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Estudiando Kinesiología 9

en Lésbicos

Estudiando Kinesiología 9

Luego del día maravilloso que pase con Marce, las cosas volvieron a una relativa normalidad, y digo relativa porque la normalidad de lo que hacía, no era tan normal.

Un día me llama Marta, era raro, la había atendido el viernes anterior y ella era muy puntual en su rutina, semana por medio. Atendí

-Silvia ¿puedes venirte a mi estudio tengo que hablarte?

- ¿En tu estudio, que quieres hacer ahí?

- Nada de lo que te imaginas, quiero llevarte a un lado, para que veas algo que te puede interesar.

 Le avise a Claudia. Como estaba Elisa no iba a tener problemas, tomé el coche y fui. Llegué y me estaba esperando.

- ¿Para qué me necesitas?

- Tú eres la que me necesitas a mí para esto. Ven vamos a ir en mi coche. – no sabía dónde iba, pero me deje llevar. Agarramos la carretera de salida, pasábamos entre medio de bloques de departamentos nuevos, muchos habitados, pero otros para terminar. Paramos frente una mansión antigua un poco abandonada, pero se notaba que había tenido sus días esplendor.

- Mira ¿qué te parece para tu consultorio? – me quede pasmada no sé lo que pensaría.

- ¿Esto para un consultorio? ¿pero mira que caserón? Quiero algo para un consultorio y una vivienda, no para un hospital. Aparte quiero comprarlo sin endeudarme para toda la vida.

- Ven, entra y veras los salones que tiene, te da para que pongas el consultorio, si quieres un gimnasio, tu tía puede enseñar yudo, o alquilar para cualquier otra actividad y todavía te sobra para una vivienda a todo trapo si es que no quieres usar la de los caseros. Ah tiene lugar para estacionar, que alguien que venga tullido te lo va agradecer.

- Pero Marta ¿con qué dinero crees que puedo comprar esto?

- ¡Ahí está el asunto! Te puede salir barato. También tiene sus contras, no te creas que todo es a favor. Según lo que quieras poner tienes que remodelarlo bastante por adentro, pero la fachada no la puedes cambiar, y si quieres agrandar algo tendrá que ser en el mismo estilo. La ciudad lo puso como patrimonio porque era la casa del fundador, el que donó las tierras, y aquí murió. Quiere que en la entrada de la ciudad esto sea como un icono, pero no quiere que esto le de gastos.

- ¿Y tú dices que la van a vender barata semejante mansión y con este terreno?

- Silvia, la podemos sacar barata. Esto se remata porque tiene más de 50 herederos y muchos ni se sabe dónde están. Nadie se quiere hacer cargo, yo soy la que está llevando la sucesión y la voy a sacar a remate. El ayuntamiento quiere que alguien se haga cargo para poder cobrarle impuestos, pero no quiere que se cambie la fachada ni hagan una construcción sobre este terreno y eso a las inmobiliarias no les conviene.

- Pero es que lo barato para ti, para mí va a seguir siendo caro, y después los arreglos.

- Te digo que no. los arreglos los puedes hacer de a poco, aun cuando lo estés usando. No seas boba, preguntale a tu novia, vas a ver que te va a entusiasmar. En el estudio te doy copia de los planos para que se haga una idea. Mira si no lo compras tú, busco la forma de comprarlo yo y me pongo un estudio aquí, que es la entrada desde los pueblos de alrededor, y esto cada vez se está poblando más

- Si le digo a mi novia ¿lo puedo venir a ver?

- Pues claro, cuando quieras te pasas a buscar las llaves y lo recorres todo.

 Me fui con los planos directamente a la casa de Marce, se extrañó que fuera ese día, pero cuando le conté, se puso conmigo a revisar los planos. Era un caserón enorme, en la planta baja tenía varios salones que daban afuera, pero tenían salida para adentro a un patio enorme donde confluían todos los salones de abajo y los balcones de las habitaciones de arriba unidos entre sí, formando un corredor que comunicaba todos los ambientes. Estaba en un terreno de 40mt. por 70mt. de fondo.

- ¿Tú que dices? ¿no te parece muy complicado?

