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El Rincón de Lesbos 1 de 2

en Lésbicos

Este relato lo escribí porque me dio gusto imaginarlo por el humor que implicaba, no me hizo tanta gracia escribirlo, hasta pensé poner un manual de instrucciones para diferenciar lo que es del relato, de lo que es del relato dentro del relato. No me fue fácil, y me ilusiono que la inteligencia de los lectores para entender este barullo, puedan suplir la que me faltó a mí para explicarlo.

Gracias si aguantan terminar la lectura, y no sean muy malos para criticarme, que me costó bastante.

Con Mirta, nos conocíamos desde pequeñas, su familia se había mudado a nuestro pueblo a una casa cerca de la nuestra, íbamos al mismo colegio y nuestras familias se hicieron amigas.

Nosotras; tengo que reconocer, que solas, éramos un poco hiperactivas, pero cuando estábamos juntas, éramos la peste en colores.

Nos gustaba todo, y por gustarnos todo, era fácil coincidir en nuestros gustos. Entre estos estaba el remedar a los profesores. Más de una vez nos habían pillado y nuestras buenas reprimendas nos habíamos llevado.

Como alumnas, en el estudio éramos de las mejores, lo hacíamos juntas, y nos servía. Quizá por buena memoria o buena imaginación para dar los orales, siempre salíamos con buenas notas.

También nos ayudaba la simpatía de las maestras, que a pesar de nuestras travesuras, sabían que en las representaciones festivas éramos las que más empeño poníamos. Nos encantaba actuar ante la gente. Éramos unas payasas y lo disfrutábamos. Tanto nos daba hacer de mujer o de hombre (ya que los niños eran más remisos a las actuaciones y había que suplantarlos) modulábamos la voz como podíamos, pero a la gente les hacía gracia.

Yo me llamo Claudia, que por puro bruta no se los dije antes. Bueno, seguimos. Cuando estábamos en el secundario, se nos ocurrió empezar a animar fiestas para los niños, cosa de ganar algún dinero para nuestros gustos sin depender tanto de nuestros padres. Ahí poníamos voz a dragones, caballeros, caperucitas, brujas y lo que viniera. Nos fue bien, quizá porque lo hacíamos bien, y porque nos gustaba hacerlo.

Nos anotábamos en cualquier curso, tanto de canto, de actuación, de representación, en fin, aun sin saber para qué, todo lo que servía para comunicarnos, nos venía bien. Quizá fue el motivo que nos llevó a anotarnos cuando terminamos el preparatorio en ciencias de la comunicación.

Nos tuvimos que mudar a la ciudad para cursar la carrera. Teníamos la ayuda de nuestros padres y entre las dos pudimos alquilar un departamento no grande, pero para nosotras alcanzaba. Contaba con dos dormitorios, una cocinita y una sala donde estaba la tele, unos sillones que compramos usados, pero estaban bastante bien, y al fondo de un pasillo un baño bien instalado.

Seguimos con la costumbre de anotarnos a talleres de expresión, tanto corporal como en el dominio de la voz. Teníamos la ilusión que, al saber Ingles perfectamente, hasta podíamos hacer el doblaje de películas, de ese idioma al español.

Eso iba por afuera de nuestra carrera universitaria, pero el saber usar nuestra voz decentemente, creíamos que nos podía abrir algunas puertas.

A poco, ya nos dio los primeros frutos, no fue mucho, apenas una propaganda en un canal privado, donde teníamos que doblar la voz de las protagonistas dándoles las entonaciones que la escena requería. Nos salió bien y nos ganamos unos dinerillos, más la admiración de nuestra profesora, que nos pareció que le gustaba algo más que nuestra voz.

En cuanto a nuestra vida privada, la llevábamos bien, casi siempre salíamos juntas, y si pillábamos algo, teníamos nuestro código para avisarnos si teníamos que dejar el campo despejado. Si traía algún acompañante, simplemente me metía en mi habitación y trataba de no incomodar, lo mismo ella, pero generalmente tratábamos de arreglarnos en algún hotel al paso. Eso sí, avisando para no quedarnos preocupadas.

Leonor que era nuestra profesora, era activista en el movimiento feminista, aparte de participar en el colectivo LGBT. Alguna letra le caía bien.

El asunto, que se le ocurrió hacer algo para apoyar al movimiento en el día del orgullo gay, y como era muy amiga de la dueña de una de las radios más escuchadas de la ciudad, se le ocurrió que se podía transmitir una emisión radial de un encuentro lésbico, para reafirmar la libertad de los sexos.

