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Accidente en yudo 2

en Lésbicos

¿Qué excusa podía darle? Ya pensaba en suicidarme, cuando la escucho

-Por favor sigue – me dijo cómo en un ruego; de la sorpresa no llegué a entenderla, me quedé estática – por favor… sigue…, lo necesito – ahora sí entendí, enterré mi cara entre sus piernas a descargar todas esas ansias que estaba reprimiendo. Recorrí toda su vulva, me regodeaba succionando ese montecito que me estaba sacando el sueño, mientras escuchaba la mejor música para mis oídos. No gritaba, susurraba un poco más fuerte.

- Sí mi amor, sigue por favor, te amo, te deseo, quiero que me hagas tuya, asíii, asiii, te quiero mi vida, sigue por favor, te quiero, me corro, sí, asíii, ya, ya, me corrooo, ahhh… - y sentí como su almejita rebalsaba volcando en mi boca, el néctar más apetecible, casi me negaba a creerlo, mis sueños se hacían realidad, ella también me quería – ven amor ven – me llamaba, recorrí su cuerpo a besos hasta llegar a sus senos, ahí no pude seguir, los abarqué con mis labios, y los chupaba y lamia empapados en mis propias lágrimas. Me tiro para arriba y me vio llorando.

- No, no llores por favor, no llores más, me haces daño. – me gritó

- Pero, si estoy llorando de alegría.

- Entonces dame esas lágrimas que quiero que sean para mí. – me besó la cara; luego los labios; me empujaba para que subiera hasta poder llegar a mis tetas, las metió en su boca mientras que con la lengua jugaba con mis pezones, me hacía delirar, seguía tirando para arriba

- Por favor, ayúdame, súbete, ahora quiero yo hacerte mía – me di cuenta lo que quería, fui trepando hasta apoyar mi coñito en su boca; se aferró a mis nalgas y su lengua se adueñó de mi vagina hasta hacerme levitar, envolvía mi pitorro y sentía que me diluía, me apretaba los pezones y un calor me bajaba por el cuerpo hasta que hizo explosión en el sitio donde esperaba Graciela. Solté un gemido y me derrumbé, apenas tuve fuerzas para llegar a echarme a su lado, la abracé y nos besamos apasionadamente.

 - Amor, amor, te amo, te adoro – mientras la besaba ardientemente, se separó un poco mirándome con deseo, me apretó con fuerza.

- Yo también mi vida, pero creo que vamos a tener que hablar bastante, que te parece si ahora dormimos. – me abracé y así juntitas, nos entregamos al sueño.

Me desperté a la mañana, el sol ya entraba por la ventana, Graci ya se había levantado, en el baño no estaba. Así como me encontraba fui hasta la cocina, estaba haciendo el desayuno, se había vestido, me acerqué y la tomé de la cintura, besé su cuello, se estremeció, se dio vuelta fui a darle un beso, pero me puso el dedo en los labios.

-Chisss, tenemos que hablar; vete a cambiar y de paso desayunamos – el alma se me fue a los pies, después de lo que sucedió esa noche, que no me haya besado, quería decir que se había arrepentido, pero lo peor, es que cuando la tomé de la cintura, me di cuenta que se había puesto las bragas, o sea que pensaba irse, y a eso es a lo que siempre le tuve miedo. Me di una ducha apresurada, después de lo de anoche la necesitaba, pero ahora lo que más necesitaba, era convencerla que, aunque no quisiera seguir esta relación, no tenía que irse, por lo menos hasta que no estuviera curada. Yo también me vestí cómo para salir, fui hasta la sala dónde había puesto el desayuno, estaba sentada en el sillón grande, yo me senté enfrente.

- Bueno, dijiste que tenemos que hablar, supongo que de lo está noche.

- Sí, de lo de esta noche; esto así no puede seguir.

- Te comprendo, pero te pido que me dejes hablar. Mira quizá te creas que esto fue producto de las circunstancias, un arrebato de momento, pero no; de mi parte lo hice porque lo deseaba, estoy enamorada de ti, te quiero más de lo que te figuras

- ¿A sí? Que sabes lo que me figuro ¿y si estabas enamorada porque no me lo dijiste?

- Si no te lo dije antes es porque tenía miedo que si me rechazabas ibas a querer irte antes de estar curada, que es lo que piensas hacer ahora.

