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Estudiando kineosología 19

en Lésbicos

El sábado nos levantamos con la idea de prepararnos para ir a festejar la graduación de Mónica a la casa de campo de Marta. Pensábamos comer todas juntas y salir después de almorzar. Estábamos en eso cuando Elisa nos dice

-Chicas, me parece que es mejor que no vayamos, aquí también tenemos pileta y no molestamos a nadie

- Ay Elisa, que quedamos de ir a festejar y mira si no vamos ¿qué van a hacer ellas solas?

- Pues después de haberlas visto cómo se abrazaron ayer, creo que van a terminar haciendo lo que no van a poder hacer si nosotras estamos allí – nos miramos todas, y sí, con solo acordarnos, el abrazo no fue para todas igual, así que decidimos disculparnos con que nos cayó una visita de último momento. Si salía como esperábamos, aunque se enteraran que era mentira nos lo iban a agradecer. Estábamos almorzando cuando Marce sacó el tema.

- ¿Saben una cosa? Eso de comprar una mesa de pool y un futbolín, no estaría nada mal.

- Claro que no – respondió Claudia – así nos podíamos divertir sin tanta tele y cuando vinieran los chavalines tendrían con que jugar.

- ¿Qué chavalines si no conoces ninguno? – preguntó Elisa

- Los que vamos a tener ¿o es qué tú no quieres que tengamos niños?

- Yo quiero lo que tú quieras ¿y quién los va a tener?

- Yo voy a tener por lo menos una, y si quieres podías tener tú también.

- Si quieres lo tengo; que hay que poblar el país, que nos estamos quedando sin gente.

- Ay que buena – dije yo – así que nos van a regalar una primita.

- Primita o primito, y te lo prestamos, que si quieres uno para ti, fabrícatelo.

Ese fin de semana prácticamente el tema fue ese, parecía que nos había salido el instinto maternal porque averiguamos todo por internet. Al acostarnos Marce sacó el tema.

- ¿No te parece que sería lindo que nosotras también tuviéramos niños?

- Claro que sí, y podían jugar con los de las tías, que esas en uno no paran.

- Silvia, si quieres me gustaría darte uno, sé que biológicamente no es lo mismo, pero tú lo vas a querer como si lo fuera.

- Claro que lo voy a querer, pero no como si fuera mío, es que es mío, entérate preciosa, ese coñito y todo lo que salga por ahí es mío, y si no te lo crees ahora te lo demuestro – empecé a besarla desde arriba hasta llegar al tema de la conversación, le di lengua para que supiera que de esa parte la dueña era yo, y ella agradecida me mostró que también se consideraba dueña y señora de la parte de mi cuerpo que le correspondía.

La cosa de momento no pasó de ahí, pero mientras trabajábamos, Claudia me comentaba que estaba buscando con tranquilidad donde hacerse el tratamiento. Era una conversación recurrente, estaba muy entusiasmada y no quería darse más tiempo, pasaba los treinta y después iba a ser más complicado.

 Uno de esos días nos calló la sorpresa. Teresa nos dio la noticia que iban a ser madres, Susi se había embarazado, estaba que se subía por las paredes de contenta. Claudia enseguida las invitó para festejarlo el fin de semana y de paso le contaban como era el procedimiento y donde se había atendido.

Teníamos todo preparado para el festejo cuando llegaron ellas. Trajeron bebidas (aunque Susi se cuidaba) y como tenía que ser, la conversación derivó en ese tema. Nos dio un montón de explicaciones, y resulta que no era tan fácil, había que ir varios días a estimular para producir más óvulos y varias cosas en que había que tener cuidado para que saliera bien, y que ahora tenía que cuidarse, pero valía la pena.

Había sido una fecundación in vitro y tenía sus cosas, pero era lo más seguro.

Las felicitamos con mucho cariño alentándolas para que saliera todo bien. hay que ver que a pesar que se había adelantado mucho en el tema, tenía cuarenta largos y quizá no tuvieran otra oportunidad.

Cuando se fueron, quedamos comentando lo que había que hacer para que el tratamiento diera resultado. Nos había dejado la dirección donde se había atendido, y las referencias eran muy buenas. Teníamos un problema, Claudia iba a tener que ir diariamente por unos diez días y a la mañana no podría atender. Le dije que no era problema, entre el muchacho que trabajaba con nosotras y yo nos arreglábamos. Marce la podía llevar, por las dudas si le producía algún malestar.

Estuvo cómo un mes para preparar todo, Marce con el ordenador le iba averiguando todo, hasta el día que fue a la entrevista acompañada de Elisa. Quedaron que tenía que empezar después de la próxima regla, la iba a llevar Marce ya que alguien tenía que atender el gimnasio. Esa noche comentamos todos los preparativos que tenía que hacer.