Cuando nos contó, no sabíamos de qué íbamos nosotras, ya que, de eso, nada, y no era porque nos cayera mal, que cada cual, con sus gustos, pero nosotras con una buena polla nos conformábamos, sobre todo si no era siempre la misma, que lo repetido aburre.

Y ahí llegaron las explicaciones de lo que nos tocaba. El asunto es que Leonor había escrito un guion donde nosotras seríamos las protagonistas, poniendo la voz a los personajes.

 -Pero Leonor, si nosotras nunca estuvimos en eso de que te podemos servir.

 - Pero ¿y eso qué? O acaso cuando te transmiten una de guerra el sonidista anda a los tiros en el estudio. Mira esto es así. Tú en off, por ejemplo, explicas la escena en tono neutro; lo que está entre paréntesis son los pensamientos de las chicas, y lo dice cada una según le toque, con voz acorde a lo que está pensando; los sonidos de una puerta cerrarse, o los ruidos ambientales, los hago yo.

- ¿No nos vamos a hacer lio con lo que tenemos que decir porque hay que decirlo, y lo que tenemos que decir porque lo pensamos? - preguntó Mirta

- Ah, no sean tontas, si es fácil; Claudia, a ver, en la parte del guion que marca tu nombre, es porque tienes que hablar tú, como Ana De los Milagros. Y tú Mirta, donde está el tuyo, tienes que vocalizar el papel de María Eugenia y ya está. También tienes que decir lo que piensas en un tono consecuente a la situación. Lo demás, es cuestión de ponerles los sonidos como si estuvieran haciendo el amor y nada más.

- Ag, mejor leamos el guion y ya vemos, vamos a grabar y después corregimos. Claudia, empieza tú, estas esperando a Mirta y en un tono bajo, como que viene de atrás, dices lo que estás pensando, anda lee

Claudia- (oh ahora viene María Eugenia ¿cómo hago para aguantarme sin decirle lo que siento por ella) – se aproxima María Eugenia, mirando los labios de Ana de los Milagros mientras piensa (esos labios me atraen, si pudiera robarle un beso no me importaría ir al infierno) - María Eugenia, que alegría me das, déjame saludarte como te mereces.

Mirta - Todos los merecimientos son tuyos Ana de los Milagros – se besan castamente mientras en su imaginación sus pensamientos vuelan (¿porqué, porqué, tan cerca, y tan lejos de esos bellos labios, mi corazón no lo resiste)

Mientras Ana de los Milagros a su vez piensa (me pareció que miró mi boca con ganas de besarme ¿será cierto? Si así fuera)

 -Leonor ¿no sería mejor si le pusieras los nombres más cortos? o por lo menos que se llamaran por uno solo. – marcó Mirta

- ¿Qué sabes? Quiero que la sociedad se dé cuenta que en la aristocracia, también se impone primero el amor antes que su condición de hombre o mujer, y ellas se tratan así.

- No estoy tan segura que se traten así, quién va estar preguntando, ¿Ana de los Milagros, te puedo chupar una teta?

- Ay… no seas ordinaria, en todo caso besar un seno diría, aparte lo que tienen que hacer ustedes, es el sonido para que el oyente pueda escucharte sorber ese seno.

 – Pero Leonor, como quieres que me acuerde del ruido que hacía cuando le chupaba la teta a mi mama.

 – Bueno, está bien deja que ese ruido lo hago yo, y tú Claudia sigue

Claudia – María Eugenia ¿quieres que te sirva un té? (Quisiera ser la taza que van a acariciar esos labios)

Mirta – Ay sí, un té servido por ti es lo que más deseo (Quisiera que esa taza fueran tus labios para beber de ellos) Leonor hace el ruido de beber

Claudia – (Estamos sentadas mirándonos a los ojos, y me ahogo en su profundidad, no puedo más tengo que decirle)

Mirta – (Parece que su mirada me envolviera, ¡no! debo ser yo que me hago ilusiones, es tan religiosa que ni se le ocurriría que estoy enamorada de ella)

Claudia – María Eugenia, te tengo que decir una cosa, aunque me hunda en el infierno; sé que me vas a despreciar por lo que te pido, pero si no lo hago, las llamas de mi pasión van a terminar conmigo, deseo darte un beso (ya está hice lo que pude, ahora a aguantar su desprecio)

Mirta – Ana de los Milagros, ¡oh…! nunca voy a dejarte descender al averno, ven, ven, que mis labios están deseosos de apagar esas llamas que te consumen.