- ¿Y tú qué sabes?

- Si no te quisieras ir no te hubieses puesto las bragas; pero eso ya no importa, Te dije que estoy enamorada, y creo que tú, un poco también me quieres, pero comprendo que te pueda causar vergüenza hacer pareja con una mujer, lo que dirá la gente y un montón de cosas, si te arrepentiste, no tengo nada que decirte, lo único que te pido es que no te vayas todavía, espera hasta que estés bien curada, yo te prometo que no te voy a molestar. Antes de venir tú, casi nunca estaba en casa, desayunaba y comía afuera, contigo me había acostumbrado a lo bueno, pero puedo volver a lo de antes, no tienes que hacer nada en casa, ni lavar ni arreglar nada. Cuando yo esté; si quieres ni te enteras, si te preocupa que alguien se entere de lo de esta noche, no lo tengas en cuenta porque yo no se lo voy a contar a nadie, no te vas a tener que avergonzar con nadie, eso queda entre nosotras, no te va a costar mucho olvidarte. Y hasta podemos ser amigas.

-Bueno, tú ya hablaste bastante y ahora me toca a mí. Ante todo, te digo que no me importa si la gente se entera o no, mi vida es mía y todavía no le tengo que rendir cuentas a nadie. ¿amigas? Después de lo que pasó, va ser difícil, te aviso que tampoco me arrepiento, ¡pasó! y pasó, ¡ya está! y ¿de qué estás enamorada? No sé cuánto, Yo también lo estoy, pero no sirvo de segundo plato de nadie, yo me entrego entera, pero también lo quiero todo – me quedé sorprendida y esperanzada; no sé de qué plato me hablaba, pero había dicho que me quería.

- No sé de qué segundo plato me hablas, yo te quiero a ti y no hay nada más importante.

- Norma, ¡por favor! si pretendes algo serio tienes que ser honesta conmigo, tú estás de novia con Julia.

- ¿Quéee? ¿de dónde sacaste eso?

- Julia se lo dijo a todas en el gimnasio.

- Pero eso es mentira, yo nunca fui novia de Julia.

- ¡A ver! Sé que Julia puede mentir, pero dime; cuando yo vine a tu casa, tardé cómo una semana en conocer tu habitación, a tu baño no entran ni tus amigas, no lo necesitan, usamos el baño general o el de las visitas, ¿me quieres decir cómo Julia conoce tu baño, tu yacusi, tus muebles, hasta la ropa que tienes? ¿me vas a decir porque ella conoce tanto? – soplé con fuerza.

- Te puedo explicar y te ruego que me creas porque es cierto

- Pues explícame y a ver si es creíble.

- Te dije que había estado de novia con un muchacho que vivía conmigo, y ya te abras enterado que me metía los cuernos en el gimnasio con Adelita. El día que los encontré, estaban follando en el pañol, le dije de todo, el hijo de puta vivía a costillas mío y me hacía eso, y va, que me suelta que hacía eso porque follar conmigo era cómo hacerlo con una bolsa de patatas, te imaginas cómo me puse, le solté una patada en los testículos que lo debo haber dejado atragantado, tenía tanta vergüenza y furia que tomé el bolso con mi ropa y me vine con el quimono puesto. La verdad que lo que más me avergonzaba era saber que todo el mundo estaba enterado menos yo, me daba más coraje eso que lo que me importaba el cabrón. Fui a sacar el coche para venirme para casa cuando se me acercó Julia.

- Deja que conduzca yo que así cómo estás te vas a matar.

- Y a ti que te importa, si me mato, me mato yo. – le contesté y me iba a ir.

- Si te matas tú es cosa tuya, pero si llegas a chocar puedes matar a otras personas que no tienen nada que ver con lo que a ti te pasa. – por muy sacada que estuviera no podía quitarle la razón, le di las llaves y me trajo hasta casa, en el viaje me vino calmando, que no me tenía que hacer problemas que cómo ese había a montones.

- Mira, ahora estás tensionada, pero por lo que es ese tipo, tuviste suerte que te pasara ahora, si quieres te hago unos masajes relajantes, y vas a ver cómo te distiendes. - Llegamos y fuimos a mi habitación, ella también venía con el quimono puesto y para tomar un taxi se tenía que cambiar, me convenció que me duchara yo primero que me hacía los masajes y después se duchaba ella. hicimos así, salí envuelta en el toallón, le dije dónde había una crema y me tiré así desnuda. Tu viste que afuera somos muy vergonzosas, pero en el gimnasio andamos en pelota cada vez que nos cambiamos. La cosa que con el masaje consiguió tranquilizarme bastante.

