoy loca, ya no sé. - Se derrumbó en mis brazos llorando, no sabía cómo calmarla, estaba destruida.

- Calma, calma, todo se puede arreglar, no se terminó el mundo, si no la quieres más ya vas a encontrar a quien querer.

- Es que no tengo que buscar a quien querer. Me case pensando que eso me haría olvidarla, y no, después anduve con otras mujeres, y tampoco, fui a la psicóloga para que me dijera que tengo una fijación desde chica con Susi, estúpida de mierda, eso ya lo sabía yo, y con eso que hago.

- No fuiste a buscarla, a lo mejor a ella le pasa lo mismo.

- Si le pasara lo mismo me podía buscar ella a mí

- A lo mejor te buscó y tú estabas casada y no quiso interferir en tu vida. – se separó y se sentó en el otro sillón, se agarró la cabeza como si no entendiera, levantó la vista.

- Estoy loca, estoy hablando con quien fui, mostrándote lo que vas a ser, y vienes a cambiar mi futuro, o el tuyo, no sé, ya no sé si yo era tú, o tú vas a ser yo, creo que tendré que volver a psicóloga.

- Cálmate, no estás loca, soy alguien parecido a ti que simplemente quisiera que fueran felices, nada raro.

- Y como tienes esa fotografía, yo todavía la tengo, ¿te la regaló ella?

- No, no me la regaló, es una copia, nunca me la regalaría, es parte de su vida.

- Todavía se acuerda de mí.

- Nunca te olvidó, te sueña y yo soy la parte que alimenta ese sueño.

- Tengo miedo, es tan surrealista que parece de película, de una mala película.

- Quizá esta en ti, que la película sea buena, ahora tú puedes ser una de las protagonistas. Lo pensó unos segundos.

- Ahora van a abrir el negocio y seguramente van a venir a molestar ¿te puedes quedar un momento? Enseguida despacho todo y nos vamos a mi casa a conversar tranquilas. – estuve de acuerdo, confiaba en encarrilar las cosas, mientras ella estaba en el negocio le conté algo de lo que estaba pasando a Marce, me aconsejo que fuera despacio que parecía que iba todo bien. Volvió Teresa y salimos, yo la iba a seguir en mi coche, por las dudas de algún tapón me dio la dirección y nos cruzamos los teléfonos. Tenía una buena casa, entramos, me pidió que me sentara mientras hacía un café.

- Por favor, dime quien eres, porque haces lo que haces, y por favor, no me des más ilusiones de las que se pueden hacer realidad.

La próxima media hora la pasé explicándole como venía el cuento. Mi relación con Susi no le anduve con mentiras, le hice entender cuál era mi trabajo.

-Pero ¿te mandó Susi a buscarme?

- No, Susi parece que fuera como el espejo donde te miras, piensa que si tú no vas, es porque ya la olvidaste, por eso se aferra al sueño al que le doy vida yo vestida así.

- Yo nunca la olvide, mira – fue hasta un cajón y volvió con la dichosa fotografía - ¿ves? Me casé, me divorcié porque me di cuenta que eso no era lo mío, anduve con mujeres y tampoco era lo mío, esta foto si – la apretó contra su pecho – esta foto siempre estuvo conmigo esto es lo que siempre debía ser lo mío.

- Esta en ti que lo sea, o que por lo menos hagas algo para que lo sea.

- Y ¿cómo podía hacer para decirle que todavía la sigo amando?

- Mira, yo con mi novia estamos haciendo el complejo a la entrada de la ciudad, es para poner negocios, pero atrás estamos refaccionando para hacer nuestra vivienda. Por qué no te vienes con la excusa que te puede interesar para montar un negocio, Susi va a estar, ella fue la que proyecto los cambios de la casa, ahí se encuentran, y de ahí en más, lo que tenga que pasar pasara.

- ¿Te parece que le pueda seguir gustando? El sueño ahora eres tú, y yo cambie mucho

- ¿Y te parece que te va seguir gustando? Ella también cambió mucho, el asunto es saber si es un amor de sueños de niña, o si maduró como maduraron ustedes.

