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Ingeniera Civil 3

en Lésbicos

Solamente por ese beso, mereces todas las flores de la viejecita.

Esa frase me caló muy adentro, no estaba acostumbrada a conmoverme con frases aparentemente cursis, no sé porque esta vez las encontré sinceras.

Se me pasó por la cabeza que bajo esa influencia, estaba un poco desarmada si venía por más, pero no me acosó, siguió con la misma galantería y me llevó hasta la puerta de mi casa. Cuando le dije porque no íbamos a buscar mi coche me dijo que no valía la pena, a la mañana me iba a pasar a buscar. Nos despedimos con dos besos, y cada cual a su redil.

Cuando me acosté me acordé de todo lo que había pasado y no me entendía, ¿cómo consiguió hacerme sentir así? Lo que era admiración me temía que se estaba convirtiendo en algo más serio.

- ¿Podía ser que me estuviera enamorando de una mujer que hace una semana estaba peleada como perro y gato?

Era consciente que venía por mí, nunca me había engañado, era lesbiana, pero ¡yo no!; entonces no es que me agarrara desprevenida, sabía lo que buscaba y tenía todo a mi favor para contrarrestar su influencia ¿¿quería?? Eso es lo que me desvelaba, por un lado, saber que era una seductora y yo su víctima, y por el otro, esos tres pimpollos en mi almohada que me hacían recordar ese día como uno de los más dulces de mi vida.

Tardé en dormirme, regodeándome en sueños extravagantes donde un apuesto caballero ofrecía el mundo a mis pies, pero de pronto una arrojada dama venía a rescatarme y me ofrecía amor y tenía que elegir. No pude escoger, me desperté antes, solamente me quedo que la dama era Viviana, el caballero era difuso no pude reconocer su rostro.

Lo único que me faltaba, que ni en sueños me dejara tranquila, por lo menos si me hubiera enterado quien era el caballero. Pero bueno los sueños, sueños son y no había más que darle.

Me levanté, me arreglé e iba a tomar un café cuando tocaron el timbre. Era Viviana que me invitaba a tomar el desayuno en la cafetería. Me daba ganas de buscar un capote, para esquivar las embestidas, aunque no creo que sea buena toreando.

Bajé y me estaba esperando en la puerta, me dio los dos besos a los que me estaba acostumbrando, y me abrió la puerta para que subiera, sin ningún disimulo me estaba seduciendo, y no le importaba demostrarlo.

Para mi sorpresa, aparte de esos detalles, en todo lo demás se comportaba normalmente, hablaba con normalidad, trataba los asuntos sin afección, era como siempre, nada más que con una cuota de cordialidad más pronunciada.

Así fueron pasando los días, unas veces encontraba bombones en mi escritorio, siempre que íbamos a la cafetería si encontraba a la florista me regalaba una, siempre de distinto color, no sé porque, un día le pregunté.

-Vivi – ya la llamaba por el diminutivo - ¿Por qué haces esto?

- Porque te quiero.

- Pero sabes que no soy lesbiana.

- Si lo sé, pero yo te quiero porque yo lo soy, y me encanta darte estos presentes, aunque a mí no me ayuden en nada sé que a ti te gustan, y con eso es suficiente. – me mordí los labios, me entró un calor en el pecho y no podía descifrar por qué.

- ¿Piensas que así lo vas a conseguir?

- No pienso Dani, solamente trato, es mi sueño, para aterrizarme siempre estás tú.

- Oye, que esto no es uno de tus proyectos.

- Para ti no lo será, para mí, es el más importante.

Cambie de conversación para no llegar a un punto donde tuviera que dar respuestas que no tenía.

Seguía en mis ratos libres buscando nuevas formas para completar el proyecto del centro comercial. Había intentado contactos con una cadena de supermercados mostrándoles las proyecciones futuras del lugar y estaban bastante interesados, la cercanía con el puerto hacía de este una buena entrada comercial para contingentes de barcos de turismo, y un buen escaparate para cadenas tipo Zara u otras de otros rubros.

Avanzaba en eso mientras seguía sin definirme que es lo que sentía por Vivi. Tampoco era tan así, sabía que la quería, pero no con qué intensidad, tenía miedo. Ella tenía un carácter que tanto podía ser la más dulce del mundo como tener arranques de celos y tratarte decididamente mal, y lo que podía soportar en el trabajo no era lo mismo en una relación.

- ¿Y porque me iba a mentir? ¿me atrevía a ser una lesbiana más? ¿podría soportar que otra mujer me estuviera controlando? Otra mujer u otro hombre, tampoco me interesaba el caballero del sueño. ¡En fin! mejor esperar que el tiempo solucionara mis dudas.