-Lo que no entendí bien es eso de que tienen que estimularte – dijo Elisa - ¿no te puedo estimular yo o no te caliento bastante?

- No seas burra, no es por calentura, es que entre periodos producimos un ovulo solo y me medican para producir más, aparte si me los pudieras producir tú con tu método, seguro que te los comías todos.

- Ay, ni que fuera lo único que te hago – nos echamos a reír todas por la salida, pero veía que Marce estaba muy interesada.

Esa noche hicimos el amor de manera especial, no porque hiciéramos algo diferente, pero sentíamos una ansiedad que no era común. La tomé en mis brazos con todo mi cariño.

-Tú también quieres ¿verdad? – metió la cabeza contra mi pecho.

- Sí, creo que estamos en la edad ideal, todavía somos jóvenes y estuve averiguando que eso ayuda mucho ¿Quieres? vamos a tener más trabajo.

- Claro que quiero, que importa el trabajo, va a ser algo nuestro, que seguirá después de nosotras.

Al otro día, la novedad la dimos nosotras. Cuando nos juntamos para la cena, le dimos la noticia que Marce se iba a hacer el mismo tratamiento.

-Que bien, entonces podemos ir juntas y nos contamos lo que sentimos, bueno, aunque tú empiezas más joven quizá la lleves mejor.

- Vas a ver que tú tampoco vas a tener problemas, nosotras queremos poder jugar a gusto con los nietitos, que no nos pille muy viejas.

- A la mierda – dijo Elisa – todavía no empezaron a tener hijos y ya quieren jugar con los nietos, eso se llama planificar la vida. – siempre tenía esas salidas que nos causaba gracia

Como la menstruación no coincidía, tenían un desfasaje de una semana, pero como iban juntas no tuvieron problemas, cuando le extrajeron los ovocitos a Claudia (que era el momento en que se podía descompensar) Marce estaba bien, y lo mismo pasó con Marce, ya que Claudia no había tenido inconvenientes.

Llegó el momento de implantar el embrión, esa vez la acompañé yo. No era que lo implantaban y ya está, podía fecundar o no, igual quedaron otros congelados para usar en caso de no haber tenido resultados, o si quería tener otro bebe más adelante.

Tuvimos suerte tanto mis tías como nosotras, después de pasados unos veinte días (ellas antes) conocimos los resultados positivos. Cuando lo cuento en plural, es que lo vivimos como si embarazadas hubiésemos quedado las cuatro.

La alegría que teníamos es difícil de describir, a pesar de las contraindicaciones (de sexo nada hasta que el feto no estuviera bien fijado) el saber que íbamos a ser mamas nos daba ánimo para superar la abstinencia.

Por mi parte, trataba de mimarla y cuidarla, pero no era antojadiza, y decía que era de lo más natural, no era diferente a las demás que tenían hijos.

Iba todo como los dioses, pero como yo decía. Cuando todo te va bien lo único que puede cambiar es que algo te salga mal, y pasó. Marce había subido al piso de arriba y por no esperar el ascensor quiso bajar por la escalera, y no sabe lo que paso, dio un mal paso o fue una pierna que le falló el mecanismo, que se vino rodando hasta abajo.

Cuando me avisaron salí corriendo como loca, ya la habían sentado, pero estaba mal, fui a buscar el coche para llevarla a la clínica, pero ya estaba Elisa esperándome para subirla (Claudia le había dicho que no me dejara conducir) llegamos y enseguida la atendieron, le pusieron el suero mientras le hacían una ecografía y la pasaron al quirófano.

Elisa en ningún momento me dejó sola, nunca en mi vida había pasado tanta angustia, el médico me dijo que el feto corría peligro, no me importaba, si queríamos hijos podíamos probar después, o podía ser yo la que los tuviera, pero ella, ¿Qué iba a hacer yo sin ella?

Salió un doctor jovencito con una cara de que había pasado lo peor, se me salían las lágrimas nada más mirarlo.

-Doctor ¿cómo está?

- Lamentablemente no pudimos hacer nada – escucharlo decir eso, era como si me arrancaran la vida, la presión se me fue al subsuelo y no sé lo que pasó, una lipotimia, me dijeron después – cuando recobré el conocimiento el medico ya no estaba, escuchaba gritar a Elisa que ese medico era un hijo de puta y que si no se hubiese escapado le iba a dar una paliza. Se lo creía, era cinturón negro con no sé qué Dan, no le iba a costar mucho, lo que no sabía porque le quería pegar.