- Bueno, ahora date vuelta.

- ¿Para qué, me vas a dar por las tetas?

- No mujer, es por la planta de los pies, vas a ver que te relaja del todo – me empezó a pasar los pulgares por las plantas de los pies, no te lo vas a creer, pero empecé a adormecerme, un sopor, sentía las manos por los tobillos, volvían a los pies y subían, de a poco me acariciaban las piernas, cada vez más arriba, llegaron a los muslos y los abrieron, se sentía tan bien que no sabía si era cierto o estaba soñando; en ese momento tampoco me importaba, solamente quería seguir sintiendo eso, hasta que sentí esas caricias que llegaban a mi vagina, pero no era cómo cuando follaba con mi exnovio, no, era algo suave, tierno, no había brutalidad, era todo tan delicado, una bruma que me envolvía y que me llevaba a dónde nunca había ido, hasta que abrí los ojos y vi a julia con la cabeza metida en mi coño. Me sentía demasiado bien cómo para echarla, y la dejé hasta que me sacó un orgasmo cómo nunca había tenido, se levantó sonriente.

- ¡Te gustó! ¡se ve que te gustó! me alegro, ahora deja que me baño yo – se metió en la ducha y estuvo un buen rato, pensé que se iba a vestir en el baño, pero no, salió desnuda. - bueno yo ya te saqué el estrés, ahora te toca sacármelo a ti – no le entendía bien

- ¿Cómo? Qué ¿quieres qué yo te lama el coño?

- Y pues sí, es lo que corresponde después que te lo hice a ti.

- Pero es que yo no soy lesbiana.

- Y que me importa, hace un rato no te vi que te incomodara tanto

- Pero tú lo hiciste porque quisiste, yo no te lo pedí – ahí se enfureció

- Tú lo que pasa, es que eres una reprimida de mierda, ¿quieres que te diga? Seguramente tu chulo tenía razón, con el debías ser una bolsa de patatas.

- Mira, estaba desnuda porque si no la sacaba a patadas, de cualquier manera, después que se fue, me quedé pensando si algo de razón no tenía, con Alberto nunca había sentido lo que me hizo sentir ella, me dio un poco de culpa, hasta pensé si no podía probar. Ahora te voy a decir una cosa que no te va a gustar. Desde ese día creo que cambió el modo de ver mi sexualidad, tanto así que estaba pensando probar con Julia, no es que me gustara, pero es a la única que conocía. El día del accidente estaba valuando si decirle algo, cuando la vi morreándose con la que se había enrollado con mi ex, me puse furiosa. Cuando te digo que lo que te pasó es culpa mía, es porque lo es, esa llave se la hubiese querido hacer a alguna de ellas, pero te la hice a ti.

- Norma, cuando yo te digo que no fue toda la culpa tuya, es que sabes muy bien que si no estuviera distraída mirando, que es lo que te tenía entretenida, esa toma no me podía pillar en babia, no seré cinturón negro, pero algo sé.

- Bueno, no sé lo que te parece a ti, pero lo que te conté es la razón porque Julia sabe tanto de mi habitación, supongo que cuando estuve bañándome revisó todo, pero de novia nada, te ruego que me creas.

- Esto te lo puedo creer, pero explícame, que te pasó ayer a la noche, porque fue con Julia también.

- Uf…ayer fue el peor y el mejor día de mi vida. Cuando me levanté estaba decidida a que cuando me saludaras por mi cumpleaños te iba a dar un beso en los labios, aunque fuera un pico, te imaginas mi decepción. Después fui a la oficina y veo que nadie se acordó, para colmo me armaron un trabajo cómo para estar todo el día afuera, cuando vuelvo se habían ido y en todo el día los únicos que me saludaron fueron mis padres

. Media hora antes de irme me habló Julia, si quería festejar con ella y acepté. Y sí, cuando llegué, me encontré con la fiesta que habías organizado, dejé para saludarte ultima porque cuando te tuviera en mis brazos no sé si te iba a soltar, a medida que pasaba la fiesta cada vez estaba peor, sabía que si me quedaba no me iba a aguantar, cuando me volvió a llamar Julia lo tomé cómo un escape y me fui.

