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Estudiando Kinesiología 16

en Lésbicos

El lunes a la mañana después de haber pasado un fin de semana tórrido, la llevé a su casa.

Estábamos bastantes desahogadas. Ya podíamos poderle atención al coche. Nada más al subirse empezó a familiarizarse con los comandos. Leía las instrucciones y enseguida se daba cuenta como ponerlas en práctica. Cuando me vio tan sorprendida, me explico que muchos de los comandos cumplían la misma función que los que tenía en su moto.

Para mí, un coche eran cuatro ruedas un volante y poco más, pero una motoquera sabía lo que tenía adentro. Al fin, que no le costó nada, terminó conduciendo mejor que yo el mío. Decidimos no vivir juntas hasta no tener nuestra casa, pero los fines de semana los pasábamos en mi departamento calmando nuestras necesidades, que eran muchas.

 El centro comercial no iba a ser una cosa muy grande, pero confiábamos que los negocios iban a atraer bastante gente. Tenía la entrada principal desde donde se pasaba directamente al patio en donde estaban las entradas a los locales. Con Teresa habíamos quedado que en esa entrada pondríamos nuestros locales, por lo que todos pasaban frente a ellos.

Yo me dedicaba a poner a punto el consultorio, y Marce trataba de coordinar que todo estuviera en orden para la inauguración. Entre los locales de abajo, iba a haber un bar bastante completito como para satisfacer tanto a los clientes que vinieran a comprar, como a los que trabajaban y no querían cerrar el negocio a la hora del almuerzo. Tenía algo de cafetería y restaurant, con lo que cubría todas las opciones.

Entre semana a Marce la veía poco, entre que seguía atendiendo en lo de mi tía, y que ya estábamos instalando los aparatos en el nuevo salón, no era mucho el tiempo que me sobraba. Los sábados salíamos a buscar muebles para rellenar nuestro futuro hogar, y con bastante trabajo, íbamos cumpliendo con la idea de lo que teníamos en mente.

Las cosas avanzaban rápidamente, lo más costoso era el gimnasio que iba a atender Elisa, pero nosotras también le ayudábamos, ya que los aparatos de recuperación física, iban a estar en ese local, y los iba a supervisar ella. Luego la tienda de lencería de Rosario, que iba a estar a cargo de Marcela, estaba lista, pero la estaba demorando para presentar el catálogo con los modelos más caros para la inauguración. Marta que se quedaba con dos oficinas, tenía todo listo, y cuando nos quisimos dar cuenta, la parte de arriba estaba toda ocupada.

El asunto que con tanto ajetreo, con Marce nos veíamos poco, y poco nos disfrutábamos.

Estábamos agotadas. Sabíamos que valía la pena, hubiésemos preferido hacerlo más despacio, pero todos estábamos apurados por empezar a trabajar.

Para la inauguración aportamos entre todos los locatarios, y fueron los de la cafetería que se ocuparon del ornamento y el lunch, de paso se hacían propaganda,

La fiesta fue en el patio interior, el aljibe que habíamos hecho reconstruir a la vieja usanza, estaba adornado con luces y flores, y alrededor del patio unos parlantes con una música suave iban a acompañar la fiesta sin interferir en las conversaciones, ya que de ahí también podían salir buenos negocios.

Nuestra casa ya estaba lista, faltaba amueblar las otras dos habitaciones, pero eso quedaba para después. Teníamos una sala grande, cocina, comedor y un baño completo para toda la casa, y otro en nuestro dormitorio.

A pesar de que ya habíamos llevado casi toda nuestra ropa, quisimos ir cambiadas para poder estrenarla después de la inauguración. Llegué con mis tías cuando ya estábamos casi todos o eso pensé, empecé a buscar a Marce, pero no había llegado. En un patio tan grande se iban formando sectores donde se juntaban los grupos de invitados de cada negocio.

 El grupo nuestro era el más grande ya que nos arracimábamos los de Teresa, que todavía no había llegado, de Susi, de Marta, de Rosario acompañada de Marcela y Mina, también estaba Mónica, Inés por ser Madrina, Carolina por ser lo que era, la cosa que éramos un montón y Marce no aparecía. Le pregunté a la madre me dijo que enseguida venía.

