miprimita.com

Una novia para mamá

en Amor filial

El día estaba espantoso, la tormenta se había desatado con intensidad, las calles debían estar todas inundadas. Pobre del que lo agarrara afuera.

En ese momento sonó el móvil; era mi tía

-Hola Tía ¿cómo te va?

- Hola Leticia, a mi bien, estoy en casa; a tu prima la tormenta la pilló ahí en la ciudad, y están avisando que la carretera está cortada, te llamaba para ver si le podías decir de quedar contigo hasta que pase la riada

- Pero tía, no necesitas pedírmelo, sabes que se puede quedar las veces que quiera.

- Mira, háblale tú, piensa que te fuiste de casa por causa de ella y si no se lo dices tú, no va a querer ir.

- Bueno, no te preocupes que le voy a hablar, anda cuídate. – nos saludamos y corté, tenía que llamar a Adriana y convencerla que no tenía nada en su contra, aunque sí, es cierto que si me fui de la casa fue por ella, aunque no por su culpa.

Mi tía Pilar es casi una madre para mí, y Adriana su hija es casi una hermana, pero todo es casi, porque a pesar de vivir desde los catorce años en su casa no teníamos ningún parentesco.

A los catorce años cambió radicalmente mi vida. Un accidente de tránsito provocó la muerte de mi padre, y mi madre duró unos días más, pero tuvo el mismo final.

Mis padres y Pilar eran amigos desde pequeños, siempre juntos, tanto así, que a pesar de tener otros familiares, Rosa mi madre me dejó al cuidado de su amiga. Para mí, la casa de ella era igual que la mía desde que tengo noción, con Adriana andábamos siempre juntas, teníamos la peculiaridad de haber nacido el mismo día, y la diferencia que nunca se supo quién fue su padre.

Papá venía de una familia bastante acomodada, le había quedado de mi abuelo acciones en unos fondos de inversión cuyos dividendos alcanzaban de sobra para mi manutención, Pilar tenía su trabajo, pero se las arregló para lidiar con nosotras; que no seríamos unas joyas, pero el accidente ese nos hizo madurar bastante como para no hacérsela tan difícil.

La casa y un departamento en la ciudad, lo alquilamos, total ya pasaba a vivir con ellas. Así pasamos el secundario, éramos bastante buenas estudiantes como para poder entrar a la universidad sin problemas. Yo en mi carrera de informática, y Adriana medicina. Las dos a nuestros ventidos años, estábamos a uno de recibirnos en la licenciatura.

Ella era rubia de ojos verdes, yo un tono más a la canela y los ojos negros, de estatura, bastante parecidas 1,72cm más o menos, y aun de cuerpo las diferencias eran pocas, la causa que a veces usáramos la ropa indistintamente.

Sabía que había quedado un poco tocada cuando decidí irme, pero no sabía las razones.

La llamé al móvil, me contestó enseguida.

-Adriana, me habló la tía, tienes la carretera cortada, vente a dormir aquí.

- No mujer, que te voy a andar molestando, hoy es viernes quizá tengas un compromiso y te lo voy a estropear yo.

- Adri déjate de tonterías, te dije que no puedes llegar hasta tu casa, ¿dónde mierda vas a dormir?

- No te preocupes, ya me voy a arreglar

- Qué, ¿vas a encamarte con alguien y te cuesta decirlo?

- No voy a encamarme con nadie ¿y si lo fuera a ti qué te importa?

- Sí que me importa, déjate de tonterías, compra unas cotufas y ven para aquí que miramos unas películas como antes, anda y no te hagas la tonta. – regañó un poco, pero al fin aceptó. Desde que me había mudado estábamos distanciadas. Antes no dábamos un paso una sin la otra, y es como si se hubiera roto ese vínculo; aunque algunos domingos iba a comer a la casa, me trataba con una frialdad que me hacía daño. Estaba herida y me lo demostraba con su indiferencia, justo ella que era la más alocada y alegre.

  Preparé algo para cenar, quería tener todo listo para cuando llegara, a ver con que humor venía. Sonó el timbre, era ella, le abrí la puerta de calle para que subiera, y la esperé. Nos saludamos con dos besos en las mejillas. Entró chorreando agua, con dos paquetes de cotufas

- Adri, pero estas toda mojada, métete en el baño con agua caliente que te alcanzo ropa.

- Si no hace frio, no es para tanto, toma las cotufas y fíjate que películas vemos.

- Vete a cambiar que te vas a enfermar.

- Bueno, bueno, está bien, voy a hacerte caso a pesar que la de medicina soy yo – se metió a la ducha mientras le buscaba la ropa, aunque me pareció que mejor la escogiera ella.

- Nena, fíjate en el placar y mira la ropa que quieras, ponte la ropa para dormir que aquí no hace frio, yo también me voy a poner para irme a la cama. – me puse un camisón y arriba una bata para mientras estuviéramos comiendo y le dejé otra para ella. Ya tenía todo servido cuando vino a cenar vestida igual que yo, abajo no sabía que se había puesto. Comimos mientras conversábamos, y parecía que esa frialdad que tanto me disgustaba había desaparecido, la notaba alegre y me alegraba a mí.

Buscamos una película y la íbamos a ver como lo habíamos hecho siempre; acostadas comiendo cotufas en la habitación. En la casa de ella nos juntábamos en una cama chica para verlas, aquí tenía una de dos plazas, así que podíamos estar más cómodas, traje unas latas de cerveza y nos sacamos las batas y quedamos en camisón.

A pesar de tener lugar se puso pegada a mí, igual como lo hacíamos antes, estuvimos un rato así, cuando me pasa un brazo por atrás de los hombros.

-Adri, quítame el brazo de ahí que me molesta.

- Pero si siempre miramos las películas así ¿qué te pasa ahora?

- Me pasa que ahora me molesta, así que quítalo.

- Me podías haber dicho antes que te molestaba – se levantó e iba camino al baño

- ¿Qué vas a hacer? – le pregunté mientras me arrodillaba en la cama

- Voy a buscar mi ropa, no fue buena idea venir a tu casa – lo dijo furiosa

- Pero porque no fue buena idea, ¿por qué te digo que me quites el brazo te quieres ir?