-Elisa no te pongas así, a lo mejor el no tuvo la culpa – era yo la que trataba de calmarla entre lágrimas, ¿qué arreglábamos con eso? - ¿sufrió mucho?

- Qué se yo, que puede sufrir con nueve semanas, creo que no tienen capacidad de dolor.

- Pero ¿quién no tiene capacidad de sentir dolor? ¿te estoy preguntando por Marce?

- Y…un poco dolorida estará, pero le dieron calmantes y ahora está sedada.

- Pero ¿entonces qué es lo que me dijo el médico? ¿no se murió?

- Claro que no se murió, ese es un idiota, primero te dicen que te mueres, para después aparecer como Jesucristo, mira, gracias que se fue sino le pego. – sentí un alivio tan grande que hasta me dio vergüenza no lamentar el aborto prematuro del feto, pedí ver a Marce, me dejaron pasar con la condición que no la molestara.

Entré y me dio ganas de llorar, estaba pálida, pero más que eso era su cara de sufrimiento lo que me impactaba, me senté en una silla al lado y la tomé de la mano, sentí como en un espasmo apretó la mía, y así nos quedamos. Me habían avisado que se podía despertar en cualquier momento.

Estuve así acariciándole la frente con mi otra mano, hasta que al cabo de dos horas se fue despertando. Me miró y de a poco se echó a llorar

-Lo perdí ¿verdad?

- Sí mi amor, pero fue un accidente nada más, somos jóvenes, vas a ver que en la próxima vamos a tener más suerte.

- Fue culpa mía, no tendría que haber bajado por las escaleras, soy una inútil – la abracé

- No digas eso, le podía pasar a cualquiera, ahora vamos a casa y descansas hasta que te pongas bien – le di un beso, pero no estaba para efusividades.

Fueron días tristes, estaba deprimida y nos costó sacarla de ese estado. Digo nos costó porque mis tías me ayudaron mucho, al fin lo conseguimos, pero no quiso usar más las piernas ortopédicas. No era por miedo, las había empezado a odiar.

No quise insistirle, el paso del tiempo ayuda, y en eso me confiaba.

Pasaron tres meses y fue a hacerse una revisión. Estaba perfectamente bien, no le habían quedado secuelas. Esa noche me dijo

-Silvia voy a probar de vuelta, quiero darte un bebe, esta vez no voy a ser tan torpe.

- Marce, no eches la culpa a la torpeza, porque eso fue un accidente, la mitad de la gente que atendemos es por esa causa, así que no se te haga una obsesión. – traté de convencerla, la acompañé, ni en broma quería que la atendiera el medico del día del accidente.

 No hubo problema, la implantación fue sencilla, el embrión ya estaba preparado, era de los que habían guardados congelados de la vez anterior. Llegamos a casa y se acostó, quería asegurarse de que la fecundación no corriera peligro. Los próximos días andaba con sumo cuidado, busqué la forma de que se pudiera quedar en casa y entre un paciente y otro venía a preguntarle si necesitaba algo.

A las noches la abrazaba, la mimaba, le hacía sentir todo lo que la quería y la necesitaba.

Una tarde después de atender, llego y la encuentro llorando.

-Marce, mi amor, ¿qué te pasó?

- Menstrué, no quedé embarazada, ni para eso sirvo.

- No digas eso, ¿por qué siempre piensas que lo que te pasa a ti es lo peor y no le pasa a nadie más? Si no quedaste ahora probamos otra vez y ya está. – la pude convencer, se fue calmando de a poco, a la semana siguiente íbamos a ir a repetir el tratamiento.

Pedimos turno y nos dieron para diez días el momento que consideraron mejor.

Mientras no llegaba el día, trataba de animarla, hicimos el amor, pero me daba cuenta que aunque ponía toda su voluntad, ganas no tenía ninguna, dejé de insistir, no me daba por hacerlo buscando el placer mío nada más.

 Repetimos el tratamiento y desgraciadamente el resultado fue el mismo. Cada vez estaba peor y seguía con la cantinela de su inutilidad. Pedí una interconsulta con diferentes profesionales, y llegaron a la conclusión que podía ser algo psicológico a raíz del accidente, físicamente no tenía ningún problema y probablemente con el tiempo podían borrarse las secuelas que este le había producido. Que habían tenido casos de mujeres que optaron por adoptar por no poder tener, y después quedaron embarazadas.

Volvimos a casa, no lloraba, pero casi era peor, estaba como ida, encerrada en su mundo, sufriendo por algo que magnificaba y que al fin y al cabo era superable.