Los días siguientes siguió con la misma tesitura, una tarde a la salida en el momento de tomar el ascensor, entró ella atrás mío, era raro, tenía el suyo para ella sola, era el momento donde se retiraba el personal y más se llenaba, me llevó hasta un rincón.

-Ponte aquí que si no te aplastan – notaban cómo sus senos se clavaban contra los míos, no se lo qué sentía ella, pero yo notaba la dureza de sus pezones que desafiaban la barrera del sujetador.

- Creo que me estás aplastando tú,

- Pues prefiero hacerlo yo, a que sean estos brutos, cuando salgas puedes usar el mío y no te ves en estos apuros.

- ¿Y no te están apretando por atrás a ti?

- Con la jefa no se atreven, saben cómo les puede ir, pero contigo, eres tan delicada.

- ¿Tan delicada te parezco?

- Claro que lo eres, si eres una dulzura.

- Viviana, ¿qué te parece si salimos antes que te empalagues con tanto dulce? que hay gente que quiere subir

- Uf, cierto, es que contigo se me vuelan todos los papeles.

Me tomo de la mano y así fuimos a la cafetería y nos abocamos a comentar los progresos del emprendimiento sin soltármela en ningún momento

- ¿Quieres que el sábado vayamos al lugar a ver si se nos ocurre algo?

- Si quieres es una buena idea, de paso vemos cómo van los edificios que están construyendo.

Quedamos así, y me volví a buscar el coche que estaba enfrente, me acompañó hasta el lugar y me despidió con los dos besos demasiado cerca de las comisuras, le mostré una de mis mejores sonrisas mientras le apretaba la mano.

-Hasta mañana, que descanses bien.

- Siempre que pienso en ti descanso bien, hermosa.

- Anda adulona, vete a dormir, qué mañana tenemos que trabajar.

El viernes paso sin pena ni gloria, ella tuvo que salir, y yo también tenía el día bastante ocupado. Era casi la hora de irme cuando me llamó al móvil,  era para asegurarse de que no me había olvidado, quedamos que me iba a pasar a buscar a las diez, cosa de no tener que madrugar.

Al otro día a las diez justas estaba tocando el timbre, y sabiendo lo puntual que era, estaba lista, y bien lista, me había vestido con esmero, de sport, pero elegante, después de todo no podía olvidar que era mi admiradora y se merecía que le diera motivo para admirarme. Bajé y me estaba esperando en la puerta. No sé quién se quedó más sorprendida, siempre la había visto hermosa, pero es que ese día se había pasado, no sé si era el día que ponía esa luminosidad, o era ella. Me saludó con una sonrisa, seguramente se dio cuenta la impresión que me había causado, me apretó mientras me daba los besos de rigor.

-Estas más hermosa que nunca

- Tú también lo estás, pero no estamos en el ascensor, no necesitas apretarme tanto.

- Uf perdona, es que cuando estoy contigo me parece que siempre estoy  en un ascensor subiendo al cielo.

- Viviana, tú te los escribes o cambias los que lees, no puede ser que se te ocurran siempre cosas como esas. – se echó a reír.

- No mi amor, lo que pasa es que cuando voy a dormir se me ocurren todas las cosas lindas que te diría si me dejaras, - me apretó fuerte la mano – y las que te haría también.

- Pues quédate con las que me dirías y mejor vamos.

Fuimos hasta el predio, pegamos una ojeada y como había llevado la llave entramos en la nave donde se guardaban las herramientas. Subimos al piso de arriba, era una sala grande dividido en un escritorio y un baño, tenía ventanas para los cuatro costados. Desde ahí se veía el puerto con más nitidez, hacía un momento que acababa de atracar uno de los cruceros más grande y la riada de gente esperaba los buses que los trasladarían al puerto de pescadores. Se lo hice notar a Viviana.

-Ves, tienen que ir al otro lado del puerto para encontrar algo típico o comer algo tradicional, de este lado solo hay comida chatarra, eso lo encuentran en todos lados. Si aquí pusiéramos negocios interesantes para los turistas sería una entrada apetecible. – se había puesto atrás mío con las manos apoyadas en la ventana y los pechos haciéndose notar en mi espalda, si esas durezas eran así normalmente, cuando estuviera excitada serían un arma de guerra.

- ¿Pero crees que eso alcanzaría para hacerlo viable? Me hablaba al oído.

