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La Crisis (la convivencia)

en Lésbicos

Estoy preocupada, para que negarlo. No puedo quejarme de mi relación con Ana, tenemos gustos acordes, me es fácil querer lo que ella quiere, y lo que a ella le gusta me gusta a mí, o quizá sea al revés, pero las consecuencias son las mismas.

Sé que todo lo que hago, lo hago a gusto porque lo hago con ella, pero el problema es el sexo.

Hoy le voy a pedir consejo a Julia; podría pedírselo a Fernanda, pero es como una hermana con nosotras, va a analizarlo con el cariño que nos tiene, y no va a tener la misma frialdad que Julia

En un momento que nos cruzamos, le pido si podemos quedar en una cafetería que le quiero comentar algo que me está preocupando. Sabe que es algo que quiero que quede entre nosotras y no necesita comentarlo en nuestra reunión diaria.

Termina el horario, y marcho al bar donde quedamos en juntarnos. Estoy un poco confundida, no me gusta ocultarles nada a Fernanda y a Marina, pero sé que me van aconsejar con el corazón con todas las buenas intenciones, pero sin la lógica impersonal de una psicóloga sin lazos afectivos. Julia a pesar del cariño que nos tiene, es mayor, tiene más experiencia, y puede ver las cosas, más como si fuera desde afuera.

Por fin la veo entrar, mira las mesas hasta que me ubica, viene hacia mí y se sienta.

  • Uhm que tenemos que tanto misterio hay. Me dice luego de un saludo-

  • No es ningún misterio, pero quisiera que me aconsejaras por Ana, no es que sea un gran problema, pero quiero estar segura que no lo va a ser, o por lo menos buscarle remedio antes de que lo sea.

  • Bueno, yo como consejera no sé qué tal te va a ir, pero se hará lo que se pueda, aunque viéndolas no me las imagino teniendo problemas, pero a ver ¿de qué índole?

  • Es de índole sexual – largué con un suspiro.

  • ¡Sara! dale tiempo, es una chica que a pesar de la edad que tiene entró con el sexo por la ventana, sin experiencia, te diría que antes de enamorarse de ti, no debe haber sentido nada por nadie, quizá no pueda satisfacer todos tus deseos, porque son deseos que nunca tuvo, y por ahí no sea tan fácil seguir tu tren.

Me quedé pasmada mirándola con la boca abierta.

  • Espera… espera, es que no comprendes, no soy yo a la que no es fácil seguirle el tren, es el tren de ella que no es fácil seguir, es ella la que no me deja descansar, la que me seduce, la que no hay día que no quiera su cuota de sexo.

Ahora la que se quedó pasmada fue ella.

  • ¿Y a tu edad de qué coño te quejas?

  • Es que tengo miedo que termine siendo eso lo principal en nuestra relación, yo la quiero con sexo o sin él, pero ella siempre está llevándome al límite. No te voy a engañar diciéndote que no me gusta, pero tengo miedo que termine siendo eso lo más importante.

  • Pues si quieres que te diga, eso es casi lo más importante, ¿y tú te quejas porque te sobra lo que otras se quejan porque le falta?

  • Si ya sé, yo también lo disfruto mucho, pero a veces me siento agobiada, si hasta se me da por pensar si no será ninfómana, fíjate que eso también puede ser por un problema físico de por ahí abajo, por eso quisiera una opinión para saber cómo tratarlo.

  • Pero a ver, ¿te fijaste si se anda fijando en otras mujeres cuando salen por ahí?

  • ¿Cómo va a salir conmigo y va ir fijándose en otras mujeres? – exclame indignada.

  • Y que, ¿acaso si tú ves una chavala bien puesta no te fijas en ella, o no se te pasa por la cabeza llevarla un rato al huerto?

  • ¿A mí…? ¿Con lo que tengo en casa te parece que me voy a andar fijando en alguien más? Mira que estoy como para llevar al huerto a nadie con la repasada que me dan todos los días; que si no fuera por la regla no me salvaba ninguno.