- Y sí, complicado lo es, pero si saliera a buen precio hay mucho para sacarle, podemos ir a verlo y hacemos nuestros planes, podemos ir con tus tías a ver que ideas nos dan.

Quedamos así, le iba a pedir a Marta las llaves para el fin de semana así la recorríamos tranquilas. Les dije a mis tías y encantadas. Elisa lo conocía por la parte de atrás porque daba al club de las mujeres, y ella tenía ido invitada (no quise preguntarle por quien)

El sábado atendí a Rosalía a la mañana. Me volvió a largar como al descuido que tenía que modelar, y yo le contestaba que no tenía cuerpo para eso. A la tarde me fui con Marce, y preparamos para ir el domingo, mis tías prepararon comida como para ir de picnic, Elisa decía que atrás tenía una arboleda y una piscina y bancos de piedra para sentarse.

Ya con las llaves en mi poder, el domingo a la mañana nos fuimos con mis tías a la casa. Como no tenía rampas tuvimos que ayudar a Marce a subir los escalones de entrada. Adentro fue fácil, las puertas eran anchas el techo debía estar como a cinco metros del suelo se podía hacer un entrepiso si es que se quería, el patio interno era espacioso con un aljibe en el medio, bastante abandonado, pero nada que no se pudiera arreglar. Elisa ya me dijo que si lo compraba, ella me alquilaba uno o dos salones para poner un gimnasio (era profesora de educación física aparte de yudoca) y se hacía cargo del arreglo.

A la parte de arriba Marce no subió, pero se hacía una idea por intermedio del plano. Igual saque unas fotografías para que supiera en qué condiciones se encontraban las habitaciones, y la vista que se tenía hacia el patio y hacia fuera.

A eso de las dos de la tarde, decidimos ir a la parte de atrás donde encontramos una pileta bastante grande y bastante sucia. Una mesa de piedra rodeada de tres robles añosos, pero aparentemente sanos, daban sombra y una sensación de intimidad. Más allá la casa de los caseros que por lo visto, eran más de uno, porque consistía en una cocina grande pero dos bloques de habitaciones separadas con un baño en común para cada uno.

Mientras comíamos estuvimos analizando las posibilidades y dificultades. Encontramos más de estas últimas. Entre lo que pudiera salir la propiedad y los arreglos considerábamos que estaba lejos del presupuesto. Marce decía que los arreglos sería lo de menos, pero el costo no veía que pudiera estar al alcance. Claudia también pensaba que si alquilaba varios salones con contratos largos los arreglos quedaban a cargo del arrendatario. Elisa se comprometió que dos salones los alquilaba ella y los remodelaba. Al fin nos volvimos con muchos proyectos, pero con bastante pesimismo. A pesar que Marta decía que podía salir barato, lo que era barato para ella, no necesariamente tenía que serlo para mí. Yo contaba con unos 160 mil, algo que si bien no era poco, no creía que pudiera alcanzar para rematar esa propiedad y así se lo dije a Marta.

Seguía con mis clientes de siempre y alguna más que se descolgaba para probar. Había pasado como dos meses, ya estaba comenzando el verano. Rosalía era raro la semana que no me llamaba, creo que tenía ganas de llegar a más pero después que le dije de mi novia, se aguantaba con lo que habíamos tratado.

Ese sábado acudí a su casa hacer la rutina, siempre trataba de condimentarlo con alguna situación sorpresiva, como para no aburrir. Ese día había conseguido sacarle dos buenos orgasmos, siempre mostrándome con ropa interior que la verdad me quedaba divina. No sabía dónde la adquirían, pero era de un gusto espectacular.

Ya había terminado cuándo la veo mirando a la puerta con el ceño fruncido, parada en el vano estaba Guillermo en su versión de Mina. A pesar que ya me había visto desnuda, por una cuestión de pudor y por desconfianza de lo que pudiera querer, me puse el guardapolvo, aunque si tenía que pelear mejor sería sin él. 

– Mina ¿Qué haces aquí? Te dije que no tenías que venir a molestar ¿qué quieres? – le gritó enfadada.

-Quería ver nada más, no quiero molestar, no te enfades. - decía lagrimeando

- ¿Qué es lo que quieres ver?