- Leti, nosotras siempre fuimos como fuimos, ahora esto te molesta y dentro de un rato te va a molestar otra cosa, me parece que la que te está molestando soy yo.

- No seas estúpida, tú no me molestas

- No, yo no te molesto; siempre vimos las películas así y nunca te pareció mal, ahora no me puedo acercar, a ver si tienes miedo que te contagie algo

- No seas idiota ¿qué me vas a contagiar tú? Siempre estuvimos juntas y me sales con esa tontería.

- Y si siempre estuvimos juntas ¿por qué ahora no lo podemos estar más? ¿qué te pasa?

- Es que…, es…que ahora cuando me abrazas así y no sé…, me da ganas de besarte – se quedó con la boca abierta

- ¿Y ese es tu problema? Pues si te da la gana me besas y listo – y diciendo eso se arrodilló pegada a mí y me besó, así solamente pegando sus labios a los míos, pero me besó – ya está, ¿ahora podemos ver la película abrazadas? – la que me quedé con la boca abierta esta vez fui yo.

- ¡Que beso de mierda! pensé que sabías besar mejor – abrió los ojos sorprendida

- ¡Queeeee! ¿Me vas a enseñar tú? Ven para aquí – me agarró del cabello y así las dos arrodilladas en la cama me dio un morreo como dios manda, nos apretamos bien una contra la otra, sentí su lengua buscar mi boca con prepotencia, no me iba a poner a pelear por eso, dejé que ganara hasta que tuvimos que parar para respirar - ¿Y ahora qué, tú lo puedes hacer mejor?

- ¡Ay mírala! la especialista en besos, ven que te muestro como es uno de verdad – se dejó. Me prendí de esa boca que me tenía enferma desde hace tanto, y ya no me importaba si respiraba o no, solamente quería sacarme las ganas que hacía tanto que me estaba aguantando, nuestros senos se acariciaban entre ellos, y sentía como me sujetaba con fuerza para no cortar ese momento, las lenguas se enroscaban y nuestros dos alientos se convirtieron en uno, cuando nos despegamos nos quedamos mirando – ¿viste porque no quería besarte, mira cómo te pusiste?

- Que me puse yo ¿y tú cómo te pusiste? Mírate las tetas, se te van a salir del camisón.

- Ah claro, si a ti nada, mira, que es esto que sale por aquí, estas cachonda y se nota.

- Más estas tú, sácate el camisón y muéstrame cómo estás.

- Sácatelo tú y me lo saco y vemos quien está peor

- Pues vale, vamos a ver – nos sacamos el camisón las dos, nos habíamos visto así montones de veces, pero ese día todo era diferente, nos acercamos una a la otra confrontando nuestras tetas – ves, ves que tú…que tú – no pudo seguir hablando, para hablar necesitaba la boca y la tenía ocupada, no podíamos despegarnos. Yo la había deseado por mucho tiempo ¿cuánto haría que me deseaba ella a mí?

- Adri, ¿qué me haces? Hasta tú aroma me vuelve loca

- No seas tonta, si tú hueles mucho mejor.

- Lo que te gusta a ti es el perfume que uso, siempre te gustó, te lo voy a regalar.

- No hablo del perfume que usas, hablo de tu aroma

- Pero si siempre ando perfumada de donde oliste mi aroma

- Leti, de las bragas que dejabas cuando te bañabas en casa, y no me digas que te perfumabas la cotorra.

- ¡Ay que puerca que eres! ¿así que me olías las bragas? Puerca y mentirosa porque las tuyas huelen mejor

- No digas bobadas, quítatelas y vemos cual huelen más lindo

- Me las quito si tú también te las quitas y me las das – se las quitó, me las dio y agarró las mías, las olió.

- Ay, pero cómo estás, toda mojada, si te estabas por correr.

- Que me voy a correr, ¿estás loca? Es que se me escapó un poco de pis, y mira las tuyas empapadas están, eres una calentona

- ¿Así qué esto es pis? Ven para aquí que vamos a ver si yo soy boba – me tiró en la cama y metió la cabeza entre mis piernas.

- Adri no seas loca, quítate de ahí, no seas puerca, eso no se hace, te dije que era pis, que buscas – mucha fuerza no hacía para que se saliera, pero me veía en la obligación de hacerle notar que lo que estaba haciendo estaba mal (a pesar que lo estaba haciendo muy bien) no sé dónde había aprendido pero se había pegado a mi clítoris y me hacía ver el mundo de color – Adriana, quítate mi amor, tú lo que quieres es hacerme correr para burlarte, anda, para ya, para ya porque me corro, tu sigue, tu sigue que cuando te pille yo vas a ver, Adri, para ya tesoro que no aguanto aaahhh, -  y no aguanté, fue tan fuerte que ya no sabía si fue solo el orgasmo o de verdad me había hecho un poco de pis. Se subió hasta llegar a mi boca.

- Qué pis sabroso que tienes Leti, mira que rico sabe – se acopló a mis labios pasándome el sabor de los suyos que era mi sabor, me separé un poco para decirle.

- ¿Y tú te crees que te la vas a llevar de rositas? Ahora vas a ver – la volteé y fui por su coño, no encontré mucha resistencia, pero gritaba como que sí.

- Leti, quítate de ahí, quítate que yo si me estoy por mear, no seas guarra – me tenía agarrada de los pelos empujando mi cabeza contra su almeja, levantó las piernas con las rodillas dobladas dejando todo a mi disposición, y lo aproveché. Estaba loca por ella, pero aunque la deseaba, nunca pensé en llegar tan lejos; pero ahí estaba, emborrachándome con su conejito sorbiendo su botoncito mientras jugueteaba con mi lengua llevándolo de un lado al otro, la escuchaba gritar, echarme de ahí, mientras me sujeta y siento cómo palpita su pitorrito agradeciendo mis lametones – sal de ahí, no seas cochina, te voy a dejar perdida, quítate corazón, ¿no ves que me corro? Mi vida deja ya, me voy, me voyyy  me voyyy aahh – pude beber todo el néctar que me regaló desde dentro de su ser, y aun me quedó para hacerle probar sus propias delicias. Volví a ponerme a su lado y nuestros labios volvieron a pegarse, me acaricio la cara toda pringosa, mientras me decía – tonta, mira cómo te puse, te avisé que me corría.

