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Senda sinuosa (II: Pornywood)

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En esta aventura erótica serás Bárbara, actriz casi consagrada del cine X. Has rodado casi una docena de películas, pero en todas ellas has hecho un papel secundario. Lo que deseas es ser la estrella de una película, convertirte en la musa sexual de todos los hombres que la vean y saber que es contigo con quien se acuestan en su imaginación todas las noches.

Tu representante artístico te ha dejado un mensaje en el contestador de casa mientras que tú estabas de vacaciones en la costa. Empieza la temporada alta para el cine X: los meses de Agosto y Septiembre.

El mensaje dice: "Cariño, ¿qué tal la playa?... Me han ofrecido un papel en una de negros. Serías la única chica y te los tirarías a todos. ¿Serás capaz? ... Ve al punto 1

Punto 1

La idea de acostarte con un montón de negros te gusta. Te imaginas el calibre de sus herramientas, hasta ponerte cachonda. Seguro que son un grupo de cubanos, marchosos y salseros, amantes expertos. Podría salir una muy buena película. Decides llamar a Hugo y confirmarle que te quedas con esa oferta.

El día de la grabación, te sientes algo nerviosa, muy excitada. Incluso tienes que hacer esfuerzos para contenerte y no frotarte el chichi en el autobús rumbo al estudio. Llegas y saludas efusivamente a Hugo.

¿Preparada, princesa? –

Entras en la escena. Todavía no han llegado los chicos. Te enseñan el guión. Sencillo, sólo tienes que gemir un poco, sola en el cuarto, hasta que vengan los maromos. El director te da libertad en cuanto al modo de montártelo. ¿Cómo quieres hacerlo?

Puedes masturbarte delante de las cámaras. Ve al punto 2

Utilizar un consolador. Ve al 3.

Punto 2

¡Acción! –

Sin apartar la vista del objetivo, comienzas a acariciarte. No es que te haga mucha falta, porque ya estabas mojadita, pero consideras que viene bien un poco de insinuación. Con los dedos índice trazas una línea desde el empeine de tus pies hasta los pechos. El vello se te pone de punta. Estrujas los pechos por encima del vestido y dejas escaparse el primer gemido.

Con una mano sostienes el seno derecho, masajeándolo en círculos. La otra mano la utilizas para desabrocharte la cremallera del vestido por detrás. Ofreces tu delantera a la cámara. Ésta sigue tus movimientos, sin perder detalle.

Bajas el vestido. Los pechos quedan libres. Te da un poco de vergüenza, pero miras a Hugo y su sonrisa te calma. Lo estás haciendo muy bien.

Con la ropa haciendo un anillo en tu cintura y caderas, separas las piernas para que se vislumbre el más íntimo de tus encantos: tu concha. Oyes el ruido del zoom en la segunda cámara. Te está tomando un primer plano del conejo. Instintivamente cierras las piernas, casta, pero las vuelves a abrir, impúdica, a una señal del director. A veces no controlas tu propio cuerpo.

Te chupas libidinosamente los dedos y los diriges hacia tu agujero. En esta parte no te gusta disimular. Cuando te tocas, lo haces para disfrutar. Abres los labios. Allí está el tesoro de mamá. Lo rozas, con delicadeza, como a ti más te gusta, y al instante un grato escalofrío te estremece. Tu botoncito pide guerra. Cuando vas a dársela, ves que el director hace señas para que te detengas.

¿Qué pasa? –

Que el imbécil de la cámara 2 se ha olvidado de quitar la tapa del objetivo. –

Vaya, unos buenos planos a la mierda. Te pones un poco furiosa, pero Hugo te calma:

No te preocupes, que no hace falta que lo repitamos. Pasemos al consolador. ¿Vale? –

Ve al punto 3

Punto 3

De la amplia gama de artilugios que exhibe el encargado del atrezzo, eliges un vibrador delgado y manejable, pero largo, para que te estimule en lo más hondo. Te sitúas en posición.

Con la orden de empezar del director, comienza el recorrido del juguete por tu cuerpo caliente. Dejas que se deslice por la boca. Cierras los ojos e imaginas que es el miembro de tu ídolo, Gabriel "Pichatoro" Gómez. El pequeño consolador es lubricado por la saliva. Lo bajas hasta los pechos. Al contacto con los pezones, gimes. Es muy agradable. Lo pasas de un lado a otro, como si fuera una pequeña serpiente.