Entre tanta gente me sentía sola, eso que entre Susi y las demás; felicitaciones van y vienen, no me daban mucho tiempo para pensar. Estaba casi rodeada tratando de quedar bien con todas, parecía que querían que les prestara atención solo a ellas, cuando siento que alguien me agarra de la cintura y apoya unas tetas duras contra mi espalda. Me puse colorada, ¿sería alguna de mis ex clientes?, me fui dando vuelta despacio, darle un bofetón iba a ser para escándalo, pero tampoco le podía permitir que me magrearan sin más, ya iba a decirle de todo cuando me doy cuenta que era Marce y atrás de ella Teresa. Marce, parada a mí misma altura, mirándome a los ojos. No me salían las palabras, no sabía cuál era el milagro, pero estaba ahí e hice lo que me salió. No podría hablar, pero la boca la sabía usar, y ya que no pude pronunciar las palabras que quizá estaba esperando, me hice dueña de esos labios y así decirle lo que estaba sintiendo. No pensaba, mis labios actuaban por voluntad propia y por mí, podía pasar toda la fiesta besándola. Fue ella la que me separó.

-Cariño, para, van a pensar que somos novias. – todos se echaron a reír, pero la miraba y no me lo podía creer. Caminaba despacio, pero no necesitaba apoyarse, había venido con Teresa la que había conseguido las prótesis y parece que se estuvo adaptando hace tiempo.

- ¿Estas bien? ¿Quieres que te busque una silla?

- No, déjame así, que me cuesta más sentarme y después levantarme que estar parada – la reunión transcurría animada, pero yo no veía a mis tías. En eso veo un grupo que se acerca, ese día estaba para sorpresas, eran Claudia y Elisa junto a mis padres, mi hermana Diana y mi hermano Carlos. Si bien les había contado que estaba de novia, no les había especificado con quien. Pensaba decirles con tiempo para que se adaptaran a algo que sería diferente a lo que querían. Ahora se iban a encontrar con una sorpresa.

Me fundí con un abrazo con mi mamá, saludé con besos a papá, a mis hermanos, estaba emocionada y con miedo a como pudieran reaccionar al ver a Marce.

-Nos dijeron que estás de novia, ya era hora, no veo por aquí quien puede ser.

- Mamá no sé qué les parezca, pero es mi felicidad – Marce nos estaba mirando preocupada a unos pasos – es esa chica que está ahí, vengan que se las presento.

- No creíamos que podías cambiar tan rápido – dijo seria mirando a mi tía – Claudia nos dijiste otra cosa.

- Te dije lo que era, yo tampoco sabía, pero creo que es la misma. – las lágrimas estaban por salirme, ¿qué iba a pensar Marce de mi familia?

- ¿Qué es lo que le dijiste que no sabías?

- Que tu novia estaba en silla de ruedas y ahora nos encontramos con esto.

- ¿La cambiaste? – preguntó mi hermana, ahora si me puse a llorar, pero de alivio

- No, no la cambie, es la misma, nada más que estrena unas prótesis que ni yo sabía, vengan que se las presento – se acercaron a una asustada Marce. La primera que la abrazó fue la efusiva Diana.

- Cuñada, me alegro conocerte, sí que tiene buen gusto mi hermana – después la saludaron Papá, Carlos, mi madre se quedó para lo último.

- Espero que sean felices, ella es muy buena y si tú también lo eres, vas a tener una nueva familia. Pensábamos que había cambiado, nos hacíamos a la idea que estabas en silla de ruedas, verte así fue una sorpresa.

- ¿Pero entonces ya sabían lo nuestro?

- Hija, con mi hermana no nos ocultamos nada, y lo que Claudia nos contó de ti fue todo bueno.

- ¿Entonces no les cae mal que se halla enamorado a otra chica?

- Lo que nos importa, es que se enamore de quien la haga feliz y tú parece que lo puedes conseguir. ¿Pero cómo es eso que ya no estás en la silla? – ahí empezaron con una charla explicándole que me había querido dar una sorpresa, y bueno, hubo sorpresa para todos los gustos. Yo que apenas le había dejado entrever mis tendencias, me encontraba que ya la tenían asumida. Nunca iba a terminar de agradecerle a mi tía lo que incidía en mi vida.

Enseguida se agrandó el grupo, y las presentaciones siguieron con Carolina mi suegra, que también estaba sorprendida con el cambio, con Inés por ser la Madrina, y los demás.

No hubo discursos ni nada, contentar a todos, no valía la pena, algunos salían a bailar, pero más en son de guasa, ya que era música de fondo no muy propicia para los jóvenes.

La estábamos pasando bien pero ya notaba que Marce estaba incomoda, seguramente las prótesis la estaban cansando, por lo que decidimos retirarnos explicándole la causa.