Al fin quedamos en eso. Cuando le conté a Marce le pareció que había salido genial. Habíamos hecho todo lo que podíamos hacer de nuestra parte, que no nos pidieran milagros, ahora corría por cuenta de ellas.

Para ese viernes le había dicho a Mónica que le iba a presentar a una nueva cliente, estaba entusiasmada, hablé con Marta y me pidió si podíamos ir antes para conocerla y entrar en confianza mientras tomábamos una cerveza o lo que le gustara.

El viernes a las ocho estábamos en la puerta de la casa de Marta, nos recibió con una bata de tela fina anudada a su cintura, estaba bien cruzada por lo que era más lo que se podía adivinar que lo que se veía. Mónica estaba impresionada, había pensado en una mujer como Inés con sus cuarenta a cuestas, que aún con lo buena que estaba, se le notaba ese aire de autoridad que le gustaba, pero le provocaba respeto.

Marta no era así, con sus treinta recién cumplidos, a cada rato quería saltarse los moldes, y de una u otra manera lo conseguía.

Si Mónica quedó babeando al ver a Marta, no le paso menos a esta, viendo a Mónica, tan inocente que parecía. Le daba una gana de mimarla, acariciarla, follarla hasta que le durara esa inocencia. Ya le había dicho que mucha experiencia no tenía y era un poco tímida. Y era cierto, lo equilibraba con cierto desparpajo, como para decir de golpe lo que menos podrías pensarte que podías escucharle. Al fin después de un rato, pude pensar que entre esas dos la cosa iba bien encaminada. Me retire deseándoles pasaran una buena velada.

Mónica no sabía cómo tenía que encarar el asunto, y Marta se dio cuenta, la invitó a la habitación.

-A ver corazón, si me vas a hacer los masajes y no trajiste un guardapolvo, mejor te sacas la falda y la camiseta así no te las manchas.

- Pero qué quieres, ¿qué me quede en interiores?

- Esa es la idea cariño, yo voy a estar desnuda, así que no creo que te vaya a dar vergüenza.

- Sí, claro tienes razón – se sacó la ropa mientras veía como ella se deshacía de la bata – se quedó mirándola extasiada, no es que Marta tuviera el mejor cuerpo del mundo, pero superaba el promedio, y Mónica tampoco había visto muchas mujeres en pelotas.

 Se acostó, boca abajo como siempre

-Moni, va ser mejor que te subas a la cama si me quieres dar bien

- Sí, creo que va a ser mejor – se montó sobre las piernas, pero para darle por el cuello se le tuvo que subir arriba del culo – no te molesta si me pongo así.

- No, Para nada, tú dame como sabes, cualquier cosa te aviso – siguió por la espalda, era una delicia, una piel tan suave las manos se deslizaban solas, llegó hasta los glúteos y eso era un poema, le temblaban las manos de las ganas – dame bien por ahí a ver si me corriges ese defecto.

- Pero si no tienes ningún defecto ¿qué te voy a corregir?

- Ay, no seas mentirosa, si se nota que esta caído

- Pues si se cayó se abra levantado porque yo lo veo divino

- Bueno, no será que no me quieres masajear por ahí.

- Que va mujer, si estas rebuena, te masajeo por donde quieras – lo decía con entusiasmo, parecía que se le derretía en las manos, pasó el filo por el ano y como en automático vio como levantaba el culo.

- Pásame bien por ahí que me quita el estrés, Silvia me metía el dedo porque decía que así daba más resultado, por eso estos días siempre estoy limpita por dentro.

- ¿Quieres que te lo meta yo? – no sabía que es lo que se limpiaba por dentro, pero ese agujerito le atraía como un iman.

- Es que no sé, a lo mejor no te gusta

- Sí que me gusta, - sin más le metió el dedo hasta el fondo - ¿así está bien?

- Me lo tienes que meter más despacio y moverlo con delicadeza, así mételo y sácalo que me calma mucho, Moni con la otra mano me podías dar por adelante de paso.

- Claro que sí, es que todavía no sé lo que te gusta.