- Que es lo que te hace, yo hago todo lo que me mandas, pero la prefieres a ella – lloraba a moco tendido, hasta a mí me daba pena.

- Mina no te das cuenta que es una mujer, y a mí me gustan las mujeres.

- Yo cuando estoy aquí también soy una mujer, mira como me visto, me das hormonas, me hiciste depilar toda, hago todo lo que quieres, ¿qué hace ella que no te pueda hacer yo? – seguía llorando como si fuera la última vez.

- Ven…, sé qué haces todo lo que puedes, pero no es lo mismo, ella es más suave, más tierna, tú también vas aprender, pero mientras tanto yo necesito que me calme la ansiedad, a ti también te dejo, y mis buenos orgasmos te regalo, ¿o no es cierto?

- Sí, pero con ella te corres mejor, mira como estas, conmigo no te pones así (la verdad que tenía mojado hasta los muslos, y la cama la había dejado perdida) ¿me dejas limpiarte? – me miró y se levantó de hombros como diciéndome ¿Qué le voy hacer?

- Bueno hazlo, pero se suave – se acostó agarrándome la mano pidiéndome disculpas. Mina se lanzó de cabeza a limpiarle el coño a lengüetazos, parecía una desaforada

– Despacito qué no me voy a escapar, ya te dije que tienes que hacerlo suavemente – mientras decía eso llevó mi mano a su cara y se acariciaba con ella. Yo ahí era la convidada de piedra, miraba nada más pero no me sentía cómoda, no me gustaba la sumisión que demostraba, sabía las cabronadas que había hecho, pero así todo me repugnaba un poco, aunque no veía que sufriera por lo que hacía. Rosalía cerró los ojos y se dejaba ir, bajo mis manos hasta sus pechos y las apretó contra ellos, ahora me miraba como pidiendo que se los magreara, empecé amasándoselos, los pezones los tenía a reventar. Con lo que me gustan las tetas, ya me estaba calentando y no me hice rogar, le di una sobada que le hacía girar los ojos; bueno hay que repartir el mérito, que Mina hacía lo suyo, la cuestión que se corrió como para atragantar a su esposa, o esposo según como se mirara.

-Corazón estuviste muy bien, ¿estas contenta? – le preguntó mientras la acariciaba

- Sí mami, hoy te corriste genial.

- Para que no seas celosilla tontita, ahora vete y prepara unas tapitas y unas cervezas que tengo que hablar con Silvia de lo que comentamos – le dio un beso en la boca y Mina salió corriendo contenta.

- ¿Qué es lo que tienes que hablar conmigo?

- Anda duchate que te preparo unos trapos, es algo que te puede convenir. – me di una ducha y salí desnuda, sabía que me tendría unos conjuntos para que escogiera. Me puse uno, dejando el que más me gustaba para ponérmelo la próxima vez. Ella se había duchado en el otro baño y estaba con un bikini de escándalo.

- ¿Qué comentaste con Mina que me tienes que contar?

- Ven vamos al lado de la piscina que estamos más fresco – nos sentamos en unos sillones al lado de una mesa llena de bocados como para hartarse, me alcanzó un vaso con cerveza- mira tenemos una propuesta para hacerte, queremos que modeles para la tienda.

- Pero a ver, quienes me quieren hacer esa propuesta, porque parece que no eres tú sola.

- Claro que no, eso lo pensamos entre Mina y yo.

- Pero no entiendo, pensé que a Mina la tenías prácticamente sometida, y eso es lo que no me gustaba, ver a nadie denigrado hasta ese punto, es algo que rechazo.

- No te confundas, te voy a contar. A mí siempre me gustaron las mujeres, pero cuando conocí a Guillermo, me gustó, era lindo, talentoso, un poco amanerado, algo que para mí era una virtud, pensé que ese era el verdadero Guillermo y me casé. No te voy a negar que su posición tuvo algo que ver, pero su talento de verdad me cautivó. Cuando me enteré de las barbaridades que cometía con las chicas, enseguida pedí el divorcio. Pensé que era bipolar o algo así. Ahora creo que es tripolar si es que cabe ese término. El verdadero Guillermo es Mina. Mina en un envase que no es el de ella. Se reprimió toda la vida y pensó que como me gustaban las mujeres, se podría mostrar conmigo tal como era, pero no se animó, y eso la enloquecía y se vengaba en las chicas porque podían hacer lo que ella no podía.