Entre tus muslos, el vibrador parece un salmón que quiera remontar la corriente de tu piel. Sabes que su destino es tu cueva del amor, pero no te decides a meterlo. Te das cuenta de que todo el plató está empalmado: director, cámaras, guionista, incluso Hugo, que es un poco ambiguo en cuanto a su sexualidad. "Vaya cerdos" piensas, satisfecha de poder de seducción. Es entonces cuando por fin haces que el aparato te penetre. Tu interior se ve convulsionado por las rítmicas vibraciones, que te llenan de sensaciones agradables.

Mmmmm... – jadeas.

¡Excelente! ¿Han venido ya los chicos? – exclama el director. Te das un respiro. El cámara se seca el sudor de la frente y enarca las cejas, indicándote lo caliente que se ha puesto con tu número.

Sí, ya están. –

Aparecen tres gigantes de ébano, musculosos. Uno de ellos es mulato, mientras que los otros dos son negros de verdad. Te los presentan: Mombo, Danilo y Haakim. Se desnudan delante tuya y casi te da un ataque: son los tres mangos más gordos y largos que nunca hayas visto. Inmediatamente te dan ganas de ser fornicada por todos los agujeros.

Bueno... – balbuceas, con los ojos todavía abiertos como platos - ¿cómo dice el guión que tenemos que montárnoslo? –

Ejem... hay varias posibilidades. Elige tú: -

Puedes cepillártelos de uno en uno. Ve al punto 4.

Si te atreves, tíratelos a los tres a la vez. Ve al punto 5

Quizás te apetezca probar algo distinto. Ve al punto 7

Punto 4

Prefiero de uno en uno. –

De acuerdo... ¿Te parece que empiece yo? – pregunta Haakim.

En absoluto. Hazme tuya. –

Haakim es uno de los negros puros. Es árabe, como demuestra su pene circuncidado. Nunca te has acostado con un hombre circuncidado, ¿cómo se sentirá?

Te tumbas en el sofá y esperas. Haakim aparece en escena y dice un par de frases estúpidas para justificar su presencia. Los diálogos de las películas porno dejan mucho que desear...

El tío te acerca la polla y te roza la mejilla con ella. Todo el glande, de un color más oscuro del que estás acostumbrada, está descubierto. Te atreves a cogerlo con los dedos. Haakim no parece disgustado. La sensibilidad de las pichas circuncisas es diferente.

Vaya herramienta gastas, querido. –

Espera a que te la meta, guarra. – contesta él, improvisando.

Te abres de piernas y le indicas con un gesto que puede empezar cuando quiera. Haakim se coloca entre tus muslos. Ya dista muy poco su pene inmenso de tu agujero. Te parece diminuto en comparación con el tamaño de su maza. ¿Te cabrá todo? Haakim frota un poco la punta contra tu clítoris. Eso te gusta, pero quieres probar cuanto antes el placer de tenerla dentro.

Te abrazas a él y dejas que todo el salchichón te vaya atravesando. Efectivamente, el tamaño se nota. Sientes que las paredes internas de tu sexo hacen el esfuerzo de dilatarse, consiguiéndolo a duras penas. El embutido sigue penetrando, llenando tu cavidad. Pronto llega al final. Haakim empuja, porque todavía le queda un poco de miembro fuera. Sientes su acometida como un nuevo placer. Aprietas los músculos para impedir que esa polla tan majestuosa vaya más adentro.

¿Te gusta, puta mía? –

¡Aahhhh! ¡Qué inmensidad! – respondes

La saca un poco y vuelve a meterla, intentando buscar el máximo de profundidad posible. El roce de sus venas te produce un placer increíble. Gimes sin parar. Haakim comienza enseguida a cabalgarte, bombeando su arma en tu intimidad.

¡Eso es! ¡Destrózame el chocho! –

Dentro de ti notas acercarse el orgasmo de tu pareja después de varios e intensos minutos de fornicio. Se va a correr. Es un momento clave para la película. Jadeas lo más alto que puedes al sentir la leche del moro llenarte.

¡Toma, zorrita, mi leche sabrosa! –

Haakim ha terminado. Estás exhausta. El miembro de ese monstruo te ha perforado por completo.

¿Estás bien? –

Sí, sí... Pero no podré aguantar los siguientes. Lo siento chicos- te disculpas ante los otros dos bigardos – tendréis que esperar un par de horas... Fin

Punto 5

Soy capaz de satisfacer a tres... o incluso a cuatro, si los hubiera. – dices, muy segura de tu capacidad sexual y de resistencia.

