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Accidente en yudo

en Lésbicos

Eran las siete de la tarde, como todos los martes y viernes me dirigía a la academia de yudo. A pesar de ser una de mis pasiones no iba contenta.

Ya hacía unos meses que no iba contenta, y supongo que a cualquiera que hubiese encontrado a su novio metiéndole los cuernos con una de las concurrentes en la propia academia, no le iba a hacer mucha gracia.

No es que hubiese tenido un ataque de angustia por haber perdido a mi novio, ¡no! la verdad que después de haber visto lo que hizo, no lo sentí nada, hasta podía decir que fue una suerte haberme enterado como era antes de pasar a mayores, pero la vergüenza de saber que todas lo sabían, y nadie me había avisado me tenía mal. Aunque para decir verdad, que la interesada se entere a lo último, es de manual.

Estaba pensando en dejar de ir, me parecía que todavía se seguían riendo de lo que pasó, para colmo Adelita, la que se la montó con él, seguía yendo al gimnasio, aunque se cuidaba de practicar conmigo.

Soy cinturón negro segundo dan, y generalmente remplazo al Sensei con las mujeres, por lo tanto, a esa hora las clases las doy yo.

Bueno, como me parece que ya es hora de presentarme, voy a empezar por mi nombre; Norma Fuentes, Arquitecta, 28 años, como dije antes Yudoca desde muy pequeñita, ojos indefinidos, el color me los ponía el día, con un cuerpo que no será para que me tengan envidia, pero tampoco para envidiar a nadie, en fin, tengo lo mío y estoy contenta con lo que tengo.

Como dije soy arquitecta; y en sociedad con dos amigas pusimos un estudio de arquitectura y diseño. Vengo de una familia relativamente adinerada, mis padres no están en el Forbes, pero algunos dinerillos tienen, y por consiguiente al ser su única hija, algo sobra para mí.

Hace cinco años, decidieron irse a vivir a Suiza dejándome habitando un chalet, muy cómodo, aunque demasiado grande para estar sola.

Cuando estudiaba conocí a las dos chicas que ahora son mis socias, y nos hicimos amigas. No venían de familias pudientes, por lo que le costaba lo suyo, y en varios momentos en que tuvieron ganas de abandonar, las animé no solo con el aliento, sino monetariamente.

  

Ya en ese tiempo jugábamos con la idea de montar una pequeña empresa cuando nos graduáramos, por lo que lo mío era una inversión a mediano plazo que en este momento ya nos estaba dando beneficios.

Llegué al gimnasio arrastrando un poco la paranoia. A pesar del tiempo que había pasado, todavía me escocían los cuernos que me puso el cabrón de mi exnovio, sobretodo porque me los puso justo ahí y a la vista de todos, pero al fin, a lo hecho pecho, y yo a lo mío.

Como casi todas las veces, quedé yo a cargo de la clase. Empezamos con los precalentamientos y luego unas catas, seguimos con ejercicios de diferentes tomas para seguir con una lucha. Era la parte que más me gustaba, aunque no fuera como compitiendo la lucha tenía buena parte de agresividad. Se había ofrecido Graciela, una coruñesa peleona, de muy buen ver y muy buen saber, que estaba segura que si no tenía el cinturón negro, debía ser por faltarle la parte teórica, que en la práctica se la apañaba más que muy bien.

Graciela, hacía poco que se había unido al grupo y con su simpatía enseguida se enganchó, no es que se juntara fuera del gimnasio, (siempre estaba apurada) pero adentro era la más dispuesta. Las dos en el tatami preparadas para buscar hacer una buena toma que entusiasmara a las espectadoras, que aunque no fuera en serio, lucía.

Estábamos revolcándonos, que tampoco es que sea fácil pillar a la otra dormida, nos levantamos por enésima vez, y mientras nos estábamos agarrando del kimono veo por el rabillo del ojo a Julia, una de las alumnas atrás de todo, metiéndole un morreo a Adelita, la parejita de mi ex.

Me dio furia, y en un arrebato de cólera me revolví y le metí una toma bastante peligrosa para un entrenamiento; para desgracia, Graciela en ese momento se había descuidado, y solo cuando ya estaba en el aire tomé conciencia de lo que había hecho, pegué un grito y traté de amortiguar el golpe, pero las piernas pegaron un latigazo y a pesar del tatami, el golpe fue bruto.

Enseguida me agaché al lado rogando que no fuera nada, pero los ruegos no siempre sirven.

-Graciela, cómo estas, dime que no te pasó nada por favor.

- Doler me duele, pero a lo mejor se me pasa, ayúdame a levantarme a ver, ¡uy que duele! No sé, mejor me quedo sentada un rato – las lágrimas le corrían por las mejillas, pero era dura.

- Qué te vas a quedar sentada, vamos al hospital que allí nos van a decir si hay algo malo o no – con las otras chicas la subimos a mi coche y al dispensario más próximo, la pobre tenía mucho ánimo, pero se ve que le dolía a rabiar, la revisaron, y por la cara del médico, cosa buena no era.

- Bueno, dígame lo que tiene – pregunté

- Quebradura no tiene, pero no la veo bien, que tome un analgésico, y mañana llévela al hospital, que una resonancia nos va a decir bien lo que tiene.

-Mira Graciela, vamos a hacer una cosa; ahora te llevo a tu casa y mañana voy a buscarte para ir al hospital, que ahí nos van a decir que pasa.

- Norma, si tienes que hacer, no te hagas problema que de alguna manera me arreglo.

- Lo único que faltaba, te rompo una pierna y todavía te voy a dejar a la deriva, no sé cómo todavía no me insultaste.

- Ah, no seas boba, es un deporte estas cosas pasan, no me lo vas a hacer queriendo, y yo también tuve la culpa por estar en babia. Llegamos a la casa y me quería morir, vivía en un primer piso de una casa antigua, una escalera larga que no se me ocurría como subirla.

- A ver cómo hacemos, si te montas a caballo te subo después vuelvo a buscar tu bolso – aun con el dolor que debía tener, se echó a reír

- ¿De verdad me quieres subir aupada? Mañana a la que le tienen que hacer una resonancia es a ti, anda déjame que me apoye en tu hombro, que agarrándome del pasamano voy a subir bien – y así llegamos a donde vivía. Era un departamentito un poco chico, pero tenía todo tan ordenado, que aun sobraba lugar

- Te voy a buscar el bolso con tu ropa, después si necesitas te ayudo, mira si quieres, pido algo que te guste para cenar, y no sé, fíjate lo que necesites, ahora vuelvo – baje por el bolso mientras me iba insultando por la burrada que me había mandado. A ver que nos decía mañana el médico, esperaba que fuera algo de nada, porque si no, para subir y bajar esa escalera no la veía. Volví y la encontré andando a los saltos apoyada en el respaldo de la silla.