- Hazme por adelante lo mismo que por atrás. – no era que supiera mucho, pero sabía que por adelante con un dedo no arreglaba nada, fueron dos con ganas de tres. Para poder meterle la mano tuvo que agacharse hasta apoyar la frente en las nalgas. Le estaba dando unas ganas de besar ese culo provocador – así, así… mueve esos dedos cariño, ay me mordiste – y sí, no se pudo aguantar, tan cerquita, así toda ofrecida, mostrarle la comida a un hambriento no era justo.

- Perdona no me aguante, a ver si te calma – empezó a pasarle la lengua por la nalga que le había mordido, Marta agradecida aún que quisiera que se la pasase por otro lado, cada vez movía los dedos con más velocidad, y cada vez la calentura la superaba más. Ya eran tres los dedos delanteros, y haya fue otro a colarse por la puerta de atrás, los gemidos ya no le impresionaban, seguía dándole con todo, hasta que agarró la parte mordida para darle un chupetón que buena marca le dejaría. Para eso el culo de la otra salía al encuentro de lo que viniera, que no eran esos deditos los que le iban a asustar, con la corrida que se pegó, no ganó la San Silvestre por que no fue en fin de año.

Quedó despatarrada, y Mónica despatarrada arriba de ella, la pobre no se había corrido, pero le salía humo hasta por las orejas.

-Moni, quítate un poco que me doy vuelta, - se salió de arriba y la dejó darse vuelta – ponte arriba mío que me gusta, pero antes quítate las bragas que las tienes todas mojadas, seguro que te las moje yo, discúlpame – se las sacó y no le discutió por quien tenía la culpa de la mojadura, se montó casi arriba de su pubis – si no estás cansada podías masajearme las tetas a ver si se me componen un poco.

- Pero si las tienes perfectas ¿qué mejor pueden estar?

- Para ti todo está bien, perfectas están las tuyas, mira, mira cómo se te salen los pezones, no se para que usas sujetador si no sujeta nada.

- Las mías son más chicas, mira las tuyas, están para comérselas.

- Sí claro, tú te las comerías.

- Y claro que me las comería, si me dejaras te las chupo todas 

- ¿De verdad me las chuparías?

- Y…sí…las tienes muy lindas, esas puntitas tan chulas, dan ganas de chuparlas todas.

- Pues chúpalas son todas tuyas – al tiempo que tomándola de la nuca la atraía a su seno mientras le susurraba – así bonita, son para ti, chupa bebé que mamita te va a dar teta hasta que te empaches – le besaba la frente, le acariciaba la espalda, le soltó el sujetador y lo tiró a un costado mientras Mónica mamaba con el mayor de los entusiasmos. Le tomo la mano y la llevó hasta su pubis.

- Que bien lo haces, me encanta como me chupas, pero mete la mano ahí abajo que ando necesitada de caricias, espera que meto un almohadón abajo del culo así me lo haces más cómoda – le metió tres dedos de golpe que la hicieron delirar – si mi amor, muévelos que me encanta sentir tus dedos dentro mío – acordándose de la vez anterior, si dedos quería dedos le iba a dar, y sin más con la otra mano le metió dos dedos en el culo. A Marta se le fue todo el aire del gusto, le cambiaba de teta para sentirla en las dos, estaba gozando como loca. En un momento la separo un poco y se llevó la mano a la vagina y con dos dedos separó los labios mayores mostrando el turgente clítoris

- Linda, por no me acaricias el piporrito que también necesita caricias.

- ¿Qué mano quieres que te saque para acariciarlo?

- Uy, tienes razón, las tienes ocupadas, deja me lo acaricio yo, con las ganas que tengo, si llegara me lo chupaba entero.

- ¿Quieres que te lo chupe yo?

- Si quieres, ¿no te va a dar asco?

- Que va, si se ve tan tiernito – y ahí enterró la cabeza y le pegó un chupetón

- Ay…coño, es para que lo chupes, no para que te lo comas.

- Ay, perdona, pero está tan sabroso que me entusiasmé.