  • Sara, no me digas que la pasas tan mal, que estoy segura, que si te negaras de firme, tampoco es que te va a violar.

  • Ah… es que tu no la conoces bien, ya sé que no me va a violar, pero va a terminar follándome y haciéndome creer que fui yo la que la follé a ella. Mira muchos dicen que los sentidos son más de cinco, y yo lo creo, Ana tiene el sentido de la seducción, si no se hubiese inventado el amor, seguro que lo hubiese inventado, ella es: Afrodita: Venus, pon las diosas del amor que tú quieras y en ella las vas a encontrar; sabe cómo llevarte al límite hasta que no tienes más remedio que caer en sus redes, tiene una sutileza, que terminas creyendo que eres tú la que la estaba buscando. ¿Viste la mirada que tiene de niñita inocente?, te mira con esos ojitos tiernos, y sientes que te envuelve, te atrae, te lleva, y antes que te des cuenta, estas comiendo de su mano; bueno… no… de su mano…, pero te la estas comiendo.

  • Y tú debes de sufrir como loca

  • No…no sufro, no te digo que no me gusta, pero todo a su tiempo, si te contara lo que pasó después del día del incendio, me darías la razón y verías que puede notarse ciertos rasgos, ninfomaníacos.

  • Mira Sara, yo, así como tú lo cuentas, no puedo darte consejos de nada, te escucho y lo único que me da es envidia; a mí cuando me mira, no me envuelve ni me trae ni me lleva, pero ¿si a ti te pasa? hagamos una cosa.

  •  Tú escribe lo que pasó el día del incendio, y como lo sentiste mientras pasaba, escribe lo que pensaste en ese momento como si te estuviera pasando; sabes cómo es esto, cualquier bobada puede ser importante para que pueda hacerme una idea más aséptica de los hechos sin pensar que eres tú y Ana, sino que es de alguien que no me va ni me viene. Trata de contarlo como lo viviste en ese momento, que me va a ser más fácil entenderlo.

Quedamos así, y me pareció lo mejor, es difícil evaluar una persona que conoces mucho, pero leer, es ver los hechos con mayor distancia, sin personalizarlos.

 El incendio fue la semana pasada, y los recuerdos eran nítidos.

Un internado, produjo un cortocircuito con un nebulizador, y tomo fuego un mantelillo, y bueno… dale fuego a un loco y otra que la falla Valenciana. Llegaron los bomberos hubo que trasladar a otro pabellón a los internos, en fin, que fue un lio para calmarlos, y después el apoyo psicológico, total que nos pasamos hasta casi el mediodía del día siguiente para calmar las cosas.

Después de dejar a Julia llegue a casa. Ana esta tarde no estaba, ya hacía casi seis meses que vivíamos juntas en plan de novias, pero la verdad, de que estaba en casa, ya iban para ocho meses.

Se anotó en el bachillerato e iba muy bien, había que reconocer que era inteligente y aplicada, pero ahora está tratando de armar un taller de pintura y contratar artistas ocasionales para enseñar arte.

Tenía toda la tarde para estar sola y podía aprovechar para escribir que paso ese dichoso día que me cayó un poco gordo (aunque tengo que reconocer que mal no la pasé)

_____Recordando_____

Cuando corrió la noticia del incendio, Ana fue hasta el hospital a la noche para saber cómo estaba yo, pero se tuvo que quedar afuera con los familiares de los internados, ya que los bomberos no dejaban pasar a nadie, igualmente pudo averiguar que yo estaba bien, pero que no podía salir a hablar con ella ya que tenía que ayudar a calmar a los pacientes.

A eso de las dos de la tarde llegué al departamento; en el viaje ya venía pensando cómo hacer para poder descansar sin que me hiciera el amor, realmente estaba desecha, pero eso no iba a ser un impedimento para qué Ana tratara de seducirme.

 Dicho y hecho, me estaba esperando preocupada, y nada más cerrar la puerta me abrazó.