-Marce, no te pongas así, somos jóvenes y lo que no puedes tener ahora quizá lo tengas después, y si no estoy yo, no te preocupes que hijos vamos a tener – me miró con los ojos llenos de lágrimas.

- Sí, tú los vas a tener, todo lo tienes que hacer tú, te cargaste una inútil que no sirve para nada ¿hasta cuándo vas a aguantarme?

- ¿Pero estás loca? ¿cómo me dices eso? Eres lo que más quiero, si soy algo, si tenemos lo que tenemos es gracias a ti ¿qué hubiese hecho si no estuvieras?

- Hubieses hecho lo mismo, tardarías más tiempo, pero lo hubieses hecho.

- No digas tonterías ¿tú te crees que hubiese pujado en esa subasta? ¿no fuiste tú la que se animó a pujar hasta que la ganaste? ¿no pusiste el dinero que tenías para vivir tranquila toda tu vida y lo arriesgaste en esto?

- ¿Para vivir? Para invernar tirada en una silla de ruedas.

- Pues ahora tienes todos los motivos para vivir, y si no lo haces por ti hazlo por mí que te necesito y no sabes cuánto – se abrazó a mí

- ¿De verdad, no soy una carga? ¿no te vas a cansar?

- No mi amor, nunca me cansaría, sé que ahora estas mal, pero vas a ver que esto pasa

- No sabes las ganas que tenía que tuvieras un bebe mío, que cuando yo no estuviera tuvieras parte de mí, era para ti que lo quería.

- Mira lo que dijo el médico, quizá eso se pueda revertir con el tiempo.

- Eso se lo deben de decir a todas, es para no desanimar.

- No sé si es así o no, pero mientras tanto tienes que ocuparte de cuidarme a mí, que por ahora soy tu bebita preferida – pude sacarle una sonrisa, que por ese día fue bastante.

Desde ese día se empezó a dedicar a ocuparse de todo lo necesario para el complejo, parecía que quería saturarse en el trabajo para no pensar. Me demostraba todo el cariño, pero me daba cuenta que lo sexual pasaba a segundo término, es como si se hubiese extinguido la pasión que la caracterizaba.

Claudia tuvo familia, un nene precioso, iba a ser el único varón de la familia, a Marce se le iban los ojos cuando lo miraba, se le ponían los ojos vidriosos y se aguantaba el llanto.

Una noche mientras me abrazaba, me dijo entre lágrimas.

-Ves si nosotras tuviéramos un bebe así ¿no te parece que nuestra vida estaría más llena?

- Sí, lo estaría y lo va a estar, somos jóvenes y lo vamos a tener.

- Lo vas a tener que hacer tú ¿porque si esperas que sea mío?

- ¿Y si lo tengo yo qué? O todo lo que salga de mi coño tiene otra dueña – se me quedó mirando seria

- Mejor que no lo tenga, que sabes que eso es todo mío

Ese día hicimos el amor, pero no era como antes, seguía un poco deprimida y se notaba. Parecía que había dejado el sexo como última opción. Si me acostaba primero, se quedaba con la excusa de que tenía que hacer cuentas hasta que pensaba que estaba dormida. Si me insinuaba, estaba completamente agotada y mejor lo dejábamos para otro día. Igual me abrazaba a ella y dormía así, para demostrarle que la quería y la deseaba.

Me quedó dando vueltas en la cabeza la idea de que podía ser yo la que lo tuviera. Lo comenté con Claudia y le pareció buena idea, aunque me aconsejó que lo hiciera sin decirle nada para no crear falsas expectativas.

Como ella estaba enfrascada con su trabajo, no me fue difícil hacer el tratamiento, quería darle una sorpresa total y ver como lo tomaba.

Me tenía que cuidar y reprimir mis ganas, viendo como estaba, se me iba a hacer fácil. Cuando se acostaba ya no me arrimaba más, me daba la vuelta y me ponía a dormir. Los primeros días creo que ni lo notó, pero llegó el momento que se le hizo evidente mi actitud. Se empezó a arrimar en la cama, pero ahora la que se hacía la cansada era yo.

Ya me habían implantado el embrión, la siguiente ecografía dio positivo y me recomendaron no hacer tonterías por unos días, y por muchas ganas que tuviera no quería arriesgarme al fracaso por culpa mía.

Empezó a estar malhumorada, hubo unos días que se ponía en la punta de la cama esperando una reacción de mi parte que nunca llegaba. Con los días cada vez se le notaba la tristeza, me empezó a dar miedo que por depresión hiciera cualquier tontería.

Una noche que estuve haciendo tiempo esperando que se durmiera, cuando voy a acostarme la encuentro llorando.