Ahora la casa estaba a unos metros, la tomé de la cintura y apoyada en mi cuerpo se dejó llevar. Entramos y prendí la luz. Sobre la mesita de la sala, un enorme ramo de rosas nos daba la bienvenida, el aroma ambiental era el que le gustaba. Nos besamos en la puerta, era el estreno, me apretó fuerte y me dijo al oído.

-Te faltó la música

- No me faltó, la que pasa es que no me diste tiempo – la deje agarrada del sillón y fui a ponerla, puse una música lenta, romántica, tal como me sentía.

- ¿Te gusta esta?

- Sí, ayúdame a bailar.

- ¿Qué te ayude yo? No voy a poder – me miró seria, compungida

- Silvia, no me voy a colgar de ti, solamente acompáñame, nada más

- Es que no sé bailar

- ¿Cómo no sabes bailar? ¿qué nunca bailaste?

- Me moví algo en algún cumpleaños, pero los chicos no me iban, y donde estaba yo tampoco es que se usara bailar mucho entre chicas.

- Uhm…bien, vamos a ver, tú tómame de la cintura, yo me voy a agarrar de tu cuello y si me tropiezo me tienes, esto es lento y va a ser fácil, ¿sabes cuánto hace que no bailo? Hoy los veía bailar y los envidiaba tanto.

- Te prometo que voy a aprender, creo que contigo se me va hacer fácil – me pasó los brazos por el cuello y yo la sujeté bien contra mí. Nos movíamos al compás de esa música suave, nuestras caras pegadas, olía la fragancia de su cuerpo y me parecía que ye había aprendido bailar. Nos movíamos como en una nube de algodón, mi mano fue bajando hasta llegar a sus glúteos, de a poco iba tirando el vestido para arriba.

- Bailar no sabrás, pero sabes dónde poner las manos

- Por algún lado se empieza, aparte que tengo miedo que trastabilles – ya había metido la mano hasta llegar a las bragas, era una delicia acariciar esas redondeces, cada vez nos apretábamos más, ahora no eran solo nuestras tetas las que se frotaban, nuestras vaginas buscaban unirse a través de la tela. Mi mano sí, ya se había metido por abajo y se iba adentrando en ese canal que algunos llaman culo. Nuestras respiraciones cada vez eran más frenéticas, le recorría el cuello a besos mientras sentía sus uñas arañar mi espalda.

- Mi amor, creo que lo mejor es que vayamos a la habitación ¿te parece? Deja la música puesta

- Creo que va a ser lo mejor, ¿quieres qué te lleve?

- No, bastante me ayudas con la mano donde está. – al costado de la cama nos empezamos a besar apasionadamente, abríamos los ojos para mirarnos y volvíamos a unir nuestros labios – Silvia desnúdate rápido.

- ¿Quieres que te ayude?

- No, apúrate tú que yo me arreglo – me desnude dejando la ropa en cualquier lado, no era momento para andar fijándose. Cuando termine todavía no se había sacado las prótesis

- ¿Te ayudo?

- No, déjalas, quiero seguir bailando, ven – nos volvimos a pegar, pero ahora no había ropa para molestar, nuestros pezones luchaban descaradamente a ver cuáles sobresalían más, nuestras vulvas no se quedaban atrás – apriétame, apriétame, quiero sentirte así bien contra mío, de pie, muévete tú lo que yo no puedo – comprendí lo que quería y abrí un poco más las piernas haciendo que nuestras vaginas se besaran. La tenía bien apretada del culo y ni siquiera hacía falta que se moviera, parecía un perro de esos que se te prenden de la pierna, y así me prendía yo contra el chocho de ella. Estaba desatada, seguramente alguna vez se haya echado un polvo de esa manera, y el poder hacerlo en esa posición, la hace sentirse como antes del accidente. Cada vez se apretaba más y la frotación se sentía con más fuerza, cada vez que nuestros clítoris se encontraban se le escapaba un suspiro de placer. Yo no la llevaba mejor, pero la preocupación de que no se cayera hacía que mi placer se aplacara. En un momento dado no aguantó más y se corrió soltando un gemido mientras me chuponeaba el cuello y se sostenía con las uñas para no caerse, sus jugos resbalaban por mis muslos, supongo que por los suyos también

Se quedó colgada de mi cuello y recorría toda mi cara con sus labios hasta encontrar los míos, su lengua buscaba lugar en mi boca, lugar que le peleaba a la mía.

-Creo que ahora sí me puedes ayudar – la fui dejando caer en la cama y le saqué las piernas ortopédicas – ven, ponte al lado mío, tú no te corriste, ¿no te gustó?