- ¿Pero qué haces? ¿no ves que te puedes lastimar más?

- Pero que me voy a lastimar, tengo dos piernas, esta no la apoyo, déjame la ropa ahí, y vete que bastante ya te molesté.

- Pero tú eres boba, mira lo que te hice, ¿y todavía eres tú la que molestas?

- Norma, ¿a ver si te vas a agarrar un trauma? Fue un accidente y si no lo tomas así, mejor dejas el yudo porque vas a vivir presionada. – me callé la boca, un poquito tenía de razón

- Bueno, me voy, mañana te paso a buscar a las nueve ¿te queda? – me dijo que si, y marché a mi casa preocupada, ojalá que no fuera algo grave, sino con esa escalera no había forma.

Esa misma noche hablé con Sonia, le conté todo y quedamos que la íbamos a buscar juntas para poder bajar las escaleras, lo único que faltaba es que nos cayéramos. Dormí mal, me sentía culpable, y a pesar de lo que decía Graciela no era un trauma, fue mi culpa.

Antes de las nueve ya estábamos llamando al timbre, me contestó que suba, no sabía que iba acompañada, cuando subimos me estaba esperando le presenté a Sonia y se echó a reír.

-Oye, pero ¿es qué me van a llevar empaquetada?

- ¿Qué quieres? nos llegamos a caer por esa escalera y te van a tener que enyesar hasta los pelos – fuimos bajando con cuidado, cuando llegamos abajo nos encontramos con una señora que le preguntó

- Graciela, pero ¿qué te pasó?

- Una mala caída en el yudo.

- ¿Una mala caída? ¡te dije! No te vayas a meter con esas de judo que son unas machonas, ¿no te das cuenta que tú eres demasiado delicadita para andar con esas bestias?

- No diga eso doña Catalina, son chicas como yo, lo que pasó fue un accidente.

- Sí, tu ándate con eso, te digo que son unas brutas, no vayas más, usted chica dígale que no vaya más – Graciela estaba colorada, Sonia se partía de la risa, y yo me estaba aguantando las ganas de echar a esa vieja a la mierda, la ayudamos a subir al coche y salimos para el hospital. Sonia no paraba de reírse y terminó pegándonos la risa a nosotras, nos dejó y se llevó el coche, quedamos que cuando termináramos nos pasaba a buscar. A pesar que nos atendieron pronto el estudio llevó un buen rato, ya hacía más de dos horas cuando el Traumatólogo nos atendió con los resultados de la resonancia.

- Bueno, quebraduras o fisuras no tiene, pero se cortó el ligamento cruzado posterior, y eso a su edad conviene operarlo, convendría esperar unos días que se desinflame, y programamos la operación para la semana que viene, eso sí, tiene que quedarse en reposo con la pierna estirada hasta que se deshinflame.

- ¿Y cuánto tiempo tardaría en recuperarme? – preguntó Graciela.

- Eso es según cómo evolucione, pero para que quede bien, si usted quiere hacer deporte, unos seis meses.

- ¿Pero si los futbolistas en seis meses están jugando? Yo le pregunto para caminar nada más.

- Y yo le contesto como para caminar segura, puede caminar antes, pero sin forzarse y con cuidado, los futbolistas tienen fisioterapia todos los días, y un montón de aparatos más, usted a no ser que se lo page por ahí, va a tener lo que tiene la gente normal, créame que si me pasara a mí sería lo mismo, a no ser que jugara al futbol y fuera famoso.

- Pero, ¿Cuántas veces tendría que venir para curarme, o eso?

- Mire, las curaciones, ya le dirá el cirujano, después por la fisioterapia puede venir aquí o arreglar con que se lo vayan a hacer en su casa. – poco más hablamos y salimos bastante preocupadas, ya habíamos avisado y Sonia nos estaba esperando, estuvimos comentando como íbamos a hacer, pero ya había tomado una determinación.

- Graciela, tú así cómo estas no puedes subir esa escalera y quedarte en ese departamento.

- Trataré de encontrar otro, por internet quizá consiga.

- No tienes que buscar ningún departamento, te vienes a mi casa mientras estés así y listo

- ¿Y porque me tienes que aguantar en tu casa?

- ¿Cómo por qué? ¿también se te rompió un ligamento en la cabeza qué me preguntas esa tontería?

- Uf, tú la tienes con que eres culpable, pero fue un accidente y ya está.

- Bueno, fue un accidente, pero te vienes a vivir a mi casa y ya está. –discutimos un rato y tenía a Sonia que me ayudaba, entre las dos la subimos bastante bien, ya arriba en el departamento, le hicimos notar la magnitud del problema para subir y bajar y más después de operada.

- Está bien, voy a tu casa, pero cuando encuentre un departamento en planta baja, dejo de molestarte.

- Está bien, te convendría llevarte todas las cosas y dejar el piso vacío, total si encuentras otro, te las llevas de casa.

- Claro, eso sí; no voy a pagar esto para guardar las cosas, ¿Tienes lugar?

- Sí, no te preocupes, porque no nos dices lo que vamos guardando que buscamos unas cajas y lo vamos poniendo – hicimos así, a la tarde le pedí a Ivana si podía dejar un poco antes y venirse con la camioneta, no puso problemas, entre las tres empaquetamos todo fácilmente, tenía todo tan ordenado que embalarlo no nos costó casi nada.

Tenía un ordenador de última generación, que me preguntó si podría usarlo en casa con mi internet ya que con eso trabajaba. Cargamos lo que pudimos y dejamos ordenado para ir llevando lo demás. En mi coche íbamos con Sonia, mientras Ivana llevaba lo más pesado. En el viaje se me dio por avisarle.

-Graciela, mira que mi casa no es como tú departamento.

- No sé cómo será tú casa, pero por mí, no te preocupes, cualquier sitio es bueno. – cuando llegamos vio que casi era una mansión

- Norma, mejor volvamos, tienes razón, esto no tiene nada que ver con mi departamento, mira si te rompo algo, o eso – me lo dijo mosqueada

- Pero ¿qué vas a romper mujer? Está bien que no esté como tu casa, pero tampoco te vas a llevar las cosas por delante.

- ¡No! pero por ahí te rayo los pisos y con lo que deben costar no te arriesgues

- A ver, - se metió Sonia – creo que hay un malentendido; Graciela entra y vas a ver por lo que te lo dice. – entramos y se quedó mirando

- No sé qué es lo que entendí mal. – yo estaba colorada de la vergüenza.

- Lo qué te quiso decir Norma, es que aquí no está ordenado cómo en tu casa.

- Bueno, es que casi no estoy en todo el día, y llego cansada, y… está un poco revuelto, pero no te preocupes que llamo a alguien para que arregle.