- Tienes una forma rara de echarme, como me tenías agarrada pensé que no querías que me fuera.

- ¿Hubieses sido capaz de dejarme así?

- Después que supe que sentías lo mismo que yo, no te escapabas ni loca ¿cuánto hace que te diste cuenta?

- No sé, estar a tu lado era algo natural, nunca se me ocurrió que podías irte, cuando lo hiciste casi llegué a odiarte; no tenías derecho a hacerme eso, eras parte de mi vida ¿y tú?

- Tampoco sé, creo que te quise siempre, pero llegó un momento que verte con los chicos me empezó a caer mal, sabía que no tenía razón, pero no lo podía evitar, a lo primero no sabía porque, pero cuando me abrazabas viendo las películas, me costaba sujetar las ganas, tú lo harías inocentemente, pero yo soñaba con acariciarte entera.

- ¿Por qué no me dijiste? Hace mucho que dejé la inocencia de lado, pensé que te habías dado cuenta y te habías marchado por eso, me dolió mucho.

- No pensé que te pasaba lo mismo, ¿te imaginas si me rechazabas y se enteraba la tía?

- Aunque te rechazara, no tenía por qué enterarse. Ahora que sabemos que nos queremos ¿cómo vamos a hacer para que mamá no se entere? ¿te imaginas el disgusto?

- Adri, no sé cómo vamos a hacer, pero no podemos renunciar a esto, no ahora que sabemos. Ya no es solo que te quiero, te necesito.

- Vamos a darnos tiempo, no va a venir una riada todas las semanas, pero puedo decirle que me quedo en tu departamento los fines de semana, cómo que salimos igual que antes, y los domingos nos vamos a comer a casa, que mamá te extraña y se va a alegrar.

- ¿Y te voy a ver nada más que los fines?

- Por ahora sí, después veremos, vamos a tener que aprovecharlos bien.

- ¡Y sí! Empecemos ahora – me subí sobre ella haciendo que nuestros cuerpos se besaran con el mismo ímpetu que nuestros labios. Tomé su lengua entre mis labios y succioné como si de un clítoris gigante se tratara, con mi voracidad creo que llegué a causarle dolor, no era mi intención, me separé cómo para pedirle perdón, pero fue ella la que habló.

- Eres una babosa, dame un poco de tu saliva – se quedó con la boca semiabierta esperando, no entendí a lo primero, pero al verla así ya no me quedaron dudas, fui dejando caer de a poco un hilo de saliva que iba recogiendo hasta que no aguantó más; me tomó de la nuca y me apretó contra sus labios apasionadamente, y ahora era ella le que se apropió de mi lengua haciendo de nuestras babas una sola. Los senos se frotaban con el frenesí de nuestros deseos, la razón había quedado de lado dejando lugar a los instintos primarios, no podría decir cómo nuestras vulvas llegaron a amalgamarse porque ninguna de las dos lo pensó ni lo habíamos hecho nunca, quizá nuestros clítoris sabían la necesidad de uno del otro porque de alguna manera nos hicieron poner en la posición más conveniente para unirse en besos tan ardientes cómo estábamos dándonos con la boca. Sentía un fuego recorrerme por todo el cuerpo, y no me importaba dejarme quemar, por algún lado tenía que salir, e iba hacía el camino más lógico.

- Adri, mi amor, me voy a correr, me viene

- Espera, que yo casi, aguanta mi amor que nos vamos juntas, ya Leti, yaaaa, me corro déjate ir, asíiiii, aaaah – pusimos de las dos partes para hacer de ese momento el más maravilloso. La alegría era tan grande que no se medía por la intensidad de los orgasmos, iba más allá, era cómo si nos compenetráramos en una sola perdiendo la noción de la individualidad, y haciendo de las dos un todo. Todos esos años que disfrutábamos de nuestra compañía, aun sin saberlo en realidad nos estábamos amando. Quedamos rendidas, pero en estado de gracia. Quedó claro una cosa, si queríamos ver películas no tenía que pasarme el brazo por los hombros, por lo menos mientras nos viéramos los fines de semana solamente.

El sábado habló con su mamá, le dijo que a pesar que ya se podía pasar, se iba a quedar para aprovechar a salir juntas cómo hacía mucho, el domingo íbamos a ir a comer.

Ese sábado lo disfrutamos como nunca. Después del tiempo que estuvimos distanciadas, el estar juntas ya era deleite, hicimos el amor al levantarnos, y nos deseamos hasta la noche, al almuerzo fuimos a un restaurant, luego al cine. Para la cena compramos para picar tratando de ver la película, esta vez en el televisor de la sala. Ya nos habíamos puestos los camisones, fuimos comiendo y mirando hasta la mitad; estábamos demasiado juntas, y así no se puede, pero pensamos que en dos o tres veces más podemos verla completa.

No es que follamos cómo desesperadas, ¡no! hicimos el amor con ternura, como si el sexo fuera algo secundario, lo que realmente valía era estar juntas, acariciarnos, besarnos, poder mirarnos a los ojos y ver reflejados nuestro amor en las miradas, y claro, llegaba un momento que toda esa electricidad acumulada tenía que descargarse de la única manera que nuestros cuerpos sabían, por eso digo que no follamos, hicimos el amor hasta dormirnos rendidas.

A la mañana después de un round de cariñitos nos fuimos a su casa, la tía me recibió con más alegría que otras veces, se ve que vernos juntas la contentaba. Pasamos un día espléndido, lástima que tenía que esperar una semana para que se repitiera.

Con Adriana, nos hablábamos todos los días y todos los días nos deseábamos, los viernes empezaba nuestro jubileo, y ahí descargábamos todas las tensiones apasionadamente.

Así pasaron tres meses, sufríamos por no poder estar siempre juntas, y lo queríamos suplir en nuestros encuentros buscando en nuestra savia el ánimo para soportar las ausencias.

Claro, así como lo escribo tampoco estaba tan mal, pero cada vez era más absorbente la necesidad que teníamos de vernos, de encontrarnos, de sentirnos juntas.