- Pero Rosy, hablas como si ya fuera una mujer.

- Es que lo es, mentalmente es una mujer, envidia a las mujeres y quiere ser una de ella cuando no puede se le cruzan los cables y hace barbaridades que después se lamenta.

 Me quedé pensando un momento tratando de comprender.

- ¡Sí! tú dirás que les pegaba por envidia, pero cuando le dabas a él, parecía que gozaba, no me diga, que eso no es algo de sadismo o masoquismo.

- A su manera era la forma de pagar por lo que había hecho, y te digo que está deseando el castigo que lo redima como mujer.

- Para ti entonces, es una mujer.

- Interiormente es una mujer, yo voy hacer que lo sea por afuera.

- Bueno… si tú lo dices… será, pero aparte de eso cual es el talento que tiene.

- Toda la lencería que viste y que te llevaste, son diseños de ella

- ¿Ella diseña todo eso? Pues sí que tiene talento, ¿y cómo lo conociste?

- Profesionalmente, yo soy fotógrafa y tenía que fotografiar a las modelos para el catálogo de la tienda, mira este es el último que hicimos, después me enteré de lo que pasaba y no quise trabajar más con él, y dejo de publicarlos.

- Bueno, bueno, ¿pero al fin, es el, o ella?

- Es ella, pero era él. Mira eso ahora no importa, el asunto es que pensamos en ti para el nuevo catálogo.

- Yo no tengo el cuerpo de esta chica (señalándole la chica que me mostró)

- Ya lo sé que no tienes ese cuerpo, por eso pensamos en ti, queremos que esto lo luzca una persona normal, que vean que les puede quedar bien a una mujer con un buen culo y unas buenas tetas. No queremos que miren la modelo y digan, ¿para qué lo voy a comprar si yo voy a parecer una ridícula con esto? La colección la queremos hacer para gente como tú, o como yo que somos la mayoría.

- Sabes que pasa, que si salgo por ahí después cuando ponga mi consultorio, todo el mundo me va a reconocer, mira que propaganda.

- Y pues claro que te van a reconocer ¿y te parece poca propaganda? Que le arregle lo huesos una modelo.

- Oye Rosy, no me jodas, ¿qué le puede importar a los que andan con los huesos rotos que sea una modelo quien se los arregle?

- Tú no sabes lo que es propaganda. Mira llevale el catálogo a tu novia y a tus tías y que te den su opinión. Ah si no quieres pasar la lencería, puedes pasar la ropa de calle, pero la paga no es la misma.

- ¿Y cuánto me pagarías?

- Por la de calle, estaremos un día, diez mil, por la otra también estaremos un día quizá más cuarenta mil, y si alguna no quieres que se publique, no lo hacemos. Piénsalo.

- Tú sí que sabes convencer a la gente, pero lo voy a pensar.

Total, que me fui a mi piso con un barullo en la cabeza que no sabía que pensar. Esperaba consejos, Marce no iba a querer que me vieran así; me parecía. Mis tías a lo mejor sí, pero iba hacer lo que me dijera Marce.

A la tarde fui como todos los sábados a estudiar a su casa. Ya eran los últimos finales y solamente teníamos que repasar, ya que las notas de los parciales nos bastaban. A media tarde, cuando paramos para merendar saqué la conversación de la propuesta.

-Me ofrecieron modelar para un catálogo de las grandes tiendas, puedo optar por la ropa de calle solo, o también por la lencería, ¿qué te parece?

- Conozco ese catálogo, ahora no tengo ninguno, pero en mis tiempos lo tenía, eran muy completos.

- Yo tengo el último, toma mira. – miró la parte de la ropa y luego la lencería.

- Pienso que te verías muy bien, que raro que busquen una persona como tú, siempre son más delgadas.

- Es que quieren hacer una campaña para gente más común, como somos la mayoría.

- Buena idea, y que le contestaste.

- Que lo iba a pensar, la verdad es que el dinero nos vendría bien para el negocio, pero si no quieres no tengo nada que pensar.

