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Estudiando Kinesiología 14

en Lésbicos

Después de dejar a Mónica, me fui tranquila. Esas dos se ve que habían pegado la hebra. Sabía que Marta económicamente no la iba a perjudicar, pero también sabía que era una cazadora nata, y Mónica desde que había probado las mieles de Lesbos, era una presa que iba derecho a que la cazaran. La iban a pasar bien.

Me fui a dormir con Marce. Teníamos que preparar como íbamos a comportarnos para juntar a las dos soñadoras. Se nos ocurrió que bien podíamos sentarnos en la mesa de atrás con Susana y mientras estuviéramos reunidas que apareciera Teresa con el cuento de montar un negocio. Las presentaríamos como si no supiéramos nada, y de ahí en más que se arreglaran ellas.

Al otro día amanecimos pletóricas en nuestro papel de celestinas, habíamos urdido un acercamiento del tercer tipo, y estábamos ansiosas porque nos saliera bien; como si nos fueran en algo

El sábado a la tarde, llegó Susana llena de planos y bosquejos, había tomado lo que iban a ser unos consejos como algo que comprometía su amor propio, estaba explicándole a Marce todos los cambios que había proyectado cuando sentí la campanilla de la entrada.

Salí como si no supiera nada, y volví a decirle a Marce que había una mujer que quería saber los requisitos para instalar un negocio.

-Dile que pase, podemos hablar aquí sentadas cómodas – La fui a buscar, estaba nerviosa, le pedí que se calmara, que hiciera como si el encuentro fuera casual, la hice pasar, Susana estaba de espaldas, llegamos y la presenté.

- Marce, te presento a la señora Teresa que está interesada en poner un local, ah y esta es la arquitecta que nos está arreglando la casa. – se miraron y se quedaron mirándose fijamente.

- ¿Tú? – dijo Susana – co… como estas.

- Bien, y tu cada vez estas más linda.

- No mientas, a linda siempre me ganaste y me sigues ganando.

- Eso es lo que decías tú, pero la realidad es lo que se ve, estas hermosa – para cortar la sarta de halagos, me metí yo.

- Que, ¿Así que se conocían?

- Fuimos al colegio juntas desde chicas, éramos inseparables – comentó Teresa – después nos dejamos de ver, me gustaría juntarnos para hablar de los viejos tiempos

- Sí, te voy a dar el número del móvil para quedar un día de estos, hace como veinte años que no nos vemos, mira si tenemos para contarnos, a ti te cayeron tan bien estos años que se te ve más hermosa, ¡qué cuerpazo!

- A ti pareciera que lo que ganaste en años también lo ganaste en salero – siguieron piropeándose descaradamente al mismo tiempo que se prometían un encuentro cercano, estaban que como y cuando, y que quería saber una de la otra, y se les notaba unas ganas de agarrarse, que nos extrañaban las dudas. Esas dudas fueron las que disipó Marce.

- Pero ¿cómo qué se van a encontrar que un día sí y otro no? contratamos un detective para ubicarlas, Silvia perdió una semana tratando de buscar la forma de juntarlas, ¿y ahora es que necesitan pedir turno para decirse lo que quieren decirse? – se quedaron las dos como bobas – porque no se van a la casa de una y se dicen lo que tienen que decirse, y si anda, anda, y sino manden los sueños a la mierda – se miraron coloradas como dos jóvenes que agarraran en falta. Lo que menos pensaba Susi es que estaba todo preparado, y lo que menos pensaba Teresa es que lo iban a descubrir de esa manera.

- Sí, creo que tiene razón, me sigues y vamos a mi casa que está más cerca.

- Pueden ir las dos en tu coche, y cuando se arreglen vienen a buscarlo, mañana también vamos a estar aquí

- Creo que va a ser lo mejor, te dejo las llaves por si tienes que moverlo. – se fueron las dos un poco cohibidas.

- Estuviste un poco bruta – le reproché

- Que bruta, si a estas dos si no le decía así se pasaban otros veinte años para darse una cita, gracias que tienen coche, que si anduvieran en tren, serían de las que siempre pierden el tren de la oportunidad. – Salieron nerviosas en el coche de Susana.