- ¿Por eso me dijiste que no era como mi departamento?

- Y sí, es que eres tan ordenada, que vaya a saber lo que te piensas.

- ¡Mujer! Tampoco es que sea un desastre, por mí no llames a nadie, que en cuanto pueda si me dejas te ordeno un poco.

- Ah, sí, mira que te vas a poner a trabajar así cómo estás.

- Primero vamos a ver cómo sale la operación y después vemos, tampoco te vas a creer que me voy a pasar los meses aplastando el culo, lo que pueda hacer lo voy a hacer.

- Esta bien, después que te operen, vemos – la hice quedar sentada en el sillón de la sala, mientras íbamos bajando las cosas. Le preparamos una habitación con baño compartido (que en ese momento no compartía con nadie) y la invité si se quería acostar, estaba dolorida y se ve que a la noche no había descansado bien, porque se quedó dormida enseguida. La desperté para cenar y lo hicimos las cuatro juntas (Ivana y Sonia nos acompañaron) estuvimos conversando un rato, hasta que se fueron, hablamos poco más, se tomó otro analgésico y la ayudé a ir hasta la cama.

Había puesto la alarma para levantarme temprano, fui a despertarla y me la encontré vestida.

-Pero Graciela ¿qué haces? Te dijeron que se te tiene que desinflamar para operarte, ¿por qué no te quedas acostada?

- Acostada me duele lo mismo, y si me ayudas a instalar el ordenador, pongo la pierna sobre una silla y puedo atender unos asuntos con unos clientes.

- Pero ¿es qué te vas a poner a trabajar?

- Mujer, teclear un rato tampoco va a hacer que la pierna se empeore, y es nada más unos arreglos urgentes.

- No es que se te empeore, empeorada ya la tienes, pero se te tiene que mejorar. Mira te ayudo con la instalación, y si tienes algo urgente que hacer, si me dices cómo, quizá lo pueda hacer yo.

- No, no puedes porque ni siquiera se el problema que tengan, pero te prometo que arreglo esto y me voy a quedar quieta, que no te creas que no duele. – le conecté internet, le llevé un almohadón para poder apoyar la pierna, y me fui a hacer el desayuno. al rato se lo traje para evitarle todo movimiento, me lo agradeció con una sonrisa – podía ir a tomarlo en la cocina, ya te estoy molestando demasiado.

- La única molestia que me das, es que estés con ese cacharro en vez de estar reposando como te mandaron.

- Ya, ya, si ahora termino, pero no te vas a poner en plan de enfermera.

- Pues si no te cuidas tú, alguien lo tendrá que hacer.

- Ay Norma, no te preocupes que arreglo con esta gente desde aquí, y después con la portátil lo puedo hacer hasta de la cama.

- Puedes estar en la sala, te tiras en el sillón grande y te arrimo una mesa, y si quieres miras la tele, o lees, o lo que quieras.

- ¿Y no tienes que ir a trabajar? No quiero complicarte la vida, te agradezco que me hayas traído, pero me da apuro si voy a ser una molestia.

- No te preocupes que yo también puedo hacer bastante desde casa.

- Lo que sí te pediría, si podías ir buscarme la motito que quedó en el gimnasio.

- Sí mujer, después voy con la camioneta y te la traigo.

Nos pusimos a contarnos de nuestros trabajos, ella era analista de sistemas free lance, y desde casa, si le daban entrada, podía solucionar problemas que le surgían a sus clientes.

Lo mío era ir y tomar nota de los gustos de los interesados, y proyectar viviendas a gusto de ellos, no me metía con edificaciones, prefería trabajar para usuarios en particular, me daba más espacio para llevar a cabo mis ideas.

Así que mis obligaciones eran bastante flexibles, pero estaba acostumbrada a hacerlo todo en el estudio, ese día hacía una pausa.

Terminamos de desayunar y salí a alquilar unas muletas, si tenía que ir al baño no iba a estar arrastrándose tras una silla, de paso le traía la moto.

Cuando volví ya se había instalado en el sillón, entré despacio y estaba medio adormecida, la cara era de dolor, se ve que le punzaba bastante, es lo que nos había dicho el traumatólogo, seguramente necesitaba otro analgésico, me acerqué y me senté en la mesilla.

- ¿Te duele mucho? – pregunté

- ¡No, no! bueno, ¡sí! Me molesta bastante, pero es el primer día, ya pasará.

- Sí claro, pero mientras tanto trata de moverte poco; te voy a poner un poco de hielo para bajarte la inflamación y después vamos a comer. – comimos de lo que había comprado hecho (no soy buena cocinando, soy arquitecta no cocinera) levanté todo, y le avisé que tenía que hacer unos pendientes, si se animaba a quedarse sola, cualquier cosa que me llamara por el móvil.

Me fui al estudio y comenté con Sonia y Ivana mi nueva situación, como era de esperar me ofrecieron toda su ayuda. A la vuelta volví a comprar comida en los chinos, era bastante pasable, por lo menos más pasable de lo que podía hacer yo.

Cuando llegué, estaba en el sillón con la portátil, la saludé de beso y fui a llevar las viandas a la cocina, nada más entrar me di cuenta que había lavado los platos, y acomodado todo con una prolijidad a la que no estaba acostumbrada, me preocupó que no se cuidara.

-Graciela, no puedes hacer eso, te va a quedar mal la pierna por no reposar.

- Pero mujer, ¿qué te crees que para lavar los platos tengo que usar las piernas?

- No, pero tienes que estar apoyada, viniste aquí para cuidarte y vas a estar peor que en tu departamento.

- No te preocupes, de verdad que estar sin hacer nada no me cae bien.

- Mira una película o lee algo, pero no te fuerces. – le revisé la pierna como marchaba la hinchazón, no se veía mejor pero tampoco peor, serví la comida y aprovechamos para conversar de nuestros gustos, no coincidíamos mucho pero no estábamos muy lejos, lo que más nos diferenciaba, era el asunto del orden, ella quizá por su profesión tenía sitio para todo y ahí lo ponía; yo más bien buscaba la armonía en el caos, ¡en fin! es una manera de decir que era una despelotada.

Por más que le decía que no hiciera nada, cuando llegaba encontraba todo limpio y ordenado. No me quedó más remedio que empezar a ordenar yo para que no lo hiciera ella.

Llegó el fin de semana y vinieron las chicas con buena onda a almorzar con nosotras, enseguida se engancharon con la simpatía de Graciela. Hablando del trabajo, y a raíz de los ordenadores, comentamos que nos parecía que una secretaria que habíamos tenido, nos robó unos diseños y se los vendió a la empresa para la cual los habíamos diseñado, como no estaban registrados, no podíamos hacer nada, aunque lo raro, es que algunos los diseñamos después de que se fuera.