- Pero ¿entonces porque llegaste casi enseguida llorando?

- Me vine pronto, porque la idea de Julia era follarme entre ella y una amiga

- ¿Cómo?  ¿qué te iban a follar entre dos?

- Sí, me querían enseñar el amor entre mujeres entre dos, cuando me vine casi me pelea, pero no se animó.

- ¿Y porque llegaste llorando?

- Un poco porque estaba indignada, pero más porque había perdido el tiempo, y si no hubiese ido quizá hasta podía haberla pasado contigo, no es que pensara en lo que pasó, pero a lo mejor un beso o una caricia me podía haber ganado. Después de tomar un poco de cava, ya te imaginaba durmiendo sin bragas, y me daba ganas de llorar, yo en ese sillón más caliente que un churro y tú sola desnudita, si hasta lo pienso y me da ganas de llorar ahora.

- Pero si después que te había abrazado y te tenía contra mí, seguiste llorando

- Es que tú me habías abrazado porque estaba llorando, y con tal que me tuvieras así iba a llorar toda la vida, cuando dijiste de dormir conmigo casi me da un infarto de la alegría.

- No te conocía tan tramposa; anda ven siéntate aquí – me senté al lado de ella – entonces ¿tú nunca le habías echo el amor a una mujer?

- El amor nunca lo hice con nadie antes que contigo

¿Te parece qué te pueda hacer sentir tan bien cómo hizo Julia?

- Pero… ¿cómo vas a comparar?

- Ay Norma, tampoco es que lo hayas pasado tan mal anoche

- Pero Graciela, es que no tiene nada que ver una cosa con la otra.

- Puedo aprender, o que tanto es, ¿la mujer maravilla? – reclamó ofuscada

- Cielo, cuando te dije que había sido el mejor orgasmo es porque nunca había tenido algo así, pero contigo es diferente, darte un beso ya me da más placer que todo lo que me pueda hacer Julia. – me acarició y me atrajo

- Eres una exagerada, ¿de verdad te gustan tanto mis besos?

- Me gusta todo de ti, me haces sentir como nadie, creo que tenía razón Alberto, con él era una bolsa de patatas.

- Esas patatas creo que me las voy a comer yo – me dijo mientras me besaba con deseo.

- ¿Entonces no voy a tener que tirar más cubiertos para verte el chochito?

- ¿Eso hacías? Yo en vez de oler tus bragas ya te puedo oler a ti. Tanto vestirnos, es una pena.

- ¡Tengo una idea! te invito a comer a un sitio que sé que te va a gustar, y después el día es para nosotras.

- ¿Nuestra primera cita?

- Nuestra primera cita, espero con un final anunciado

- Uhm…dónde me vas a llevar, a ver si quieres aprovechar para seducirme

- Como puedes pensar eso, sería incapaz, vamos que te ayudo – salimos con el coche, fuimos despacio, era el mejor sitio dónde me había invitado mi exnovio, claro que había pagado yo. Unas terrazas con vista al mar, separadas en reservados donde se podía disfrutar la intimidad sin molestias,

Los camareros acudían a la llamada de una señal en una consola, supongo que algunos harían ahí más de lo que debieran, no era lo nuestro, quizá un beso una caricia o estar abrazadas mirando el mar.

El menú era bastante marino, pedimos de entrada unas almejas, y según la porción después pediríamos, nos hubiera gustado tomar un poco de vino, pero tenía que conducir, Graciela cómo no tomaba yo, tampoco quiso.

Estaba dando cuenta del plato, cuando me fijo cómo separaba la almeja de la concha con la lengua, se la llevaba a los labios la apretaba entre estos, hasta que la volvía a enganchar y la llevaba para adentro. Verla hacer eso me transportaba a otros sitios y a otras almejas, creo que lo estaba haciendo a propósito, nadie podía ser tan sensual comiendo un marisco, conversábamos, pero mi mente estaba en la noche anterior, a medida que la seguía viendo, ya me estaba acordando de la noche que iba a venir, me excitaba terriblemente.

-Graci, por favor, no comas así – me miró con pena

- Perdona, quería ser seductora, pero no me sale ¿verdad?

- Te sale demasiado bien, te sale tan bien, que si no paras vas a terminar despatarrada en la mesa cómo mi comida principal.