Llegó una semana que tuve que ir con otros estudiantes a una competencia de informática en representación de la universidad. Fue algo que nos descolocó, dos semanas sin vernos era mucho. Pensándolo bien era una tontería, no podíamos ser tan enfermantes como para no soportar una semana más, así nos fuimos convenciendo. Lo malo que la otra semana le tocó ir como pasante de apoyo a una guardia en el hospital. Era un puente de fin de semana, habíamos hecho proyectos de ir las dos a un sitio donde nadie nos conociera, para poder andar como se nos diera la gana sin importarnos que nos vieran.

No sé bien que pasó, pero se nos desarmó todo el plan, y la irritación que nos produjo nos hizo discutir, quizá estuve mal yo reprochándole no haberse negado, también me podía haber negado yo la semana anterior y no lo hice, pero las ganas nos hicieron decir lo que no queríamos. Solamente era aguantar un día más, ya que el domingo quedaba libre pero la escapada que tanto nos había ilusionado quedaba trunca.

Ese sábado quedé enfadada, triste, reprochándome el haber peleado, pasé una noche de perros; de perros que no duermen de noches. A la mañana tenía un dolor de cabeza que no lo soportaba, no habíamos vuelto a hablar, no pensaba que esto no fuera a arreglarse, pero habernos perdido esta fiesta me ponía furiosa, iba a quedarme a dormir todo el día, si es que podía, que no la llevaba fácil.

A las diez de la mañana suena el móvil, era la tía Pilar.

-Leti, ¿por qué de paso que vienes a comer no me traes un tarro de pimentón?

- Ay tía, es que me duele mucho la cabeza y me iba a quedar acostada.

- Cómo que te vas a quedar acostada, ya no viniste el domingo pasado, si no quieres conducir Adri te va a buscar, y por lo menos si estás mal, podemos cuidarte, ¿le digo que vaya a buscarte?

- ¡No! no, deja, puedo conducir déjala que ayer estuvo de guardia y debe tener sueño. – a pesar que no estaba bien, me ilusionó el saber que la iba a ver, aunque no pudiéramos hablar como quisiéramos, en algún momento podíamos darnos una oportunidad de arreglar las cosas. Fui a comprar el pimentón y salí para la casa. llegué y me saludé con la tía en el momento que Adri salía de la habitación. Se notaba que no estaba bien dormida, las ojeras le daban una expresión que me daban pena. La saludé con dos besos mirando la tristeza de sus ojos.

- Hola ¿cómo estás? ¿cómo te fue en la guardia?

- Más o menos, no andaba de humor, pero bueno, había que hacerla, aunque a algunas le parezca que no. – me quedé callada ante ese reproche, la tía quería darle un poco de alegría al almuerzo, pero nosotras no estábamos para eso. Al fin todo se fue yendo en comentarios intranscendentes hasta que terminamos de comer.

- Bueno, porque no lavan los platos y preparan un café, mientras me voy a cambiar que quedé en salir con mi compañera Rosana. – nos iba a dejar solas, era un punto de esperanza, podíamos aprovechar para disculparnos y quizá algunos mimos nos podíamos dar, no es que sería como en casa, pero desde que la vi que quería sacarle esa tristeza que se le notaba. Terminamos y servimos el café, vino la tía y nos pidió que nos sentáramos que teníamos que hablar.

- A ver; lo de ustedes dos, no puede seguir de esta manera – nos quedamos petrificadas – yo no estoy para soportar estas cosas - siguió

- Pero ¿qué cosas mamá? ¿qué es lo que no puedes soportar? – preguntó Adriana

- No tengo que soportar tu mal humor cuando no puedes encontrarte con Leti los fines de semana, no tengo que soportar que lo que tiene que ser una comida placentera sea un velatorio porque no pudieron estar juntas, ni tengo que aguantar tu histerismo, ni a ti Leti que te vienes con esa cara de culo que amargas a cualquiera.

- Pero mamá, si nosotras solamente estamos cansadas ¿qué te supones que es?

- Me supongo que si no pueden vivir separadas, lo que tienen que hacer es vivir juntas, o en el departamento o aquí en casa, yo les puedo dejar la habitación grande, para mi sola no necesito tanta cama ni el baño adentro.

- Tía, qué dices, ¿qué durmamos juntas en esa habitación?

- Pues si van a quedarse aquí creo que sería lo mejor, a mí me gustaría que se quedaran, pero si les gusta más allí, por mí no se preocupen; piénsenlo, se ve que están mal dormidas, si quieren dormir un rato y pensar lo que van a hacer, acuéstense que ya cambie las sabanas, a ver si cuando vuelvo se decidieron, traten de no hacer mucho ruido que los vecinos no tienen por qué darse cuenta que están durmiendo – y sin más se fue dejándonos sorprendidas sin saber bien lo que nos quiso decir.

- Leti, ¿tu entendiste igual que yo lo que nos quiso decir mamá?

- Me parece que sí, pero no estoy segura, tanto miedo que se enterara ¿le dijiste algo?

- No que va, todavía no me lo creo, ven vamos a ver la habitación. – entramos y encontramos la cama con sabanas nuevas, unos adornos florales en las mesitas y una fragancia a jazmines que nos hacía notar que no había arreglado todo para que durmiéramos - ¿y a esto es a lo que le teníamos tanto miedo? No me lo creo.

- A mí también me cuesta creerlo, pero mientras tanto ¿vamos a pensar que hacemos?

- Lo que quiero hacer no tengo que pensarlo – y diciendo eso me abrazó y unió su boca a la mía. Hacía dos semanas que no nos desahogábamos, y toda esa pasión explotó en ese momento; la ropa salió volando y nos sumergimos en una orgía de besos y caricias para remediar el ansia que teníamos una de la otra. Hicimos el amor con mayúsculas, todos esos deseos latentes se desbocaron. Recorrí toda su anatomía con mis labios, y sentí los de ella en todo mi cuerpo. Bebí de su oasis de placer y sentí su boca bebiendo del mío haciendo de su placer mi delicia. Quedamos abrazadas acariciándonos tomando aliento.