  • Mi amor, estas agotada, ven que tengo preparada la comida, seguro que ni tiempo tuviste para comer.

  • Hay no…Ana, estoy muy cansada, ahora no podría tragar nada.

  • Bueno entonces ven que te das un baño de inmersión para desestresarte un poco.

Me agarró entre sus brazos y me llevo al baño, (sabía que me gustaba cuando hacía eso) me dejó en el suelo y comenzó a desnudarme con mimo, me trataba como si fuera su niñita, me sumergió en el agua templada, un aroma a las sales de baño que tanto me gustaban me hicieron respirar con deleite, (estaba todo preparado para excitarme).

Casi me quedo dormida en la bañera, me ayudó a levantarme y me envolvió con la toalla, me llevó a la cama y me acostó; empezó a secarme, pasaba la toalla con una suavidad, que más que secarme me estaba acariciando (preparándose para venir por más).

Me puso boca abajo, y volcó un poco de crema en la espalda para darme los masajes relajantes que me da siempre (con intención de incitarme a ofrecerme para lo que quisiera, pero ese día no le iba a andar, aparte del cansancio tenía la firme intención de pasar de ella).

Se subió a horcajadas sobre mi culo como hacía siempre, aunque siempre lo hacía completamente desnuda y ahora estaba con el pantaloncito del pijama, (eso lo hacía a propósito para hacerme desear). Paso las manos por mis hombros y acariciaba mi cuello subiendo hasta mis oídos, (estaba consciente que eso me encendía y lo hacía a propósito).

Fue bajando por mi espalda y me hacía sentir sus dedos en mis costillas produciéndome un cosquilleo que me humedecía toda, ahora llegaría a mis glúteos y se despacharía a gusto.

Amasó mis nalgas y cerré las piernas con fuerza, no quería dejársela fácil y menos que se diera cuenta que me había mojado. Se hizo la desentendida y siguió masajeando las piernas hasta llegar a mis pies, al llegar a ellos me hizo acostar de espalda.

Subió nuevamente a mi cuello con la intención de torturarme más (tortura que siempre aguantaba con gusto, pero no hoy, tenía que darse cuenta que no era un día como todos) fue bajando hasta llegar a mis senos, (ahora desplegaría sus artes, me pasaría las palmas por mis pezones haciéndome estremecer), rodeó la copa y apenas los tocó (joder, si sabe cómo me gusta que me los amase, seguro que hoy está en tren de hacerme desear, va lista si es eso lo que quiere) llegó hasta los músculos del abdomen y me los recorrió con los dedos dándome un alivio a la tensión que sentía.

Ahora llegaba la parte donde tenía que estar avispada, cuando llegara a mi sexo, descargaría toda la batería de recursos para hacerme caer, (no sé si podré soportarlo, porque si es por calentarme, es especialista, pero trataré de aguantar).

Llegó a mi pubis y pasó los cantos de las manos por mis ingles y siguió hasta mis pies (ahora esto lo conocía, me empezaba a chupar los dedos y metía la lengua entre ellos, eso a mí me derretía y lo sabía) me preparé para aguantar todo lo más que pudiera, pero no lo hizo, no sé qué está maquinando, con los dedos pulgares me empezó a masajear la planta de los pies, y un sopor me empezó a ganar,

Lo último que pensé, es si me iría a follar durmiendo, eso ya no me importaba, total, como caliente sí que estaba, mal no me iba a hacer, y ahí me quedé frita.

Me despertó la caricia de unos labios sobre los míos, si bien era la forma que más me gustaba para despertarme, los sueños que tuve me dejaron un malestar raro, dormí inquieta y me desperté inquieta y al verla, me dio tranquilidad. Entreabrí mi boca para darle cabida a sus labios, pero se retiró y entre caricias me dijo.

  • Corazón, levántate a comer algo, que te quiero fuerte, y mucho.

En ese momento me acordé; (no tengo que dejarme arrastrar por la tentación, tengo que hacerle entender que cada cosa tiene su lugar y su tiempo), bueno la cama era un buen lugar, pero la ocasión no, y tendrá que entenderlo.