- ¿Es una promesa? – dijo tomando la última almeja que quedaba en mi plato

- Deja esa que es mía

- Quítamela – mientras la aprisiono con los dientes, me abalancé a su boca, en la pelea, de la almeja no se supo más nada, pero la lucha de nuestras lenguas fue feroz, recorrimos todos los rincones, saliendo las dos ganadoras.

- Graci, no podemos hacer estas cosas, a ti a lo mejor no te provoca mucho, pero yo voy a tener que salir con pañales – me miro con lujuria

- ¿Quieres saber lo que me provoca a mí? Mira – me llevó la mano adentro de sus bragas, estaban empapadas, estaba tan mojada cómo yo. - apreté el timbre para llamar el camarero, cuando vino me excusé

- Mire nos acaban de llamar por un problema, por favor nos trae la cuenta – Graciela me miró extrañada.

- ¿No vas a comer postre?

- No, lo comeremos en casa. - le contesté seria, salimos con mi ayuda hasta el coche, le ayudé a subirse y me ocupé de conducir sin decir nada, me apoyó una mano en el muslo, pero no hice caso, estuvo un rato pasándola, pero no lo tomé en cuenta, conducía con cuidado. Llegamos di la vuelta para ayudarla, la fui llevando un poco en el aire.

- ¿Estas enfadada? – me preguntó preocupada, en el camino a la habitación

- Un poco, hubiese querido comer el postre.

- Si tenías tantas ganas lo podías haber comido allí o en otro sitio – la agarré de la cintura y le estampé un beso.

- No, lo quería comer en casa, ahora vas a ver cómo me como las almejas yo – la acosté suavemente en la cama, fue lo único que hice suavemente porque el ataque que me pilló, hizo que me subiese sobre ella, y empezara a desnudarla y a desnudarme con frenesí, me hice dueña de su boca y seguí  camino por su cuello, pasé por los dos picos que estaban en el camino a su tesoro y después de trabajarlos un rato, bajé por el canalillo que apuntaba directamente a ese monte que le dicen apropiadamente de venus, porque desde allí podía ver la cueva del amor, dónde estaba lo más valioso que andaba buscando, le quité con cuidado las bragas para no lastimarle la pierna, y me hundí en ella. Si yo tenía que usar pañales, a ella no le faltaba nada, bebí con ansia para calmar la sed de sus líquidos, eran adictivos, no era a nivel papilar, era cómo si ese gusto penetrara en mi cerebro, provocándome la intensidad de una droga; y era eso, porque era mi droga, de la que ya no podría desprenderme.

Se revolvía, era de poco grito, pero mucho movimiento, trataba de tenerle la pierna afectada, pero la otra se la levante para tener vía libre y de ahí no sacaba mi boca, ella también me tenía agarrada del cabello bien metida allí.

Se corrió entre convulsiones dándome la recompensa que me estaba mereciendo. Para cómo venía, tenía gusto a poco, me llamó para que fuera a besarla, subí vistiéndola de baba, llegué a sus labios y entre sus jugos, mi saliva y su saliva, hicimos un potingue pasado de afrodisiacos, porque enseguida me dio ganas de volver a recorrerle los bajos.

- ¿A dónde vas? – preguntó extrañada

- Quiero más de mi postre.

- Yo tampoco comí, así que si quieres, dame a mí también – me giré en un 69 y cada cual a lo suyo. Tanto había parido para ver esa preciosidad, y ahora podía verla, olerla, probarla, meter mis dedos dentro para después chuparlos, cómo un niño en un frasco de dulce, eso no era un frasco ni tenía dulce, pero era el postre más exquisito que había pasado por mis labios. Todo eso potenciado con lo que estaba sintiendo en mi entrepierna, la lógica del palo y la zanahoria; unos intrusos estaban haciendo estragos en mis interiores, mientras con infinita delicadeza, la sabiduría de una lengua, estaba convenciéndome de abrir la compuerta que hacía soltar todo eso que retenía desde que habíamos llegado del restaurant.

Si no nos corrimos las dos juntas, no nos dimos cuenta, fue una sucesión de placer, que nos dejó despatarradas una sobre la otra. De a poco me fui dando vuelta para poner mi cara al lado de la suya, no teníamos fuerza ni para darnos un beso, nos abrazamos, y escuché sus susurros

-Tanta propaganda hiciste con ese restaurant, y las almejas más sabrosas las comimos en casa – tenía razón.

