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Aventuras de Toni Caneloni

en Voyerismo

¡Cerdo! –

¡Cuántas veces no oiría Toni Canelloni esta palabra, seguida siempre de un sonoro bofetón! Seguramente más de mil veces al año. Y es que Toni estaba muy salido y aprovechaba cualquier ocasión para mirarle los bajos, o las tetas, o el culete, a las mujeres. Soñaba con poder follarse algún día a una, pero se miraba al espejo y se daba cuenta de que estaría solo toda su vida: era demasiado feo.

Por eso el día de su 18º cumpleaños, cuando comprobó con terrible disgusto que ni una sola de las más de cien chicas a las que había invitado a su fiesta había venido, decidió que ya estaba bien de castidad y celibato sexual. Iba a follárse a todas las que quisiera sin tocarlas.

La primera experiencia de su nueva vida como "voyeur" la tuvo en el cuarto de su hermana Denisse. Esa noche se iban a quedar todas juntas en su casa para cotillear, una de las típicas reuniones "sólo para chicas". Antes de que vinieran su hermana y su cohorte de "amigas adolescentes cachondas" (AAC), dejó una nota en la cocina diciendo que se había ido a cenar con unos amigos. Así pensarían que no estaba en casa y se deshinibirían (más aún) creyendo que estaban completamente solas.

Luego pensó donde esconderse. ¿Debajo de las camas o en el armario? Bajo la cama era menos arriesgado, sin duda, pero no podría ver gran cosa. El armario era mejor puesto de vigilancia, pero tenía el inconveniente de que en cualquier momento las chicas podrían querer coger alguna cosa y le pillarían con las manos en la masa. Se imaginó masturbándose entre los abrigos y que de repente alguna de las zorritas abría la puerta. La salpicaría de leche hasta las cejas y luego saldría corriendo sin parar de reír. El morbo lo venció y se metió en el armario. No era precisamente cómodo, pero la cerradura le permitía observar toda la habitación.

Diez minutos después oyó cómo entraban charlando animadamente su hermana y sus amigas.

Oye Denisse, ¿y el callo de tu hermano? –

Se ha ido a cenar. Ha dejado una nota en la cocina. –

¡Menos mal! Me dan arcadas sólo de pensar en que pudiera estar a menos de cien metros de mí. –

¡Ja, ja ,ja! ¡Qué cabrona eres, tía!-

A Toni le hervía la sangre oyendo a su propia hermana y sus amigas burlarse de él. "¡Me las pagareis guarras!" se juraba para sus adentros. Inmediatamente pegó el ojo a la cerradura.

Allí estaban Sophía, Ruth y Elvira, las mejores amigas de su hermana. A esta última no la vio, pero supuso que estaría en la cocina preparando algo de cenar.

Mirad lo que me he comprado en el Bulevar.-

Sophía, la más pija y repelente, sacó de una bolsa un top blanco con un corazón de plata en el centro. Se lo puso sobre los turgentes pechos para que lo admiraran las demás.

¡Que chulo! Pruébatelo. –

"Eso, pruébatelo, so puerca." Dijo Toni mientras se bajaba la bragueta. Sophía se desabrochó la blusa gris que llevaba y saltaron al aire del cuarto sus enormes peras, que el mini-sostén que traía apenas podía contener. Luego se puso el top. Le quedaba de maravilla.

Te queda de infarto. – comentó Elvira.

Toni compartía esta opinión al cien por cien. Muchas veces había visto a Sophía con ropa provocativa, pero nunca tan cerca y con el gustillo añadido de que ella no sabía que la estaba mirando descaradamente.

Durante media hora las chicas estuvieron hablando de moda y otras cosas, y Toni se aburrió un poco.

¡A cenar! – llamó Denisse desde la cocina.

En cuanto se fueron todas, Toni abrió la puerta con mucho cuidado y salió un rato para desentumecerse. De puntillas por el pasillo se acercó a la cocina. Estaban cenando como unas cerdas. Se manchaban con el tomate de la lasaña y no paraban de hablar con la boca llena.

"Lastima no tener una cámara de fotos. Así la gente sabría que de finas no tenéis nada, ricas."

Especial atención le prestó a Ruth, que se chupaba los dedos con los ojos cerrados y cara de verdadero deleite. Era la más glotona y estaba algo gorda, pero también era la más simpática. De todas aquellas arpías era la única que no lo había insultado nunca. Al pensar que en vez de los dedos de Ruth podrían ser su pene, se le puso tieso. Volvió a la habitación y tuvo que esconderse un momento en el baño porque Elvira fue a recoger una cosa. El susto que se llevó fue terrible. Pensó que lo habían oído. Pero no fue así y al minuto Elvira salió con una tarta que le debía haber hecho su madre para la velada.