- Pues trátalo con cariño que es el único que tengo – Marta se había apoyado en un codo y miraba con que ansia le estaba chupando, mientras sentía esos dedos ejecutar la más hermosa sinfonía que pudiera haber soñado. Enroscaba los dedos en su cabello tratando de guiar esa boca maravillosa. Verla así, arrodillada entre sus piernas moviendo las manos con entusiasmo, y con su lengua pintar en el lienzo de su rajita las escenas más eróticas que pudiera imaginarse, era demasiado, sus fluidos básicos iban tomando temperatura hasta que ya no pudo aguantar más, y como un geiser salieron expedidos chorreando la cara de la pobre Mónica, que en vez de cortarse, juntaba todo lo que pillaba como para guardar para cuando hubiese escasez. Quedó Marta desmadejada de puro gusto mientras Mónica trepaba sobre el cuerpo de esta, hasta quedar las dos pegadas.

- Lo hiciste muy bien tesoro, me hiciste pasar un momento maravilloso, ¿te gustó?

- Sí, estaba muy rico, sabes muy bien.

- ¿A ver si es cierto? – le empezó a pasar la lengua por la cara mojada con sus jugos – uhm…me parece que en tu boca se debe sentir mejor – acercó sus labios a los de ella tratando de irrumpir con la lengua en su boca – cariño, no sabes besar ¿quieres que te enseñe?

- ¿Cómo qué no se besar si me dijeron que besaba bien?

- Quien te lo dijo, no sabía lo que es un beso, deja que te muestro – esta vez la sujetó de la nuca y la penetró con la lengua enroscándose en ella, recorría toda su cavidad bucal y la atraía hasta morder con sus labios la lengüita y chupar hasta metérsela toda en su boca. Mónica deliraba, nunca la habían besado así - ¿ves? Así empieza un beso después tienes que seguir besando un cuello tan divino como el tuyo, las orejitas, llegas a la garganta y si encuentras en el camino unas tetitas tan divinas como las tuyas, tienes que rendirle culto, deleitarlas y deleitarte recorriendo con tu boca cada centímetro de piel – dejó de hablar y se dedicó a mamar con angurria esos senos tan deliciosos. Mónica estaba como ida, a lo mejor por fin le tocaba a ella, si lo de Marta fue un geiser, ella llevaba a dentro presión para alimentar todos los geiseres de Islandia. Sintió como una mano se deslizaba por su abdomen rumbo al sur, y le dio la esperanza que podía llegar un poco de alivio, y como llegó, dos dedos se abrieron paso entre sus labios llegando a su almejita y colándose adentro sin pedir permiso, no lo necesitaban. Así como estaba montada, abrió bien las piernas dándoles la bienvenida, sintió como la penetraban mientras el pulgar mimaba su botoncito y sus tetas disfrutaban de las chupadas que le hacían una Marta apasionada. Se empujaba contra esos dedos sabios, pidiendo más, y más tuvo, un dedo audaz se apoyó contra su ano haciéndole sospechosas caricitas.

- No, por ahí no que me va a doler.

- No te preocupes que se te pasará – le contestó entre chupón y chupón, y el intruso se le coló en el culito produciéndole un dolor desagradable.

- Ay, ¿por qué? Me duele. – exclamó

- Ya vas a ver que se te pasa – y siguió bombeando adelante y atrás mientras seguía mamando como si lo estuviera haciendo con una vaca lechera.

El dolor no termino de pasarle a Mónica, pero la calentura era tanta y tan intensa que por un momento hasta llegó a gustarle. Fue el momento en que se corrió apretándose con todas sus fuerzas contra Marta y dejándole con las uñas surcos en la espalda, causa de la pasión de ese instante sentía      

- ¿Cómo estás? ¿te gustó el beso?

- Me gustó todo, pero me rompiste el culo y ahora tengo ganas de ir al baño.

- No seas exagerada, no te lo rompí y ahora veras que vas más fácil.

- Sí, claro, pero sácamelo que no voy a ir con el dedo adentro.

- Uy tienes razón, pero a ver, me llenaste el dedo de caca.

- ¿Quién te mando meterlo ahí?

- No me mandó nadie, pero eso hay que dejarlo limpio, y bien limpio, vamos – la llevó de la mano al baño, y la hizo sentarse en el wáter.

- Qué ¿te vas a quedar aquí mientras hago?

- Y claro, ¿qué tiene? O eres tan apestosa.

- No sé si soy apestosa, pero nunca lo hago con publico

- Bueno haz de cuenta que no estoy, que no te miro, mientras me lavo este dedo. – terminó de lavarse y se volvió a preguntar - ¿terminaste?