  • Mi vida, estoy muy cansada, no tengo fuerzas ni para levantar el tenedor.

  • Ven…, te hice unas gambas con la salsa que tanto te gusta, vamos que yo te ayudo.

Me paró en la cama y me miró en toda mi desnudez, me dio un repaso con esa mirada felina de la que sabe que se va a comer una ratita (no sabe que esta vez la ratita la va a dejar con las ganas) me puso una bata para cubrirme, y me cargó aúpa para llevarme al sillón de la sala, me dejó sentada mientras trajo la mesa carrito que teníamos para ciertas ocasiones.

  • No Ana, te dije que no tengo voluntad, estoy tan agotada que ni gana de masticar tengo.

  • Bueno mira, tu comes que yo te doy la comida ¿sí?

  • Pero mírame, si ya que me tiro en el sillón nada más que para dormir.

  • Tienes que comer algo o te vas a enfermar, siéntate aquí que yo te doy.

Me reconvino mientras me sentaba sobre sus piernas. (Ya veía por dónde venían los tiros, este era el momento en que va a emplear sus artes para someterme a sus deseos).

Me recuesto sobre su hombro, dejando mi boca apoyada sobre su cuello, tiene un cuello divino, me invade el aroma que despide, (no se pone perfume porque sabe que su aroma me motiva más que cualquier cosa que se ponga, lo sabe y me lo hace a propósito; como si no la conociera).

Tiene puesta la camisola del pijama, es finito casi trasparente se lo regalé yo, y me encanta que se lo ponga. Al recostarme, mi pezón da contra su seno, pero no se sale, sé que nota la dureza de este, pero se hace la desentendida, como si no fuera culpa de ella que lo tenga así.

Arrima el tenedor con una gamba a mi boca.

  • Uhm… mi palomita esta cansadita, pero mama paloma le va a dar de comer, y se va a comer toda la comidita tan rica que le preparé ¿verdad? – me hablaba como una come niñas, con esa cadencia lujuriosa. Me callo la boca, pero cuando me va a dar la segunda gamba, muevo la cabeza en señal negativa.

  • ¿Qué te pasa cielo, acaso no te gusta? – me pregunta apenada

  • Me gusta, pero las palomas no le dan de comer a sus palomitas con un tenedor.

  • Como le van a dar con un tenedor, si no tienen, y tampoco manos para agarrarlo.

  • No me importa si soy tu palomita compórtate como una paloma como la gente.

  • Si así lo quieres no me disgusta para nada. – se puso la gamba entre los dientes y me la ofreció arrimando su boca a la mía.

En ese momento me doy cuenta que volví a caer en su trampa, pero no me importa, podrá besarme lo que quiera, pero de lo demás, que se olvide. Tomo la gamba con mis dientes, pero no puedo evitar el morreo, sé que, aunque no lo demuestre está contenta por salirse con la suya; pero eso no le alcanza, viene por mas, y para el otro trozo tengo que darle cabida para que lo empuje con la lengua.

Me vuelvo a recostar mientras mastico, y ahora es su pezón el que casi rompe la tela que lo cubre. Me da un poco de alegría notar que por muy desinteresada que quiera aparentar, también se cocina en su propio caldo, creo que está tan caliente como yo, y pienso hacerla sufrir.

Me va a seguir dando, pero nuevamente me niego, me pregunta que quiero.

  • La palomita está muy cansada, no tiene ánimo para masticar tanto, mastica un poco tú.

Se la pone en su boca y la mastica luego la vierte en la mía y aprovecha para meterme la lengua lo más profundo que puede; (no, si es que no se pierde ni una).

Me da otra, y sigue aprovechándose, ahora como está más masticada me cuesta más sacarla de su boca, me separo mostrando mi enfado.

  • Me estás haciendo trampa, dame bien.

  • ¿Pero en qué te parece que hago trampa?