¡Así se habla! Vamos chicos, dadle a esta belleza lo que quiere. –

Mombo, el mulato, se echa sobre la cama y comienza a masturbarse para tener el arma a punto para ti. Entras en escena para ayudarle. Te sientas en sus piernas y sustituyes sus manos por las tuyas. Él cruza los brazos detrás de su cabeza y se deja hacer la paja.

Al cabo de un rato por detrás de ti entra Haakim. Te acaricia la espalda hasta llegar al culo. Allí te da un par de azotes, seguidos de apretones de nalgas. Te sientes muy puta, siendo magreada por un hombre mientras le haces un manual a otro.

Cuando Haakim comienza a pellizcar y estimular tus pezones, Danilo aparece por tu izquierda. Te pone el rabo al alcance de la mano. Lo tomas con la que tienes libre y lo masajeas, poniendo la cara de viciosa que te caracteriza.

Mombo ya está preparado. Sueltas un momento la polla de Danilo, que se masturba solo un rato, para ponerte encima de la de Mombo. Te la calzas en unos segundos de intenso placer.

¡Qué barbaridad! – exclamas

Ya estás pinchada por delante. Tu chochito devora centímetro a centímetro el interminable pene negro.

¿Y ahora, qué?

Si te atreves a ser sodomizada, pasa al 6

Si no, sigue leyendo

No crees que tener un trabuco de tal calibre como el de Haakim en el culo sea nada placentero, así que optas por chupársela. No obstante, el director te pide que te des la vuelta, es decir, que te acuestes boca arriba y así hagas una felación más original. Será complicado masturbar a Danilo, pero también muy interesante como práctica de posturas sexuales alternativas.

Mombo no tiene el mayor problema para levantar tu esbelto cuerpo en volandas sin sacártela ni un momento. Se nota que le gusta tenerla en caliente. Unos segundos mas tarde estás acostada en la posición indicada con el negrazo encima. A pesar de que se apoya con los brazos y piernas en la cama, sientes su peso. Es como un eclipse, el fenómeno.

¡Acción! –

Mombo es ahora quien tiene el control. Bombea con furia en tu raja. A veces llegas a pensar que te atravesará de parte a parte. Casi no puedes jadear por la violencia de sus embestidas. Abres la boca para tomar aire y te encuentras con la polla de Haakim. Circuncisa, apetitosa. La aptrapas con los labios. Succionarla te ayuda a aliviar la tensión de tu cuerpo más abajo, como si chuparas un refrescante polo de chocolate (y nata).

A tientas, mueves la mano. Mombo te mordisquea el cuello y las orejas, poniéndote los pelos de punta. Tocas el pene de Danilo. Lo aferras y tiras de él hacia ti para verlo. No lo logras, pero aún así comienzas a masturbarlo. Te resulta difícil, aunque no imposible, dividir las sensaciones que entran en tu cuerpo: tu pubis repleto de miembro, tu boca lo mismo y la mano palpando una culebra traviesa.

La escena duró por lo menos un cuarto de hora. El primero que se dio por vencido fue Danilo, pues te resultaba casi imposible pajearlo bien. Notas que Mombo acelera sus acometidas en tu interior, manteniéndolas cada cierto tiempo bien dentro, como si quisiera aguantar la eyaculación. Luego te das cuenta de que hace esto porque Danilo lo está sodomizando.

Jamás habías presenciado una escena igual: un tío follándose a otro que a su vez te folla a ti. Desde luego, la imaginación del guionista de esta película es bastante retorcida. ¡Ahora que lo piensas, el guión lo hacéis entre todos! No tienes tiempo para seguir pensando en ello porque una cantidad ingente de semen está ingresando en tu garganta. Fin

Punto 6

Tu culo, tu precioso culo. ¿Lo sacrificarás en aras del arte porno? Te decides a hacerlo.

Venga, morito cariñoso. Destroza mi trasero. –

Haakim, provocado por tus palabras, te monta por detrás. Lo hace deprisa, para que no pierdas el ritmo de la follada con Mombo. Te unta lubricante en la entrada y te hunde la maza en el pozo negro. Chillas de dolor. Él estruja tus pechos para distraer tu atención del holocausto de tu ano. Lo consigue y dejas de gritar.

Estás en un sándwich, haciendo de jamón. por delante y por detrás dos columnas de carne te perforan. Crees que sus puntas se tocan, separadas por una mínima barrera de piel, en tu interior.