- Eso solo no, pero mira los edificios que se están terminando alrededor y el club náutico, direccionando bien los locales podían ser proveedores de esos yates que salen por varios días, y un buen supermercado también puede andar bien para la cantidad de gente que va a llenar esos edificios. – la respiración en mi cuello dificultaba la mía – Vivi, ¿me quieres tirar por la ventana?

- No, ¿porque dices eso?

- Por cómo me estás empujando tengo miedo que la pared ceda.

- No tengas miedo, no te voy a dejar caer. – agarrándome de la cintura y apretándome más contra ella.

- Viviana, por favor suéltame.

- Uy perdóname, es que me entusiasmé con la descripción del proyecto.

- Eso es lo que me imaginé, mejor nos vamos – estábamos las dos coloradas

- Si claro, de verdad discúlpame, es que nada más siento tu aroma y mira como me retumba el pecho. – poniendo mi mano sobre el lado del corazón, y era cierto, podría decirle que el mío no tenía nada que envidiarle, pero si le daba la oportunidad de echarme mano no se en que podía terminar, y no solo por ella.

- Si, te comprendo, por eso es mejor que nos vayamos antes que te de un infarto ¿te parece? – acariciándole la cara

- Si lo quieres así, vamos. – me dijo con una cara de pena que me rompía el alma.

- Mira quieres que vayamos a comer al otro lado del puerto, el otro día fui con las chicas y se come muy bien, y de paso ves cómo se puede hacer lo mismo de este lado. – aceptó enseguida.

Llegamos al restaurant, pero estaba abarrotado, los turistas nos habían ganado de mano, ya nos íbamos a ir cuando veo en una mesa a Romina y Sandra, sabía que si iba a la mesa de ellas no iban a hacernos ningún problema.

-Vivi, te atreves que comamos con las chicas.

- ¿Qué chicas?

- Las que me viste la otra vez en la disco, te aseguro que no te vas aburrir.

- Bueno, si a ti te parece y no te comprometo, me parece bien.

- Eso de que si me comprometes, mejor no te lo contesto, ven que tienen lugar. – nos acercamos y ni bien nos vieron se levantaron a saludarnos.

- Eh chicas ¿no hay un lugarcito para dos hambrientas?

- Pero como no va a ver, llamemos al camarero que traiga dos platos más que ya nos estaba mirando con cara fea por ocuparle la mesa entre dos nada más. – contestó Sandra.

Las presenté y enseguida empezaron con las bromas, tenían la facilidad de decir las barbaridades, de una manera que no le caía mal a nadie. Enseguida entraron en onda y Viviana demostró que tampoco carecía de humor.

En un momento dado fue Romina la que saltó.

-Oye me parece que te tengo visto en otro lado. Pensé que Vivi se iba a poner a la defensiva, pero no, con gran naturalidad contestó.

- Si me habrás visto en la disco donde estaban las tres hace unos sábados.

- Ah sí, pero entonces tú eres la jefa de Daniela.

- Bueno, pero aquí no estoy cómo jefa, estoy cómo amiga.

- Pues buena diferencia haces, que la cara de amiga te queda mucho mejor que la de jefa.

- Lo que pasa que ese día no pensaba encontrármela allí.

- Pero tú ¿eres de la colectividad de Lesbos?

- Sí, me gustan las mujeres.

- Se ve que eres inteligente, ni comparación – dijo Sandra.

- ¿Tú también estas de este lado?

- No, todavía no la pude convencer a esta de hacer la prueba.

- De donde sacaste que me quieres convencer, si a ti te gustan más los pirulís que a un tonto una tijera.

- Y bueno con eso qué. No puedo probar una paleta, quien te dice que no sea más rica, ¿tú Viviana que dices que andas en el tema?

- Y mira hay paletas que valen la pena y otras no, todo es cuestión de probar.

- Viste Romina, todo es cuestión de probar, y tu haciéndote la estrecha.

- Pero yo no me hago nada, si nunca me dijiste.

- Acuérdate que ya te lo dije, después no me vengas con que te olvidaste, y tú Daniela ya probaste la paleta. – los colores de mi cara podían parar el tránsito, Vivi se destornillaba de risa, le di una patada por debajo de la mesa mientras me miraba divertida.

- No, no probé ni pienso hacerlo

- Uhm que mal te veo, Caperucita con el lobo y le anda contando los dientes.

- Anda vete a paletear con Romina.

- Si ella quiere ¿Por qué no?

- ¿Y volvieron a la disco? O no les gustó

- Estaba bastante bien y molestan poco, pero no se dio, pero podíamos ir de vuelta. - Contestó Romina - a ver si esta encuentra una paleta perdida.

- Yo conozco un sitio mejor y más reservado, si quieren las invito

- Mejor y reservado, mira que nosotras no tenemos ninguna empresa.

