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El tren de mi destino

en Amor filial

MAITE

Me quedé paralizada, no podía entender como un momento tan maravilloso lo destruía por algún concepto estúpido. Estaba furiosa, realmente furiosa, estaba empezando a preguntarme si mi hermana no era idiota. Qué mierda quería. Sabía que a mi lado iba a ser feliz. Si yo nací porque ella me estaba esperando, fui su bebita, fui su muñeca, fui su hermanita pequeña, fui todo lo que quiso que fuera, ¿y ahora qué? ¿no se da cuenta que su futuro soy yo?

Me fui a acostar con rabia. No era bueno, me quedé pensando. Estoy haciendo todo lo que puedo para encauzar nuestra relación, pero ella que ponga algo de su parte. Sé que me quiere, diga lo que diga lo siento cuando me arrimo a ella, cuando me enrula el pelo para desenredármelo. Me quiere tanto cómo la quiero yo, pero anda con ese cuento de que somos hermanas, como si viviéramos hace dos siglos.

Ya me di cuenta cuando todavía vivíamos en casa de mamá, estaba desorientada y se vino para aquí. Cuando se echó novio, pensé que se estaba volviendo loca, novio ella ¡pero si ella era mía! Igual, pensé que a lo mejor quería saber si con un hombre podía estar mejor; así le fue. No sé cómo no se da cuenta que es para mí, así como yo soy para ella. No me va a tener sin dar nada a cambio, y lo que quiero de ella es todo, como todo es lo que le quiero dar. ¿Es boba o qué?

En algún momento me quedé dormida. Cuando me desperté, me levanté decidida a aclarar bien las cosas. Justo que salgo de la habitación la veo ya vestida como para salir, iba elegante, pero con esas ojeras la cagaba.

-Cele, tenemos que hablar.

- Mira, yo ahora no puedo, me tengo que ir urgente, creo que hasta mañana no vuelvo – y así, sin decir nada más, se fue y me dejó con mis explicaciones. No me causó nada de gracia, pero qué le iba a hacer. Después supe que se había ido a casa de mamá, siempre íbamos las dos juntas, pero esta vez se largó sola. Se pasó los dos días viajando.

Sabía que esto lo había hecho para no darme oportunidad de conversar sobre lo que había pasado. Después, tuve la oportunidad de saber que no me había equivocado.

Esos dos días, mi materia gris trabajó a tope. Tengo un problema y gordo – pensaba – no me puedo quedar lamentando. Si tengo un problema, lo lógico es buscarle una solución ¿cómo qué? Voy a hablar con ella, si lo que le espanta es eso de meternos mano porque somos hermanas, o eso de andar buscando llegar al orgasmo; bueno, después del que me hizo tener, me va a costar renunciar, pero si tengo que hacerlo, renunciaré. Podemos seguir como antes, a mí con su cariño me basta. Bah, no es que me basta mucho, pero teniéndola cerca ya me conformo, es mi lugar, con orgasmo, o sin orgasmo.

Pensé cien veces lo que le iba a decir, cada vez que me parecía que eso era lo acertado, lo volvía repensar y ya lo estaba cambiando. Quise estudiar, pero mi cabeza no daba para eso. El domingo llegó tarde.

-Celeste, ¿podemos hablar?

- Ay Maite, vengo cansada, déjalo para otro momento – se metió en su cuarto y no volvió a salir. Al otro día, volví a tratar, pero estaba apurada. Hasta el miércoles me tuvo bailando con esa partitura. Ese día ya me cansó.

- Oye ¿trabajas en el cuartel de bomberos que siempre estás de urgencia?

- Maite, no puedo estar todo el día pendiente de ti, es hora que te arregles sola y no andes colgada de mi falda ¿no te parece? – se fue; se fue y me dejó con la boca abierta. Así que me tengo que arreglar sola, así que ando colgada de su falda, vamos a ver quién se tiene que arreglar sola. A la noche me preparé la cena e hice algo más por si ella quería, cuando llegó la saludé, y mientras me metía a la habitación le grité.

- Si quieres cenar ahí te queda algo, si te sobra ponlo en el refrigerador – se quedó mirándome, pero no hice caso y la dejé sola. El jueves hice lo mismo, ya no corría tanto, ni cuando llegaba ni cuando se iba. A la noche llegó y se sentó a darle un pellizco a lo que había hecho. No le dije nada, me levanté y me fui al cuarto.

 El viernes sabía que había quedado con unas amigas. Llegó casi de noche a cambiarse, yo ya me había duchado, estaba con la salida de baño, abajo, tenía puesto un camisón lleno de transparencias, y unas braguitas coloradas que podían parar el tránsito. Mientras ella se estaba arreglando, puse en la sala unos platos con unas tapas para picar, una gaseosa, una botella de tequila, limón, sal, y dos vasos. Me saqué la salida de baño y me quedé recostada en el sillón grande para ver una película, vio todo eso y preguntó extrañada.

- Y tú ¿qué vas a hacer que armaste este banquete?

- Voy a ver unas películas

- ¿Y vas a ver unas películas con una botella de tequila? ¿y dos vasos para qué?

- Es que va a venir Silvia, a ella le gusta el tequila y me va a enseñar a tomarlo, me dijo que tuviera sal y limón, no sé a qué va el cuento, ¿tú lo tomaste alguna vez?

- Sí, alguna vez lo tomé, y tú para que te enseñe eso la esperas en pelotas.

- Como en pelotas, que no ves que tengo el camisón y las bragas, cuando vamos a natación, ahí si nos vemos desnudas.

- En natación te pueden ver como se te da la gana, pero así estas peor que desnuda, y tu buena amiga te va a enseñar a tomar tequila, ¡qué bien! desnuda y borracha, ya me veo lo que va a hacer contigo.

- Oye, pero tú que te crees, ¿qué no me puedo arreglar sola? Pues para que lo sepas, no tienes que cuidar de mí, me puedo cuidar sin tu ayuda. No tengo que andar colgada de tus faldas. – se quedó mirándome furiosa

- Ya veo cómo te vas a cuidar, vete a la mierda – se fue dando tremendo portazo. Bueno, ahora a esperar, puse la película que me gustaba, fui comiendo algunas tapas con un poco de jugo. Iba por la mitad de la película cuando escucho la puerta, miro y era Celeste toda enfurruñada.

- ¿Qué te olvidaste que volviste tan rápido?

- Es que no me siento bien, ¿y tú Silvia dónde está?

- No, no viene, le dije que tú no querías que trajera a nadie

- Yo no te dije eso

- No me dijiste, pero la primera vez que invito a alguien, me haces un follón, que si estoy en pelota, que si tomo tequila ¿Qué más necesito que me digas?

- Lo que yo te dije es que no tienes por qué recibir a nadie desnuda, y lo del limón, el gajito en la boca, la sal, bien me lo sé yo cómo termina.

- Bueno, tú lo sabrás y yo ya lo aprenderé, el caso que no viene y listo

- Mira, que no venga no es porque yo no te deje invitar a nadie.

- Esta bien, mira no viene y ya está. Mira todo lo que hay, si quieres puedes ver una película y me ayudas con el banquete – se quedó mirándome, en un momento parecía que tenía ganas de decir que sí, pero lo pensó.