Hasta el lunes, que tenía que volver al trabajo, lo pasamos deliciosamente. No es que la cosa pasara todo por el sexo, era la compañía, el estar cerca, el sentir las caricias, la proximidad, el vivirnos una a la otra. Habíamos disimulado nuestros sentimientos demasiado tiempo como para contenernos.

El lunes después de una noche donde compartimos la calidez de nuestros cuerpos, nos levantamos juntas. Después de higienizarnos se apuró a prepararme el desayuno y yo me apure a hacer acopio de su cariño para pasar todo el día.

Volví cuando la noche se había apropiado de lo que quedaba del resto del día. Los besos de bienvenida borraban todos los vestigios de mi cansancio. Estaba fresca, el pelo todavía mojado. Me daba ganas de hacerle el amor ahí mismo. Me tenía la bañera preparada y con besos me fue llevando al baño para desnudarme a gusto. La hubiese metido conmigo, pero me fue convenciendo que iba a ser mejor después de la cena.

Cenamos deseándonos, con la ansiedad del después. Después de ayudarle a limpiar todo, fuimos a la sala. Antes que nada, quería dejar arreglado nuestro próximo futuro. La abracé y así entre mis brazos le pregunté.

-Graci, cuando te quiten la bota, podías ir a cambiar el domicilio, ¿o cuándo te cures la pierna ya no me vas a necesitar y te vas a ir?

-Yo no te necesito por la pierna, te necesito por esto – esto, fue un beso que me hizo juntar los ojos de la magnitud con que me lo dio – pero si me quedo, voy a buscar algún trabajo más y los gastos son a medias.

-No tienes que buscar ningún trabajo, ya lo tienes, en el estudio te necesitamos – se quedó mirando con una sonrisa.

- Norma, mi amor, no quieras contratar una amante porque no lo necesitas.

-Te estoy ofreciendo contratar tu trabajo no a ti, de verdad te necesitamos.

-Cielo, ¿Qué trabajo puedo hacer para que me tengan que pagar un sueldo?

- ¡Que trabajo puedes hacer! ¿Sabes lo que pasa? Ni siquiera sabes cuánto vale lo que haces – me senté en la esquina del sillón – ven siéntate que te voy a contar lo que paso esta tarde con las chicas – se sentó entre mis piernas la atraje contra mí, la apoyé contra mis senos, quedando mi cara contra la suya.

- Norma, así me puedes convencer de muchas cosas, pero por favor, no me quites mi dignidad, no quiero ser una mantenida.

- No te voy a quitar nada, escucha. Cuando cerramos siempre tomamos un café resolviendo los problemas del día y los que pueden venir al otro. Como te imaginaras yo estaba bastante apurada por volver, y por culpa tuya. Tomé el café lo más rápido que pude, y cuándo ya me venía la escucho a Ivana.

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- Tú sí que la disfrutas bien a Graciela – me quedé rígida, me parecía raro que le hubieses contado lo nuestro

- ¿Por qué me dices eso? – le pregunté inquieta

- Porque antes cuando teníamos que marcharnos, siempre nos llevaba una o dos horas arreglando los líos, y pasaba lo mismo con los empleados que tuvimos. Mira ahora, con los programas que nos instaló graciela, lo único que tenemos que hacer es tomar café y saludarnos.

- Es cierto, pero me parece que en este caso la disfrutamos las tres.

- ¡Sí! Pero hoy me habló por un cliente nuestro que le comenté que andaba buscando un analista para arreglarle el sistema, cuando se cure, vamos a volver a lo de antes, aparte que está armando un programa para encontrar todos los proveedores y los precios que nos puede ahorrar mucho tiempo, ¿no pensaste ofrecerle que trabaje para nosotras?

- Mira, yo con ella ya soy muy amiga, me pareció que eso tenía que partir de ustedes (le mentí)

- Pues ahora ya partió de nosotras, asiqué dile, porque en verdad la necesitamos; dios nos libre de volver a lo de antes.   

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-Ves, esa fue la conversación, es más, me propusieron ofrecerte dos mil euros y te quedaría tiempo para atender a los clientes que tienes ahora.

- ¿De verdad no tiene nada que ver por nuestra relación?