- Sí ya terminé, ¿y qué me vas a seguir mirando?

- Te voy a limpiar o pensaras quedarte con el culo cagado.

- Me sé limpiar sola, no necesito tu ayuda.

- No necesitaras mi ayuda, pero me cagaste el dedo, así que tengo que estar segura

- Yo no pedí que metieras el dedo allí, lo metiste porque se te dio la gana.

- Tú también me metiste los dedos por ahí y yo no te cagué nada, anda ven, deja que te limpio. Mónica se sentía en una encrucijada, por un lado, la irritaba que la tratara como una niña, y por otro lado la divertía, aparte de lo que la había hecho gozar en ese orgasmo que pareciera que todavía lo estuviera sintiendo, se dejó hacer, cuando la limpió protestó

- Ay, bruta, más despacio.

- Lo debes tener irritado, ven a la bañera que te lavo.

- Me puedo lavar sola.

- Te puedes lavar sola, pero si te lavo yo vas a estar mejor lavada, vas a ver – se sentó en el borde con los pies adentro y la hizo tirar boca abajo arriba de sus rodillas.

- ¿Necesitas ponerme así para lavarme?

- Ay Moni, no seas protestona bebé, vas a ver que así lo hacemos mejor, - la jabonó y con el duchador la enjuagó. Saco la flor y le puso una cánula se fijó que el agua saliera tibia y se la introdujo en el ano, Mónica pegó un berrido.

- ¿Qué me haces? ¿estás loca, me quieres inflar?

- Ya está, ya está, no te pongas chillona, aguanta un poco y suéltalo en el wáter – aguantó lo que pudo hasta que se descargó – ven ponte que te limpio – se puso de vuelta, y nuevamente la llenó de agua por adentro

- ¿Por qué me haces esto?

- Moni, cuando me preparo para que me hagas masajes, yo me limpio por adentro y por afuera, me gustaría que hicieras lo mismo, o si quieres te limpio yo, no tengo problema, anda, ahora puedes descargarte en la bañera porque seguro que ya estas limpita – así lo hizo bajo la supervisión de Marta – ves ya estas como nueva, ahora vamos a darnos una ducha ¿qué te parece?

- No sé para qué me preguntas si terminamos haciendo lo que quieres.

- No seas así bebé, yo quiero cuidarte, vas a ver que vamos a ser buenas amigas – la jabonó bien y le pidió que le hiciera lo mismo, esa parte le agradó a Moni, le encantaba deslizar las manos por esa piel, cuando llegó a la parte de la vagina – deja que ahí me puedo dar yo – se quedó con las ganas, cada vez le gustaba más, se enjuagaron y Marta salió a secarse, cuando terminó tomó un toallón y la envolvió con él.

- Ven que te seco en la cama – la aupó como a una criatura y la acostó para ir secándola, primero los pies – tienes unos pies muy bonitos, mira estos deditos, si dan ganas de chuparlos uno por uno - siguió por las piernas le secó bien la cosita mientras Mónica la miraba enfurruñada – ¿estás bien ahora?

- Me arde el culo, y por culpa tuya.

- A ver, date vuelta, ponte sobre las rodillas, a ver…, a ver…. Pero Moni, no me dijiste que andabas estrenando culo

- ¿Cómo estrenando culo? Es el mismo que tuve siempre

- Sí pero no me dijiste que nunca lo habías usado

- Lo usé para lo que es, no para lo que a ti se te ocurre.

- Pero corazón, como no me avisaste, lo hubiésemos hecho diferente. Pero mira que preciosidad que tienes aquí, está un poco irritado pobrecito, vamos a ponerle una cremita, o mejor un poco de saliva que es más bactericida, ven bebé perdóname – paró de hablar y con la punta de la lengua recorría todo el contorno del ano.

- ¿Qué me haces ahora? Me da cosquillas

- Mejor que te rías con las cosquillas a que llores porque te arde, déjame que te voy a curar – se sentó en la cama y agarrándola de las ingles le levanto el culo a la altura de su cara y empezó a darle lengua suavemente. Mónica había quedado con la cabeza apoyada en la almohada abrazada a ella, no podía creer el placer que le estaba dando, tenía ganas de protestar porque se sentía usada, y al mismo tiempo tenía ganas que la usara hasta que la gastara.