- No es que me duele un poco la cabeza, tu diciendo que no te dejo traer a nadie, no me ayudaste.

- Bueno, está bien, no hagas cuestión con eso, déjalo ahí – se fue refunfuñando. Me quedé hasta que terminó la película, me paré y me fui hasta la habitación de mi hermana. Golpeé dos veces y entré, sentí moverse en la cama y prendí la luz. Estaba tapada hasta el cuello con la sabana.

- Oye, ¿no podías llamar, que entras como se te da la gana?

- Golpeé, si no te despertabas con esos golpes algo te estaría pasando

- Podías esperar que te dijera que pasaras

- Bueno, está bien, estás muy susceptible hoy. Mira tengo que hablar contigo.

- ¿No podías esperar hasta mañana?

- Cele, las dos sabemos que mañana te tienes que ir y no puedes escucharme, así que mejor te digo hoy lo que tengo que decirte. Mira, sé que no estamos pasando un buen momento y no quiero que esto empeore.

Tú puedes darte cuenta lo que eras para mí. Desde niña sentí que eras todo, siempre fuiste mi norte – le miraba la cara, y la expresión de pena que se le dibujaba me hacía apenar a mí – siempre pensé que la razón que tuve para nacer era porque me estabas esperando, no podía pensar la vida si no estabas en ella. Cuando te viniste para aquí sufrí mucho, pero pensaba que yo también iba a venir para estar a tu lado, creo que yo tardé más tiempo que tú en dejar la adolescencia, nunca me di cuenta que el tiempo pasa y lo que en un momento fue de una manera, los años lo van cambiando y es inútil pelear contra eso. Yo siento que te molesto, y le voy a pedir a papá que me consiga una habitación en el campus o donde sea, el miércoles me voy – me miraba sería, y las lágrimas empezaban a asomar, estaba furiosa y atemorizada.

- Yo nunca te dije que me molestabas, y si ahora estamos así, tú sabes porque, los años habrán pasado, pero eres mi hermana y yo te quiero, y no te pienses que a estas fechas vas a encontrar una habitación, y para el miércoles justo.

- Cele, ya sé que me quieres cómo hermana, pero pensaba que yo era lo más importante para ti, que era la persona que más querías, pero eso quedó atrás, ahora seguramente tendrás a quien querer más sin llevar a tu hermana colgada de la falda. –no le hizo gracia la alusión que hice a su dicho, pero no me importó - Por cómo me voy el miércoles, ya sé que no voy a conseguir habitación, pero Silvia me ofreció su departamento mientras tanto, no es grande, tiene una habitación sola, pero la cama es de dos plazas y vamos a caber bien – la cara se le transfiguro, perecía que echaba rayos por los ojos

- Quieres que te diga una cosa, tú no tienes que ir con esa Silvia ni con nadie, tú te quedas aquí conmigo, y para que te enteres, tú eres lo más importante en mi vida, y eres la persona que más quiero y voy a querer, así que olvídate de irte – seguía acostada pero ahora las lágrimas le corrían a raudales. Ahora me tocaba contestarle yo.

- Pues quieres que te diga una cosa – le grité – tú eres la persona más importante de mi vida, y eres la que más quiero y a la que más querré – agarré la sabana – córrete.

- No, no espera.

- No espero nada, córrete

- No, deja, vete y ven dentro de un rato

- Para que voy a ir y venir si estoy aquí, córrete – diciendo eso le arranqué la sabana para acostarme, estaba con las bragas debajo de las rodillas, el camisón le dio tiempo de bajarlo un poco, pero dejaba todo su sexo al descubierto – ¿en quién estabas pensando?

- En nadie.

- Dime en quien estabas pensando o me voy.

- En ti

- Boba, si yo estaba allí, ahora no vas a tener que pensarme más, anda sácate las bragas –se sentó obediente y se las sacó, mientras aproveché para sacarle el camisón. No sabía bien lo que hacer, pero tenía una idea de lo que me había hecho aquella vez, me tiré sobre ella, esas tetas que tantas veces había gustado de pequeña (y no tan pequeña) ahora se me hacían sobrenaturales de tanto desearlas, tomé con mi boca una y la chupaba con gula mientras mi mano iba camino al mismo sitio que en su momento me había hecho tan feliz a mí. Sus gemidos eran música para mis oídos, metí la mano por esa hendidura tan suave, sentí en mis dedos ese promontorio que en mi cuerpo tanta satisfacción me dio, si en mi produjo ese efecto en ella sería lo mismo, y allá iba mi mano acariciando esa cosa tan tierna. Se revolvía entre suspiros.

- Maite, mi amor, méteme un dedo – no me hice rogar le introduje el dedo corazón, se fue solo para adentro en medio de tanto líquido. Lo sacaba y lo metía mientras seguía sorbiendo de esos pezones que cada vez más duros se ponían. A mi hermana parecía que se le habían metido hormigas en el culo, saltaba levantando la pelvis buscando el dedo, me pareció que si uno hacía ese efecto, dos harían el doble. El doble no sé si hicieron, pero estar arriba de Celeste era como estar en una montaña rusa.

- Maite, Maite, mi vida, sigue corazón aaahhhii me voy a correr, si así, así, no pares aaaayyy, mi amor me corroooo – juntó aire y llevó mi boca hasta la suya, me metió la lengua no sé hasta dónde, cuándo se corrió soltó todo el aire que había acumulado, casi me infló, pero no me importó era el aire que venía de los pulmones de mi hermana, para mí era una delicia.

- Cele, eso que me diste fue un beso ¿verdad?

- Sí, ¿no te gustó?

- No sé, vamos a ver – me prendí a su boca, a esos labios carnosos; cómo no me iban a gustar, si desde el día que los probé por primera vez soñaba con ellos. – creo que vamos a tener que practicar así le tomo el gusto.

- Ahora vas a poder practicar lo que quieras sin tener que pegarle a nadie. Maite, ¡que locura estamos haciendo!, pero es una locura maravillosa, no sé cómo vamos a hacer, pero esto no tiene arreglo.

- Cele, tú la ves tan tenebrosa, pero mira las tías Mirta y Marta, están lo mismo que nosotras y que bien se la pasan

- ¿Las gemelas? Eso es un caso especial, si cuando una se enferma le duele a la otra, y no hace nada una que no haga la otra.

- Pues algo habrá hecho una sola porque a Teresita la tuvo la tía Marta.

- Sí esa parte la habrá hecho una sola, pero no te creas que no tuvieron problemas, una vez en Casa, el tío Federico le estaba echando en cara lo de ellas dos, la tía Mirta le dijo porque mejor no se iba a ver si su mujer le metía los cuernos, vieras cómo se puso el tío, le quería pegar y la tía Marta le dijo que si la tocaba le partía la cabeza de un sartenazo. Mamá se metió en el medio y le dijo que en nuestra casa no tenía por qué meterse con ellas. Desde entonces el tío no volvió más a casa.

- O sea que a nosotras no va a venir a decirnos nada, de ese nos salvamos.

- Sí cariño, pero sabes todos los inconvenientes que vamos a tener, tenemos todo en contra.