En ese momento paramos un poco. Leonor había hecho de sonidista y Mirta estaba que no se aguantaba más y pidió permiso para ir al baño, me pidió si la acompañaba, y allí fuimos.

-Joder Claudia, esto no se si lo aguanto, si las lesbianas hablan así, echarse un polvo debe ser un parto – no nos podíamos aguantar la risa

- Bueno, mira, vamos a seguir, total quien te dice que la de la radio sea igual que Leonor y nos pueda dar algún bocadillo,

Volvimos con la intención de seguir con este ensayo, por más estrambótico que nos pareciera el guion. Nosotras solamente poníamos la voz.

-Sigamos – dijo Leonor – a ver después del beso sigue tú Mirta, pon voz de apasionada, que estas deseosa, aquí tienes lee.

Mirta - ¡Oh! Ana de los Milagros, tu beso me sabe a pecado, pero es el pecado más maravilloso y si es así te acompaño al averno, siente como late mi corazón – mientras desabrochando su blusa lleva la mano de Ana a su seno-

Claudia – María Eugenia, que alegría que me das, te pusiste el sujetador que te regalé, feliz de él, quisiera que fueran mis labios los que protegieran la tersura de tu piel.

Mirta – Ay Ana de los Milagros, que cosas me dices, tienes que saber que no hay nada que me protegería mejor que tu aliento, ven, ven, siente como palpita deseando la visita de tus preciosos labios.

El asunto siguió así, supongo que el guion debía tener su encanto para Leonor, nosotras no éramos capaces de encontrarlo.

Nos llevó toda la tarde, entre enmiendas y compaginar los sonidos y todavía nos faltaba la culminación, que según Leonor tenía que ser el broche de oro.

Nos volvimos a casa muertas de risa, pero decepcionadas por ver como la ilusión de hacernos notar por la dueña de la radio, quedaba pendiente de un broche de oro, que poco tenía que abrochar.

Después de salir de la universidad. A la tarde fuimos nuevamente a terminar nuestra parte. Mirta se burlaba

-Mira que eres guarra Ana de los milagros, ¿así que el sujetador que me regalaste era nada más que para chuparme las tetas? Vamos a ver si con el broche de oro, me chupas algo más interesante.

- Anda. Anda, que bien que te gustaría, si eres una calentona.

- Puf, con esa representación, ni poniendo el culo arriba de una estufa – seguimos así en plan de guasa, cuando llegamos Leonor nos estaba esperando ansiosa. Había terminado el guion con la entrega total de la tal María Eugenia al amor de su enamorada, o sea yo.

La escena como era lógico terminaba por los bajos. Con la parte que nos correspondía a cada una, nos pusimos ante el micrófono. Empezaba yo

Claudia - ¡Ah María Eugenia! Después de haber tenido la dicha de sentir en mí boca la suavidad de tus maravillosos senos, solamente te ruego me dejes conocer los secretos de tu intimidad.

Mirta - ¡Oh! Ana de los Milagros, ¿acaso quieres mancillar mi intimidad, y con qué? Sabes que soy virgen.

Claudia – No, María Eugenia, no, nunca haría eso, solamente quisiera deslumbrarme con la belleza de tu intimidad, y posar mis labios en ella para entregarte todo mi amor, en un ósculo que te demuestre que mi vida te pertenece, y siempre te pertenecerá por más que haga la sociedad por separarnos. Sé que no somos comprendidas, pero lucharemos contra el mundo, y aunque no pueda demostrarte mi amor como quisiera, el, siempre estará ahí, y no va a ser este mundo injusto, el que pueda apagar la pasión que por ti anida en mi pecho, llegara el día en que el amor será libre, y prevalecerá sobre todas las mezquindades…

A esta altura ya el párrafo me parecía exagerado de largo, paré y se lo dije

-Leonor, ¿no te parece que es mucho tiempo hacerla esperar para que le coma el coño?

- Ah…, tú de literatura no sabes nada; no son dos golfas que se quieren liar, son dos mujeres de buena posición que se aman y encuentran la oposición de una sociedad anquilosada en sus costumbres machistas, que nos oprime y no nos deja emerger con nuestro potencial de mujeres libres.

- Pero Leonor ¿no es qué querías hacer algo erótico conmemorando el día del orgullo gay?

- Y eso es lo que estoy haciendo, pero aparte del erotismo. Quiero inculcar la conciencia de libertad sexual entre los humanos, sean del género que sean.