Ya en la habitación se detuvo un momento a cotillear los bolsos. En el de Elvira no había nada de interés, sólo tabaco. En el de Ruth tampoco. Pero en el de Sophía se llevó toda una sorpresa. Había una especie de condón de plástico rígido de color negro. Extrañado, Toni lo cogió y remiró. Cuando se dio cuenta de lo que era casi da un grito de sorpresa: era la funda de un vibrador. Conteniendo la risa (la erección que le había provocado el descubrimiento era imposible contenerla), buscó en el bolso el artefacto, pero no lo encontró, lo que le hizo pensar que la muy zorra de Sophía lo llevaba puesto. Antes de meterse en el armario otra vez se le ocurrió una idea diabólica: llenar la funda de semen. Y así, una vez que estuvo en su escondite, se lo colocó en el paquete. Le venía como anillo al dedo.

Diez minutos después o así aparecieron en la habitación las chicas. Traían un bote de nata y unas fresas. Se reían como locas y parecían un poco borrachas. Durante un rato no hicieron otra cosa que bromear sobre cómo chuparle la polla a un tío.

¡Ay tías! Qué calor tengo. – dijo Elvira, y se quitó el polo. Las demás la secundaron y en un momento todas estaban en sujetador. Toni, que no perdía detalle, empezó a sobarse la polla enfundada, mientras contemplaba con deleite los cuerpos, humedecidos por el ajetreo, de aquellas mujeres. Hasta su hermana le pareció que tenía un señor pollazo.

- ¿Sabéis lo que me pasó el otro día? – empezó a contar Ruth – Pues estaba en el baño y pillé a Anna haciéndose un dedo en el cagadero. –

Joder, Ruth, que basta eres. Se dice "water" o "excusado". – apuntilló Sophía.

Eso da igual, el caso es que se estaba metiendo los dedos como una puta.-

¡Anda tú, con lo modosita que parecía! –

Ya te digo. Pero eso no es lo peor... Lo peor es que susurraba "Marco, Marco ... " –

Marco era uno de los mejores amigos de Toni. Era casi tan feo, sino más que él. Y Anna estaba como un queso. Además venía con un aire infantil a clase de lo más morboso.

¿Con Marco? ¡Qué desviada! –

¿Por qué? Es un tío muy majo. –

¿Pero qué dices? ¡Si es más feo que el coño de una elefante! –

¡Mira, la que decía que yo era basta! –

Y volvieron a las risas. Toni ya se estaba arrepintiendo de haberse metido en aquel fregado. A cada minuto que pasaba le dolía más el cuerpo y el alma. "¿Es que no vais a iros nunca a la cama?" pensaba y maldecía. Pero no sabía que justo entonces comenzaba la verdadera fiesta.

Bueno...¿Jugamos a algo? –

¡Sí, sí! A verdades con prendas. –

"Je, je. Esto se pone interesante" se dijo Toni, recobrando de inmediato el interés por observar lo que pasara en la habitación.

Las chicas se sentaron en el suelo del cuarto en círculo. Empezaron por quedarse todas con el mismo número de prendas. Por suerte, no se les ocurrió meterlas en el armario.

A ver. Empieza Ruth. ¿Cuándo tuviste la primera regla? –

A los 15. –

¿Y por qué te comprabas compresas ya con doce?

Esto .... – vaciló Ruth sonrojándose – Por si acaso....-

¡Mentirosa! Era para dártelas de "madura" con nosotras. ¡Prenda, prenda! –

Ruth no tuvo más remedio que bajarse los pantalones. A Toni casi se le salió el ojo intentando ver por la cerradura de qué color eran las braguitas. Crema, le parecieron. Y por cierto que transparentaba un montón el vello púbico. La duda de si sería por la poca luz se disipó rápido:

Deberías depilarte el chichi. –

Y el bigote también. ¡No te jode! –

Siguieron jugando bajo la atenta mirada de Toni. La siguiente fue Elvira:

¿Has visto alguna peli porno? –

No, nunca. –

¿No? ¿Y aquella española del destape?

Esa no cuenta: estabamos de fiesta en casa de Edi. –

De nada sirvió la excusa. Los insistentes gritos de "¡prenda, prenda!" dejaron a Elvira sin sus pantalones. Sus bragas, blancas y de encaje (fueron las que Toni pudo examinar mejor), acompañaron la semidesnudez de Ruth.

Era el turno de Sophía. Se dio cuenta de que las otras preguntaban sin pudor y que tendría que quitarse la minifalda contestase lo que contestase, así que alegando que tenía que ir al baño un momento cogió el bolso.