- Silvia, mi amor, ¿tú te crees que me puede afectar que alguien te vea en bragas? Te quiero y sé lo hermosa que eres, pero si me quieres no importa que sepan cuan bella eres, por mirarte no te van a gastar, lo importante es que cuando convivamos seamos la una para la otra. Si te animas hacerlo hazlo, pero quiero ver los originales, no para censurarte sino para admirarte.

- Pensé que no te iba a gustar.

- No sirve que te tenga enjaulada, siempre vas a poder hacer lo que quieras, y siempre que estés conmigo será por qué quieres.

- Siempre voy a querer.

- Siempre es mucho tiempo, pero aprovecha ahora que cuando estemos juntas vas a ser para mi sola.

- Boba ¿de verdad crees que me voy aprovechar?

- Sí, y si no te aprovechas la boba eres tú, después de todo soy yo la que puso los límites.

Después de eso ya tenía todo más claro. Me daba la libertad para tener lo que ella no me daba hasta que conviviéramos, después seriamos dependientes una de la otra.

Esa noche salimos a una pizzería, volvimos un poco más tarde y nos acostamos, bien acurrucadas una contra la otra, pero sin pasar el límite que había impuesto.

El domingo fuimos a comer a casa de mis tías, y sacamos el tema del modelaje. La otra razón por que me resistía un poco, era por si me quedaba enganchada con esa actividad y perjudicaba la imagen del futuro negocio. En eso las opiniones fueron unánimes, la gente va más a lo conocido, y si eres famosa mejor, es como una marca, va a querer probarla y si le gusta seguro que la usará.

En sí todas me alentaban, pero solo quedaba esperar, el dinero era el que había y no me pensaba empeñar. Marce me alentaba con que si se podía comprar ella se ocupaba de lo demás. Se ve que tenía planes bastante concretos.

Seguí como si nada, no me quería hacer la película.

Ese miércoles me había pedido Susi si podía ir más tarde. Comí algo antes de ir por si volvía a deshora. Cuando llegué me atendió ella que recién había llegado, me pidió disculpas por el tiempo que me hacía perder, cosa que le dije que no tuviera cuidado que al otro día no tenía que ir a la universidad. Me alcanzó la ropa de siempre y me pidió si me podía peinar y maquillar mientras ella se bañaba.

Ya había terminado cuando escucho que me llama, pidiéndome si le alcanzaba una toalla que iba a encontrar en uno de los cajones.

Abrí el primer cajón y lo primero que encontré fue una fotografía mía que no sé cuándo la había tomado. Busqué en otro cajón, y ahí estaba la toalla, se la alcancé sin decirle nada. Salió con solo una bata preciosa que le quedaba de película, en otro momento me hubiese causado admiración, pero no en ese.

-Silvia no sabes cuánto necesito de tus masajes, estoy recargada.

-Pues vas a tener que seguir recargada porque no voy a ser yo la que te descargue- le dije seria.

- ¿Está bromeando o qué pasa

- Pasa que yo siempre fui discreta, nunca salió nada de estas paredes, y nunca hablé de lo que hacemos, y sobretodo nunca se me ocurriría sacarte una foto sin tu permiso.

- ¿Pero de donde sacaste esa tontería?

- Mira no me mientas porque la vi, y mejor te vale que no la hayas subido a las redes, porque te hago un juicio que te va a quitar las ganas de hacer esas cochinadas.

- Pero ¿estás loca? Yo no te saqué nada, nunca te haría algo así.

- ¿A sí? Pues mira lo loca que estoy, cuando fui a buscar la toalla abrí el cajón equivocado y fijate lo que encontré – fui hasta el mueble y le mostré la foto – ¿ahora que me vas a decir? ¿qué me lo imagino? – tomó la foto y sin decir nada fue hasta el mueble, revolvió un poco y vino con otra.

- Mira, ¿cuándo te saqué esta? - estaba yo con otra muchacha que me parecía conocida pero no la podía ubicar.

- Yo nunca me fotografié con esa chica, la abras armado.