- Mira – dijo Mirta – la libertad sexual puede ser que así la inculques, pero erotismo, lo que se dice erotismo, de este modo, no creo que lo inculques mucho.

- Bah, ustedes que saben, le comenté a doña Elvira, la dueña de la radio y quedó encantada con la idea.

- Bueno, si tú lo dices, sigamos. ¿Dónde íbamos? A ver, ah…, era que le estaba queriendo comer la almeja a esta.

- Que bruta que eres, gracias que ahí tienes para leer el guion, que si fuera por ti, esto parecería solamente un relato de índole sexual.

- Y yo que pensé que de eso se trataba, pero si quieres otra cosa, allá tú.

Claudia – Oh mi amor, déjame quitarte estas braguitas, que tienen la dicha de estar en contacto con tu intimidad, que tienen la fragancia que tu intimidad le imprimen. María Eugenia déjame extasiarme con la visión de tu intimidad, para que quede en mis pupilas para siempre

Hay que reconocer que es una escena muy íntima – intercaló Mirta

-Y qué, ¿te parece que por una radioemisora puedes tratar nuestras partes de una manera burda?

- No sé mujer, pero le podías llamar la almeja, el chochito, que queda cariñoso, ponle que no le digas coño al coño, pero hay otras maneras, aunque no sean tan intimas

- Bueno, si quieren hacerlo, lo hacemos como yo digo, y si no dejamos

- Está bien, está bien, no te enfades, a ver Claudia, sigue con que me quieres comer la intimidad y no te comas el micrófono de las ganas. - comentó riéndose

 - Vete a la mierda, a ver…, ¿por dónde íbamos? ¡ah sí! ya te estaba por quitar las bragas.

Claudia – Oh…que maravilla María Eugenia, poder adorar el fruto del edén en todo su esplendor, la cuna donde se procreó la humanidad, la semilla que hizo brotar mi amor, el principio y el fin de mis pensamientos, de mis ardores, de mis ilusiones, que no daría por sentir sus sabores, respirar sus olores, sentir la suavidad en el tacto que mi lengua provocaría, y después de admirar esta maravilla, usar el sentido que me queda para escuchar los suspiros que te provocarían mis besos.

– Mirta que es una deslenguada, no pudo quedarse sin preguntar.

-Leonor, tu sabes que nosotras no jugamos en ese equipo, pero por saber nada más, ¿Para comerse un coño, hay que pegar tantas vueltas?

- Mirta, tú no sabes nada de romanticismo y menos de gente culta, ¿qué te crees, que a las chicas de alta sociedad le vas a decir te quiero comer el coño y ya? Tienen una cultura que tú no tienes.

- Pues yo conozco unas cuantas de la alta sociedad que son más guarras que yo.

- Bueno déjate de decir tonterías y sigue con tu parte – tomó el papel y siguió

Mirta – Ay, Ana de los Milagros, tus palabras llenan mi corazón de emoción, ¿cómo decirte que no, si mi cuerpo y mi alma pugnan por sentir el contacto de tus labios? ¡si! ¡si! Mi intimidad es toda tuya haz con ella lo que quieras, que sé que harás que mi alma fluya hacia tus labios, así…, así…, hazme sentir la calidez de tu aliento, la suavidad de tus labios, la tersura de tu lengua en mi intimidad, como lo estás haciendo y podrás sentir los efluvios de mi amor que brotan desde el fondo de mi ser, como una ría que va a diluirse en el océano de tu boca.   

Después de eso, nos quedamos las tres mudas. Fue Mirta nuevamente la que rompió el silencio

- ¡Eso es comerse un coño y no lo que me habían contado! – parecíamos las máscaras griegas, nosotras no aguantábamos la risa y Leonor no podía disimular su enojo, al fin la calmamos diciéndole que era un chiste para aflojar la excitación que nos había provocado.

El día siguiente Leonor se ocupó de pulir los sonidos, nosotras de poner las voces en off, explicando lo que estaba pasando ya que en la radio no se veía, y aparte los pensamientos de las chicas en un tono más íntimo. Estuvimos todo el día, Leonor quedó contenta. Nosotras no tanto, nos parecía muy impostado, pero de transmisión radial habíamos estudiado poco, y aparte la dueña de la radio debía saber.