  • Me estás dando el marisco, pero la salsa te la comes tu – y sin más tuve que empezar a buscar la salsa buceando dentro de su cavidad bucal.

Así me fue dando hasta que termine de comer. Es incansable si fuera por ella, acaba con mis labios, y los de ella siguen igual, están para comérselos.

No tomé nada en el transcurso de la comida, le digo que tengo sed y me acerca el vaso, le hago señas que así no, y me entiende, sé que está deseando eso y ya que no le voy a dar lo que realmente quiere, algo le puedo consentir.

 Llena su boca con todo lo que le cabe y lo desliza entre sus labios dentro mío, aprovecha para meter su lengua con la excusa de abrir mis labios, voy tragando despacito y cuando termino pido más, vuelve a darme, parece que nunca se va a cansar de morrearme, cuando para, para respirar me dejo caer sobre su pecho; joder como lo tiene, si le hicieran un busto de piedra creo que sería más blandos que los naturales. Se separa y me acaricia

  • Bueno ahora ¿te llevo a dormir?

  • Que, ¿no me vas a llevar a lavar los dientes – esto retrasa un poco sus planes-

  • Huy… claro que si, ¿como te vas a ir sin lavarte los dientes?

 Me aúpa nuevamente y me lleva al baño, me pone pasta en el cepillo y me lo alcanza, niego con la cabeza y digo “Tu”, me mira con esos ojitos libidinosos, se sienta sobre una banqueta y yo arriba de ella y comienza a cepillarme.

Es increíble como algo tan doméstico, puede transformarlo en erotismo puro, ya estoy toda mojada, si no fuera por la bata ya la humedad le mojaría las piernas. Me da rabia ser tan vulnerable a sus encantos, en Japón seguro sería una geisha, le sale naturalmente el arte de la conquista, y yo como una tonta a pesar de saberlo, me dejo seducir sin remedio. Pero hoy no. hoy se va a ir en ayunas por mas artes que emplee.

Termina de cepillarme y me arrima el vaso para enjuagarme, muevo la cabeza y vuelvo a decirle “Tu”, no dice nada, llena su boca de agua y la pega con la mía transvasándola toda, de paso me pasa la lengua por los labios con la excusa de limpiármelos. La dejo, me hice unos cuantos buches y me arrimó a la pileta para expulsar el agua, no le hice caso, solamente la señalé, me entendió se pegó como una lapa y dejó que se la devolviera encremada. Cuando ya la tenía llena le pedí que la tirara en la pileta, pero todavía me quedaba pasta en la boca. Volvió a hacer la misma operación, pero ahora mientras me estaba enjuagando, notó que, en mi seno, había dejado caer un poco de pasta, justo la excusa para limpiarme con la lengua y eso era algo que destruía mis defensas, volví a pasarle el agua y volvió a volcarla en el lavatorio.

  • ¿Te llevo? Me preguntó

  •  Si estoy muy cansada.

Ya dentro de la habitación, me sacó la bata que ya estaba completamente desprendida y me acostó con delicadeza, era la imagen de la ternura, pero yo note como observó mi sexo dándose cuenta en el estado que me puso. No hizo ningún comentario sobre eso, me arropó y mientras me acariciaba me susurró al oído.

  • Bueno ahora mi palomita ya puede dormir tranquila que no se me va a morir de hambre.

  • Que, ¿y tú, que? ¿me vas a dejar dormir aquí sola?

  • Yo voy a juntar los platos y vengo, aprovecha para dormir, quizá mañana tengamos un día movido.

  • Mañana es otro día, pero yo no me quiero dormir sola, todavía me duran los nervios.

  • Uhmmm, ¿quieres que te haga dormir yo?

  • Pues claro, o acaso no somos novias, ¿Quién quieres que me haga dormir?

Esta no se la conocía, después del bruto calentón que me hizo tomar, lo que faltaba es que me dejara sola. No sé, quizá piense que me puede dejar cocinándome hasta mañana, si va a esperar eso se va a comer una barbacoa.