- Cele, no me digas que no encuentras alguna razón por la que vale la pena estar juntas.

- Claro que las hay, y una de ellas es que si me dejas me muero.

- Entonces ya son dos, porque si me dejaras tú, mi vida no tendría sentido

- Tú tienes a Silvia, que ya se iba a arreglar para darle sentido a tu vida

- Cariño, no conozco a ninguna Silvia, y nunca le di un bofetón a nadie – se quedó mirándome asombrada, hasta que una sonrisa asomó en sus labios.

- Tramposa, lo que me hiciste sufrir con tu Silvia, así que lo del tequila era un cuento, pues ahora vas a ver lo que te pasa – empezó a subirme el camisón hasta sacármelo y empezó el festival de besos. Se había puesto seria, me besaba con método, no quería dejar nada sin probar, fue bajando por mi cuello hasta llegar a mi clavícula, ahí fue ascendiendo hasta mis areolas haciendo cumbre en mis pezones que para eso estaban a reventar. Yo había mamado de sus tetas y me extasiaba, pero de las mías nunca había mamado nadie, sentir su boca haciéndolo, me extasiaba más.  Su mano bajaba camino al punto donde me dio tanto placer aquella vez, la pasaba suavemente sobre las bragas, atacada así por arriba y por abajo, yo me iba derritiendo, tenía ganas que me llevara hasta el sitio donde me llevó esa otra vez, seguía besando mis senos y me volvía loca de deseo

- Cele, ¿no quieres que me quite las bragas?

- No, déjalas, están bien ahí – estarían bien para ella, porque para mí sobraban

- Cele, deja que me quite las bragas, creo que me las estoy mojando todas,

- Te dije que no, después las lavas, o que te las lave Silvia – se estaba vengando por la mentira que le había metido, pero no tenía derecho a vengarse de esa manera. En eso siento que sus labios abandonan mis pechos y toman rumbo al sur, va bajando las manos por mi cintura y engancha las bragas. Parecía que el castigo no iba a ser tanto, levanté el culo para que pudiera sacarla, y las fue arrastrando hasta que salieron por mis pies, me los besó empezando de ahí el camino ascendente, no aguantaba más, si no me tocaba ella me iba a tocar yo, metí la mano, pero recibí un cachetazo en ella.

- Eso desde hoy es mío, te prohíbo tocar lo que no te pertenece – fue subiendo hasta llegar al coño.

- Cele, no seas puerca, no me digas que vas a meter los morros ahí

- Te dije que esto es mío, y hago con él lo que se me da la gana – y lo que antes me hacía con las tetas me lo hacía ahora en la panocha. Y lo que antes sentía en las tetas, en el coño lo sentía amplificado, sabía que me iba a correr sin remedio y ella metida ahí, la iba a dejar perdida, pero es que ya no aguantaba más. Mis piernas se iban separando cómo las agujas de un reloj, de las nueve menos cuarto llegué a las nueve y cuarto, en mucho menos que media hora

- Hermanita, apártate porque me voy, y me voyyy, no aguanto más y me voyyy, y me voyyy, aahhh, y me fuiiiiiii. – Joder, menudo orgasmo, puf, si todos son así, los quiero por montones. Se quedó, parece que haciendo la limpieza, cuando vino al lado mío le dije – Cele, eres una cochina, qué coño querías encontrar ahí

- Lo que encontré, no sabía que eras tan sabrosa

- Sabrosa ¿qué gusto tiene?

- Mira pruébalo – me dio un beso cómo los daba ella, si sabía rico, pero en su boca todo sería rico, me apretó contra ella.

- Y qué te parece, ¿es rico o no?

- Tú eres rica, boba, ¿me vas a hacer dormir cómo antes?

- ¿Cómo antes? ¿qué quieres que nos pongamos los camisones?

- No esa parte la podemos dejar, tu bebita se puede dormir, aunque la mamá esté en pelota. – me puso la teta en la boca y mientras me acariciaba me iba quedando dormida, como antes, como siempre.

Me desperté a la mañana cuando se levantó para ir al baño, esperé que saliera y fui yo. Cuando volví estaba despierta esperándome. Me arropé contra ella.

- ¿Quieres dormir un poco más, o me levanto y te preparo el desayuno?

- Podíamos quedarnos un poco más, el desayuno ya lo tengo preparado.

- Anda, lo tienes preparado, siempre con esos yogures fríos en vez de tomar algo calentito – le acaricié las tetas.

- Creo que mi desayuno ya está calentito, sino lo caliento yo – posando mi boca en sus puntas

- Boba, eso no te va a alimentar – mientras dejaba que me hiciera dueña de ellas.

- Eso lo dices tú, pero vas a ver que sí – chupaba con ansias mientras bajaba mi mano a su intimidad, fui deslizando mi mano hasta encontrar la entrada en esa cavidad donde mis dedos entraron suavemente, el lubricante lo ponía ella. Los moví buscando llegar a todos los puntos que le pudieran dar placer, parecía un alambique rezumando el zumo de su calentura. Soltó un gemido de placer, me acerque a su oído. – Cele, creo que mi desayuno está a punto, ¿me lo das?

- Maite, ¿estás segura que quieres eso?

- Claro que estoy segura ¿para qué te crees que estuve calentándolo? – me dio un beso enorme, se tiró de espalda abriendo bien las piernas y ofreciendo su vagina a mi gula. – ¡no, no! dámelo tú qué eres mi hermana mayor y tienes que cuidar de que me alimente bien – me miró sorprendida hasta que entendió lo que le estaba pidiendo. Se subió arriba mío, fue aproximando su   coño a mi boca y ahí se dejó caer. Ahora la puerca era yo y me encantaba hacer esa porquería, le sacaba más jugo que a las tetas, y no sé si por el sabor o por cómo la sentía vibrar, esperaba ansiosa el momento culminante – anda Cele, dame que estoy esperando mi desayuno – pasaba la lengua entre sus labios. bajaba desde su clítoris hasta recoger los juguitos que preanunciaban la inminente riada.

- Si mi amor, yo te doy, te doy todo lo que me pidas, es todo para ti, aahhh siiiiiii todo para ti – se apretó contra mi boca y se corrió dándome lo que para mí era la ambrosia de su cuerpo. Seguí bebiendo de su esencia hasta que hizo ademan de salirse. La agarré de las nalgas

- Cele ¿no pensaras arreglarme con esto no?

- Maite, yo tampoco desayune, así que prepárate.

- No me preparo nada, si quieres desayunar busca el desayuno donde está, pero no me quites el mío – no lo tuvo que pensar mucho, se dio la vuelta, me puso el coño en la boca, y metió la cabeza entre mis piernas. Creo que en ese instante formamos el famoso circulo virtuoso. Cuando me llevaba al orgasmo, me aferraba a su almeja con desesperación, la chupaba, le metía los dedos, le sorbía el clítoris cómo si se lo quisiera arrancar, hasta que se corría en medio de convulsiones y me comía tratando de sacar tanto como me había dado. Tuvimos que parar ya desfallecientes.