-Marce ¿qué te pasa, porque lloras?

- ¿Cuándo me vas a decir que no quieres estar más conmigo?

- ¿Y de dónde sacaste eso? A ver, dime, porque se te ocurrió tal cosa.

- Por qué se me ocurrió ¿me preguntas por qué se me ocurrió? ¿cuánto tiempo pasó desde la última vez que nos demostramos un poco de cariño? Cuando yo me acerco a ti un poco más te tiras de la cama.

- ¿Cuánto tiempo estuve acercándome yo, y la que te querías tirar de la cama eras tú?

- Sí, ya sé, yo hice lo mismo, pero no es porque no te quiera, sabes que para mí eres todo, tienes razón para dejar de quererme, me lo estuve ganando, pero tenía tantas ganas de tener un bebé que nos uniera más y mira, perdí el bebé y perdí tu amor.  – se echó a llorar agarrada a la almohada, le empecé a acariciar el pelo

- No digas eso, no perdiste mi amor ni lo vas a perder nunca

- No me quieras conformar, no hace falta que te excuses, si me siguieras queriendo, después de más de un mes sin hacer nada, no me estarías acariciando el pelo precisamente

- ¿Y tú tienes ganas que te haga más que esto? Porque hasta ahora no lo demostraste

- Ya lo sé, sé que todo esto me lo tengo merecido, pero yo te amo, estoy un poco mal, pero sabes cuánto me gusta hacer el amor contigo

- Pues esta vez no va a poder ser, tenía ganas de decírtelo más tarde, pero no soporto más verte llorar – se sentó en la cama con los ojos anegados

- Si me dejas no vas a tener que soportarme más nada, me puedo ir a lo de mi mamá

- Marce, déjate de decir tonterías ¿quieres? – le grité furiosa, se quedó sorprendida – todo esto ¿no empezó por las ganas de ser madres? pues ahora vamos a serlo, pero hasta no estar seguras no podemos follar ¿entiendes? – se quedó mirándome con la boca abierta

- No me digas que tú estás…

- Sí, yo estoy; estoy preñada, y hasta que el médico no me dé permiso, si estas caliente vas a tener que hacerte un dedo en el baño, porque tampoco quiero que me calientes a mí

- Silvia, cabrona, me tuviste todos estos días pariendo por no darme esta maravillosa noticia, ¿por qué me hiciste sufrir así? – exclamaba mientras me besaba por todas partes

- Y cuánto me hiciste sufrir tú antes, ahora te aguantas

- Yo porque estaba loca, no sabes las ganas que tenía de regalarte un bebé, que quizá sea beba ¿Te es mejor?

- Tanto me da, mientras nazca bien, lo que sea – me levantó el camisón

- Déjame ver esa pancita, ay que rica que está me la voy a comer a besos.

- Pero si debe hacer quince minutos que estoy ¿qué pancita quieres ver? quítate de ahí.

- ¿Te molesta que te bese la barriguita?

- No me molesta, pero estás muy cerca del sitio que también me gusta que me beses, y me puedes dar ideas que en este momento no quiero tener.

- Uy tienes razón, si lo pienso hasta me dan ideas a mí.

- Pensé que ya no ibas a pensar más en eso.

- Uf, es que estaba atontada, pero con esta noticia me despertaste. Silvia hace más de un mes que no pasa nada, pero ¿qué tenía en la cabeza yo? – me miraba con una cara de lascivia que le tuve decir.

- Marce, cambia esa cara, o vas a hacerte un dedo en el baño, que así, aquí no te quiero.

- Bueno Silvita, que quieres, estas tan rica que no es tan fácil aguantarme, pero si es lo que hay; será, vamos a dormir.

Desde ese día, era todo un ritual, nos despertábamos y lo primero que hacía era levantarme el camisón para mirarme la barriga. Primero no quería que fuera a atender en el consultorio, casi me tuve que enfadar para que se diera cuenta que eso no contaba, lo hacía con cuidado, claro.

A la consulta iba con Elisa, para que no me volviera loca a mí, y al médico.  Casi siempre escogía los viernes, que si tenía que cambiar alguna rutina me quedaba el fin de semana para hacerlo. Ese viernes había ido a la tarde, me estaba esperando ansiosa.

- ¿Y qué te dijo, va todo bien?

- Sí, algunos detalles, pero todo bien, después cuando nos acostemos te cuento – cenamos y nos preparamos para irnos a la cama.

- Bueno, ahora me vas a decir cómo te encontró.

- Mira estoy bien, pero me aconsejó hacer algunos ejercicios que pueden facilitar el parto, aunque falta mucho, es bueno empezar ahora, tengo que hacerlos, me dijo que si me puede ayudar mi pareja mejor.