Quedamos en que podía fijarse si alguien había entrado en nuestro ordenador. Después la charla derivó en cuestiones más personales.

Pasamos ese fin de semana bastante mejor de lo que me hubiese imaginado. La rodilla se había desinflamado, así que el martes no tendría problema para la operación, iba a ser por artroscopia, y la internación sería de entre uno o dos días si todo iba bien.

El día de la operación, fuimos temprano, nos habíamos informado por internet y nos tranquilizamos, no era algo riesgoso y con cuidado iba a quedar bien, aunque la recuperación llevara tiempo.

Graciela era una persona sana, fuerte y acostumbrada a hacer deportes, eso era suficiente para que saliera bien, y salió bien. Estuvo ese día internada, más por vigilarla que por necesidad y al otro día a la tarde volvimos a casa.

Tenía que estar unos diez días sin apoyar el pie hasta que le sacaran los puntos, luego de a poco empezaba con la fisioterapia dos veces por semana y caminar con cuidado. Le pusieron una rodillera de cuero para que no doblara la rodilla, así que tenía que andar con las muletas.

En esos días que no podía moverse mucho, aparte de atender a sus clientes, se dedicó a revisarnos el ordenador desde casa, le dimos la entrada y encontró que teníamos metido un troyano que nos estaba chupando la información. Podía haberlo metido la secretaria, o quizá un programa que venía con eso

Podía limpiarlo para que no siguiera, pero no había forma de culpar a los ladrones, lo que podíamos hacer es que se pusieran en problemas ellos. Para eso bajó los diseños que una empresa canadiense había presentado en la feria de Quebec. Una feria chica que no tenía repercusión, pero sí los tenía registrados. Los metimos en el ordenador bajo la propuesta de fabricarlos en china, y si convenía, los registrábamos.

Según Graciela, después de unos días los habían chupado, había que esperar.

Limpio el ordenador dejándolo seguro como para operarlo con tranquilidad.

Nos entusiasmamos con lo que podía hacer desde casa, que a pesar que no éramos torpes siempre algún problemilla nos traía de cabeza.

A todo eso los días fueron pasando hasta que le sacaron los puntos, la recuperación iba bien y en unos días tendría que empezar con los masajes.

 Como para llevarla a terapia se me dificultaba, la convencí de que se lo vinieran a hacer a casa, me decía que con la moto podía ir, estaba loca, si llegaba a tener que apoyar el pie, toda la operación se iba a la mierda.

La convivencia con ella era de lo mejor, siempre dispuesta a pesar de su dolencia, la casa estaba como nunca. Un día que le mostré unas fotos en mi habitación (que ya la había ordenado bastante) cuando terminamos de verlas me pidió si le permitía pasar al baño; tenía yacusi, yo nunca la invité porque con la rodillera no podía meterse al agua, cuando lo vio, le encantó.

-Cuando quieras báñate aquí, pero no sé si ahora puedes.

- Creo que ahora no, pero antes de irme si me lo prestas me voy a dar el gusto, Norma ¿te parece mal si dejas que te arregle la habitación así no lo haces tú a la mañana?

- Pero ¡qué te vas a poner a hacer ese trabajo! Deja que si no hago la cama a la mañana la hago a la noche.

- Yo te decía para tú comodidad, pero si no quieres que entre a tu cuarto, no te preocupes no voy a entrar.

- A mi cuarto puedes entrar las veces que se te dé la gana, pero no para trabajar y menos como estás.

- ¿Pero no ves que me aburro? Me siento como una inútil, antes iba a yudo, visitaba algunos clientes, ahora estoy aquí y parezco una momia, y si quiero hacer algo a ti te parece mal.

- No me parece mal; mira haz lo que quieras, pero por favor no te lastimes. Después de ese haz lo que quieras se hizo dueña de la casa. Me levantaba y me tenía el desayuno hecho, enganchada a su muleta me acompañaba hasta la puerta y me despedía con un beso. No comía en casa, a la noche me recibía con otro beso, y la ropa preparada para el baño, salía de la ducha y tenía preparado para cenar, cocinaba bien y los comestibles los hacía traer del súper que daba ese servicio. Era toda un ama de casa y me gustaba

Así pasó un mes, ahora andaba con un trípode que se le hacía más fácil. Una noche sentadas en la sala, le dije que si tenía algún compromiso como para juntarse con alguien, que me avisara que le dejaba el campo libre.

-Mira si tienes novio y quieres quedar, por mí puedes – largó la risa

- Novio tengo, pero está un poco lejos, no creo que venga de Alemania para pasar un rato conmigo – no sé porque me cayó un poco mal saber lo del novio

- Pero ¿hace mucho que estas de novia?

- Desde siempre, te vas a reír, pero desde que nacimos nuestros padres nos pusieron de novios

- ¿No me digas que te arreglaron el casamiento?

- ¡No! no es para tanto, pero nuestras familias son tan amigas que el sueño de ellos es que hiciéramos pareja, prácticamente nos criamos juntos, ¡y sí! nos pusimos de novios, era con quien mejor lo pasaba.

- ¿Y cómo se comunican? Debe ser complicado tanto tiempo sin verse.

- Bueno, nosotros chateamos, nos contamos nuestras cosas, cerca o lejos nos queremos lo mismo, y por wasap a veces hacemos videoconferencias.

- ¿Pero no piensan formalizar? La verdad estar tanto tiempo, no sé.

- Uf, eso es para pensarlo mucho, el tiempo dirá. – no sé porque me quedó un mal sabor de boca saber que tenía novio. Un sábado me pide si podíamos ir al mercado que conseguía las cosas más baratas y más frescas, todavía llevaba la rodillera así que por no llevar el trípode se apoyaba en mí. Sabía todo lo que yo ignoraba, la verdad que eso de hacer las compras, para mí era tierra vedada; había restaurant que cocinaban muy bien, aunque tengo que reconocer que Graciela no tenía que envidiarles.

Después de la compra la invité a un comedor donde sabía que se comía muy bien, no quería que gastara dinero, pero la convencí, no me gustaría verla trabajar ese día. La pasamos muy bien, sin querer o no, saqué la conversación del novio me contó que era ingeniero, en el pueblo de donde eran no tenían futuro, lo mismo ella, si se hubiese quedado el estudio sería para nada.

- ¿Y no te dio por irte con tu novio?

- No, con lo mío en Alemania no iba a andar, apenas sé inglés, de alemán nada, aquí estoy bien, si me hubiese pasado esto allí, no sé cómo la llevaría. Ahora perdí algunos clientes, pero cuando pueda andar bien, seguro que pillo otros.

- Bueno, con nosotras ya tienes unas.