Hoy estaba para hacerme sufrir, ni siquiera se sacó el pijama, (no si el plan es hacerme desear), pues yo la voy hacer desear más.

  • Oye las palomas para hacer dormir a las palomitas le dan la teta.

  • ¿Dónde viste una paloma con tetas?

  • En esta cama la vi, así que o me das la teta o échate a volar.

Estoy cabreada; me hizo de todo para excitarme, me deja caliente como una plancha, y ahora se quiere ir lo más tranquila, seguro que va hacerse un dedo, porque no la veo mejor que yo.

Se desnuda se toma una teta con la mano y guía hasta mi boca, sé que esto la pone, pero voy hacer que sufra hasta último momento, que piense que se va a ir sin nada, empiezo a mamar mientras meto mi pierna entre las suyas, está tan mojada como yo y eso me alegra, porque yo me someto a ella, pero ella se somete a su calentura.

Sigo chupando y jugando con la lengua en su pezón, mientras escucho sus suspiros, de vez en cuando un estremecimiento recorre su cuerpo, me saca el pelo de la cara y me acaricia, besa mi frente, y me separa, yo no quiero parar, pero enseguida siento que me está ofreciendo el otro,

Eso me calma, me meto lo que más puedo y chupo con ganas, creo que le hice un poco de daño,

Y es lo que menos pretendo, sigo mamando y entre sus besos en la frente, sus caricias y la ternura que encuentro en esas tetas maravillosas, me voy pegando a ella, la calidez de su cuerpo, me hace flotar en un mar de sensaciones maravillosas y me voy sin querer al mundo de los sueños.

Me despierto un poco atontada, volví a tener malos sueños, sé que es lógico por la inquietud que producen las situaciones de estrés, pero por más que lo sepa la sensación esta.

 La oscuridad es total, siento el calor de su cuerpo y eso me tranquiliza, estiro la mano y prendo la luz de noche, está a mi lado durmiendo con los labios entreabiertos. Es sensual hasta cuando duerme, cualquier gesto que en otra persona pasaría sin pena ni gloria, en ella es la imagen del erotismo puro, pienso que quizá sea algo de los genes que le sale naturalmente, pero enseguida me acuerdo, trabajó mi voluntad esa noche, antes de abandonarme a mi sueño.

Tengo ganas de ir al baño y decido vengarme un poco de lo que me hizo sufrir, la sacudo un poco para que se despierte.

  • Ana, despiértate tengo ganas de hacer pis, ¿me llevas?

Me mira sin entender, le repito como niña pequeña, se levanta da vuelta la cama me alza y me lleva al baño media dormida. Va con la camisa desprendida y la deja a propósito, sabe que en esa posición nuestras tetas se van a rozar entre ellas, me agarro a su cuello y rodeo sus caderas con mis piernas, tengo miedo de caerme, lo único que me falta es que así desnuda me diera un golpazo. Entra en el baño y me quiere sentar en el inodoro.

  • No Ana, la tabla debe estar fría, anda ¿Por qué no me tienes mientras hago? – me sostiene de las piernas mientras mira por encima de mi hombro, hasta que terminé.

  • Lávame un poquito con champú que no quiero ir con olor a pis. –me sienta en el bidet se fija cuando el agua se pone tibia, y esparce el champú por mi vulva, me lo hace con una suavidad que me lleva a la estratosfera, sus manos parecen de seda, tan suaves, lava toda mi rajita, me dejo estar, sé que me está seduciendo, pero no me importa, me enjuaga, y cuando va a secarme, siento una especie de irritación y le pido que me pase una crema.

  • Amor ¿muy irritada esta? Mira que mañana quería que me la prestaras un rato.

  • Pásame, aunque sea la crema enjuague que algo me va aliviar. (Por fin reconoció que me estaba atrayendo a propósito y nada de lo que hacía era casual)

Si con el champú sus manos parecían de seda, con la crema era como el aletear de cientos de mariposas, es como si las que me hace sentir en mi estómago, salieran a acariciar con sus alas mi coñito.