- ¿Vamos a mi casa así hablamos tranquilas?

- Sí, creo que es lo mejor – no hablaron más en el trayecto, se habían visto superadas por la situación, y ahora querían buscar la forma de tratarse para averiguar que pensaba una de la otra. Llegaron y Susi la invitó a pasar.

- Siéntate, ¿te preparo una coca con Ron? te sigue gustando ¿no?

- Si, aún te acuerdas de esos detalles.

- Me acuerdo de muchos – le sirvió un trago largo y otro para ella. Los llevó y se sentó al lado – A ver, dime, ¿cómo es eso del detective, y qué hace una semana que estaban preparando esto?

- Yo no prepare nada, todo lo hizo esa chica, la que te da los masajes. Estaba vestida como cuando íbamos a la prepa, e imagínate, no me quedó otro remedio que interpelarla, era como si me estuviera viendo a mí misma. Me habló de ti.

- ¿Te acordabas?

- Nunca te olvidé, traté de hacerlo, me casé, con un buen hombre al que no merecía, no lo amaba, al fin nos divorciamos. Después busqué en otras, a ver si podía llenar mi soledad, pero no, tampoco dio resultado. Fue cuando empecé a pensar que nos habíamos equivocado, no sé, quizá sean ideas mías nada más. Si quieres me voy.

- Yo tampoco te olvidé, y también pensé muchas veces que habíamos tirado veinte años a la basura, veinte años perdidos.

- Ahora ya es tarde ¿verdad?

- Para los veinte años pasados, sí, para los próximos veinte está en nosotras si es tarde o no – se habían ido aproximando, estaban casi pegadas.

- Tú sigues teniendo esos labios hermosos, yo estoy más vieja.

- Estas más mujer, me acuerdo de cada centímetro de tu cuerpo, y quisiera recorrerlos con estos labios que te gustan y quiero empezar por aquí – se unieron las dos bocas buscando dentro de ellas el fuego que el tiempo no había apagado. Susi la recostó contra el respaldo y se le echó encima. Sin dejar de besarla fue metiendo la mano bajo la blusa hasta abarcar su seno, los sintió más grandes de lo que recordaba, pero firmes, fue sacando los botones de la camisa hasta abrirla totalmente, mostrando esas magnificas tetas que en otro momento era uno de sus manjares predilectos.

Teresa había quedado con la cabeza apoyada en el respaldo con los ojos cerrados. Susi seguía comiéndola a besos por el cuello, la oreja, bajaba a la clavícula, y se aproximaba a esos promontorios que eran el desvarío de sus deseos. Fue Teresa que la separó para pedirle en un ruego.

-Mi amor, yo no tuve ninguna Susi que me hiciera masajes para desahogarme. Por favor, llévame a tu habitación. – se dejó guiar por una emocionada Susi. Apenas pasaron la puerta, las manos empezaron a trabajar febrilmente, despojándose de la ropa, no se fijaron donde la tiraban, sobraban y por un buen rato seguirían sobrando, se revolcaron en la cama entre besos y caricias. Por lo que había dicho, Tere era la más necesitada, y Susi la que quería colmar todas sus necesidades. Se puso sobre ella mientras recorría con sus labios sus mejillas, su cuello, volviendo a su boca a respirar el mismo aliento. Sus senos se superponían en una danza de aproximación de todo su cuerpo.

Fue bajando una mano por su vientre, hasta llegar a su pubis buscando la meta ansiada, sintió como sus piernas se abrían dándole acceso a su intimidad. Dos dedos aventureros penetraron en esa cueva tanto tiempo soñada y que ahora se le ofrecía como un regalo de navidad. Los introdujo hasta el fondo mientras con el pulgar hacía las delicias de ese promontorio deseoso de sus caricias.

Teresa la tenía sujeta, mientras dejaba besarse y besaba con desesperación, sentía esos dedos talentosos hacerle sentir maravillas en su cuerpo. Era como si después de tantos años volviera a vivir los momentos de su juventud.