- Sí claro, que para pagarte lo que haces por mí, buen tiempo me va a llevar. Terminamos el almuerzo, el café lo fuimos a tomar en casa. Nos sentamos en el sillón y seguimos conversando, cuando le suena el móvil. Era Alejandro, el novio por wasap invitándola a una videoconferencia; me quise parar para que hable tranquila, pero me pidió que siguiera tomando el café, que no tenía importancia, le hice caso sin saber cuánto lo iba a lamentar. Se conectó y después de saludarse y preguntar cómo iba la pierna, se despachó diciéndole que iba a formar una pareja y quería saber el parecer de ella.

- Si piensas que va a hacerte feliz, me parece muy bien.

- Eso lo dices porque no sabes con quien – le contestó el novio

- No, no sé con quién, pero tú lo sabes y lo principal es lo que piensas tú.

- Graciela, sabes que te quiero mucho, y para mí, que aceptes esto es muy importante, te muestro la foto. – desde dónde estaba alcanzaba a ver la pantalla, la dichosa foto era de un hombre con uniforme de piloto comercial.

- Alejandro, si eso te va hacer feliz, cuenta con todo mi apoyo, sabes que para mí, tu felicidad esta primero.

- Gracias, sabía que lo entenderías, siempre vas a ser la mujer que más quiero. Hablaron un poco más y se despidieron, yo no sabía dónde meterme, se quedó callada sin soltar una lágrima; me dio tanta pena que lo único que se me ocurrió fue abrazarla y traerla contra mi pecho.

- Graci, tú vas a conseguir todo lo que te mereces, te admiro por lo fuerte que eres, y esa fuerza va a llevarte a conseguir quien te haga feliz – se quedó sin salir de mi abrazo.

- No es que sea tan fuerte, es que esto me lo veía venir.

- ¿Cómo, tú sabías que tu novio tiraba para ese lado?

- Y…un poco sí, nosotros éramos la pareja más envidiada, pero la verdad que nos servía para sacarnos moscones y mosconas, a él, mucho las chicas no le iban

- Graciela, perdona que te pregunte, no te ofendas, pero tú ¿eres virgen?

- No mujer, pero y ¿eso que tiene que ver?

- No nada, pero cómo me dijiste que siempre estuviste de novio con él, y si no le gustan las mujeres.

- Bueno, tampoco es que se espante, cuando empezamos a pensar en eso, ya sabíamos que nuestra primera vez sería entre nosotros, y lo fue, no es que fuera para tirar cohetes, pero lo hicimos con cuidado y no estuvo tan mal.

- Pero y después ¿qué pasó que no siguieron?

- Seguimos, de vez en cuando lo hacíamos, pero ya te dije, no era la gran cosa.

- Bueno, entonces te lo tomas bastante bien.

- Sí, me preocupa si es cierto que va a ser feliz, yo lo quiero mucho y no me gustaría que sufriera por un desengaño.

- Y si sufriera un desengaño y viniera por ti, ¿qué harías?

- Trataría de consolarlo, darle mi cariño como a un hermano, si dices por lo demás, eso hace rato que se terminó, los dos lo sabíamos – quedé pensando que me pasé de ridícula abrazándola, pero me gustó tanto que no lo lamenté. Después de eso seguimos como siempre, ella haciendo las tareas de la casa más su trabajo, pero aunque sea por vergüenza, me obligaba a ser más cuidadosa, y ayudarla en todo lo que podía. No era tan trabajoso después que te acostumbrabas, es más, diría que era más fácil porque encontraba las cosas dónde tenían que estar. Probó el lavarropas, (algo que nunca había usado, todo iba a la lavandería) y andaba, y entonces eso pasó a hacerse en casa, los sábados era el lavado completo de toda la semana, estaba separando la ropa, cuando llevo las bragas para meterlas.

- Pero ¿qué haces, vas a meter esas bragas?

- Y sí, las tengo que lavar.

- Pero mujer, las vas a desgraciar si las metes en el lavarropas, - se las pasó por la cara y me pareció que las olió - con lo suave que son deben costar un pastón deja que te las lavo a mano.

- No me cuestan tanto, que las hace un cliente nuestro, si quieres vienes conmigo y te traes unas cuantas.

- Más adelante en todo caso, ¿por lo que las uso ahora?

- ¡Qué! ¿Andas sin bragas?

- Sí, cuando estoy en casa sí, si vieras el trabajo que me da ponerlas sin doblar la pierna, las uso cuando salgo porque llevo faldas, que si no, ni eso.

- ¿Y la de los masajes? Te vera toda la raja.

- Que la vea, no será la primera que ve – no sé porque me quedé impactada, que no usaba sujetador en casa ya lo sabía (tampoco lo necesitaba), pero bragas tampoco, tenía que verlo. En el gimnasio tenía oportunidad de ver de todos los colores, quizá hasta me bañé alguna vez al mismo tiempo que ella, pero nunca se me había ocurrido mirar ninguna; algo me estaba pasando. Cambié de conversación y traté de no darle importancia.

Después de eso nuestra vida en común seguía como siempre. La que no seguía como siempre era yo, estaba obsesionada por verle la vagina, parecía una mocosa queriendo asomarme al sexo. A veces cuando estábamos comiendo dejaba caer como al descuido un cubierto, pero cuando lo recogía siempre estaba con las piernas cerradas.

En lo demás seguíamos como antes, ella haciendo todo lo de la casa como si fuera mi pareja, y yo acostumbrándome a ayudarla en cosas que antes no hacia ni soñando, como si fuera su pareja.

En ese tiempo se hizo una feria internacional, donde se exponían diferentes objetos, como muebles, adornos, todo lo relacionado con el diseño. Nosotras no participábamos, lo que habíamos preparado nos lo habían sustraído, y no tuvimos tiempo ni ganas de programar otra cosa.

Justamente quienes nos habían robado, presentaron nuestro trabajo, y la remataron con lo que habíamos copiado de los canadienses.

Graciela solo tuvo que mandar a estos, la propaganda de la exposición para generar un escándalo, si bien nosotras no podíamos reclamar por lo nuestro, los de Canadá sí, y lo hicieron. No podían defenderse acusándonos, ya que lo sustrajeron sin permiso, y nunca nos arrogamos la pertenencia.

Fue una especie de venganza que festejamos con una buena comida, ¡cómo no! hecha por Graciela, la heroína a nuestros ojos. Estábamos en el medio del festín, cuando Sonia preguntó inocentemente.

-Graciela ¿no tienes una amiga cómo tú, que le rompa la pierna y me la lleve a casa? – nos echamos a reír, pero creo que si hubiera encontrado una, lo hacía, dirigiéndose a mí – tú sí que elegiste bien a quien lastimar.

- Pues búscate una y prueba.