Quedamos que al otro día le llevábamos la grabación, la quería escuchar en su casa tranquila, y no quería que en la emisora se enteraran hasta estar lista para emitirla, iba a ser un aporte  para el día del orgullo, y demostrar que era una emisora moderna, y de vanguardia, se iba a emitir a la noche en un horario acorde, donde no hubiera niños para escucharla.

La casa de doña Elvira, era una casa grande, linda, y bien conservada. Su dueña hacía juego con la casa. Grande, linda, y bien conservada. Pasamos a una sala acorde, con dos sillones grandes y dos individuales. Me extrañó que no hubiera televisión, pero así era. Leonor nos presentó, como las aportantes de las voces que escenificaban la ficción, que tendría que conmover a los oyentes, cosa nada fácil.

Después de las presentaciones y enterarse que éramos estudiantes, colocó doña Elvira la grabación en un reproductor de alta fidelidad y nos dijo

-Chicas, ustedes que están estudiando de comunicadoras, tienen que saber que la radio solo la entiende quien sabe escucharla; más en una fantasía como esta, donde es la imaginación la que tiene que suplantar lo que no ven los ojos, por eso les recomiendo que hagan como yo. Escúchenla con los ojos cerrados, yo me tapo la cabeza con una toalla, para separarme del contexto y poder apreciar en las tonalidades de las voces, lo que se está representando.

Quedamos impresionadas, esto iba para serio, nos arrellenamos en un sillón y cerramos los ojos como nos había pedido. Prendió el aparato, y tras un breve silencio, se escuchó el ruido de una puerta y luego nuestras voces.

Mirta y yo, nos habíamos tomado de la mano con ánimo de sensibilizarnos con lo que estábamos escuchando, nuestra conversación inundaba el ambiente, los gemidos de nuestro erotismo se percibían nítidos, Leonor le había aumentado la intensidad, logrando que se escucharan con más firmeza.

Así estuvimos poco más de media hora hasta que terminó la grabación.

Cuando abrimos los ojos, vimos a Leonor que todavía seguía con los suyos cerrados respirando agitadamente con una mano sospechosamente próxima a su entrepierna. No entendíamos nada, a nosotras no nos había provocado ningún efecto. Vimos a doña Elvira doblada en el sillón, tapándose la cara con la toalla con signos de convulsiones. Nos preguntábamos qué le había parecido tan erótico, hasta que se destapo la cara y oímos sus carcajadas.

-Leonor, esto está estupendo ja,ja,ja, - no se podía contener la risa – pero no me dijiste que iba de risa, para el orgullo gay no va a servir, se van a creer que nos burlamos ji,ji,ji. – la pobre señora no podía parar de reír.

- Pero doña Elvira ¿cómo que nos burlamos? Esto es una pieza de erotismo puro, una denuncia contra la intolerancia de los que están contra nuestra causa.

- Leonor, no me jodas, me imagino la cara de mi secretaria si le digo “Mariela, chúpame la intimidad y trágate los efluvios que voy llenarte tu océano” seguro que llama a un loquero para que me internen – no podía parar de reírse, tanto así que nos la pegó a nosotras – ay sí que está cómica la grabación, pero no es para esta ocasión; mira la idea es buena para llamar la atención si la haces en serio, ja,ja,ja, esta la dejamos, a lo mejor para carnavales o algo así.

- Doña Elvira, no veo ninguna comicidad en estos diálogos, más bien es el erotismo llevado a su máxima pureza entre gente culta.

- Ay, Leonor, Leonor, mira que eres graciosa ¿te imaginas tirándote una tía hablando así?, la haces mear de la risa como me estás haciendo mear a mí, espera que voy al baño y después hablamos, que la idea haciéndola bien, puede andar.

Se fue al baño sin aguantarse la risa. Nos quedamos sentadas aguantando la nuestra, Leonor estaba furiosa. De pronto se levantó y se dirigió a la puerta mientras nos mascullaba.

-Esta vieja puerca confunde erotismo con pornografía, si se quedan, díganle que se quede con la idea, que yo tengo educación, no me voy a prestar para hacer una cosa de mal gusto. – se fue dando un portazo, un poco antes que llegara doña Elvira.

- ¿Y Leonor?, preguntó extrañada

- Se fue, estaba medio ofendida, dijo que se puede quedar con la idea, que ella no iba a hacer una cosa ordinaria.

- Ay…, esta mujer, tiene buenas ideas, pero se le metió en la cabeza que es una dramaturga, y se olvida que la realidad también existe. Pero bueno, ¿ustedes no pueden hacer un unitario de este molde, pero como Dios manda? – Nos miramos sin saber bien que era lo que Dios mandaba.