-Susi, no pares por favor, hazme volver a sentirte como antes mi vida; sigue mi amor, sigue que quiero correrme como antes, así…así…me viene amor, me vengo ahhh, ya… - Susi sintió como los músculos de la vagina apretaban sus dedos como no queriendo que salieran de allí, mientras una catarata de jugos le corrían por la mano. Sacó los dedos y se apretó más contra ella, sus vaginas en una simetría perfecta buscaron pegarse buscando el calor de una en la otra. Comenzó a hamacarse haciendo que sus clítoris se besaran como lo hacían con sus bocas. Tere había tenido su orgasmo, pero Susi no y cada vez que estos se juntaban, una descarga de pasión recorría todo su cuerpo, cada vez se ponía más salvaje, y los movimientos se volvían más frenéticos. Ya no quería besarla, quería meterse dentro de ella, morderla, a medida que se acercaba a la culminación, iba perdiendo la razón y ya pretendía todo. Clavó sus dientes en la clavícula mientras sentía que se deshacía en ese orgasmo soñado, descargando todo sobre la vagina de Tere; que a su vez ya se le había subido el termómetro y ni siquiera sintió la mordedura, y agarrándola del culo, la siguió moviendo hasta conseguir correrse nuevamente.

Quedaron las dos abrazadas recuperando la respiración

-Uf…Te mordí, ¿me vas a perdonar?

- En casos como este, estás perdonada, puedes morderme las veces que quieras

- Uhm…no digas eso, es que me pones como loca – le decía mientras la miraba a los ojos

- Y tú ¿cómo te crees que me pones? No te extrañe si empiezo a los mordiscones también.   

- Por las dudas que sea hambre voy a pedir comida que yo hoy casi ni comí. Nos damos una ducha mientras tardan en traerla. – con cara de decepción Tere aceptó.

- Vamos a tener que preguntarles a las chicas hasta que hora van a estar, para retirar el coche

- Le preguntamos mañana, ven, vamos a ducharnos que no quiero atender al chico con este olor a coño.

- A mí me gusta.

- Y al chico seguramente también, pero es que va querer quedarse a comer algo.

- Sí, tienes razón, y quizá no sea de lo que trae.

- Eso seguro; voy a pedir unas rabas con provenzal como te gustan, y que las traigan calientes, que si las pongo en el microondas se ponen gomosas.

- Te acuerdas de todo.

- Ya vas a ver de todo lo que me acuerdo.

Se metieron a la ducha, se jabonaron una a la otra y no terminaron en otro cuerpo a cuerpo porque tenían miedo que llegara el chico con la comida. A Tere el saber que se iba a quedar hasta el otro día, le borró la decepción como por encanto.

Susi se puso una bata larga casi hasta los pies, y le dio otra mucha más corta, siempre le gustaron sus piernas y no quería perder la ocasión de mirarlas.

-Eres una tramposa, me estás haciendo quedar como una descocada.

- Tú no vas a atender al chico, así que si vas a parecer una descocada va a ser conmigo, me gustan tus piernas, pero no te vayas a creer que es lo que más me gusta. Anda vamos a poner la mesa.

Armaron la mesa para las dos y del refrigerador sacó una botella de vino blanco Albariño para acompañar las rabas. A poco llegó la comida y se sentó una frente a la otra mirándose con apetito, y no de rabas.

Conversaron un poco de sus vidas, pero sabiendo que las palabras iban, por un lado y los pensamientos por otro, estaban comentando el trabajo que se habían tomado las chicas para juntarlas, cuando Tere sintió como un pie se le metía entre las piernas con ánimo de llegar a lo más profundo.

-No seas mala ¿no me vas a dejar comer?

- No sé porque me dices, no te metí nada en la boca.

- Uhm…claro, si te metieran un dedo en el coño, a ver que ganas te darían de comer rabas.

- Tienes razón, perdona, es que se me enfrían los dedos de los pies.

- ¿Y siempre los calientas así?

- Espero que contigo no se me enfríen más. – sacó el pie y siguió comiendo hasta que se le cayó el tenedor, se metió debajo de la mesa y entre esas piernas que tanto le gustaban, vio asomarse esa vulva por la que tanto había penado.