 Ahora la lengua no solo ocupaba su culo, ya entraba como por su casa en su almeja, haciéndola delirar, la siguiente excursión llegó a su clítoris y ahí sí, ya no le importaba lo que venía, sentía las lamidas que recorrían desde su capuchoncito hasta su ano haciéndole sentir un cumulo de sensaciones inéditas, le preocupaba si así con el culo para arriba podría tener un orgasmo, por lo que sabía de la ley de gravedad, después de todo, ella siempre se había corrido para abajo o acostada, pero ¿para arriba?

No tuvo que esperar mucho tiempo para sacarse la duda, la lengua de Raquel era milagrosa, podía hacer que la cascada subiera de vuelta, es lo que le pareció a Moni, sentía como un fuego que le bajaba para arriba, era una locura, pero el orgasmo se estaba preparando a la altura de los ovarios, casi le dolían del placer que sentía, y la corrida que siempre bajaba esta vez iba subiendo hasta la altura de su coño donde estaba la lengua de Raquel haciendo un muro, pero un muro que no fue capaz de aguantar la presión, y como un gato enfurecido Puffff salió el orgasmo escupido en su cara dejándola como para ir a bañarse nuevamente. No fue un problema para Raquel que no le importó para nada y con esmero recolectó todo el premio a su trabajo.

La fue soltando despacio y la miró, estaba divina con ese culito que le estaba recreando la mirada, parecía que era un dibujo de un dibujante talentoso.

 Se acostó a su lado, le pasaba la mano por la espalda, llegando a esos glúteos de maravilla, le dio un beso en los omoplatos y sintió un movimiento como si estuviera riendo.

- ¿De qué te ríes?

- No me estoy riendo – al escucharla se dio cuenta que estaba llorando.

- Moni. ¿qué te pasa?

- Me pasa que soy una puta

- Pero estás loca, ¿de dónde sacas eso?

- ¿De dónde lo saco? ¿qué te parece? Vengo a trabajar, a dar un servicio y me follas como  se te da la gana.

- Pero yo pensé que lo que te hacía te gustaba

- Y claro que me gustó, sino no te hubiese dejado, pero yo tendría que ser más profesional, no puede ser que porque me gustas ya me porte como una arrastrada,

- A ver, a ver, tranquila; vamos a hablar; tu viniste a darme unos masajes o como quieras llamarle, lo hiciste muy bien, tan bien que decidí darte algo de lo bueno que me habías dado tú. De donde sacas que lo que te hice yo, te hace puta. ¿Me pediste dinero para dejarte hacer eso? ¿no te gustó y lo soportaste igual? ¿me pediste dinero para hacerme algunas cosillas que no estaban conversadas? ¿Por qué hiciste lo que hiciste y te dejaste hacer lo que te dejaste, por dinero o porque te gustó?

- Porque me gustó, y eso es lo malo. Dentro de poco Silvia me va a dejar todas sus clientes, mira si me porto así con todas, voy a parecer una coneja, follando con la que se me cruce.

- O sea que tú te crees que todas te van a gustar para follar, caramba y yo que pensé que era cierto que te gustaba, y resulta que no, lo hiciste porque eres una coneja.

- Aj…, no digas tonterías, lo hice porque me gustas, sino no lo iba a hacer, pero yo quiero ser profesional como Silvia, hacer mi trabajo sin encoñarme con mis clientes.

- Moni, hablemos con sensatez, ¿tú te quieres follar a todas las mujeres que ves por la calle?

- No, pero no las veo desnudas

- ¿Y cuando ves en una película una mujer desnuda te tienes que hacer un dedo?

- No pero no es lo mismo, pero mira contigo te conocí hace un rato y ya me echaste dos polvos y te dejé que me rompieras el culo.

- Momentito, momentito, que yo no te rompí el culo solamente te lo arreglé un poquito, y no te olvides que me mordiste el mío y no te dije nada.

- Bueno, es que estaba tan ahí, tan a mano que no me aguanté, también tú, vaya culo que tienes, no sé porque necesitas pagar para que te lo muerdan.