- Pero no sabemos, ¿cómo tendría que ser? ¿Y los sonidos como los hacemos?

- Pues miren, tendría que ser como son, que no es para inventar nada; hacer el ruido que hacen dos mujeres follando, y hablar como hablan dos mujeres en este siglo mientras se machacan.

- ¿Y que sabemos los ruidos que hacen dos mujeres cuando se machacan?

- ¡Pero como! ¿ustedes no son lesbianas? ¿Cómo se pusieron a hacer esto?

- Una vez hicimos de caperucita y el lobo, y yo le aseguro que no tengo nada de caperucita y ella menos de lobo. Si hicimos eso es porque nos dijo, que a lo mejor si lo pasaban nos podíamos ganar algunos cuartos.

- Y sí, si lo pasáramos seguro que algo se iban a ganar ¿no se atreven a hacerlo ustedes? Pero hablando como la gente normal, claro si lo hacen van a tener su paga, y si lo hacen bien, les voy a pagar bien.

- Esta bien – contestó Mirta – vamos a hacerlo, espero que le guste. – quedamos así comprometiéndonos que la semana próxima le traíamos algo.

Cuando salimos, lo primero que hice fue reprocharle a Mirta

- Mirta, tú estás loca ¿qué sabemos de los ruidos que hacen dos chicas?

- Boba, para que está internet, miramos unos videos y ahí nos enteramos

- Uhm, tienes razón, a veces piensas – llegamos a casa y fuimos al ordenador a buscar videos, No servían para nada, lo único era que una chupaba, la otra gemía, si no lo veías, no sabías cuando se sacaban la ropa, y a veces ya salían despelotadas, en fin, poco sacamos de eso. Los sonidos ambientales, también eran otro problema. Leonor los tenía en una consola grabados, nosotras nada. Cuando se lo hice notar a Mirta, se quedó pensando

- Creo que no habría problema, si usamos el guion de Lorena, no hay mucho despliegue, el timbre con tocarlo ya está, cerrar una puerta lo mismo, y caminar sabemos, tenemos que cambiar la forma de hablar y ya está.

- Ah sí, y para el beso a María Eugenia, y la chupada de tetas de donde sacamos el ruido.

- Y yo que sé, chupamos algo, besamos algo, nos ponemos los micrófonos personales y creo que se van a escuchar bien.

- Sí, y después si vamos a tener que contar todo lo que está pasando, nos va a salir lo mismo que lo que nos hizo grabar Leonor, ¿qué ruido van a hacer dos mujeres dándose el lote?

- Pues con que hagan la mitad del que haces tú cuando te traes un tío alcanza.

- Ay mira, porque tú eres muy silenciosa, joder, que se enteran hasta del otro edificio, ahí sí que no hace falta verte para saber lo que estás haciendo.

- ¡Oye! piénsalo un poco; el barullo lo hacemos nosotras, si llegáramos a follar entre las dos, nos echan. Lástima que no lo grabamos nunca

- Igual no iba a ser lo mismo; pero oye, por darnos un beso no se nos van a caer los dientes, nos damos un beso y vemos como se escucha –

 Nos lo dimos y después lo reprodujimos.

- Creo que tiene que ser más largo y más ruidoso ¿no te parece?

- Me parece que sí. Podíamos ir grabando la escena como si estuviera pasando, el argumento que escribió Lorena, no está tan mal, el dialogo a como nos salga, después corregimos.

- Sí, pero los nombres los cambiamos, eso de María Eugenia no pega; ponle que yo me llamo Lucia y tú Zulema ¿Vale? – nos pusimos micrófonos personales, y otros ambientales, después mezclaríamos.

Sonó el timbre y abrí una puerta, no era la de calle, pero el ruido era lo mismo.

Claudia – Hola Lucia, tú por aquí, me alegro que te acuerdes de mí

Mirta – No digas eso bonita que me acuerdo más de lo que te parece.

Claudia – Ay no me digas; una chica tan guapa como tú, tendrá de quien acordarse más importante que yo, ¿quieres una cerveza? – (Que linda que es)

Mirta – Bueno trae, pero si crees que hay alguien más importante que tú, es que no sabes la importancia que tienes para mí. – (si supiera cuanto la amo)

Traje las latas y bebimos haciendo ruido, cosa que se notara. Le quedó un poco de espuma en el labio superior, me dio la idea de meterlo en el dialogo

Claudia – Te quedó un bigote de espuma en el labio, te queda muy bonito

Mirta – No te rías y sácamelo – le pasé el dedo, y para que se escuchara me lo chupé sonoramente, se sonrió y siguió el juego.