 Con la calma que sigue a la tormenta, nos fuimos calmando entre las tiernas caricias que expresaban la realidad del cariño que nos teníamos. Esos dos días fueron maravillosos. No es que hayamos estado haciéndonos el amor como desesperadas, ¡no! nada de eso, nos bañamos como cuando era pequeña, me jabonaba y acariciaba con sus suaves manos, yo también la jabone a ella y me encantaba sentir la tersura de su piel. Cerraba los ojos y se dejaba hacer, disfrutaba cómo disfrutaba yo, nos enjuagamos sonriéndonos, nos secamos y fuimos a vestirnos.

 Salimos a comer y después fuimos al cine, vimos la película agarradas de la mano. Era una delicia, estuvimos toda la tarde una para la otra, cómo antes. A la noche hicimos el amor, sin estridencias, dulcemente, sin apuro, con la seguridad de que nos complementábamos.

Todo cambió en casa, volvimos a tener esa química, que nunca perdimos pero que habíamos ignorado.

Con la ayuda de Celeste hasta el estudio se me hizo más fácil. Papá me encargó el ir a los juzgados a presentar escritos y lo que fuera. El caso es que empezaba a tener dinero sin que nadie me lo regalara. Me empeñé en dar más materias y lo conseguí (ahí es donde la ayuda de mi hermana fue muy importante) pude adelantarme un año y antes de los veintitrés me recibí.

Lo festejamos con una cena en uno de los mejores restaurantes. Éramos la familia de Oviedo nada más, pero pasamos una velada grata. Brindamos, y cuando terminamos, papá me avisó que de regalo tenía un mes para festejar la graduación, y claro, no iba a ir sola, así que Celeste me podía acompañar, que en el estudio ya se iba a arreglar (siempre nos quedó la idea si papá sabía algo de lo nuestro, era muy intuitivo) el regalo venía con una cantidad de dinero para que no pasáramos necesidad.

Faltaba ir a festejarlo con mamá, que aunque no vivíamos con ella sabíamos cómo se preocupaba por nosotras.

Cuando llegamos, nos habían preparado una fiesta en homenaje a la nueva abogada. Fue muy emotivo, estaban algunas compañeras de estudio, amigos y amigas y mis tías; las gemelas que habían venido de visita.

La fiesta no fue tan fina como la de papá, pero más emotiva. Nos quedábamos dos días, y después íbamos a pegar un viaje por las islas dónde nadie nos conociera.

Mis tías, tan pronto se enteraron de nuestros planes nos invitaron a su casa en Mallorca; que ahí teníamos de todo, playa, diversión, lo que buscáramos ahí había. Claro tenían razón, había de todo menos la intimidad que era lo que más estábamos buscando. Hicieron una causa, que si no íbamos era un desprecio a la familia, y no sé cuántas cosas hasta que consiguieron qué diez días la pasaríamos con ellas, nuestra prima Teresita brincaba contenta.

Fuimos con ellas y no nos dejaron gastar nada, aunque a nosotras nos gustaría gastar, pero tener la privacidad que estábamos buscando.

La casa de nuestras tías no era una casa, era una mansión. La rodeaba un parque, y en la parte de atrás, una hermosa pileta rodeada de flores, resguardada de miradas indiscretas, hacía parecer ese lugar la sucursal del paraíso. Adentro era espaciosa, contaba con cinco dormitorios todos con baño interno, una sala de dimensiones, bueno una casa a todo trapo. Parece que se la habían comprado en la crisis inmobiliaria a uno que quiso tener más de lo que podía. Habían empezado con un negocio de venta de ropa para mujer en la isla, y fueron abriendo sucursales y parece que mal no les iba.

En la casa no tenían personal cama adentro. Aunque no les importaba lo que los demás pensaran, su intimidad la querían guardar para ellas, igual que nosotras.

Llegamos y nos pidieron que esperemos en la sala mientras nos preparaban las habitaciones. ¡Las habitaciones! Empezaba mal la cosa nos iba a costar poder estar juntas, no tendríamos que habernos dejado convencer. Vinieron al rato con que ya estaba arreglado.

-Vamos llevemos las cosas y las acomodan a su gusto – era una habitación sola, ¡pero qué habitación! Una cama donde una podía estar saltando en un costado y la otra no se enteraba. El baño con yacusi invitaba a quedarse a vivir, pero lo principal es que era una cama sola para las dos – aquí pueden hacer lo que quiera que la cama aguanta, ya la probamos con mi hermana, cualquier cosa, si tienen que cambiar sabanas, en el placar tienen – nos mirábamos y los colores hacía que pareciéramos pieles rojas – ah si es por el ruido no se preocupen, nosotras también somos bastante ruidosas, y de última, más que envidia no nos va a dar.

- Gracias tía, mejor que esto no podía ser – pasamos por el comedor, pero la cocina tenía una mesa grande. Habían pedido comida hecha y comimos ahí.

- Miren chicas, nosotras tenemos que atender los negocios, ver si falta algo, hacer los pedidos, bueno eso. Si quieren conocer por aquí, Tere les puede mostrar, si quieren salir solas les dejamos un coche o nos pueden acompañar, y si se quieren bañar en la pileta, pueden hacerlo, ahí no las puede ver nadie, con Marta a veces nos bañamos desnudas, nos da gusto, así que hagan lo que quieran que a nosotras no nos asusta nada.

- Gracias tía, nosotras nunca nos bañamos en una pileta desnudas quizá probemos.

- Pues háganlo, no saben lo que se pierden, en buena compañía mejor. – se había hecho tarde, el viaje fue cansador así que nos fuimos a dormir. A dormir, es un decir, hacía cómo una semana que no teníamos un desahogo, al entrar en la habitación me tiré en la cama a ver si no hacía ruido, no hacía, esto era mejor de lo pensado. No solo que podíamos hacer la vida que deseábamos, sino que hasta sentir que parte de la familia lo veía con esa naturalidad.

- Maite, ¿qué hacemos? ¿nos duchamos o vamos al yacusi? – me preguntó

- Yo voto por el yacusi, estamos cansadas, pero eso nos va a aliviar – fue de película, las dos en el yacusi, bien juntitas, sintiendo las burbujas en nuestro cuerpo y con la necesidad que teníamos hicieron que el cansancio no se notara, hicimos el amor ahí mismo, frotándonos una contra la otra, tuvimos un orgasmo maravilloso. Salimos y nos secamos, así desnudas fuimos a la cama y ahí seguimos con nuestra sesión amorosa. No gritamos, fuimos bastante silenciosas, por eso pudimos escuchar a nuestras tías que no se privaban de nada. Me parece que fue para sacarnos los complejos, sino la pobre Teresita se debía matar a pajas.

Los días iban pasando mejor de lo que pensábamos. A veces Cele acompañaba a alguna de las tías y yo iba con la otra. Le pedimos que por favor no le contaran a nadie lo nuestro, y nos tranquilizaron, ellas sabían bien los prejuicios que había hacia esas cosas y nos alentaban a no dejar que nadie nos separe si realmente nos amábamos.