- Mira atrás y veras cuándo la armé. – la di vuelta y vi dos corazones dibujados; uno tenía el nombre de Susi, y el otro de Tere. Una flecha atravesaba los dos, y una leyenda “Por un amor para siempre” estaba fachada en el año 1998. Di vuelta la que tenía en la mano, y también estaba escrita “Por siempre mi amor será tuyo”. Comprendí que eso lo había escrito la verdadera Teresa. Me dio una vergüenza, que no sabía qué hacer, y más cuando vi a Susi llorando, me senté al lado y la abracé.

- Susi, perdoname, pensé que era mía, no sabía que Tere era tan igual, ¿esa chica qué estaba con ella eras tú?

- Si, nos amábamos tanto, y la sigo amando después de tanto tiempo

- ¿Qué pasó? ¿quieres contarme?

- Pasó que éramos dos chicas que vivieron el momento equivocado y tuvimos miedo de afrontarlo. Nos enamoramos en el preparatorio y cuando pasamos a universidades diferentes, no supimos aguantar la presión.

- ¿Pero por qué se dejaron?

- Silvia, hace veinte años a pesar que ya estábamos en pleno destape, las cosas no eran como son ahora. La homosexualidad era en todas sus formas como una peste. Al sida le decían la peste rosa, porque se pensaban que era un castigo para los que lo eran. Lo mismo que podíamos hacer cuando estudiábamos juntas, sirvió para levantar sospechas. A pesar de todo tratamos de defender nuestro amor, pero cuando se enteraron nuestras familias, la presión fue tan grande que no fuimos capaces de soportarla y nos dejamos.

- ¿Pero entre las dos no pudieron pelear por su felicidad?

- Eran otros tiempos, tu no los viviste por eso no sabes, Hoy un homófobo es casi un marginal, antes eran todos homófobos aun sin serlo, la costumbre era esa, las marginales éramos nosotras.

- Nunca la volviste a ver? - No, no valía la pena. Sabía que no sería capaz de mirarla a los ojos sin echarme a llorar, y se que todavía no lo soy. Ella habrá hecho su vida, quizá ni se acuerde de mí.

- Eso no lo sabes quizá ese amor esté latente.

- Si estuviera latente, me hubiese buscado.

- Tú la sigues amando y no la estás buscando, quizá ella piense lo mismo.

- Silvia, la oportunidad no pasa todos los días, si no la agarras cuándo pasa te quedas en el camino

- Pero puede estar ahí, claro que si no la buscas no viene a buscarte a tu casa – le decía mientras la tenía abrazada contra mi pecho, las lágrimas corrían por sus mejillas mojando la camisa de colegiala, le susurraba al oído – no llores más, a lo mejor se vuelven a encontrar y vuelve a renacer todo lo que quedó atrás.

- Eres muy buena, pero como dijo un árabe, los días que se pierden no se recuperan más.

- Menos los vas a recuperar si los sigues perdiendo. Creo que tienes miedo de encontrarla y ver que no tienes oportunidad; pero es que así tampoco la tienes, vas a quedarte con la duda si pudo ser. - Contigo me queda un sueño, y lo vivo, ¿qué quieres qué también me quede sin eso?

- Susi, yo no voy a estar para siempre y te vas a quedar sin el sueño y sin probabilidades de hacerte una realidad.

- Por favor, dejemos esto por hoy. Dejame soñar Tere. – se abrazó fuertemente mientras dejaba caer las últimas lágrimas.

- bueno a ver ponte que te hago los masajes.

 - No, hoy no, ¿no me acompañarías acostada hasta que me quede dormida? Después cierras la puerta que queda trabada, te prometo que no voy a hacerte nada, solo quiero sentirme acompañada. – me dio una pena verla tan vulnerable, tan desprotegida.

- Lo que pasa es que a lo mejor te duermes muy tarde y no me gusta andar tan de noche

- Bueno…si no puedes… no puedes, igual no es culpa tuya que me haya puesto así. Ahí tienes el dinero y perdona.

- Mira si no te molesta te puedo acompañar, pero solo si me dejas quedarme hasta mañana – una sonrisa como un sol le ilumino la cara.

- No seas mala, sabes que no me molesta ¿quieres un camisón? Elige uno.