Apoyo mi cabeza en su hombro, y me dejo estar. Siento que en cualquier momento vence mi resistencia. De pronto para, me enjuaga y trata de secarme suavemente. Me podrá secar el agua, pero lo que sale dentro de mí, no creo.

Lo que más me enfada es que después de todo lo que hizo para excitarme, ahora quiera hacerse la estrecha y pretenda hacerme esperar hasta mañana, o quizá crea que mi cansancio es tal, que no puedo atenderla como quiere; no sé, caliente está, la conozco bien y está que se corre sola, pero a lo mejor piensa que no le puedo dar placer con la intensidad que ella quiere.

  • ¿Vas a dormir ahora?

  • ¿Me vas hacer dormir? – no dice nada, se acuesta a mi lado, toma su teta y me la pone en la boca, con un suspiro que me enternece.

Estoy tan bien que me aprieto fuerte tratando de metérmela toda, algo que sé que es imposible, pero me gusta chuparla mientras con la lengua le aprieto el pezón contra el paladar. Siento sus gemidos y me da pena, sé que si no se lo pido, va respetar mi cansancio. Me regodeo en sus senos, está en un estado de abandono donde no espera nada, pero está receptiva a todo.

  • Ana tengo sed. – abre los ojos y me mira como desde otra galaxia.

  •  Ya te voy a buscar un vaso de agua. - Me dice resignada.

  • No hace falta, lo que quiero beber está aquí. – tocando su entrepierna.

  • Amor, ¿no estás extenuada?

  • No tanto, tú necesitas darme de beber y yo tengo mucha sed de ti, quédate así de costado y agárrate por debajo de las rodillas.

Quedó en una posición fetal, las rodillas contra su mentón, dejando su intimidad expuesta a mi lujuria. Es una fuente de placer donde me zambullo buscando aplacar mi sed de su esencia, pego mi boca a su entrada y subo haciendo espirales por su rajita hasta llegar al botoncito que hace detonar todas las ganas acumuladas desde el día anterior.

 Se corre casi antes de empezar a hacerle el amor, pero no me conformo con eso, quiero más, la tomo de las nalgas y la aprieto contra mi boca, le introduzco la lengua todo lo que  puedo, y rodeo todo su agujerito buscando todos los puntos erógenos que puedan seguir dándole placer.

 Vibra ella y vibro yo, sus mieles inundan mi boca y mi paladar lo agradece, quiero más, quiero emborracharme de ella, quiero ser dueña de sus deseos y ser yo quien se los satisfice, ¡y sí! lo hago, siento los espasmos que me avisan que un nuevo orgasmo es inevitable, y efectivamente, se convulsiona y aprieta mi cabeza tratando de darme lo que estoy esperando con impaciencia. Queda desmadejada tratando de recuperar la respiración.

Termino de limpiarla toda y voy reptando por su cuerpo hasta llegar a sus labios, me mira ansiosa y me besa. Me besa con pasión, como si hiciera infinidad de tiempo que no hiciéramos el amor.

Ella me seduce, hace de mi esa palomita con la que tanto le gusta jugar, y me eleva a las alturas más insospechadas del placer, pero yo la llevo conmigo y hago que goce tanto como yo.

Ahora estoy sobre ella, mi humedad contra su pubis, nuestros senos se acarician entre ellos y sus labios bajan por mi cuello hasta hacerse dueños de ellos, me apoyo en los codos para darle espacio, chupa, lame, muerde, por fin va a conseguir lo que venía deseando desde que llegué.

Me agarra de los glúteos y tira para arriba haciendo que mi vagina se aproxime a su boca, cuando al fin llega, la misma incontinencia que sufrió ella, la sufro yo y toda la excitación acumulada la derramo apenas sus labios hacen contacto con mis otros labios.

Tampoco es de contentarse solamente con eso, y sigue mostrándome la habilidad para llevarme a sitios que por muy conocidos no dejan de ser maravillosos, pareciera que siempre es la mejor vez, y me voy derritiendo en su boca, mientras dos dedos rompen la barrera de contención que hacen que mis jugos se vuelquen sobre su cara.