Un día nos quedamos nada más que para poder bañarnos desnudas, fue grandioso, la sensación de libertad nos emocionó, nunca habíamos ido a una playa nudista, y no sé si alguna vez iremos, pero ahí estábamos solas en una pileta rodeada de flores. Empezamos jugando, saltábamos cómo niñitas, pero no era fácil vernos así desnudas con la piel brillosa por el agua, cada vez nos mirábamos más entre nosotras, Celeste se iba poniendo seria, me agarró y me empezó a besar, yo estaba en la gloria, sentía sus labios por mi cuerpo y me abandonaba a ese placer, me subió sobre el borde y ahora sus labios iban a donde inconscientemente ya la estaba esperando. Cerré los ojos, era demasiado hermoso lo que veía y lo que sentía, me fui tirando para atrás y dejé que la glotonería de mi hermana me llevara a ese sitio donde solo ella me podía llevar, mi orgasmo fue de esos que se recuerdan para siempre.

Me metí en la pileta nuevamente, me abalancé a sus labios, se los comí a gusto, se quiso escapar se metió bajo el agua y nado hacía la escalerilla, quiso subir, pero la atrapé, estaba con el culo fuera del agua, medio echada hacía delante no pudo evitar que mi mano se metiera entre sus piernas, se quedó un instante temblando y fue suficiente, mis dedos la penetraron con facilidad, estaba mojada, claro, el agua de la pileta, pero lo que me facilitaba la penetración no era por el agua, era más cremoso, se apoyó sobre el borde, dejando que sobresalga ese culo divino que tiene, es lo que tenía más a mano o más a lengua para decirlo mejor, le abrí los cachetes con la otra mano, y ese agujerito perfecto que tiene quedó a mi disposición, y ahí fue mi boca, ahora sí que gemía, metía y sacaba los dedos mientras seguía lamiendo su huequito, con un poco de esfuerzo y mi ayuda consiguió apoyar las rodillas, dejando para disponer a mi gusto de todo eso que estaba viendo.

¿Qué iba a hacer? Usé las manos, los labios la lengua, lamí, chupé, sorbí, hasta arrancarle un orgasmo, que nada tenía que envidiarle al que me había sacado a mí, quedó despatarrada y yo feliz.

Volvió a meterse al agua y se me vino con los ojos medio achinados, eso era un indicio que eso no se iba a quedar así, me tenía medio encerrada contra la esquina, me alcanzó a agarrar y me besó con pasión, me quedé quieta esperando lo mejor, cuando escuchamos la voz de una de mis tías.

-Hola chicas, por fin se decidieron a bañarse desnudas, ¿no es lindo?

- Tía, cuanto hace que llegaste.

- Hace un rato, pero escuché que estaban en la pileta y no quise incomodarlas, me parece que les gustó ¿no es cierto? – esa sonrisa socarrona nos enrojeció la cara, seguro que algo habría visto.

- Si la verdad que es muy lindo, pero ahora salimos

- Por mí quédense jugando, ya les dije, aquí cada cual hace lo que le gusta. Nos salimos muertas de vergüenza, pero si había visto algo se hizo la que no se había enterado. Ya habían pasado los diez días y los habíamos pasado estupendamente. Las tías eran fabulosas, en casa no se privaban de besarse, aunque estuviéramos mirando, a la noche si nos quedábamos mirando la tele y o se sentaba una sobre la otra, o se arrimaban tanto que me daba a pensar si esa costumbre no les quedó de cuando estaban en la placenta.

Una mañana Celeste se fue con la tía Mirta y me quedé con Marta, ya teníamos confianza como para hablar de lo nuestro.

-Tía, desde cuando son pareja tú con la tía.

- ¿Nosotras? Desde antes de nacer, siempre estuvimos juntas.

- Bueno, pero tú tuviste novio.

- Novio yo, estás loca, con la hermana que tengo me quieres decir para que quiero novio.

- Pero ¿y a Teresita que fue inseminación o algo así?

- No mujer, en ese tiempo esas cosas eran artesanales

- Pero entonces tuviste que andar con el hombre que es su padre

- Y claro Maite, ¿cómo lo voy a tener? ¿Te crees que soy la virgen María?

- Pero entonces la Tere algún día te puede preguntar y le vas a tener que decir

- La Tere ya preguntó y sabe cómo fue, y no le puedo decir lo que yo no sé.

- Tía, ¿cómo no vas a saber, fue en una orgía acaso?

- Mira te voy a contar. Nosotras queríamos tener un hijo o una hija tanto daba, buscamos la forma para que fuera solo de nosotras, que nadie pudiera reclamar, ¿cómo podía ser? Que el padre no supiera que era padre. Nos fuimos a la playa un día a buscar un padre para nuestra hija, teníamos buen ver, no iba a ser difícil, buscamos el que nos pareció mejor, lo estuvimos mirando bastante y decidimos que íbamos a probar con ese.

 Tiramos la moneda y cayó que iba a ser yo. no me fue difícil engancharlo, hasta le hice creer que había sido el quien me había seducido. No hablaba ni pepa el castellano, así que lo fui llevando hasta que alquilo una cabaña por dos días. Puf, que manera de follar, lo exprimí cómo un limón, hacía poco que había salido el viagra y lo convencí que fuera a comprar algunas pastillas, fue de miedo, a mí me dolía el coño, pero me parece que le descascaré la polla. A la mañana del último día lo dejé dormido, me fui toda dolorida, en esos dos días no tuve un puto orgasmo, eso me tenía mal, pensé que a lo mejor no quedaba embarazada, pero bueno, sin orgasmo igual quedé.

- ¿Y no sabes el nombre ni nada?

- No qué voy a saber, no sé ni de donde es, mira que esos que vienen a la pesca, te dicen que vienen de tal, y quien lo sabe.

- ¿Y si no te quedabas? ¿qué hacías?

- Si no me quedaba la próxima vez le tocaba a Mirta, pero por suerte quedé, joder con la matraca que me pegué, lo que me faltaba que fuera a lo tonto.

- ¿Y eras virgen cuando hiciste eso?

- No mujer, como si se necesitara un hombre para eso, ¿acaso tu eres virgen?

- Sí, Celeste siempre la tira a la larga, ella la pasó muy mal, hasta tuvo que ir al hospital, y entonces tiene miedo que me pase lo mismo.

- Qué te va a pasar, mira si te casaras, te crees que el que se casara contigo iba a tener ese cuidado.

- Supongo que no, bueno igual con ella no me puedo casar.

- Porque no, nosotras estamos casadas, bueno…, casadas de verdad… no, pero tenemos la libreta, y para nosotras, con libreta o sin libreta lo estamos. Me parece que te voy a casar, déjame hablar con Mirta, y ya veremos. No entendí muy bien lo que me quiso decir

Después de esa conversación pasaron dos días. Habíamos quedado que pasaríamos diez días con mis tías, y ya habían pasado. Estábamos cómodas, pero no queríamos abusar. Esa noche mientras cenábamos fue la propuesta.

-Sobrinitas, nos alegra que lo estén pasando bien, pero ahora les pedimos un favor, a ver si nos lo pueden hacer.

- Tía por favor, si podemos cuenten con nosotras, dígannos que necesitan.

- Miren, cómo saben, Tere va a estudiar Bellas Artes, y en premio a las excelentes calificaciones pensábamos llevarla a conocer los museos más importantes de Francia e Italia.