- Bien me sé porque pago, y no es para que me muerdan, ni para que me dejen un chupetón que vaya a saber cuándo se me borra, pero el asunto es que todo lo que hiciste es porque te gustó, así que eso de puta déjalo que es una bobada. Yo a tu edad no podía acordarme de los coños que me había comido, ni cuantas me habían comido el mío. ¿Tú te acuerdas?

- Si, dos contándote a ti

- ¿Dos? ¿Y tienes miedo de ser puta? Ay niña, cuantas cosas tienes que aprender, ven para aquí y déjame secarte esas lágrimas. – se las seco amorosamente con besos – ¿alguna vez hiciste un 69?

- Sí, lo hice una vez, fue bonito.

- ¿No tienes ganas de hacerlo a ver si nos sale más bonito?

- Sí, ganas tengo ¿pero te parece que estoy haciendo bien?

- Cuando terminemos te digo, vamos.

Dejó que Mónica se subiera sobre ella y cuando vio ese coñito tan ofrecido, no pensó más. Chupó, lamió, enterró la lengua dentro de ese agujerito y se dejó bañar por lo que de adentro fluía, al mismo tiempo también tuvo su orgasmo, pero el verdadero placer era saborear esa cosita en la boca y sentir los estremecimientos de placer que le provocaba cada vez que tenía un orgasmo.

Al fin se quedaron dormidas, a la mañana se levantaron tarde. Marta la apuró un poco, tenía que hacer unos trámites, así que no hubo mimos ni nada.

-Vamos a desayunar en una cafetería, y te llevo a casa

- No, mejor no, yo desayuno en casa.

- Pero si tardas lo mismo, yo quiero desayunar y después te llevo.

- Es que ando sin bragas, quedaron todas mojadas de ayer, mira si se me levanta la falda

- Seguro que sacamos el desayuno gratis. – dijo riendo

- No, no, me da vergüenza ¿Por qué no vienes a desayunar a casa tengo tostadas con mermelada, y si quieres café o té?

- Pues vamos a tu casa antes que pilles un resfriado de chocho.

Fueron al departamento, le interesaba saber cómo vivía, y se llevó una grata sorpresa, estaba todo bien ordenado, limpio, no muy grande, pero daba gusto, una mesa llena de libros y una pequeña biblioteca.

En la cocina Mónica iba preparando todo bajo la mirada curiosa de esta

-Parece que eres buena ama de casa ¿sabes cocinar?

- Claro, sino me moriría de hambre, ¿te crees que tengo dinero para comer en restaurant todos los días?

- Sí, tienes razón, yo creo que me moriría de hambre si tuviera que comer de lo que cocinara.

- Ya ibas a aprender, vieras como la necesidad enseña.

- Sí, supongo que sí, hay un montón de cosas que tienes que aprender, pero debe haber otro montón que puedes enseñar. Tienes todo muy ordenado, ¿cuánto te falta para recibirte?

- Si meto tres materias más que las obligatorias, en un año estoy, después seguiré alguna especialización.

- Uhm no te va a ser fácil.

- Se me da bastante bien el estudio y me gusta; toma aquí tienes tu café, si quieres ponerle leche ahí tienes, ¿quieres que le ponga mermelada a las tostadas?

- Si me haces el favor

- Uf…que favor; aquí tienes – se sentaron a comer mientras Marta seguía averiguando más sobre Mónica, hasta que llegó la hora de irse.

- Bueno, me tengo que ir, toma aquí te dejo el sobre con los honorarios.

- Qué ¿me vas a pagar?