Nos acariciamos, limpio su cara con mi lengua degustando mi sabor en ella, estoy sintiendo el agotamiento, y Ana también, que en definitiva creo que durmió menos que yo, y así juntitas nos entregamos al sueño.

Me despierto cuando el sol entra por la ventana, estoy sola, dormí como los dioses, esta vez no hubo malos sueños, me desperezo en el momento que entra en la habitación.

  • Uhmm. Se despertó mi palomita – me dice mientras se sienta en la cama a mi lado - ¿dormiste bien? Te tengo preparado el desayuno, apúrate o vamos a llegar tarde, aunque casi ya podíamos ir por el almuerzo.

  • Si sigues dándome de comer así, vas hacer de mí una cerdita.

  • No sería mala idea, serias mi cerdita y tendría como ocho tetas para solazarme.

  • ¡Ehhh que pasa!, ¿no te alcanzan con dos?

  • Me alcanzan, pero lo que abunda no sobra, sobre todo si son tan sabrosas.

  • Creo que tienes la idea fija, pero te vas a tener que conformar con lo que hay.

  • ¿Me puedo empezar a conformar ahora? Mientras me acaricia con ternura

  • Uhm, me lo voy a tener que pensar

  • ¿y cuánto vas a tardar?

  • Un buen rato, como 10 segundos.

  • Se sacó la bata y abajo no llevaba nada, se acostó sobre mí, y tuvo razón; llegamos tarde para el desayuno.

Al otro día, antes de salir del trabajo, le doy a Julia el resumen de lo que había pasado al otro día del incendio. Tenía el fin de semana para estudiarlo y sacar las conclusiones.

Parecía increíble, nada más por el hecho de hacer partícipe a Julia de mi problema, me aliviané tanto, que pasé un fin de semana maravilloso, era como si ya no me compitiera a mí. Y cuando digo maravilloso es porque lo fue en todos los sentidos.

El lunes, Julia me avisó que quedáramos en reunirnos en el mismo café a la salida. Llegamos casi juntas y nos sentamos en una mesa en un rincón desde donde podíamos ver todo el local.

Pedimos los cafés, y mientras lo traían aproveche para preguntarle que le parecía.

  • Pues me parece que no te la pasas nada mal, muchas matarían por menos.

  • Que exagerada, desde luego que no me la paso mal, pero me preocupa intuir rastros ninfomaníacos.

  • Joder, - me cortó - mira que pedazo de mujerota en la mesa aquella – señalándome a una joven

  • Que ¿la conoces? – pregunto mirando a dicha mujer

  • No mujer, lo digo por lo bien que está – yo miré y no vi nada extraordinario.

  • ¿Pero que le viste como para que te llame la atención?

  • Pues que es una muchacha bien puesta, no soy yo sola la que la mira, o me vas a decir que no esta buena.

  • No te voy a decir que está mal, pero con Ana ni comparación.

  • Hay no seas falsa, no me digas que no le echarías un buen polvo.

  • ¡Si claro!, a no ser para matar cucarachas, estoy para andar regalando polvos con lo que me pueda sobrar de casa. Julia de verdad, no soy la mujer maravilla, con lo que tengo me alcanza.

  •  ¿Y qué te pareció el novelón?, ¿te quedó algo en concreto?

  • Lo que me quedó en concreto, es una envidia de puta madre, si hasta estoy evaluando volverme lesbiana, o por lo menos convencer a mi marido que se vuelva lesbiano el, aunque no creo que me dé tanto royo.

  •  Pero hablando en serió, si a ti otras mujeres no te interesan; de follar, solo lo quieres hacer con Ana; te la estás pasando más que bien; de verdad lo tuyo es una deformación profesional.  No te preocupes más, y sigue disfrutándolo que tú de ninfómana no tienes nada, solamente es que la quieres demasiado.

Es una continuación de los avatares de nuestras protagonistas, espero que sean de su agrado

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