- Leti, no sé si aquí o en tu casa, pero yo no quiero estar esperando las semanas para estar contigo, así qué piensa bien lo que quieres, aunque ahora no es tiempo de pensar.

- Espera, para un poco que tenemos que hacer las cosas bien.

- Qué ¿no te gusta cómo te las hago?

- No seas tonta, no hablo de eso, ahora vamos a tener tiempo siempre para hacernos el amor, pero para agradecerle a la tía, tendría que ser hoy.

- ¿Y qué quieres que hagamos?

- Podíamos ir a comprar para hacerle una buena cena y un buen postre, y festejar, se lo merece. Nos tuvimos que duchar y salimos a comprar, teníamos un súper, cerca, así que no tardamos mucho, volvimos y preparamos una rica cena con unas botellas de vino para alegrar un ambiente que de por sí ya estaba bastante alegre. Dejamos la mesa servida mientras esperábamos entre besos y achuchones. No volvió muy tarde, cuando entró y vio el banquete, preguntó sorprendida.

- ¡Epa! ¿qué estamos festejando?

- Estamos festejando tener a la mamá más buena del mundo – contestó Adriana, mientras la abrazábamos con cariño.

 Fue muy emotivo, nos preguntó si nos íbamos a quedar, cuando le dijimos que sí, fue ella las que nos abrazó llorando.

- Gracias, no me importaría quedarme sola para que ustedes fueran felices, pero si se quedan, también voy a ser más feliz yo – comimos mientras comentábamos los planes para la mudanza y las cosas que podíamos hacer ahora que íbamos a estar todos los días juntas, fue la mejor cena por mucho.

- Bueno, ahora el postre y vamos a brindar y de paso conversamos de algunas cosas.

- Uy, entonces déjame que me cambie que esta ropa ya me está molestando – se fue a cambiar mientras abríamos una botella de cava. Volvió con pijama y nos sentamos en el sillón de la sala para el brindis. Fue ella la que habló mientras brindábamos.

- Brindemos porque esta pareja sea para siempre, se quieran tanto como se merecen y que por siempre me hagan sentir que ahora tengo dos hijas en vez de una – una lagrima se le escapo mejilla abajo, estaba emocionada.

- Tú para mí hace mucho que eres como mi mamá, y lo de querernos siempre, pierde cuidado que eso es lo que siempre sentimos, aunque por miedo no lo demostráramos antes. - nos sentamos una de cada lado y le pregunté - ¿desde cuándo sabias que estábamos de novias?

- Eso lo sabíamos desde siempre, era algo que nos debían

- ¿Quiénes lo sabían, tú y quien más?

- Yo y tú mamá, siempre supimos que iban a poder hacer lo que nosotros no pudimos, queríamos ver reflejadas en ustedes la felicidad que a nosotros nos faltó.

- Pero si cuándo mamá estaba viva, nosotras no pensábamos en nada de esto.

- Ustedes no, pero nosotras sí, ¿no comprenden? Queríamos que heredaran el amor que nos teníamos y que ustedes pudieran gozarlo como no pudimos hacerlo nosotras.

- ¿Tú estuviste de novia con mi mamá?

-No Leti, nos amamos desde niñas, pero nunca estuvimos de novias, antes no era como ahora, que dos mujeres se amaran era un escándalo, nosotras nos amábamos, pero nunca pudimos demostrarlo, lo sabíamos nosotras y tu papá nada más.

- ¿Papá lo sabía? No lo entiendo

- Tu papá era nuestro mejor amigo y nos quería, sabía lo nuestro, pero lo tomaba como algo imposible, que nunca podría llegar a nada, nosotras pensábamos lo mismo, pero cuando los tiempos cambiaron, ya eso no era tan descabellado, claro, para nosotras era tarde, pero siempre pensamos que ustedes podían recrear lo que no pudimos.

- Pero si cambió para nosotras también cambió para ustedes.

- Sí, pero de esa, ya Rosa estaba casada y tú ya habías nacido, ya tenía su vida hecha con Oscar, te imaginas que no lo íbamos a engañar.

- Mamá, ¿Pero nunca tuvieron relaciones ni nada? – preguntó Adriana

- No, solamente nos dimos un beso el día del casamiento y otro cuando falleció.

- Ese día yo te vi, entraba a la habitación y la estabas besando, cuando me acerqué me di cuenta que había muerto con una sonrisa – en ese momento me di cuenta que las lágrimas corrían por sus mejillas – mami, no llores – era la primera vez que le decía mami, pero si ella sentía que tenía una hija más, yo la sentía como si fuera mi madre.

- Mamá, ¿pero despues porque no formaste una pareja?

- Porque aparte de Rosa nunca pude querer a nadie

- Pero ¿y con mi padre que pasó? nunca me dijiste quien fue

- No te lo dije porque no sé quién fue.

- No comprendo, ¿te acostaste con varios?

- ¡No! Adri no, te voy a explicar; nosotras nunca habíamos andado con nadie, éramos vírgenes, para ella era la primera vez, y si ella iba a perder la virginidad, yo también quería perderla, no tenía caso estar cuidando algo que nunca se lo podía ofrecer a quien amaba, esa noche decidí que también iba a dejar de ser virgen. Había un camarero bastante guapo, era de esos que se contratan nada más que para las fiestas; empecé a coquetearle y no me costó mucho seducirlo, y bueno, ahí fue a parar mi virginidad, el muchacho cuando se dio cuenta que era virgen no sabía dónde meterse, la cosa es que nunca más lo vi era contratado y quizá estaba de paso, tampoco lo busqué, me sirvió para lo que quería, más no le iba a pedir. El caso es que ese día me quedé embarazada, pero lo supe a los dos meses, creo que ese mismo día Rosa también quedó.

- ¿Y no lo buscaste?

- Quise averiguar para saber quién era, pero los que lo habían contratado ni siquiera lo tenían anotado, trabajan un día y nada más, igual no pensaba llegar a nada con él, si no lo conocía y fui yo la culpable, aparte que no quería compartirte, eras mía y de nadie más.

- Mami – pregunté- después de eso ¿no te dio ganas de tener relaciones con otro hombre?