- Me parece bien, se lo merece, pero ¿cuál es el favor? – preguntó Celeste

- Pues son doce días, y no nos gusta dejar la casa sola tanto tiempo, por lo que sabemos, ustedes tienen todo este mes, si pueden, podrían quedarse aquí, les queda el coche, y por los gastos, los cargan a nuestra cuenta.

- Sí, cuenten con nosotras – dije yo – si estamos pasando unos días fabulosos, y los gastos ni lo piensen. Si el favor nos lo hacen ustedes.

- Bueno, bueno, no será tanto. Miren ahí otra cosita que les queríamos pedir.

- Si es cómo esta, pide lo que quieras.

- No es como esta; queremos dejar una serie de fotografías con unos modelos nuevos para exhibir en nuestros locales, son unos vestidos de fiesta, ustedes con esos cuerpitos los lucirían muy bien.

- Pero tía, ¿no les vendría mejor una modelo?

- Ustedes no le tienen que envidiar a ninguna modelo y nos saldría mucho más barato, creo.

- ¿Cómo que más barato? ¿a ver si te crees que te vamos a cobrar por eso?

- Bueno, pues mejor, entonces antes de irnos, preparamos la sala y sacamos las fotografías, vamos a tener unas súper modelos. – nos daba un poco de vergüenza, sabíamos que no éramos feas, pero para modelar, había un rato. Mientras ellas se preparaban para el viaje, lo nuestro era buscar en la peluquería arreglar las crenchas que con tanta playa estaban descuidadas. Habían arreglado para que la sesión de fotos fuera el día antes de su partida. No era mucho, tres vestidos para cada una. Empezamos después de la comida. Los primeros, unas faldas muy prometedoras, con unas blusas a tono, pañuelo al cuello, y una boina tipo apache, muy francés. Celeste con algunas diferencias sin dejar el estilo Parisino.

 La tía Mirta mostró sus dotes de fotógrafa, salimos tan bien que no nos parecía que fuéramos nosotras. Los segundos conjuntos, eran unos vestidos de noche preciosos, nos maquillaron un poco diferente, más serio, pero quedamos muy bien. Ya nos estábamos entusiasmando, teníamos una tía para cada una, nos preparaban mientras Teresita hacía de ayudante de las dos. Los otros dos vestidos era de boda, yo estaba con la tía Marta en la habitación nuestra, mientras a Celeste la preparaba Mirta en la habitación de ellas. Cuando vi el vestido que había dejado Tere para que me pusiera, me dio envidia. Era el vestido perfecto para cualquiera que quisiera casarse.

- Marta, me da escalofríos ponerme este vestido, ¡es hermoso!

- Tú también eres hermosa, anda ponte este conjunto que van a tono – me mostraba un conjunto de lencería que daba ganas de soñar.

- Pero Marta, ¿no me vas a sacar con el vestido? ¿para qué me quiero poner todo eso?

- Tú póntelo, mi hermana dice que con esto vas a sentirte como una novia, y en la foto se nota, y si ella lo dice es porque es así. – (tendría que haber sospechado, estaban demasiado elegantes para salir de viaje) me maquilló con mucho cuidado, no muy cargado, pero con un gusto exquisito. Cuando terminó, me daban ganas de casarme. Unos zapatos con unos tacones altos bastante peligrosos, pero me quedaban de vicio. Me agarró del brazo para llevarme a la sala.

- Ven, anda con cuidado, a ver si te caes y la cagas

- Ay tía, que te crees ¿qué no se andar con tacones?

- Yo te digo, andar por esas alturas no es para todos. – el último preparativo tardó bastante, cuando iba por el pasillo, escuche que desde la sala venía el sonido de una marcha nupcial

- ¿Y esa música a qué viene?

- Ya te dije, Mirta cuando se pone quiere hacer las cosas perfectas, tu sigue la corriente ah y toma esto, cuando te lo pidan úsalo. – entramos en la sala al mismo tiempo que por la otra puerta entraba Celeste del brazo de mi otra tía. Habían puesto un pupitre en una punta, y atrás de él, Teresita con un vestido de monja, o algo parecido. Celeste estaba preciosa, el vestido era rosa claro, el mío era blanco, hasta cierto punto, mostraba la realidad de cada una, (aunque no era por mi culpa, si por mí fuera ya le hubiese cambiado el color) nos acercaron al seudo altar, para escuchar las palabras de Teresita, que no sé si nunca había ido a un casamiento, porque dijo lo que le salió.

- Nos hemos reunido aquí para festejar el casamiento de Celeste Viale con Maite Camet, las cuales en esta ceremonia, se juran amor eterno y abundante, con este acto se comprometen, a que cuando una tenga ganas y la otra no, se la aguantan y no van a andar metiéndose los cuernos por ahí, y serán siempre una para la otra en la adversidad y en la bonanza, en la enfermedad y cuando no estén enfermas también, y en todas esas otras cosas que aquí no vienen a cuento. Las novias pueden intercambiar los anillos y dejarse de mirar como idiotas – sabíamos que eso no tenía valor, pero verla a Celeste casi llorando emocionada, me dio tal ternura que me abalance a comerle los labios, estaba divina (bueno yo también), las tías nos empezaron a separar como si estuviésemos peleando.

- Eh, ¿qué pasa?, todavía no se casaron, tienen que ponerse los anillos y firmar la libreta, sino no hay casamiento – grito la Tere, nos pusimos los anillos y firmamos, nos fuimos a besar nuevamente pero no nos dejaron – paren que tienen que firmar las testigos, y espero que no sean desabridas como para no saludarlas, y a la casamentera también que está esperando su beso como corresponde – firmaron y las besamos emocionadas por el hermoso momento que nos estaban haciendo vivir – bueno, ahora las novias se pueden besar – nos besamos apasionadamente sin importarnos la compañía - ¡besar dije! Lo demás lo hacen en el cuarto.

 Nuestras tías eran fabulosas. Nos tuvieron toda la tarde con el cuento del modelaje para darnos esa grata sorpresa. Bailamos sacamos todas las variedades de fotos que podíamos sacar siendo cinco. Una mesa colmada de exquisiteces que no alcanzamos a comer ni de cerca, esa semana no tendríamos que cocinar; una torta pequeña, pero para las que éramos sobraba; el brindis, y ahí paramos.

- Sobrinas, nosotras nos tenemos que ir, ya nos viene a buscar un taxi, que el avión sale dentro de dos horas, tiene toda la casa para ustedes, esperamos que la usen, y que esta ceremonia las haga más mujeres para luchar contra los prejuicios, y contra quien se quiera meter donde nadie los llama. ¡Ah! hay cambio de habitación, usen la que está al lado de la nuestra.

 Ya tenían el equipaje despachado solo faltaban ellas. Se fueron después de guardar en el refrigerador la comida sobrante.