- Sí, pero tenía miedo por ti, pero vas a ver que cuando me quite el miedo yo también me voy a correr, me gustó mucho. – me metió la mano entre las piernas

- Uf…esto está chorreando no podemos dejarlo así

- Creo que vas a tener que hacer algo para que pare de chorrear

- O para que se chorree del todo, - se montó sobre mí, y ahora era ella la que se movía buscando que nuestros coños se mimaran. Me levanto una pierna y se cruzó haciendo que el contacto fuera más contundente, se apoyaba con una mano mientras me apretaba la teta, y con la otra me sujetaba del culo para apretarme más contra ella, cuando sentí que un dedo se metía dentro, pegué un grito, no es que me haya dolido, pero me sorprendió, cerré los ojos, ahora el placer venía por dos lados y al fin con un quejido escandaloso me corrí de la manera más bruta. – pobrecita ¿te hice daño? - preguntó

- Claro que me hiciste daño, ¿te crees que se puede entrar en los culos ajenos sin permiso?

- Uy…y yo que pensé que lo que había ahí abajo también era mío

- Bueno, es tuyo, pero no para abusar

- ¿Me vas a perdonar por haberme abusado?

- Te perdono si te vas a seguir abusando, ven para aquí, abrázame y se me pasa. – me quede quieta sintiendo su piel.

- ¿Estas cansada?

- No, estoy pensando que lo nuestro se parece a una novela rosa donde todo por casualidad termina bien.

- ¿Qué es lo que fue casualidad?

- Mira, yo conocí a tu madrina por casualidad, por ella me metí en el negocio de los masajes. Por eso te conocí a ti y me enamoré, y tuve la suerte que me correspondiste. Después todo se fue dando como en una novela. Cómo salió este negocio, cómo tuviste el coraje de arriesgar el dinero que te aseguraba poder vivir tranquila.

- No digas eso, ese dinero no aseguraba vivir tranquila, me aseguraba invernar tranquila, pero a eso no se le puede llamar vivir.

- Bueno, pero igual arriesgaste tu futuro por un hecho que empezó con la casualidad de que nos hallamos enamorado cuando nos conocimos

- Espera un poco, me parece que te falla la memoria, tú dijiste que no creías en el amor a primera vista, así que si no cambiaste de opinión, no nos enamoramos al conocernos.

- No cambie de opinión, cuando te conocí bien borde que estuviste que casi me voy, pero cuando te empecé a hacer los masajes, no fue de un vistazo que me enamoré del culito precioso que tienes, no te lo miré una sola vez, te lo miré hasta que me dieron ganas de morderlo, y cuando te diste vuelta, bueno, esas tetas ya se me hicieron irresistibles, y también te las miré más de una vez, y tú lo sabes

- Dijiste que era calentura.

- Si es calentura, todavía me dura y no va camino a que se me pase, y menos si me pones los morritos así – se había puesto arriba apoyando sus senos sobre los míos mientras frotaba la cara contra la mía, fui dejando correr la mano bajo su vientre hasta llegar a su pubis, se apoyó sobre mi palma, agradecida se movía logrando una frotación placentera. Dejé que mis dedos llegaran a su cuevita y con suavidad me fui internando adentro. Se quedó quieta como esperando que más iba a hacer.

 La penetré profundamente y empecé a doblarlos. Se dio cuenta de lo que buscaba y me susurró al oído – hoy no vas a poder – no le hice caso, mientras la empujaba para arriba me iba deslizando debajo hasta llegar a tomar su teta con mi boca, su pezón estaba duro como una bala, si me dijera que me iba a pegar un tiro con él, no me hubiese salido.

 Sentía como ronroneaba de gusto, pero me seguía diciendo que no iba a poder. Me cambió la teta, me gustaban las dos, mis dedos seguían inspeccionando sus profundidades, mi otra mano bajaba por su espalda hasta llegar a sus nalgas, las apreté y se quejó, pero no se movió, solamente repetía “no vas a poder”

Sentía como tiritaba de placer, y me seguía cambiando la teta, si hubiese tenido dos bocas la hubiese hecho más feliz. Se abrió más de piernas y comenzó a hamacarse, le aproximé el dedo corazón al ano y ya supo lo que venía, se quedó quieta, el dedo le fue entrando despacito, sentía como si le latiera, solamente una fina capa lo separaban de los otros dedos que estaban haciendo estragos en su coñito. Empezó a temblar.

-Para cariño que voy a mojar toda la cama.

- ¿No es que no iba a poder?