- No, tampoco te creas que esa vez me gustó, se ve que los hombres no es lo mío

- Pero ¿y con una mujer tampoco nunca te dio ganas?

- Pero, no te digo que siempre estuve enamorada de tu madre

- ¿Entonces nunca hiciste el amor con nadie?

- Para hacer el amor tienes que amar y con quien yo amaba no podía hacer nada.

- Mamá, dime la verdad, alguna vez tuviste un orgasmo

- No, ¿con quién querías que lo tuviera?

- Bueno, aunque sea masturbándote, no sé cómo no sentías la necesidad de tenerlo.

- Nadie siente la necesidad de lo que no conoce – unas lágrimas corrían por sus mejillas, nos miramos con Adri y le hice una pregunta muda, me contestó que sí. Volvimos a llenar las copas tratando de buscarle el puntillo, no queríamos emborracharnos, pero si buscar el puntillo de desinhibición. Comenzamos a abrazarla a besarle el cuello mientras íbamos acariciándola, le metí la lengua en el oído – Leti, me haces cosquillas.

- Pues ríete que te hace bien – para eso Adri como al descuido jugaba con un pezón haciéndolo empitonar.

- Niñas, ¿qué hacen, están locas?

- Te queremos, ¿Y sabes una cosa? Mi mamá hubiese querido hacerte sentir este cariño, te lo quedó debiendo y nosotras nos hacemos cargo de esa deuda – quizá tuvo algo que ver la bebida, o a lo mejor es que nunca nadie le dio esas muestras de cariño, pero se notaba su excitación; la besé en los labios tratando de irrumpir con mi lengua en su boca, se resistió un poco hasta que se abandonó y contestó el beso con pasión. Protestó cuando sintió que Adriana se había adueñado de un seno y estaba chupando con entusiasmo.

- Adri ¿qué haces? Eres mi hija

- Lo sé mamá, y no es la primera vez que te hago esto – yo seguí besándola mientras que le acariciaba el interior de los muslos; respiraba agitadamente, cuando metí mi mano bajo las bragas soltó un gemido, creo que ese fue el momento en que sintió que no valía la pena en tratar de evitar lo que tanto deseaba. Nos repartimos una teta para cada una, del coño me ocupaba yo, después de todo que le anduviera por ahí la hija, quizá le diera apuro, le metí los dedos lo más profundo que pude y comencé con un mete y saca, Adri se encargó de sobarle el clítoris mientras mamaba como una huerfanita; volví a su boca dejando que de las tetas se encargara ella. ya no protestaba, cerró los ojos y se prestó a lo que le hiciéramos, le sacamos las bragas para trabajar más cómodas y aceleramos los movimientos; los gemidos cada vez eran más escandalosos y estaba entregada deseando que al fin culminara en ese orgasmo prometido, sentí cuando me apretó los dedos con la vagina y nos abrazó con fuerza en el momento que se derramaba como nunca lo había hecho llevándola casi al desmayo.

- ¿Sabes una cosa? si mamá de algún lado, nos está viendo debe estar contenta que fuéramos nosotras las que te hiciéramos vivir este momento – con los ojitos achinados solo contestó.

- Son unas locas divinas, pero no tendrían que haber hecho esto, es casi pecado

- Pues o te buscas alguien para pecar o te vas a tener que aguantar el pecar con nosotras. – quedamos un rato abrazadas, estaba nostálgica y sorprendida, seguro que se daba cuenta de todos los momentos que había perdido de vivir, al fin la acompañamos hasta su cama, nos despedimos con un buen beso que aceptó con los ojos cerrados, y la dejamos.

Nos fuimos hasta nuestra habitación, estábamos excitadas, contentas de ser nosotras las que le habíamos regalado ese instante de placer, que pudiera hacerle mirar y sentir la vida de diferente manera.

Nos miramos cómplices, dándonos cuenta de la necesidad de tenernos, casi sentíamos que nos teníamos que amar, no solo por nosotras sino para hacer realidad lo que nuestras madres no pudieron disfrutar. A pesar de le sesión de la tarde, nuestro deseo no había menguado en nada, al revés, se había potenciado, y no tardamos nada en quedar desnudas, nos abalanzamos a besarnos y succionarnos, llevándonos a los límites del placer, con orgasmos continuos que estallaban en nuestras bocas en un 69 apasionado.

Rendidas, nos abrazamos tratando de ignorar esa soledad que debía estar sintiendo la tía, soledad que siempre creyó normal, hasta que le hicimos sentir que había otra cosa.

A la mañana nos despertamos un poco preocupadas por cómo habría asimilado lo que pasó, la encontramos haciendo el desayuno, nos acercamos despacio y la encerramos entre las dos besándola en cada mejilla.

- ¿Cómo se despertó nuestra mamita querida? – se dio vuelta quedando de frente

- Niñas, me desperté bien, creo que mejor que nunca, pero esto no puede repetirse, les agradezco que me hayan enseñado que hay otra forma de vida, pero no entre nosotras.

- Mamá, - contestó Adriana - a lo mejor tienes razón, a lo mejor es pecado, pero ya te lo dijimos, tu sin eso no te vas a quedar, así que te apañas en buscarte alguien con quien pasarla bien, o vas a pasarlo bien con nosotras; ¿sabes por qué? Porque te lo mereces – y diciendo eso la empezamos a besar y magrear, nos abrazó fuerte mientras le brotaban las lágrimas agradeciendo nuestras caricias.

La siguiente semana, fue puro deleite, volver a vivir con Adri, ahora sin tener que ocultar lo que realmente éramos, nos llenaba de felicidad, la tía nos escapaba un poco, fluctuaba entre el miedo que la pilláramos y el deseo de que lo hiciéramos. Sabíamos que buenas ganas tenía, pero había que salvar las apariencias, aunque quizá también algo le remordía.

 El sábado volvió a salir con Rosana, nosotras habíamos salido a la tarde y nos volvimos temprano. Vimos una película, acurrucaditas en el sillón mimoseandonos tranquilitas, total en cuanto nos agarraba las ganas, no tardábamos nada en sacárnosla, en eso llegó Pilar. Le preguntamos cómo le había ido, nos contestó que bien, y preguntó Adri.