- Pues claro, que te ayudo ¿Para qué son?

- Para flexibilizar la pelvis, para que pueda haber suficiente dilatación para cuándo salga el bebé. Te aviso que lo quiero tener natural, ¿entonces me vas a ayudar?

- ¿Por la falta de las piernas no va haber inconveniente?

- No, no va por ahí, y si no, te pones las ortopédicas, pero no las necesitas, ven que te digo como te tienes que poner – doblé una almohada y le hice apoyar la cabeza – ¿estás cómoda? – sí, sí, ¿Qué tengo que hacer? – me monte sobre ella y le puse la almeja en la boca – ale, a hacer ejercicio que me la tienes que flexibilizar bastante, que hace mucho que no me la flexibilizas.

Poco le duró la sorpresa, apenas le llegó el gusto que me agarró del culo para apretarse bien contra mí, hacía tanto que no sentía esa sensación que, a pesar de quererme aguantar un poco más, me corrí como si fuera la primera vez.

 Fui a salirme de arriba pero no me dejó, la verdad, yo agradecida, sentía esa lengua recorrer toda mi vulva para jugar con mi pitorrito que salía de su escondite de puro gusto, me lo mordía con los labios y succionaba hasta deschaquetarlo, y ahí con la lengua lo mareaba rodeando la puntita provocándome sensaciones que recorrían todo mi cuerpo y conseguían que mis rodillas se fueran abriendo hasta quedar apoyada con mi puro coño en su boca.

 La pobre ya no me apretaba contra ella, trataba de levantarme un poco cada vez que quería respirar, porque yo no tenía fuerzas para hacerlo. Me corrí; puf cómo me corrí; se ve que tenía mucho almacenado porque fue largo, y le llevó un buen rato tomarlo todo.

Me dejé caer para el costado para salirme de arriba, me regañó, que no podía hacer eso que me podía hacer daño, otra vez me iba a ayudar.

-Y bueno, ¿estuvo bien el ejercicio o seguimos un poco más? Hay que hacerlo seguido ¿verdad?

- No tan seguido que esta es solo una cosa que me mandó, para la otra te tienes que desnudar toda.

- Seguro que te dijo eso el médico – me preguntó con una sonrisa de ganas

- ¿Vas a dudar de una futura mamá?

- Uhm…no me atrevería ¿y para qué serviría este ejercicio?

- Para que al bebé le vaya llegando el gusto de la madre.

- Qué, no me digas que ya te va a estar lameteando por ahí adentro.

- No bruta, si está en la placenta, le llega por el cordón

- Pero entonces ya le está llegando ¿de qué voy yo?

- ¿Cómo de que vas? ¿no te dije que le tiene que llegar el sabor de la madre? Yo vendría a ser el correo, el gusto me lo das tú y por el cordón se lo paso yo.

- Ah…tú quieres que sepa que yo también soy la madre.

- Quiero que lo sepa porque eres la madre ¿o no te dije que lo que me hice implantar era un embrión tuyo? – se me quedó mirando como en trance hasta que le empezaron a salir las lágrimas (es una llorona)

- ¡No me lo creo! ¿entonces sí te di un hijo, de verdad voy a ser la madre?

- Bueno, tú vas a ser la madre biológica, yo voy a ser la madre que lo pario

- No digas así que parece un insulto – se tiró arriba mío – te quiero, te quiero, no me va a alcanzar la vida para pagar lo que haces por mí.

- No digas tonterías ¿te das cuenta lo importante que eres en mi vida?

- ¿Y tú en la mía? Hiciste que nuestro bebé lo hiciéramos entre las dos

- Y así tenemos que hacer todo, y ahora hazle notar que su mamá se preocupa por ella, que va a ser niña.

- Ay espera que le hablo para que sepa – mi amor soy tu mamá también

- Pero ¿cómo te va a escuchar si todavía es muy chica?

- ¿Y entonces que quieres que haga?

- Ven aquí boba, ¿no quieres hacer lo que dijo el médico? él sabe, la primera comunicación es el gusto, por intermedio mío le va a llegar ¿o no quieres?

- No creo que el medico te haya recetado eso, a no ser que fuera para el gusto mío

- ¿Y si así fuera, no querrías, no tienes ganas?

- Ven tócame – llevó mi mano a su vagina, era un charco - ¿te parece que no tengo ganas?

- Creo que el gusto va a ser para la beba, para mí, y para ti, súbete y házmela fácil.