- No mujer, que si me llevo una así a casa, seguro que mi novio se queda con ella y me manda a la mierda – pasamos la tarde amablemente, hasta que se fueron, que tenían que salir con sus novios. Nos quedamos solas sentadas en la sala, parecía una escena de familia

- ¿Y tú Norma? no sales a veces me da apuro pensar que te quedas nada más que para acompañarme, tampoco traes a nadie, espero que no sea culpa mía.

- No es por ti, la última relación que tuve no me fue nada bien, supongo que se me va a pasar, pero por ahora quedé escaldada, y contigo estoy tan bien que no me importa quedarme en casa.

- Me alivia un poco saber que no te incomodo, me doy cuenta que te cambie las costumbres, y a veces me da rabia porque no tengo derecho.

- No te preocupes que las que me cambiaste, bien cambiadas están – me sentía tan bien, así las dos solas, solamente me daba ganas de estar más juntas, me parecía que unas caricias y quizá unos besos harían ese momento perfecto. Empezaba a sentir algo que nunca había sentido, y justo por una mujer, y para colmo las ganas de verle el coño no se me pasaban.

A veces me parecía que también sentía algo por mí, era tan voluntariosa, tan dulce, que alimentaba mis ilusiones, antes que se fuera le iba a decir lo que sentía, y si no se lo decía ya, es porque no quería que en caso de rechazarme se quisiera ir sin estar curada totalmente.

Llegar a casa después de trabajar era una fiesta, me daba el beso de bienvenida y me tenía preparado el baño y la ropa, para después cenar en ese ambiente tan cordial, me hacía sentir que mi casa era un hogar. Me gustaría tener excusas para poder atenderla igual que ella hacía conmigo.

Gracias a que nos había metido unas aplicaciones en el sistema, en el estudio cuando llegaba el horario de salida, tomábamos un café y nos marchábamos, antes siempre había algún embrollo para solucionar, las chicas estaban tan contentas como yo con Graciela, (aunque por diferentes motivos) el caso que nos desocupábamos enseguida.

Los días iban pasando, y mi obsesión se acrecentaba, las sobremesas eran cálidas, se interesaba por cómo andaba el trabajo, y si necesitábamos algún programa más. Para equilibrar un poco las tareas los cacharros los lavaba yo, aunque protestara.

Cada vez me costaba más disimular, cuando me saludaba esos besos en la mejilla me hacían estremecer, no era algo sexual, no iba por ahí la cosa, era esa calidez de sentir que tenías alguien que te esperaba, alguien que se preocupaba por ti; quizá ella lo hacía mecánicamente por estar viviendo juntas, pero yo me hacía la película.

Cuando a la noche quedaba en mi habitación a solas, fantaseaba que venía a darme el beso de las buenas noches, y que en vez de en la mejilla, me lo daba en los labios, ese solo pensamiento me hacía estremecer, pensar que podía acariciarme y acariciarla era la ilusión que me desvelaba.

Se aproximaba mi cumpleaños, suponía que ese día el saludo iba a ser más cálido, quizá un abrazo y los besos más pronunciados. Ese día en medio del abrazo cuando me fuera a besar iba a girar la cara para sentir sus labios en los míos. Me tendría que disculpar después, pero quería ver su reacción, a lo mejor también estaba deseando eso.

Estaba decidida; esa mañana me levanté un poco más temprano, quería estar bien arreglada cuando viniera a felicitarme, me llamó para desayunar, tenía servido como todos los días, me aproximé esperando; y esperando me quedé; no me felicitó, ni siquiera hizo mención, el ánimo se me fue al piso, y cuando me fui, el beso hasta me pareció más frio.

 Bueno, pensándolo bien no tenía por qué haberse acordado, me trataba de conformar, pero una especie de angustia me roía por adentro. No llegué de buen humor al estudio, y para empeorarlo me encuentro con que tenía que entrevistarme con la esposa de un empresario, que quería que le recicláramos un palacete antiguo dotándolo de todas las comodidades modernas.

¿De saludos? Los de siempre, parece que nadie se había enterado que algún día había nacido.

Estuve toda la mañana haciendo un croquis de la mansión, sacando medidas buscando la disposición de las habitaciones al gusto de ella, después fuimos a comer a un restaurant bastante exclusivo, donde siguió exponiéndome los gustos y estilos que más le atraían. Desde luego que tendría que hacer unos bosquejos para llevarla para el lado que más la conformara.

Mientras estábamos conversando, me llamaron mis padres de Suiza, me tuve que disculpar con la señora, me alejé a un salón contiguo, era nada más que para saludarme, no tarde mucho, volví disculpándome y explicándole que cumplía años y mis padres me saludaban.

No lo tomó para nada a mal, es más me deseo que lo pasara muy bien, y le encantó que mis padres vivieran en Suiza, no sé por qué.

Después de la comida volvimos a la casa, y le mostré en el ordenador diferentes estilos para tener una noción de sus gustos. Le gustaba hablar y era un poquitín absorbente, el proyecto era lo suficiente importante como para atenderla, y así se me fue el día. Antes de volver me avisan de la oficina que tienen que ir a entregar unos diseños y que cerrara yo.

Esto parecía una confabulación, ni siquiera el café de todos los días, llegué al estudio furiosa, con la salvedad que no tenía con quien enfurecerme, a las siete y media me suena el móvil, ¿qué nueva calamidad sería? Era Julia para saludarme e invitarme a festejarlo con unos tragos, con la rabia que tenía, festejaría con cualquiera, quedamos encontrarnos en un bar que no conocía. Me imaginaba que tipo de bar, pero cómo estaba, no le hacía ascos a nada.

Si no fuera porque tenía que cambiarme ni siquiera pasaba por casa, cerré el estudio y me fui con toda la mala leche acumulada durante el día.

Llegué y la saludé fríamente, no estaba para mostrarme simpática, la sala estaba a oscuras, me extrañó, cuando entro se prende la luz, y ahí estaba una mesa suculentamente adornada, Ivana y Sonia con los novios y Graciela atrás mío, cantándome el feliz cumpleaños.

 Me emocioné, era una tontería, pero había pasado tan mal día, que ver que todo lo que esperaba viniera de golpe, me emocionó, me abracé con todos, dejé a Graci para lo último, sabía que era cosa de ella, la estrujé, si no fuera que estaban los demás, los besos de las mejillas iban a apuntar para otro lado, saliera lo que saliera.

Fueron momentos maravillosos, estaba exultante, semejante contraste de emociones me tenía en el aire, se reían porque se imaginaban lo que había pasado, y cómo lo prepararon para que no sospechara, brindamos, me volvieron a besar y cuando le tocó a Graciela, nos miramos a los ojos y me di cuenta que esa noche no me iba a poder aguantar, la volví a estrechar y me dio miedo, sentí un calor que me envolvía, y supe que si me rechazaba no lo podría resistir.