-Mamá, ¿cómo se cambia la bombilla de la luz de noche?

- Ay mujer, ¿ni eso sabes hacer? Que inútil espera que la cambió – no sé si no sospechó o no le importó, pero apenas entró en la habitación nos fuimos sobre ella; no peleo mucho, diría que estaba dispuesta a perder, porque cuando la empezamos a desnudar lo que pedía es que no le rompiéramos la ropa – chicas por favor despacio que es ropa nueva.

- No te preocupes, si se rompe te regalamos otra – esta vez iba a ser completa, mientras Adri la atendía por arriba, le abrí las piernas y le empecé a comer el coño; no se esperaba eso, pero tampoco se resistió mucho, con los dedos le hacía un trabajo practico que la hacía desvariar, se mezclaban los quejidos para que la dejáramos, con los suspiros para que siguiéramos, y así entre las dos le arrancamos dos orgasmos que la dejaron exhausta.

Esa noche durmió con nosotras, no hizo escandalo ni nada, se dejó emparedar en el medio y durmió como una angelita. A la mañana se despertó con una sonrisa.

-Me gustó, pero no me pillan más

- No lo digas muy fuerte que todavía no te libraste

- Ni se les ocurra, que con lo de anoche ya tuve bastante – nos pusimos a jugar con besos y caricias, pero se escurrió. Nos quedamos satisfechas había tenido una buena noche y era hora que disfrutara las delicias del sexo, aunque fuera con nosotras, se lo merecía.

Los días siguientes empezó a llegar más tarde, el sábado se preparó para salir, nos avisó que iba a invitar a Rosana para almorzar el domingo. Parecía que la quisiera presentar para saber nuestro parecer. A la tarde la vino a buscar con el coche, era la primera vez que venía por ella, se había vestido para la ocasión, estaba preciosa.

Nos ilusionábamos conque pudiera terminar en algo serio, pero sino igual, es como si se hubiese despertado. La verdad que de la tal Rosana solo sabíamos que era una buena compañera del trabajo y se llevaban muy bien.

Pasamos una tarde apasionada, con Adri aun sin premeditarlo en cualquier momento podía producirse un incendio; éramos especialistas en apagarlo, y estando solas cualquier sitio de la casa nos venía bien. nos mataba la impaciencia de saber que tal era la tal Rosana, parecía como que tuviera que pedirnos la mano a nosotras. No la vino a traer muy tarde, estábamos sentadas en la entrada haciendo que tomábamos fresco, cuando llegaron nos acercamos casi obligándola a que la presentara, no le quedó otro remedio.

-Hola, mamá habla mucho de ti, y todo bueno, ven, porque no pasas que con este calor un refresco no te va hacer mal – se habían puesto coloradas las dos.

- Pilar también me habló mucho de ustedes, está orgullosa, dice que son lo mejor que le pudiese pasar.

- Es una exagerada – dije yo – tampoco le vayas a creer todo lo dice de nosotras, pasemos a la sala y conversamos un rato. – realmente era una mujer muy simpática y de buen ver, se notaba que Pilar tenía buen gusto, había estado casada y la experiencia no había sido buena, andaba por los cuarenta y tantos y hacía seis años que se había divorciado, y no quería otro hombre en su vida, tenía una conversación muy agradable y no le escatimábamos a llenarle el vaso, que palabra va palabra viene lo iba vaciando. Creo que en un momento se dio cuenta, porque pidió disculpas para irse que ya había tomado bastante.

- Creo que mejor me voy, que si me pilla un control no sé si lo paso

- Te diría que no lo pasas, no podemos ofrecer a llevarte no estamos mejor que tú.

- Si, tienen razón, mejor llamo un taxi, total mañana lo llevo después de comer.

- ¿Pero si tienes que venir mañana, porque no te quedas a dormir? En la habitación de mamá hay dos camas, nosotras dormíamos ahí cuando estábamos solteras.

- No sé, no tengo ropa que diga Pilar, es la habitación de ella.

- Y claro que te puedes quedar, por la ropa te pones un camisón mío, aunque con el calor que hace, aunque no te pongas nada es igual, por una vez no voy a dormir sola – los ojos le brillaban, me pareció que si nunca habían hecho nada, de ese día no pasaban. Al no tener que irse, quedamos un rato más disfrutando de la conversación y de algún trago más. se les notaba eufóricas, tratamos de acortar el tiempo disculpándonos con que estábamos cansadas.

Nos metimos en la habitación, pero en vez de acostarnos nos quedamos vigilando, fueron al baño y se metieron en el cuarto, esperamos un rato y nos acercamos sigilosamente, se escuchaban cuchicheos, no sabíamos quien tomaría la iniciativa, Rosana por haber estado casada quizá fuera más activa, pero Pilar en estos últimos tiempos algo había aprendido.

Empezamos a identificar las voces

-No Rosi no, mira si escuchan, que vergüenza.

- Pero ¿de qué vergüenza me hablas, porque te crees que me invitaron a quedarme? Pilar por favor, te quiero y te deseo, si no te gusto me lo dices y no te molesto más.

- Cómo que me molestas tonta, si sabes que yo también te quiero y también te deseo, pero si escuchan hasta pueden venir a ver qué pasa.

- Mira, hacemos una cosa, nos vamos hasta la puerta del cuarto de ellas y escuchamos si están dormidas – nos preparamos para salir corriendo

- No, no, si no las escuchamos es porque están dormidas, son un poco barulleras.

- Y entonces ¿me vas a dejar hacerte el amor? Quiero comerte entera

- Bueno, te dejo, pero no vas a gritar verdad.

- No mi amor, te voy a chupar toda hasta que te derritas, pero no voy a gritar – y no gritó; ella no grito, pero lo que es Pilar, parecía que estaba dando a luz, ya no necesitábamos escuchar tras de la puerta, la oíamos desde nuestra cama, y entre la alegría por saber que su vida se encaminaba y el calentón que nos agarró, si la tía hacía de soprano, nosotras para el coro no desentonábamos, nos recorrimos el cuerpo a besos, cada rincón parecía que lo descubríamos en ese momento, y dejábamos que los orgasmos fluyeran en nuestras bocas, intercambiando nuestros fluidos, con la angurria de nuestro interminable deseo.