Claudia – Parece que la cerveza que tomaste tú es mucho más rica que la mía, tiene diferente gusto

Mirta – Debe ser que use un lápiz labial saborizado con gusto a fresa.

Claudia – Pero ¿hay de esos? Me gustaría probarlos

Mirta – Aquí no lo tengo, pero otro día te lo traigo para que lo pruebes.

Claudia – Lo tienes puesto, ¿me dejas probarlo de ahí. - (el pecho me retumbaba quizá podría llegar a probar esos labios divinos)

Mirta – Ay Zulema, no sé si esto está bien, pero si quieres prueba (ojalá se anime, con lo que lo deseo)

Nos miramos aguantándonos la risa, nos encogimos de hombros y nos pegamos un morreo, como para que se escuchara bien. Apagamos los micrófonos.

-Claudia, pareces una sanguijuela, casi me borras los morros.

- ¡Ah yo! porque tú, parece que te hubieses quedado pegada, no me extrañaría que te hubiese gustado.

- Bueno, mal no besas, también con los morreos que te pegas con tus maromos, lo que te faltaba es que no supieras besar,

- Esta bien, tengo que reconocer que tú también besas rico, pero vamos a ver como se escucha – pusimos el reproductor y entre los diálogos y los sonidos quedaba bastante bien, después tendríamos que agregar en off con voz subyugante lo que se supone que estaban pensando las protagonistas.

- Uhm…se oye bien, ahora se viene la parte de las tetas, ¿cómo seguimos?

- ¡Y yo que sé! la mejor forma de hacer el ruido de chupar una teta, será chupando una teta, ¿si quieres? total peor que besarte no debe ser.

- Bueno, pero no me muerdas, ¿por dónde empezamos?

- Yo diría que empecemos por el principio así no tenemos que empalmar que por ahí nos sale mal – era más práctico; y por qué no; me había gustado. Tomamos un poco más de cerveza, algo nos ayudaba para desinhibirnos. La situación fue como antes el beso un poco más prolongado, llegamos a la parte donde habíamos cortado, y tenía que seguir yo

Claudia – Luci desde hoy, las fresas ya no serán lo mismo si no las pruebo de tus labios.

Mirta – Zulema, no me digas eso, no está bien lo que hicimos. Si se supiera seríamos la vergüenza de la familia.

Claudia – Y te parece bien que tenga que aguantar este sentimiento de amor que me carcome el pecho, sabes, no me importa lo que piense mi familia, y no tengo vergüenza de quererte, tu quizá no sientas lo mismo, pero mi amor es más fuerte que todo lo que pueda oponerse.

Mirta – ¿Quieres saber lo que siento? Mira mi corazón como late cuando estas cerca, ¿por qué te crees que vengo a visitarte? Te amo Zule, te amo tanto cómo no puedes imaginarte (traje su mano a mi pecho y a su contacto un estremecimiento recorrió todo mi cuerpo)

Claudia – Lucia, déjame quitarte la blusa para sentir en mis manos la suavidad de tus senos (le desabrocho la blusa) ¡te pusiste el conjunto que te regalé! Estás preciosa con él, pero seguro que vas a estar más hermosa si te lo saco (le saqué el sujetador y esas hermosas colinas quedaron expuestas a mi lascivia) por favor, no me niegues el placer de escuchar tus latidos a través de mis labios.

Mirta – Si, mi amor, dame la calidez de tu aliento y alimenta mi pasión.

Le chupaba los pezones de manera bastante sonora, Mirta soltaba unos gemidos, como si la estuviera follando en serio, hasta no se si no le estaba gustando. Estuvimos un buen rato, entre chupetones y gemidos.

-Puff… creo que para esta parte ya debe estar bien, te voy a gastar las tetas,

- Vamos a escuchar, pero si quieres seguir alimentando mi pasión, puedes,

- ¿No me digas que te estás calentando conmigo?

- No es que me caliente contigo, es que soy sensible en esa parte, vamos a ver cuándo me toque chupártelas a ti, como la llevas. – volvimos a pasar la escena, y nos gustó como se escuchaba. Al agregarle las acotaciones, con una voz que no rompiera el ámbito creado, pensábamos que se iba a escuchar mejor.