Estaba ansiosa y temerosa, no quería que se terminara porque tendría que decidirme, y tenía miedo de las consecuencias, tomamos un poco más y se prepararon para marcharse. En ese momento sonó mi móvil, era Julia que me estaba esperando, era la salvación para mi cobardía, le dije que me esperara que iba a ir. Se quedaron mirándome extrañadas, sería porque no era de salir, pero les expliqué como me había comprometido, y me disculpaba sin que nadie me hubiera echado la culpa.

Les pedí que me esperaran que nos íbamos todas juntas, menos Graci, pero no me quería quedar a solas porque no sé qué iba a pasar.

Cuando salí me dio un beso en la mejilla, me pareció leer tristeza en la mirada, pero ya estaba decidida, aparte que no sabía si realmente le importaba que me fuera.

Cómo me imaginé, sabiendo que era lesbiana y no lo ocultaba, el bar era de ambiente, no me importó. Me estaba esperando afuera, me saludo con un beso en los labios, Julia me tenía ganas y no lo ocultaba, y a pesar que no me agradaba mucho, estaba pasando unos días en que me cuestionaba mi orientación, (aunque no precisamente por Julia) pero quizá no estaría mal probar. Pasamos adentro, eran todas parejas del mismo sexo, bailando, besándose, y apretándose sin ningún disimulo, no me pareció tan mal, si yo pudiera estar así con Graciela me parecería perfecto.

Pedimos unos tragos y me tenía tomada de la mano. Entre lo que había tomado en casa y el trago ese, se ve que me había desinhibido. No me molestó, me sentí un poco eufórica, es como si una carga de adrenalina aumentara mi deseo, con la otra mano me acariciaba el muslo, me estaba gustando y la dejaba, me miraba acercándose para volver a besarme, cuando apareció una rubia, se le acercó y le plantó un beso para el campeonato, me quedé con la boca abierta ante esa desfachatez, y más la tuvo cuando vino a besarme a mí, le puse la mejilla sino me lo da en los labios, se quedó sorprendida.

- ¿Y a esta que le pasa? - preguntó

- Es que todavía no conoce el sexo entre mujeres, pero entre las dos, hoy le vamos a enseñar. – me quedé dura, no me lo podía creer, me querían follar entre las dos. Saqué unos euros para pagar la cuenta y los dejé sobre la mesa

- Mira, mañana tengo un día complicado, lo dejamos para otra vez – no quería armar escándalo, salí y escuchaba que Julia venía atrás.

- Oye, ¿pero tú crees que me vas a dejar así las veces que se te da la gana?

- ¿Y qué piensas hacer? – sabía la diferencia entre un cinturón negro y lo que podía hacer ella.

- Eres una lesbiana reprimida de mierda – no quise seguirla, me subí al coche y me fui aguantando la furia. Por un lado fue lo mejor. No creo que un acostón con Julia solucionara mi problema, más bien me iba a cargar con un sentimiento de culpa.

Empecé el día mal, y lo estaba terminando mal, y esta vez era mi culpa. Bonita forma de querer sacarme el ansia que me producía Graciela, si con ella, me hubiese conformado con poder besarla, acariciarla, sentirla mía, no es que no deseara tener sexo, si lo deseaba, pero no era lo más importante.

Las lágrimas se escapaban de mis ojos, la indignación que me había dado la actitud de Julia y la bruja esa, el recuerdo de la tristeza que creí ver en los ojos de Graci, los reproches que me hacía por no haberme quedado en casa, me angustiaban hasta hacerme doler.

Entré y estaba todo oscuro, prendí la lámpara atenuada, estaba desvelada y había retirado todo de la mesa. Fui a la cocina y encontré una botella de cava empezada, me la llevé a la sala y me serví una copa. Comencé a rebobinar lo que fue el día, lo mal que había empezado, y lo bien que podía haber terminado, pero la cagué, y eso fue culpa mía nada más.

Podía haber pasado un momento maravilloso, como los que pasaba con ella siempre, hasta quizá podía haberme ganado el beso que tanto deseaba, me hubiese hecho la borracha, le plantaba un beso, si le gustaba le gustaba, y sino después le pedía disculpas. Ahora seguro que estaba con la camisola del pijama nada más, si no usaba bragas no se iba a poner el pantaloncito para dormir, a lo mejor hasta duerme desabrochada y se le ven las tetas, me tomé la copa de cava, quería sacarme de la cabeza esos pensamientos, pero era imposible.

Me dieron ganas de llorar, y quería llorar, sacarme de una vez esa congoja que me oprimía, apoyé la cabeza en el respaldo y me dejé ir, sacar toda esa pena de no poder tener lo que ansiaba, estaba con la cara entre los brazos compadeciéndome de mi misma, cuando siento una mano acariciarme el pelo

-Norma ¿Qué te pasa, porqué lloras? – mientras se sentaba a mi lado y llevaba mi cabeza contra su pecho – no llores, nadie merece una lágrima tuya, vamos cálmate, vas a ver que nada es tan malo cómo te parece – estaba apoyada sintiendo sus caricias, en el mejor sitio y todo por llorar, no me quería salir de ahí, asiqué, si tenía que llorar, lloraría. En ese momento se produjo casi un milagro, levantó el bordillo de la única prenda que llevaba, para secarme las lágrimas; los senos los tenía cubiertos, pero seguramente estaba sin bragas, quería mirar, pero me tenía contra su hombro y las tetas me cortaban la visual, eso me daba más ganas de llorar.

- Anda, deja de llorar, vas a ver cómo dentro de unos días te va a parecer que lo que te pasa no es tan importante – me besaba los ojos, le había pasado la mano por la cintura que cómo tenía levantada la camisola, podía sentir la suavidad de su piel, me apreté más a ella, con tal de estar así no me importaba deshidratarme en lágrimas, tampoco quería abusar hasta cansarla, por eso luego de un rato, le dije

- Graci, te estoy incomodando, no te dejo dormir, perdóname es que estoy angustiada.

- ¿Tú incomodando? ¿Estoy en tu casa de favor y me vas a estar molestando tú? Por favor, no vuelvas a decir eso.

- Pero es que debes de tener sueño, preparaste toda la fiesta y ahora no te dejo descansar.

- No importa, tampoco no podría dormir sabiendo que estás así. Mira Norma, para lo tuyo, así cómo estás, la soledad y la oscuridad son mala cosa, ¿quieres dormir conmigo? No voy a poder resolver tu problema, pero te vas a sentir acompañada. – no me lo podía creer, dormir con ella, en la misma cama.

- ¿Pero de verdad no es mucha molestia?

- Ya te dije que tú no me molestas nunca, ven ayúdame un poco que vine a los saltos y vamos a la cama.

- Graci, ya que eres tan buena ¿por qué no vamos a la mía? Es más grande y de paso me quiero dar una ducha a ver si me alivia.