- De verdad que no; esto, aunque no siguieras conmigo igual te lo ofreceríamos ya te dije que les mentí, yo nunca pensé en ofrecerte esto.

- ¡Que! ¿no querías que trabajara con ustedes?

- No era por eso, es que cuando pensaba en ti, lo único que se me ocurría era en estar como ahora, tenerte en mis brazos y gastarte a besos – rozó su cara contra la mía

- Entonces…, ya tengo casa…, tengo trabajo…, tengo amor…, solamente por el hecho de romperme una pierna, no está mal.

- ¿Me lo vas a reprochar siempre?

- Bueno, tú confesaste que lo hiciste adrede, eres culpable y mereces una condena.

- ¿Y a qué me vas a condenar?

- A hacerme el amor y empezar en este momento

- No sé si pueda, pero voy a tratar de expiar mi culpa – la empecé a besar por el cuello, le mordía el lóbulo despacito y bajaba hasta su hombro. Fui saliéndome de atrás hasta dejarle apoyada la cabeza en el posabrazos, desprendí los pocos botones de la camisola y me apropié de esas téticas rebosantes que pedían a gritos quien las mamara, esos pezones erguidos coronando esas areolas palpitantes; chupé como una infanta, sentía el retumbar de su corazón acompasado con el mío, fui bajando degustando todo lo que estuviera a mi paso, hasta llegar al lugar donde tenía que cumplir mi condena. Le levante la pierna lastimada, apoyándola en el respaldo quedando a mi disposición toda su intimidad.

Rezumaba el licor que era mi vicio, y cuanto más se calentaba más de su licor me daba, recogía con la lengua en su abertura, y subía a fogonear su clítoris con mil caricias linguales, buscando que siguiera destilando el néctar que era mi extravió. Por lo menos logró encadenar dos orgasmos que fueron mi delicia, era como la fuente del deseo, ¡de mi deseo!

Recorrí el camino inverso hasta llegar a sus labios, estaba con los ojos cerrados como en trance.

- ¿Cumplí la condena? – pregunté – porque si no, sigo – me acarició la cara y aun queriendo recuperar la respiración, me contestó.

- Cumpliste una parte, ¿no pensaras dejarme a mí sin nada, no es cierto?

- Entonces te llevo a la cama y te doy todo lo que te esté debiendo

- No dámelo aquí, pasa la pierna sobre el apoyabrazos y aguántate – tenía la cabeza apoyada ahí, con un pie apoyado en el suelo montada así quedaba mi coño sobre su boca, me puse ofreciéndole todo lo que me pedía, se hizo cargo de la postura, esa lengua me taladraba, salía buscando la ruta hacía mi clítoris y cuando llegaba hacía estragos, me lo aprisionaba con los labios haciendo que mi cuerpo flameara como una bandera al viento.

 Me sujetaba con las dos manos del respaldo y las de ella me sostenían por el culo; y se regodeaba escuchando mis gemidos, de pronto introdujo dos dedos dentro de mi vagina, y después de ahí ya los movimientos pasaron a ser instintivos; no era yo que me movía, mi cuerpo me movía a mí, las convulsiones me sacudían y me derramé, parecía que la medula me estuviera saliendo por el coño, porque mis piernas se aflojaron y quedé colgada del respaldo del sillón con la ayuda de Graciela, que de esas ya había higienizado mis partes a base de lametones.

Aun así, acostada, me ayudó a pegarme a ella, me sujetó fuerte, y fuerte me besó, en un susurró me dijo.

- ¿Te parece que puedas aguantar este castigo seguido? – tuve que sonreírme

- Tendré que entrenarme, pero vale la pena, aunque creo que mejor si me sigues castigando en la cama.

Después de descansar un rato, nos fuimos a acostar y a pensar nuevos castigos como esos.

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Hace cinco años que vivimos en pareja, estamos las dos en la habitación, yo con mi bebé de ocho meses hamacándolo en la cunita, Graciela con la beba dándole la teta, hace cinco días que la anotó, la estoy mirando con ternura, pero con un poco de decepción. Hubiese querido anotarlos como hermanos, pero nunca se quiso casar. Pensé que cuando nos decidiéramos a tener los niños iba a querer, pero no, es como si no quisiera mezclar las criaturas en nuestra relación, y eso me lastima, ahora la estoy mirando con envidia, de pronto toma la cría.