- Susi, ¿qué haces mi amor? Espera que vayamos a la cama – no tenía ganas de esperar, la tomó del culo y la corrió a la punta de la silla, metió la cabeza y le dio una lambida a esa rajita, que hizo estremecer a la dueña, que protestaba al mismo tiempo que habría más las piernas - ¿qué me haces mi amor? ¿me quieres hacer correr encima de una silla? – Susi no atendía razones, ahora que tenía esa almeja a pedir de boca, que no le vinieran con rabas. Metió la lengua lo más que pudo, y jugó recorriendo las paredes que así aun sin condimento, tan sabrosas le sabían. Tere tenía apoyada la cara sobre la mesa, mientras con la mano le acariciaba la cabeza.

- Cariño, sigues siendo la misma glotona, ¿no podías esperar a terminar de comer?

- Calla que estoy comiendo el postre.

- Si quieres este postre lo vas a poder comer todos los días – no le contestó, tenía la boca ocupada y la lengüeta de esa almejita la tenía cautivada. Cada vez que pasaba la lengua por ahí sentía sus estremecimientos y como le apretaba más la cabeza.  Los rezongos de Tere se iban transformando en suspiros que mutaron en gemidos cuando derramó el néctar en la boca de Susi. No dejó que se perdiera nada. Salió de debajo de la mesa y levantando la cara de Tere le dio un beso traspasándole sus sabores.

- Estuvo muy rico este postre, no sé si todos los días, pero si me dejas lo voy a comer bastante seguidito, vamos a brindar por el reencuentro – sirvió una copa de vino y se llenó la boca, la besó, y con el beso le pasó buena parte de este, siguieron pegadas transvasándose el líquido mientras lo tragaban de a poco.

- Creo que es hora de ir a la cama, ¿no te parece?

- Espera que voy a lavar estos platos y vamos.

- ¿Por qué no los dejas para mañana?

- Porque con el olor a pescado me van a apestar toda la casa. – estaba lavando en la pileta cuando sintió las manos en las caderas levantándole la bata – me vas a hacer romper los platos.

- ¿Por qué? no te estoy tocando las manos – remedando lo que le había contestado un rato antes. Ahora ya la bata estaba por arriba del culo y las manos de Tere la tenían agarrada de los glúteos mientras se había agachado para estar a su altura. Le comenzó besando los cachetes, pero a poco la lengua se hizo lugar tomando su ano por asalto. El placer era enorme, se apoyó en la mesada sacando el culo para afuera, algo que Tere agradeció con entusiasmo llegando con la lengua a la entrada de su coño. - Mi amor, no puedo, no me tienen las piernas, vamos a la cama - le dijo mientras se daba vuelta

- Está muy lejos cariño, apóyate en la mesada que yo te ayudo – vio cómo se apoyó con los codos, le levanto un pie y lo puso sobre su hombro dejándole la vagina completamente ofrecida, una ofrenda que no pensaba desaprovechar. Se fue como una mosca a la miel, introduciendo la lengua en esa cueva con la que había soñado tantos años. Encontró esa suavidad que tanto había añorado escuchando la música de los gemidos de Susi. Se extasiaba con sus sabores, era como un volcán acumulando presión, y ella sabía dónde estaba el botoncito que podía hacerla entrar en erupción, y fue a por él, se abrió camino entre sus labios menores hasta llegar a esa puntita deseosa de mimos. La tomó entre los labios y chupó, un quejido de gusto le dio el sonido a la danza ejecutada por la pelvis de Susi. La tenía de las caderas para que no se cayera, pero seguía devorándose ese caramelito, sabiendo que pronto se iba a derretir. Y así fue, como un chaparrón soltó el néctar atesorado, en su boca que por tanto tiempo lo había deseado.

Se fue deslizando hasta quedar sentada en el suelo, las piernas le flameaban incapaces de sostenerla, el orgasmo había sido muy fuerte como para que su cuerpo lo aguantara de pie. Se miraron a los ojos y se besaron. La sonrisa en la cara de Tere iluminaba toda la escena y parecía que los ojos achinados de Susi también se sonreían.

-Me voy a tener que quedar un rato aquí hasta que me recupere.

- ¿Y para que te crees que estoy yo aquí? Ven que te llevo – la aupó amorosamente y la recostó en la cama, se puso a su lado envolviéndola en un abrazo - ¿Estas bien?