- ¿Y ahora cómo seguimos? Llega la parte más complicada, ¿te atreves a simular que te están comiendo el coño?

- Y no sé, nunca estuve en eso, ¿y tú te atreves a simular que me lo estás comiendo? Es lo mismo, tu nunca lo hiciste y yo tampoco.

- Mira vamos con los diálogos, y de lo otro, hasta donde llego, llego.

Claudia – Mi amor, déjame quitarte la falda, no tienes derecho a ocultar a mis ojos el tesoro que estoy deseando.

Mirta – Zulema, Zulemita, haz lo que quieras porque soy toda tuya.

Claudia – Cariño quisiera ser como tus braguitas para sentir la suavidad de tu almejita, sentir el aroma de esa cuevita de amor, ¿ves? Ahora que puedo ver tu belleza en el sitio más sublime, por favor déjame adorarte,

Los diálogos no me parecían que estuvieran saliendo mal, la parte de Mirta se escuchaba bastante bien, aparte después de sacarle las bragas, le estaba dando un dedo, que no creo que necesitara simular mucho. Faltaba los sonidos que podía aportar yo, en mi papel de chupadora enamorada. No sabía cómo hacerlo; al fin, de perdidos al rio, teníamos confianza entre nosotras, y la verdad que estaba bastante cachonda.

Metí la cabeza entre sus piernas y busqué su clítoris. Si ese era el punto crítico mío, suponía que el de ella también. Por los gemidos que soltaba y como se movía, parecía que aparte del punto, le encontré la coma y hasta algún acento francés. Cuando le metí dos dedos adentro, tuvo la lucidez de no apartarse de su papel, aunque no sé si necesitaba gritar tanto

Mirta – Zule mi amor, sigue, sigue, ayyyy, por favor esa lengua me mata, que me corro, no pares mi amor, me vengo, me vengo…así…ahhhh…ahhh - mientras me agarraba la cabeza y me apretaba contra ella, eso no estaba en el papel. Se ve, que mucho no le costaba simular, porque aparte de la calentura que me transmitió, me dejó la cara perdida. Quedó con las piernas abiertas desmadejada.

-Mira que eres guarra, fíjate como me pusiste.

- Perdóname, pero si me dejaste muerta

- Pues apúrate a resucitar que te toca tu parte

- ¿No te dio asco?

- ¡No! No sabe mal, mira – arrimé los labios a los suyos y probó su sabor bien a gusto, besaba bien la cabrona, no me daba ganas que parara

- No está mal ¿el tuyo tendrá el mismo sabor?

- Y yo que sé, averígualo, podíamos poner parte de esta conversación, para ensamblar el momento que te toca a ti.

- Después vemos, ¿empezamos por los besos?

- ¿Cómo que empezamos? ¿qué estuviste haciendo desde que me vine de ahí abajo?

- Bueno mujer, eso fue para conocer el gusto, te pregunto para actuar.

- Y podemos empezar por ahí, pero vamos a cambiar los diálogos sino va a parecer una repetición de lo mismo.

No vale la pena contar lo que, en realidad casi era una copia de lo que ya habíamos hecho, solamente cambió cuando tuve que apurarla porque se había quedado atrancada en mis tetas, y yo no aguantaba más con las ganas de que siguiera. Tengo que reconocer que se esmeró, me chupó el coño que era una delicia; con la lengua, hizo las diabluras que se le ocurrieron, y tengo que reconocer que el orgasmo que me sacó, fue de esos que una se acuerda por mucho tiempo. Paramos la grabación y quedamos enredadas abrazadas una a la otra.

- Cómo te aprovechaste que estaba el grabador prendido.

- Uy sí, cuando vi lo mal que te caía, se me ocurrió molestarte para hacerte una broma

- No sé, pero mal gusto no debes haber encontrado, por cómo le diste lengua

- Tengo que reconocer que viniendo de donde vino, sabe bastante bien, prueba, - ahora fui yo la que encontré mi sabor en sus labios, nos quedamos un rato descansando y nos levantamos a cenar.

 Quedamos que al otro día íbamos a trabajar con la compaginación, y nos fuimos a dormir entre sensaciones raras. Nunca se me ocurrió que podía llegar a hacer eso con una mujer, pero como lo hice con mi mejor amiga, no me arrepentía; de tener que hacerlo, mejor con ella. Con otra ni soñando, que eso de darse el lote entre mujeres es de lesbianas, no era lo nuestro.

Esta es la primera parte, espero que haya sido comprensible, perdonen los errores

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