A la mañana nos levantamos temprano, estábamos ansiosas por saber cómo habían amanecido. Nos llevamos la sorpresa de que no se había levantado nadie. Nos decidimos a preparar la comida nosotras, tan negadas tampoco éramos. Parece que la función fue extensa, porque recién a las once apareció Pilar.

-Pensé que se iban a levantar más tarde, a nosotras nos afectó un poco la bebida – dijo colorada.

- Deja que la comida la preparamos nosotras, mientras tanto puedes ir a que te sigua afectando la bebida un rato más.

- ¿Qué quieres decir con eso, ya están pensando cosas fuera de lugar?

- Pensábamos en cosas que se estaban poniendo en su lugar, pero si es cómo tú dices esta noche las tendremos que poner en su lugar nosotras.

- Ni se les ocurra, bastante se pasaron estas semanas pasadas como para que sigan.

- Mamá – dijo Adri – ya te dijimos, mientras nos necesites, nos vas a tener.

- No las necesito; quiero decir que puedo vivir sin eso.

- Si mamita, pero también puedes vivir con eso, y ese es lo que queremos para ti; no te preocupes que ya nos vamos a arreglar para que se entere de lo que necesitas.

- No hagan ninguna barbaridad que ya se enteró – nos echamos a reír y fuimos a besarlas, pero besos de cariño.

- Si no lo dices, ni nos enteramos, ¡son tan calladitas!, anda quédate un poco más, cuando esté la comida las llamamos – y así fue, no supimos si siguieron con sus amoríos, pero la cara de satisfacción que trajeron a la mesa hacía saber que no la habían pasado nada mal. se sentaron a la mesa mirándose con picardía.

- Y ¿durmieron bien Rosana?

- A sí, nosotras cuando dormimos, dormimos de verdad.

- Ah, ¿porque cómo se escuchaban algunos ruidos? preguntábamos.

- Es que cuándo estamos despiertas, también estamos despiertas de verdad – nos echamos a reír, nos pasamos el almuerzo divertido, a la tarde iban a salir, en un momento en que la tía se fue a terminar de arreglar, la agarramos aparte a Rosana.

- Mira nos alegra todo lo bueno que puedas tener con ella, pero no la lastimes porque no se lo merece, y te vas a echar dos malas enemigas.

- No se preocupen chicas, la quiero cómo pensé que ya no podría querer, después de estos años sola, la necesito yo más que ella a mí, no tengo dos hijas cómo ustedes, no tengan miedo. Cuando se fueron le dijimos en chiste.

- No vayas a volver a deshoras porque te ponemos en penitencia, y a ver cómo te portas.

Se fueron riendo, y nosotras, las jóvenes, nos quedamos en casa. Lavamos la vajilla, nos preparamos un café y nos sentamos en la sala apoyada una en la otra mientras nos besábamos con ternura. Estábamos contentas ¡sí! Mamá tenía novia, y nos gustaba, parecía una buena mujer para acompañarla en la vida; era cómo si hubiésemos terminado con una tarea, devolver un poco de la felicidad que ella nos había dado-

-Leti sabes, tengo un alivio, creo que mamá con esta mujer va a tener su felicidad propia, hasta ahora solo vivía por la nuestra; creo que a tú mamá le hubiese gustado

- Adri, claro que le hubiese gustado, heredamos el amor de ellas, y ese es el amor que querría para la tía, el mismo que para nosotras – me susurro en un abrazo – te amo

- Cariño, yo también te amo, pero ahora que estamos solas mejor te lo digo en la cama.

Mas de vima

Por culpa del Real Madrid 2

Por culpa del Real Madrid

El Triángulo Imperfecto 3

El triángulo imperfecto 2

El triángulo imperfecto 1

¿Y si escribo un relato yo?

La monja de clausura

Cuando la belleza engaña 4

Cuando la belleza engaña

Cuando la belleza engaña 2

Cuando la belleza no es todo

El regreso a Cartagena de Indias

Viaje al paraiso

Mi paciente preferida

El tren de mi destino

El tren de mi destino

Las Traductoras 3

Las Traductoras 2

Las traductoras 1

Como mi mamá ninguna

Accidente en yudo 2

Accidente en yudo

El Rincon de Lesbos (2 de 2)

El Rincón de Lesbos 1 de 2

Mi prima (el fin de la inocencia) 2 de 2

Mi prima (El fin de la inocencia) 1 de 2

Ingeniera Civil 14

Ingeniera Civil 13

Ingeniera Civil 12

Ingeniera Civil 11

Ingeniera Civil 10

Ingeniera Civil 9

Ingeniera Civil 8

Ingeniera Civil 7

Estudiando Kineosología 20

Estudiando kineosología 19

Ingeniera Civil 6

Ingeniera Civil 5

Ingeniera Civil 4

Ingeniera Civil 3

Ingeniera Civil

Ingeniera Civil

Ingeniera civil

Estudiando kinesioloía 18

Estudiando Kinesiología 17

Estudiando Kinesiología 16

Estudiando Kiniesología 15

Estudiando Kinesiología 14

Estudiando Kineosiología 13

Estudiando Kinesiología 12

Estudiando Kineosología 11

Estudiando Kinesiología 10

Estudiando Kinesiología 9

Estudiando Kinesiología 8

Estudiando Kinesiologia 7

Estudiando Kinesiología 6

Un Cuento de Navidad

Estudiando Kiniesología

Estudiando Kinesiología

Mas cerca del cielo 4

Mas cerca del cielo 3

Estudiando Kinesiología 3

Mas cerca del cielo 2

Mas cerca del cielo

Estudiando kiniesología 2

Estudiando Kinisiología

Ana y Sara (el final)

El Casamiento

El aniversario

La Crisis (la convivencia)

La Crisis 16

La Crisis 15

La Crisis 14

La Crisis

La Crisis 12

La Crisis 11

La Crisis 10

La Crisis 9

La Crisis 8

La Crisis

La Crisis 6

La Crisis 5

La Crisis 4

La crisis 3

La Crisis 2

La crisis.