- Les dije que las invitaba yo

- ¿Y porque nos ibas a invitar?

- Porque, ¿tiene que haber un por qué? Pues ponle que porque si no fuera por ustedes todavía estábamos esperando una mesa si queríamos comer, porque nos presentamos hoy y me cayeron simpáticas, y porque me da la gana.

- Esa es una buena contestación, pero si no estuviera Daniela de cortafuegos aquí salíamos todas quemadas, aceptamos.

- ¿Que, aceptamos, a mí no me preguntan nada? – exclamé enfurecida

- Ay mujer perdona, pero cómo estabas con ella pensamos que no ibas a tener problema, pero si no quieres, no vamos y ya está.

- Si piensan que la vamos a pasar bien, tampoco les voy a arruinar el plan.

- Bien Daniela, si no estuviera tu jefa aquí te daba un beso que te borraba los morros.

- Oye, que mi jefa no es dueña de mis morros.

- ¿Entonces te puedo dar el beso?

- ¡Claro que no!, ¿Por qué me vas a dar un beso?

- Bueno, no te lo doy, pero quien te entiende.

Viviana estaba entre la risa y el miedo que Sandra quisiera besarme en serio.

Terminamos de comer y como ellas habían venido en el bus, volvimos al centro en el mismo coche.

Donde nos iba a llevar, no era un sitio de etiqueta, pero era mejor ir con vestido de noche. Vivi nos llevó hasta el edificio y en un aparte me preguntó si necesitaba algún vestido, que ella tenía, pero le dije que me arreglaba.

Fuimos cada cual, a su departamento, Sandra se arreglaba con Romina y yo tenía que ponerme. Me duché y busqué un vestido que sin exagerar me quedaba de cine, me arreglé con cuidado, no necesito maquillarme mucho, solamente un toque para realzar las pestañas y quedé satisfecha.

Sabía que me estaba metiendo en la boca del lobo, pero las chicas estaban entusiasmadas, y creo que yo necesitaba la cuota de adrenalina de sentirme en el filo de la navaja. Sin saber para qué lado quería caerme.

Cuando pasó a buscarnos, nos pareció demasiado temprano, pero si ella nos había citado a esa hora, debía saber. Las atenciones de Vivi, me daban vergüenza, eran igual que las de siempre, pero frente a las chicas me daba apuro.

 El sitio parecía un restaurant de lujo, tenía la particularidad de que el servicio era todo con mujeres, una maître nos recibió en la puerta y nos llevó a una mesa reservada para nosotras. Nos dieron una copa de cava de bienvenida y unos bocaditos para acompañar, era un ambiente tan agradable, que a pesar del lujo no nos sentíamos cohibidas.

– Oye ¿Qué sitio es este? – preguntó Romina

-Un club femenino, aquí los hombres no pueden entrar, así como no podemos entrar en los clubes exclusivos para ellos.

- Aquí debe venir lo más distinguido de la alta sociedad

- Aquí viene quien tiene dinero, vas a ver que dentro de un rato ves alguna más borracha que un piojo. Después de comer elegimos una pista para bailar y lo podemos hacer con tranquilidad. Pocas veces se agarran de los pelos, y cuando pasa con gran amabilidad las sacan de circulación.

Ya sin tanta tensión por el sitio, volvimos a ser lo que éramos y no tardamos en volver a divertirnos con las salidas de las dos andaluzas.

Cenamos como los dioses, y Viviana nos invitó a subir a un salón de baile, una escalera pequeña que subir.

- ¿Suben por la escalera o por el ascensor?

- Pero si ni son veinte escalones, para que pusieron ascensor.

- Si tu estuvieras borracha verías que bueno que es.

Pasamos una puerta y entramos en un salón con todas mesas al costado y una pista espaciosa donde unas parejas estaban despuntando el vicio.

Nos sentamos en una y pedimos copas que nos aconsejaba Vivi, que sabía el efecto que hacían, yo rogaba que no me quisiera emborrachar porque ahí no se quien se iba aprovechar de quien.

Salimos a bailar las cuatro, nos íbamos mezclando, pero, o yo era muy tonta o todas se habían puesto de acuerdo de que cuando me estaba meneando siempre estaba Vivi atrás mío. Me dio un poco de rabia y me fui a sentar y ella se vino conmigo.

- ¿Qué te pasa si no estoy yo no puedes bailar?