¡Medio minuto! Nada más. – le recordó Denisse.

Sophía se metió en el baño. Diez segundos más tarde dio un grito de sorpresa al descubrir que la funda del vibrador no estaba allí. Elvira fue enseguida y abrió la puerta. A Sophía seguramente le dio el tiempo justo para bajarse las falda y que su amiga no le viese el consolador.

¿Por qué has chillado? –

Sophía, en su confusión, no supo que contestar. Tuvo que volver a la habitación para seguir el juego.

Chicas, esto... Yo,....no me siento bien y.....-

Oye rica, que aquí todas jugamos limpio. A ver... ¿cada cuanto te masturbas?

Era lo que le faltaba a Sophía para venirse abajo. Toni pudo ver que palidecía, y, conocedor de la causa de ese sobresalto, se excitó aún más.

Venga, contesta... –

Sophía no pudo o no supo responder. Ya reclamaban la prenda sus amigas y ella seguía sin saber qué decir o qué hacer para evitar el bochorno.

Vaya, tenemos, una tramposilla. ¡Sujetadla! – exclamó Ruth.

Sophía se revolvía como una fiera, pero no estaba lo suficientemente sobria como para evitar que Elvira y Denisse la sujetasen de los brazos. Suplicaba que no lo hicieran cuando Ruth empezó a bajarle la falda. Toni podía apreciar la lujuria contenida en las miradas de las amigas, menos de Sophía, claro.

¿Qué secreto guardas tan celosamente, cheriè?....-

Hubo una exclamación y:

¡Mirad, mirad a la "modelo de virtudes"! –

Denisse y Elvira pudieron ,al igual que Toni, ver, clavado hasta el fondo en el conejo de Sophía, que había empezado a sollozar desconsolada y muerta de vergüenza, el terrorífico consolador plateado que, muy lentamente, hacía temblar los labios y clítoris de aquella perra en celo. Ruth se lo sacó y lo contempló un buen rato con la boca abierta. Durante un intenso minuto nadie movió un músculo, hasta que...

Eres una zorra, Sophía. Ahora vas a probar tus propios jugos....-

¿Qué? – respondió asustada por lo que había descubierto en la mirada de sus tres amigas – No, eso no, por favor..._

Ni peros ni peras, puta. Si puedes ser tan puta con los tíos, también lo serás para nosotras. –

Sin admitir replicas, Ruth le acercó el vibrador a la boca y la obligó a chuparlo. Elvira le quitó el sostén de un tirón y empezó a acariciarle los pezones. Cuando estuvieron duros, ella y Denisse empezaron a chuparlos con verdadera afición. Ruth fue a por el bote de nata y dijo:

No te puedes hacer una idea de las ganas que teníamos de hacer esto contigo....¡zorra!-

Y empezó a chorrear nata en el pubis de su "amiga" Sophía chillaba, Toni se la pelaba, sin poder creerse lo que estaba pasando, y el resto no paraba de gozar con el cuerpo, divino según comentaban de vez en cuando, de la tía más pija y calientapollas del instituto.

Mmmm...¡Qué rico! Tenéis que probarlo. –

Las chicas se iban turnando para poder comerle el coño a Sophía. Ya no hacía falta que la sujetasen, porque estaba tan cachonda como ellas. De vez en cuando se quitaban la nata de los labios unas a otras, y no paraban de reír. Toni se iba a correr en breves instantes. Hacía verdaderos esfuerzos para contener el orgasmo. No pudo más y llenó de su leche el estuche del vibrador. El juguete iba de mano en mano, de boca en boca y de coño en coño. Sosegado ya, Toni contempló como la orgía lésbica privada de la que había disfrutado se iba apagando poco a poco mientras las chicas, rendidas y extasiadas, caían sobre las camas para dormir. Lo último que vio antes de que le venciera el sueño fue el coño de Sophía devorado por la última velocidad, la más rápida, del dildo.

Fue el primero en despertarse. Las chicas todavía dormían. Bastante dolorido abrió la puerta y se fue a su cuarto, no sin antes dejar la funda, empapada de lefa , en el bolso de su antigua "musa"; y arropar a la que era su nuevo ídolo sexual: Ruth, que le había enseñado hasta dónde podía llegar la perversa mente de una mujer.

P.D: no debe extrañar a nadie que Sophía fuera enviada a un internado unas semanas después, porque su madre, hurgando en su bolso al día siguiente, descubrió la funda chorreando leche (Toni se cuidó muy mucho de que Sophía no la encontrara y la puso debajo del "top último modelo".)

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