- Sí puedes, pero no lo hagas que de veras voy a mojar todo y no me aguanto más – la corrí casi con violencia y me metí bajo su vulva, seguí usando los dedos más rápido, y mi boca preparada para recibir lo que viniera. Un gruñido propio de una loba le salió en el momento que se descargó. Ya estaba preparada y alcance a tragarme casi todo, apenas lo había conseguido cuando salió el otro chorro, escuchaba que estaba llorando, sabía que no era de pena y estimule el clítoris con la lengua haciendo que el tercer chorro no tan copioso, pero más duradero hiciera mis delicias y las de ella.

Quedó desarmada, seguí recorriendo esa ruta que comunicaba todos sus centros de placer, saltaba de su clítoris, sacaba los dedos de adentro para introducir mi lengua en su almeja, y los volvía a poner cuando seguía hasta ese culito tan bonito que portaba, estaba limpiecito, (se ve que se había preparado para lo que viniera, yo también lo había hecho) me entretenía rodeando ese agujerito apetitoso y volvía por la misma avenida que me acercaba a su centro de placer.

- ¿Qué me haces mi vida? ¿qué me haces? - gimió

- Espera y ya lo vas a ver – seguí de excursión por toda la rajita de mi novia, pero ahora los dedos los movía a más velocidad, sentía que casi hiperventilaba, pero por sus movimientos y como apretaba mis dedos con sus músculos internos, el desenlace era inminente, y lo fue, un orgasmo copioso premió toda mi dedicación. Ahora sí, se derrumbó mientras los espasmos todavía recorrían su cuerpo. Busqué recoger toda la miel que me había regalado, dejándola limpita. Me puse al lado y la besé

- ¿Y eso que fue? ¿qué me hiciste?

- Te hice tener un orgasmo ¿qué, no te gusto?

- Pero si me habías hecho tener uno que casi te ahogo.

- Eso no fue un orgasmo, ahí eyaculaste

- ¿Pero no es un orgasmo también?

- No, puedes tenerlo junto, pero en tu caso primero tuviste una cosa y después otra.

- ¿Hay alguna otra cosa que me falte tener?

- No sé, tendré que fijarme en internet como complacer a la calentona de mi mujer

- Ah…, yo calentona… ¿Y tú que eres?

- ¿Yo? la que se calienta contigo, y va a seguir calentándose mientras quieras enfriarme.

- Uhm…, entonces tienes para rato – nos volvimos a besar ahora con menos pasión y más ternura.

- Ves cómo te decía que parece de una novela rosa como conseguimos llegar.

- Cielo, todavía no llegamos a ninguna parte, recién hoy comenzamos nuestra vida juntas, en nuestra casa, con un futuro en común. Un futuro donde siempre estemos juntas – siempre juntas eran las palabras mágicas que me llegaban hasta el fondo de mi alma.

Nos abrazamos compartiendo nuestra calidez y nos fuimos quedando dormidas.

Nos despertamos medio sorprendidas, ninguna de las dos estaba acostumbrada a esa habitación, recién en ese momento me di cuenta como se veía desde la cama, aunque lo mejor para ver, precisamente estaba en la cama al lado mío.

Teníamos ganas de andar por la casa, sentirla nuestra. No queríamos una casa cualquiera, este iba a ser nuestro hogar.

 La sala era espaciosa, un sillón grande y dos individuales, formaban una especie de U alrededor de una mesa pequeña, contra la otra pared, un televisor grande y el equipo de audio, dejaban espacio a un bar. Las paredes estaban un poco desnudas, pero de eso ya nos ocuparíamos.

-Silvia, ¿Este sillón tiene garantía?

- ¿El sillón? – pregunté extrañada - ¿qué garantía quieres qué tenga un sillón?

- Por lo menos la garantía de que se pueda follar encima de el con cierta comodidad

- Eso sí que no pregunté, ¿No te parece que sería mejor que lo probáramos?

- Yo creo que sí, y no solo el sillón sino todos los demás sitios.

Total, que esa mañana la pasamos dándole utilidad a todos los ambientes. Probamos la mesita, la mesada, la mesa grande, y aun los sillones chicos, que para las dos alcanzaba, era cuestión de maña, y para eso, maña y ganas nos  .

No sé si vale la pena seguir con esta serie, arriesgando en caer en repeticiones aburridas, creo que ya dio bastante de sí. A no ser que se me ocurra algo que piense que pueda gustarles, no quiero seguir forzando el gusto de mis lectores. Gracias por leer y opinar                                  

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