No te olvides de mí, mi amor. –

Ese es Danilo. Como si de un perrito caliente se tratara, introduce su miembro entre tus carrillos encendidos. Puestos de acuerdo entre ellos para llevarte al infierno de la saciedad, los cámaras, el director y hasta Hugo, se acercan a la cama y se apoderan de todas tus extremidades. Uno te lame la parte de pecho que sobresale entre los negros, otro te deja que le pajees con una mano, y su compañero hace lo propio con la otra. El resto te cubre de besos, chupetones o se divierte rozando sus pollas erectas con las porciones de piel que quedan libres. Te desmayas, saturada de sexo. Fin

Punto 7

¿Algo distinto? ¿Cómo qué? – pregunta el director.

Que lo decidan ellos. – dices, refiriéndote a tus compañeros de reparto.

Los tres hombres hacen un consejo improvisado y elaboran su plan. Cuando se ponen de acuerdo, te ordenan que te quedes quieta, a cuatro patas, en el centro de la escena, con los ojos cerrados. ¿Qué tramarán?

¡Acción! –

Durante unos minutos no oyes ni sientes nada. Parece que están decidiendo todavía. Te gustaría abrir los ojos para saber lo que pasa, pero a lo peor te pillan. Estás tensa. Por fin, preguntas:

¿Vais a empezar? –

Tranquila, cerdita. –

Te dan un cachete en el culo. Gimes, sorprendida. Luego se vuelve a hacer el silencio. Pasa el tiempo y no comprendes nada. Alguna vez crees notar el aliento de tus amantes cerca de tu piel. En esos instantes te estremeces y contraes tus músculos, dispuesta a recibir una polla en tus entrañas. Pero no sucede.

Te acarician el pelo y una mejilla. Querrías saber quién lo hace, pero no puedes mirar. Además, en cuanto giras el rostro hacia la mano que tierna te hace cosquillas, ésta se aparta.

Llegas a depender de esos pausados contactos. Los deseas. Son las únicas sensaciones que percibes. Nunca los presientes. Estás concentrada en averiguar qué es lo que te están haciendo.

Un dedo marca una línea recta desde el cuello al trasero, justo antes del a entrada en tu agujerito. Te hubiera gustado que te lo metieran dentro, apretar los músculos y no dejarlo escapar.

Estás completamente en tensión. Tienes ganas de gatear, de gemir, de ser penetrada, y sobre todo, de abrir los ojos. Crees que no lo puedes resistir, pero en el momento anterior a que te des por vencida, una nueva caricia te consuela. ¡Te vas a volver loca!

De nuevo otra mano recorre tu mejilla, la misma que antes. No quieres reaccionar. No debes. La mano insiste, se posa en tu mentón. Muy cerca de los labios. Te incita a que la beses. Pero tienes miedo de que huya. Tímidamente, inclinas el rostro. Los dedos, grandes, suben hasta tu boca. Tu aliento los calienta. Separas los labios para dar un delicado beso. No se te permites, no te permites más.

Muy bien, cerdita. –

Se aparta de ti. Pero sigues notando el calor de la piel del otro. Avanzas un poco y vuelves a rozar con tu boca su mano. La vuelve a alejar. Vuelves a avanzar... Te está guiando, como a un animal se le pone delante un cebo para que lo siga, lo mismo están haciendo contigo.

Por favor... – gimoteas, presa de la excitación.

¿Qué quieres? – pregunta Danilo. Reconoces su voz.

Por favor... Folladme. –

Risitas. Vuelves a quedar en silencio. ¿Qué traman? Están siendo muy crueles contigo.

Un líquido caliente salpica tu costado. ¡Una corrida! Luego se estaban masturbando observándote. La punta de un falo se limpia en tu piel. Tienes escalofríos. Abres los ojos. Delante de ti, Haakim y Mombo siguen pajeándose. Es Danilo quien ha eyaculado encima de ti.

Se van a correr. El director te indica que debes recibir su esperma. Obedeces. Abres la boca y aguantas así hasta que ambas pollas al unísono descargan su semilla en tu cara.

Nunca te habías sentido tan utilizada... Ni tan contenta de haberlo sido.

Ha salido una película cojonuda. – te comenta Hugo

Eso espero, porque de verdad que lo he pasado mal en algunos momentos. – respondes, intentando asimilar el cúmulo de sensaciones que te inunda.

Fin

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