Después de tanto tiempo, volver a degustar el sabor de ese coñito, era un regalo de los dioses, sentía cómo se estremecía, las vibraciones de su cuerpo acompañaban la música de sus suspiros, sus movimientos hacían presagiar que la erupción de ese volcán estaba próxima, y estallo. Cómo un rio de lava fue volcándose en mi boca, pasándome el fuego de su pasión. – nos abrazamos con ternura mientras entre besos me decía.

-Silvia, ¿cómo pude estar tanto tiempo rechazando esto? ¿estaba enferma verdad?

- Estabas con depresión, y eso a veces nos anula, quizá este no sea el último contratiempo que tengamos, pero con nuestro amor vamos a poder con todos. Yo te amo.

Ese fin de semana fue idílico, tuve que convencerla que dentro de lo normal, podíamos hacer el amor cuanto nos diera la gana, y después de lo que pasamos, ganas es lo que nos sobraba. Vinieron días de amores dulces, se desvivía por cuidarme, a cada rato dejaba de atender la administración para venir a ver cómo estaba.

De tanto verla atrás mío, con Claudia la convencimos que se quedara ayudándonos a nosotras y cuando la necesitaran que fuera a las oficinas. Aparte de atender como secretaria nos ayudaba a poner y controlar los diferentes aparatos y el tiempo de exposición de cada paciente, nosotras a dar masajes y todo lo complicado.

Por el hecho de andar en silla de ruedas, conseguía cierta empatía con los pacientes, que al ver su disposición, encontraban un consuelo y un aliciente para sus males, aun en aquellos que realmente estaban muy mal.

Marce se daba cuenta, ahí tenía una comparación con lo suyo, y varios la llevaban peor, quizá fue eso que la llevó a volver a utilizar las piernas ortopédicas como algo natural.

Se había convencido, que caídas como la suya había a montones entre gente que no le faltaba nada.

Más allá de alguna molestia ocasional, el embarazo transcurrió sin inconvenientes, nada más que el efecto contagio se propaló. Elisa también quiso aportar lo suyo, no quería esperar más tiempo, y en vista de la buena experiencia decidieron que se implantara un embrión de Claudia que había quedado como alternativa.

Se ve que la influencia de Susi y Teresa como guías espirituales era fuerte aunque no nos hubiéramos dado cuenta. Ellas fueron las primeras en tener familia, como Teresa venía todos los días a su negocio y Susi se aparecía con su bebito para que hiciera sociales con el de Claudia, nos enteramos que se pensaban casar.

Era algo que nosotras no le habíamos dado importancia, pero ellas sí, querían que el niño cuando fuera a la escuela, pudiera presentarse con sus dos mamás.

Nos quedó dando vueltas en la cabeza; que si las cosas legales; que si iban a tener los mismos derechos; y todo eso que se nos ocurrió. Decidimos averiguar con Mónica, que también venía todos los días a atender el bufete. Desde luego, fue una interconsulta porque Marta también terció en el tema. Nos volvimos a reunir como viernes pasados, habíamos comprado la mesa de pool, pero ese día nos dedicamos a la baraja, y después conversamos tranquilas.

Parece que con las leyes actuales, reconociéndolos los dos no habría problema, pero más adelante habría que ver lo que podría venir, cada vez conseguíamos más derechos pero íbamos a tener más obligaciones.

Al día siguiente como casi siempre comíamos juntas y nos dedicamos a analizar lo conversado. Más derechos, más obligaciones. Los derechos los íbamos ganando de a poco, las obligaciones como madres las teníamos desde siempre, pero lo que más nos pegó fue lo de Susi y Teresa que querían que se supiera que su niño era cosa de dos.

Parecía una locura que en tan poco tiempo tomáramos una decisión tan importante, pero es que para nosotras ese compromiso no cambiaba nada, sabíamos que nos queríamos y no necesitábamos nada más, pero para nuestros hijos eso podría ser importante.

No necesitamos pensarlo mucho, con mis tías decidimos casarnos y hacerlo el mismo día. Esa noche hicimos el amor como hacía mucho que no lo haciamos. Marce no se cansaba de darme las gracias, la tuve que convencer que la que tenía que dar las gracias era yo (creo que le quedaba un poco de complejo de inferioridad) le demostré mi alegría de la mejor manera, follando como descosida, al fin quedamos extenuadas. Marce tenía miedo que tanto ejercicio le pudiera hacer daño a la futura bebe (que ya sabíamos lo que se venía) le dije que de una madre feliz, los niños salen felices, y seguimos buscándo la felicidad a la niña.

El lunes siguiente Claudia le contó a Teresa que también nos pensábamos casar.

- ¿Y para cuándo va a ser?