 Fue un acierto, con nuestros vestidos no estábamos para eso (hay que ver que esos vestidos iban a quedar para la venta), entramos a nuestra nueva habitación y era una hermosura. La habían decorado como para ellas, como eran ellas, tiernas, directas, con mucho amor, pero no almibaradas, nuestras bocas estaban imantadas, parecía que no éramos nosotras las que querían juntarlas, se gobernaban solas. Con fuerza de voluntad, nos contuvimos. Los vestidos seguro que eran caros. Nos desvestimos con cuidado, a medida que los íbamos sacando, descubríamos la lencería que nos habían hecho poner. La miraba a Celeste y me salía fuego por los ojos (por las otras partes ya me estaba saliendo algo, pero no era fuego) no sabía si desnudarla con suavidad o a mordiscones. Eso es lo que me pasa, mientras yo pienso que es lo mejor, mi hermana no piensa tanto y hace lo mejor, no sé cómo me desnudo, pero en menos de un minuto estaba en traje de Eva con la manzana a disposición de mi Adana.

- Cele, hoy quiero que me hagas tu mujer – le dije cuando se echó arriba mío.

- Claro, claro, hoy sí – me dibujó todo el cuerpo con sus caricias y sus besos, mis senos fueron víctimas de su voracidad, dejó una estela de saliva rumbo a la fuente donde pensaba calmar su sed, su mirada enfebrecida me hacía presagiar momentos inmemorables, su lengua, camino a su destino, pasó por el promontorio donde pulsaba el botón que habría las compuertas de mi deseo, lo tomo entre sus labios, lo mimó, su aliento me hacía hervir.

- ¡Cele mi amor! Hazlo ya que me corro – metió un dedo y mientras lo giraba en la entrada, su lengua depredadora viajaba por todas las rutas que me llevaban al orgasmo que tanto deseaba, pero de otra manera. Grité, grité con rabia – ¡Celeste! Otra vez lo mismo, te pedí que me hicieras tu mujer, y otra vez igual, para ti quizá no valga para nada este casamiento, pero para mí sí.

- Pero mi amor, para mí también vale tanto como si fuera de verdad, mejor todavía, este demuestra nuestro amor por sobre todas las cosas.

- ¿Y entonces por qué no lo consumamos? ¿por qué no me haces tuya de una buena vez?

- Pero mi vida, no te das cuenta ¿para qué vamos a arriesgar este momento maravilloso con algo que te puede hacer daño? Dejémoslo para después.

- ¡No! deja de tratarme como una niñita, soy tan mujer como cualquier otra y si no lo haces tú, lo hago yo con cualquier cosa, y si no puedo salgo a la calle y le pido al primer hombre que pase que me ayude porque tú no eres capaz

- Estás loca, si haces eso te mato

- Pues entonces mátame si no eres capaz de hacer lo que debes – se quedó mirándome, mientras podía verle el miedo en su cara.

- Mi amor, lo voy a hacer y ojalá no te pase nada porque me muero. Voy a tratar que te duela lo menos posible, si te duele mucho me avisas – como una rutina comenzó a comerme los labios, me acariciaba temblando, me di cuenta que estaba acojonada, me besaba con miedo. Fue bajando hasta llegar a mi clítoris y ahí se estancó, no puedo decir que no me gustaba porque había aprendido a hacerme delirar de esa manera, pero no era lo que estaba esperando.

 Me introdujo un dedo y fue llevándolo despacio hasta encontrar un obstáculo, levanto la vista y vi reflejado el pánico en su mirada (menudo complejo tenía mi hermana) le sostuve la cabeza para que siguiera chupando, me tenía al borde de otro orgasmo y supe que no se iba a animar, con la otra mano le fui acariciando la cara hasta llegar a la barbilla, toque la mano que se resistía a hacer lo que debía, ya era inminente el momento en que me corriera y ella nada, le sujeté la mano y pegué un envión contra ella. Sentí dolor, ¡sí! Un poco de dolor sentí, pero nada como me lo había pintado. Un alivio tremendo me fue ganando mientras seguía envistiendo contra esa mano divina. Celeste cuando vio que lo que tenía que pasar había pasado, quiso sacar el dedo para beberme, pero no la dejé, hasta que no terminé de correrme no le devolví la mano que estaba dentro mío, cuando la dejé se volcó desesperada a lamerme para según ella hacerse dueña de lo que era suyo; no se lo había ganado.

- Mi amor, ¿cómo estás? ¿te hice mucho daño? Te sangro un poco, pero creo que no es nada, ¿quieres que vayamos al hospital?

- Al hospital vas a tener que ir tú cuando termine contigo – sentía una sensación de libertad como nunca había sentido, ya no estaba encerrada en el cuerpo de una niña. En esta sociedad que habíamos formado, las acciones eran mitad para cada una, ella tuvo su parte de los beneficios, yo fui a buscar los míos. Recorrí todo su cuerpo hasta encontrar mi objetivo. Hice valer mis derechos, no tenía que romper nada, todo estaba dispuesto para mi voracidad y fui lo suficiente voraz hasta dejarla despatarrada entre gemidos de placer. El casamiento no habría sido de verdad, pero la luna de miel hizo como si fuera cierto. Quedamos abrazadas, me tenía contra su pecho.

- Maite ¿de verdad no te dolió mucho? Me hiciste cagar de miedo.

- No seas tonta, claro que no me dolió mucho, fuiste tan suave, mira como me corrí, me sentí tan bien que creo que otro dedito cabía.

- No entiendo, lo mío fue fatal, me dijeron porque estaba seca, no estaba lubricada, no sé, a lo mejor fue por no esperar que lo hicieras tú.

- Eso sí, si fuera yo, de seca nada, y lubricar, mira cómo te tengo lubricada. – una lagrima corrió por su mejilla. - ¿Y eso porque es? ¿tan mal te hice el amor?

- No seas tonta, es que siempre pensé que era yo la que tenía que cuidar de ti, y mira, fuiste tú la que tuviste la constancia de luchar por lo nuestro.

- Lo hice porque sabía que era nuestro y que valía la pena luchar.

- Sí, pero tú te guardaste para mí, y yo como una tonta regalé lo que era tuyo a alguien que ni siquiera me importaba

- Lo que es mío no lo regalaste, acaso es mentira que tengo todo tu amor.

- No digas eso; sabes que lo tienes, pero tú tenías que ser la primera, y la única, porque mi amor lo tienes desde siempre.

- Eso es lo que importa. Darte mi virginidad no me hace diferente a lo que era ayer, solamente me siento más adulta, más mujer, más tuya.

- Eso es lo que me voy a reprochar siempre, no haber esperado para darte la mía, para ser más tu mujer, más tuya.

- Cele, no digas eso, eres mía, yo soy tuya, y no hagamos de esto un novelón, nos queremos y llegamos hasta donde teníamos que llegar – le cerré los labios con los míos, no quería escucharla haciéndose esos reproches, la abracé y la atraje contra mis pechos – ahora te voy a hacer dormir.

- ¡No! yo te tengo que hacer dormir, después de lo que te pasó estás vulnerable, yo te voy a hacer dormir a ti.

- ¿Y cómo vas a hacerme dormir? Le pregunté sabiendo la respuesta.

- Como siempre, - ofreció su generoso seno a mi gula, nunca me iba a cansar de que me hiciera dormir así.

 A la mañana nos levantamos y nos preparamos para ir a una excursión en barco. La habíamos programado antes de saber que nos íbamos a casar, pasamos un día maravilloso, nos recreábamos con el paisaje y con nuestra compañía.