- No me acuerdo haber estado mejor, apriétate contra mí, quiero sentir tu piel, tu aliento, tus labios, quiero sentirte toda, toda mía.

Así, viviéndose; sin querer, se fueron quedando adormecidas. Quizá habrían pasado dos horas cuando Susi se despertó, se sintió amarrada por Tere, y era una sensación que le gustaba, pensaba pasar toda la noche así. Se quiso separar para apagar la luz, pero sintió que la sujetaban con fuerza.

-Qué, ¿no quieres que te abrace para dormir?

- Sí quiero, pero déjame apagar la luz y seguimos durmiendo.

- Con esa chica Silvia también dormías abrazada.

- Sí, pero no estábamos desnudas.

- La debes querer mucho, quizá dormías mejor que conmigo – se le notaban los celos.

- La quiero mucho y creo que por lo que hizo también me quiere un poco, y sí, dormía mejor que contigo – la cara de Tere reflejaba lo que estaba sintiendo - ¿sabes? A ella la quiero, a ti te amo, con ella dormía tranquila, contigo me da por hacer cositas que no me dejan dormir, ¿no tienes ganas de hacer cositas? – la sonrisa volvió a la cara de esta.

- Claro que tengo ganas de hacer cositas, y tengo ganas de que las hagamos las dos juntas – y sin más se montó invertida construyendo un espectacular 69. Quisieron empezar a gozar de todo lo que habían desperdiciado con una mala decisión. Y gozaron, las lenguas trabajaron a destajo encontrando los orgasmos que se debían, bebía una de la otra queriendo calmar la sed de tanto tiempo hasta que al fin el agotamiento pudo con ellas.

Se despertaron al mismo tiempo, o sin querer una despertó a la otra. Salieron corriendo las dos con ganas de ir al baño, llegó Susi primero y se sentó, Tere a los saltitos.

-Ay, apúrate que me meo.

- Espera que me corro para atrás y te sientas arriba mío y hacemos las dos.

- Pero es que te voy a mojar toda

- Pero si nos vamos a bañar, y más de lo que me mojaste ayer no creo, y no era pis.

- Eres una boba, mira las cosas que me haces hacer – se sentó sobre las piernas frente contra frente y empezó a descargar haciendo que el pis de ambas se convirtiera en uno.

- Uhm. No me importaría mear así juntitas todas las mañanas.

- Pues va a ser difícil, vivimos un poco lejos.

- ¿Qué, después de lo que pasamos te piensas ir a vivir a tu casa?

- No me pediste que me quedara

- ¿Y necesito pedírtelo? O todo esto que fue para ti, ¿un acostón?

- Sabes que no, pero es que no me lo habías pedido, coño, qué quieres ¿que venga de carota y me instale en tu casa como si tal?

- Ni como si tal, ni como si cual, sabes que tu lugar es aquí, y si no quieres me voy a vivir a tu casa, lo único que faltaba, me follaste lo que se te dio la gana y ahora te pi- Ay pobrecita, toda la noche violándola y ahora me quiero ir, antes que me denuncies por violencia de género, me vengo a vivir contigo, pero no te follo más.

- No me importa, te follo yo a ti, y si tú no quieres te aguantas – así como estaban se empezaron a besar, ya habían terminado de mear, pero eso era lo de menos.

- ¿Vamos a bañarnos? ya pasaron las once y tenemos que ir a buscar el coche, quizá tengamos tiempo de buscar la ropa que más necesites. – se metieron en la bañera y empezaron a jabonarse, cuando Tere llegó a las partes importantes Susi la paró.

- Pásame despacio que siento mucho escozor.

- Uf, yo también, me parece que o tomamos las cosas con más calma, o nos vamos a tener que conseguir otros coños de repuesto.

- Ah, quita, seguro que no tienen el mismo gusto.

- ¿Sabes? A estas chicas le debemos mucho.

- Yo diría que le debemos todo, si no fuera por Silvia y su novia todavía estábamos padeciendo, si habremos sido tontas.

- Cariño, es otra generación, me gustaría ser como ellas, sin complejos.

- Esta en nosotras serlo, entre las dos podemos. Veremos cómo se lo agradecemos.

Es corto pero espero que les agrade

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