- Y pronto, Elisa está embarazada, y a Silvia si no nos casamos ya, la vamos a tener que llevar rodando.

- Seguro que van a hacer una fiesta de aquellas.

- No, la familia más cercana y las amigas de siempre, así que prepárate que es de gala.

- Primero prepárense ustedes que nosotras tenemos casi todo arreglado.

- Como si tuviéramos que arreglar mucho nosotras, vamos a ver quién termina primero

A la tarde llegó Susi, cuando lo supo no sabía cómo felicitarnos (cómo siempre no dejo de soltar unas lágrimas de emoción, era tan sensible) y ahí estaba Teresa para secárselas.

-Ay, no sabes la alegría que me das, hicieron tanto por nosotras.

- Ustedes también hicieron mucho, mira, fueron las adelantadas en tener al pequeño y darnos las ganas de hacer lo mismo, y ahora nos contagiaron el asunto del casorio, ¿te parece que hicieron poco?

- ¿Así que se casan por culpa nuestra? ¿y si nos casamos juntas? – nos quedamos mirando todas. Era una buena idea, ellas eran casi de la familia, nos habían invitado a la boda de ellas y nosotras a la nuestra, sería cuestión de ponernos de acuerdo, ¿cuándo? y ya está.

Escogimos un puente largo, eran cinco días, no sería una luna de miel, pero era suficiente para sacarnos la mermelada.

Teníamos que arreglar el asunto de los invitados para saber dónde haríamos la fiesta, las lesbianas en eso tenemos las ventajas que no son muchos en la familia que comulgan con nuestra condición, por la parte mía, los familiares eran los mismos que de Claudia. De Elisa vendría su hermano con el que se llevaba bien, a sus padres seguramente no les interesaban este tipo de casamiento, y a ella no le interesaba si les interesaban, por lo tanto, ni pensaba avisarles.

De Marce, venía su mamá, que cada vez estaba más dulce conmigo, y Inés que aparte de ser la madrina siempre estuvo de acuerdo con lo nuestro, y no nos olvidamos que fue la precursora de nuestro romance.

Las amigas eran todas las que nos veíamos siempre, Marta, Mónica, lo único raro sería Marcela, que no sabíamos si vendría en pareja con Rosario y con la despareja de Mina, no era una cuestión que nos importara, podían venir las tres. Por Teresa y Susi, alguna amiga que no era de nuestro circulo y poco más.

No fue un casamiento como para tirar cohetes. De nuestra familia habían estado cuando el nacimiento de Rodrigo (el bebé de Claudia) y la mayor parte de las felicitaciones, eran por mi embarazo y el de Elisa. Le conocimos al hermano, (un hermanazo) se abrazaron llorando emocionados los dos, él fue el que estuvo siempre de parte de ella, tanto que hasta se peleó con los padres, los visitaba lo menos posible, y no les perdono nunca lo que habían hecho con ella.

Tres casamientos con dos bebés en los brazos, y otros dos en camino no era de todos los días. Marta y Moni se repartían la tenencia de Rodrigo, Marcela y Rosario lo miraban con codicia. Susi solamente soltaba el de ella si lo tomaba Teresa, la que se veía triste era Mina, la habían dejado al garete, y miraba todo eso con melancolía, como si quisiera ser parte de ese círculo, pero no se atrevía.

La hora del baile fue más para las fotografías que otra cosa, yo y Elisa no estábamos para zarandearnos mucho, y Marce a pesar que ya dominaba bien las prótesis no era para hacerse la loca. Casi todas las sacamos en montón, así fuimos fotografiándonos todas, la única que no había salido era Mina. Me dio pena, sabía lo que había sido, pero también sabía las circunstancias, le dije a Marce y estuvo de acuerdo.

-Mina – la llamé – ven aquí, o es que no quieres salir con nosotras – nos miró sorprendida y se vino con una sonrisa que le tapaba la cara, se sacó una con nosotras y después otra con las seis juntas, se la veía feliz, cuando terminamos se acercó tímidamente

- Silvia, ¿tu tía no me dejará sacarme una con el niño?

- Supongo que sí, espera que le pregunto – Claudia no tuvo problema, la vi tan contenta que si antes me dio pena, ahora me dio cierto alivio que pudiéramos darle esa alegría, me parecía que en ese trio no llevaba la mejor parte.

Los casamientos fueron un suceso, casamientos sin luna de miel. No habría luna, pero miel es lo que nos sobraba a todas.

Estos capítulos pretenden satisfacer a quienes por mi correo pidieron saber más de los otros protagonistas. De ingeniera civil habrá una continuación. Espero que esté a la altura de los lectores

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