- Puedo bailar, pero no me gusta molestar y para tus amigas creo que estamos sobrando, - me quedé mirando como boba, estaban las dos tetas contra tetas en movimientos desenfrenados. Me dio risa, entonces no se habían confabulado contra mí, sino a favor de ellas, no sé porque eso me tranquilizó, no era yo sola la que sufría la influencia del ambiente, quizá simplemente era contagioso.

Nos miramos y nos pusimos a reír, pedí una copa que estaba en la carta que me pareció que podía tener buen gusto, pero me dijo que no, era demasiado fuerte y cuando me quisiera dar cuenta iba a ver que útil era el ascensor.

-Parece que no me quieres emborrachar, ¿puedo estar tranquila que no vas a querer aprovecharte?

- Si quieres estar tranquila, emborráchate que no voy a querer aprovecharme, ahora si no lo estas, dame la oportunidad de tratar de hacerlo.

En las mesas al lado nuestro más de una ya se estaban comiendo la boca y metiendo mano a lo que saliera.

-Se está caldeando el ambiente parece,

- Uhm todavía no mucho, pero si quieres pasamos al otro salón, la música es más lenta y no exalta tanto los ánimos.

- Espera le aviso a las chicas para que vayan cuando quieran – estaban las dos mirándose a los ojos y rozándose como queriéndose ganar una a la otra, les avisamos donde nos podían encontrar, fui a tomar la copa para llevarla, pero me dijo que no, ya íbamos a pedir otra en el sitio donde fuéramos.

Este salón tenía sillones y mesitas pequeñas, la música era más lenta y no se notaba esa tensión del apuro, parecía más ralentizado, nos trajeron las copas y levantando la suya me ofreció un brindis.

-Salud, por el día maravilloso que me estas regalando.

- Salud, yo diría que el día maravilloso me lo estas regalando tú a mí.

- Me alegro si lo piensas de esa manera, pero aquí la que quiere soy yo, tú eres la querida, tú puedes disfrutar del ambiente, yo disfruto de tu compañía.

- Te aviso que no estoy contigo a disgusto, me haces pasar momentos muy bonitos.

- Me gustaría hacer que todos tus momentos fueran agradables al lado mío.

- Vivian, dame tiempo, no te puedo prometer nada porque no sé lo que quiero, pero me gustas, me gustas mucho, pero es un paso que si lo doy no quiero que sea para un rato, ¿comprendes?

- Si, te comprendo y voy a esperar, ¿quieres bailar un poco? - una canción lenta sonaba en ese momento, las parejas bailaban apretadas, era para bailar así, tenía que probarme, le dije que sí.

Salimos y ella tomo el comando, me tomo de la cintura y apoyo su cara contra la mía, era una sensación agradable, de a poco fui apoyando mi cabeza en su hombro, sentía sus senos pegados a los míos, pero en ningún momento me apretó, todo con una suavidad que me hacía parecer que estaba flotando en una nube, cuando nuestros pezones se encontraban, producían una descarga a tierra que me hacía temblar, me colgué de su cuello, quería sentir más su contacto, no la besé simplemente pasé mis labios por su cuello y sentí cómo se estremeció, me sujeto con más fuerza y sentí su aliento en mi oído, en ese momento termino la canción, quedamos abrazadas un momento.

-Vamos a sentarnos. – me susurró

- Si vamos, creo que es hora de irnos ¿no te parece?

- A mí me parece lo que te parece a ti.

- Vamos a ver qué pasa con las chicas. – nos quedamos juntas en el sillón, me rodeo el cuello y me atrajo hacia ella, la dejé hacer estaba tan bien.

- Daniela, yo te voy a esperar siempre, tardes lo que tardes siempre me vas a encontrar cuando quieras encontrarme, te quiero chiquita. – no le contesté solamente me pegué un poco más y me quedé disfrutando de su calidez.

En eso llegaron las chicas, nos separamos de apuro, no quería ocultarles nada, pero tampoco quería que se llevaran una impresión que no se ajustara a la realidad.

Decidimos irnos, creo que el caso era, que nosotras no queríamos que pasara nada sin estar seguras, y ellas querían asegurarse de que pasara algo aunque no lo estuvieran

Viviana nos llevó hasta casa, las chicas nos saludaron y se fueron apuradas nosotras teníamos que despedirnos.

-Daniela quiero que sepas que hagas lo que hagas este día para mí será inolvidable.

- Creo que para mí también lo será, por favor, dame tiempo. – y le di un rápido beso en los labios que me hizo estremecer toda – nos vemos el lunes, creo que estas más cerca. – dije y salí corriendo hacia el ascensor.

Les agradezco el animo que me dan con sus comentarios, no se si los merezco, pero trato de que la lectura sea un disfrute. Gracias

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