- Si tu vas a dormir desnuda, yo no necesito mucha ropa – me fui al baño, me lavé los dientes con mi cepillo de emergencia, me higienice y como no acostumbro a dormir con sujetador, me acosté nada más que con las bragas. Tan pronto me tendí se abrazó a mí como una lapa.

- Tere, gracias, ¿verdad qué me dejas dormir abrazándote?

- Susi, ni que fuera la primera vez, si era nuestra forma de dormir cuándo lo hacíamos juntas. – se quedó mirándome embelesada, una lagrimita se le escapó por la mejilla y se la quité con un beso. Se arrebujó contra mi mientras me miraba con la boquita semiabierta, parecía una niñita esperando el besito de buenas noches.

- ¿Sabes? Tu dijiste que no te ibas abusar conmigo, pero yo no te prometí nada, así que sin el beso de buenas noches no me quedo. La besé, a pesar de besarla en los labios no fue un beso pasional, fue algo casto. A pesar de estar desnudas una contra la otra, ninguna de las dos pensamos en el sexo. Era solamente una demostración de ternura. Era una mujer desprotegida, sola, buscando la calidez de unas caricias, y yo me sentí feliz dándoselas.

Y así se quedó dormida entre mis brazos, y así me quedé dormida acariciándola.

Cuando me desperté Susi me estaba mirando

 – ¿Qué tal dormiste, dormilona?

-Después que dejaste de roncar, pude dormir bien.

- Mentira yo no ronco.

- ¿Y cómo sabes si estas durmiendo?

- Pero me lo hubieran dicho.

- Ah pillina, así que me andas metiendo los cuernos, te andas acostando con otras.

- Me acostaba, pero no más, no servía para nada, eran acostones sin ton ni son que no me dejaban nada

- Hasta ahora este acostón conmigo tampoco te está dejando nada.

- Eso es lo que tú te crees, pero hace años que no dormía tan bien.

- ¿Quieres que te de los masajes ahora?

- No, aguantaste mis tonterías, me hiciste sentir como hace mucho que no me sentía, hasta me parece que me tienes algo de cariño, ¿qué más te puedo pedir?

- Susi, - le dije seria – tu sabes que esto es un trabajo, pero eso no quita que te tenga cariño, más allá de lo que hago, si me necesitas creeme que te voy ayudar en lo que pueda, que todo no es dinero.

- Gracias Silvia, te creo, eres más importante tú que todas las que se dicen amigas – me dio un beso en la mejilla - ¿desayunas conmigo?

- Si me invitas, hambre no me falta – desayunamos como dos amigas, me siguió contando el rollo con la Tere, y le conté mi relación con Marce y lo que teníamos proyectado.

- Menuda suerte tiene esa niña, que no te deje escapar que como tú no encuentra otra.

- Soy yo la que no quiero que se escape, que nunca voy a querer a nadie como a ella

Llegó la hora que nos teníamos que ir y me alcanzó el sobre con el pago.

-Susi, no sé lo que me tengas que dar, no te di los masajes, me diste el desayuno, solamente dormí contigo, no creo que tenga mucho mérito.

- No seas boba, no te pongas romántica, me diste la mejor noche de los últimos tiempos, y me hiciste sentir querida, y hasta pienso que tengo una amiga de verdad. Anda llava esto que te va ayudar.

- Bueno espero que te haya servido para algo.

- Me serviste para mucho, y de propina todavía te voy a robar esto, y no se lo digas a tu novia – me dio un beso en los labios de despedida, un beso largo pero tierno – te voy a llamar que me debes los masajes.

Volví a mi casa contente. No tanto por el dinero, es que me sentía bien. Sabía que le había dado lo que necesitaba, que por una noche le había mitigado la nostalgia de un amor perdido, y creo que más que desahogarse con un orgasmo, lo que necesitaba es cariño, algo que llenara la soledad que sentía aun estando rodeada de gente.

Venía pensando que tengo mucha suerte. Tengo quien me quiere y a quien querer, tengo quien me ama y a quien amar, tengo un sueño cada vez más cercano, y a alguien por quien luchar,

Y todavía tengo la suerte regalar cariño a quien pudiendo comprar todo, eso no lo puede comprar

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