Estuvimos hasta tarde, decidimos cenar en un bodegón marisquero, la comida deliciosa, regada con un buen vino, más deliciosa todavía.

Llegamos a casa contentas, desde que salimos no nos habíamos dado ni un miserable beso, estábamos deseosas. Nos metimos en el yacusi dándonos todos los besos que no nos habíamos dado. Siguió abusando del derecho de ser la hermana mayor, me puso sobre ella, me agarró de las nalgas y empezó a recorrer mi cuerpo a chupetones, se quedó sentada y me fue parando hasta que mi almeja quedó a la altura de su boca. Encontró lo que estaba buscando, recorría toda mí raja con la habilidad a la que me tenía acostumbrada, su lengua me hacía soñar con paraísos y me despertaba con orgasmos que me hacían parecer que estaba en el cielo, las piernas me temblaban.

-Ya sabes lo que te espera, me agarraste a traición – le dije después de la corrida.

- Bueno, agárrame a traición tú también – me senté en la bañera mientras se paraba para darme su coñito, la fui a agarrar del culo para acercarla cuando salió corriendo y así como estaba mojada se tiró en la cama – ni a traición me puedes agarrar – era un juego que me gustaba. Me tiré arriba suyo y empecé a besarle la espalda, iba descendiendo dibujando sus vertebras, sentía su respiración acelerarse, le abrí los cachetes y mi lengua se atrancó en ese delicioso agujerito, metí la mano entre sus piernas y fui levantándola hasta que quedó apoyada en las rodillas, estaba toda ofrecida, mientras con una mano mimaba su clítoris, mi lengua se adueñaba de la cueva donde cobijarse, empecé a mimarle su culito con mi otra mano, daba vueltas con mi dedo índice como con ganas de forzarla.

- Maite, mira que, por ahí, nunca

- ¿Ah…entonces eres virgen? – creo que cuando me escuchó ya supo lo que le esperaba. Me tiré boca arriba entre sus piernas, se las abrí para que pudiera apoyar su coño en mi boca, sorbí de ese botoncito encantador mientras mi dedo profanaba ese culito virgen.

 Gimió un poco, pero se ve que eso la ponía cachonda. Mi dedo ya entraba con demasiada facilidad por lo que me pareció que otro cabía, le dolió, me di cuenta como se estremeció y fue un gemido diferente. No los saqué, fui girándolos despacio hasta que esos gemidos volvieron a ser de gusto, empezó a hamacarse contra mi boca y contra mis dedos, notaba que ya se corría; un sentimiento de pertenencia atávico se me disparó, agregué otro dedo más, escuché su grito de dolor, pero ni ella paró de moverse buscando su orgasmo, ni yo paré de meterle los dedos hasta el fondo como si no me importara lastimarla. El orgasmo fue de miedo, lo soltó todo en mi boca en medio de convulsiones, y lo recibí gustosa. Quedó como desmayada, me fui saliendo de abajo mientras le iba sacando los dedos del culo, gemía despacito, cuando lo miré me dio miedo, tenía el esfínter agrandado y se notaba el agujero como si tuviera los dedos adentro. Me asusté, fui corriendo al baño y volví con una toalla y unas gasas mojadas, las fui pasando suavemente sobre esos otros labios que de a poco se iban cerrando. Lo limpié bien y lo sequé con la toalla, le di un beso en desagravio. Subí poniéndome al lado de ella. sabía que la había lastimado.

- ¿Estas bien?

- ¡Cómo voy a estar bien si me rompiste el culo?

- ¿De verdad te duele mucho? Perdóname no pensé que iba a ser tanto

- Pues me duele mucho, y no te voy a perdonar.

- Cele, no me digas eso, yo lo hice porque estabas con eso de la virginidad,  pensé que con esto se te iba a quitar el complejo. Anda, perdóname.

- Te dije que no te iba a perdonar, y déjalo ahí – me daba unas ganas tremendas de llorar. Íbamos todo bien y yo por mejorarlo la cago.

- Cele, por favor, esto no puede arruinar nuestra vida ¿cómo no me vas a perdonar? – se dio vuelta poniéndose frente a mí.

- ¡Sabes porque no te voy a perdonar? – hizo una pausa mientras me miraba fijamente- Porque no tengo nada que perdonarte, hiciste lo que tenías que hacer y siempre que quieras, puedes hacerlo, yo no esperé por ti, ahora te haces dueña de lo que es tuyo.

- Mi amor, yo no quiero hacerte doler, nunca más te lo voy a hacer.

- Maite, no digas eso; mira, cuando me metiste el primer dedo, me molestó, pero al rato me empezó a gustar, el segundo me dolió, pero a medida que me llevabas al orgasmo también me empezó a gustar, el tercero sí, me dolió mucho, pero igual me corrí como nunca. Cariño si dejas que me acostumbre vas a poder hacer conmigo lo que quieras, sé que no me quieres lastimar.

 La abracé con alivio, después del miedo que me había metido una sensación de tranquilidad se adueñó de mi cuerpo.

- Uhm…creo que voy a tener que dormir a mi bebita que está asustada - dijo

- ¡No! hoy no, hoy la que perdió su virginidad fuiste tú y eres la que está vulnerable, a ver cómo duerme mi bebita, le puse la teta en la boca, me miró sorprendida y la aprisionó, sentí con que gusto mamaba, le di un beso en la frente y entre caricias la fui llevando al país de los sueños.

CELESTE

Cuando me ofreció su seno, me sentí rara, siempre había sido yo la protectora, ahora era yo la que me sentía protegida. No tenía una niña para cuidar, tenía una mujer para vivir, entre ramalazos de ternura el sueño me iba ganando. Antes de dormirme, me dio tiempo de pensar que Maite no nació para mí como pensaba, nacimos en diferentes años, pero somos una para la otra. Y así será.

Hoy se cumplen tres años de nuestro fingido casamiento. Estamos en Mallorca.

 Con la ayuda de nuestras tías, y de nuestro padre, abrimos un estudio de abogacía, nos va bastante bien, vivimos como pareja y a nadie le parece raro, tenemos diferentes apellidos y eso ayuda a ocultar nuestro incesto, aunque si por las gemelas fuera no tendríamos que ocultar nada. Según ellas, a quien le guste le gusta, al que no, que se vayan a la mierda que nosotras no nos metemos en la vida de nadie.

Teresita se fue a estudiar a Florencia. Mis tías nos insistieron en vivir con ellas (mucha casa para tan poca gente) y aceptamos hasta que nos compremos algo para nosotras, pero la verdad estamos cómodas, tenerlas como familia es un lujo. A veces competimos en quien hace más escándalo en las sesiones amorosas; andamos ahí, ahí.

Maite es toda una mujer, si bien se deja mimar como siempre, en cuanto me ve preocupada por algo, es ella la que toma las riendas y me cobija hasta darme esa tranquilidad que solo puedo encontrar a su lado.

La amo con todo mi ser y tengo la suerte de sentirme amada. Por siempre amen.

Aquí termina y espero que haya sido de vuestro agrado, gracias por leer.

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