- ¿Quieres darle un poco tú? Todavía tienes leche, tiene que conocerte

- Claro que quiero – hice un nidito con mis brazos y le puse el pezón en la boca cuando empezó a sorber sin extrañar nada me saltaron las lágrimas

- Tonta, ahora porque lloras.

- Es que parece que se cree que soy la madre

- Y si lo eres; eres la mujer de mi vida, entonces eres tan madre como yo, tu sabes que yo a Andresito lo considero mi hijo, porque no va a ser contigo igual.

- Es que podían ser hermanos, pero tú eres la que no se quiere casar.

- ¿Quién te dijo que no me quiero casar? Te digo que nos casemos y cuanto más pronto mejor

- Pero ¿entonces porque no lo hicimos antes y los hubiéramos anotados como hermanos

- Porque no son hermanos, no tienen el mismo padre, no tienen la misma madre, que clase de hermanos pueden ser.

- Los que son queridos por dos madres que se aman, o no es así

- Que las madres se amen no hace hermanos a nadie

- Pero si tú te consideras madre de Andresito, y yo de Rafaela lo mismo, ¿no son nuestros hijos?

- Son nuestros hijos porque los queremos como tal, pero no son hermanos y es inútil que pretendemos hermanarlos con un documento.

- Pero ¿qué mal hacía que los anotáramos así?

- Norma, yo hubiese hecho cualquier cosa por tener un hijo contigo, de nuestra sangre, pero no hay forma. No voy a hacer como hicieron mis padres, no pretendo imponer nada, pero si se da, no quiero que un papel lo impida por el rollo del incesto.

- Me estas queriendo decir que te gustaría que formaran una pareja entre ellos

- Te digo que si la formaran, estaría feliz, la unión que no podemos hacer directamente, la haríamos a través de ellos. Si tuvieran un bebé, él bebe también tendría parte nuestra, sería nuestra continuación y no porque lo diga un papel, seriamos las dos abuelas biológicas, todo nuestro amor tendría continuidad, ¿entiendes? – me quedé mirándola con admiración

- Entiendo porque eres tan buena en informática, te adelantas al tiempo.

- ¿Solamente en eso soy buena? si quieres puedo tratar de demostrarte las otras cosas que también me parece que hago bien – me lo decía mientras me sujetaba de atrás y me besaba el cuello.

- Espera que dejo la niña que se durmió.

- Déjala, que ahora te voy a dormir yo a ti

- Uhm, uhm, nada de eso, te dije que hasta que no te pueda corresponder, me la aguanto.

- Me parece que con cuidado ya me puedes corresponder.

- ¿Te volvieron las ganas?

- Las ganas nunca se me fueron, y menos de hacerte el amor, la que no podías eras tú, pero yo no aguanto más si ya no te tengo – se pegó a mí y aprovecho que no había guardado la teta para tomarla entre sus labios y mamar como una Rafaela crecida.

 Se le notaba el ansia y a mí se me notaba la calentura, desde que tuvo a la beba no habíamos hecho nada y la carne llama. La nuestra llamaba a los gritos

Nos fuimos dejando llevar por nuestros instintos, la ropa sobraba y la sacamos, en un 69 apasionado, la subí arriba mío (ella era la que estaba convaleciente) ella con ardor, casi con furia chupaba y me metía los dedos tratando de reparar la abstinencia forzosa llevándome hasta el paroxismo.

Yo aguantándome para no lastimarla, le pasaba la lengua por la rajita, y hacía puerto en ese clítoris que tanto adoraba, lo succionaba despacito por si estaba medio pachucho, pero en un momento dado empezó a gemir con desespero pidiendo más acción y le hice caso, chupé hasta que sentí que se venía como en sus mejores orgasmos. Miré bien que no la hubiese lastimado, ¡y no! estaba todo perfecto. Volvimos a emparejarnos intercambiando nuestros sabores a base de besos.

 Estaba contenta, lo que antes era decepción, ahora era la alegría de saber que planificaba su vida, con un futuro donde siempre iba a estar yo, y quería tener algo que nos uniera más que unos papeles.

Nos íbamos a casar, yo lo deseaba y ella también; pero eso era lo formal, lo principal era el deseo de que nuestro amor llegara más allá de nosotras.   

 Bueno, aquí termina otro de mís relatos y muchas gracias para quienes los valoran, y a quienes me animan por el correo para que siga escribiendo 

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