- Cómo quieras, vamos a estar más cómodas – fuimos a la habitación y la dejé sentada en la cama y me fui a duchar. Estaba emocionada; estar al lado de ella, pegada, si lloraba un poco más, seguro que me iba a abrazar, cuando se durmiera iba a poder verle la parte que me tenía obsesionada. Yo también me puse la chaqueta nada más, pensé en no ponerme bragas, pero no se me ocurrió ninguna excusa.

 Salí del baño sollozando, como lo pensé enseguida me abrazó, aproximó mi cara a la suya y apoyó sus labios en mi frente, si al paraíso había que agregarle algo, lo hizo cuando volvió a subir el bordillo para secarme las lágrimas, metí el brazo en su cintura para que no pudiera bajarlo, y la apreté bien contra mí. Sentía sus caricias, mi boca contra su cuello, el aroma de su cuerpo, los susurros pidiéndome calma, ¡y…! y me quedé dormida.

Me desperté extrañada, pero me sentía demasiado bien como para no acordarme. El brazo con que me había tenido aprisionada estaba flojo, por la posición de la pierna lastimada, dormía boca arriba. Enseguida me di cuenta que si andaba con cuidado, por fin podría verle ese coñito que me tenía loca.

Primero lo primero, o sea empezar por arriba, le desprendí un botón y corriendo un poco la prenda conseguí que un seno apareciera tras la tela, me pareció que era una maravilla de la naturaleza esa colina rosada, y en la cima un pico amarronado, apetitoso, acerqué mis labios y lo apreté delicadamente, se puso firme y la escuché gemir, me acosté pegando mi cara a la suya para notar si se despertaba, fui bajando la mano de la cintura camino al pubis, si se despertaba tenía la excusa de que podía ser un movimiento involuntario mientras dormía.

Pasé mi mano por su vagina, separó un poco la pierna sana, separe la mano y soltó un gemido, me di cuenta que lo que más la podía despertar era el cambio, volví a tocarla y llegué hasta su entrada, volví a sacarla despacio, y me moje bien los dedos con saliva, ahora apoyé el dedo y de a poco alcancé a meter la yema, estaba mojada, oía sus gemidos y me quedé quieta, despacio subí por la ruta que me llevaba a su clítoris, iba separando sus labios, pero era tan suave y estaba todo tan húmedo que el dedo se desplazaba fácilmente, llegué y lo empecé a rodear suavemente, sentía la agitación de su respiración pero no me aparté, si se despertaba podía decir que fue dormida, volví a bajar buscando más de sus jugos, y despacio recorrí en un ida y vuelta toda su vulva, debía tener un sueño húmedo porque abrió un poco más las piernas, de pronto se estremeció y gritó.

Tantas excusas que había pensado, y no se me ocurrió ninguna, me quedé mirándola sin saber cómo disculparme. Me miró con los ojos bien abiertos

- ¡Te desperté! Tanto que te costó dormir, y te vine a despertar – volvió a llevar mi cara contra su cuello mientras repetía – perdóname te desperté soy una tonta, ven trata de dormir que lo necesitas.

- No es nada, seguro tuviste una pesadilla. – mientras soltaba un suspiro de alivio

- No, no fue una pesadilla, fue el sueño más lindo que nunca tuve.

- Quizá te despertaste por culpa mía

- No te preocupes que no tienes la culpa de nada, anda, duerme. – me apretó con más fuerza, con mi boca en su cuello haciendo cómo que respiraba la estaba besando, la sentí estremecer, pero me hice la tonta y me quedé así.

Con la excitación de lo que había pasado, el sueño se me fue de paseo, no importaba, estaba tan bien que podía pasarme toda la noche así ¡claro! Eso si no me hubiese puesto a pensar en ese coñito apetitoso, y si el mío no se le diera por destilar deseos que lograban remojar todas mis bragas.

Se fue durmiendo y soltando la presión con que me sujetaba, no podía seguir así, o me iba a refrescar o la violaba. Opté por irme a refrescar, me senté en el bidé y se me ocurrió masturbarme, empecé, pero me dio vergüenza, no es que nunca lo haya hecho, es que estando ella en mi cama me daba apuro, como si me estuviera mirando.

Al fin dejé, me tenía que cambiar las bragas por otras secas, volví a la habitación, nada más pasar por el pie de la cama, la veo a Graciela con las piernas todavía abiertas mostrando la causa de mis desvelos, era como un imán, me atraía, los labios brillosos, mojados, no dejaban duda que se había corrido, quizá no con mucha fuerza, pero algo de ahí había salido.

Me aproximé con cuidado mirando que estuviera dormida, ¡y sí! lo estaba y profundamente, me acerqué a esa boquita que me llamaba sin mover los labios, era más fuerte que yo, respiré su aroma y me pareció el mejor del mundo, le pasé la lengua y me gustó el sabor, me gustó mucho, tanto que volví a pasarla de vuelta y me gustó más.

Creo que fue el momento dónde me emborraché, no me conformaba con sentir el gusto, quería palpar la suavidad que había notado con el dedo, fui empujando la lengua en su orificio, estaba tan mojada que entro con relativa facilidad, no es que la haya penetrado totalmente, pero haber podido abrir esa puertita era un triunfo. Volvió a mover las piernas, pero no para cerrarlas, escuchaba un ronroneo, seguramente estaba soñando nuevamente, ¿sería conmigo? me quedé quieta sin moverme, hasta que solamente escuché sus suspiros, de ahí me fui abriendo camino hasta llegar a su perlita, y la encontré, rozagante, durita, calentita, cómo esperando la boca que se iba a apoderar de ella.

Era embriagante le pasaba la lengua suavemente y sentía su palpitar, parecía que reclamara mi atención, me estaba dando cuenta que si no me calmaba, iba a terminar despertándola, y ahí sí que no se iba a creer que me había despertado.

Me levanté y me quedé mirando, estaba tan deseable que me mordía los labios de las ganas, ahg… una lamida más a ver si me calmaba, volví a aproximarme y pasé la lengua, fui subiéndola lentamente hasta llegar a su botoncito, le separé los labios con mis dedos, temblaba de gusto, lo rodeé y me pareció exquisito, lo miré y me era precioso, una vez más y me salía, tenía que poner toda mi fuerza de voluntad para salir de ahí, había parado de gemir solamente escuchaba su respiración agitada, volví a lamer, se estremeció toda, pero no se movió, un vez más y me retiraba, como en movimientos convulsivos empujaba el pubis contra mi boca pero no se despertaba, ¡qué raro! Miré y la vi; estaba con la cabeza levantada y los ojos bien abiertos mirándome sorprendida.

 Pegué un grito ¿de qué me iba a disfrazar? Para disculparme.

 Volví a esta sección, este relato va en dos partes, espero que sea del agrado de ustedes

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