- Pues claro, te lo debo, tu hiciste bien tu trabajo, lo demás fue puro gusto – estaban al lado de la puerta cuando le dijo - antes de irme quiero ver si aprendiste bien lo del beso. - La apretó contra la pared, unió sus labios a los de ella, mientras iba bajando la mano por su cadera, hasta que se aventuró bajo la falda, no había nada que le impidiera llegar hasta donde quería. Mónica se había colgado de su cuello para no perder contacto con esa boca que la enloquecía, y lo que también la enloquecía, era esa mano que se colaba por su rajita y con dos dedos forzaban su cueva. Abrió más las piernas, sentía como la penetraba y como se adentraba explorando sus puntos más sensibles llevándola al éxtasis. Cerró los ojos y dejó que lo que tuviera que pasar, pasara. Un rio de sus jugos brotó de su coño escurriéndose por los muslos entre las convulsiones que le deparaban ese orgasmo a las apuradas. Cuando se calmó, Marta se separó dejándola apoyada contra la pared – aprendiste a besar muy bien, me tengo que ir -  y sacó los dedos de adentro y así como estaban todos pringados, se los llevó a la boca y los chupó con glotonería – estuvo muy rico tu desayuno, creo que la próxima semana te llamo, adiós – y se fue

Mónica quedó apoyada en la pared, las piernas le temblaban, fue como pudo hasta la mesa, tomó el sobre y se lo llevó al sillón. Se dejó caer, lo abrió y quedó pasmada, tres mil euros había adentro, sentía las piernas mojadas, la falda mojada pero no importaba ya lavaría todo, estaba en estado de gracia, llevó la mano a la vagina y la acarició, no con ánimo de masturbarse, no lo necesitaba, más que nada era para agradecerle todo lo que la había hecho gozar desde el día anterior, pasó los dedos entre sus labios, y notó como se empapaban, los sacó y los miró con curiosidad, se los llevó a la boca y mientras los saboreaba, se dio cuenta que Marta tenía razón . Estuvo muy rico el desayuno.

Espero que no se aburran, pero para seguir el hilo de la narración todo no puede ser erotismo, y hay partes que pueden resultarles pesadas. Gracias por cómo me animan en los comentarios y en el correo, eso anima mucho para seguir.  

Mas de vima

Por culpa del Real Madrid 2

Por culpa del Real Madrid

El Triángulo Imperfecto 3

El triángulo imperfecto 2

El triángulo imperfecto 1

¿Y si escribo un relato yo?

La monja de clausura

Cuando la belleza engaña 4

Cuando la belleza engaña

Cuando la belleza engaña 2

Cuando la belleza no es todo

El regreso a Cartagena de Indias

Viaje al paraiso

Mi paciente preferida

El tren de mi destino

El tren de mi destino

Las Traductoras 3

Las Traductoras 2

Las traductoras 1

Como mi mamá ninguna

Accidente en yudo 2

Accidente en yudo

Una novia para mamá

El Rincon de Lesbos (2 de 2)

El Rincón de Lesbos 1 de 2

Mi prima (el fin de la inocencia) 2 de 2

Mi prima (El fin de la inocencia) 1 de 2

Ingeniera Civil 14

Ingeniera Civil 13

Ingeniera Civil 12

Ingeniera Civil 11

Ingeniera Civil 10

Ingeniera Civil 9

Ingeniera Civil 8

Ingeniera Civil 7

Estudiando Kineosología 20

Estudiando kineosología 19

Ingeniera Civil 6

Ingeniera Civil 5

Ingeniera Civil 4

Ingeniera Civil 3

Ingeniera Civil

Ingeniera Civil

Ingeniera civil

Estudiando kinesioloía 18

Estudiando Kinesiología 17

Estudiando Kinesiología 16

Estudiando Kiniesología 15

Estudiando Kinesiología 14

Estudiando Kinesiología 12

Estudiando Kineosología 11

Estudiando Kinesiología 10

Estudiando Kinesiología 9

Estudiando Kinesiología 8

Estudiando Kinesiologia 7

Estudiando Kinesiología 6

Un Cuento de Navidad

Estudiando Kiniesología

Estudiando Kinesiología

Mas cerca del cielo 4

Mas cerca del cielo 3

Estudiando Kinesiología 3

Mas cerca del cielo 2

Mas cerca del cielo

Estudiando kiniesología 2

Estudiando Kinisiología

Ana y Sara (el final)

El Casamiento

El aniversario

La Crisis (la convivencia)

La Crisis 16

La Crisis 15

La Crisis 14

La Crisis

La Crisis 12

La Crisis 11

La Crisis 10

La Crisis 9

La Crisis 8

La Crisis

La Crisis 6

La Crisis 5

La Crisis 4

La crisis 3

La Crisis 2

La crisis.